MÚSICA PARA CAMALEONES - Truman Capote

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La vieja casa, de construcción irregular, que compartían las hermanas y que habían heredado, reflejaba, en su tranquilidad y tibio confort, con sus civilizados colores lisos y sus " toques" atmosféricos, la personalidad de la más joven de las hermanas, pues Mrs. Connor, si bien era agradable , carecía de la visión selectiva de Adelaide Mason, de su imaginación. La sala, casi toda azul y blanca, estaba llena de plantas floridas y contenía una inmensa pajarera victoriana, en la que vivían una media docena de canarios cantores.
El comedor era amarillo, blanco y verde, con piso de madera de pino, sin alfombras, lustrado como un espejo . Un fuego de leños ardía en el hogar. Las dotes de Miss Mason eran mayores aún de lo que sostenía Jake. Sirvió un guisado irlandés extraordinario, y una maravillosa tarta de pasas y manzanas. Para beber vino blanco, vino tinto y champagne. El marido de Mrs. Connor la había dejado en buena posición

Fue durante la comida que mi impresión original de nuestra anfitriona más joven empezó a cambiar. Si, era evidente que existía un entendimiento entre Jake y esta dama. Eran amantes. Observándola más atentamente, viéndola, como si fuera, por los ojos de Jake, empecé a apreciar su interés, innegablemente sensual. Era cierto que su rostro tenía defectos, pero su figura, en el ajustado vestido de jersey gris, era adecuada, lucía bastante bien , en realidad, y ella actuaba como si fuera sensacional, una rival de la estrella de cine más atractiva. El balanceo de sus caderas, el movimiento suelto de sus pechos como frutas, su voz de contralto, la fragilidad de sus gestos, todo era muy seductor, muy femenino sin ser afeminado.



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Su poder residía en su actitud: se comportaba como si creyera que era irresistible, y fueran cuales sus oportunidades, el estilo de la mujer implicaba una historia erótica completa, incluso con notas al pie de página. Al terminar la comida, Jake la miró como si quisiera llevarla directamente al dormitorio: la tensión entre ellos era tan fuerte como el alambre de acero que había decapitado a Clem Anderson. Sin embargo, Pepper desenvolvió un cigarro, que Miss Mason encendió. Me reí.

Jake: ¿Eh?

TC: Es como una novela de Edith Wharton, La casa de la alegría, donde las damas no hacen más que encender los cigarros de los caballeros.

Mrs. Connor ( a la defensiva): Es la costumbre local. Mi madre siempre encendía los cigarros de mi padre. Aunque le disgustaba el aroma. ¿No es verdad Addie?

Addie: Si, Marylee. Jake, ¿quieres más café?

Jake: Quédate quieta Addie. No quiero nada. Fue una comida maravillosa, y es hora de que te tranquilices.
¿Addie? ¿Qué te parece el aroma?

Addie: ( casi ruborizándose ): Me gusta el aroma de un buen cigarro. Si fumara, elegiría cigarros.

Jake: Addie, volvamos al Día de Acción de Gracias pasado. Estábamos sentados como ahora.

Addie: ¿Y te mostré el féretro?

Jake: Quiero que cuentes la historia a mi amigo. Tal como me la contaste a mi.



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Mrs. Connor ( echando hacia atrás la silla): ! Por favor! ¿Debemos hablar de eso? !Siempre! !Siempre ! Tengo pesadillas.

Addie: ( levantándose, abrazando a su hermana): Está bien Marylee. No hablaremos del asunto. Iremos a la sala y puedes tocar el piano para nosotros.

Mrs. Connor: Es tan repugnante. ( Mirándome.) Usted debe pensar que soy una tonta. No hay duda de ello. Y además, he tomado demasiado vino.

Addie: Necesitas un sueñecito, querida.

Mrs. Connor: ¿Un sueñecito? Addie, ¿cuantas veces quieres que te lo diga ? Tengo pesadillas.(Sobreponiéndose.) Por supuesto. Un sueñecito .Discúlpenme, por favor. ( Al irse su hermana, Addie se sirvió otro vaso de vino tinto, lo levantó, dejando que el brillo del hogar destacara los destellos escarlatas. Sus ojos pasaron del fuego al vino, luego a mi. Tenía ojos pardos, pero las distintas iluminaciones --- el fuego, las velas sobre la mesa-- los colorearon, haciéndolos amarillo felino. A lo lejos, los canarios enjaulados cantaban, y la nieve, que se veía caer por las ventanas como si fuera encaje roto, acentuaba el bienestar interior , la tibieza del fuego, el rojo del vino.)

Addie: Mi historia.
Tengo cuarenta y cuatro años, nunca estuve casada. He recorrido el mundo dos veces, trato de ir a Europa verano por medio, pero es justo decir que con excepción de un marinero borracho que se enloqueció y trató de violarme en un barco sueco, nada extraño me has sucedido hasta este año, la semana antes del Día de Acción de Gracias.



