Mujeres con una vida poco común

Una sufragista en patinete, Florence Norman (1883-1964)

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Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fueron muchas las mujeres que se unieron a la causa sufragista para defender el derecho al voto femenino.

Cada una de ellas escondía una vida propia, un camino distinto, que confluía en un anhelo común, alcanzar la igualdad ante la ley.

Muchas de aquellas mujeres nos han dejado anécdotas más o menos curiosas, como esta incansable inglesa que fue inmortalizada con un artilugio que hoy nos parece muy moderno pero que ya entonces, a principios del siglo pasado, empezaba a circular por las calles de las grandes ciudades.

Florence Priscilla había nacido en 1883. Era la cuarta hija de un barón, Sir Charles Benjamin Bright, y su esposa, Laura Elizabeth Pochin.

En su familia se respiraba un ambiente de apertura de miras; su madre había sido sufragista y dos de sus hermanos eran políticos del partido liberal como su marido, el periodista y político Sir Henry Norman, con quien se casó en 1907.

Sir Henry había defendido en el parlamento las ideas feministas en favor del derecho al voto de las mujeres y por supuesto apoyaba la labor que hacía su esposa a la que en un cumpleaños le regaló un patinete motorizado para que pudiera trasladarse con más comodidad a su trabajo.

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Florence trabajó activamente en distintas organizaciones como la Liberal Women's Suffrage Union y la Women's Liberal Federation.

Como muchas otras sufragistas, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, Florence dejó de lado sus reivindicaciones feministas y se marchó con su marido a Francia para colaborar en un hospital de guerra, por cuya labor sería condecorada.

De vuelta a Inglaterra, Florence se unió al recién fundado Imperial War Museum para trabajar en un comité dedicado a recopilar documentación sobre el papel de las mujeres en la Gran Guerra. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial también se volcó en ayudar a la causa bélica, esta vez en el Women's Voluntary Service de Londres.

Hasta su muerte, el 1 de marzo de 1964, Florence Norman continuó con su labor de visibilizar a las mujeres en zonas de conflicto en el Imperial War Museum.
 
La heroína de La Coruña, María Pita (1564-1643)

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En la primavera del año 1589, un año después de la empresa fallida de la Armada Invencible en costas inglesas, Inglaterra estaba preparada para materializar su venganza.
En aquellos últimos años del siglo XVI, España e Inglaterra, dos potencias internacionales, pugnaban por el dominio de los mares y la hegemonía en medio mundo y en el tablero, miles de peones iban a sufrir las consecuencias.

Cuando las tropas inglesas arribaron a las costas gallegas, sus gentes no se lo iban a poner fácil. Hombres, pero también mujeres, se situaron al frente de la resistencia. De todas ellas, destacó por su coraje y valentía María Pita.

La historia de María Pita se enmarca en esa enorme batalla que lidiaban españoles e ingleses en distintos frentes.

Su nombre real era Mayor Fernández da Cámara Pita pero un malentendido con la muerte de su hermana María la convirtieron en María Pita.

Había nacido en una fecha indeterminada alrededor del año 1564 en el seno de una familia sencilla. María se casó en cuatro ocasiones.

Su primer marido, carnicero, la dejó con una hija y la herencia de unas tierras y varias propiedades que le permitieron vivir de manera relativamente holgada. Su segundo marido, el que forma parte de la leyenda de María Pita, falleció durante el ataque inglés a La Coruña.

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Corría el año 1589 y ahora Isabel I, con su corsario Francis Drake a la cabeza, se disponía a poner en jaque a su enemigo Felipe II. No sólo iba a devolverle la "visita" a sus tierras, sino que se disponía a arrebatarle la corona portuguesa que el rey Prudente se había apropiado en 1580 aduciendo razones dinásticas. Junto a Drake viajaba don Antonio, prior de Crato, nieto de Manuel I de Portugal, que reclamaba para sí el trono que entonces ostentaba su primo lejano Felipe II.

La Coruña movilizó a hombres, mujeres y niños que se atrincheraron en la plaza.

En un primer momento, las mujeres ejercían labores de apoyo y aprovisionamiento a las tropas pero la situación desesperada en la que derivó el asedio obligó a todos sus habitantes a luchar contra el enemigo.

Cuando las fuerzas empezaban a disminuir y el ánimo de los coruñeses se desvanecía, María Pita mató al alférez inglés y le arrebató su bandera.

