ÓSCAR 2020 (Todo aquí: red carpet, looks, peinados, modelos, etc)

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Las olvidadas de los Óscar 2020: 17 películas que merecían alguna nominación de la Academia

The Farewell (2019)




Esta película de Lulu Wang, un drama familiar en su mayoría en idioma chino que fue recibido con entusiasmo y éxito de público, pero ha sido ignorado incluso al Mejor guión, donde por ejemplo, la extraordinaria '1917' tampoco destaca especialmente. Pero quizá lo que más llame la atención es que La ganadora del Globo de Oro Awkwafina también fue excluida de la carrera de Mejor Actriz.

 
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The Last Black Man in San Francisco (2019)




El debut como director de Joe Talbot ganó en Sundance el Premio de Dirección Dramática de EE. UU.), que reconocía su dirección, la interpretación de Jonathan Majors o la fotografía de Adam Newport-Berra. Obtuvo tres nominaciones al Premio Gotham (Director Revelación, Mejor Guión y Actor Revelación) y tres nominaciones al Premio Indie Spirit entre ellas Mejor Primera Película o Mejor actor de Reparto.** Una nominación al Óscar** tampoco sobraba.

 
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Vida oculta ( A Hidden Life, 2019)





Terrence Malick ha sido olvidado por la Academia, pero para muchos críticos el drama histórico religioso es lo mejor del cineasta desde 'El árbol de la vida' (Tree of Life, 2011). Fue una apuesta de Fox Searchlight para Cannes con intención de crear ruido en los Óscar pero no ha despertado entusiasmo de premios o taquilla. Sin embargo sí entró en nominaciones a mejor película de la National Board of Review (NBR) o los Premios Independent Spirit.

 
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Queen and Slim (2019)




Aunque no ha acabado de calar internacionalmente, la película de Melina Matsoukas, es provocativa y sorprendente, que, si bien es demasiado underground para colarse en grandes categorías podría tener un premio por la sorprendente fotografía de Tat Radcliffe o incluso la actuación revolucionaria de Jodie Turner-Smith, quien construye uno de los personajes originales más poliédricos del año.

 
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Lo que esconde Silver Lake (Under the Silver Lake, 2018)




Técnicamente del año pasado, pero estrenada en Estados Unidos en 2019, la reválida de David Robert Mitchell tras 'It Follows' (2014) es un noir surrealista de comedia y terror de culto con un guion matemático y una dirección espléndida que, si bien es demasiado bizarra para los gustos de la academia es una obra diseñada para inspirar obsesión entre sus espectadores y, como poco tiene una fotografía monumental.


Crítica oportunamente publicada:

'Lo que esconde Silver Lake': un desconcertante misterio que fascina y frustra con la misma facilidad


Creo que ‘It Follows’ es una de las mejores películas de terror de los últimos años, situándola por encima de otros fenómenos similares como ‘Babadook’ o ‘Hereditary’, por lo que esperaba como agua de mayo la llegada de ‘Lo que esconde Silver Lake' ('Under the Silver Lake'), el tercer largometraje de David Robert Mitchell.
Las entusiastas críticas que ha ido consiguiendo tras su paso por diversos festivales solamente aumentaron mi “necesidad” de verla lo antes posible, por lo que no dudé en hacerlo en cuanto surgió la ocasión. Muchos la sitúan como una de las mejores películas de 2018, pero en mi caso me dejó algo decepcionado. Sí comparte cosas con lo que mostrado por Mitchell hasta ahora, pero con un enfoque con el que no terminó de conectar.



Una investigación trufada de pequeñas historias
Garfield Silver Lake


Ni siquiera hace falta entrar en el misterio principal que lleva al personaje interpretado por Andrew Garfield a iniciar una peculiar investigación para tener claro que las pequeñas historias que van surgiendo a lo largo del camino tienen tanto peso o más que su ansiada búsqueda de la joven que vivía casi al lado suyo para desaparecer de una forma desconcertante. Eso sí, no esperéis que muchas de ellas lleven a alguna parte.

