Mujeres en desigualdad

Ser mujer bajo el poder talibán: un testimonio estremecedor

No podrán trabajar, ni educarse, ni salir sin el consentimiento de su hombre. El horror se apodera de Afganistán, nuevamente​

Por
Zeina Karam y Ahmad Seir
16 de Agosto de 2021



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Una maestra desplazada internamente que lleva un burka de la provincia de Takhar, que se identificó con su nombre de pila, Nilofar, a la izquierda, habla durante una entrevista con The Associated Press dentro de su tienda de campaña en un parque público en Kabul, Afganistán (AP)

Era la primera hora de la tarde y Zahra, su madre y sus tres hermanas se dirigían a cenar a casa de otra hermana cuando vieron gente corriendo y oyeron disparos en la calle.
¡Los talibanes están aquí!”, gritaba la gente.

En pocos minutos, todo cambió para esta joven de 26 años residente en Herat, la tercera ciudad más grande de Afganistán.
Zahra creció en un Afganistán mayoritariamente libre de talibanes, donde las mujeres se atrevían a soñar con carreras y las niñas recibían educación. Durante los últimos cinco años, ha trabajado con organizaciones locales sin ánimo de lucro para sensibilizar a las mujeres y presionar por la igualdad de género.

Sus sueños y ambiciones se derrumbaron el jueves por la noche, cuando los talibanes irrumpieron en la ciudad, plantando sus banderas blancas con una proclamación de fe islámica en una plaza central, mientras la gente, en motocicletas y coches, corría hacia sus casas.

Al igual que la mayoría de los residentes, Zahra, sus padres y sus cinco hermanos están ahora encerrados en casa, demasiado asustados para salir y preocupados por el futuro. The Associated Press prefirió no identificarla por su nombre completo para no convertirla en un objetivo.

Estoy muy sorprendida”, dijo Zahra, una joven de rostro redondo y voz suave. “¿Cómo puede ser posible que yo, como mujer que ha trabajado tan duro y ha intentado aprender y avanzar, tenga ahora que esconderme y quedarme en casa?”.

En medio de una ofensiva relámpago en los últimos días, los talibanes controlan ahora más de dos tercios del país, apenas dos semanas antes de que Estados Unidos planee retirar sus últimas tropas. Y se están acercando lentamente a la capital, Kabul.

La agencia de la ONU para los refugiados afirma que casi 250.000 afganos han huido de sus hogares desde finales de mayo por temor a que los talibanes vuelvan a imponer su estricta y despiadada interpretación del Islam, que prácticamente elimina los derechos de las mujeres. El 80% de los desplazados son mujeres y niños.

El grupo fundamentalista gobernó el país durante cinco años, hasta la invasión liderada por Estados Unidos en 2001. Durante ese tiempo, prohibió la educación de las niñas y el derecho al trabajo de las mujeres, y se negó incluso a que viajaran fuera de sus casas sin que un familiar masculino las acompañara. Los talibanes también llevaban a cabo ejecuciones públicas, cortaban las manos a los ladrones y apedreaban a las mujeres acusadas de adulterio.

No se ha confirmado la existencia de medidas tan extremas en las zonas que los combatientes talibanes han tomado recientemente. Sin embargo, se ha informado de que los militantes han tomado algunas casas y han incendiado al menos una escuela.

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Afganos viajan en carros de motocicleta durante los combates entre los talibanes y las fuerzas de seguridad afganas en la provincia de Herat, al oeste de Kabul, Afganistán (AP)

En un parque de Kabul, transformado desde la semana pasada en un refugio para los desplazados, las familias contaron a la AP el viernes que las niñas que volvían a casa en un rickshaw motorizado en la provincia norteña de Takhar fueron detenidas y azotadas por llevar “sandalias reveladoras”.

Una maestra de la provincia dijo que no se permitía a nadie salir al mercado sin una escolta masculina. Unas 3.000 familias, principalmente de las provincias del norte recientemente tomadas por los talibanes, viven ahora en tiendas de campaña dentro del parque, algunas en las aceras.

Zahra dejó de ir a la oficina hace un mes, cuando los militantes se acercaron a Herat, y trabajó a distancia desde su casa. Pero el jueves, los combatientes talibanes rompieron las líneas defensivas de la ciudad, y desde entonces no ha podido trabajar.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en la posibilidad de no poder volver a trabajar; de que su hermana de 12 años no pueda seguir yendo a la escuela (“le encanta aprender”); de que su hermano mayor no pueda jugar al fútbol; o de que no pueda volver a tocar libremente la guitarra. El instrumento colgaba de una pared detrás de ella mientras hablaba.

Enumeró algunos de los logros alcanzados por las mujeres en los últimos 20 años, desde el derrocamiento de los talibanes, avances paulatinos pero significativos en una sociedad que sigue siendo profundamente conservadora y dominada por los hombres: las niñas van ahora a la escuela, y las mujeres están en el Parlamento, el gobierno y las empresas.

Marianne O’Grady, directora adjunta de CARE International en Kabul, afirmó que los avances logrados por las mujeres en las dos últimas décadas han sido espectaculares, especialmente en las zonas urbanas, y añadió que no puede ver que las cosas vuelvan a ser como antes, ni siquiera con la toma de posesión de los talibanes.

No se puede dejar sin educación a millones de personas”, dijo. Si las mujeres “vuelven a estar detrás de los muros y no pueden salir tanto, al menos ahora pueden educar a sus primos y a sus vecinos y a sus propios hijos de una forma que no podía ocurrir hace 25 años”.

Aun así, la sensación de temor parece ser omnipresente, sobre todo entre las mujeres, a medida que las fuerzas talibanes toman más territorio cada día.