Dicen algunos que fue por la rabia sentida tras el asesinato de su segundo marido en pleno asedio que María agarró una lanza, un arcabuz o un cuchillo, según las versiones, y terminó con su vida.

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María Pita se erigió entonces en abanderada de los suyos al grito de "Quien tenga honra que me siga".

Convertida en heroína, continuó luchando hasta que los ingleses se retiraron de sus costas y pusieron rumbo a Lisboa donde tampoco conseguirían su objetivo de destronar del trono luso a Felipe II.

El valor de María Pita fue reconocido por el rey quien le concedió una pensión y le fue dado el título de "soldado aventajado".

El mismo año del asedio en el que había perdido a su segundo marido, María volvió a casarse por tercera vez, esta vez con un capitán de infantería con quien tuvo otra hija. Y de nuevo volvió a quedarse viuda, en 1595.

Cuatro años después se casó por cuarta vez con un funcionario de la Real Audiencia de quien enviudó en 1613.

Desde entonces, María no volvió a casarse por expreso deseo de su último marido quien puso como condición para que su esposa pudiera gozar de su herencia que no volviera a contraer matrimonio.

María Pita, la heroína de La Coruña, falleció el 21 de enero de 1643, habiendo superado, si aceptamos su fecha de nacimiento en 1564, los ochenta años de edad.
 
Luchando por la igualdad, Frances Willard (1839-1898)



La historia de Frances Willard fue la historia de una mujer comprometida con la lucha contra las injusticias sociales y a favor de los derechos de las mujeres.

Trabajadora incansable, durante décadas, se volcó en denunciar una de las lacras más dramáticas de la sociedad, el alcoholismo, considerado como la punta del iceberg de la violencia doméstica y de miles de dramas personales.

Como presidenta de la organización cristiana Woman's Christian Temperance Union, Frances William abogó por la igualdad entre hombres y mujeres y no dejó de luchar por alcanzar esta igualdad en todos los ámbitos de la sociedad.

Frances Elizabeth Caroline Willard nació el 28 de septiembre de 1839 en Churchville, New York. Sus padres, Josiah Flint Willard, granjero y legislador, y Mary Thompson, profesora de escuela, la bautizaron con el nombre de Frances en honor a la novelista inglesa Frances Burney. Además de Frances, la pareja tuvo tres hermanas, una de las cuales falleció prematuramente. Durante su infancia, la familia de Frances cambió varias veces de residencia, condicionados por la mala salud de su padre.

En aquella época, los Willard se acercaron a las creencias metodistas.

Frances y su hermana Mary estudiaron en un instituto de Milwaukee donde su tía ejercía de maestra después de haber sido educadas en casa por su propia madre.

En 1858, Frances y Mary continuaron estudiando en el North Western Female College de Illinois, donde la familia se había trasladado y Josiah había empezado su carrera como banquero.

Después de graduarse, Frances empezó a trabajar como maestra. En 1871 fue nombrada presidenta del Evanston College for Ladies. Adscrita a la universidad de Northwestern, Frances fue nombrada decana del centro femenino, cargo que abandonaría pocos años después tras varias disputas con los directores de la universidad relacionadas con la educación femenina.



Por aquel entonces, Frances ya estaba muy concienciada en lo que a los derechos de las mujeres se refería y había desarrollado una gran sensibilidad hacia las necesidades sociales de distintos grupos desfavorecidos.

En 1874, el mismo año que abandonó su cargo en la universidad, se unió a un grupo de mujeres que formarían la Woman's Christian Temperance Union (WCTU), una de las organizaciones feministas más importantes del siglo XIX.

Primero asumió un cargo de secretaria pero pronto se hizo cargo de las distintas publicaciones y de la comunicación de la organización. Su capacidad de trabajo y su liderazgo la llevó en 1879 a alcanzar la presidencia de la WCTU, cargo que ostentaría hasta su muerte.

Frances Willard dedicó toda su vida a trabajar en favor de la igualdad de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.

Frances Willard trabajó de manera incansable durante muchos años dando conferencias a lo largo y ancho de los Estados Unidos y transmitiendo su principal lema, "Hacerlo todo".

Willard defendió la "templanza" (temperance), es decir, la abstinencia de bebidas alcohólicas, una lacra muy extendida entre los hombres.

Para ella y los miembros del WCTU, el alcoholismo era una de las causas de la violencia ejercida por los maridos sobre las mujeres.

