Por si alguien tenía dudas

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Por si alguien tenía dudas
El Gran Wyoming

Publicada 28/03/2017 a las 06:00 Actualizada 27/03/2017 a las 21:37 Caso Gürtel

Me quedé perplejo al escuchar las declaraciones del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, cuando en el transcurso de una entrevista con Pepa Bueno en la cadena SER afirmó que la cuestión de la corrupción es endémica al sistema y que ocurre en todos los países de nuestro entorno, en democracias más consolidadas que la nuestra. No le falta razón al sostener que un mundo sin delincuencia es imposible y para eso, claro, están las instituciones que se encargan de castigar los quebrantos de la ley como son los estamentos que él mismo preside.


Por alguna razón que desconozco, este señor no está al tanto de lo que está ocurriendo en este país. Ni siquiera sabe que el partido que le propuso –en su día fue director general de Justicia en el Gobierno de José María Aznar, y él fue una apuesta de Ruiz-Gallardón que suscribió Rajoy– está metido en una trama de corrupción colectiva que opera como una banda y trabaja en comandita. Ese partido se ha configurado, tal y como han declarado en diferentes ocasiones desde el banquillo de los acusados algunos de sus colaboradores, así como varios fiscales a lo largo de las innumerables investigaciones de las que se ha hecho acreedor, como una organización pergeñada para delinquir.


Nada atenúa ni consuela en este estado de cosas que haya otros países donde también existan señores que se dedican a la política para forrarse, en unos casos de forma legal, al amparo de las leyes que ellos mismos promulgan, y en otros quebrantando la ley, robando, cobrando comisiones o terminando su carrera profesional presidiendo grandes empresas en cargos para los que no están en absoluto cualificados como reconocen cuando les sientan delante de un juez.


Si no fuera porque todos sabemos que la justicia es igual para todos y que en nuestro país está garantizada la separación de poderes, dicho sea con todo el respeto para aquellos que al leer estas afirmaciones sufran un ataque de risa o ganas de tirarse por el balcón, si no fuera por la fe que los ciudadanos profesamos en estos dos principios consustanciales al Sistema Democrático, cualquiera diría al escucharle que es un estómago agradecido o que forma parte de esa causa general que está hundiendo este país y minando la esencia del Sistema. Su manera de echar balones fuera sobrecoge, acongoja y deprime. Es como si en el Titanic anunciaran por megafonía que los pocos recursos de que dispone el pasaje para salvar la vida estuvieran averiados, pinchados, fuera de servicio.

Desde luego hay que agradecerle que no se corte nada a la hora de dar la cara y, claro está, sería insólito que apareciera en la radio cuestionando decisiones de sus compañeros, así como criticando a los políticos que le han llevado hasta donde está, pero comprobar que este estado de cosas que a muchos nos conduce a la desesperación a él le parece de lo más normal tal vez explique por qué hemos llegado hasta aquí y qué va a ocurrir con toda esta basura que hoy se encuentra en los juzgados.

Ni siquiera fue capaz de dar una respuesta balsámica a la desazón que crea en la ciudadanía que una sentencia afirme que tanto el señor Rato como el señor Blesa, responsables de aquella entidad de ahorro que tuvimos que rescatar para que se la queden otros, tuvieron durante el juicio una conducta “intachable y cabal” que les permite evitar el ingreso en prisión. Los magistrados de la Audiencia Nacional consideran que no existe riesgo de repetición del delito y ahí tienen toda la razón, pero no debemos achacar esa posibilidad al hecho de que forme parte de un propósito de la enmienda, nunca mostrado durante el proceso donde no se manifestó arrepentimiento por parte de ninguno de los dos, sino a la circunstancia de que, hundida la entidad, entre otras cosas gracias a sus gestiones, y despachados de la misma por los presuntos delitos de los que se les acusa, no pueden seguir haciendo lo que hacían. Ya no tienen la llave de la caja, es cierto, y por tanto les resulta más difícil meter la mano. Pero es por lo que ya hicieron por lo que han sido condenados. Su potencial delictivo queda flotando en el éter y sólo desde un criterio subjetivo de extraña interpretación puede deducirse que se han corregido a pesar de que, como digo, ellos declaran que lo hecho, bien hecho está.

