Poesía Eres Tú...

Los 40 mejores poetas en castellano del siglo XX


“La poesía es un arma cargada de futuro”, escribió Gabriel Celaya. Y lo cierto es que pese a que es uno de esos géneros que parecen vivir en permanente crisis sobrevive a todas las catástrofes. El relato del cambiante siglo XX podría escribirse en verso. En Librotea nos atrevemos a hacer una lista, no jerárquica y abierta a nuevas propuestas, con los mejores poetas en lengua castellana del pasado siglo.

Al calor de la Generación del 27 se criaron algunos de los grandes nombres de la literatura española. Universales son los poemas de Rafael Alberti y Vicente Aleixandre. La obra y la figura de Federico García Lorca trascienden a lo literario y son símbolo de aquella España. Antes de ellos estuvo Antonio Machado y sus Campos de Castilla.

Juan Ramón Jiménez fue el tercer español en alzarse con el Premio Nobel de Literatura, además del hombre que convirtió en universal a un burro. Son muchos lectores los que se han dejado conquistar por Platero y yo. En esta lista se cuela otra Premio Nobel, la chilena Gabriela Mistral. La historia aún no ha digerido que Jorge Luis Borges no ganara nunca el galardón más prestigioso de las letras mundiales. Sus poemas no se ganaron a los académicos suecos, pero sí a miles de lectores. Otros nombres capitales que merecen un lugar en esta lista son César Vallejo, Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik, Pablo Neruda o Mario Benedetti.

Durante las últimas décadas han sido varios los poetas que se han ganado un puesto en esta lista. Ahí están las obras de María Victoria Atencia, Ángel González o Piedad Bonnett. También el de Luis Alberto de Cuenca, que se desenvuelve escribiendo canciones para La Orquesta Mondragón, pero también ganando el Premio Nacional de la Crítica.

Y un fenómeno curioso: el centenario de Gloria Fuertes le dio a la poeta madrileña el lugar que muchos críticos le negaron.


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SINOPSIS
Cuando Lorca fue asesinado en 1936, estaba en el apogeo de su madurez literaria, como demuestran las dos últimas obras que escribió: Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro. Una y otra se complementan para dar lo mejor de Lorca: su dimensión popular y la valiente indagación en los claroscuros del deseo, con una claridad y crudeza que nunca antes se había permitido. Tras estar muchos años fuera de circulación, recuperamos en un solo volumen dos obras fundamentales de la poesía española del siglo XX.


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Sin concierto, ni orden

Colipoterras
aguamarinas
recovecos
de harina

salinas
colinas
serrallosas
llorosas

torquatos
pazguatos
camelos
camellos

Recesvinto
aguamarino
lapislázuli
alhelí

botones
corchetes
polleras
coloradas

salpimentos
entecos
trespalacios
pancracios

esquirla
aguachirla
lavativa
vomitiva

Serendi, minimalista
 
Oleadas

Lastres alejan los barcos,
desastres anuncia el jinete
a lomos de corcel
negro y anteojeras;

el caballo relincha,
cual enemigo hacia la noche
enhebrador de desastres,
muñidor de muertos
en campaña,
sin ni gota de champaña,
pírrica victoria
derrota al gotelé;
a ver como se la apaña

Mentira no es
que en menhires
enterrados
huesos callados,

mandíbulas batientes
sarmentosas y secarrosas;
dan prueba de las continuas
luchas entre
los sarcasmos
y los pleonasmos.
tornando...
ora a tornasolados
otrora a tiramisúes......

Serendi, ata la jaca a la reja.
 
Tapacubos


una risa
es una vida
viviendo otra vida,
es una sonrisa
que alisa
a Mona Lisa

Riendo
caminos divergentes
vuelven
convergentes

Una risa
sin prisa
nada pisa,
te manda a misa
con misal,
rosario,
abanicos...

en celosías
velos y peinetas
guapa y española
y encima
cristiana
que ya cristianada
recién nacida

la confirmaron
con obleas en vino
con caricia a la mejilla
sin levantarse de la silla

el matrimonio
y la mortaja
del cielo bajaron
del primero
bailaron aguas,
de la segunda
se perdieron
consciencias
se ganaron huesos
sin orden....
y en concierto


Serendi, entre algodones.
 
Última edición:
PLAYA
(por Alfredo Francisco Humberto Juillet Frasc)

Vaya el aburrimiento de la ola
para la gaviota que vuela
vaya el oleaje rugiente
para la pluma que flota.