En este sentido, Willard, defendía también la necesidad de dar a las mujeres el derecho al sufragio para que pudieran defenderse ante las instituciones

. Para ella, las mujeres no eran el s*x* débil, pero debían encontrar en el hombre protección y no violencia.

Frances Willard defendía una sociedad en la que hombre y mujer fueran iguales ante la ley y que ambos se convirtieran en compañeros dentro del hogar.

Un hogar que debía estar basado en las leyes cristianas que según Willard hablaban de una igualdad entre ambos.



Frances lideró la WCTU enfocando sus actuaciones en el trabajo social, la lucha contra la prostit*ción, la mejora de la sanidad, las condiciones de los presos y poder alcanzar la paz social.

Acogían a los inmigrantes y defendieron a la población negra.

Frances abogaba por la igualdad salarial, la protección de mujeres y niños contra los abusos en el trabajo y la jornada laboral de ocho horas.

En este sentido, Frances defendía la necesidad de dar a las mujeres la misma educación que a los hombres y la posibilidad de poder acceder a los mismos puestos de trabajo.

El nombre de Frances Willard traspasó las fronteras de los Estados Unidos cuando empezó a participar en distintas asociaciones internacionales, entró en contacto con distintas sufragistas de otros países e impulsó la World WTCU. Hacia 1893, Frances Willard se acercó a las ideas del socialismo cristiano.

Frances se encontraba en el Empire Hotel de Nueva York donde se estaba preparando para viajar a Europa cuando falleció mientras dormía, el 17 de febrero de 1898.

La figura de Frances Willard fue aclamada en los Estados Unidos convirtiéndose en la primera mujer americana en ser incluida en el Statuary Hall del Capitolio.

Su estatua la realizó la escultora norteamericana Helen Farnsworth Mears.
 
Ana de Este

(Ferrara, 1531 - París, 1607)



Nieta de Lucrecia Borgia, quien por matrimonio fué duquesa de Ferrara. Ana fué duquesa de Guisa. Fué mujer de armas tomar, clave en la corte de Catalina de Médicis y las guerras de Religión.
Noble italiana, era la hija primogénita de Renata de Francia (hija de Luis XII y de la duquesa Ana de Bretaña) y de Hércules II, duque de Ferrara (hijo de Alfonso I y de Lucrecia Borgia). Creció en Ferrara, donde recibió una excelente educación. También estudió música, canto, danza, historia y pintura. La futura escritora y estudiosa Olimpia Fulvia Morata fue elegida como una de sus compañeras en la corte.1

En 1548, después de largas y difíciles negociaciones, su matrimonio fue arreglado con el príncipe francés Francisco, duque de Aumale, hijo del duque de Guisa. El contrato se firmó en Ferrara el 28 de septiembre y el matrimonio se celebró en Saint-Germain-en-Laye, cerca de París el 16 de diciembre. La princesa se fue para nunca volver a Italia.

Ana de Este era nieta del rey Luis XII de Francia y por tanto estaba relacionada con Enrique II y sus hijos. Por su matrimonio se había convertido en un miembro de la poderosa familia Guisa, y debido a sus raíces italianas, tuvo especialmente estrechos vínculos con la reina y luego reina madre, Catalina de Médicis.

Por estas razones, su posición en la corte fue excepcional. Duquesa de Guisa después de la muerte de su suegro en 1550, gobernó las propiedades de la familia y la enorme fortuna de la Guisa con la ayuda de su suegra, Antonieta de Borbón-Vendome. Ella también era activo en nombre de su padre y actuó como mediadora entre las cortes de Francia y de Ferrara. Ella dio a luz a siete hijos, cuatro de los cuales llegaron a la edad adulta.

En febrero de 1563 el duque Francisco I de Guisa fue asesinado. Mientras que el asesino fue capturado e inmediatamente condenado a muerte, Ana de Este tomó todas las medidas posibles para demandar al jefe de los hugonotes franceses, Gaspar de Coligny, a quien ella hacía responsable del asalto.

Durante los siguientes tres años, la viuda puso presión sobre el rey y sus tribunales de justicia con sus peticiones, pero en enero de 1566 el consejo del rey declaró el almirante de Coligny inocente e impuso silencio eterno en el asunto. En consecuencia, la mayoría de sus contemporáneos creyó que la viuda del duque de Guisa era responsable del disparo que atentó contra la vida de Coligny el 22 de agosto de 1572 y que se convirtió en la señal de partida para la Matanza de San Bartolomé.