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Mi hermana y yo tenemos una casilla de correos, no porque recibamos mucha correspondencia, sino porque estamos suscriptas a muchas revistas. De todos modos, de regreso a casa de la escuela me detuve a buscar la correspondencia, y encontré un paquete en la casilla, bastante grande, pero muy liviano. Estaba envuelto en un papel madera arrugado que tenía el aspecto de haber sido usado antes, y atado con cordel viejo. El sello era local. Estaba dirigido a mí. Mi nombre estaba claramente impreso en tinta negra, espesa. Aun antes de abrirlo, pensé; " ¿Qué clase de porquería es esto?". Por supuesto, usted está enterado de los féretros, ¿no?

TC: He visto uno, si.

Addie: Pues yo no sabía nada de ellos. Nadie sabía nada. Era un secreto entre Jake y sus agentes.
( Guiñó un ojo a Jake y, echando la cabeza hacia atrás, tomó el resto del vino de un trago, con gracia sorprendente y una agilidad que reveló una garganta encantadora. Jake devolviéndole el guiño, echó un anillo de humo en su dirección, y el óvalo vacío, flotando por el aire, pareció llevar un mensaje erótico.)

En realidad, no abrí el paquete hasta esa noche, tarde. Porque cuando llegué a casa encontré a mi hermana al pie de la escalera. Se había caído y recalcado un tobillo. Vino el médico. Hubo un gran revuelo. Me olvidé del paquete hasta después de acostarme. Entonces pensé: Bueno, puede esperar hasta mañana. Ojalá hubiera respetado esa decisión. Por lo menos, no habría perdido una noche de sueño. Porque...fue un shock . Una vez recibí una carta anónima, realmente atroz, especialmente porque mucho de lo que decía era verdad. ( Riendo, volvió a llenar su vaso


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No fue el féretro el que me impresionó . Fue la foto, muy reciente, tomada en los escalones del correo. Me pareció una intrusión, un robo, que me sacaran una foto sin que me diera cuenta. Comprendo a esos africanos que huyen de las cámaras, pues temen que el fotógrafo quiera robarles el espíritu. Estaba impresionada, pero no asustada. Mi hermana fue la que se asustó.
Cuando le mostré el pequeño obsequio, dijo " ¿No crees que tendrá algo que ver con lo otro ? ". " Lo otro" se refería a lo que ha pasado aquí estos últimos cinco años. asesinatos, accidentes , suicidios, lo que sea. Depende de con quién hablas uno. Yo traté de no preocuparme, y lo puse en la misma categoría que la carta anónima, pero cuanto más pensaba en el asunto, se me ocurría que mi hermana había dado en la tecla. El paquete no me había sido enviado por alguna mujer celosa, alguien que simplemente me deseara el mal. Era obra de un hombre.
Un hombre había tallado ese féretro. Un hombre de dedos fuertes había escrito mi nombre en ese paquete. Y se trataba de una amenaza. Pero, ¿por qué ? Pensé: a lo mejor Mr. Pepper sabe por qué.

Yo conocía a Mr. Pepper. A Jake. En realidad estaba enamorada de él.

Jake: No te apartes del tema.

Addie: No lo hago. Utilicé la historia para atraerte a mi cubil.

Jake: Eso no es verdad.

Addie: (tristemente, su voz en aburrido contrapunto con las serenatas de los canarios): No, no es verdad. Porque cuando decidí hablar con Jake, había llegado a la conclusión de que alguien, en realidad, intentaba matarme, y tenía idea de quién era, a pesar de que el motivo parecía improbable, tan trivial.

Jake: No es improbable ni trivial, una vez que se ha estudiado el estilo de la bestia.


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Addie ( sin prestarle atención , e impersonalmente, como si estuviera recitando una tabla de multiplicación a sus alumnos): Todo el mundo conoce a todo el mundo.Eso es lo que dicen acerca de la gente de los pueblos. Yo nunca he visto a los padres de algunos de mis alumnos.
Todos los días paso al lado de personas que son perfectos extraños. Soy bautista, y nuestra congregación no es grande, pero hay algunos miembros en ella cuyos nombres no podría decir aunque me apuntaran con un revólver a la cabeza.

Voy a esto: cuando empecé a pensar en la gente que había muerto, me di cuenta de que los conocía a todos. Excepto a la pareja de Tulsa que se alojaba en lo de Ed Baxter y su mujer..

Jake: Los Hogan.

