Psicologia

8 consejos para mejorar tu salud mental

De los avances de la neurociencia publicados en MuyInteresante.es, extraemos 8 consejos útiles para mantener una mens sana. ¡Toma nota!
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1. Evita la obesidad
Un estudio realizado por Paul Thompson, investigador de la Universidad de California, apunta a que la obesidad puede reducir el tamaño del cerebro en los ancianos, haciéndolos más vulnerables a la demencia.

2. Lee a Kafka
Leer a Franz Kafka, por ejemplo la historia de Un médico rural, estimula nuestras neuronas y "nos incita a aprender nuevos patrones cerebrales, a desarrollar una mayor capacidad de aprendizaje", según un reciente estudio de la Universidad British Columbia y la Universidad de California.

3. Mejor en pareja
Estar casado o vivir en pareja reduce el riesgo de sufrir demencia y Alzheimer al envejecer en un 50 por ciento, según revela un estudio realizado por científicos suizos y finlandeses y publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal.

4. Entrénate para la multitarea
La capacidad de hacer varias cosas a la vez de forma eficiente está "limitada por la velocidad a la que nuestra corteza prefrontal procesa la información", asegura Paul E. Duz, investigador de la Universidad de Vanderbilt y coautor del estudio. La buena noticia es que esa capacidad se puede entrenar.

5. Apaga la televisión
Investigadores de la Universidad de Pensilvania han comprobado que ver la televisión antes de dormir suele generar deudas de sueño, que aumentan el riesgo de caer enfermos.

6. Medita
Si queremos desarrollar músculos más grandes y huesos más fuertes existen cientos de ejercicios y suplementos dietéticos que nos ayudan a lograr nuestro objetivo. ¿Pero qué sucede si lo que pretendemos es aumentar el tamaño de nuestro cerebro? Científicos de la Universidad de California (UCLA) demostraron la pasada primavera que también es posible recurriendo a la meditación.

7. Únete a un grupo
Un equipo de futbol, un club de lectura, una banda de rock,... Formar parte de un grupo social puede reducir el riesgo de sufrir infarto y demencia, según demostraban hace poco investigadores de las universidades australianas de Exeter y Queensland.

8. Haz garabatos
Llenar un papel de garabatos no es una pérdida de tiempo ni una distracción. Muy al contrario, favorece la concentración mental y estimula la memoria, según un estudio de la Universidad de Plymouth publicado en la revista Applied Cognitive Psychology.
 
PSICOLOGÍA
No se lo digas a nadie
Todos tenemos secretos y necesitamos contarlos. El problema es lo difícil que resulta evitar la tentación de airearlos a los cuatro vientos y las consecuencias de hacerlo

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A todos nos ha sucedido alguna vez. Revelamos a alguien cercano una información confidencial y un tiempo después descubrimos que el secreto ha sido aireado a los cuatro vientos. ¿Cómo ha sucedido?

Siguiendo la aritmética de los rumores, lo más probable es que el confidente haya sucumbido a la tentación del “¿sabes que…?” y haya transmitido la novedad a una persona de confianza, con la coletilla final de “no se lo digas a nadie”.

Este segundo receptor, al estar desvinculado de la fuente principal, lo contará a una media de tres personas, cada una de las cuales lo propagará a otras tantas.

Es cuestión de días que la información sea patrimonio de medio centenar de personas.

¿Qué nos lleva a compartir secretos y por qué es tan difícil guardarlos?

Algunos psicólogos hablan de tres niveles de existencia que conviven dentro de cada persona:
--- El más externo es nuestro personaje, es decir, aquel que presentamos al mundo porque queremos que nos vean de determinada manera. Es la fachada que exhibimos, la imagen corporativa que nos define.

---En un nivel intermedio estaría el yo cotidiano. Cuando estamos con nuestra familia o en un entorno donde nos sentimos cómodos, dejamos de lucir fachada y nos permitimos ser naturales… hasta cierto punto, pues hay un tercer nivel, que es la vida secreta

----En el tercer nivel sucede aquello que uno se permite ser cuando nadie está presente. Y esta vida secreta no tiene que ser necesariamente un asunto oscuro o turbio. A veces alberga solo el deseo de cambiar de empleo, una próxima separación o el proyecto de engendrar un hijo.
Si la información se encuentra en ese nivel es porque la persona ha decidido que esos hechos no trasciendan aún.

Sin embargo, el ser humano casi siempre necesita un testigo a quien confiar aquello que no debe saberse. Aquí empieza la dificultad y el peligro.(Marcel Mart)

El acto de compartir con otra persona en nuestra vida secreta es sin duda una muestra de amistad y confianza.
No obstante, con ello cargamos en el otro una responsabilidad que no ha elegido tomar desde el momento en el que decimos “¿podrás guardarme un secreto?”.

Aunque la respuesta sea afirmativa, la probabilidad de que el pájaro de la confidencia escape de la jaula es alta debida, entre otros, a dos factores:

1-------Cuesta encontrar temas de conversación excitantes en una pareja, en un grupo de amigos o en el entorno familiar. Por eso es fácil que en una velada aburrida, tras la segunda cerveza o copa de vino, salte el clásico “si te cuento algo gordo, ¿puedes guardarme el secreto?”.