El 5 de mayo de 1566, Ana de Este se casó con Jacobo de Saboya, duque de Nemours y Genevois. A partir de entonces, la princesa pasó la mayor parte de su tiempo en Annecy o en el camino entre su ducado de Genevois y la corte de Francia. En situaciones políticamente difíciles actuó como mediadora entre su marido y el duque de Saboya, y al mismo tiempo ocupó su puesto en la corte de Francia. Ana de Este también promovió las carreras de sus hijos, ayudó a sus clientes a ganarse la vida, y reclamó un lugar destacado en las ceremonias oficiales de la corte.

Después de la muerte de su segundo marido en 1585 Ana de Este vivió en París, en su Hôtel de Nemours, que se encuentra en la orilla izquierda del Sena, en lo que hoy es la calle Séguier. Con la formación de la Liga Católica, en la que sus hijos tuvieron un papel destacado, la importancia de la duquesa por los acontecimientos políticos en el reino de Francia aumentó considerablemente.

En diciembre de 1588 Enrique III ordenó el asesinato de sus dos hijos mayores y el encarcelamiento de Ana. Aunque las fuentes no dicen nada acerca de las obras de la duquesa después de su liberación, algunos contemporáneos creían en su responsabilidad por el asesinato del rey. Durante el asedio de París por Enrique IV, Ana de Este fue declarada reina madre de la Liga, pero después de la conversión del Borbón al catolicismo lo reconoció como rey y trató de convencer a sus hijos rebeldes de seguir sus pasos. En 1594 Ana viajó a París para rendir homenaje a Enrique IV.

Ana de Este pasó sus últimos años en una posición muy respetable superintendente de la mansión de la reina María de Médicis, pero también en un creciente endeudamiento y en la constante preocupación por la situación financiera de sus hijos y nietos.

Cuando murió el 17 de mayo de 1607, el valor de sus bienes inmuebles llegó a poco más de 4.000 libras. Las entrañas y el corazón de la duquesa fueron enterrados en París y en Joinville, mientras que su cuerpo fue trasladado a Annecy, donde fue enterrada junto a su segundo marido. Ninguna de las tumbas permanecen.

Matrimonio e hijos
Casada en primeras nupcias en Saint-Germain-en-Laye el 16 de diciembre de 1548 con Francisco I (15191563), duque de Guisa. De esta unión nacieron:

Viuda, nuevamente se casó en Saint-Maur-des-Fossés el 5 de mayo de 1566 con Jacobo de Saboya (1531 – 1585), duque de Nemours. de esta unión nacieron:

Notas
  1. Robin, Larsen and Levin. p. 269.
Fuentes
  • Severin Bertrand: Oraison funebre sur le trespas de tres-haulte, tres-illustre et tres-vertueuse Princesse Anne d’Est’, Duchesse de Chartres, de Guyse, Nemours, Genevois, &c. París, 1607.

  • Le sieur de La Palud: Discour funebre sur la mort de tres-Illustre Princesse Anne D’est Duchesse de Genevois, Nemours, Chartres, &c. Chambery, 1609.

  • Francesco Agostino della Chiesa: Theatro delle donne letterate, con vn breve discorso della preminenza, e perfettione del sesso donnesco. Mondovi, 1620.

  • Hilarion de Coste: Anne d’Est ou de Ferare, Duchesse de Guise & de Nemours. In: Ders.: Les éloges et vies des reynes, princesses, dames et damoiselles illustres. París, 1630, p. 32–37.
Bibliografía
  • Christiane Coester: Schön wie Venus, mutig wie Mars. Anna d’Este, Herzogin von Guise und von Nemours (1531–1607), Oldenbourg, Múnich, 2007, ISBN 978-3-486-58028-0.

  • Huguette Leloup: Anne d’Este (1531–1607). Fille aînée de Renée de France, Duchesse de Guise puis duchesse de Nemours, Dame de Montargis, Bulletin de la Société d’Émulation de l’Arrondissement de Montargis, ser. 3, no. 119, 2002.

  • Jessica Munns, Penny Richards: Exploiting and destabilizing Gender Roles: Anne d’Este, en: French History, vol. 6, 1992, p. 206–215.