No sé si es necesario recordar que el señor Blesa fue nombrado presidente de Caja Madrid porque en su día estudió las oposiciones a inspector de Hacienda con José María Aznar. Así funcionan las cosas en este cortijo del sur de Europa.

También Lesmes fue nombrado a dedo y luego ratificado por el voto de sus compañeros que, como él, accedieron a su puesto gracias a un dedo o a propuesta de los partidos, que es como se dice en lenguaje fino.

Se da la circunstancia de que aquel partido que tiene mayoría en las altas instancias de la judicatura, así como en el Consejo General del Poder Judicial, pues eso, no es que tenga influencia, es que, en fin, que somos humanos y, en tanto tales, no podemos sustraernos a lo que se deriva de tal condición y tendemos a entender para qué se nos pone donde se nos pone.

Normal le parece el relevo de los fiscales que se encuentran investigando a altos cargos del PP y afirma así, por lo sencillo, que en España se persigue la corrupción con mayor eficacia que en otros países y la prueba está en todo lo que sale en la prensa. Claro, en otros sitios se mete la mierda debajo de las alfombras y por eso no sale a la luz lo que se choricea. O sea, aquí se persigue y por ahí no, se tiende a mirar para otro lado. Es posible, pero habría que aplicar, también en este caso, la presunción de inocencia y a lo mejor es que se roba menos, entre otras cosas, por lo contrario, porque tanto la Justicia como la sociedad son más intransigentes con la corrupción y los corruptos y, en cualquier caso, no tenemos constancia de que en esos países del extranjero la popularidad de los corruptos crezca en paralelo a sus perspectivas electorales una vez que se sabe que son unos sinvergüenzas de tomo y lomo, como demuestra el hecho de que se nieguen a declarar cuando se encuentran delante del juez: “Créalo o no, señor Lesmes, estos señores nos deben una explicación, y después de reclamar su derecho a un juicio justo con todas las garantías, tienen que aclarar a esa sociedad que les ha mantenido al frente de sus diferentes responsabilidades qué es lo que ha ocurrido aunque esto sea pernicioso para sus estrategias de defensa”. Nada tendrían que pergeñar si de verdad fueran inocentes, y no se me ocurre un mejor lugar para demostrar la inocencia que la sede judicial. Ese silencio convierte al presunto en “completamente presunto”. Claro que, si los compañeros del señor Lesmes dan por bueno que a alguien le toque la lotería una y otra vez como justificación de un patrimonio inexplicable, método que utilizan los traficantes de droga para blanquear el dinero, entonces es normal que muchas cosas no puedan explicarse o, como diría el señor Rajoy, presidente del partido ese que dicen que se organiza para delinquir y también presidente del Gobierno: “No se podrá demostrar que no es inocente”.

El señor Lesmes afirma en la entrevista que los jueces están dotados de los medios necesarios para cumplir con sus objetivos. Es curioso que los jueces crean lo contrario, y a pesar de que insiste en que se está avanzando en esta lucha contra el latrocinio desde las instituciones, la verdad es que la medida más efectiva que se ha tomado en este sentido ha sido acotar los tiempos de instrucción para que los grandes delitos no puedan ser juzgados.

Apela también este señor al consenso para la reforma de la Constitución, lo cual está muy bien, pero se ve que no conoce a sus compañeros de ideología: no están por consensuar absolutamente nada. Tal vez recuerde cómo bloquearon todas las renovaciones de las instituciones judiciales cuando se encontraban en la oposición, sabedores de la importancia que tiene copar con jueces afines a su causa el Tribunal Supremo, que él preside, el Consejo General del Poder Judicial, que también preside, así como el Tribunal Constitucional. Todo está en manos de los llamados conservadores.

