Panhispanismo y recuperación de la memoria histórica imperial


Cima & Holzenthal
3720 Abonnenten


ABONNIEREN
Entrevistamos a Alberto G. Ibáñez, autor del libro "La leyenda negra. Historia del odio a España". Un libro imprescindible para comprender nuestra historia y cómo es tergiversada por enemigos y competidores (también para dominar el "relato" del presente), lo cual entra dentro de lo razonable; pero que desgraciadamente los españoles e hispanoamericanos hemos asumido como verídica. Aunque la entrevista no puede agotar lo aportado y explicado por Alberto G. Ibáñez en su obra "La leyenda negra" (la cual recomendamos no dejen de leer), trata de ser exhaustiva y no dejar sin tocar nada de lo analizado por el autor, siendo así que, debido a su duración, en Cima & Holzenthal hemos decidido mostrársela en dos partes. He aquí la primera parte.


 
México revive la entrada de Hernán Cortés en Tenochtitlán bajo el pincel de Ferrer-Dalmau
El pintor ha presentado en en el Instituto Oviedo en León, la ciudad más grande del estado de Guanajuato, su cuadro «La llegada»
Adrián Espallargas
Adrián EspallargasSEGUIRCORRESPONSAL EN CIUDAD DE MÉXICO Actualizado:28/02/2020 18:09hGUARDAR
1NOTICIAS RELACIONADAS
El 8 de noviembre de 1519 unos extraterrestres entraron en Tenochtitlán, capital del imperio mexica. No portaban pistolas láser ni llegaron en nave espacial. Se trataba de un grupo de barbudos, repletos de acero, que montaban esbeltos caballos y asían robustos perros alanos. Los locales jamás habían visto cosa parecida. Y, para más inri, estos alienígenas caminaban impunemente por las calles de la ciudad acompañados de los tlaxcaltecas, enemigos acérrimos de los mexicas. La tensión flotaba en el aire.
Augusto Ferrer-Dalmau (Barcelona, 1964) ha presentado en México su cuadro «La llegada», sobre la entrada de Hernán Cortés a Tenochtitlán, una instantánea del pasado en la que el pintor de batallas recrea cómo fue la llegada de la empresa liderada por el extremeño que desembocó en la caída del imperio azteca en 1521. «Es como si vieras una nave espacial en La Castellana. Es un mundo desconocido; el encuentro de dos culturas, dos mundos», dijo Ferrer-Dalmau en declaraciones a ABC antes de que su cuadro fuera presentado ayer en el Instituto Oviedo en León, la ciudad más grande del estado de Guanajuato.
«Era cosa de maravillar porque jamás habían visto caballos ni hombres como nosotros. Vimos cosas tan admirables, no sabíamos qué nos decir», relata el cronista Bernal Díaz del Castillo, uno de los hombres que acompañó a Cortés durante la Conquista de México (1519-1521), cuando describe brevemente cómo fue el momento que recoge «La llegada». Y es que la fotografía que propone Ferrer-Dalmau alberga multitud de detalles que captan la mezcla de fascinación, curiosidad y tensión cuando centenares de españoles llegaron a la ciudad en la que Cortés se reunió con el emperador Moctezuma.
En el margen izquierdo, un indígena se tapa la boca al ver la llegada de los marcianos. A pocos metros, un soldado español saluda a una abuela en un gesto de amabilidad. Del lado derecho, otro solado camina erguido con un mandoble posado en su hombro. Y, en el centro, Cortés avanza a lomos de un caballo guiado por un guerrero tlaxcalteca. «Cortés es un hombre que entra en una ciudad desconocida. No sabe qué va a pasar y entra con unos aliados que desconocían hasta hace dos días. Camina sin perder la compostura, no desafiante. Es una persona serena ante la situación», explica Ferrer-Dalmau.
Ferrer-Dalmau
Ferrer-Dalmau
«Sí que hay un desafío en el tlaxcalteca, entre los indígenas sí que hay más tensión», dice el maestro al desgranar los detalles del cuadro. La obra fue encargada por el Instituto Oviedo hace dos años para conmemorar el encuentro entre dos culturas que ocurrió hace 500 años, un momento histórico trascendental para comprender el México contemporáneo. «Piezas como está son sumamente importantes para transmitir juicio histórico crítico y no asumir aseveraciones fundamentalistas», dice Paola Rebollo, directora del Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz, ligado al Instituto Oviedo.
La presentación de «La llegada» en México se produce casi un año después de que el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, envió una polémica carta al Rey Felipe VI para exigirle que España se disculpe por los supuestos «abusos» cometidos por los conquistadores. Esa disculpa no se ha producido. En ese contexto de cierta tensión, Ferrer-Dalmau considera que su trabajo se limita a ser una «fotografía del pasado» con la que pretende plasmar cómo fue un momento histórico. «Es historia, no es si fue bueno o malo. No puedo juzgar a hombres de hace 500 años», explica el pintor.
Para realizar el cuadro, el artista se ha servido de varios asesores entre los que destaca el historiador David Nievas Muñoz, especializado en la Europa Barroca. El pintor catalán define como un periodo «intenso y sin descansar» a los cuatro meses que ha dedicado para elaborar esta obra en la que ha buscado romper «moldes estéticos y los clichés» que rodean a los conquistadores.
Rebollo no descarta que «La llegada» sea expuesta en Ciudad de México, capital del país y urbe asentada en la ubicación donde estaba Tenochtitlán. «Ahora mismo no hay nada cerrado, pero existe esta posibilidad», comenta sobre el hipotético caso en el que la pintura sea exhibida en la icónica ciudad en la que hace cinco siglos un millar de españoles, junto con una alianza con tlaxcaltecas y totonacas, llegaron a México-Tenochtitlan ciudad para propiciar su caída en 1521.
«La llegada» fue presentada en Madrid el 19 de diciembre de 2019 en un acto que presidido por Fernando Alejandre, Jefe Mayor de la Defensa de España. El cuadro quedará expuesto en una sala del Instituto Oviedo, centro educativo en el que Ferrer-Dalmau descubrió una placa con su nombre.
TEMAS