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Zarmina Kakar, una activista por los derechos de las mujeres, llora durante una entrevista con The Associated Press en Kabul. Kakar tenía un año cuando los talibanes entraron en Kabul por primera vez en 1996, y recordó una época en la que su madre la llevó a comprar su helado, cuando gobernaban los talibanes. Su madre fue azotada por un combatiente talibán por dejar al descubierto su rostro durante un par de minutos. "Hoy nuevamente, siento que si los talibanes llegan al poder, volveremos a los mismos días oscuros", dijo (AP)

Siento que somos como un pájaro que hace un nido para vivir y se pasa todo el tiempo construyéndolo, pero de repente y sin poder hacer nada ve cómo otros lo destruyen”, dijo Zarmina Kakar, una activista de los derechos de la mujer de 26 años en Kabul.

Kakar tenía un año de edad cuando los talibanes entraron en Kabul por primera vez en 1996, y recordó una ocasión en la que su madre la llevó a comprar un helado, cuando los talibanes gobernaban. Su madre fue azotada por un combatiente talibán por revelar su rostro durante un par de minutos.

Hoy vuelvo a sentir que si los talibanes llegan al poder, volveremos a los mismos días oscuros”, dijo.
(C) The Associated Press.-

 

Afganistán: el notorio cambio de vestimenta de las periodistas occidentales tras la llegada de los talibanes a Kabul

La imagen de Clarissa Ward y Charlotte Bellis vestidas con el hiyab tras la toma del poder de los insurgentes se volvió viral​

16 de Agosto de 2021




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Clarissa Ward, de la cadena estadounidense CNN, reportando vestida con el hiyab desde Kabul tras la llegada de los talibanes

Los talibanes prometieron que, si volvían al poder, respetarían los derechos humanos, en particular de las mujeres, conforme a los “valores islámicos”. Pero en las zonas recién conquistadas, han sido acusados de atrocidades. Y en Kabul, el cambio de régimen ya comenzó a reflejarse en el trato hacia las periodistas extranjeras.

En las últimas horas se viralizaron las imágenes que mostraron a corresponsables como Clarissa Ward, de la cadena estadounidense CNN, o Charlotte Bellis, de la televisión qatarí Al Jazeera, mientras reportaban desde las calles de la capital afgana vistiendo el hiyab, un tipo de velo que cubre al menos la cabeza y el pecho y deja el rostro al descubierto.

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La corresponsal de Al Jazeera Charlotte Bellis

La imagen llamó la atención de miles de usuarios ya que, apenas unas horas antes, las periodistas podían reportar sin la necesidad de usar el velo y estaban vestidas con prendas occidentales. En el caso de las salidas al aire sin velo, se trató en ambos casos de informes realizados en una propiedad privada y no en público, por lo que la obligación religiosa para las mujeres de llevar la cabeza y el cuerpo cubiertos está limitada.

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En ese sentido se expresó Ward: “Este meme es inexacto. La foto superior (sin velo) está dentro de un recinto privado. La de abajo (con velo) es en las calles de Kabul, en manos de los talibanes. Antes siempre llevaba un pañuelo en la calle en Kabul, aunque no con el pelo totalmente cubierto y abbaya. Así que hay una diferencia, pero no tan marcada”.

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Clarissa Ward, corresponsal de la cadena estadounidense CNN y las dos imágenes a las que hizo referencia

De todas formas, el cambio entre la vida bajo la ley talibán y lo que sucedía la semana pasada es impactante. “Se ven muchas menos mujeres y muchos más burkas en la calle hoy”, comentó Ward, quien además fue obligada por los talibanes a hacerse a un lado por el hecho de ser mujer.

La situación es incluso peor para las periodistas afganas. Aaisha, una conocida presentadora y periodista afgana, dijo en una entrevista a The Guardian que ha visto cómo los esfuerzos de su vida se desmoronan en lo que parecieron segundos.

“Durante muchos años, trabajé como periodista para alzar la voz de los afganos, especialmente de las mujeres afganas, pero ahora nuestra identidad está siendo destruida y no hemos hecho nada para merecer esto”, comentó.

“En las últimas 24 horas, nuestras vidas han cambiado, hemos estado confinados en nuestros hogares y la muerte nos amenaza en todo momento”, dijo.

Las mujeres periodistas afganas reciben constantemente amenazas de muerte de los talibanes y de otras personas que están de acuerdo en que las mujeres no deben ser tratadas como iguales.

Otra de las mujeres, la cual usó el nombre de Fereyba, recordó el momento exacto en el que escuchó que los talibanes estaban entrando por las puertas de Kabul.

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Los talibán aplicaban una estricta interpretación religiosa según la cual básicamente las mujeres no podían tener ningún tipo de vida pública, ocultas a ojos de cualquiera que no fuese su marido o guardián varón. (Foto: EFE)

“Estaba fuera de casa y acabo de recibir una llamada de mi hermano que me decía ‘¿Dónde estás? Tienes que irte a casa ahora mismo’, fue muy aterrador. No puedes imaginar la imagen de las personas y los ojos, y los rostros y las expresiones”, contó.
Con la voz ahogada, dijo que los informes de mujeres y niñas golpeadas, tomadas por la fuerza como esposas y violadas la dejaron en pánico de que este pronto podría ser su destino.

“Primero estoy preocupada por mí misma porque soy una mujer, y también una mujer periodista”
, dijo. “En las provincias se llevaron a algunas niñas y las usaron como esclavas”.
Para Aisha Khurram, de 22 años, que representó a la juventud afgana ante las Naciones Unidas y que iba a graduarse de la Universidad de Kabul en los próximos meses, la victoria de los talibanes del domingo “ha destrozado nuestras almas y nuestras mentes”.

