OP
pilou12
Guest
64
Yo no recuerdo haber cruzado diez palabras con él, pero me gustaba por la forma que olía. Tengo una nariz de sabueso y podía olerlo a cien yardas de distancia: tal cantidad de brillantina llevaba el pelo, y otra cosa que Ivory dijo que se llamaba Atardecer en París.
Ivory juró una y otra vez que no era verdad. ¿ Ella? ¿ Dejar ella que un mico tejano-mejicano como Freddy le pusiera un dedo encima?
Explicó que Hulga estaba furiosa y celosa porque ese chico la había dejado pelada y creía que se estaba jodiendo a todo bicho viviente entre Cat City e Indio. Afirmó que yo la había ofendido prestando oídos a tales mentiras, aun cuando Hulga era más digna de lastima que de insultos. Y se quitó el anillo de boda que yo le había dado --perteneció a mi primera mujer, pero ella dijo que no importaba, porque sabía que yo había amado a Hedda y que eso le añadía valor --, y me lo tendió diciendo que si no la creía, que ahí tenía el anillo y que cogería el primer autobús que saliera hacía cualquier parte. Así que se lo volví a poner en el dedo y nos hincamos de rodillas en el suelo y rezamos juntos.
La creí; al menos me figuré que la creía; pero, de algún modo, había como un balancín en mi cabeza; si, no, si, no. Además, Ivory había perdido soltura; antes, tenía una gracia en el cuerpo que era como la suavidad de su voz. Pero ahora era todo alambre, estaba en tensión como esos judíos del club que no dejan de quejarse y de lamentarse y de regañar porque uno no puede quitarles las penas a restregones.
Hulga encontró trabajo en el Miramar, pero el parque de remolques siempre me daba la vuelta cuando olía que venía.
Una vez se acercó a mi y me dijo con una especie de murmullo: ¿." No sabes que esa dulce esposa tuya le ha dado al mejicano un par de pendientes de oro ? Pero su amigo no se los deja poner". No sé. Ivory rezaba todas las noches conmigo para que el señor nos mantuviera juntos, sanos de cuerpo y de espíritu .
Musica para camaleones - Truman Capote
Yo no recuerdo haber cruzado diez palabras con él, pero me gustaba por la forma que olía. Tengo una nariz de sabueso y podía olerlo a cien yardas de distancia: tal cantidad de brillantina llevaba el pelo, y otra cosa que Ivory dijo que se llamaba Atardecer en París.
Ivory juró una y otra vez que no era verdad. ¿ Ella? ¿ Dejar ella que un mico tejano-mejicano como Freddy le pusiera un dedo encima?
Explicó que Hulga estaba furiosa y celosa porque ese chico la había dejado pelada y creía que se estaba jodiendo a todo bicho viviente entre Cat City e Indio. Afirmó que yo la había ofendido prestando oídos a tales mentiras, aun cuando Hulga era más digna de lastima que de insultos. Y se quitó el anillo de boda que yo le había dado --perteneció a mi primera mujer, pero ella dijo que no importaba, porque sabía que yo había amado a Hedda y que eso le añadía valor --, y me lo tendió diciendo que si no la creía, que ahí tenía el anillo y que cogería el primer autobús que saliera hacía cualquier parte. Así que se lo volví a poner en el dedo y nos hincamos de rodillas en el suelo y rezamos juntos.
La creí; al menos me figuré que la creía; pero, de algún modo, había como un balancín en mi cabeza; si, no, si, no. Además, Ivory había perdido soltura; antes, tenía una gracia en el cuerpo que era como la suavidad de su voz. Pero ahora era todo alambre, estaba en tensión como esos judíos del club que no dejan de quejarse y de lamentarse y de regañar porque uno no puede quitarles las penas a restregones.
Hulga encontró trabajo en el Miramar, pero el parque de remolques siempre me daba la vuelta cuando olía que venía.
Una vez se acercó a mi y me dijo con una especie de murmullo: ¿." No sabes que esa dulce esposa tuya le ha dado al mejicano un par de pendientes de oro ? Pero su amigo no se los deja poner". No sé. Ivory rezaba todas las noches conmigo para que el señor nos mantuviera juntos, sanos de cuerpo y de espíritu .
Musica para camaleones - Truman Capote