  • Matteo Sanfilippo: Artículo: Este, Anna d’, en: Dizionario biografico degli Italiani, vol. 43, Istituto della Enciclopedia Italiana, Roma, 1993, p. 315–320.
Enlaces externos
 
Olimpia Fulvia Morata

Olimpia Fulvia Morata (Ferrara, 1526 - Heidelberg, 26 de octubre de 1555) era una humanista italiana y protestante que escribió numerosas obras relacionadas con la religión y el pensamiento

Su padre, Fulvio Pellegrino Morato, era tutor de la Casa de Este, y por esto, creció rodeada de conocimientos, aprovechando incluso las clases de su padre a los jóvenes hijos del duque de Ferrara. A los doce años ya hablaba con fluidez el latín y griego antiguo y fue nombrada compañera de Ana de Este en la corte donde pudo tener contacto con la élite intelectual y acceso a las obras de Cicerón o de Calvino.1

En 1546, dejó la corte para cuidar a su enfermo padre, además se ocupó de la educación de sus hermanos. Su padre se había convertido al protestantismo y Olimpia no tardó en abrazar las doctrinas de Lutero y Calvino. Al regresar a la corte, Ana de Este se casó con Francisco de Guisa y pasó el tiempo estudiando filosofía y manteniendo correspondencia con Gasparo Sardi, quien le dedicó su De Triplici Philosophia.1

Con la nueva situación de Ana de Este, y después, la muerte de su padre en 1548 ya poco la relacionaba con la corte de la casa de Este la cual acabó abandonando.

Un año más tarde conocerá a un joven estudiante de medicina y filosofía en Baviera, Andreas Grundler von Schweinfurt, con el que se casará en 1550 por la iglesia protestante. Vivieron en Italia pocos años más ya que la pareja marcharía a Alemania, donde Olimpia continuaría sus estudios, profundizando en textos clásicos y la Biblia. En 1554 lo acompañó a su lugar de nacimiento donde había sido enviado para curar a las tropas españolas.

En 1553 tomó posesión de Schweinfurt Alberto de Brandeburgo tras el asalto de esta ciudad por parte de las tropas imperiales de Carlos V y hubieron de huir a Heidelberg por la defensa de Olimpia a la reforma protestante. Buscaron refugio en diferentes cortes europeas lográndolo ,al fin, en la corte de los Erbach. Pero lamentablemente, Olimpia morirá dos años después, el 26 de octubre de 1555 en Heidelberg, a consecuencia de la epidemia de peste que asolará distintas ciudades europeas. Tenía tan sólo 29 años.

Se publicaron póstumamente por parte de su marido y de algunos amigos humanistas: cartas, poemas y sus obras (entre estas sus misivas en latín y griego) póstumamente en Basilea en el año 1558.2

Obra
  • Olympiae Fulviae Moratae Foeminaw doctissimae ac plane divinae Opera omnia quae hactenus invenire potuerunt; cum erudotorum testimoniis et laudibus. Hippolitae Taurellae Elegia elegantissima. Quibus Coelii S. C. selectae Epistolae ac orationes accesserunt, Basilae, apud Petrum Pernam MDLXX
  • Lettere, en «Opuscoli e lettere di riformatori italiani del Cinquecento», Bari 1927
  • Epistolario (1540-1555)
  • Opere, a cura di Lanfranco Caretti: vol. I, Epistolae; vol. II, Orationes, Dialogi et Carmina, Ferrara, Deputazione Provinciale Ferrarese di Storia Patria 1954
Referencias y enlaces externos
  1. Saltar a:a b Robin, Larsen and Levin. p. 269. Falta el |título= (ayuda)
  2. Robin, Larsen and Levin. p. 215. Falta el |título= (ayuda)
 
Ana María de Gonzaga-Nevers


Ana María de Gonzaga-Nevers (1616 - 6 de julio de 1684) fue una noble ítalo francesa y salonista. Hija menor de Carlos I de Gonzaga-Nevers, duque de Mantua y Monferrato, y Catalina de Mayena, hija de Carlos de Lorena, duque de Mayena, Ana era Princesa Palatina como la esposa de Eduardo del Palatinado-Simmern, nieto del rey Jacobo I de Inglaterra y tío del rey Jorge I de Gran Bretaña. Ella dio a luz tres hijos de Eduardo, todas hijas. Si Ana María no hubiese convertido al catolicismo a Eduardo, el trono Inglés podría haber pasado a sus descendientes.

Ana María nació en París en una rama menor francesa de la Casa ducal de los Gonzaga, que gobernó Mantua en el norte de Italia. La rama Nevers posteriormente llegó a gobernar Mantua de nuevo después de la Guerra de Sucesión de Mantua, provocada en parte por la demanda de su padre, de origen parisino, de los ducados de Mantua y Monferrato. Con el apoyo prometido de la corona francesa, que naturalmente prefería a un Par de Francia para gobernar Mantua, Carlos llegó allí en enero de 1628 y proclamó su soberanía.