A partir de ahí, Mitchell va creando un relato que mezcla descripción de la juventud actual y su difícil encaje en el mundo adulto con la forma en la que nos relacionamos con la cultura que consumimos. Eso lleva a ‘Lo que esconde Silver Lake’ a trufar el relato con detalles que se disfrutarán con mayor intensidad en caso de que conecten con obras que hayan dejado poso en el espectador, sea esto algo intencionado o no, siendo más probable lo primero en la mayoría de los casos.

El problema es cuando esa magia no surja en la mente del espectador y lo que se encuentre sea lo que por momentos da la sensación de ser un viaje a ninguna parte. Al final no acaba siendo el caso, ya que Mitchell ata cabos de forma quizá un tanto exagerada en su tramo final, pero ahí ya puede ser tarde para rescatar al espectador que no ha seducido por completo. En mi caso hubo detalles que me fascinaron -el código secreto de los vagabundos- pero también otros que simplemente no encajaron en mi cerebro.

Las “limitaciones” de ‘Lo que esconde Silver Lake’

Escena Silver Lake


A veces uno olvida que no todo el público tiene los mismos códigos a la hora de leer una historia y en el caso de ‘Lo que esconde Silver Lake’ sucede que sencillamente es una propuesta de nicho. Esa confusión encuentra buen acomodo en** un inspirado Garfield**, un detective tan peculiar como la propia película cuya vida había estado condenada hasta entonces a un fracaso vital que a menos no anulaba por completo su existencia.
No obstante, la parte de pura investigación llega a resultar frustrante en algunos momentos, algo compensado en parte por la forma de asociarlo a la situación de desamparo de la juventud. Ahí es donde ‘Lo que esconde Silver Lake’ encaja mejor con los dos anteriores trabajos de Mitchell, pero en sus dos anteriores trabajos manejaba de forma mucho más satisfactoria sus referentes.
En ‘El mito de la adolescencia’ sabía cómo dar un giro a la imagen del adolescente que nos vende Hollywood y en ‘It Follows’ prologarlo usando el cine de terror en la línea de John Carpenter -las excelentes escenas de acecho traían de forma inevitable a la mente a Michael Myers en ‘La noche d Halloween’-, mientras que aquí da un salto mortal y solamente caerá de pie con la ayuda de algunos espectadores y mucho me temo que yo no soy uno de ellos.

En definitiva, ‘Lo que esconde Silver Lake’ es probablemente la película más trabajada de su director y será un auténtico deleite para aquellos que sepan sacar todo el jugo a los referentes que maneja Mitchell aquí, aunque ahí me queda la duda de hasta qué punto la película funcionaría sin esa reflexión adicional a lo que realmente aporta en sí misma. Pese a ello,
es interesante, impecable técnicamente y el personaje Garfield funciona bastante bien como eje del resto.


 
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Wild Rose (2018)



Si el año pasado las nominaciones de los Óscars hicieron la ola a la nueva y anacrónica versión de 'Ha nacido una estrella' (A Star is Born, 2018) no hay forma de justificar que este drama musical no se haya hecho algún hueco este año. Jessie Buckley brilla como una mujer escocesa que sueña con convertirse en cantante de country, interpretando ella misma todas sus propias canciones, algo que los BAFTA premiaron con una justa nominación a la Mejor Actriz.

 
Las olvidadas de los Óscar 2020: 17 películas que merecían alguna nominación de la Academia

Apolo 11 (2019)




Todd Douglas Miller reunió horas de imágenes de archivo nunca antes vistas de la célebre misión de alunizaje de la NASA para crear un documental histórico único, por como elabora una inmersión absorbente en el evento cuya principal fortelza es, precisamente el usar durante todo el metraje exclusivamente material de archivo restaurado, lo que convierte a 'Apollo 11' en una experiencia cinematográfica.