Afganistán ya era en 2011 el peor país donde una mujer podía vivir, según una encuesta de la fundación Thomson Reuters, y ahora todo indica que la situación para ellas solo va a empeorar.

 

El discurso feminista de Emma Thompson: "Nos lavan el cerebro para que odiemos nuestros cuerpos"

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La actriz británica ha criticado en el Festival Internacional de Cine de Berlín la presión corporal a la que se ven sometidas las mujeres.​

15 febrero, 2022 18:07



"No estamos acostumbrados a ver en pantalla cuerpos sin trabajar. Estamos acostumbrados a ver cuerpos que han sido trabajados. No puedo ponerme delante de un espejo. Si me pongo delante de un espejo meto algo para dentro, me giro a un lado... hago algo, no puedo estar parada. ¿Por qué haría eso? Es horrible". Así ha comenzado el contundente discurso que Emma Thompson ha dado durante una rueda de prensa en la Berlinale para reivindicar que las mujeres puedan aceptar sus cuerpos tal y como son.

La legendaria actriz británica, ganadora de dos Oscar, un Globo de Oro y un Emmy, se encuentra en el Festival Internacional de Cine de Berlín para presentar su última película Good Luck To You, Leo Grande, dirigida por Sophie Hyde. En el largometraje, Thompson interpreta a Nancy, una mujer de 55 años que se ha quedado viuda y que busca establecer conexiones personales y también físicas y sexuales. Una película en la que la actriz ha tenido que enfrentarse a algunas escenas de desnudo.

Durante la rueda de prensa, la también guionista -autora de 14 textos- compartió lo difícil que había sido para ella, como mujer de 62 años, exponer su cuerpo frente a las cámaras, y denunció la presión que sufren las mujeres para estar perfectas físicamente. "Ese es el problema, a nosotras, no a ti, a las mujeres nos han lavado el cerebro toda la vida para que odiemos nuestros cuerpos", exponía con pasión.



"Es un hecho y todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos y que todo está mal, y que tienes que lucir así. Así que, intenta ponerte delante de un espejo, quítate la ropa y no te muevas", decía mientras se levantaba de la silla. "Solo deja de moverte. Acéptate y no te juzgues. Es lo más difícil que he tenido que hacer". Además, ha concluido explicando que probablemente no hubiera podido hacer la escena "antes de la edad que tengo".

Defensa del cuerpo femenino​

Sus declaraciones ya se han hecho virales y miles de personas alaban su valentía para confesar sus inseguridades. Y no es la primera vez que critica la presión corporal a la que se ven sometidas las mujeres.

En 2017 declaró al medio digital sueco Skavlan que estuvo a punto de abandonar el rodaje de Retorno a Brideshead (estrenada en 2008) porque sentía que una actriz, compañera de reparto estaba siendo presionada por los productores para adelgazar.

"Hay tantos niños y niñas, y actrices que son muy, muy delgadas, que tienen 30 años y simplemente no comen. Había una chica maravillosa con la que trabajaba en Retorno a Brideshead. Los productores le dijeron: '¿Quieres perder algo de peso?'. Era absolutamente exquisita. Les dije: 'Si le dices esto otra vez, de cualquier manera, dejaré el rodaje'. Es malo lo que está pasando ahí fuera y está empeorando", expuso entonces.

Recientemente también se ha mostrado orgullosa de no haber recurrido nunca a la cirugía estética apuntando que no entiende "por qué nos deberíamos hacer algo así a nosotros mismos".
"Sinceramente, tengo la opinión de que hacerte un cortecito por aquí o allá para no dar la impresión de que está pasando lo que de verdad está pasando, que estás envejeciendo, que es algo de más natural, sea una forma de psicosis colectiva actual. De verdad pienso que es algo muy extraño", afirmó en una entrevista con The Wrap durante el Festival de Sundance.

Por eso, se considera a sí misma una "una especie de militante feminista cuando se trata de los cuerpos de las mujeres, de lo que se les ha hecho y lo que se nos dice que debemos esperar de nosotras mismas".

 

Por qué casar niñas es común en Lalitpur

Esta localidad en India, en el Estado de Uttar Pradesh, mantiene junto a la de Shravasti la tasa más elevada de mujeres de 20 a 24 años que contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18. Algunas razones explican lo que hay detrás de estos enlaces desiguales​


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Mujeres y niñas se manifiestan en Bangalore por la igualdad de género el 6 de marzo de 2022.JAGADEESH NV (EF

Ranvijay Singh
Lalitpur (India) - 10 mar 2022-04:35 UTC


Cuando Sapna* se casó en mayo de 2021, a los 15 años, su padre, Shankar*, sintió alivio. Ya solo tenía que “preocuparse” de Jyoti*, su hija pequeña. Un mes después, la familia, que vive en Lalitpur, un distrito de la árida región india de Bundelkhand, en Uttar Pradesh, asistió a la boda del cuñado de Sapna. Ese día cambió la vida de Jyoti. El enlace se canceló y el suegro de Sapna despertó a Shankar en medio de la noche, llorando, rogando que le ayudara. Le pidió la mano de Jyoti para salvar su reputación. Shankar, que estaba ebrio, acabó cediendo. Hasta el momento de las nupcias, Jyoti, de once años, no supo nada, según cuenta la propia joven.