2-------A veces la confidencia pone en una difícil situación moral a quien la escucha. Por ejemplo, si se es amigo de una pareja y uno de ellos nos cuenta una infidelidad, sentiremos que estamos traicionando a la parte afectada. Esto puede llevar a abrir la caja de los truenos.mmm

Cuando explicamos algo que puede comprometernos, somos conscientes, en mayor o menor medida, de este riesgo. La cuestión sería por qué necesitamos compartirlo, dado que, como decía Benjamin Franklin, “tres podrían guardar un secreto si dos de ellos hubieran muerto”.

El principal motivo es que el ser humano es un animal social que necesita involucrar a su clan en las decisiones que toma, ya que la aprobación del círculo íntimo le resulta vital.

Un segundo motivo para revelar lo inconfesable, sobre todo en asuntos frívolos, es el morbo de poder contarlo. Es más, a veces los interlocutores tienen la impresión de que ciertas proezas tienen como principal objetivo ser contadas.

Vamos a ponernos en el lugar del confidente que desea ser fiel a su promesa de silencio. Si seguimos estas reglas, no sucumbiremos a la tentación de irnos de la lengua o al menos minimizaremos los daños:

Piense que un secreto es una prueba de amistad que, si no superamos, repercutirá negativamente en la confianza de quien nos lo ha contado. Si por nuestro carácter somos incapaces de guardarlo, es mejor decirlo de entrada.

Antes de revelar una confidencia de otro, debemos medir las consecuencias que puede tener para esa persona. Hay que distinguir una anécdota simpática e inofensiva de algo que comprometa gravemente al otro.

Jamás transmita una confidencia por mensaje de texto. El destino de todo mensaje interesante es ser rebotado a los destinatarios más inesperados.

Según una encuesta coordinada por Michael Cox con 3.000 mujeres británicas de entre 18 y 65 años, el tiempo medio que tarda en revelarse un secreto es 22 minutos, aunque las confidentes en la parte superior de la horquilla aseguraron que podían guardarlo un máximo de dos días.

Según este estudio, la indiscreción está propiciada en buena parte por las nuevas tecnologías. La posibilidad de estar comunicados a todas horas hace que sea mucho más difícil preservar las confidencias.

El experto en comunicación Ferran Ramon-Cortés nos alerta sobre este mal hábito: “Antes de hacer circular una información, deberíamos estar completamente seguros de que es cierta y de que el hecho de hacerla circular contribuirá positivamente en el seno de la organización. Si no es así, es un virus”.

Para que los demás no comercien con nuestra vida privada y la tergiversen, tenemos dos soluciones extremas: el silencio o la total transparencia.

Si no queremos construir un muro alrededor de nuestra intimidad, lo cual conlleva un esfuerzo de ocultación, la otra opción es ser un libro abierto.

De hecho, muchas personas populares suelen explayarse sobre sus intimidades con naturalidad. Sin necesidad de entrar en detalles obscenos o en la vida privada de otros, hablar con claridad de lo que uno piensa y hace aporta la serenidad de no tener que representar diferentes papeles.

Esta es una buena manera de evitar múltiples versiones sobre la realidad. Como decía un sabio romano, compórtate en privado como si te estuvieran mirando y nunca tendrás que hacerte reproches. Ni contar secretos, podríamos añadir.


Rumores infundados
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Cuando una confidencia pasa a ser compartida por un número ingente de personas, tiende a transmutarse en rumor, con lo que pierde el 25% de su veracidad, según los investigadores.

La información es retocada en cada eslabón de la cadena para ser más atractiva, con lo que se deforma hasta niveles imprevisibles.

Eso cuando no se genera a partir de la nada.

La fuerza del rumor se basa en que la fuente originaria es desconocida. El tramposo “se dice que…” ha servido para divulgar bulos como que el actual Paul McCartney es en realidad Shears Campbell, un doble del beatle que habría fallecido en accidente de tráfico en 1966.

Un libro:Virus, de Ferran Ramon-Cortés (RBA). Una epidemia desatada en un lujoso complejo hotelero sirve a este maestro de la comunicación como símil para alertarnos sobre el peligro de los rumores.

Una película: La celebración, de Thomas Vinterberg (Karma Films). Cuenta la fiesta del sexagésimo cumpleaños de un patriarca danés, cuyo hijo ha esperado tan solemne y concurrido momento para airear terribles secretos familiares a través de un discurso incendiario.


 
Casi 3 millones de españoles se sienten solos y más de 417.000, "totalmente infelices", dice el CIS

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----Además, otros cinco millones de españoles se sienten solos "algunas veces".

-----En España, casi 140.000 personas no ven a nadie cara a cara en un día normal.

------ Dos de cada diez españoles no queda nunca con sus familiares.

Un total de 2,92 millones de personas en España (el 6,3% de la población) aseguran sentirse "solas" a menudo y más de 417.000 personas (el 0,9%) se declaran "totalmente infelices" (puntúan un 0 en una escala del 0 al 10) según el último barómetro del mes de junio publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

La encuesta muestra que, además de quienes usualmente se sienten solos, un porcentaje mayor de la población, el 11,8%, asegura sentir la soledad "algunas veces" (más de 5,47 millones de personas), mientras que el resto solo la sufre "ocasionalmente" o "casi nunca".

