Pilar de Borbón: «Le pediré a doña Letizia que nos done ropa»

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Pilar de Borbón: «Le pediré a doña Letizia que nos done ropa»
La infanta, hermana del Rey emérito, vuelve a presidir la labor benéfica del Rastrillo Nuevo Futuro para mantener los hogares de acogida. Nos habla, además, de su familia y de cómo va a pasar la Navidad.
Carmen Duerto.
4

Casa Real

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Doña Pilar entra en el edificio de Telefónica en la Gran Vía madrileña pidiendo disculpas: «Perdónenme el retraso, pero tengo un conductor nuevo y no se aclara aún». Luego se le cae la baba hablando de sus nietos. Concretamente ayer estaba pendiente del mayor, Pablo, hijo de Simoneta y Fernández Sastrón, porque es el primero que va a trabajar. Le acaba de comprar una chaqueta, «pero tenemos que ir al sastre para que se la arregle porque necesita ir bien vestido. Tengo todo el espectro de edades de nietos y a todos les encanta venir a casa porque se come muy bien». Sigue oliendo a colonia de rosas que compra por eBay y se pasa todo el año pidiendo que le donen cosas para el Rastrillo de Nuevo Futuro, en el que lleva 40 años colaborando al frente del bar Puerta del Sol, donde pone copas con mucha destreza y vende lomo guisado que se cocina en su casa «porque tengo un horno muy grande».

¿Cómo se presentan estas Navidades?

–Como siempre, en familia. En Nochebuena la cena se hace en mi casa porque somos 26 y hace tres años le dije a mi hermano: «Mira, Juanito, no cabemos porque somos tres cuartas partes del contingente». Primero, nos metemos todos en un cuartito a escuchar el discurso del Rey. Al día siguiente lo comentamos con él en la comida de Navidad en La Zarzuela. Luego, los pequeños abren sus regalos y cenamos. Ya me han dicho: «Nada que tenga plumas», porque lo que quieren es marisco y al precio que está ya me contarás. Así que habrá unas gambitas porque no da para tanto. Luego, un poco de foie sobre judías verdes y muchos dulces nuestros, turrón, yemas y polvorones. Después de comer se acercará mi hermano a la tertulia en mi casa porque eso le divierte.

–¿Con la abdicación digamos que ha ganado un hermano?

–Lo he recuperado, que no es lo mismo, aunque no nos vemos mucho porque viaja constantemente. No para y está encantado. Ha recuperado amigos de juventud y una vida totalmente libre.

–¿Cómo se encuentra con 80 años?

–Vieja y gruñona. En 2015 estuve regular un tiempo dado porque cogí una neumonía, pero me encuentro bien.

–¿Y no se inyecta bótox ni se hace estiramientos faciales?

–Dios me libre. Bastante tengo con haberme operado de las caderas, de la vesícula biliar y de tener problemas de bronquios. No te digo que a los 18 años no me hubiese arreglado la nariz, pero no se llevaba y ahora estoy encantada de no haberlo hecho.

–Habría perdido la de los Borbones. Usted va por el Museo de El Prado y la ve por las salas.

–La veo por todas partes, pero cuando entras en el Louvre y observas aquel retrato de Luis XIV, dices: «Anda, mira a Margarita, es que es igual que mi hermana».

–Por cierto, ¿qué tal está la infanta?

–Muy bien. Ahora va casi para todo en silla de ruedas, aunque en su casa ya anda, lo cual la tiene muy contenta. Ella batalla sin descanso. Como es tan valiente, no se ha quejado en la vida de nada. Es una mujer fuera de serie. Nunca en la vida se ha quejado.

¿Por qué dice que ha tenido una educación rara?

–Porque hemos dado saltos de país en país toda la vida. Tan sólo hemos estado dos o tres años en el mismo colegio y luego nos quitaban porque mi padre decía que aprendíamos más en casa. Una vez llegué a uno y me quisieron poner en álgebra y yo no sabía ni la regla de tres, y sigo sin saberla. En cambio, en Geografía o Historia iba de cine, pero en Matemáticas uso la cuenta de la vieja para casa. No es lo mío.

¿Ha sentido que vivía en una familia desestructurada donde España era un miembro más?

–Nunca. Mi madre consiguió hacer un hogar en todas las partes donde hemos ido. De pequeños teníamos un pisito en Roma, encima de una tienda de vinos, y ahí vivía un actor muy conocido y guapísimo que la ayudaba a bajar el carrito y a los niños porque no había ascensor. Luego, en Portugal, lo mismo. Siempre supo hacer un hogar.

–Infanta, ¿usted tiene WhatsApp?

–Creo que sí. Bueno, sí, claro que tengo, porque acabo de enviar un mensaje a uno de mis nietos. Lo que no me gustan son los «selfies» porque no me agradan las fotos.

El año pasado nos sorprendió la visita de Don Juan Carlos en el Rastrillo. ¿Irá esta vez?

