MÚSICA PARA CAMALEONES - Truman Capote

152


Estaba metido en el río, vestía una túnica blanca y el agua le llegaba a la cintura. Tenía el pelo gris y blanco, una masa enmarañada y empapada y sus largas manos, extendidas hacia el cielo, imploraban al húmedo sol del mediodía. Traté de ver su cara, pues sabía que debía ser el reverendo Bobby Joe Snow, pero antes de lograrlo, mi benefactor me volvió a depositar en medio de la asquerosa mezcolanza de pies extáticos, ondulantes brazos y temblorosas panderetas. Supliqué volver a casa, pero Lucy borracha de gloria, no me soltaba. El sol quemaba. Sentí el vómito en la garganta. Pero no devolví. Empecé a chillar, a dar puñetazos y alaridos.

Lucy me arrastraba en dirección al río, y la multitud se abría para hacernos paso. Luché hasta llegar a la orilla del río, luego me detuve, silenciado por la escena. El hombre de la túnica blanca, parado en el río, sostenía a una niña reclinada. Recitó las Escrituras antes de sumergirla rápidamente bajo el agua, y luego la sacó. Llorando, gritando, se dirigió, a los tropezones, hacia la orilla.
Ahora los brazos de simio del reverendo se extendieron hacia mí. Mordí a Lucy en la mano, y me libré de su control, pero un muchachón me agarró y me arrastró al agua. Cerré los ojos. Podía oler el pelo, sentir los brazos del reverendo que me impulsaban hacia abajo, hacia la negrura sofocante y luego, horas después, me alzaban hacia la luz solar. Abrí los ojos y los fijé en los de él, grises, maníacos. Acercó la cara ancha y delgada, y me besó en los labios. Oí una risa fuerte, una erupción como dinamita: "!Jaque mate! ."


Musica para camaleones - Truman Capote
 
153


Quinn: ! Jaque mate!

Jake: Diablos, Bob. Lo hizo por cortesía. Dejó que usted ganara.

( El beso se esfumó. El rostro del reverendo, retrocediendo, fue reemplazado por un rostro virtualmente idéntico. De modo que había sido en Alabama, cincuenta años atrás, donde había visto por primera vez a Mr. Quinn, o por lo menos a su contraparte: Bobby Joe Snow, evangelista.)

Quinn: ¿Qué le parece, Jake? ¿Listo para perder otro dólar?

Jake: Esta noche no. Salimos en auto para Denver mañana. Mi amigo tiene que tomar el avión.

Quinn: (a mí): Eh, qué visita más corta. Vuelva pronto. Vuelva en verano y lo llevaré a pescar truchas. Aunque ya no es igual que antes. Antes podía estar seguro de pescar una trucha arco iris de tres kilos no bien tiraba la línea. Antes de que arruinaran mi río

( Nos fuimos sin despedirnos de Juanita Quinn. Estaba profundamente dormida, roncando. Quinn nos acompañó hasta el auto. "!Manejen con cuidado"!, nos advirtió, mientras nos decía adiós con la mano y esperaba a que desaparecieran las luces traseras de nuestro auto.)

Jake: Bueno, me enteré de una cosa, gracias a usted. Ahora sé que él mismo saca las fotos.

TC: ¿ Por qué no quiso que Addie me dijera cómo era?

Jake: Podría haber influenciado su primera impresión. Quería que lo viera sin prejuicios y me dijera qué veía.

TC: Vi a un hombre que había visto antes.

Jake: ¿ A Quinn?

TC: No, no a Quinn. Pero a alguien parecido. Su mellizo.


Musica para camaleones - Truman Capote
 
154



Jake: Hable claro.

( Describí aquel día de verano, mi bautismo. El parecido entre Quinn y el reverendo Snow era tan claro para mí. Los caracteres afines. Pero hablé emotivamente, metafísicamente, y no logré comunicar lo que sentía. Me di cuenta de la desilusión de Jake: él esperaba una percepción sensata, una penetración prístina y pragmática que lo ayudara a aclarar su propio concepto del carácter de Quinn, y de sus motivaciones.
Guardé silencio, mortificado por haber fallado a Jake. pero al llegar la la carretera, y cuando nos dirigíamos por ella a la ciudad, Jake me dijo que, a pesar de que el relato de mi recuerdo había sido un tanto confuso e inconexo, él había podido descifrar parcialmente lo que yo había expresado de forma tan pobre.)

