Muerte en León, El caso Asunta y El crimen de la catana: True Crime, un género de TV reincidente

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Las claves del nuevo documental narrativo
Muerte en León, El caso Asunta y El crimen de la catana: True Crime, un género de TV reincidente
EDUARDO FERNÁNDEZ
Madrid
29 NOV. 2017 03:32


VIDEO:

http://www.elmundo.es/television/2017/11/29/5a1dbda3e2704efc4c8b456e.html


Aunque el documental sobre sucesos sangrientos haya formado parte de la televisión durante décadas, recientemente se ha empezado a adaptar a una denominación de nuevo cuño, la del true crime, un género plenamente asentado en EEUU que también se abre paso en España, con Muerte en León (en Movistar+ y sobre el asesinato de Isabel Carrasco), Lo que la verdad esconde: el caso Asunta (en Antena 3 y sobre la familia Basterra) y Yo fui un asesino: el crimen de la catana (este miércoles y jueves a las 22.30 horas en DMax).

Este crimen, cometido y confeso por José Rabadán, cumplida ya su condena, interesa, en primer lugar, porque el asesino nunca ha dado la caravoluntariamente, y, en segundo, por su naturaleza o atentado contra la misma: con 16 años, asestó más de un centenar de golpes de espada a sus padres y hermana pequeña. "Sigue existiendo un componente sin explicar. ¿Es un psicópata? ¿Cuáles son sus motivos? Me hago estas preguntas. Cuanto mayor es el componente de misterio, mayor curiosidad produce: hay algo irracional que nos deja fuera de juego", expone a este diario Juan Moya, director de esta producción de Cuarzo para DMax, proveedor de contenidos del canal de Unidad Editorial.

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José Rabadán, con su mujer y su hija, en Cantabria. DMAX

Israel López, redactor de Cuarzo, entabló contacto con el protagonista. Casado y con una hija, residente en Santander, el asesino confeso accedió a participar en el proyecto en un intento de, más que repasar el horror de sus actos, poner en valor la ayuda recibida: "Le ha costado tomar la decisión, pero estar dentro de la asociación Nueva Vida y de la Iglesia evangélica le ha llevado a convencerse para transmitir ese mensaje de rehabilitación", afirma Moya, que asegura que Rabadán "no ha cobrado" aunque «posiblemente» publique un libro. Rabadán rehizo su vida guiado por los pastores de ese credo, que entraron en su círculo mediante el regalo de una biblia, luego le visitaron en Murcia durante su encierro y finalmente lo acogieron en Cantabria bajo el régimen de libertad vigilada. De hecho, Rabadán se casó con la hija de un pastor evangélico.

Aunque sus actos pasados destacaran por un carácter inusualmente cruento, el de Rabadán no es ni mucho menos el único crimen de la televisión. El true crimerepasa y recrea asesinatos reales de acuerdo a la narrativa del documental, en su caso, de no ficción. "Es un género de moda", opina Ramón Campos, artífice de El caso Asunta a través de la productora Bambú. "Making a Murderer, de Netflix, mostró un camino que todos hemos seguido, ya que la realidad supera la ficción". Sin embargo, Campos admite que, de algún modo, el crimen siempre estuvo en la pantalla. "La principal diferencia con el reportaje de toda la vida es el tiempo que le dedicas a la investigación. Making a Murderer, por ejemplo, les llevó 10 años [se estrenó en 2013]", indica Campos, que señala otros referentes como el documental estadounidense Paradise Lost, de 1996, y la miniserie francesa Soupçons (El caso de la escalera), de 2004. El equipo de Campos, que trabajó un año y medio con El caso Asunta, ya prepara una edición centrada en el crimen de Alcàsser.

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Una imagen de 'Lo que la verdad esconde: el caso Asunta'. ATRESMEDIA

"Puede que fuéramos los pioneros en España", reflexiona por su parte Justin Webster, director de Muerte en León, si bien discrepa a la hora de aplicar "la etiqueta de true crime" a cualquier obra focalizada en un crimen real: "Sólo hay un pequeño grupo de series documentales que pueden encajar en esta definición, porque el true crime en su sentido amplio ha abarcado una industria enorme durante décadas. Para considerarse true crime, lo importante es que se trate de un documental narrativo". Muerte en León contó con un impulso añadido, el de la notoriedad de las protagonistas, incluida la presidenta de la Diputación de León asesinada. "No nos movió la fama, sino cómo se estaba contando el caso en las noticias: no aparecía toda la verdad", indica Webster, al frente de la productora JWP.

Moya reflexiona sobre los límites de El crimen de la catana: "He sido pudoroso. Me cuido de dar mi opinión, principalmente porque ni los especialistas saben por qué ocurrió. Unos creen que es un psicópata narcisista y sádico; otros, que tuvo un episodio de epilepsia. Ante un caso tan complejo, hay que dar la máxima información posible y que cada uno haga su juicio".

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Triana Martínez, en una escena de 'Muerte en León'. MOVISTAR+

El crimen de la catana consta de dos horas y cuarto de emisión, a partir de más de 20 entrevistas, cuenta Moya. El testimonio de Rabadán, en origen "10 horas grabadas en julio", aparecerá este jueves.

El true crime invita a debates éticos además de estéticos. Moya responde: "Hay gente que se echa las manos a la cabeza, pero ¿qué problema hay en entrevistar a alguien que ha cumplido su pena y está reinsertado?". Una renovada ley del menor y el diagnóstico de psicosis epiléptica posibilitaron que Rabadán sólo tuviera que afrontar seis años en centros de menores, más dos años en libertad vigilada -gracias a su adhesión a Nueva Vida-. La desconexión con la realidad de Rabadán se atribuyó en su día, entre otros factores, a un videojuego -"Final Fantasy VIII", recuerda Moya-, y a algunas lecturas satánicas -"poco serias pero que abrieron una puerta que no se debería haber abierto"-. La televisión lo trae una vez más de vuelta.
 
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