Deje atrás los trabajos
deje atrás los altibajos;
ya leí a todos los intelectuales
que en libros dejaron sus trabajos.

Ya deje también mis escritos
en forma de paginas electrónicas
estarán ahora leyéndolas
quienes las hallen cómicas.

Ni pesco calamares ni saco ostiones;
no vengo a comer animales al mar;
solo quiero caminar hasta el confín
llevado de mi viejo esplín.

Hay quienes llaman a Trimegisto
en oscuras caves olvidadas;
hay quienes prefieren bailar
con mujeres deslavadas.

Eso, en la ciudad,
eso, en las oscuras cavernas
llenas de ecos famosos,
llenas de licores espumosos.

Antes se decían tentados por el Diablo
ahora solo bailan y beben sin parar
es la juventud de mi patria
que así solo sabe celebrar.

Mas no el pobre logra tanto;
ese de día ve la negra vida
celebrando aquelarres tortuosos
mientras le niega la alegría.

Caminante diurno por las playas
vago desde hace un siglo
y en mi habitar con sigilo
voy caminando adonde vaya.

Y tengo mil años y un día
en el aserrín de la vida mía
voy caminando por la playa
buscando a quien se vaya.

Mía la sombra, mis pies caminan
buscando la orilla mojada y fría
que el invierno hizo mía
en el aire y en la sombra avecinan.

Quizás el mar este poblado de demonios
ángeles de purgatorio
quizás en al aire floten fantasmas
de tíos que buscaron jolgorio.

Vi al violín delicado entonando
de Strauss el viejo son;
vi niños comiendo frijoles
en tardes de población.

Vi pájaros encendidos volando
llamas rojas criando cenizas
vi camiones negros acelerando
dejando tras de si la camisa.

Tras de mi quedaron los chacales, las panteras,
las culebras, los camaleones de ciudad,
todos ellos pidiendo para si lo que fuera,
no importando si de otros perteneciera.

El mundo esta ante mi en forma de ola
que penetra desde el confín azul,
avanzando hasta la arena amarilla,
lamiéndola con lenguas de espuma.

Ya no temo aburrirme
porque el cielo es mi techo,
la playa es mi camino
la cual no se detiene.

Allá van los pelícanos volando
en pos de pescados abundantes;
allá vuelan las gaviotas blancas
en su agitar de alas ondulantes.

No hay nidos de víboras en el mar
no hay certificados en la arena;
no hay juicios de partición
tampoco hay que hacer definición.

He elegido a la mas bella mujer
que es esta playa amarilla;
su cuerpo tiene vestido azul
que es el mar que se estremece.

Sopla el viento cálido
viniendo desde tierra adentro;
es cálido, es oloroso,
es de la arena suave exhalación.

Vengan los vientres maternales
a refugiarse en mi mano;
vengan los vientos inmateriales
a hacer de nido mi pelo.

Acá esta la ambrosía del descanso
bajo este árbol umbroso
crece cerca de la playa:
gentil mece sus bayas.

Esta lejana la noche
en que todo desaparece;
cae la oscuridad cual manto
que todo lo entenebrece.

Quien piensa en oscuridad
a mediodía y con sol?
Quien quiere mediocridad
cuando estremece el oleaje?

La ferocidad de las ciudades
acá no arrasa con viento petrolero;
la aleja la alegría bulliciosa
de la gaviota que pasa.

En los bares de la playa cantan borrachos
enarbolando manos sarmentosas
sus ecos atribulados espantan
a Nereidas de caderas aceitosas.

Subo por peñazcos negros horadados
por mil lluvias invernales;
sopla el viento oceánico
en todas sus huellas labradas.

Acá sobre la cima rocosa
barcos enormes semejan los restos
de grandes cimientos basálticos
que Pluton olvido enterrar.

Hablo con los vientos solemnes
mientras bajo de la roca gris;
me dicen que el mar es enorme
y en su seno mantiene al pez.

Y yo llego a Cartagena y veo sus playas
camino por la arena defecada;
veo niños bañando sus cuerpos
veo ancianas envueltas en chales.

Como jóvenes pájaros corren muchachos
palpitando sus corazones de emoción;
juegan a cualquier cosa con muchachas
a quienes quieren hacerles el amor.

Arriba en el cielo fluyen dos nubes
corretea entre ellas Amor;
lanza sus flechas punzantes
ensartando corazones pujantes.

Porque el amor es de los jóvenes,
en que el tiempo parece extinguir
sus besos ardientes y urgentes,
sus caricias de soles y mar.