Además, el barómetro indica que existe un 0,3% de la población (que representa a más de 139.000 personas) que no ve a nadie cara a cara "en un día normal".

En este sentido, el mismo estudio indica que el 8,3% de la población no tiene ningún familiar que viva en su misma localidad (3,85 millones de personas).

Y la última Encuesta Continua de Hogares publicada por el Instituto Nacional de Estadística (datos de 2015) señalaba que más de 4,58 millones de personas (algo menos del 10% de la población) viven solas y ocupan el 25% de los hogares.

De hecho :

----El 21,1% de la población no queda nunca con familiares que no vivan en su hogar.

----- El 7,1% no queda nunca ni se reúne en casa con sus padres.

-----El 10,4%, con sus hermanos.

----- El 3,5% con sus hijos.

----- Y el 2,7%, con su pareja.

------ El 32,4% tampoco lo hace con personas de su barrio o pueblo; ni con amigos que vivan fuera de su barrio o pueblo (25,9%).

Hogares sin apenas ingresos

Por último, el CIS pregunta a los entrevistados por el nivel de ingresos que suman las personas que viven en su hogar y sus resultados indican que un 0,6% (más de 646.000 personas) viven en hogares que no tienen ningún tipo de ingreso y el mismo porcentaje vive en hogares que subsisten con 300 euros al mes o menos.

Además, el 15,6% de los participantes en el estudio vive en hogares con ingresos que oscilan entre los 301 euros y los 900 euros, en contraste con el 0,6% que vive con más de 6.000 euros al mes y el 5,4% que vive en hogares con ingresos de entre 3.0001 y 6.000 euros al mes.

 
El paracetamol cura los corazones rotos

El dolor que provoca una ruptura amorosa es real. La manera de aliviarlo, según la ciencia, está en su botiquín

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De forma inesperada, las alarmas se disparan justo en el momento en el que su pareja sentencia: "tenemos que hablar".

La primera reacción es una implacable sensación de peligro, la falta súbita de aire.
El cuerpo se pone en estado de alerta, los músculos se tensan, el corazón late más rápido, la sangre fluye a mayor velocidad, respiramos más deprisa y nuestras pupilas se dilatan: una amenaza se cierne en el horizonte.

Estos síntomas, que en la naturaleza nos predisponen para defendernos de un peligro, duran hasta que acontece el fatal desenlace: la ruptura amorosa.

En este momento se transforman en otros muy distintos, detonados por una sensación de rechazo.

Mientras que ante un peligro inminente el órgano que gestiona la posible situación de emergencia es el hipotálamo, frente a una ruptura el que se activa es el sistema nervioso parasimpático, parte del sistema nervioso autónomo.
Una de sus fibras nerviosas principales la constituye el nervio vago y, a través de este, se transmiten, por orden del cerebro, distintas señales que alcanzan al corazón y al estómago.

Y eso duele de verdad, físicamente.

Hay estudios que han comprobado que, incluso a posteriori, al ver fotos de su expareja, la rememoración de ese abandono desata de nuevo en el cuerpo toda una serie de componentes sensoriales de dolor corporal.

Además, resulta que muchas personas que han sido rechazadas sienten algo así como un mono parecido al síndrome de abstinencia de los drogadictos.

Una vez nuestro suministrador de hormonas del amor, como la oxitocina, la adrenalina, la dopamina, la serotonina o la vasopresina, decide desaparecer de nuestra vida, el mundo parece no tener sentido y podemos llegar a encontrarnos realmente mal, víctimas del conjuro de un poderoso cocktail químico.

Pero, ¿este dolor real puede atacarse con medicina real?

El amor está en el cerebro

Un estudio publicado en PNAS, se muestra cómo en el cerebro se activan las mismas áreas en una ruptura que cuando, por ejemplo, le cae una taza de café caliente encima.
Aunque el cerebro no procesa igual el dolor emocional que el físico, las reacciones posteriores sí son muy parecidas.
Por todo ello, otro trabajo liderado por Nathan deWall, psicólogo de la Universidad de Kentucky (EE. UU.), acaba concluyendo que tomar acetaminofén (paracetamol) puede reducir esa respuesta física y neuronal asociada al rechazo social, ya sea de su pareja, o en el círculo familiar o de amistades.


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La investigación confirmó que en las personas que tomaron este compuesto, se reducía la actividad cerebral relacionada con el dolor. Los autores llaman a la precaución a la hora de ingerir medicamentos hasta que próximos estudios verifiquen sus resultados.

¿Por qué nos afecta tanto una ruptura?

La culpa la tiene la dopamina, cuenta la antropóloga Helen Fisher en su charla en TED titulada The brain in love, que alimenta todo una cadena de sensaciones gratificantes: estimula el deseo, la motivación, la voluntad y enfoca nuestros pensamientos en una dirección determinada.