Addie: Si. Bueno no son parte del caso, de todos modos. Espectadores que quedaron atrapados en un infierno. Literalmente.
Aunque ninguna de las víctimas había sido amigo intimo, con la excepción tal vez de Clem y Amy Anderson. Sus hijos fueron alumnos míos.
Pero conocía a los los otros: a George y Amelia Roberts, a los Baxter, al doctor Parsons. Los conocía bastante bien.
Por una sola razón. ( Miró su vino, observando sus fluctuaciones color rubí, como una gitana que consulta un brumoso cristal, un vidrio fantasmal.) El río. ( Se llevó la copa a los labios, y nuevamente la vació de un solo trago, sin esfuerzo .) ¿ Ha visto el río? ¿Todavía no?
Bueno, ésta no es la mejor época del año, pero en verano es muy lindo. Lo más lindo de la zona, de lejos. Lo llamamos río Azul. Es azul, no como el Caribe, pero igualmente limpio, con fondo de arena, muy sereno para nadar.


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Nace en esas montañas al norte y atraviesa las llanuras y estancias. Es nuestra principal fuente de irrigación, y tiene dos afluentes, ríos mucho más chicos, uno llamado Hermano Mayor, y el otro Hermano Menor.
El problema empezó por los afluentes. Muchos granjeros, que dependían de ellos, pensaban que se debería desviar el río Azul para aumentar el caudal de los afluentes. Naturalmente, los granjeros cuyas tierras eran irrigadas por el río principal , se opusieron a esta propuesta. El que más se opuso fue Bob Quinn, propietario de la estancia B.Q., atravesada Por los brazos más anchos y profundos del río Azul.

Jake ( escupiendo en el hogar): Robert Hawley Quinn, el caballero.

Addie: Se trataba de una pelea que hacía décadas que estaba latente. Todos sabían que lo más lógico era alimentar los dos tributarios, incluso a expensas del río Azul ( desde el punto de vista del aprovechamiento y de la belleza). Pero la familia Quinn y otros propietarios de la zona siempre se las habían ingeniado, mediante alguna treta, para impedir que se hiciera nada.
Luego tuvimos dos años de sequía , eso tornó crítica la situación. Los granjeros que dependían, para vivir, de los afluentes, estaban desesperados, y empezaron a gritar. La sequía los había perjudicado mucho, perdieron gran cantidad de ganado, de modo que empezaron a exigir una parte del río Azul. Finalmente el concejo municipal decidió designar una comisión especial para resolver el asunto. No sé cómo se eligieron los miembros de la comisión. Yo no tenía ninguna condición especial.

Recuerdo que el viejo juez Hatfield -- está retirado ahora y vive en Arizona --me llamó por teléfono para preguntarme si quería formar parte. Eso fue todo. Tuvimos nuestra primera reunión en la sala del concejo del palacio de justicia en enero de 1970. Los otros miembros de la comisión eran Clem Anderson, George y Amelia Roberts, el doctor Parsons, los Baxter, Tom Henry y Oliver Jaeger...


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Jake ( a mi): Jaeger. El jefe de correos. un loco hijo de put*.

Addie: No es loco en realidad. Dices eso porque...

Jake: Porque es loco, en realidad.
( Addie estaba desconcertada. Miró su copa de vino, se dirigió a llenarla nuevamente, encontró la botella vacía, y luego sacó de una carterita que convenientemente descansaba sobre su falda, una linda cajita de plata, llena de píldoras azules. Valium. Tomo una con un sorbo de agua. ¿Jake había dicho que Addie no era una mujer nerviosa?)

TC: ¿ Quién es Tom Henry ?

Jake: Otro loco. Más loco que Oliver Jaeger. Es dueño de una estación de servicio.

Addie: Si, éramos nueve. Nos reunimos una vez por semana durante dos meses. ambas partes enviaron expertos para atestiguar. Vinieron muchos de los granjeros, para hablar con nosotros y presentar su propio caso. Pero Mr. Quinn no compareció. Nunca oímos ni una palabra de Bob Quinn, a pesar de que, como propietario de la estancia B.Q. tenía más que perder que nadie si decidíamos desviar "su" río. Yo pensé: Es demasiado importante para perder el tiempo con una comisión tan insignificante como la nuestra. Él, que sólo hablaba con el gobernador, los senadores, creyendo que se los había metido en el bolsillo. Lo que nosotros decidiéramos no importaba. Sus amigos poderosos lo vetarían.



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La excelente edición de bolsillo española, por la Editorial Anagrama en su Colección Compactos.
 