Alguien canta de Tronos y Virtudes;
denme a mi la brisa del mar;
alguien desea castillos y motores;
a mi déjenme a los jilgueros cantores.

Impone la mar y la playa
orden al universo entero;
impele la ola azulada
la alba cresta enarbolada.

Una fila de conchas de almeja
se me presenta en la arena;
brillan la sal y el agua en ellas
que la tentacion aleja.

Entro en el mar por un momento;
llegan las olas a mi encuentro;
montañas azules perforables,
dulzura de amor inenarrable.

Allá pasa una barca de pescadores
enhiestos sus hierros picadores;
llevan mallas de alma renegrida
por ser de tantos peces la tumba fría.

Apenas logro distinguir los rostros
todos parecen iguales
son cueros oscuros al aire salino
curtidos y arrugados al sol.

Giro con la ola, veo su seno verde,
floto entre olas oceánicas,
gimen en lo alto las gaviotas
pidiendo peces al mar.

El Sol lanza sus lanzas de oro
que atraviesan las olas turquesas
entierran sus puntas en alba arena
en donde danza la esquiva jaiva.

Floto entre las olas,
nado por sobre el abismo;
paso por el roquerío,
veo las dos playas lejanas.

El fuego del sol allá arriba,
las nubes blancas como algodón;
las aves danzando misteriosamente,
mientras voy flotando dulcemente.

Atrás los malos ratos y las peloteras
con malos arrendatarios en noches de insomnio;
atrás los juicios de mis hermanos
por pedazos de tierras de padre compradas.

Atrás las pensativas palomas
diciendo que si en la Plaza;
ya va quedando en el olvido
que fui pintor citadino.

No fui como Rubens en sus jardines
mas si como daVinci en sus huidas;
ame la libertad mas que al litigio;
odie las salas enervantes y oscuras.

Salgo de la mar, corro sobre la arena,
me tiendo en la playa al calor;
siento el derrame de agua de mis cabellos
siento a mi corazón buscando abrigo.

Dentro del rayo solar
viene también la alegría;
enarbola la brisa oceánica
su pendón en mi mano.

Gira bajo mi el planeta entero,
vuela en pos del angulo recto;
planifica el próximo encuentro
con Venus de cálido aliento.

Giran también mis ideas
vagando por doquier
Llegan al confín del Universo
y miran al verso final.

Fui pintor, escritor de mentiras;
fui escultor de ideas peregrinas.
Ahora soy vigilante de oleajes
Camarero mayor de pelícanos.

Fui un fauno, soy un mendigo;
fui un Watteau de week-end,
allá en lo alto del recuerdo
brilla el atril y sus colores...

Vaya el aburrimiento de la ola
para la gaviota que vuela
vaya el oleaje rugiente
para la pluma que flota.

Deje atrás los trabajos
deje atrás los altibajos;
ya leí a todos los intelectuales
que en libros dejaron sus trabajos.

Ya deje también mis escritos
en forma de paginas electrónicas
estarán ahora leyéndolas
quienes las hallen cómicas.

Ni pesco calamares ni saco ostiones;
no vengo a comer animales al mar;
solo quiero caminar hasta el confín
llevado de mi viejo esplín.

Hay quienes llaman a Trimegisto
en oscuras caves olvidadas;
hay quienes prefieren bailar
con mujeres deslavadas.

Eso, en la ciudad,
eso, en las oscuras cavernas
llenas de ecos famosos,
llenas de licores espumosos.

Antes se decían tentados por el Diablo
ahora solo bailan y beben sin parar
es la juventud de mi patria
que así solo sabe celebrar.

Mas no el pobre logra tanto;
ese de día ve la negra vida
celebrando aquelarres tortuosos
mientras le niega la alegría.

Caminante diurno por las playas
vago desde hace un siglo
y en mi habitar con sigilo
voy caminando adonde vaya.

Y tengo mil años y un día
en el aserrín de la vida mía
voy caminando por la playa
buscando a quien se vaya.

Mía la sombra, mis pies caminan
buscando la orilla mojada y fría
que el invierno hizo mía
en el aire y en la sombra avecinan.

Quizás el mar este poblado de demonios
ángeles de purgatorio
quizás en al aire floten fantasmas
de tíos que buscaron jolgorio.

Vi al violín delicado entonando
de Strauss el viejo son;
vi niños comiendo frijoles
en tardes de población.

Vi pájaros encendidos volando
llamas rojas criando cenizas
vi camiones negros acelerando
dejando tras de si la camisa.