Bueno, Bob Quinn cree que él es Dios Todopoderoso.

TC: No lo cree. Lo sabe.

Jake: ¿ alguna duda?

TC: No, ninguna. Quinn es el hombre que talla los féretros.

Jake: Y uno de estos días tallará el propio. O no me llamo Jake Pepper.

Durante los meses siguientes llamé a Jake por lo menos una vez a la semana, por lo general los domingos, cuando él estaba en casa de Addie, lo que permitía hablar con ambos. Jake abría la conversación diciendo. " Lo siento, socio. Nada nuevo que informar".
Pero un domingo, Jake me contó que él y Addie habían fijado la fecha de la boda: el 10 de agosto. Y Addie dijo: " Espero que pueda venir". Le prometí que lo haría, aunque el día coincidía con un viaje de tres semanas a Europa que había planeado. Bueno, combinaría las fechas.


Musica para camaleones - Truman Capote
 
155


Sin embargo, fue la pareja la que tuvo que cambiar pues el agente del Departamento que reemplazaría a Jake mientras durara su luna de miel ("! Vamos a Honolulú !") tuvo un ataque de hepatitis y la boda se pospuso hasta el primero de septiembre. " Qué mala suerte". dije a Addie. " Pero para entonces ya estaré de regreso, y podré ir".

De modo que a principios de agosto, volé por Swissair a Suiza, y holgazaneé varias semanas en una aldea alpina, tomando el sol entre las nieves eternas. Dormí, comí, releí a todo Proust, que es como sumergirse en una ola gigantesca, con destino desconocido. Pero mis pensamientos con demasiada frecuencia giraban en torno de Mr. Quinn. A veces mientras dormía, llamaba a mi puerta y entraba a mis sueños, en ocasiones tal cual era, con los ojos grises brillándole tras las gafas de aro de alambre, pero de vez en cuando aparecía ataviado como el reverendo Snow, con la túnica blanca. Aspirar durante un breve período el aire alpino es vivificante pero una larga vacación en las montañas puede tornarse claustrofóbica y provocar depresiones inexplicables. De todos modos, un día en un estado de ánimo negro, alquilé un auto y atravesando el paso Bernardo crucé a Italia y me dirigía a Venecia. En Venecia uno vive disfrazado y con una máscara, es decir uno no es uno mismo, y no es responsable de su comportamiento.
No era mi yo verdadero el que llegó a Venecia a las cinco de la tarde y que antes de la media noche tomó un tren con destino a Estambul.

Todo empezó en el bar de Harry, como tantas aventuras venecianas. Acababa de pedir un martini, cuando justo entra por la puerta de vaivén Gianni Paoli, un enérgico periodista que había conocido en Moscú cuando él era corresponsal de un diario italiano.


Musica para camaleones - Truman Capote
 
156



Juntos, con la ayuda de vodka, habíamos alegrado muchos aburridos restaurantes rusos. Gianni estaba en Venecia camino a Estambul.
Tomaba el Expreso de Oriente a medianoche. Seis martinis más tarde me había convencido de que fuera con él. Fue un viaje de dos días y dos noches. El tren serpenteó a través de Yugoslavia y Bulgaria, pero nuestras impresiones de estos países se limitaron a lo que vimos por las ventanillas de nuestro iluminado compartimiento, que nunca abandonábamos excepto para renovar nuestra provisión de vino y vodka.

El cuarto daba vueltas. Paraba. Daba vueltas. Bajé de la cama. Mi cerebro, una colección de vidrios rotos, tintineó dolorosamente dentro de mi cabeza. Podía ponerme de pie, sin embargo. Y caminar. Hasta recordaba dónde estaba: en el hotel Hilton, en Estambul. Cautelosamente, me dirigí a un balcón que daba al Bósforo. Gianni Paoli tomaba el sol, desayunaba y leía el Herald Tribune, edición parisienne. Parpadeando, miré la fecha del diario. Era el primero de septiembre. ¿Por qué la fecha me causaba una sensación tan desagradable? Náuseas. Culpa. Remordimiento. Por Dios, !me había perdido la boda!