Última edición:
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Pero no sucedió de esa manera. Decidimos desviar el río Azul exactamente en el lugar en que entraba en la propiedad de Quinn, eso no lo dejaba sin río, por supuesto, sólo que ya no lo tendría sólo para él.
La decisión habría sido unánime si Tom Henry no se hubiera opuesto. Tienes razón Jake. Tom Henry es loco.
El voto fue ocho a uno. Y fue una decisión tan popular, un veredicto que no perjudicaba a nadie , sino que beneficiaba a muchos, que los compinches políticos de Quinn no podían hacer nada al respecto, si es que querían seguir en el gobierno. Unos días después de la decisión encontré a Bob Quinn en la oficina de correos. Me saludó sacándose el sombrero exageradamente, sonriendo, y preguntándome cómo estaba.
Yo no esperaba que me escupiera, pero nunca me había saludado con tanta cortesía. No era posible suponer que me guardaba rencor. Era un disparate pensarlo.

TC: ¿Cómo es este Mr. Quinn?

Jake: ! No se lo digas!

Addie: ¿ Por qué no?

Jake: Porque no.
( Poniéndose de pie caminó hasta la chimenea y arrojó lo que quedaba de su cigarro al fuego. Se quedó de espaldas al fuego, con las piernas levemente separadas, los brazos cruzados. Nunca había pensado que Jake pudiera ser vano, pero era evidente que estaba posando, intentando parecer atractivo , cosa que lograba. Reí.)

Jake: ¿Eh?

TC: Ahora es como una novela de Jane Austen. En sus novelas los caballeros atractivos siempre se calientan la cola de pie ante la chimenea de leños.


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Addie ( riendo). ! Oh Jake es verdad, es verdad!

Jake: Nunca leo literatura femenina. Nunca lo he hecho. Nunca lo haré.

Addie: Sólo por eso, abriré otra botella de vino, y me la beberé toda yo.

( Jake regresó a la mesa y se sentó al lado de Addie; tomó una de sus manos entre las de él y entrecruzó los dedos. Esto la turbó visiblemente: se ruborizó, y le salieron manchas rojas en el cuello. Él no pareció darse cuenta de la existencia de ella, ni de lo que hacía. Me
miraba, como si estuviéramos solos)

Jake: Si, lo sé. Ahora que ha oído todo esto está pensando; bueno, el caso está solucionado: Mr. Quinn es el autor. Eso es lo que yo pensé. El año pasado, después que Addie me dijo todo esto, salí de aquí enloquecido de alegría, como un oso picado por las avispas. Fui directamente a la ciudad. A pesar de que era el Día de Acción de Gracias, esa misma noche tuvimos una reunión plenaria en el Departamento. Expuse todo el caso: éste es el motivo, éste es el tipo. Nadie hizo ninguna objeción , excepto el jefe. Dijo: " No tan rápido, Pepper. El tipo que estás acusando tiene peso. Por otra parte, ¿que pruebas tienes? Todas son especulaciones. Suposiciones". todos estuvieron de acuerdo con él. Dijeron: " ¿Donde está la evidencia?.
Me puse tan furioso que empecé a gritar. Dije:" ¿ Para qué diablos creen que estoy aquí? Tenemos que colaborar todos juntos y fabricar la evidencia. Sé que Quinn es el asesino". El jefe dijo: " Yo tendría cuidado a quien diría eso. Podrían despedirnos a todos si empiezas a abrir la boca".


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Addie: Al día siguiente Jake volvió a casa, y ojalá le hubiera sacado una foto. Como maestra he tenido que alentar a muchos niños, pero nunca he visto a nadie tan triste como tú, Jake.

Jake: No tenía razones para estar contento. Eso es un hecho. El departamento me respaldó. Empezamos a estudiar detalladamente la vida de Robert Hawley Quinn desde el año uno. Pero deberíamos movernos con muchísimo cuidado, pues el jefe se sobresaltaba por nada.
Yo quería una orden de allanamiento para revisar la estancia B.Q., las casas, la propiedad entera. Denegada . Ni siquiera me permitía interrogar al hombre..

TC: ¿ Sabía Quinn que sospechaban de él?

Jake: ( con un resoplido). Inmediatamente . Alguien del despacho del gobernador se lo dijo. Probablemente, el gobernador mismo. O los tipos de nuestro Departamento. Ellos también se lo habrán dicho. No confío en nadie. En nadie relacionado con el caso.

Addie: El pueblo entero lo supo en seguida.

Jake: Gracias a Oliver Jaeger. Y a Tom Henry. Ésa es culpa mía. Como los dos habían formado parte de la comisión del rio, sentí que era mi responsabilidad advertirles, hablar de Quinn, ponerlos en aviso acerca de los féretros. Ambos me prometieron que lo considerarían un asunto confidencial. Fue lo mismo que reunir a todo el pueblo y hablarle del caso.

Addie: En la escuela, uno de mis alumnos levantó la mano y dijo: " Mi papá dijo a mi mamá que alguien le mandó un cajón, como para el cementerio. Dijo que fue Mr. Quinn". Yo le dije: " Oh, Bobby, tu papá le estaba haciendo una broma a tu mamá".


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