A pesar de su nombre y su línea paterna era de Mantua (Italia), Ana María de Gonzaga (a veces Ana Gonzaga de Clèves-Nevers, como la nieta de Enriqueta de Cleves, duquesa de Nevers) nació y vivió principalmente en Francia. Probablemente ella se quedó en Francia, incluso después de la recuperación de su padre de la ciudad ancestral de Mantua, teniendo en cuenta que la ciudad estaba en ruinas en 1630 (marcada por la guerra, la peste y un brutal saqueo por el ejército imperial).

Ana María era la menor de los seis hijos de los duques de Mantua. Tenía tres hermanos, entre ellos Carlos de Gonzaga-Nevers, y dos hermanas, la mayor de los cuales María Luisa de Gonzaga se convirtió en reina de Polonia. Su madre francesa, Catalina de Mayena (que pertenecía a una rama menor de la real Casa de Lorena), murió en 1618, cuando Ana tenía sólo dos años de edad. Originalmente su familia planeaba que ella se convirtiera en monja, pero la muerte de su padre en 1637 la relevó de esta obligación y, posteriormente, Ana María llevó a cabo una vida aventurera.

Duque de Guisa



Enrique II de Lorena, Duque de Guisa, por Anthony van Dyck en 1634.

Ella se enamoró apasionadamente de su primo segundo materno, Enrique II de Guisa, y más tarde, ella afirmó haber contraído un matrimonio secreto con él en 1639, que él negó. En 1640, Ana María se disfrazó de hombre para unirse a él en Sedan, pero él la abandonó al año siguiente, en 1641. Ella presentó una demanda contra él, exigiendo el reconocimiento como su esposa.

Matrimonio e hijos
El 24 de abril de 1645 en París, Ana María se casó, sin mucho entusiasmo, con Eduardo del Palatinado-Simmern, un noble alemán de diecinueve años de edad, sin tierra y sin dinero, que tenía nueve años menos que ella. Ella se convirtió en Condesa Palatina de Simmern, y era conocida en alemán como Pfalzgräfin Anne y en inglés como Anne, Princess Palatine.

Con Eduardo, tuvo tres hijas:

  1. Luisa María (23 de julio de 1647 a 11 de marzo de 1679). Casada con el príncipe Carlos Teodoro de Salm;
  2. Ana Enriqueta Julia, princesa de Condé (23 de julio de 1648 - 23 de febrero de 1723). Casada con Enrique Julio, príncipe de Condé, tuvo descendencia;
  3. Benedicta Enriqueta (14 de marzo de 1652 - 12 de agosto de 1730). Casada con el duque Juan Federico de Brunswick-Luneburgo. De ella descienden figuras tan prominentes como el condenado rey Luis XVI de Francia.
Según el historiador italiano Signor GB Intra, Ana María "sostuvo uno de los salones más brillantes durante los primeros años del reinado de Luis XIV".1

El matrimonio de su segunda hija con Enrique Julio, príncipe de Condé, duque de Enghien, vino a restaurar su posición, Enrique Julio, hijo de el Gran Condé, era un primo de Luis XIV de Francia y uno de los hombres de más alto rango en la corte. Su hermana, la reina polaca María Luisa de Gonzaga, había designado a Ana Enriqueta como su heredera y se había comprometido a apoyar la candidatura del duque de Enghien para el trono polaco.

Ana María logró casar a su hija menor, Benedicta, con el duque de Brunswick y Hannover. La princesa Palatina era confidente de Felipe I de Orleans, cuyo segundo matrimonio (con la sobrina de su marido, de diecinueve años de edad, Isabel Carlota del Palatinado) ayudó a orquestar.2

Vida posterior y religión

La madre de Ana María era miembro de la "ultra-católica" Casa de Guisa, y Ana María parece haber sido profundamente dedicada a la religión, especialmente en sus últimos años. Además de ser ilegítima descendiente de un papa,3 era la nieta de Carlos de Lorena, presidente de la Liga Católica de Francia, (que había formado su hermano asesinado) y de Ana de Este. Ana María logró convertir a su marido del calvinismo al catolicismo a pesar de las amenazas de su madre, Isabel Estuardo de renegar de cualquierade sus hijos que se hicieran católicos. (Isabel perdonó a su hijo con una rapidez sorprendente.)

