Mientras Pakistán e India se hacen la guerra, Estados Unidos disfruta
Pakistán, bajo la dirección política del primer ministro Imran Khan, está intentando alinearse con China por sus fuertes inversiones en su One Belt One Road conocida también como Corredor Económico China-Pakistán. También está en la primera línea en las reuniones entre rusos e iraníes para lograr una paz en Afganistán. Por estas razones, la administración estadunidense de Trump ha congelado las ayudas a Pakistán, bajo el pretexto de que este país no fue lo suficientemente capaz en la lucha contra el terrorismo.
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Si existiera una sola posibilidad de paz entre India y Pakistán, sería –por cierto – en el contexto de unificación de los dos países a través un plan económico y de relaciones comerciales dignas y entre iguales, justo lo que el dragón chino está proponiendo con la Nueva Ruta de la Seda, y que, además, solucione el problema de la continua ocupación militar estadunidense y de la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.
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Parece que Khan está dispuesto a resistir las directrices de Trump, cuya política exterior en la región es la misma que desarrolló Barack Obama en su momento, aunque sí con métodos diferentes.
Pero el ataque terrorista del grupo Jaish-e-Mohammed, se da también, unos días después de que el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman llegara al último momento a salvar el tipo de cambio de Pakistán con la promesa de un financiamiento de 10 billones de dólares para construir una plantación de petróleo saudí en el puerto –ahora de propiedad China– de Gwadar.
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John Bolton, consejero por la seguridad nacional, está desesperado para evitar que Trump dé la orden para retirar a los marines de Afganistán, luego de la desastrosa conferencia en Varsovia que se realizó contra Iran. Bolton; el secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tuvieron que irse sin que hubieran obtenido el apoyo internacional necesario. Aparte, de la sirvienta Polonia –siempre muy dócil a los intereses de las potencias imperialistas– Europa, en primer lugar Alemania, no aceptó las peticiones de Trump. Por eso Bolton está presionando a Pakistán para firmar un acuerdo de paz con los talibanes, algo que permitiría a Estados Unidos de mantener la presencia de sus fuerzas de armadas en la región.
Washington está presionando a Islamabad, con Arabia Saudita y Emiratos Árabes. Aquí la Casa Blanca mira hacia Pakistán, no para contener o derrocar definitivamente a los Talibanes, sino para cooptarlos a través un “acuerdo de paz” para aceptar ser otro peón militar estadunidense y poderlo utilizar en su ajedrez geopolítico imperial junto a otro peón en Erbil, la parte kurda de Irak, que colinda con las provincias kurdas en Irán.
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Bolton convenció a Trump de aceptar la retirada de una gran parte de las fuerzas de armadas estadunidenses de Siria, pero no antes de lanzar unos ataques aéreos contra el Ejército regular sirio del gobierno constitucional de Bashar Al-Asad y su eje de la resistencia Áabe, con el fin de permitir la retirada de las hordas de terroristas y mercenarios del Estados Islámico en Irak. Y todo esto para cumplir con la promesa de Trump en su campaña electoral, una guerra relámpago contra la República islamista de Irán.
....sigue:
https://www.voltairenet.org/article205693.html
Pakistán, bajo la dirección política del primer ministro Imran Khan, está intentando alinearse con China por sus fuertes inversiones en su One Belt One Road conocida también como Corredor Económico China-Pakistán. También está en la primera línea en las reuniones entre rusos e iraníes para lograr una paz en Afganistán. Por estas razones, la administración estadunidense de Trump ha congelado las ayudas a Pakistán, bajo el pretexto de que este país no fue lo suficientemente capaz en la lucha contra el terrorismo.
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Si existiera una sola posibilidad de paz entre India y Pakistán, sería –por cierto – en el contexto de unificación de los dos países a través un plan económico y de relaciones comerciales dignas y entre iguales, justo lo que el dragón chino está proponiendo con la Nueva Ruta de la Seda, y que, además, solucione el problema de la continua ocupación militar estadunidense y de la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.
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Parece que Khan está dispuesto a resistir las directrices de Trump, cuya política exterior en la región es la misma que desarrolló Barack Obama en su momento, aunque sí con métodos diferentes.
Pero el ataque terrorista del grupo Jaish-e-Mohammed, se da también, unos días después de que el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman llegara al último momento a salvar el tipo de cambio de Pakistán con la promesa de un financiamiento de 10 billones de dólares para construir una plantación de petróleo saudí en el puerto –ahora de propiedad China– de Gwadar.
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John Bolton, consejero por la seguridad nacional, está desesperado para evitar que Trump dé la orden para retirar a los marines de Afganistán, luego de la desastrosa conferencia en Varsovia que se realizó contra Iran. Bolton; el secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tuvieron que irse sin que hubieran obtenido el apoyo internacional necesario. Aparte, de la sirvienta Polonia –siempre muy dócil a los intereses de las potencias imperialistas– Europa, en primer lugar Alemania, no aceptó las peticiones de Trump. Por eso Bolton está presionando a Pakistán para firmar un acuerdo de paz con los talibanes, algo que permitiría a Estados Unidos de mantener la presencia de sus fuerzas de armadas en la región.
Washington está presionando a Islamabad, con Arabia Saudita y Emiratos Árabes. Aquí la Casa Blanca mira hacia Pakistán, no para contener o derrocar definitivamente a los Talibanes, sino para cooptarlos a través un “acuerdo de paz” para aceptar ser otro peón militar estadunidense y poderlo utilizar en su ajedrez geopolítico imperial junto a otro peón en Erbil, la parte kurda de Irak, que colinda con las provincias kurdas en Irán.
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Bolton convenció a Trump de aceptar la retirada de una gran parte de las fuerzas de armadas estadunidenses de Siria, pero no antes de lanzar unos ataques aéreos contra el Ejército regular sirio del gobierno constitucional de Bashar Al-Asad y su eje de la resistencia Áabe, con el fin de permitir la retirada de las hordas de terroristas y mercenarios del Estados Islámico en Irak. Y todo esto para cumplir con la promesa de Trump en su campaña electoral, una guerra relámpago contra la República islamista de Irán.
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https://www.voltairenet.org/article205693.html