Es una pena, ya que estamos en ello, que tampoco estuviera al tanto de las declaraciones del sustituido Manuel López Bernal, responsable de la Fiscalía de Murcia, que tenía los días contados después de que citara a declarar al presidente de dicha comunidad, en las que denunciaba presiones y robos en el domicilio de un compañero con sustracción de pruebas, porque también es mala suerte que el único en España que no se entere de lo que está pasando sea, precisamente, el que tiene la potestad de dar amparo y evitar que tales fechorías que dañan la credibilidad en la Justicia ocurran. Propone que los fiscales denuncien tales cosas cuando de lo que se quejan es, precisamente, de que no sólo no se hace nada a nivel judicial, sino que la propia Policía tampoco investiga lo que ha ocurrido en el domicilio donde se sustrajeron por dos veces los ordenadores que contenían documentos claves en la investigación.

Sólo le faltó al presidente del CGPJ, que se encarga de evitar estas cosas, afirmar que eso lo lleva su marido, argumento que da un resultado óptimo no sólo entre los miembros de la Casa Real, sino también entre ministras del PP que tienen capacidad, por lo visto, para administrar los destinos del Estado, pero son unas ineptas a la hora de controlar la economía doméstica y la entrada de coches de lujo en sus garajes. Nada parece sorprenderles a estas señoras: dan mala fama a la mujer.

Para concluir, debería aplicarse el señor Lesmes ese espíritu de consenso que reclama para la política a la hora de nombrar cargos, ya que se quejan, tanto desde el Tribunal Supremo que preside, y que en alguna ocasión le han echado para atrás un dedazo de los suyos, como en el CGPJ, donde ya se nombra a los colegas sin debate alguno. “Porque lo digo yo” se ha convertido en el nuevo método que impone este señor, según cuentan la prensa y miembros de dicho consejo, que no son partidarios de esta novedad. Al menos, y ya que se sabe qué va a votar cada uno, debería hacer el paripé, protocolo esencial en el intento de dar credibilidad a las instituciones, que es de lo que iba la entrevista.

Cuando terminó su intervención radiofónica seguro que fueron muchos los españoles que se dijeron: “Esto lo explica todo”.

Atado y bien atado, a por el botín.
 
Cruel posrealidad


Colectivos, partidos y dirigentes se instalan en una suerte de posrealidad que les permita seguir entreteniéndonos y conservando el poder

Elisa Beni
29/03/2017 - 20:41h
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Los taxistas se cabrean cuando les dices que, además de protestar por la llegada de las multinacionales, tienen que analizar que su modelo de negocio está antiguo y que en 15 años ni siquiera existirán. No quieren ver la realidad.

Los socialistas no se quieren dar cuenta de que Podemos existe y de que no será tan fácil despejarlo de la ecuación. Obvian que sin pactos, la izquierda no podrá arrebatar el poder al PP. Incluso fustigan a Pedro Sánchez con sus datos en las elecciones, aunque soslayan que RbCb se estrelló y no tenía partido rival en su espectro. Piensan que lo solucionan con lo que llaman un "relato" –que no consiste en narrar la realidad sino en adaptarla a sus necesidades– pero no se dan cuenta de que la ficción política no cambia la tozuda realidad.


El aparato y los instalados pretenden que Susana Díaz cambie los auspicios electorales del PSOE. Sortean el hecho de que su forma de hacer política poco o nada aporta a los jóvenes que perdieron en la cuneta, que sus formas y su nacionalismo español cerrado no suman en algunos territorios y que ni su gestión ni su discurso aportan nada para renovar la confianza en un proyecto político.

La mayoría de los líderes políticos, y los de ultraderecha aún más, no reparan en que la lucha contra el terrorismo hay que librarla sobre todo en los propios barrios de olvidados que acumulan en sus extrarradios. Pasan de puntillas sobre el hecho de que sean nacionales de cada territorio los que rompen con todo y eligen la destrucción y su destrucción. Es mejor hablar de guerras y enemigos externo y no mirar al desastre que se ha producido bajo su propia égida.