Y todo ello en la misma región del cerebro que se activa cuando alguien necesita su dosis de cocaína… Es la parte que se conoce como cerebro reptiliano, encargado de las funciones más primarias, que incluye el tallo del encéfalo, donde se halla un grupo de neuronas llamadas núcleo accumbens (desde donde se segrega esta hormona) cuya estimulación produce sensaciones placenteras, algunas similares al orgasmo.

Para más inri, la oxitocina y la serotonina se alían con la dopamina creando un sentimiento de vinculación profunda con la otra persona y la vasopresina, por su parte, también llamada «hormona de la monogamia», refuerza el sentimiento de familia, favorece el quedarse con tu pareja y no largarse en busca de otras nuevas.

«Mientras que la testosterona pide irse de marcha, la vasopresina prefiere quedarse en casa», decía Theresa Crenshaw, sexóloga y autora de The Alchemy of Love and Lust (La alquimia del amor y la lujuria).

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Cuando todo ese fluir de pasiones se rompe bruscamente, la parte del cerebro que las alimentaba con fervor tiende, durante un tiempo, a reavivar aún más ese fuego, en lugar de disminuirlo.

Y sí, eso duele de verdad.

Lo bueno es que, con o sin paracetamol, la desazón tampoco dura para siempre.

Como explica en esta charla Gary Lewandoski, profesor de psicología de la Universidad de Monmouth de New Jersey (EE. UU.), acabar con muchas de las relaciones que vivimos es toda una liberación.

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A menudo, una ruptura amorosa es la manera de empezar de nuevo, de volver a ser uno mismo, de recuperar hábitos que nos gustaban pero que habíamos relegado al olvido porque a nuestro partenaire no le motivaban.

Cuenta Lewandoski que, según una encuesta, tras un tiempo, solo un 33% de personas consideran su última ruptura una vivencia negativa, frente a un 26% que no sabe definirlo y un 41 % que lo valora como un hecho positivo en su vida.

Quizá deberíamos tomárnoslo como el arte japonés del kintsugi, que consiste en arreglar las fracturas sufridas por piezas de cerámica, resaltándolas en lugar de ocultarlas, con una capa de barniz de oro, plata o platino, dejando la pieza más bella de lo que era antes tras poner en valor esas cicatrices.

Así deberíamos salir tras una fusión emocional con otra persona: fortalecidos y libres.

Convencidos de que, como dijo Oscar Wilde, lo que importa es amarse a sí mismo, porque ese sí que es el mejor inicio para un romance que dure toda una vida.
 
La ansiedad, una forma de inteligencia
JAIME DE LAS HERAS | 20/7/2016

Hace casi un siglo, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, nos legó una especie de receta para la felicidad. En ella decía que sólo hay dos formas de ser feliz en la vida, una es ser idiota y otra es hacérselo.

Ahora, rozando los 100 años, es posible que esa no sea la mejor forma de llegar a la felicidad y es que según diversos estudios, la gente que padece cierta ansiedad es más feliz e inteligente que la que no tiene ningún tipo de ansiedad.

Ahora entenderás por qué.

Estudio publicado por Trends in Cognitive Sciences.

En él, se remarca que demasiada ansiedad puede causar infelicidad pero que una ansiedad moderada puede hacernos más inteligentes y más felices.

El por qué, sencillo.

-----La base es que la gente que se preocupa por el futuro a medio o largo plazo de una manera razonable prepara su cerebro para adaptarse a nuevos acontecimientos contemplando un vasto recurso de escenarios. De tal modo, la gente que se convierte así en previsora estará mejor ‘entrenada’ cuando estos problemas lleguen.

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-------Por el contrario, la gente que no sufre ningún tipo de ansiedad y sólo piensa en el corto plazo se encuentra con situaciones irresolubles cuando éstas les alcanzan. La razón, que no se han ‘entrenado’ lo suficiente en casos hipotéticos, lo que derrumba rápidamente sus esquemas.

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Así que al final, tener un poquito de ansiedad activa nuestros circuitos cerebrales de tal manera que nos previene de posibles enfrentamientos futuros, haciéndonos estar alerta y ser un poquito más felices.
Del mismo modo que según este estudio, también nos hace más inteligentes.

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Una respuesta sencilla y es que a la hora de imaginar diferentes circunstancias adversas nos hace buscar más soluciones, elevando la complejidad de nuestro sistema de transmisión neuronal.

Es decir, que aquel que busca siete caminos distintos para llegar a un mismo punto gracias a ese puntito extra de ansiedad será más inteligente que el que sólo cree que haya una manera para llegar al objeto deseado.

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Así que recordad, un poquito de ansiedad no nos matará pero siempre con moderación. Es tu responsabilidad.

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Conceden una pensión de invalidez a un afectado de electrosensibilidad, una enfermedad que no existe
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha concedido a un ingeniero de telecomunicaciones de 47 años que dice sufrir electrosensibilidad la incapacidad permanente total para su profesión y el derecho a percibir una pensión equivalente al 55% de su base reguladora, que ascendía a 2.812 euros.

«Es la primera vez que dan la invalidez a una persona porque sufre hipersensibilidad y no puede estar expuesta a las ondas electromagnéticas», ha indicado a este periódico Jaume Cortés, abogado del afectado.

