Pink Floyd

Pink Floyd anuncia nuevo trabajo recopilatorio con 13 horas de material inédito
La banda quiere así reunir su última etapa discográfica en una colección de 18 CD
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El grupo Pink Floyd en una imagen del 3 de marzo de 1967 (PA / AP)
EFE, Madrid
29/08/2019 16:55 Actualizado a 29/08/2019 17:28

Pink Floyd ha anunciado este jueves el lanzamiento el próximo 29 de noviembre de The Later Years, un conjunto de 18 discos que recoge el material creado por la banda a partir de 1987, con más de 13 horas de audio e imágenes inéditas.

Comandado entonces por David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright, fueron tres los discos de estudio publicados por el emblemático grupo británico: A Momentary Lapse of Reason, The Division Bell y The Endless River, así como dos álbumes en vivo, Delicate Sound of Thunder y Pulse.

Todos ellos están recogidos en este recopilatorio, a destacar el primero, álbum que confirmó a Pink Floyd como uno de los grupos musicales más grandes del mundo y, presentado por primera vez en 5.1; ha sido remezclado y actualizado por David Gilmour y Andy Jackson.


El paquete se completa con horas de material audiovisual extra, vídeos musicales y documentales de las giras


También en formato 5.1 se edita por primera vez el concierto de Delicate Sound of Thunder, nominado en su momento a un Grammy, y ampliado en este caso con dos temas que no estaban en el lanzamiento original de la película del show: Terminal frost y Welcome to the machine.

Se incorporan al recopilatorio otros materiales extras como el concierto celebrado en Venecia en 1989, que tuvo lugar en un escenario flotante frente a la Plaza de San Marcos, y la presentación de los ganadores de Silver Clef de 1990 en Knebworth (Reino Unido).

Se incluye asimismo por primera vez la película completa de 52 minutos nunca antes vista de The Endless River de Ian Emes, con las animaciones para One of These Days, Speak To Me, Time y On the Run.

El paquete se completa con horas de material audiovisual extra, vídeos musicales y documentales de las giras, como la última presentación en vivo de David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright juntos en el concierto homenaje a Syd Barrett en The Barbican el 10 de mayo de 2007. Además del conjunto de 18 discos (5 CD, 6 Blu-Rays, 5 DVD y 2 singles de 7”), también se editará una versión reducida con una selección de su contenido en formato 2LP y 1CD, según ha especificado Warner Music.

https://www.lavanguardia.com/musica...-recopilatorio-noviembre-the-later-years.html
 
40 años de “‘The Wall” de Pink Floyd: ¿seguimos anestesiados?

No hay referencias explícitas al amor. No es un disco para enamorarse en el acostumbrado sentido banal. Pero ‘The Wall’ nos obliga a reparar en los muros que construimos. Por Antonio Fernández Vicente
25 de septiembre de 2019

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La exhibición londinense que celebró los 50 años de Pink Floyd en 2017 (Reuters)
¿Vivimos en un mundo donde cada cual busca su interés más mezquino sin preocuparse por los demás? ¿Permanecemos insensibles al dolor ajeno? ¿Nos sentimos cómodos en nuestro aislamiento respecto a los que no son como nosotros?

Son preguntas que sugiere el álbum The Wall, de la banda británica de rock progresivo Pink Floyd. Se trata de uno de los hitos de la cultura contemporánea. 40 años después de su publicación, su temática parece ser premonitoria de hacia dónde íbamos. Y de dónde nos encontramos hoy.

La música, nos dice el filósofo Vladimir Jankélévich, tiene el poder de evocar lo que con palabras sería imposible de comunicar. Nos hace ver lo invisible a través de los sonidos. Nos ayuda a percibir con más nitidez. A sentir plenamente. A veces, nos golpea para despertarnos. Es una forma de conocer más profunda que cualquier discurso.

Así es The Wall. No hay referencias explícitas al amor. No es un disco para enamorarse en el acostumbrado sentido banal. Pero sí nos obliga a reparar en las barreras que nos separan: los muros que construimos.


Esos muros erigen cercas que tan pronto nos protegen de un imaginado enemigo como nos aprisionan en nuestra fortaleza. Vuelven imposibles los lazos de solidaridad, los vínculos afectivos: en definitiva, el amor en el sentido que le daba el psiquiatra Erich Fromm.

Muros para la intolerancia

Más allá de los ideales y las utopías, la llamada política de “realidades” nos incita a la intolerancia. Habrá muros físicos. También muros mentales, quizás más dañinos y perniciosos. A medida que nos sentimos más vulnerables, añadimos otro ladrillo a nuestro muro de incomprensión, como escuchamos en “The Thin Ice”.