Gianni no comprendía por qué estaba tan perturbado ( los italianos siempre están perturbados, pero no entienden por qué pueden estarlo otras personas). Sirvió vodka en un jugo de naranja, me lo ofreció, y me dijo que bebiera, que me emborrachara. " Primero envía un telegrama". Seguí su consejo, las dos partes.


Musica para camaleones - Truman Capote


 
157


El telegrama decía : Demorado inevitablemente pero les deseo muchas felicidades en este día maravilloso. Más tarde, cuando el descanso y la abstinencia volvieron firme mi mano, les escribí una carta breve. No mentí, simplemente no les expliqué por qué había sido "inevitablemente demorado". Dije que volvía a Nueva York en unos días y que los llamaría por teléfono tan pronto regresaran de su luna de miel. Dirigí la carta al matrimonio Pepper y al dejarla en la recepción para que la despacharan me sentí aliviado, exonerado.
Pensé en Addie, con una flor en el pelo, en Addie y Jake caminando al atardecer por una playa en Waikiki, con el mar junto a ellos bajo las estrellas. Me pregunté si Addie sería demasiado mayor para tener hijos.

Pero no volví a casa. Sucedieron cosas. Encontré a un viejo amigo en Estambul. Un arqueólogo que estaba trabajando en una excavación en la costa de Anatolia, al sur de Turquía. Me invitó a que fuera con él, dijo que Anatolia me gustaría, y tenía razón, me gustó. Nadaba todos los días, aprendí a bailar folklóricos de Turquía, bebí ouzo y bailé al aire libre todas las noches en el bar local.
Me quedé dos semanas. Luego fui por barco a Atenas, y de allí volé a Londres, donde me hice hacer un traje a medida.
Era octubre, casi otoño, cuando recién abrí la puerta de mi apartamento de Nueva York.

Un amigo, que durante mi ausencia iba a regar las plantas, había colocado la correspondencia en ordenadas pilas sobre la mesa de la biblioteca. Había algunos telegramas, que examiné antes de quitarme el abrigo. Abrí uno: era una invitación a una fiesta de Noche de Brujas. Abrí otro: llevaba la firma de Jake: Llámeme urgentemente. Estaba fechado agosto 29. Hacía seis semanas.


Musica para camaleones - Truman Capote



 
158


Rápidamente, sin permitirme creer que lo que pensaba fuera verdad, encontré el numero de Addie y disqué. No me respondieron. Luego hice una llamada, persona a persona, al motel Prairie: N0 Mr. Pepper no se alojaba allí en ese momento. Si, la operadora creía que era posible comunicarse con él a través del Departamento de Investigaciones del Estado. Llamé. Un hombre---un hijo de put* intratable--- me informó que el detective Pepper estaba de licencia, y no, podía decirme por donde andaba ( "Es contrario a los reglamentos" ). Cuando le di mi nombre y le dije que llamaba desde Nueva York contestó ah, si, y cuando le pedí por favor que me escuchara, porque es muy importante, el hijo de perra colgó.

Necesitaba orinar, pero la urgencia, insistente durante todo el viaje desde el aeropuerto Kennedy, desapareció cuando miré las cartas apiladas sobre la mesa de la biblioteca. La intuición me llevó a ellas. Revisé las pilas con la velocidad profesional de un clasificador de correspondencia, buscando la letra de Jake. La encontré. El sobre llevaba el matasello septiembre 10, pertenecía al Departamento de Investigaciones y provenía de la capital del Estado. Era una carta breve, pero la letra , firme y masculina, disfrazaba la angustia de su autor:


Su carta de Estambul llegó hoy. Cuando la leí estaba sobrio. Ahora no estoy sobrio. El día que murió Addie, en agosto, le envié un telegrama pidiéndole que me llamara. Supongo que estaba en el extranjero. Pero eso era lo que tenía que decirle. Addie ha muerto. Todavía no lo creo, nunca lo creeré, hasta que sepa qué pasó realmente. Dos días antes de la boda ella Y Marylee estaban nadando en el río azul. Addie se ahogó, pero Marylee no la vio ahogarse. No puedo escribir esto. Tengo que irme. No confío en mí. Vaya a donde vaya, Marylee Connor sabrá localizarme. Sinceramente ...


