Personas con problemas de salud mental crean sus propios grupos de apoyo mutuo y sin terapeutas

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Flipas-GAM, de Madrid, o Xarxa GAM, en Barcelona, han constituido una red de espacios donde afrontar el sufrimiento psíquico en colectivo. Además, luchan por los derechos de los enfermos mentales en primera persona.

AMAYA LARRAÑETA 17.07.2017 - 06:26h

Vivi acostumbra a decir que tiene "diversidad mental, con problemas de sufrimiento psíquico y experiencias inusuales" y reivindica el adjetivo "loca". Guillermo se define como "enfermo mental". Él cree que el término no tiene connotaciones negativas y que su padecer es equiparable a cualquier dolencia física. "Reconozco que soy una persona especial y la sociedad considera que a partir de un límite eres enfermo mental", detalla. Marta, por su parte, elige llamar "problemas de salud mental" a esos desórdenes con los que está lidiando desde hace veinte años.

Los tres —Vivi, de 55 años, Guillermo, de 43, y Marta, de 37— son activos miembros de Flipas GAM (Grupos de Apoyo Mutuo), unos espacios creados en Madrid por personas con trastornos mentales para compartir colectivamente, de manera horizontal y sin terapeutas, el sufrimiento psíquico. Pero también para luchar en primera persona contra las etiquetas, la marginación social y la violencia psiquiátrica. Flipas GAM surgió del interés común de varias personas con trastornos mentales que se conocieron en un congreso mundial de escuchadores de voces en Alcalá de Henares, a finales de 2015.

"Vimos que en otras partes de España ya había grupos de apoyo de salud mental y nos propusimos montar algo así en Madrid. Los primeros se constituyeron en enero de 2016. Llevamos año y medio en marcha", resume Marta, que se cuenta entre sus fundadores. Como colectivo, Flipas GAM se siente heredero del espíritu del 15-M por su asamblearismo y se mira en el espejo de la PAH por su capacidad de aglutinar individualidades con problemáticas comunes en un proceso empoderante.

El GAM al que pertenece Guillermo se reúne un día a la semana. La sesión comienza a doce de la mañana en el salón cedido por un sindicato en las inmediaciones de la Puerta del Sol. Doce son las personas apuntadas, pero raro es el día en el que se juntan todas. Suelen ser entre 4 y 8, habitualmente. "Siempre empieza hablando el que le apetece", dice Guillermo, "no hacemos un círculo, ni turnos, simplemente pedimos la palabra". Él opta por permanecer de pie largos ratos, que no se siente excesivamente cómodo sentado en una silla. "Hablamos entre 5 y 20 minutos, máximo. La reunión dura en total dos horas y siempre es suficiente", describe. Su caso es curioso. La primera vez que acudió sufrió allí mismo una crisis y un compañero se ofreció a llevarle a Urgencias, donde se quedó ingresado. Tras recibir el alta, Guillermo decidió volver al grupo de apoyo mutuo y ahora es fiel a la cita.

Dice que le sienta bien. "Te desahogas, tus compañeros te aconsejan y te apoyan, te dan muchos ánimos", expone este hombre de habla calma que ha pasado media vida adulta a base de orfidales e ingresos en psiquiátricos, con un intervalo de diez años en los que su mejoría le permitió trabajar y casarse. Cuando dan las dos en el reloj, Guillermo y sus compañeros del GAM se despiden hasta la semana siguiente. Él se marcha "más contento, con buenos consejos y de mejor ánimo". El grupo de ayuda mutua al que pertenecen Vivi y Marta está constituido exclusivamente por mujeres y se reúne en la biblioteca de un centro social en el barrio de Lavapiés. Varias de sus integrantes acumulan ingresos en psiquiátricos y la mayoría llevan años dentro del sistema público de salud mental.

En las dos horas y media que dura su encuentro, compartirán sus experiencias más recientes. "Hablamos de cómo nos ha ido la semana, de lo que nos ha sucedido. Aunque somos muy diferentes y nos han etiquetado de tantas maneras (depresivas, esquizofrénicas, obsesivo-compulsivas), hay muchas cosas que tenemos en común y me gusta decir que en lugar de darnos consejos, nosotras compartimos estrategias", dice Vivi.

Marta pone un ejemplo: "Si alguien en el grupo plantea que hay gente que no quiere relacionarse con ella o que la miran raro yo puedo decirle que cuando eso mismo me sucede a mí, lo que me viene bien es preguntar directamente a ese alguien: ¿te sientes a gusto conmigo? Normalmente lo que ese alguien me contesta no suele coincidir con los miedos o las voces que pueda tener en mi cabeza y, así, cuando me vienen esas voces intento sacar la frase que me dijeron: 'eres una persona importante para mí' o 'me caes bien' e intento recordármela", explica mientras busca en la mirada de Vivi un gesto de confirmación.