Son las consecuencias del odio a lo que no es como uno mismo, a lo diferente cuando carecemos de anclajes sólidos a los que agarrarnos. Vivimos en precario. Es lo que el sociólogo Zygmunt Bauman ha llamado sociedad líquida.

Esta es la atmósfera adecuada para el germen de fascismos como los criticados en The Wall. Y para lo que Pier Paolo Pasolini llamaba el nuevo fascismo: el consumismo como ideal de vida.

Es lo que el historiador de la economía Karl Polanyi advirtió como origen de los fascismos europeos. En tiempos inciertos y sin sentido, desesperados, donde el afán de lucro aplasta los vínculos sociales de reciprocidad, triunfan las ideologías totalitarias porque reconfortan: dan seguridad al precio de perder la libertad. Seducen sus eslóganes y recetas fáciles. Encandilan a los desamparados y benefician a las elites.

¿Por qué no expulsar lo distinto? El tema que abre el álbum, “In the flesh?”, denuncia la ira etnocéntrica que designa y estigmatiza a nuestros chivos expiatorios.



Insensibles y cómodos

Mientras contemos con nuestras satisfacciones consumistas, o sus promesas de felicidad, nos encerraremos en nuestros propios paraísos hedonistas. Nos volvemos insensibles y egocéntricos: disfrutamos de un confort paralizante, siempre siguiendo al rebaño.

Continuamente el disco pregunta si hay alguién ahí fuera. ¿Podemos sentir a los demás? ¿Les escuchamos? The Wall es una llamada de auxilio para destruir los muros que nos separan: “Juntos, aguantamos. Divididos, perecemos”.



Podría parecer que una canción titulada “Mother” hablaría sobre el amor materno. Pero, en su lugar, representa una metáfora acerca de la sobreprotección y el infantilismo de nuestra sociedad. “Madre, ¿debería construir un muro? ¿Debería confiar en el gobierno?”

Es ese amor sobreprotector lo que pondrá todos los miedos en su interior, y nunca le dejará volar: “Mantendrá al bebé cómodo y caliente” y le ayudará a construir el muro. Y le vigilará y controlará por su “bien”.

¿No es esto el paraíso soñado del consumismo? ¿El Edén por el que las gentes luchan y compiten entre sí? Se trata de una vida sin riesgos, sin voluntad propia, bajo el manto protector que el dinero nos pueda proporcionar. ¿Por qué no desear vivir en una de esas comunidades cerradas que representan el ideal de una vida acomodada?



Es una especie de profilaxis social: vivir en el seno de una comunidad purificada de todo elemento contaminante. Una sociedad homogénea y uniforme. Y lo que nos amenaza es el extranjero (sin poder adquisitivo, claro está), nos dicen los constructores de muros. Nosotros contra ellos. A salvo y en un estado de inminente paranoia que nos hace odiar y temer a los que expulsamos al otro lado del muro.

Una de las canciones más memorables del álbum, “Comfortably Numb” (Cómodamente insensible), nos habla sobre la posibilidad de escapar de las contradicciones de la vida a través de la anestesia total. Cuando nuestros sueños se han desmoronado, nos evadimos de la realidad sin afrontarla. Nos sumergimos en ilusiones narcóticas, químicas o mentales, en los espectáculos de las industrias de la cultura.



Fuera del muro

Los muros se multiplican hoy en forma de prejuicios, estereotipos y discriminaciones. Es la era de la incomunicación en la que todo el mundo habla pero nadie escucha.

The Wall fue mucho más que un álbum autobiográfico acerca del malestar del compositor principal, Roger Waters, ante la distancia moral que le separaba de los espectadores de sus conciertos. O el reflejo de las discrepancias irreconciliables que condujeron a la separación de la banda unos años después. O un disco a la memoria de su padre, fallecido en la Segunda Guerra Mundial.

Es el espejo en que una sociedad deslavazada puede reconocerse. Después de todo, si lo piensa usted bien, puede que no seamos más que otro ladrillo en el muro.

https://youtu.be/YR5ApYxkU-U

No obstante, alzar la voz contra el control mental, el conformismo y la indiferencia generalizada es el primer paso para derribar nuestros muros, materiales y mentales. El segundo paso es poner en práctica esos ideales para que no sean palabras vacías. Necesitamos salir al otro lado: al encuentro de los demás, sean quienes sean. Escucharles y ser escuchados. Es un camino incierto y complejo, pero es lo que nos hace humanos.



Antonio Fernández Vicente es profesor de teoría de la comunicación en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Publicado originalmente por The Conversation.

https://www.infobae.com/america/cul...the-wall-de-pink-floyd-seguimos-anestesiados/
 
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