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Ricardo de Francisco, de 47 años, trabajaba para Ericson cuando en 2010 empezó a sufrir depresión, ansiedad, falta de concentración y otros síntomas.

Le dieron la baja y estuvo en tratamiento psicológico y psiquiátrico un año, tras el que volvió al trabajo.
Pero la cosa fue a peor y, aunque «al principio pensaba que tenía una enfermedad psiquiátrica», una médica le diagnosticó electrosensibilidad. Ella también la sufría.

Al final, la compañía le despidió e indemnizó.

Entonces, solicitó una pensión de invalidez que le denegó primero en Instituto Nacional de la Seguridad Social y luego el Juzgado de lo Social número 11 de Madrid, y que ahora le concede el TSJM porque «se halla en situación de incapacidad permanente total para su profesión habitual de ingeniero de telecomunicaciones» derivada de la enfermedad que padece.

Los afectados de electrosensibilidad o hipersensibilidad electromagnética presentan dolores de cabeza, mareos, fallos de memoria, insomnio y otros síntomas que achacan a las ondas de telefonía y de wifi, las líneas de alta tensión… La patología, sin embargo, no está reconocida como enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, «no existe una base científica para vincular los síntomas de la hipersensibilidad electromagnética con la exposición a los campos electromagnéticos».

«Es una patologia de origen psicosomático. Esta gente sufre de verdad, pero no por las ondas», advierte Alberto Nájera, especialista en radiología y medicina física de la Universidad de Castilla-La Mancha. Es la opinión, basada en las pruebas, de la comunidad científica.

Creer es sentir

Los estudios han demostrado que, cuando un presunto hipersensible ve una antena de telefonía, sufre síntomas aunque la instalación no esté en funcionamiento y, a la inversa, que, cuando la presencia de una antena no es evidente, el paciente se siente perfectamente.

La sentencia del TSJM dice que el afectado podría trabajar en lugares libres de ondas electromagnéticas. «Eso es imposible en este Universo. Eso sí, si cree que está libre en un sitio, va a sentirse bien ahí», aventura el abogado Fernado Frías, miembro del Círculo Escéptico.

Vivimos rodeados de radiación electromagnética, desde la luz de una bombilla y del Sol hasta los muy nocivos rayos X y gamma, que pueden provocar en el ADN mutaciones que desemboquen en tumores.

Las ondas de telefonía y wifi son lo que se conoce como no ionizantes porque no pueden alterar el ADN. Tampoco pueden tener los efectos que dicen los electrosensibles.

«La radiación media de una antena de telefonía es inferior a la que recibiríamos de una bombilla de 100 W a un kilómetro. La electrosensibilidad es imposible desde el punto de vista físico», afirma Nájera.

Él y Frías lamentan que, en vez de recibir el tratamiento psiquiátrico que les pudiera ayudar a sobrellevar la situación, esas personas caigan en manos de desaprensivos que agravan su mal al convencerles de que padecen enfermedades que en realidad no sufren.
 
Pues como esta noticia que puesto, siente precedente,con la cantidad de personas que trabajan así expuestos, a este paso, tooos estresaos, cobrando. Y no hay dinero en España ya para pensiones, sanidad, etc.

"Si éramos pocos, parió la burra" como dicen en mi pueblo
 
Cosas de ti que dicen que eres inteligente, según los científicos
Tus padres no te hubieran dejado hacer casi ninguna de las de esta lista
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Hace unas semanas repasábamos todo lo que deberías hacer antes de las 8 de la mañana, si hicieras caso a internet. Infinidad de artículos proponen buenos hábitos y consejos que, al comparar unos con otros, terminan por incurrir en contradicciones imposibles de cumplir.

Los estudios sobre aspectos de nuestro carácter o comportamiento que indican si somos más inteligentes que la media o que hacer determinado tipo de cosas desarrollan nuestra inteligencia son igual de comunes.

Muchos de ellos, aunque no todos, están relacionados curiosamente con hábitos que solemos considerar un defecto o algo políticamente incorrecto.

Investigadores de universidades con nombres larguísimos han analizado el asunto y los medios no hemos dudado en publicarlos, en ocasiones siendo muy reduccionistas en los titulares con respecto a las investigaciones realizadas.

En cada título de este listado de artículos puede encontrarse un enlace que afirma la relación entre inteligencia y los actos con los que se relaciona. Cada uno puede juzgar por sí mismo la validez de los métodos científicos empleados y la coincidencia con los resultados anunciados.

1. Ser vago

La Universidad de la Costa del Golfo de Florida explica que, para compensar el esfuerzo y el sacrificio de pensar tanto, las personas inteligentes reducen la cuota de actividad física diaria.
El equipo de investigadores dirigido por Todd McElroy envió un examen a un gran número de estudiantes, de los que se seleccionó a 30 que tenían tendencia a pensar demasiado ("pensadores") y otros 30 que intentaban evitar a toda costa la reflexión excesiva ("no pensadores").

Se les colocó un acelerómetro en la muñeca durante siete días. De lunes a viernes, los "pensadores" realizaban mucha menos actividad física que los "no pensadores", solo durante el fin de semana se igualaba el esfuerzo físico de ambos grupos.