Tras de mi quedaron los chacales, las panteras,
las culebras, los camaleones de ciudad,
todos ellos pidiendo para si lo que fuera,
no importando si de otros perteneciera.

El mundo esta ante mi en forma de ola
que penetra desde el confin azul,
avanzando hasta la arena amarilla,
lamiéndola con lenguas de espuma.

Ya no temo aburrirme
porque el cielo es mi techo,
la playa es mi camino
la cual no se detiene.

Allá van los pelícanos volando
en pos de pescados abundantes;
allá vuelan las gaviotas blancas
en su agitar de alas ondulantes.

No hay nidos de víboras en el mar
no hay certificados en la arena;
no hay juicios de partición
tampoco hay que hacer definición.

He elegido a la mas bella mujer
que es esta playa amarilla;
su cuerpo tiene vestido azul
que es el mar que se estremece.

Sopla el viento cálido
viniendo desde tierra adentro;
es cálido, es oloroso,
es de la arena suave exhalación.

Vengan los vientres maternales
a refugiarse en mi mano;
vengan los vientos inmateriales
a hacer de nido mi pelo.

Acá esta la ambrosía del descanso
bajo este árbol umbroso
crece cerca de la playa:
gentil mece sus bayas.

Esta lejana la noche
en que todo desaparece;
cae la oscuridad cual manto
que todo lo entenebrece.

Quien piensa en oscuridad
a mediodía y con sol?
Quien quiere mediocridad
cuando estremece el oleaje?

La ferocidad de las ciudades
acá no arrasa con viento petrolero;
la aleja la alegría bulliciosa
de la gaviota que pasa.

En los bares de la playa cantan borrachos
enarbolando manos sarmentosas
sus ecos atribulados espantan
a Nereidas de caderas aceitosas.

Subo por peñascos negros horadados
por mil lluvias invernales;
sopla el viento oceánico
en todas sus huellas labradas.

Acá sobre la cima rocosa
barcos enormes semejan los restos
de grandes cimientos basálticos
que Pluton olvido enterrar.

Hablo con los vientos solemnes
mientras bajo de la roca gris;
me dicen que el mar es enorme
y en su seno mantiene al pez.

Y yo llego a Cartagena y veo sus playas
camino por la arena defecada;
veo niños bañando sus cuerpos
veo ancianas envueltas en chales.

Como jóvenes pájaros corren muchachos
palpitando sus corazones de emoción;
juegan a cualquier cosa con muchachas
a quienes quieren hacerles el amor.

Arriba en el cielo fluyen dos nubes
corretea entre ellas Amor;
lanza sus flechas punzantes
ensartando corazones pujantes.

Porque el amor es de los jóvenes,
en que el tiempo parece extinguir
sus besos ardientes y urgentes,
sus caricias de soles y mar.

Alguien canta de Tronos y Virtudes;
denme a mi la brisa del mar;
alguien desea castillos y motores;
a mi déjenme a los jilgueros cantores.

Impone la mar y la playa
orden al universo entero;
impele la ola azulada
la alba cresta enarbolada.

Una fila de conchas de almeja
se me presenta en la arena;
brillan la sal y el agua en ellas
que la tentación aleja.

Entro en el mar por un momento;
llegan las olas a mi encuentro;
montañas azules perforables,
dulzura de amor inenarrable.

Allá pasa una barca de pescadores
enhiestos sus hierros picadores;
llevan mallas de alma renegrida
por ser de tantos peces la tumba fría.

Apenas logro distinguir los rostros
todos parecen iguales
son cueros oscuros al aire salino
curtidos y arrugados al sol.

Giro con la ola, veo su seno verde,
floto entre olas oceánicas,
gimen en lo alto las gaviotas
pidiendo peces al mar.

El Sol lanza sus lanzas de oro
que atraviesan las olas turquesas
entierran sus puntas en alba arena
en donde danza la esquiva jaiva.

Floto entre las olas,
nado por sobre el abismo;
paso por el roquerío,
veo las dos playas lejanas.

El fuego del sol allá arriba,
las nubes blancas como algodón;
las aves danzando misteriosamente,
mientras voy flotando dulcemente.

Atrás los malos ratos y las peloteras
con malos arrendatarios en noches de insomnio;
atrás los juicios de mis hermanos
por pedazos de tierras de padre compradas.

Atrás las pensativas palomas
diciendo que si en la Plaza;
ya va quedando en el olvido
que fui pintor citadino.

No fui como Rubens en sus jardines
mas si como daVinci en sus huidas;
ame la libertad mas que al litigio;
odie las salas enervantes y oscuras.