No son incidentes aislados en Lalitpur; más de dos de cada cinco mujeres (42,5%) entre 20 y 24 años entrevistadas en 2020-2021 afirmaron haberse casado antes de los 18. En todo Uttar Pradesh, fue el 15,8% de las mujeres en ese rango de edad, mientras que la media nacional es del 23,3%. Las zonas de Uttar Pradesh con más matrimonios infantiles son Shravasti, donde un 51,9 de las mujeres entre 20 y 24 años se casó antes de los 18, Lalitpur (42,5%), Bahraich (37,5%), Balrampur (35%) y Siddharthnagar (33,9%).

Qué hay detrás de los matrimonios infantiles​





Detrás de los matrimonios infantiles de Lalitpur hay muchas razones, como el analfabetismo, la pobreza, el desconocimiento de sus repercusiones y la migración por motivos laborales. “En esta región, los enlaces con menores de edad son comunes en las familias de castas y tribus desfavorecidas, y también entre las tribus de etnia sahariya”, comenta Deepali Pateriya, directora de proyecto en la delegación en Lalitpur de Childline, una ONG que trabaja en cuestiones de malos tratos, tráfico de niños y bodas precoces. “Se trata de personas pobres que a menudo tienen que emigrar en busca de trabajo, dejando atrás a sus familias. Les preocupan sus hijas [y la seguridad de estas], y en consecuencia las casan a edad temprana, para que puedan empezar a vivir con la familia política”.

El matrimonio precoz también protege a las niñas de castas vulnerables de matones y otras personas de castas superiores, explica Pateriya. “En estas aldeas está extendido el miedo a que las hijas puedan ser acosadas, y por eso las emparejan muy jóvenes. No les importa cuántos años tengan las niñas; piensan que es una solución para este problema”.

Los habitantes de la aldea de Balabehat, en Lalitpur, mostraban su acuerdo. Allí viven casi 60 familias de etnia sahariya. Bhagirath Sahariya, de 40 años, entregó a su hija hace tres años, cuando tenía solo 17. Este padre explicaba: “A menudo tenemos que emigrar por cuestiones de trabajo. No podemos dejar solas a nuestras hijas, así que las casamos”.

Pensamos que nuestras niñas no están seguras. La mayoría contrae matrimonio con 15 o 16 años”, añadía Dhansarani Sahariya, otro residente. “Nos sentimos aliviados cuando se van a vivir con su familia política”.

Aparte de la migración y el miedo al acoso, a los padres y madres les preocupa también la dote. “Cuando un chico empieza a ganar dinero, la familia exige una donación más alta”, explica Rajiv Ahirvar, colaborador de Jan Sahas, una ONG que lucha por evitar este tipo de enlaces. “Como la mayor parte de la gente que vive en la región tiene dificultades económicas, emparejan a sus hijas jóvenes, para no tener que pagar una cantidad demasiado elevada”.

Poner freno a los matrimonios infantiles​

En el caso de Jyoti y Sapna, Childline intervino y convenció a los padres de ambas de que no debían enviarlas a vivir con la familia de los maridos hasta que cumplieran los 18 años. Sapna está ahora en décimo curso y quiere terminar el colegio, pero de vez en cuando los suegros la presionan para que vaya antes, según los padres.

A menudo, cuando Childline recibe información sobre una novia precoz, ya es demasiado tarde para evitar su destino, o bien la organización no recibe apoyo de la administración local o de los aldeanos para impedir la boda, relatan algunos de sus miembros. Entre 2019 y 2021, los colaboradores de la ONG en Lalitpur intervinieron en 12 ceremonias. Si bien dos ya se habían celebrado, seis se evitaron y cuatro fueron cancelados.

Para la Administración, en Lalitpur esta práctica se encuentra ahora bajo control, pero los datos que hay publicados son demasiado antiguos y no muestran la verdadera imagen, señala Surendra Kumar Patel, agente de libertad condicional del distrito. Los más recientes, empleados para este artículo, corresponden a la Encuesta Nacional de Salud Familiar de India, efectuada entre 2020 y 2021.

“El Gobierno ha iniciado muchos planes para la educación de las niñas y para impedir esta práctica. En algunos casos se han incoado procesos penales, por eso no nos hemos encontrado ningún caso en los dos últimos años”, afirma Patel. El agente, no obstante, declina aportar datos del número de esponsales en los que la Administración ha intervenido y ha abierto procesos penales.

Un proyecto de ley presentado en el Parlamento en diciembre de 2021 solicita que se enmiende la ley de 2006 con objeto de aumentar la edad mínima para casarse de 18 a 21 años en las mujeres. Al preguntarle a Patel qué impacto podría tener este proyecto de ley, afirma que no habían recibido ninguna directiva gubernamental al respecto, y que establecerían una estrategia en cuanto cambiasen las normas.

La edad de las mujeres en el momento de las nupcias no debería aumentarse mediante enmiendas legislativas, que han demostrado ser inútiles para impedir los enlaces, sino con métodos prácticos como aumentar el acceso de las niñas a la educación, y así darles capacidades que les permitan obtener un trabajo, explica Poonam Muttreja, directora ejecutiva de Fundación para la Población de India [Population Foundation of India] en febrero de 2022.

La repercusión del matrimonio infantil en la salud​

Los matrimonios infantiles podrían hacer que las mujeres acaben teniendo más hijos de los que tendrían casándose a mayor edad. Según los expertos, estas jóvenes son más propensas a sufrir anemia y sus vástagos tienen más probabilidades de padecer malnutrición. “Nos vienen muchas chicas de 17 y 18 años casadas. Les decimos que esperen unos años a tener hijos. Tres o cuatro veces al mes nos encontramos niñas de no más de 17y 18 años ya embarazadas”, afirma Rashmi Srivastava, asesora en la Clínica de Salud Adolescente perteneciente al hospital del distrito de Lalitpur. “Les hacemos entender que es importante que dejen transcurrir un tiempo entre el primer hijo y el segundo”.