 
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Monos (2019)




Esta pequeña joya de Alejandro Landes, fue la candidata oficial colombiana para el Óscar al Mejor Largometraje Internacional de este año, pero quedó fuera de la lista. Independientemente de si merece estar más que otras o no, esta es una obra capaz de sorprenderte y hacerte preguntar cómo se ha llegado a realizar algo así. hizo en primer lugar. Inspirado por la agitación en su Colombia natal, Landes cuenta una historia de soldados adolescentes,armados con pistolas casi tan grandes como sus cuerpos en tono de fábula con ecos a 'Apocalipsis Now' y 'El señor de las moscas'.

 
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Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019)




El cine de terror y fantástico tiene la entrada prohibida a los Óscar. De vez en cuando hay algún intento de la academia de hacerse el Señor Burns skater y concede alguna migaja, pero en general no hay opciones para reconocer grandes trabajos de interpretación como los que hacen aquí Ewan McGregor y Rebecca Ferguson. La búsqueda de la excepción suele hacer que el cine de género sea visto como material menor que el drama, pese a que en esta maravilla de Mike Flanagan haya melancolía a raudales. Nominarla a mejor guion adaptado no estaría de más, puesto que de las pocas obras que mejora el texto en el que se basa.


Crìtica oportunamente publicada:

'Doctor Sueño': Mike Flanagan reconcilia a King y Kubrick, consagrándose como uno de los grandes nombres del terror actual

Las adaptaciones literarias a la gran pantalla, por norma general, suelen ser un terreno especialmente pantanoso. Muchas son las historias de acuerdos y desacuerdos entre novelistas y cineastas que, históricamente, han trascendido tanto dentro como fuera de la maquinaria hollywoodiense, siendo, probablemente, uno de los casos más peculiares, el de 'El resplandor' de Stanley Kubrick.
Dede 1980 se han alzado infinidad de voces reivindicando el título protagonizado por Jack Nicholson como una de las grandes obras maestras del género. Pero entre alabanzas más que justificadas, Stephen King se alzó como un férreo detractor de la visión que el neoyorquino proyectó sobre su obra, de la que criticó tanto su forma como su contenido, definiendo a Kubrick como "un hombre que piensa demasiado y siente muy poco".


Estas discrepancias, en absoluto infundadas y, hasta cierto punto, comprensibles, son las que hacen aún más relevante el inmenso logro alcanzado por Mike Flanagan en la excelente 'Doctor Sueño'. Una exquisita sinfonía de ese terror elegante y contenido que muchos creíamos en peligro de extinción, que logra prácticamente lo imposible: reconciliar a King y Kubrick al aunar las almas de ambos maestros en 150 minutos para enmarcar.

Una pieza brillante forjada con tres grandes mentes

Resulta sorprendente que en menos de una década —si consideramos 'Absentia' como su carta de presentación frente al público especializado—, la trayectoria de Flanagan haya evolucionado hasta el punto de hacerle merecedor del estatus de autor, y de permitir asociarle a un sello personal; desarrollado a través de su filmografía reciente, perfeccionado en 'La maldición de Hill House' y consolidado en su última película hasta la fecha.


'Doctor Sueño' supone la reafirmación de un cineasta capaz de articular relatos de horror huyendo de los estándares de la industria actual y los grandes estudios; haciendo gala de un clasicismo y una sobriedad propios de otra época —no hay cabida a jumpscares y subidas de volumen en su deliciosa concepción del género— sin renunciar a una sofisticación formal y narrativa que redondea la que, con permiso de 'Midsommar', es la película de terror del año.


DRLSEPE


Este estudio de personaje centrado en un Danny Torrance adulto, batallando con el alcoholismo y con los fantasmas —nunca mejor dicho— del pasado, aúna las sensibilidades temáticas que Flanagan ya mostró en cintas como 'Somnia' u 'Oculus', potenciándolas gracias al material original de un Stephen King experto en construir personajes humanos y explorar conflictos mundanos en mundos excepcionales y tenebrosos.