Eluden también que, en cierta manera, el daño que los yihadistas querían hacernos ya está hecho. Como si no fuera evidente que las leyes promulgadas con la excusa de atacarlos están sirviendo en realidad para destruir las libertades de los ciudadanos. Cruel paradoja que es palmaria al observar el trabajo actual de la Audiencia Nacional.

Inventan un escenario irreal cuando, como ha hecho Trump, niegan el cambio climático y vuelven a revitalizar el viejo y prehistórico carbón como forma de energía. Dan la espalda al hecho innegable de que el Brexit junto al riesgo de que Le Pen gobierne Francia pueden significar el fin de la Europa que hemos conocido hasta ahora, sin que sean demasiado halagüeñas las esperanzas sobre la que venga a sustituirla.

Se instalan en una realidad centrípeta inexistente los que piensan que sólo con imposiciones, amenazas legales y quizá algo de pasta se pueden resolver situaciones que han alterado ya el sentir de muchos ciudadanos tras décadas sin querer ver el verdadero alcance de los problemas.

Tampoco son realistas los que creen que sólo con juventud y unas formas rompedoras y desacralizadas conseguirán revertir el rumbo de esta sociedad. No lo son, por supuesto, los que quieren refugiarse en los burladeros del decoro cuando hace ya tanto que la vida política de este país es impúdica y obscena.

Saltas de noticia en noticia y sólo encuentras ejemplos de colectivos, partidos y dirigentes que se instalan en una suerte de posrealidad que les permita manejar ditirámbicamente su querido relato para seguir entreteniéndonos y conservando el poder.

No importa quién ni cómo amañe los términos de la mentira y de la manipulación. Hay un mundo real y la humanidad no ha encontrado la forma de evitarlo sino en nuestras propias mentes y en nuestros propios mitos colectivos. Vivimos ese momento que, cuando se convierta en historia, hará exclamar a los que lo estudien: ¡pero cómo no lo vieron venir! No hace falta que les diga qué momentos cargados de presagios antes de ahora no quisieron ver los occidentales.

Van corriendo de espaldas hacia el futuro y es evidente que ignorando la realidad sólo pueden estar abocados a darse de bruces con ella. No les digo que, en algunos casos, no me parecería bien que se estrellaran tumultuosamente. Les estaría bien empleado. No me importaría que tuvieran su merecido, si no fuera porque nos llevan a todos nosotros en el asiento de atrás.

Y no tenemos forma alguna de saltar.
http://www.eldiario.es/zonacritica/Cruel-posrealidad_6_627547265.html
 
Tiempo de protesta; tiempo de lucha

Cuando se producen injusticias, es el tiempo para la protesta, reivindicación y exigencia de medidas políticas, que eliminen aquello que perjudica y discrimina a la mayoría social. Conocemos, por formar parte del todo, que una buena parte de la población española está al borde de la pobreza, sufriendo sus consecuencias y no se están ejecutando las acciones sociales, políticas y económicas necesarias para superarlo. La situación clama Justicia.

Por El Informe sobre el Estado Social de la Nación 2017, elaborado por la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, confirmamos que vivimos en una sociedad que ha superado la emergencia social, y se ha instalado en un nuevo escenario marcado por la precariedad y la falta de oportunidades. «El precio de la recuperación es la precariedad, sobrevivir, el permanente presente», porque para la inmensa mayoría de la población el futuro no existe.

La pobreza se ha instalado en la sociedad española, afectando a personas y familias que cada vez ven más difícil salir de su situación de pobreza que se ha convertido en estructural por su extensión y persistencia. La transmisión intergeneracional está dando lugar a nuevas generaciones que van a reproducir la pobreza y que cada vez van a tener más difícil salir de ella.