2. Tener el escritorio desordenado

Es un signo claro de inteligencia y creatividad, dicen investigadores de la Universidad de Minessota.

Entre otros muchos argumentos, aportan como pruebas imágenes de los escritorios de genios como Albert Einstein, Steve Jobs o Mark Zuckerberg; todos ellos son un desastre que de seguro han sido la vergüenza de sus padres al hacerse públicos.
Aunque nos resulten más aburridas, aquellas personas que son ordenaditas resultan ser más generosas, concluye el estudio.

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Los investigadores, liderados por Kathleen Vohs, convocaron a los voluntarios a dos oficinas de mismo tamaño, mobiliario e iluminación.

Una de ellas con sus escritorios desordenados y la otra completamente limpia.

Les pidieron realizar varias actividades, como donar o elegir entre comer una manzana o una barrita de chocolate.

Los de la oficina ordenada eran más propensos al donativo y a comerse la manzana, en cambio, los de la oficina desordenada eran mucho mejores cuando se les pedía hacer una lluvia de ideas

3. Tener pocos amigos

¿Por qué la gente inteligente está mejor con pocos amigos?, se preguntaba el pasado mes de marzo The Washington Post.

La respuesta la tiene la publicación en National Center for Biotechnology Information, que explica que "los individuos más inteligentes se sienten menos satisfechos con su vida si socializan más a menudo con amigos".

Son más infelices cuando se interrelacionan, así que lo hacen con menos frecuencia.
Extraen esta conclusión tras analizar una encuesta en todo el Reino Unido con 15.000 personas de entre 18 y 28 años de edad. En general, quieren que les dejes en paz y no les molestes.

4. Hablar solo

"No significa que estés loco: hablar solo tiene beneficios cognitivos", dice un artículo de Science Daily.

Hacerlo, asegura esta investigación, permite tener mejor memoria porque activa el mecanismo sensorial del cerebro, centrarse mejor en las tareas y clarificar los pensamientos.

El estudio encabezado por los psicólogos Gary Lupyan (Universidad de Wisconsin) y Daniel Swingley (Universidad de Pennsylvania) pusieron a los voluntarios a encontrar determinados objetos.

En ocasiones les pidieron que dijeran el nombre del objeto en voz alta mientras buscaban, lo que descubrieron que facilitaba el proceso.

5. Consumir drogas

Los británicos James White, David Batty, Catharine Gale se basaron en otro estudio para concluir que aquellos individuos que en su niñez cuentan con un CI superior a 125, tienen más posibilidades de consumir alcohol y drogas en la edad adulta que aquellos con un CI inferior a 75.

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Su metodología consistió en comparar los datos de 6.713 personas que formaron parte del Estudio Nacional de Desarrollo Infantil en 1958. Se les tomó varios datos a la edad de 11 años, entre ellos su CI y se hizo un seguimiento de los participantes al cumplir los 16, 23, 33, 42, 46, y 50. A los 42 años, se les preguntó por su consumo de drogas y tiempo después, en 2012, este estudio comparó los resultados de esta encuesta.

Ahí pudo comprobarse la correlación entre el patrón de consumo de alcohol y drogas de aquellos que habían obtenido mejores resultados en el test de inteligencia en su infancia.

6. Decir palabrotas

Solemos relacionar el uso de palabras malsonantes con la pobreza de vocabulario.

Camilo José Cela, con su Diccionario secreto, y Arturo Pérez-Reverte no estarían de acuerdo con esta premisa y, al parecer, llevaban razón.

La revista científica Language Sciences explicaba el año pasado el experimento realizado por los psicólogos Kristin y Timothy Jay, de la Universidad de Artes de Massachusetts.

Solicitaron a los participantes de su estudio que dijeran tantas palabrotas como les fuera posible durante un minuto.
Aquellos que ofrecieron un listado más amplio de respuestas fueron también los que demostraban un vocabulario más inteligente en otras áreas generales (nombres de animales o ciudades).

7. Acostarse tarde

La Universidad de Legia en Bélgica apoya a aquellos que se levantan tarde porque se acuestan tarde.

El investigador del sueño Philippe Peigneux lideró un grupo de estudio en 2009 que comparaba 15 aves nocturnas (se levantan a las 11 de la mañana) con 16 madrugadores (estás despiertos a las 7) y se les sometió a un escáner cerebral al comenzar su día.

La conclusión a la que llegaron es que la actividad cerebral de los primeros es superior a la de los segundos, al mantener un nivel de alerta mucho más elevado.

La diferencia entre ambos tipos de personas no se nota tanto por la mañana como en las horas vespertinas.

El asunto de acostarse tarde es muy discutido, como explicaba a Verne Ana Adan, doctora en Psicobiología de la Universidad de Barcelona.

8. El póker definitivo: de izquierdas, sin hijos, gay y vegetariano

Que nadie se enfade con Verne, que no lo decimos nosotros.

Lo asegura Satoshi Kanazawa, experto en psicología evolutiva de la Escuela de Ciencias Económicas y Políticas de Londres.

Su libro The Intelligence Paradox argumenta sus teorías, que resume en una entrevista para The Economist.