El lento y absorbente desarrollo de 'Doctor Sueño', que muchos verán como un impedimento para su pleno disfrute, no es más que el fruto de la necesidad para desarrollar su magnético discurso sobre la muerte, la redención y los pecados heredados de nuestros padres. Una lóbrega historia enriquecida por un protagonista redondo y una carismática villana marca de la casa King, interpretada por una Rebecca Ferguson inmensa, que se revela como una suerte de reverso femenino del icónico Randall Flagg de 'Apocalipsis'.


DRSLEEP


Poco a poco, el largometraje nos conduce hacia lo inevitable: el retorno al pasado traumático de Danny representado por los laberínticos pasillos del hotel Overlook en los que se ambienta el tercer acto del filme. Una gran traca final en la que Flangan reverencia 'El resplandor' de Stanley Kubrick huyendo en todo momento del reclamo comercial nostálgico tan de moda hoy día y aprovechando el referente para integrarlo en la narrativa de forma tan inteligente como coherente.


Aunque en última instancia haya sido edificada sobre el genio de su máximo responsable, 'Doctor Sueño' no deja de ser el producto de tres grandes mentes que, sin la necesidad de haber compartido espacio o tiempo, han hecho posible una pieza brillante en la que resplandece el corazón de Stephen King, el cerebro de Stanley Kubrick y las manos de artesano de un Mike Flanagan que ya se ha ganado a pulso un hueco entre los grandes nombres del terror.




 
Las olvidadas de los Óscar 2020: 17 películas que merecían alguna nominación de la Academia


Superempollonas (Booksmart, 2019)




Tras recoger muchas de las mejores críticas del año, una nominación al Globo de Oro por Beanie Feldstein y premio al guión del Writers Guild of America la comedia clásica de Olivia Wilde fue marginada por la Academia. La revelación de Wilde, las interpretaciones estelares de Feldstein y Kaitlyn Dever dconvertirán al film en un film generacional de culto que perdurará más que algunos nominados al Oscar de este año. Pero lo que viene a decirnos es que la comedia fresca, dinámica y adolescente tiene pocas posibilidades.

 
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'Yo soy Dolemite' (My Name is Dolemite, 2019)




La carrera cinematográfica de Eddie Murphy ha resucitado con un escandaloso drama biográfico sobre el músico, comediante, pionero del rap e ícono de blaxploitation Rudy Ray Moore. Aunque la saturación de títulos de Netflix no jeugue a su favor y además sea una comedia descerebrada, Murphy fue nominado para el Globo de Oro al Mejor Actor en una Comedia o Musical pero a la Academia no le parece tan divertida su vuelta a la forma y quizá no hayan olvidado el discurso del actor en la ceremonia de 1988.




Crítica oportunamente publicada:

'Yo soy Dolemite': Eddie Murphy regresa por la puerta grande en Netflix con un biopic blaxploitation


Han pasado veinte años del último título protagonizado por Eddie Murphy con unos mínimos de calidad. A partir de la obra maestra de Frank Oz, 'Bowfinger', el cómico participó en distintos proyectos de mayor o menor éxito en taquilla y con más o menos suerte en cuanto a valor artístico. Pero Murphy nunca se había ido. Su gran retorno en la fabulosa 'Yo soy Dolemite' dejan claro que aún hay Eddie Murphy para rato.

Jugando a las películas

Cuando los nombres de Scott Alexander y Larry Karaszewski entraron en el proyecto, el biopic de Rudy Ray Moore empezó a coger una fuerza que se antojaba imparable. Los guionistas de algunos de los mejores y más atractivos biopics de los últimos años, como 'Ed Wood', 'El escándalo de Larry Flint' o 'Man on the Moon' suponían una incorporación más que esperanzadora para el regreso triunfal de Eddie Murphy.



Murphy se mete en la piel y los huesos de Rudy Ray Moore, padrino del rap, cómico salvaje e imposible de colocar en las emisoras y soñador infatigable. Moore no paro de pelear hasta llevar su arte a cuanta más gente mejor, y su alucinante historia sirve a Craig Brewer para dotar de un ritmo endiablado a la narración. En apenas dos horas veremos a Moore tocar fondo y resurgir como Dolemite para apoderarse del mundo.