Hasta un 9,4% de las jóvenes de 15 a 19 años entrevistadas en Lalitpur entre 2020 y 2021 habían sido madres recientemente o estaban encintas. En Uttar Pradesh, el porcentaje era del 2,9%, y la media en India es del 6,8%.

En las aldeas hay poca conciencia de las repercusiones que este tipo de uniones tiene para la salud de las niñas, y falta infraestructura para iniciar campañas de sensibilización masiva, explica Srivastava. En el Centro de Salud Adolescente de Lalitpur trabajan solo dos asesoras, explica.

Los centros de salud para adolescentes están integrados en el Rashtriya Kishor Swasthya Karyakram (RKSK –Centro Nacional de Salud Adolescente). En estas consultas asesoran a chicos y chicas sobre seis materias, incluidas la nutrición, la salud y la reproducción. En Uttar Pradesh hay 346 de estos espacios, dos de ellos en Lalitpur. Pero pocos visitan los de Uttar Pradesh, y por lo general dudan en pedir ayuda a los profesionales de atención primaria.

(*Se han cambiado los nombres para mantener el anonimato).
Este artículo fue publicado originalmente en IndiaSpend.


 

La brutal e indignante paliza contra mujeres en un restaurante de China: nueve personas fueron detenidas

La agresión se produjo después de que una comensal rechazase a un hombre que se aproximó a ella y la tocó sin su consentimiento. Dos víctimas tuvieron que ser hospitalizadas tras recibir patadas en el suelo​

13 de Junio de 2022








Hay nueve detenidos por la agresión en Tangshan

Las autoridades chinas detuvieron a nueve personas sospechosas de un violento ataque a varias mujeres en un restaurante, después de que las imágenes tomadas por una cámara de seguridad provocaran una indignación generalizada.

El video de un restaurante de barbacoa en Tangshan, en la provincia norteña de Hebei, muestra cómo uno de los hombres se acerca a una mesa donde hay cuatro mujeres sentadas, y pone la mano en la espalda de una mujer. La fecha en el video sitúa el incidente a las 2:40 de la madrugada del viernes.


La mujer rechaza al hombre varias veces, que entonces entra en cólera y la abofetea, a lo que ella se defiende.

Comienza una trifulca en la que un grupo de hombres entra en el restaurante y ataca de forma brutal a la mujer y sus compañeras de mesa, lo que incluye empujarlas al suelo, darles puntapiés e incluso arrojarles una silla.

Imágenes tomadas desde fuera del restaurante mostraron también cómo los agresores arrastran fuera del establecimiento a la mujer que había rechazado al hombre en un principio y la golpean violentamente mientras la mayoría de los transeúntes y clientes del restaurante se quedan mirando.

Los presuntos agresores abandonaron el lugar de los hechos tras el suceso y algunos de ellos huyeron hasta la provincia de Jiangsu (este), pero para el sábado ya habían sido arrestados todos, según medios estatales.


Un hombre ataca a una mujer en un restaurante en la ciudad nororiental de Tangshan, China, el 10 de junio de 2022, en esta captura de pantalla tomada de imágenes de vigilancia obtenidas por REUTERS el 12 de junio de 2022. Video obtenido por Reuters/a través de REUTERS

Unas fotografías que la mostraban tumbada en una camilla, con el rostro hinchado y ensangrentado, así como las imágenes del ataque, se hicieron virales en internet.

La agresión y la indignación pública reanudaron el debate sobre la misoginia y el maltrato a las mujeres en China. Otro video viral de una mujer encadenada a una pared en una choza ya provocó este año una reacción negativa del público después de que las autoridades negaran en principio que fuera una víctima de la trata de personas. Más tarde se descubrió que la habían vendido como esposa.

Dos mujeres sufrieron heridas que no ponían en riesgo su vida y estaban hospitalizadas y estables, según reportes. Otras dos sufrieron heridas leves.

“¿Significa esto que ahora cenar fuera es tan peligroso que tenemos que llevar hombres con nosotras a todas partes?”, preguntó una usuaria de Weibo que fue de las primeras en compartir los videos de lo ocurrido dentro y fuera del restaurante, que duraban algo menos de cinco minutos en total.

La usuaria declinó revelar la fuente de los videos y dijo que hacerlo sería “inconveniente”. Para el domingo, el video del interior del restaurante se había visto más de 68 veces, mientras que las imágenes que mostraban la explícita agresión fuera del establecimiento habían sido eliminadas.

Usuarios en medios sociales condenaron el ataque y criticaron a la policía de Tangshan por tardar en detener a los sospechosos.

Algunas comentaristas protestaron por el sentimiento de desprotección ante agresiones machistas y denunciaron la falta de ayuda para las víctimas por parte de las personas que se encontraban en las proximidades.

Además, criticaron un doble estándar a la hora de juzgar sucesos que ocurren bajo los efectos del alcohol: “Decir que él está borracho se usa para justificar que un hombre haga cosas malas. Decir que ella estaba borracha se usa para justificar que a ella le pasen cosas malas”, reza un eslogan compartido de forma masiva en las redes.

El Gobierno de Tangshan prometió “castigar severamente a los atacantes, hacer justicia con las víctimas y mantener el orden social” tras los incidentes, informa la agencia de noticias Xinhua.