–La primera sorprendida fui yo porque, además, apareció con ropa suya y fue un éxito arrollador. Pero no pudo pararse casi en ningún sitio porque la gente no le dejaba, aunque valió la pena. Todo se vendió inmediatamente. Ya me ha dicho que a ver si este año lleva un poco más.

¿Le ha pedido a Doña Letizia que done ropa?

–Pues no, pero se la pediré. Ella es muy elegante y estilizada. Cualquiera no entra en su talla porque es diminuta. Una amiga nuestra, la dueña de Bloomingdale, siempre decía: «Nunca se es demasiado delgado ni demasiado rico». A mi hermano se le ocurrió porque en Navidad siempre saca ropa que ya no se pone o no le va por la talla. Los sobrinos escogen y el resto lo dona.

Desde el 19 hasta el 27 de noviembre los 72 puestos del Rastrillo de Nuevo Futuro estarán abiertos de las 11de la mañana a las 9 de la noche en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid con aparcamiento gratuito. Por primera vez, tendrán que pagar alquiler, pese a ser una ONG que suple las carencias del Estado en cuanto a acogimiento de menores a los que les proporciona una vida lo más parecida posible a la de una familia estructurada. 1.200 voluntarios se dejarán la piel por recaudar lo máximo posible para seguir manteniendo 97 hogares con 1.275 niños, más unidades psiquiátricas, hogares para hijos de presas y hogares de emancipación. De ahí que Fonsi Nieto organice una fiesta el 22 y que Fran Rivera se ponga el delantal para servir cenas el 21. María Margarita Vargas, por su parte, venderá ropa de niños y Patricia Rato saldará muebles, al igual que Carmen Franco.
 
Pilar de Borbón: «Le pediré a doña Letizia que nos done ropa»
La infanta, hermana del Rey emérito, vuelve a presidir la labor benéfica del Rastrillo Nuevo Futuro para mantener los hogares de acogida. Nos habla, además, de su familia y de cómo va a pasar la Navidad.
Carmen Duerto.
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Doña Pilar entra en el edificio de Telefónica en la Gran Vía madrileña pidiendo disculpas: «Perdónenme el retraso, pero tengo un conductor nuevo y no se aclara aún». Luego se le cae la baba hablando de sus nietos. Concretamente ayer estaba pendiente del mayor, Pablo, hijo de Simoneta y Fernández Sastrón, porque es el primero que va a trabajar. Le acaba de comprar una chaqueta, «pero tenemos que ir al sastre para que se la arregle porque necesita ir bien vestido. Tengo todo el espectro de edades de nietos y a todos les encanta venir a casa porque se come muy bien». Sigue oliendo a colonia de rosas que compra por eBay y se pasa todo el año pidiendo que le donen cosas para el Rastrillo de Nuevo Futuro, en el que lleva 40 años colaborando al frente del bar Puerta del Sol, donde pone copas con mucha destreza y vende lomo guisado que se cocina en su casa «porque tengo un horno muy grande».

¿Cómo se presentan estas Navidades?

–Como siempre, en familia. En Nochebuena la cena se hace en mi casa porque somos 26 y hace tres años le dije a mi hermano: «Mira, Juanito, no cabemos porque somos tres cuartas partes del contingente». Primero, nos metemos todos en un cuartito a escuchar el discurso del Rey. Al día siguiente lo comentamos con él en la comida de Navidad en La Zarzuela. Luego, los pequeños abren sus regalos y cenamos. Ya me han dicho: «Nada que tenga plumas», porque lo que quieren es marisco y al precio que está ya me contarás. Así que habrá unas gambitas porque no da para tanto. Luego, un poco de foie sobre judías verdes y muchos dulces nuestros, turrón, yemas y polvorones. Después de comer se acercará mi hermano a la tertulia en mi casa porque eso le divierte.

–¿Con la abdicación digamos que ha ganado un hermano?

–Lo he recuperado, que no es lo mismo, aunque no nos vemos mucho porque viaja constantemente. No para y está encantado. Ha recuperado amigos de juventud y una vida totalmente libre.

–¿Cómo se encuentra con 80 años?

–Vieja y gruñona. En 2015 estuve regular un tiempo dado porque cogí una neumonía, pero me encuentro bien.

–¿Y no se inyecta bótox ni se hace estiramientos faciales?

–Dios me libre. Bastante tengo con haberme operado de las caderas, de la vesícula biliar y de tener problemas de bronquios. No te digo que a los 18 años no me hubiese arreglado la nariz, pero no se llevaba y ahora estoy encantada de no haberlo hecho.

–Habría perdido la de los Borbones. Usted va por el Museo de El Prado y la ve por las salas.

–La veo por todas partes, pero cuando entras en el Louvre y observas aquel retrato de Luis XIV, dices: «Anda, mira a Margarita, es que es igual que mi hermana».

–Por cierto, ¿qué tal está la infanta?

–Muy bien. Ahora va casi para todo en silla de ruedas, aunque en su casa ya anda, lo cual la tiene muy contenta. Ella batalla sin descanso. Como es tan valiente, no se ha quejado en la vida de nada. Es una mujer fuera de serie. Nunca en la vida se ha quejado.