Pero 'Yo soy Dolemite' no sería posible sin su increíble, inmejorable, reparto. Craig Robinson, Mike Epps, Tituss Burgess, Da'Vine Joy Randolph, Ivo Nandi, Keegan-Michael Key y un increíble Wesley Snipes arropan a Murphy con su entrega.

Gángsters, drogas y kung-fu



2019 ha sido un año de amor al cine. Mientras Tarantino y Almodóvar presentaban sus particulares homenajes al séptimo arte con sus respectivos "érase una vez en Hollywood y en Paterna", Craig Brewer presenta el suyo (más bien el de Murphy) a través de unos barrios bastante más chungos, unos hoteles más decadentes y un personaje inolvidable y lleno de energía con el sueño de ocupar el haz de luz del proyector de las salas de cine.


Al igual que en la obra maestra de Tim Burton, esta es la historia de un soñador imprudente lleno de buenas intenciones pero, tal vez, no con las mejores maneras. Murphy se come la pantalla con la total confianza que le da la caracterización de su personaje. Cuando Rudy Ray Moore se transforma en Dolemite, Murphy también se transforma. En su caso la transformación nos devuelve a la bestia parda de la comedia que arrasó con todo en los ochenta y un poquito de los 90.


Critica Yo Soy Dolemite Netflix Foto


De entre todo el reparto de estrellas secundarias que rodean a Murphy destacan por encima del resto Da'Vine Joy Randolph, que con su Lady Reed aporta el corazón de la película, y las desatadas pero también contenidas interpretaciones de Keegan-Michael Key (en su mejor papel en el cine, ya era hora) y un increíblemente cómodo en la payasada Wesley Snipes, que se encarga de resucitar a D'Urville Martin, con todas las bromas sobre el cine que eso conlleva.


Con Murphy sacando todo su flow a las órdenes de Brewer, que repetirá en la secuela de 'El príncipe de Zamunda', me veo en la obligación de advertir que no deberías dejar pasar esta increíble (algo dulcificada, pero qué más da) y estupenda historia de soñadores que funciona perfectamente como precuela espiritual de 'Bowfinger' y afrosecuela de 'Ed Wood'. 'Yo soy Dolemite' está llena de ritmo, grandes actores, funk, muchas risas y buenísima onda. Una película que habría enamorado a Larry Cohen.



 
Las olvidadas de los Óscar 2020: 17 películas que merecían alguna nominación de la Academia


Midsommar (2019)




Florence Pugh, elogiada por su papel en 'Mujercitas' de Greta Gerwig, hace un papel mucho mejor en la segunda película de Ari Aster, con una actuación desgarradora de una mujer en medio del trauma y el horror. Pero además, por muchos cráneos reventados y cadáveres ardiendo, debería estar nominada con mejor fotografía y, definitivamente, la producción es de una clase apabullante, con una dirección de arte y vestuario sobresalientes y totalmente nominables. Pero, ah, el cine de terror.


Crítica oportunamente publicada:

'Midsommar': un magistral y catártico ejercicio de terror a plena luz del día


El terror, si dejamos a un lado la comedia, podría catalogarse como el género cinematográfico más complicado de ejecutar y llevar a buen puerto en lo que respecta a suscitar en el público las emociones pretendidas de un modo auténtico y visceral; siendo una de las herramientas más óptimas para alcanzar tan noble objetivo es el juego con las expectativas.
La sábana que oculta algo y cae progresivamente, la puerta que chirría a espaldas de un personaje, el reflejo de un arma blanca acercándose poco a poco a su víctima... Todos estos, recursos habituales, se revelan como plenamente efectivos únicamente cuando rompen por completo la anticipación del espectador; dejándole desnudo ante el horror y angustiado frente a lo impredecible.