En 1663, Eduardo murió en París a los 37 años. 40 años después de su muerte, Sofía de Wittelsbach la hermana menor de Eduardo, comúnmente conocida como Sofía de Hannover después de su matrimonio con el protestante duque Ernesto de Hannover, fue declarada la presunta heredera a su prima hermana una vez retirada, la reina Ana de Inglaterra e Irlanda (más tarde reina de Gran Bretaña e Irlanda). Sofía nunca fue declarada heredera presunta de Escocia. Ella habría sucedido en la corona a Ana, si ella no hubiese muerto unas semanas antes de que Ana lo hiciera. Tras la muerte de Sofía, su hijo Jorge Luis, Elector de Hannover y duque de Brunswick-Luneburgo, se convirtió en presunto heredero. Tras la muerte de la reina Ana, se convirtió en Jorge I, el primero de la línea de los reyes de Hannover. "Si Eduardo el hermano mayor de Sofía no se hubiese convertido al catolicismo", escribe George L. Williams, "es posible que el trono Inglés habría estado en manos de sus descendientes".4

En 1671, Ana María volvió a dedicarse al catolicismo y cambió por completo su estilo de vida. Ella murió en 1684. Bossuet pronunció su famosa oración fúnebre.
 
¿Para qué sirve escribir sobre Mujeres con ciencia?

No soy científica ni tengo intención de serlo; no he querido serlo nunca. Obviamente soy mujer, pero esa condición no fue elegida, vino impuesta por la naturaleza y puedo decir que, después de 43 años, he conseguido estar a gusto con ella.



Lo que sí fue una decisión personal fue lanzarme a escribir sobre mujeres con ciencia.
Fue una decisión arriesgada, puede que incluso hace casi dos años me pareciera un poco irresponsable pero pasado todo este tiempo puedo decir que fue, que ha sido, un gran acierto.

¿Para qué sirve escribir sobre Mujeres con ciencia?

  • Para saber todo lo que no sé. Antes de empezar a escribir sobre el tema, mi conocimiento sobre él era mínimo. Con dificultad habría podido nombrar como mucho diez mujeres con un papel importante en la ciencia. Era consciente de mis carencias pero no de la inmensidad del mundo a descubrir.

  • Para preguntarme por las causas de ese desconocimiento por mi parte y de la sociedad en general: ¿Cómo ha pasado esto? ¿Por qué ha pasado? ¿Por qué no conocemos el increíble trabajo de muchísimas mujeres? ¿Por qué no se habla de ellas? ¿Por qué cuando se habla de ellas no tiene la misma repercusión que al hablar de hombres científicos?

  • Para reflexionar sobre si somos machistas o dejados, o las dos cosas a la vez. Es evidente que hemos crecido y nos desenvolvemos en una sociedad machista en la que el hombre ha tenido y tiene (aunque cada vez menos) mucha más presencia que la mujer.
  • ¿Estamos las mujeres haciendo algo para cambiar esa situación? Escribir esta misma pregunta me hace reflexionar sobre lo erróneo del planteamiento.
  • No somos las mujeres, o no somos solo las mujeres, las que tenemos que cambiar este planteamiento. Todos debemos hacerlo, porque desconocer e ignorar por completo la existencia de las mujeres en ciencia es un problema, un lastre para todos.
  • ¿Qué sé de las mujeres científicas? ¿Cuántas conozco? ¿Por qué no conozco más? Son preguntas que todos debemos hacernos y respondernos.

  • Para cuestionarme la situación de las mujeres en otras profesiones, en otros ámbitos de la sociedad. ¿Cuántas mujeres compositoras conozco? ¿Y escultoras? ¿Y Premios Nobel?
Aparte de las muchas satisfacciones personales que escribir sobre mujeres con ciencia me ha proporcionado, y de las mujeres increíbles que he conocido, lo más impactante para mí ha sido pensar cada semana qué es lo que puedo hacer para cambiar esta situación y darme cuenta de que de alguna manera, a pequeña escala, con las lecturas, las búsquedas, los posts y las acciones en redes sociales, mi conocimiento sobre las mujeres con ciencia se va ampliando al mismo tiempo que (quiero creer) se amplia el de otros y, con ello, la visibilidad de todas estas mujeres es cada vez mayor, abriendo un nuevo campo de inspiración y oportunidades para todos.