Salgo de la mar, corro sobre la arena,
me tiendo en la playa al calor;
siento el derrame de agua de mis cabellos
siento a mi corazón buscando abrigo.

Dentro del rayo solar
viene también la alegría;
enarbola la brisa oceánica
su pendón en mi mano.

Gira bajo mi el planeta entero,
vuela en pos del angulo recto;
planifica el próximo encuentro
con Venus de cálido aliento.

Giran también mis ideas
vagando por doquier
Llegan al confín del Universo
y miran al verso final.

Fui pintor, escritor de mentiras;
fui escultor de ideas peregrinas.
Ahora soy vigilante de oleajes
Camarero mayor de pelícanos.

Fui un fauno, soy un mendigo;
fui un Watteau de week-end,
allá en lo alto del recuerdo
brilla el atril y sus colores...

Vaya el aburrimiento de la ola
para la gaviota que vuela
vaya el oleaje rugiente
para la pluma que flota.

Deje atrás los trabajos
deje atrás los altibajos;
ya leí a todos los intelectuales
que en libros dejaron sus trabajos.

Ya deje también mis escritos
en forma de paginas electrónicas
estarán ahora leyéndolas
quienes las hallen cómicas.

Ni pesco calamares ni saco ostiones;
no vengo a comer animales al mar;
solo quiero caminar hasta el confín
llevado de mi viejo esplín.

Hay quienes llaman a Trimegisto
en oscuras caves olvidadas;
hay quienes prefieren bailar
con mujeres deslavadas.

Eso, en la ciudad,
eso, en las oscuras cavernas
llenas de ecos famosos,
llenas de licores espumosos.

Antes se decían tentados por el Diablo
ahora solo bailan y beben sin parar
es la juventud de mi patria
que así solo sabe celebrar.

Mas no el pobre logra tanto;
ese de día ve la negra vida
celebrando aquelarres tortuosos
mientras le niega la alegría.

Caminante diurno por las playas
vago desde hace un siglo
y en mi habitar con sigilo
voy caminando adonde vaya.

Y tengo mil años y un día
en el aserrín de la vida mía
voy caminando por la playa
buscando a quien se vaya.

Mía la sombra, mis pies caminan
buscando la orilla mojada y fría
que el invierno hizo mía
en el aire y en la sombra avecinan.

Quizás el mar este poblado de demonios
ángeles de purgatorio
quizs en al aire floten fantasmas
de tíos que buscaron jolgorio.

Vi al violín delicado entonando
de Strauss el viejo son;
vi niños comiendo frijoles
en tardes de población.

Vi pájaros encendidos volando
llamas rojas criando cenizas
vi camiones negros acelerando
dejando tras de si la camisa.

Tras de mi quedaron los chacales, las panteras,
las culebras, los camaleones de ciudad,
todos ellos pidiendo para si lo que fuera,
no importando si de otros perteneciera.

El mundo esta ante mi en forma de ola
que penetra desde el confín azul,
avanzando hasta la arena amarilla,
lamiéndola con lenguas de espuma.

Ya no temo aburrirme
porque el cielo es mi techo,
la playa es mi camino
la cual no se detiene.

Allá van los pelícanos volando
en pos de pescados abundantes;
allá vuelan las gaviotas blancas
en su agitar de alas ondulantes.

No hay nidos de víboras en el mar
no hay certificados en la arena;
no hay juicios de partición
tampoco hay que hacer definición.

He elegido a la mas bella mujer
que es esta playa amarilla;
su cuerpo tiene vestido azul
que es el mar que se estremece.

Sopla el viento cálido
viniendo desde tierra adentro;
es cálido, es oloroso,
es de la arena suave exhalación.

Vengan los vientres maternales
a refugiarse en mi mano;
vengan los vientos inmateriales
a hacer de nido mi pelo.

Acá esta la ambrosía del descanso
bajo este árbol umbroso
crece cerca de la playa:
gentil mece sus bayas.

Esta lejana la noche
en que todo desaparece;
cae la oscuridad cual manto
que todo lo entenebrece.

Quien piensa en oscuridad
a mediodía y con sol?
Quien quiere mediocridad
cuando estremece el oleaje?

La ferocidad de las ciudades
acá no arrasa con viento petrolero;
la aleja la alegría bulliciosa
de la gaviota que pasa.

En los bares de la playa cantan borrachos
enarbolando manos sarmentosas
sus ecos atribulados espantan
a Nereidas de caderas aceitosas.