Musica para camaleones - Truman Capote
 
159


Marylee Connor: ! Hola! Por supuesto, reconocí su voz en seguida.

TC: La he llamado la tarde entera, cada media hora.

Marylee: ¿ Adonde está?

TC: En Nueva York

Marylee: ¿ Como está el tiempo?

TC: Está lloviendo.

Marylee: Aquí también está lloviendo. Pero hacía falta. Tuvimos un verano tan seco. Una tenía el pelo lleno de polvo. ¿Dice que me ha estado llamando?

TC: La tarde entera.

Marylee: Bueno, estaba en casa, pero me parece que no oigo muy bien. Y he estado en el sótano y también en el altillo. Empaquetando. Ahora que estoy sola, esta casa es demasiado grande para mí. Tenemos una prima, que es viuda, también compró un apartamento en Florida. Me voy a vivir con ella. Bueno, ¿cómo está? ¿ Ha hablado con Jake últimamente? ( Le expliqué que acababa de regresar de Europa, y que no había podido localizar a Jake; me dijo que estaba con uno de sus hijos en Oregon, y me dio el número de teléfono.) Pobre Jake. Lo ha tomado tan mal. En cierto sentido, se culpa sí mismo. ¿Oh? !Oh no lo sabía!

TC: Jake me escribió, pero recién hoy leí su carta. No puedo decirle cuánto lo siento...

Marylee: (cierta dificultad en la voz ) ¿ No sabía nada de Addie ?

TC: Recién hoy me enteré...

Marylee: ( suspizcamente ): ¿Qué le dijo Jake?

TC: Dijo que se ahogó.

Marylee ( a la defensiva, como si estuviéramos discutiendo): Bueno, así fue. Y no me importa lo que piensa Jake. Bob Quinn no estaba cerca. Es imposible que tuviera algo que ver...


Musica para camaleones - Truman Capote
 
160


( Oí que inspiraba hondo, luego una larga pausa, como si para controlar su genio, se hubiera puesto a contar hasta diez)

Si alguien tiene la culpa, soy yo. Yo tuve la idea de ir a Sandy Cove a nadar. Sandy Cove no pertenece a Quinn. Está en la tierra de Miller. Addie y yo siempre íbamos allí. Hay buena sombra. Es la parte más segura Del Río Azul. Tiene una laguna natural, y allí aprendimos a nadar de niñas. Ese día estábamos solas en Sandy Cove. Entramos en el agua juntas, y Addie me dijo que la semana próxima a esa misma hora estaría nadando en el Pacífico.
Addie era muy buena nadadora, pero yo me canso en seguida. De modo que después de refrescarme, extendí una toalla bajo un árbol y empecé a hojear las revistas que había llevado. Addie se quedó en el agua. La oí decir: " Nadaré hasta la curva e iré a sentarme bajo la cascada"
El río sale de Sandy Cove, hace una curva, y corre por un borde de rocas, formando una cascada. Es una bajada leve, de unos sesenta centímentros. Cuando éramos niñas era divertido sentarse en el borde de las rocas y sentir el agua entre las piernas.

Yo estaba leyendo, sin fijarme en la hora hasta que sentí frío y vi que el sol ya bajaba entre las montañas. No estaba preocupada: imaginé que Addie estaba disfrutando de la cascada. Pero después de un rato caminé río abajo y grité: "!Addie! !Addie!". Pensé : Está bromeando. De modo que subí hasta la parte más alta de Sandy Cove. Desde allí podía ver la cascada y todo el río corriendo hacia el norte. No había nadie. Addie no se veía. Luego, justo debajo de la cascada, vi un nenúfar blanco que flotaba en el agua y se sacudía. Pero luego me di cuenta que no era un nenúfar: era una mano, con un brillante: el anillo que le regaló Jake. Corrí hacia abajo, me metí en el río hasta llegar al borde de rocas de la cascada. El agua era transparente, y no muy honda. Alcancé a ver la cara de Addie bajo la superficie, con el pelo enredado en las ramas de un árbol hundido. No había nada que hacer. La tomé de la mano y tiré y tiré con todas mis fuerzas, pero no pude moverla. De alguna manera, nunca sabremos cómo se había caído del reborde y se habia enredado el pelo en las ramas que le impidieron salir. Muerte accidental por asfixia. Tal fue el veredicto del forense.
¿ Hola?