(con información de AP y EFE)

 

Las “casas de consuelo”, la inmensa red de esclavitud sexual montada por el ejército japonés en la Segunda Guerra Mundial​

Entre 1938 y 1945, las fuerzas de ocupación japonesas en diferentes países de Asia engañaron o secuestraron a centenares de mujeres para instalar prostíbulos, donde fueron violadas sistemáticamente por oficiales y soldados. Fue uno de los crímenes de guerra más aberrantes del conflicto, pero prácticamente nadie ha sido juzgado. Las terribles secuelas sufridas por las víctimas y el desgarrador relato de una sobreviviente​


Por
Daniel Cecchini
2 de Octubre de 2022

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En la “Casa de Compartir”, ubicada en en Seúl, viven las últimas diez sobrevivientes coreanas de las siniestras “casas de consuelo”

“Somos muy viejas. Todos los años nos morimos, una por una. Y puede que la guerra haya terminado, pero para nosotros continúa, no ha terminado. Queremos que el emperador japonés venga aquí, se arrodille ante nosotros y pida perdón sinceramente, pero creo que los japoneses simplemente están esperando a que nos muramos”, le dijo en 2013 a un documentalista la coreana Lee Ok-seon.

De cuerpo enjuto, rostro arrugado y el pelo blanco cubierto con una cofia aún más blanca, Ok-seon tenía entonces 88 años y fue una de las residentes de la “Casa de Compartir”, en Seúl, Corea del Sur, que narró las atrocidades que vivió durante la Segunda Guerra Mundial, como “mujer de consuelo” de los soldados y oficiales de las fuerzas armadas japonesas.

Tras ser secuestrada cuando tenía 15 años por dos hombres mientras iba por la calle, Ok-Seon pasó toda la guerra de prostíbulo en prostíbulo viviendo en condiciones infrahumanas. “No eran un lugar para humanos, eran un matadero”, explicó. Quiso escapar varias veces, contó, “pero me atraparon y me pegaron una y otra vez”.

Desde antes de 1939 y 1945, las tropas de Japón en Asia esclavizaron a entre doscientas mil y cuatrocientas mil mujeres coreanas, chinas, filipinas, tailandesas, vietnamitas, malayas, indonesias e incluso japonesas para convertirlas en prost*tutas a disposición del ejército japonés en una red de casas diseminadas por todos los territorios ocupados.

Lee Ok-seon hoy tiene 94 años: Todos los años nos morimos, una por una. Y puede que la guerra haya terminado, pero para nosotros continúa, no ha terminado
Lee Ok-seon hoy tiene 94 años: "Todos los años nos morimos, una por una. Y puede que la guerra haya terminado, pero para nosotros continúa, no ha terminado"

Se las llamaba “mujeres de consuelo” o “mujeres de solaz” y según los altos mandos japoneses su existencia tenía un propósito supuestamente altruista: evitar violaciones por parte de los soldados y preservar a las tropas de las enfermedades venéreas. Lo cierto es que se las reclutaba por la fuerza o, en menos casos, mediante engaños, para transformarlas en prost*tutas que cumplían turnos de entre ocho y doce horas y debían mantener decenas de “encuentros” sexuales durante el día, sin posibilidad de negarse.

Cuando el periodista que la entrevistaba mencionó “mujeres de consuelo” para llamarlas, Ok-seon reaccionó con dureza: “Me pregunto por qué nos llamaron así. No fuimos por voluntad propia, fuimos secuestradas. Me obligaron a tener relaciones sexuales con muchos hombres cada día”, respondió.

Al decir que los japoneses esperaban que las últimas de ellas se murieran, la anciana sobreviviente lo hacía por una razón precisa. Aún entrado el Siglo XXI, los sucesivos gobiernos japoneses seguían negándose aceptar la implementación de la red de las “mujeres de consuelo” -cuya existencia aceptaban- como un crimen de guerra, diciendo que ellas habían actuado voluntariamente.

[IMG alt="El sistema de explotación sexual fue instaurado por Japón para sus fuerzas armadas desde 1930 y continuó después de la Segunda Guerra Mundial
"]https://cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/infobae/GCG77G6ZX5BPFIATFBKTIMTJDY.jpg[/IMG]El sistema de explotación sexual fue instaurado por Japón para sus fuerzas armadas desde 1930 y continuó después de la Segunda Guerra Mundial

Una tradición siniestra

La red montada durante la Segunda Guerra Mundial no fue una creación surgida de las “necesidades” del momento, sino que fue la prolongación de una práctica que llevaba varios siglos.
Ya en la Edad Media, dentro del propio Japón, las autoridades de las poblaciones ocupadas durante los enfrentamientos internos se ocupaban de organizar servicios sexuales para los ocupantes con prost*tutas profesionales para proteger al resto de las mujeres.

Cuando las profesionales no alcanzaban, se tomaban mujeres jóvenes, incluso niñas, para que las complementaran.

Poco antes del inicio del conflicto global, el ejército japonés aplicaba ese método en los territorios ocupados de China, llevando prost*tutas profesionales desde la isla al continente a las que distribuía en “estaciones de consuelo”. La estrategia no funcionó, porque en lugar de ir a los centros “oficiales”, muchos soldados preferían seguir violando a las mujeres chinas.

Ante la imposibilidad de controlar la situación, los altos mandos japoneses tomaron una decisión drástica: convertir en esclavas sexuales a las mujeres jóvenes de los territorios ocupados, pero de manera sistemática.

Con el inicio de la Segunda Guerra, el método se expandió a la misma velocidad que avanzaban las fuerzas japonesas en Asia. Las víctimas eran sobre todo mujeres y niñas de entre 12 y 20 años de

Vietnam, Taiwán, China, Malasia, Filipinas y Corea, pero también había europeas residentes en esos países
.