Hay consuelo para aquellos que no cumplan con ninguna de estas pautas: "Los inteligentes hacen las cosas mejor en casi todos los aspectos de la vida moderna, excepto en los verdaderamente importantes como son encontrar pareja, educar a un hijo y hacer amigos", sentencia el autor.
 
¿Cómo olvidar recuerdos tristes o negativos?

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“Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.”
(Viktor Frankl)

A lo largo de nuestra existencia vivimos situaciones o circunstancias dolorosas que permanecen en nosotros como recuerdos que no logramos olvidar, condicionando nuestro comportamiento y nuestra forma de ser.

Estas situaciones dolorosas pueden ser de muy diverso tipo: la muerte de un ser querido, un desengaño amoroso, un fracaso laboral, etc.

Pero, si te detienes un momento a pensar en lo que te sucede, te darás cuenta de que en un solo día vives muchas situaciones bonitas y agradables.

Un beso de tu hijo, una llamada de alguien con quien hace tiempo que no hablas, comer tu dulce favorito, leer unas páginas de un libro que te emociona.

La vida transcurre a gran velocidad y esa velocidad nos hace olvidar algunos momentos preciosos, que tenemos ante nuestros ojos todos los días y que obviamos.

Una buena idea es atesorar esos momentos e intentar recordar la sensación que nos producen para poder volver a sentirla cuando un recuerdo negativo nos sorprenda.

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¿Cómo podemos olvidar un recuerdo negativo o triste?

Varios científicos de las universidades de Birmingham y Cambridge publicaron un estudio en la revista Nature Neuroscience, por el que exponían como habían logrado aislar los mecanismos del cerebro por los cuales olvidamos y recordamos.

Mediante un sistema de resonancia magnética se midió la actividad cerebral de un grupo de voluntarios, a los que se les pidió que recordasen imágenes que les habían mostrado. Con esta técnica, pudieron conocer a nivel neuronal, los recuerdos que resultarían borrados y los que no.

El Dr. Michael Anderson, uno de los coautores del estudio, sostiene: “La gente está acostumbrada a pensar en el olvido como algo pasivo.

Nuestra investigación revela que las personas están más comprometidas de lo que perciben en la conformación de lo que recuerdan de sus vidas. La idea de que el acto de recordar puede causar olvido es sorprendente, y podría decirnos más acerca de la memoria selectiva e incluso del autoengaño”.

Por lo tanto, somos nosotros mismos los que controlamos nuestro recuerdo y nuestro olvido, por este motivo, os proponemos seguir tres sencillos pasos para aprender a controlar los malos recuerdos:


Aceptar. Debemos ser conscientes de que no podemos cambiar el pasado, pero sí el presente y el futuro. Así que vive tu presente aceptando el pasado y dejándolo atrás si te hace daño y prepara un futuro libre de toda culpa para disfrutar de cada momento único.

Aprender. Por muy negativo que sea, nuestro recuerdo siempre encierra una enseñanza. Reflexionar sobre la enseñanza que nos proporciona nuestro recuerdo e incluso escribir sobre ella para recordarla, nos ayudará a asociar un recuerdo negativo o triste a una enseñanza útil para nuestro futuro.

A veces se gana… A veces se aprende.”
(Robert Kiyosaki)

Perdonar. Perdona a los demás y sobre todo perdónate a ti mismo. Siempre tenemos momentos nuevos y estimulantes que vivir así que perdona y sigue adelante, todos comentemos errores y es inútil martirizarse por ello.

Finalmente te proponemos tres técnicas fáciles de practicar para ayudarte a olvidar aquellos recuerdos negativos o tristes que te asaltan a veces.

Uno de los recursos más sencillos y útiles es escribir.

La escritura tiene algo profundamente terapéutico y podemos sacar a la luz al escribir todo lo negativo que tenemos en nuestra mente. Escribe de forma automática, todo lo que se te ocurra, no te pares a pensar y deja fluir las letras sobre el papel. Te darás cuenta que al terminar de escribir te sentirás mejor.

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El psicólogo argentino Walter Riso sugiere, en su libro “Manual para no morir de amor” una técnica para olvidar a un ex que denomina La técnica del stop”.
Esta técnica consiste en que cada vez que nos vengan a la mente recuerdos de él o ella, demos una palmada y digamos en voz alta: ¡STOP! Esto nos permitirá hacer una parada en nuestros pensamientos, que se desordenarán y nos darán un respiro. No es infalible pero, tal y como sostiene Riso, alivia.

Finalmente, una práctica bastante útil para relajarnos y controlar nuestros pensamientos, recuerdos y sentimientos es el mindfulness.

El mindfulness se puede definir como una técnica de meditación que consiste en poner atención plena en el momento presente sin juzgar, con aceptación y curiosidad.

Por otra parte, la meditación es un ejercicio intelectual por el que se pretende lograr un estado de concentración en un pensamiento, un objeto o en nosotros mismos a través de la respiración, por ejemplo. Existen diferentes técnicas de meditación, algunas ejercitan la concentración y otras, como el mindfulness, ejercitan la conciencia plena.