Subo por peñazcos negros horadados
por mil lluvias invernales;
sopla el viento oceánico
en todas sus huellas labradas.

Acá sobre la cima rocosa
barcos enormes semejan los restos
de grandes cimientos basálticos
que Pluton olvido enterrar.

Hablo con los vientos solemnes
mientras bajo de la roca gris;
me dicen que el mar es enorme
y en su seno mantiene al pez.

Y yo llego a Cartagena y veo sus playas
camino por la arena defecada;
veo niños bañando sus cuerpos
veo ancianas envueltas en chales.

Como jóvenes pájaros corren muchachos
palpitando sus corazones de emoción;
juegan a cualquier cosa con muchachas
a quienes quieren hacerles el amor.

Arriba en el cielo fluyen dos nubes
corretea entre ellas Amor;
lanza sus flechas punzantes
ensartando corazones pujantes.

Porque el amor es de los jóvenes,
en que el tiempo parece extinguir
sus besos ardientes y urgentes,
sus caricias de soles y mar.

Alguien canta de Tronos y Virtudes;
denme a mi la brisa del mar;
alguien desea castillos y motores;
a mi déjenme a los jilgueros cantores.

Impone la mar y la playa
orden al universo entero;
impele la ola azulada
la alba cresta enarbolada.

Una fila de conchas de almeja
se me presenta en la arena;
brillan la sal y el agua en ellas
que la tentación aleja.

Entro en el mar por un momento;
llegan las olas a mi encuentro;
montañas azules perforables,
dulzura de amor inenarrable.

Allá pasa una barca de pescadores
enhiestos sus hierros picadores;
llevan mallas de alma renegrida
por ser de tantos peces la tumba fría.

Apenas logro distinguir los rostros
todos parecen iguales
son cueros oscuros al aire salino
curtidos y arrugados al sol.

Giro con la ola, veo su seno verde,
floto entre olas oceánicas,
gimen en lo alto las gaviotas
pidiendo peces al mar.

El Sol lanza sus lanzas de oro
que atraviesan las olas turquesas
entierran sus puntas en alba arena
en donde danza la esquiva jaiva.

Floto entre las olas,
nado por sobre el abismo;
paso por el roquerío,
veo las dos playas lejanas.

El fuego del sol allá arriba,
las nubes blancas como algodón;
las aves danzando misteriosamente,
mientras voy flotando dulcemente.

Atrás los malos ratos y las peloteras
con malos arrendatarios en noches de insomnio;
atrás los juicios de mis hermanos
por pedazos de tierras de padre compradas.

Atrás las pensativas palomas
diciendo que si en la Plaza;
ya va quedando en el olvido
que fui pintor citadino.

No fui como Rubens en sus jardines
mas si como daVinci en sus huidas;
ame la libertad mas que al litigio;
odie las salas enervantes y oscuras.

Salgo de la mar, corro sobre la arena,
me tiendo en la playa al calor;
siento el derrame de agua de mis cabellos
siento a mi corazón buscando abrigo.

Dentro del rayo solar
viene también la alegría;
enarbola la brisa oceánica
su pendón en mi mano.

Gira bajo mi el planeta entero,
vuela en pos del angulo recto;
planifica el próximo encuentro
con Venus de cálido aliento.

Giran también mis ideas
vagando por doquier
Llegan al confín del Universo
y miran al verso final.

Fui pintor, escritor de mentiras;
fui escultor de ideas peregrinas.
Ahora soy vigilante de oleajes
Camarero mayor de pelícanos.

Fui un fauno, soy un mendigo;
fui un Watteau de week-end,
allá en lo alto del recuerdo
brilla el atril y sus colores...
 
Encrucijadas al través

vivencias,
trompetas
de las existencias
que anuncian
como sin esperarlo
al paso dado
el haberse encontrado,

y ya ha sido un empezar
y no acabar
risas, sonrisas
hablar de figuras sin existencia
por lo menos no palpables
en sus mundos habitables

lejanas en el tiempo
cercanas en la memoria
resucitadas por la boca,
caleidoscopios de colores
relámpagos en la noche
cuyos destellos
en blancas luces incandescentes
atraviesan los tiempos
aparentemente a destiempo
pero ahora
a su tiempo y modo

y no se esperaba,
ni siquiera se suspiraba,
recortes en paredes blancas
sombras chinescas,
que por ensalmo aparecen,
en palidez se difuminan,
pasando a la cara oculta de la Luna,

Serendi, anestesiando la noche.
 
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