En Indonesia las víctimas preferidas eran las holandesas, muchas de ellas rubias de ojos claros, a las que se secuestró y llevó a “estaciones de consuelo” especiales, a los que sólo podían asistir oficiales de alto rango.

Según el diario de Gordon Thomas, un norteamericano prisionero de guerra de los japoneses, las mujeres obligadas a ejercer la prostit*ción “lo más probable es que atendieran entre 25 y 35 hombres al día” y que eran “víctimas de la trata de esclavos de raza amarilla”.

Sobre el tratamiento que recibían, el testimonio del soldado japonés Yasuji Kaneko lo describe de manera muy gráfica: “Las mujeres gritaban, pero no nos importaba si ellas vivían o morían. Éramos los soldados del emperador. Ya sea en burdeles militares o en las aldeas, violábamos sin reticencias”, relató.

La mayoría de los historiadores estima que hubo unas 200.000 mujeres de consuelo asiáticas, esencialmente coreanas, pero también chinas, reclutadas por la fuerza en los burdeles del ejército imperial
La mayoría de los historiadores estima que hubo unas 200.000 "mujeres de consuelo" asiáticas, esencialmente coreanas, pero también chinas, reclutadas por la fuerza en los burdeles del ejército imperial

Descubrir el horror

Para el final del conflicto, se calcula que las tres cuartas partes de las “mujeres de solaz” habían muerto por enfermedades, asesinatos o suicidios, y la mayoría de las sobrevivientes se quedaron estériles debido a un trauma sexual o a enfermedades de transmisión sexual.

Si una mujer llegaba a concebir, se le inyectaba una droga llamada 606 que provocaba el aborto, se le practicaba el aborto quirúrgico. Para evitarlo, se las empezó a esterilizar por la fuerza.
Kentaro Igusa, un cirujano naval japonés que estaba destacado en Rabau, Papúa, escribió en sus memorias que las mujeres se vieron forzadas a seguir trabajando sin tener en cuenta las infecciones y malestares severos, a pesar de que “lloraban y pedían ayuda”.

Uno de los primeros documentos de los aliados sobre la existencia de la red data de 1944, cuando en una ofensiva en Birmania encontraron a unas veinte coreanas abandonadas en dos “centros de solaz”. Según el Reporte N°49 del Departamento de Guerra de los Estados Unidos, titulado “Japanese Prisoners of War Interrogation on Prostitution”, las coreanas fueron llevadas por los japoneses con engaños a Birmania y allí obligadas a prostituirse con las tropas.

Antes de la rendición, los altos mandos japoneses ordenaron ocultar o destruir toda la documentación relacionada con las “casas de solaz” de los territorios que había ocupado.

Cuando terminó la guerra, el gobierno japonés intentó soslayar el tema. Hubo un solo proceso judicial, donde once oficiales fueron declarados culpables por “haber incumplido la orden del ejército de solo contratar mujeres voluntarias”. Un solo soldado fue condenado a muerte por “crímenes de guerra” cuando lo encontraron culpable de asesinar a una “mujer de consuelo”.

El perdón oficial del gobierno japonés recién llegó en la década del noventa. En 1992, se presentó una disculpa formal y en 1995, el entonces primer ministro Tomiichi Murayama se pronunció al respecto (AP)
El perdón oficial del gobierno japonés recién llegó en la década del noventa. En 1992, se presentó una disculpa formal y en 1995, el entonces primer ministro Tomiichi Murayama se pronunció al respecto (AP)

Despachos clasificados

Recién en 2017, la agencia japonesa de noticias Kyodo accedió a unos documentos clasificados de la Secretaría del Gabinete del gobierno japonés que muestran detalles sobre cómo el ejército imperial solicitaba y administraba a las “mujeres de confort”.

Entre los archivos, hay trece “despachos clasificados” de los consulados de Japón en la China ocupada, enviados en 1938 al Ministerio de Relaciones Exteriores en Tokio.

En uno de los mensajes, proveniente de Jinan, se informa que la ocupación había causado “una oleada de prostit*ción” y que eran insuficientes las “101 geishas, 110 mujeres consuelo de Japón y 228 coreanas” para satisfacer las necesidades de las tropas. Y se estimaba que se necesitaba concentrar allí “al menos 500 mujeres de consuelo” más.

En otro despacho desde la ciudad china de Qingdao, se detalla que el ejército necesitaba “una mujer cada 70 soldados” y que la Marina pedía “150 mujeres de confort” para las necesidades de sus hombres.

Cuando se difundieron los documentos, Yoon Mi-hyan, jefa del del Consejo Coreano para las Mujeres reclutadas para la Esclavitud Sexual Militar en Japón, declaró que por primera vez “tenemos información detallada sobre el funcionamiento de los burdeles, sobre cuántos soldados eran asignados a una mujer de consuelo”.

Y agregó: “Esta es una clara señal de que el gobierno japonés debe rendir cuentas por haber reclutado forzosamente a mujeres coreanas para la esclavitud sexual”.

 A nosotras no nos interesa el dinero, pero si los japoneses cometieron estos pecados su gobierno debería ofrecer una compensación oficial directa, dijo Lee Ok-seon (EFE)
" A nosotras no nos interesa el dinero, pero si los japoneses cometieron estos pecados su gobierno debería ofrecer una compensación oficial directa", dijo Lee Ok-seon (EFE)

Negacionismo Siglo XXI

La declaración de la jefa del Consejo Coreano apuntaba a que, pese a tenues reconocimientos, los sucesivos gobiernos japoneses han tenido posiciones elusivas o directamente negacionistas sobre las “mujeres de solaz” y la red de casas montada en los territorios ocupados.