Algunos datos que presenta el Informe y que claman justicia social: La renta media de los hogares se ha reducido un 13% desde 2009 (30.045 €) a 2015 (26.092 €); más de 8 millones de trabajadores y trabajadoras están por debajo del umbral de la pobreza; casi 700.000 hogares, 1,3 millones de personas, no tienen ningún ingreso; la mala alimentación por motivos económicos afecta a más de un millón de personas; en 1 de cada 10 hogares se pasa frío por no poder mantener la vivienda a temperatura adecuada; la Tasa Arope (indicador de la Unión Europea para medir la exclusión social), sitúa a España 5,6 puntos por encima de la media europea (28,6 frente al 23%); 3,3 millones de personas mayores de 18 años viven solas, porque no les queda otro remedio; 4 de cada 10 personas viven en hogares sin capacidad para afrontar gastos imprevistos; al menos 6 millones de personas, sin ser pobres, se encuentran en situación económica precaria.

Frente a la emergencia social por la pobreza que padecemos, El PP de Rajoy le da la máxima importancia a «La independencia de Cataluña» y «los nacionalismos», cuando sólo es preocupación para el 1,7% y 0,6% respectivamente de la población, según barómetro del CIS de febrero pasado. (El paro es preocupación para el 72,2%, corrupción y fraude 37,3%, problemas de índole económico 27,0% y los políticos y la política en general 23,4%). Estos problemas no los ataca el Gobierno decisivamente y se olvida de que en los últimos 15 años, el 1% de la población con mayor patrimonio, acaparaba más de una cuarta parte de la riqueza del país (27,4%), mientras que el 20% más pobre se queda con un 0,1%. La fortuna de las 3 personas más ricas equivale a la del 30% más pobre. Algo tiene que cambiar, para que la miseria desaparezca.

Podemos ha salido a la calle en más de 40 ciudades contra «la trama» y sus efectos para reclamar que no haya «nadie sin derechos». A través de su iniciativa ¡Vamos!, Podemos, se ha marcado el objetivo en defensa del cumplimiento del artículo 25 de las Declaración Universal de Derechos Humanos: «1.- Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. 2.- La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social».

En definitiva, lo que pretende Podemos es luchar contra los efectos de las políticas de la llamada «trama», defendiendo que no haya «nadie sin ingresos, sin vivienda, sin luz, sin infancia, sin sanidad, sin servicios sociales, sin pensiones y nadie con precariedad». Esta trama que dirige los designios del país, que nos saquea y nos destroza la vida, «es la responsable de que tengamos que salir a gritar bien fuerte que queremos un país digno decente y en el que no hay nadie sin derechos». La pobreza y la precariedad no son fenómenos de la naturaleza, sino que son consecuencia de las políticas injustas.

También la Coordinadora 25S se moviliza el día 1 de abril, porque este régimen, no cuida de la ciudadanía más desprotegida. No es admisible que se planteen Presupuestos de miseria y no unos presupuestos de vida, de salud y no de antidisturbios, de educación y no de gasto militar, de justicia social y no de corrupción. Montoro ha previsto 16.000 millones de ajustes entre 2016 y 2017. Los recortes ya han afectado a la prevención de la violencia machista, que ha pasado de 34 millones en 2010 a 25 en 2016, un 26% menos; las pensiones se han recortado un 30% desde 2011; 6.000 camas hospitalarias se han cerrado permanentemente desde 2010 y 50.000 empleos en hospitales se han eliminado desde 2012. Hasta 30.000 empleos de profesor se han eliminado y el precio de un curso universitario ha subido un 200% hasta los 1.500 euros.

Todo indica que el Gobierno aumentará el gasto en Defensa y recortará en servicios básicos como Educación, Sanidad y Empleo. La ministra de Defensa Cospedal ha confirmado que el Gobierno hará un esfuerzo y aumentará el gasto militar hasta el 2% del PIB. A pesar de que la inversión se realizará de manera gradual, lo cierto es que coincide en tiempo y forma con los recortes en otros ámbitos como Educación, Sanidad y Empleo, como figuraba en el informe que Luis de Guindos remitió a la Comisión Europea, como parte de la hoja de ruta de la consolidación fiscal. De esta manera, el gasto público en Educación se reduciría del 4,04% en 2016 al 3,90% en 2017; en Sanidad se pasará del 6,12% al 5,92%; y en Empleo se bajará del 2,11% al 1,92%. Algo tendremos que hacer para evitar tal despropósito.