México revive la entrada de Hernán Cortés en Tenochtitlán bajo el pincel de Ferrer-Dalmau https://www.abc.es/cultura/arte/abc...s-inducido&vmc=abc-es&vso=tw&vli=noticia-foto vía @ABC_Cultura
 
Una perspectiva diferente, parece, desde luego he comprado ya el libro, por lo que he leido coincide con mis propias reflexiones al respecto, compartidas y discutidas con buenos amigos latinoamericanos


En el ensayo 'Malditos libertadores', el profesor y diplomático sandinista Augusto Zamora sostiene que los líderes revolucionarios construyeron los nuevos Estados “sobre el racismo y la exclusión” y sustituyeron la injerencia española por la británica y la estadounidense
Otros
6
Guardar
Enviar por correo
Imprimir
El cuadro '5 de julio de 1811', fecha de la independencia venezolana, del pintor Juan Lovera.
El cuadro '5 de julio de 1811', fecha de la independencia venezolana, del pintor Juan Lovera.
LOLA GALÁN
4 MAY 2020 - 00:19 CEST
Las élites latinoamericanas llevan más de dos siglos culpando al imperio español de los males que aquejan a sus países, pero, ¿y si la culpa hubiera que buscarla en los propios procesos de independencia de estas repúblicas? ¿Y si hubieran sido los propios libertadores los que hipotecaron desde el principio la libertad de las jóvenes naciones al establecer alianzas funestas con otras potencias para librarse de España? Esta es la tesis de Augusto Zamora, ex embajador de Nicaragua en España y antiguo profesor de Derecho Político en la Universidad Autónoma de Madrid, que no duda en denunciar uno de los mitos esenciales de la historiografía regional, para poner el dedo acusador en quienes dieron vida a los nuevos Estados. En su libro Malditos libertadores, un ensayo histórico basado en abundante bibliografía, señala que la independencia de España y de Portugal “terminó en fraude pues solo significó cambiar el tipo de dominación y de amo. El blando imperialismo ibérico fue sustituido, casi sin transición, por uno más taimado, cruel y rapaz, como fue el imperialismo informal de Gran Bretaña”.
¿Y si el libertador tiene la culpa?


Los problemas arrancan del principio, porque lo que se inició en 1810 en Buenos Aires, Bogotá y México no fue un movimiento independentista vertebrado sobre el malestar popular contra la Corona, sino mera expresión de la codicia de las oligarquías criollas que se alzaron con el poder aprovechando un momento de extrema debilidad de España, invadida por las tropas de Napoleón. En vísperas de la ruptura, los virreinatos gozaban de una cierta prosperidad gracias al comercio interior y al sistema de compensación económica –algo parecido a unos fondos de cohesión europeos– que funcionaba entre zonas ricas y pobres. La independencia llegó cuando había cuajado ya entre los habitantes de aquellas provincias un fuerte sentimiento de identidad común. Y su coste fue elevado. Los propios libertadores, “construyeron las instituciones de los nuevos Estados sobre el racismo y la exclusión”, dice el autor. Y permitieron desde esa temprana época que la injerencia extranjera –primero los británicos, luego Estados Unidos– se convirtiera en una constante en la vida de Iberoamérica.
Además de España y los españoles, con la independencia (“llamarlo movimiento revolucionario es una de las mayores falacias construidas sobre la historia latinoamericana”, señala el autor) salió perjudicada la población local. Los indígenas de América Latina, que tras las primeras décadas de esclavitud y abusos habían logrado algunos derechos fundamentales gracias a las Leyes de Indias los perdieron de inmediato. En muchos países fueron exterminados, o diezmados, y sus tierras confiscadas. A este respecto, Zamora señala que todavía hoy, indígenas de Nicaragua y Chile esgrimen las Leyes de Indias para reclamar sus derechos frente a las repúblicas. Aunque el autor, sandinista convencido, cita como excepciones a la regla general de mal gobierno a los regímenes de izquierda que ha habido en la región, reconoce que también estos han optado por endosarles a "los españoles" la culpa de todas las lacras de Hispanoamérica.
Zamora no está a favor del colonialismo, ni en contra de la independencia, lo que lamenta es que aquel proceso sirviera “para destruir y no para construir”, dando paso a una abrumadora cantidad de guerras fratricidas. Aunque el libro se pierde un poco en ejemplos heterogéneos para demostrar errores en el desarrollo de Latinoamérica, aporta un interesante análisis de la historia de una región en la que ha pesado demasiado el victimismo interesado de las élites y ha faltado no poca autocrítica.
Malditos libertadores. Historia del subdesarrollo latinoamericano. Augusto Zamora. Siglo XXI. 320 páginas. 22 euros.
 
Back