Terapias sin terapeutas
Vivi, Marta y Guillermo coinciden en resaltar el trato de igual a igual, la horizontalidad, como un valor de los GAM. En contraste, sobre todo, a la jerarquizada asistencia terapéutica profesional que les dan sus psicólogos y psiquiatras. Por eso intentan desterrar de sus reuniones todo juicio de valor, las órdenes (el haz esto-no hagas lo otro) y las reprimendas. En esta terapia sin terapeutas sus participantes se colectiviza el sufrimiento, a través de pensamientos y emociones, desde "el respeto, la escucha, la confianza, los cuidados y la solidaridad". Las sesiones semanales del grupo les saben a bálsamo a Vivi."Verbalizar los problemas con personas afines me ha cambiado la vida a mejor", asegura. Porque hubo un tiempo en el que esta mujer casi no salía de su casa, tomaba ocho pastillas diarias y se sentía un vegetal.

Y ahora ha conseguido rebajar la medicación a un estabilizador del ánimo al día y está orgullosa de haber recuperado suficiente seguridad en sí misma como para poder hablar en público. En los GAM se todos charla de cualquier tema que interesa o preocupa a alguno de sus miembros. Desde si se tiene pareja o no se tiene, de si les fallan los amigos, de los problemas familiares, de los consejos del psiquiatra o de las dosis o características de una medicación... Y han decidido que no hay tabúes. Del su***dio, por ejemplo, también se habla, pues muchos han pasado por esa experiencia en épocas de grave tormento, y lo pueden contar. "Hablamos del su***dio sin mayores problemas, pero sin compartir los métodos. Eso no. Dices, yo me he tomado pastillas, pero no nombras cuáles eran o cómo las has conseguido, ni tampoco se permite decir en el grupo que en tal puente no hay vigilancia".

Si a Vivi, a Marta y a Guillermo se les pide que compartan qué les ha aportado a sus vidas pertenecer a un GAM, Vivi dirá que "empoderamiento" para llevar mejor las riendas de su vida y "armas para afrontar mejor el sufrimiento". Marta, por su parte, celebra sentirse útil ayudando a los demás, sobre todo porque sus psiquiatras ponían en duda esa facultad por no saber cuidarse a sí misma. Guillermo pide no tener que escoger solo un beneficio, y se queda con toda la experiencia. "Porque, sí, mi psiquiatra me dice lo que hago bien, pero él no me abraza como lo hacen mis compañeros. Eso me anima más".

Cero contenciones mecánicas

El colectivo Flipas GAM, como Xarxa GAM o ActivaMent, nació con intenciones de convertirse en un interlocutor en primera persona para la defensa de los derechos de los enfermos mentales. Críticos con la psiquiatría actual, por exceso de medicación y el uso de las contenciones mecánicas, sin embargo defienden sus iniciativas como complementarias al sistema nacional de Salud Mental. De ahí que su asamblea aspire a influir en la administración sanitaria y en los profesionales que les tratan, para que más pronto que tarde se aborden los cambios necesarios que favorezcan los derechos humanos en la asistencia de las personas con trastornos de salud mental.

Recientemente, representantes del colectivo han departido con neuropsiquiatras en encuentros nacionales de sus sociedades e incluso se han reunido con la administración regional para aportar un documento con 37 mejoras para el plan de salud mental regional. Entre sus principales reivindicaciones consta la implantación de un sistema de voluntades anticipadas o de un mecanismo de denuncia de abusos y, sobre todo, la abolición de las contenciones mecánicas. "No puede ser que se ate a una persona a la cama como castigo por no haberse querido comer el postre. Eso está sucediendo, cuando no debería atarse a nadie nunca, que en otros países y lo han abolido, demostrando que hay alternativas mejores incluso ante situaciones de violencia", denuncia Marta.

http://www.20minutos.es/noticia/307...s-ayuda-mutua-personas-enfermedades-mentales/
 
Sabes una cosa @pilou12 ?

Yo siempre digo que quienes trabajan con personas, deberían pasar por lo mismo que están pasando los demás.
Un título, una licenciatura, un doctorado, un máster... no son más que esto... un título.
No sabe más un profesional que el paciente.
No sirve de nada lo que diga un profesional, si éste no es capaz de entender y comprender lo que, verdaderamente, está viviendo la otra persona. Y, lo más probable es que lo que le diga esté equivocado.