¿Por qué dice que ha tenido una educación rara?

–Porque hemos dado saltos de país en país toda la vida. Tan sólo hemos estado dos o tres años en el mismo colegio y luego nos quitaban porque mi padre decía que aprendíamos más en casa. Una vez llegué a uno y me quisieron poner en álgebra y yo no sabía ni la regla de tres, y sigo sin saberla. En cambio, en Geografía o Historia iba de cine, pero en Matemáticas uso la cuenta de la vieja para casa. No es lo mío.

¿Ha sentido que vivía en una familia desestructurada donde España era un miembro más?

–Nunca. Mi madre consiguió hacer un hogar en todas las partes donde hemos ido. De pequeños teníamos un pisito en Roma, encima de una tienda de vinos, y ahí vivía un actor muy conocido y guapísimo que la ayudaba a bajar el carrito y a los niños porque no había ascensor. Luego, en Portugal, lo mismo. Siempre supo hacer un hogar.

–Infanta, ¿usted tiene WhatsApp?

–Creo que sí. Bueno, sí, claro que tengo, porque acabo de enviar un mensaje a uno de mis nietos. Lo que no me gustan son los «selfies» porque no me agradan las fotos.

El año pasado nos sorprendió la visita de Don Juan Carlos en el Rastrillo. ¿Irá esta vez?

–La primera sorprendida fui yo porque, además, apareció con ropa suya y fue un éxito arrollador. Pero no pudo pararse casi en ningún sitio porque la gente no le dejaba, aunque valió la pena. Todo se vendió inmediatamente. Ya me ha dicho que a ver si este año lleva un poco más.

¿Le ha pedido a Doña Letizia que done ropa?

–Pues no, pero se la pediré. Ella es muy elegante y estilizada. Cualquiera no entra en su talla porque es diminuta. Una amiga nuestra, la dueña de Bloomingdale, siempre decía: «Nunca se es demasiado delgado ni demasiado rico». A mi hermano se le ocurrió porque en Navidad siempre saca ropa que ya no se pone o no le va por la talla. Los sobrinos escogen y el resto lo dona.

Desde el 19 hasta el 27 de noviembre los 72 puestos del Rastrillo de Nuevo Futuro estarán abiertos de las 11de la mañana a las 9 de la noche en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid con aparcamiento gratuito. Por primera vez, tendrán que pagar alquiler, pese a ser una ONG que suple las carencias del Estado en cuanto a acogimiento de menores a los que les proporciona una vida lo más parecida posible a la de una familia estructurada. 1.200 voluntarios se dejarán la piel por recaudar lo máximo posible para seguir manteniendo 97 hogares con 1.275 niños, más unidades psiquiátricas, hogares para hijos de presas y hogares de emancipación. De ahí que Fonsi Nieto organice una fiesta el 22 y que Fran Rivera se ponga el delantal para servir cenas el 21. María Margarita Vargas, por su parte, venderá ropa de niños y Patricia Rato saldará muebles, al igual que Carmen Franco.
Lo lleva claro la Pi, va directito todo para los carpanta.
 
¿Le ha pedido a Doña Letizia que done ropa?

–Pues no, pero se la pediré. Ella es muy elegante y estilizada. Cualquiera no entra en su talla porque es diminuta. Una amiga nuestra, la dueña de Bloomingdale, siempre decía: «Nunca se es demasiado delgado ni demasiado rico». A mi hermano se le ocurrió porque en Navidad siempre saca ropa que ya no se pone o no le va por la talla. Los sobrinos escogen y el resto lo dona
 
quizás algún modelito que otro sea para sus amigas del alma "sus escuderas", esas que le bailan el agua ;);)
Hombre por supuesto, y seguro que hay amigas con hijas que hereden la ropa de Nanos de heredera y repuesto, la que no le guste a Amanda of course, y los vaqueros rotos para Carla Vigo que están muy de moda ( si le entran claro) así de paso la mantiene con la boca cerrada y el móvil lejos :rolleyes:
 
¿Le ha pedido a Doña Letizia que done ropa?

–Pues no, pero se la pediré. Ella es muy elegante y estilizada. Cualquiera no entra en su talla porque es diminuta. Una amiga nuestra, la dueña de Bloomingdale, siempre decía: «Nunca se es demasiado delgado ni demasiado rico». A mi hermano se le ocurrió porque en Navidad siempre saca ropa que ya no se pone o no le va por la talla. Los sobrinos escogen y el resto lo dona

Permítime que ponga el acento en ".... demasiado Rico".
En referencia a Letizia.
 
–Habría perdido la de los Borbones. Usted va por el Museo de El Prado y la ve por las salas.

–La veo por todas partes, pero cuando entras en el Louvre y observas aquel retrato de Luis XIV, dices: «Anda, mira a Margarita, es que es igual que mi hermana.

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Y yo añado a Helen
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