Anna Leonowens fue una institutriz británica que se hizo famosa por sus publicaciones sobre los cinco años que había pasado en Siam para poder dar clase de inglés a los niños del rey Mongkut. Su biografía ha sido llevada al cine en dos ocasiones. En la primera Deborah Kerr interpretó su papel en “ El rey y yo “ y más recientemente Jodie Foster, en la película “ Anna y el rey”, se metió en la piel de esta extraordinaria mujer.
A pesar de que afirmaba haber nacido en Caernarfon, País de Gales, como Anna Harriette Crawford, recientes investigaciones han descubierto que no hay ningún registro de su nacimiento allí, noticia que fue un duro golpe para la ciudad, que hacía tiempo que la reclamaba como uno de sus nativos más famosos. La versión oficial de su historia dice que a la edad de quince años viajó a la India para vivir con su madre, que había vuelto a casarse después de la muerte del padre de Anna, un capitán del ejército, en acción. Había pasado los años en el internado y en casa de familiares. Pero ahora se cree que pudo haber nacido en la India en 1831, de familia deraza mixta, y que su nombre de soltera era Anna Edwards. Posiblemente quiso ocultar sus orígenes humildes al escribir que ella había nacido una Crawford en Caernarfon y al otorgarle a su padre rango de capitán. De esta manera no sólo se protegía a sí misma, sino también a sus hijos, que habrían tenido mayores oportunidades si se desconocía sus orígenes mixtos.
La relación de Anna con su padrastro no era feliz, y más tarde lo acusó de ejercer presión sobreella, como su hermana, para casarse con un hombre mucho mayor. La joven vivió en el lejano Oriente y aprendió hablar con fluidez sánscrito, hindi, persa y árabe. De regreso con su familia a la India, se casó, a la edad de diecisiete años, con su novio de la infancia, Thomas LouisLeonowens. En 1852, Anna sufriría la pérdida de su primer hijo y comenzó a sentirse enferma. Se le prescribió un cambio de clima y el matrimonio viajó hacia Australia. El viaje desde Singapur fue largo y la joven dio a luz un hijo, Thomas, a bordo. Sobrevivieron a un naufragio en el Cabo de Buena Esperanza y días más tarde, llegaron a Perth, donde su esposo encontró rápidamente trabajo como empleado en la administración colonial.
En Perth, Anna, intentó poner en marcha una escuela para señoritas. En marzo de 1854, su hijo murió y, en ese año, vino al mundo su hija Avis Annie. En 1855, la familia se trasladó a Lynton, en donde Anna dio a luz a su hijo Louis. Dos años después, la familia se trasladó a Singapur. En 1859, Anna se quedó viuda y pobre. Para mantener a sus dos hijos retomó la docencia y abrió una escuela donde estudiaban los hijos de los oficiales británicos. En enero de 1862, el cónsul de Siam en Singapur fue a visitarla. La dama escuchó con atención su propuesta. Al parecer, el reyMaha Mongkut de Siam estaba buscando una institutriz inglesa que se encargara de la educación de su hijos y querían saber si ella estaría interesada en aceptar el cargo.
La señora Leonowens era una viuda de treinta y un años, con dos hijos pequeños a los que mantener, y los oficiales con frecuencia se olvidaban de pagar las cuentas. Su precaria situación económica la animó a aceptar la insólita oferta, y tres semanas después, en compañía de su hijo pequeño Louis, abandonó Singapur en un barco de vapor rumbo a Bangkok. Durante cinco años trabajaría como institutriz de los sesenta y siete hijos y de las muchas esposas y concubinas del rey de Siam.
El monarca tenía un carácter complejo. Culto e inteligente, estaba, sin embargo, limitado por su propia educación y tradiciones. Éste debía tener un cierto grado de respeto por la mujer europea, de otro modo no la hubiera empleado como uno de los maestros a quienes confió la educación de sus muy amados hijos. La vida en palacio no fue fácil para esta mujer independiente y de estricta moral victoriana, que detestaba la esclavitud y los harenes. Gracias a su tenacidad, consiguió tener su propio hogar fuera de los muros de palacio y gozar de cierta libertad. Esta dama se ganó el respeto del rey y sus opiniones sobre la dignidad del ser humano calaron hondo en Mongkut y su hijo el príncipe heredero. Siempre tuvo el valor de decir lo que pensaba y de interceder ante el rey por alguna de sus esposas o esclavas.
Anna no fue sólo institutriz en la corte sino que se convirtió en la secretaria privada y traductora del rey Mongkut. Su trabajo era de máxima responsabilidad, ya que llevar la correspondencia del rey era un asunto serio y de vital importancia para impulsar las relaciones entre Siam y las grandes potencias como Inglaterra. Y agotador, porque como cuenta la propia Anna, el rey requería de sus servicios a cualquier hora del día. A pesar de todo aceptó el encargo pero con una sola condición: ya que tenía que trabajar en la misma habitación que el rey debía permitírsele estar derecha en su presencia y no postrada como sus súbditos. La institutriz también le fue muy útil al rey de Siam para organizar recepciones a importantes autoridades inglesas.
La marcha de Anna de Siam no tuvo, como popularmente se cree, nada que ver con la muerte del rey, y él no le suplicó que permaneciera. Además, ella estaba en el proceso de negociar el regreso a su corte cuando éste se puso enfermo y murió. El príncipe Chulalongkorn, con quince años, le escribió una cálida carta de agradecimiento por sus servicios, pero no la invitaba a volver a Siam. Que el rey tuvo a Anna en alguna estima se manifiesta por el hecho de que, tanto ella como su hijo, fueron mencionados ambos en su testamento, aunque nunca recibirían su legado. Anna no regresó a Siam desde su partida en 1867, pero siguió de cerca los avances y reformas que introdujo su pupilo el príncipe Chulalongkorn, entre otras, algunas por las que ella tanto había luchado, la abolición de la esclavitud, la libertad religiosa, la creación de escuelas y hospitales.
La hija de Anna se casó con Thomas Fyshe, un banquero escocés que puso fin a las preocupaciones monetarias de la familia. Su hijo Louis regresó a Siam en 1882, tenía el mismo espíritu inquieto y aventurero que su madre y el nuevo rey le nombró en su recuerdo oficial de su caballería. Anna vivió sus últimos años escribiendo artículos sobre sus experiencias en la corte del rey Mongkut, dando conferencias y codeándose con los más importantes intelectuales de Nueva York. Llegó incluso a trabajar como enviada especial, cuando en 1881, y tras el asesinato del zar Alejandro II, una publicación la contrató para viajar a Rusia y escribir varios artículos. No aceptó un puesto fijo en la redacción porque por aquel entonces esta incansable viajera deseaba pasar más tiempo con sus nietos y dedicarse a su familia. Anna Leonowens murió el 19 de enero de 1915, a los 83 años de edad. Fue enterrada en el cementerio de Mount Royal en Montreal.