La práctica de mindfulness nos demuestra que un estado de atención plena y consciente nos puede ayudar a reducir el estrés, a ser más creativos y a valorar las situaciones con mayor objetividad para disfrutar más de lo que hacemos y ejercitar nuestra resistencia antes las emociones.

Por lo tanto, ¡deja tus malos recuerdos atrás, sigue el camino de tu vida y disfrútalo al máximo!


Arantxa Alvaro Fariñas

Escritora y licenciada en derecho, apasionada por la literatura y por la psicología. Dejo volar mi imaginación para mantener los pies a unos centímetros del suelo y poder hacer realidad mis sueños.
 
Si la puerta no abre, no es tu camino

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Si la puerta no abre, sencillamente, es que no es la puerta ni aún menos nuestro camino.

Sin embargo, en ocasiones, invertimos demasiado tiempo y esfuerzos buscando unas llaves para las cuales, ni siquiera hay puertas. Porque hay destinos imposibles, personas que no encajan en nuestras cerraduras y caminos por los que es mejor no transitar.

Si bien es cierto que ninguno de nosotros acertamos nuestros destinos personales a la primera, cabe decir que tampoco es malo perderse de vez en cuando.

Abrir puertas que luego cerramos de nuevo para adquirir experiencia, para saber quien sí y quien no, es algo que merece la pena llevar a cabo sin miedo pero con con equilibrio y una adecuada actitud

Cuando una puerta que nos dio felicidad se cierra, a menudo suele decirse que se abre otra.

Pero no siempre podemos verla, porque nos pasamos gran parte del tiempo lamentando la que ya no puede abrirse, esa para la cual, ya no tenemos llave…
https://twitter.com/intent/tweet?te...smaravillosa.com/la-puerta-no-abre-no-camino/


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Una puerta cerrada a veces, es un muro que derribar

La voz popular siempre nos ha dicho aquello de que cuando una puerta se cierra otra se abre
.

También suele escucharse aquello otro de que la felicidad, es como una mariposa si la persigues se te escapa y si te quedas quieto viene hacia aquí.

Ahora bien, si hiciéramos caso de estos principios llegaríamos a la conclusión de que la felicidad y las oportunidades se suceden solas y casi por arte de magia.


Cuando una puerta se cierra solemos quedarnos bastante tiempo lamentado “ese portazo”.

Nadie reacciona tan rápido como para poder ver esa otra salida donde se supone se halla la mejor elección, el mejor camino.


Las puertas que nos cierran los demás son también muros que todos nosotros podemos derribar.

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Volver a empezar cuando muchas de nuestras puertas se han cerrado

Tal vez, en algún momento de nuestro ciclo vital, no tomáramos la mejor elección o puede incluso, que sí lo fuera durante un periodo de tiempo. El suficiente para hacernos creer que ese, iba a ser nuestro destino definitivo.

Sin embargo no lo fue, y tras el portazo quedó el vacío y el rumor de nuestras tristezas. Tal vez fuera una relación, puede que un trabajo o una amistad que no ha terminado bien.

El destino no es algo que deberíamos ver, el destino debemos crearlo nosotros con determinación y valentía abriendo las puertas más adecuadas.


Ahora que ya sabemos que no siempre se nos abre de forma inmediata esa supuesta “puerta de emergencia” con la cual, ofrecernos una nueva salida hacia la “felicidad verdadera“, vale la pena reflexionar sobre estas cuestiones para entender que la vida, en realidad, es todo un laberinto de puertas por las que transitar, cruzar, disfrutar, aprender y sin duda… También saber cerrar.

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Claves para encontrar el camino más adecuado

Ningún sendero elegido a lo largo de tu viaje experiencial ha sido en vano.

Lejos de arrepentirnos por haber cruzado una puerta, por haber tenido esa pareja, por haber iniciado ese proyecto o encontrar, simplemente, más frustraciones que alegrías, es necesario asumir lo vivido como un buen aprendizaje. Porque toda cicatriz enseña, y todo camino errado supone una invitación a “empezar de nuevo”.

  • Entiende que cuando algo termina, la felicidad no se “reinicia” por sí sola. Es necesario pasar por un tiempo en el cual, reconstruirnos, conectar con nosotros de nuevo y cerrar adecuadamente esa puerta, esa etapa.
  • Llegará un instante en que nos sintamos preparados. Lejos de mirar atrás, sentimos de nuevo la invitación de mirar al frente, de volver a ilusionarnos y de caminar ahora con mayor seguridad, con mayor sabiduría.
  • Entiende además que no existe un camino “ideal”, que ninguna puerta tiene la llave de la felicidad permanente o de la solución a todos nuestros problemas. Es el propio viaje es quien nos da las respuestas, y las alegrías vienen y van. Lo único que necesitamos es ser más receptivos, y ante todo, valientes para cruzar todos esos umbrales maravillosos que nos faltan por descubrir…

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“Solo da el primer paso y el resto del camino irá apareciendo a medida que camines”
-Martin Luther King-

"Si enciendes una lámpara para otro, iluminarás tu propio camino"
-Proverbio budista




 
Yo tuve una novia que me llamo unas 22 veces un domingo por la mañana . La noche anterior la pasamos juntos . Se obsesiono conmigo . Al final rompimos .
 
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