Musica para camaleones - Truman Capote
 
161



TC: Si, aqui estoy.

Marylee: Mi abuela Mason nunca usaba la palabra "muerte". Cuando moría alguien, especialmente alguien a quien quería, decía que había sido "convocado". Quería significar que no habían sido enterrados, perdidos para siempre, sino "convocados" a algún lugar de la infancia, a un mundo de seres vivientes. Así me siento yo ahora.
Addie ha sido convocada y vive con todo lo que ama. Con los niños. Los niños y las flores. Los pájaros. Las plantas silvestres que encontraba en la montaña.

TC: Lo siento tanto, Mrs. Connor. Yo...

Marylee: Está bien querido.

TC: Ojalá hubiera algo que yo...

Marylee: Bueno, me alegro de haber hablado con usted.


Musica para camaleones - Truman Capote

 
162


Cuando hable con Jake, déle mis cariños. No se olvide.

Me di una ducha, puse una botella de coñac junto a la cama, me metí entre las frazadas, tomé el telefono, y marqué el número de Oregon que me había dado Marylee.
Contestó el hijo de Jake. Me dijo que su padre había salido, no sabia adonde ni a qué hora volvería. Dejé un mensaje para que me llamara no bien volviera, a cualquier hora. Me llené la boca de coñac e hice un buche. Era un remedio para que no me castañearan los dientes. Dejé que la bebida corriera por la garganta. El sueño, con la forma curva de un río susurrante, fluyó en mi mente. Finalmente, todo era el; río, todo volvía al río. Quinn podía haber provisto las víboras de cascabel, el incendio, la nicotina, el alambre de acero, pero el río había inspirado los hechos, y ahora se había llevado también a Addie. Addie : con el pelo enredado en la maleza bajo la superficie, corría, en mi sueño, por encima de su rostro ahogado y tembloroso como un velo de novia. Estalló un terremoto. Era el teléfono, que atronaba sobre mi estómago, donde descansaba aún al quedarme dormido. Sabía que era Jake. Lo dejé sonar mientras me servía otro trago para despertarme.

TC: ¿ Jake?

Jake: ¿ De modo que volvió por fin ?

TC: Esta mañana.


Musica para camaleones - Truman Capote




 
163



Jake: Bueno, no se perdió la boda, después de todo.

TC: Recibí su carta, Jake...

Jake: No. No tiene por que hacer un discurso.

TC: Llamé a Mrs. Connor, Marylee. Tuvimos una larga conversación...

Jake: ( alerta): ¿Si?

TC: Me conto tod lo que había pasado...

Jake: ! Oh, no! ! Nada de eso!

TC ( sorprendido por la dureza de la respuesta): Pero, Jake, me dijo...

Jake: Si. ¿Qué le dijo?

TC: Que fue un accidente.

Jake: ¿Usted le creyó?
( Su tono de voz tristemente burlón, trajo a mi mente la expresión de Jake: los ojos duros, la mueca en los labios delgados.)

TC: Por lo que ella me dijo, parece la única explicación.

Jake: Ella no sabe cómo sucedió. No estaba presente. Estaba sentada leyendo revistas.

TC: Bueno, si fue Quinn...

Jake: Escucho.

TC: Debe ser mago.


Jake: No, necesariamente. Pero ahora no puedo hablar del asunto. Pronto, tal vez. Ha sucedido algo que puede apurar las cosas. Papá Noel nos visitó temprano este año.


Musica para camaleones - Truman Capote
 

Temas Similares

2
Respuestas
13
Visitas
656
Back