En 1992, Japón presentó una disculpa y tres años después el entonces primer ministro Tomiichi Murayama presentó una disculpa formal: “Como primer ministro de Japón se extienden de nuevo mis más sinceras disculpas y el remordimiento a todas las mujeres que se sometieron a las experiencias inconmensurables y dolorosas y sufrieron heridas físicas y psicológicas incurables como mujeres de consuelo”, dijo.

También estableció un Fondo de Mujeres para distribuir una compensación a las víctimas de las “casas de solaz” en Corea, Filipinas, Taiwán, Países Bajos e Indonesia, con fondos donados por ciudadanos.

Sin embargo, entrado el Siglo XXI el negacionismo sigue presente. Durante sus mandatos, el ex primer ministro Shinzo Abe -asesinado este año en un acto político por un fanático religioso- se negó sistemáticamente a reconocer los hechos.

Tanto él como varios miembros de su gabinete eran miembros de la organización Nippon Kaigi, que niega la existencia de los crímenes japoneses, incluso la esclavitud femenina.

El dirigente del ultraderechista Partido de la Innovación Tōru Hashimoto sostuvo siempre una postura similar a la de Abe. Para él, no “hubo ninguna evidencia que unas mujeres de consuelo fueron forzadas por la vía de la violencia o amenaza de parte de los militares japoneses”.

Esas posiciones se contradicen con el ofrecimiento de nuevas reparaciones económicas a las sobrevivientes, que tienen más que ver con el intento de Japón por encontrar una solución a la tirantez que significa el tema para las relaciones diplomáticas entre los dos países que con un reconocimiento de los crímenes de guerra cometidos por el ejército imperial durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando supo del ofrecimiento, en 2013, Lee Ok-seon, una de las últimas sobrevivientes, reflexionó: “Me pregunto si las conversaciones en realidad se hicieron pensando en las víctimas. A nosotras no nos interesa el dinero, pero si los japoneses cometieron estos pecados su gobierno debería ofrecer una compensación oficial directa”.

Este año, el testimonio de Ok-seon fue utilizado por la dibujante surcoreana Keum Suk Gendry-Kim para su historieta Hierba, traducida a varios idiomas y elegida cómic del año por medios como The New York Times, The Guardian y Los Angeles Times.

Lee Ok-seon, que hoy tiene 94 años, lo leyó en su refugio de “Casa de Compartir”, en Seúl, donde las últimas diez sobrevivientes coreanas de las siniestras “casas de consuelo” comparten el final de sus vidas.

 

La Xunta pensaba que su campaña contra la violencia machista era efectiva. Han conseguido todo lo contrario


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24 Noviembre 2022Actualizado 24 Noviembre 2022, 14:41
Magnet

En las últimas horas, una polémica ha cobrado fuerza en las redes sociales, que han levantado las antorchas contra la Xunta de Galicia en medio de un aluvión de críticas por parte de usuarios y diferentes personalidades contra el desafortunado enfoque de una campaña feminista. El revuelo surge por la publicación de varios carteles con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra mañana, 25 de noviembre, con el mensaje: "Se viste con mallas de deporte. Va a correr por la noche, ¿Qué pasa ahora?. No debería pasar, pero pasa".
La idea del Ejecutivo gallego era un eslogan que pusiera el foco en el acoso sobre las mujeres en las calles. Sin embargo, el mensaje parece decir que el acoso o agresión se puede producir simplemente por llevar mallas, hacer deporte o salir de noche, lo que culpabiliza a la víctima. Es decir, que se interpreta que las agresiones sexuales suceden por la indumentaria que ellas decidan llevar.


Además, al referirse al hecho de salir a correr de noche también da pie a la confusión de que a esa hora la mujer no debería estar sola en la calle para que no le pase nada malo. Otra vez, parece que ella sea la culpable por hacer todo eso.



Muchos usuarios de Twitter se han lanzado contra el Gobierno autonómico. Entre ellos estaba la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez 'Pam', quien ha aprovechado para arremeter contra el PP. Explicaba que cuando se habla de violencia sobre la mujer "no hay más responsables que los agresores", calificando la campaña de "inaceptable": También entre los críticos se encuentran periodistas como Ana Pastor, Sandra Sabatés, Andrea Ropero o Quique Peinado.

Según ha apuntado la asociación Xornalistas Galegas, que también aboga por que se retire la campaña, la intención de la campaña sexual es engañar al agresor, se centra en la víctima, en la vida que hace y cómo viste. "Superar la idea de que sería mejor quedarse en casa. El tono es derrotista, introduce el problema de la violencia machista pero no lo soluciona, ni da herramientas a la sociedad para saber qué hacer o qué se está haciendo administrativamente (más allá de tener el número 016)".



Tal y como apuntan, hay que tener en cuenta que la campaña adquiere un significado más amplio en su visualización completa (la campaña viene acompañada de un vídeo, una cuña de radio y otros carteles con diferentes eslóganes pero el mensaje que transmiten las distintas partes por separado se confunde y queda centrado en las víctimas.

La Xunta trataba de poner el punto de mira en el acoso y agresiones que sufren muchas mujeres cuando salen a correr. Pero parece que las palabras para expresar esa idea no han sido las acertadas. Además, el Ejecutivo declara que estos carteles llevan un par de meses publicados y presentes en las ciudades gallegas "sin recibir ninguna crítica" por parte de la Secretaría Xeral de Igualdade. Es por eso que ya han confirmado que no retirarán la campaña, que según apuntan, "terminó hace unos días".




 
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