Solo eres una persona en un mundo de 7000 millones
¿Cómo pueden tus acciones marcar la diferencia?


Esta reflexión de Jane Goodall que recientemente trajimos a este blog es lo que me ha hecho pensar en este post.

Quiero creer y de hecho lo creo que mis acciones en Mujeres con ciencia me cambian a mi, mi percepción de la mujer en la ciencia y en todas las facetas de la cultura y por tanto algo aportan en el camino a la igualdad de la mujer y a su máxima visibilización.

Sobre la autora
Ana Ribera (Molinos), historiadora con 16 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.
 
Muriel Bristol, una algóloga experta en té

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B. Muriel Bristol. Imagen extraída de [1].
Blanche Muriel Bristol nació en Croydon (Reino Unido) el 21 de abril de 1888. No se conocen demasiados datos ni sobre su vida ni sobre su carrera científica.

Estudió para especializarse en botánica.

Realizó una tesis doctoral, probablemente en la Universidad de Birmingham bajo la dirección del especialista en algas y protistas George Stephen West (1876-1919).
Se sospecha que su trabajo de doctorado fue dirigido por este botánico ya que, en julio de 1916, el profesor escribió un artículo con “B. Muriel Bristol, MSc.” como coautora. Además, Muriel escribió un obituario de West en 1921, tras fallecer el botánico víctima de la epidemia de la gripe española.

Muriel Bristol trabajó en la estación experimental de Rothamsted (Harpenden, Reino Unido) desde 1919, centrándose en el estudio de algas. En particular, investigó sobre los mecanismos a través de los cuales estos organismos adquieren los nutrientes.

El 6 de junio de 1923, Muriel se casó con el bioquímico William Roach (1895-1984). Poco más se sabe de su vida, salvo que falleció el 15 de marzo de 1950 de un cáncer de ovarios.

Según el algólogo inglés John Walter Guerrier Lund pie de la página 192), la especie de alga Chlamydomona muriella lleva este nombre en honor a B. Muriel Bristol Roach.

Conociendo tan pocos datos sobre esta científica, ¿por qué dedicarle una entrada? Porque Muriel Bristol lo merece.

Aunque no realizó grandes aportes a la botánica, esta especialista en algas tiene un hueco muy especial en la historia de la estadística. Mirad el motivo, leed esta historia:

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B. Muriel Bristol.
Estamos en la estación de Rothamsted a finales de los años 1920.
Un grupo de personas hace una pausa en su trabajo para tomarse su infusión.

Entre ellas están Muriel, Ronald y William.

Ronald ofrece a su amiga una taza de té. Ella la rechaza porque a Muriel le gusta el té, pero solo si la leche se ha servido en la taza en primer lugar.

Ronald, creyendo que se trata de una broma, insiste. Pero Muriel, la rechaza de nuevo, no le gusta el sabor.

William interviene y propone a Ronald que permita demostrar a Muriel que efectivamente es capaz de saber el momento en el que se ha servido la leche en la taza.

Rápidamente, se organiza el experimento: Muriel debe distinguir entre ocho tazas de té, cuatro de cada tipo (leche antes del té o té antes de la leche) colocadas de manera aleatoria ante ella.

Tras una pausada cata –en la que se permite a Muriel comparar el sabor de dos tazas–, y ante el asombro de sus compañeros, Muriel distingue con precisión el orden en el que se ha servido la leche de cada taza.

¿Pura suerte? ¿Quizás Muriel es una experta y entrenada catadora? Ronald admite la “victoria” de Muriel y se pone a reflexionar sobre el tema…


Esta historia es verdadera, y este experimento aleatorizado se realizó realmente.

Fue diseñado por el biólogo y estadístico Ronald Fisher (1890-1962) y lo presentó bajo el nombre de The lady tasting tea –la catadora de téen su libro The Design of Experiments (1935).




Muriel aclaró –una explicación muy científica, desde su condición de bióloga– que si se añadía leche fría al té caliente, las proteínas de la leche coagulaban y cambiaba el sabor, que ella percibía como desagradable.

Y, como ya hemos comentado, Muriel y William se casaron…
 
Sellos dedicados a mujeres de ciencia

Los iremos incorporando siempre que encontremos imágenes variadas o de buena calidad para compartir.

Los sellos aparecerán ordenados por orden alfabético de los apellidos de las mujeres homenajeadas, de las que se podrá aprender un poco más entrando en el enlace correspondiente.
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Ruth Benedict (1887-1948)
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