Y, en este punto, me extiendo más allá al tipo de profesional al que hace referencia tu artículo...

He tenido la oportunidad de trabajar con personas durante muchos años... Las veces que he oído a un/a compañer@ decir "Que se busque la vida", "es problema suyo"... las veces que he visto a algún profesional que, por no mojarse, por no levantar el cucu de su asiento, las ayudas que ha dejado de dar a personas que lo necesitaban seriamente.

La falta de entendimiento y de comprensión que hay, y llega a haber hacia "el otro"! La falta de empatía!... que hay, sobretodo, hoy en día, en un mundo de cada vez más egoísta.... y, esto no sólo sucede entre personas (familiares, amigos, compañeros...), sino que se da al día a día entre profesionales y pacientes/clientes.

Te lo digo porque lo he visto de primera mano muchas veces! Por desgracia...

Se da entre terapeutas y pacientes. Se da entre médicos y pacientes. Se da entre abogados/juristas... y pacientes. Se da entre asistentes sociales y usuarios del servicio de asistencia social. Se da entre profesionales del ocio y clientes.

La de veces que he visto a un asistente social su falta total de capacidad para entender y comprender el difícil momento que estaba pasando una persona que necesitaba ayuda.

La de veces que he visto a un terapeuta ser totalmente incapaz de entender un problema de su paciente! Por desgracia...

Las veces que he visto a un profesional del ocio hacer que un turista pase unas malas vacaciones porque "no le ha dado la gana de ayudarle a solucionar un problema con el establecimiento", con una sencilla explicación "que se busque la vida".

Hace, aproximadamente un año y medio que hablé con un abogado y con un ex-asistente social. El abogado me comentó: "sabes tú cuántas veces priman las simpatías o antipatías personales a la hora de establecer una sentencia, por parte del juez?

Y, el ex-asistente que me comentó que había decidido dejar la profesión porque, cada día cuando llegaba al lugar de trabajo, se le revolvían las tripas al ver las injusticias que se hacían con personas que rozaban la pobreza.

A mí, se me han revuelto más de una vez y me ha causado una impotencia enorme, a la vez que un sentimiento de rebeldía, al ver cuántas veces, en los profesionales, priman las cuestiones personales, antes que las profesionales.

Cuántas veces lo que guía a un profesional es una emoción, o sentimiento de antipatía/simpatía hacia el paciente, y en función de esto decide...

Cuántas veces es su capacidad limitada de saber entender un problema, porque no llega más allá... porque sus estudios quedaron allí, su título quedó allí... pero sus capacidades personales, su experiencia... no dan más de sí para entender otros casos que van más allá al nivel de sus capacidades...

Tu crees que saben más los que no han vivido, que los que han vivido cierta situación?
 
Me parece una propuesta estupenda. Seguramente se entienden mejor unos a otros que cualquier profesional o cualquiera del entorno.
Yo pienso que para salir de una depresión a lo mejor es necesario cambiar de vida totalmente, coger la maleta, irte a otra ciudad o separarte de tu entorno y relacionarte con otras persona nuevas. Lo que pasa es que es muy difícil romper con tu vida, tu casa, tu trabajo, tu familia. Hay que tener mucho valor para hacerlo.
 
Me parece una propuesta estupenda. Seguramente se entienden mejor unos a otros que cualquier profesional o cualquiera del entorno.
Yo pienso que para salir de una depresión a lo mejor es necesario cambiar de vida totalmente, coger la maleta, irte a otra ciudad o separarte de tu entorno y relacionarte con otras persona nuevas. Lo que pasa es que es muy difícil romper con tu vida, tu casa, tu trabajo, tu familia. Hay que tener mucho valor para hacerlo.

Y dinero...
 
Hay personas que tienen dinero suficiente para hacer otro tipo de vida. Precisamente muchas personas deprimidas tienen un nivel de vida alto, mucha vida social, amigos, compromisos, viajes, ropa cara, buena casa.....y con todo eso no son felices. A lo mejor con la mitad vivirían mejor, con menos rollos, con más libertad.
 
Hay personas que tienen dinero suficiente para hacer otro tipo de vida. Precisamente muchas personas deprimidas tienen un nivel de vida alto, mucha vida social, amigos, compromisos, viajes, ropa cara, buena casa.....y con todo eso no son felices. A lo mejor con la mitad vivirían mejor, con menos rollos, con más libertad.

Gracias bombilla por tu comentario,yo conozco lo contrario gente que quiere irse por que no es feliz y no puede por falta de dinero
Hay de todo!:):kiss::kiss::kiss::kiss:
 

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