La ruptura de las expectativas es la única vía posible para gestar una gran cinta de terror, y lo primero que hace Ari Aster en la maravillosa 'Midsommar' es bañar su turbio metraje con la perpetua luz del Sol nórdico, huyendo de la oscuridad que se suele asociar al género. A partir de ahí, el autor de 'Hereditary' desata un hipnótico infierno de 140 perfectos minutos que penetra en el fondo del inconsciente mientras te sume en un delicioso desconcierto del que es imposible escapar.

La obra de un AUTOR en mayúsculas

Hablar de 'Midsommar' es hacerlo del asombroso refinamiento formal y narrativo de un cineasta que firmó su debut, aunque cueste creerlo, hace tan sólo un año. Un ejercicio en el que la casi obsesiva perfección y el gusto por el detalle en lo que respecta a lo visual va más allá del efectismo y del ejercicio de estilo, sirviendo su brillante diseño de producción como un soporte necesario para edificar sus sugestivas y densas lecturas.


Como si de una catarsis compartida entre director y protagonista se tratase —está escrita tras una ruptura amorosa del propio Aster—, la película comparte la misma carga temática de 'Hereditary', explorando con acierto y desasosiego conceptos tan variados como el infierno que puede suponer la vida en pareja o la necesidad de pertenencia a un grupo o núcleo familiar; elementos presentados como algunas de las mayores debilidades del ser humano.


Pero, como apuntaba anteriormente, si este absorbente y, por momentos, engolado viaje trasciende a su condición de cinta de terror sofisticado e inaccesible para todo tipo de público, es gracias al modo en que hace malabares con las expectativas para regar el metraje con una infinidad de sorpresas que afectan a los factores más insospechados.


Y es que, tras quedarse clavado en la butaca durante sus primeros compases, pocos —por no decir nadie— podrían esperar que, entre su aparente contención, su alma de drama introspectivo de terror y su ultraestilizada forma, 'Midsommar' encerrase una esencia cafre y desmadrada, con cierto poso de comedia negra como el carbón, que no teme en reencauzar sus referentes el folk horror de 'El hombre de mimbre' a 'La matanza de Texas' e, incluso, al slasher arquetípico y desenfadado de los años 90.


midsommar


Mas allá de guiños más o menos obvios, la narrativa del filme y el diseño de sus personajes son un buen ejemplo de esto. No cuesta identificar en el peculiar grupo de protagónicos a la final girl, al colega graciosete, al intelectual o al tipejo odioso de turno que, en cualquier otro escenario, irían cayendo a manos de un asesino enmascarado y que en esta ocasión deben enfrentarse a los peligros de una peculiar comunidad nórdica.


El modo en que evoluciona la historia resulta igualmente chocante. El director opta por hacer de la cocción a fuego lento y la sobriedad los leitmotivs del largometraje, caldeando el ambiente e invitando a esperar que la olla a presión en la que se convierte la atmósfera termine explotando en cualquier momento. Pero Aster se niega a satisfacer nuestros instintos primarios, limitándose a salpicar puntualmente el metraje con instantáneas de una brutal violencia para, después, regresar al ritmo habitual y al uso del fuera de campo. Nunca deja que 'Midsommar' se desate del todo, y eso, en conjunto, es tan enervante como inteligente.


midsommar


Es sumamente complicado intentar catalogar a 'Midsommar' de un modo que haga justicia a su excepcional riqueza y su dualidad. Es mucho más sencilla de lo que aparenta y encierra a su vez una complejidad que daría para horas de análisis. Transpira un aroma a broma de un exquisito mal gusto que se entremezcla con una trascendencia con la que esas películas que se esfuerzan desesperadamente por destacar entre sus congéneres tan sólo pueden soñar.


Por eso es mejor liberarse de odiosas etiquetas y limitarse a reivindicar 'Midsommar' como uno de los filmes de terror más relevantes que nos va a dejar esta década, firmado por un AUTOR —en mayúsculas— tan único y sobresaliente como su atípica y, por el momento, breve filmografía.



 
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