Frente a los recortes, la corrupción en el Estado español durante el régimen del 78 ha costado miles de millones de euros, y el Tribunal de Cuentas cifra el rescate bancario en más de 122.000 millones y ni están ni se les espera recibir en las arcas públicas. Por el contrario, la inversión en material antidisturbios aumentó un 1.780% en 2013; hay 2.740 funcionarios más en las fuerzas armadas desde 2009; el gasto militar ha aumentado más de un 33% —3.256 millones de euros— desde 2014. Reducir el gasto social y aumentar el gasto policial y militar responde a un modelo de Estado que usa los fondos públicos para mantener un gigantesco aparato represivo. No nos vale aquello de Cospedal: «Si no tenemos seguridad, da igual tener sanidad pública o educación».

La exclusión social produce situaciones de aislamiento, ausencia de participación, desmotivación y ruptura con la sociedad normalizada. La inestabilidad en el empleo y los bajos salarios hace que una parte importante de la población viva en situación precaria y en permanente riesgo de caer en la pobreza. El incremento de la desigualdad, no sólo se está manteniendo con la crisis, sino que se está incrementándose. La desregulación del mercado laboral, produce desempleo, precariedad y bajos salarios: 1,8 millones de personas llevan más de 2 años en paro (41,5% de desempleados) y 1,1 millones llevan más de 4 años (24,7% del total); más de 4 de cada 10 jóvenes que buscan trabajo están en paro; un 15,3% de las jornadas laborales son a tiempo parcial; más de 1 de cada 4 empleos son temporales (26,5%). En los últimos 5 años se ha acumulado una caída del poder adquisitivo de la remuneración media en un 4,5% (912 euros menos) y seis millones de personas (34,4%) cobran menos del SMI.

De otra parte, los ingresos fiscales en España son inferiores a los de los países de nuestro entorno. Las facilidades que tienen las grandes empresas y fortunas para pagar menos de lo que tienen establecido, gracias a un entramado de desgravaciones y exenciones, hace que la carga fiscal caiga sobre las clases medias y bajas a través del IRPF y de los impuestos al consumo. El 85% del esfuerzo fiscal recae sobre las familias. 17 de las 35 empresas del IBEX no pagan nada por el impuesto de sociedades en España, cuando tan sólo 3 compañías cerraron 2014 con pérdidas.

España ha desmontado las políticas sociales y dedica menos recursos a la protección social que la media de los países de la UE. Aunque los recortes en el gasto social — Sanidad, Educación y Servicios Sociales— tocaron fondo en 2013, todavía no se ha recuperado los niveles de inversión en esta materia que existía antes de la crisis. España dedica 2,7 puntos menos del PIB a Protección Social que la media de países de la Eurozona (17,6% frente al 20,3 de la UE). Desalentador.

Por todo lo que hemos analizado por decencia y dignidad, yo me he sumado a la lucha contra la trama corrupta que se mantiene en el poder y aumenta cada año sus beneficios a costa del saqueo y los recortes de derechos a la mayoría. La pobreza y la precariedad no son fenómenos de la naturaleza, sino que son consecuencia de las actuaciones que van en contra de la justicia y la igualdad social: nadie sin ingresos, sin vivienda, sin luz, sin infancia, sin sanidad, sin servicios sociales, sin pensiones y nadie con precariedad.

Porque no haya nadie sin derechos; contra los presupuestos de miseria; ante tanto saqueo, justicia social y democracia, convencido de que de esta situación sólo nos saca una República laica y federal.

http://www.ecorepublicano.es/2017/03/tiempo-de-protesta-tiempo-de-lucha.html
 
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