y colaboración, porque participaban.Falta el simbolo del horror para estas atrocidades. Que HDGP. Como se puede calificar este individuo?. Y la abuela y demás adultos de esa casa que paguen por omisión de socorro.
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y colaboración, porque participaban.Falta el simbolo del horror para estas atrocidades. Que HDGP. Como se puede calificar este individuo?. Y la abuela y demás adultos de esa casa que paguen por omisión de socorro.
Para no olvidar.
Por favor, que cosita más dulce.¿cómo pudieron matarla a golpes si de lo que dan ganas es de comérsela a besos?
Naiara, siete horas de torturas hasta morir
- "La pequeña de ocho años murió en Huesca el pasado julio a manos de su tío que la golpeó y dio descargas eléctricas por no hacer los deberes"
Las siguientes líneas son un relato de esas siete horas en las que Naiara fue torturada, en presencia de dos de sus primas, Mariam y Azahara, de 12 y 14 años, y para las que la familia paterna de la víctima trata de conseguir algún tipo de responsabilidad penal, pese a ser menores de edad. Esta redactora ha querido intencionadamente ser fiel al relato de los hechos, pese a la crueldad de los mismos. Es una advertencia para el lector. El texto que sigue es extremadamente duro, pero se pretende evidenciar lo que denuncia Save the Children y otras organizaciones que trabajan con menores, que existe una violencia contra algunos niños y *Naiara es un ejemplo. La pequeña sufrió unas torturas que parece imposible que se puedan producir en nuestra sociedad, en el interior de un piso de una ciudad, Sabiñánigo, en Huesca, a manos de un individuo que había estado trabajando en seguridad privada desde hacía más de una década y mal*tratando a esta y a sus otras dos sobrinas, sin que nadie le parara los pies. Naiara llevaba unos cuantos días en casa de su abuela Nieves. La mujer era la madre de Carlos José Pardo Pena, el marido actual de la madre de la víctima. Según declaró el padrastro “a la niña no le gustaba estudiar ni quería hacer deberes, solamente quería jugar, ver la televisión y trastear con el móvil”. En cambio, acababa de terminar tercero de primaria con todo aprobado e iba a empezar cuarto.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio
Esos días de verano en casa de la abuela Nieves, Naira fue castigada varias veces. Jornadas en las que su tío Iván, y los investigadores tratan de determinar si con el consentimiento de la abuela prohibía dormir a la pequeña. Se la obligaba a aprender la lección, arrodillada sobre una caja que en ocasiones tenía gravilla, sal gorda, si ya había herida, u ortigas. Las primas se turnaban para vigilar que la pequeña no se moviera, e incluso le colocaron unas orejas de burro, y enviaban por WhatsApp al tío las fotos de Naiara dando fe de que ellas vigilaban y la niña obedecía.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio. Iván trabajaba de noche y apareció a las ocho de la mañana. La abuela Nieves ya se había ido a trabajar y sólo estaban las tres niñas.
El hombre pidió a Naiara que le enseñara las tareas que le había ordenado el día anterior. La pequeña debía copiar una lección 20 veces. No lo había hecho. A preguntas de la juez Mercedes González el acusado narró los hechos. “Entonces la zarandeé, la agarré de los pelos y la eché la bronca”. La magistrada le pidió que concretara. “Me parece que le pegué con los puños y un poco más fuerte en la cabeza. Me cogí una raqueta eléctrica caza insectos y se la puse a la cría”. La raqueta se la puso sobre los pies desnudos y los muslos. La había manipulado el día anterior dejando un cable al descubierto con celo, para dar descargas eléctricas. Como la niña trataba de zafarse de los calambrazos, decidió inmovilizarla y amordazarla para que dejara de gritar.
“Le puse unos grilletes en las manos, otros en los pies y los até por detrás con una cuerda. Le puse un calcetín limpio en la boca para que no chillara”. Prosiguió con las descargas por todo el cuerpo. La niña gritó tanto que logró que se le cayera el calcetín. El hombre se lo volvió a meter, pero mucho más profundo, propinando puñetazos en la cara, la boca y la nariz de la niña, a la que apretó las mejillas obligándola a morderse a sí misma.
Hay momentos de la grabación de la declaración en que es necesario detenerla para cerrar los ojos y respirar. Iván Pardo continuó pegando a su sobrina, maniatada, pero con un cinturón. Después paró. Le soltó las bridas, le desató la cuerda, le quitó el calcetín y obligó a una de sus sobrinas a lavarla. Le hizo enjuagarse la boca con fluor y como se le escapó algo de líquido, allí mismo le dio algún que otro puñetazo. La pequeña se quedó como ida, se sentó bajo la mesa de la cocina y empezó a decir “hola, hola, hola”, sin sentido.
El tío mandó a Naiara regresar al pasillo, colocarse de nuevo de rodillas sobre la grava y que volviera a estudiar. “No recuerdo el tiempo que pudo estar. No decía nada”. El hombre descansaba en el comedor y sus sobrinas veían la tele. Le preguntaron por la lección, Naiara no supo responder y volvió a ser golpeada. “Esa vez sólo le pegué, pero sin descargas”. La obligó de nuevo a colocarse sobre la grava y al cabo de un rato, le preguntó otra vez por la lección. “Me enfadé porque me mentía. No se la sabía. Le pegué con la hebilla del cinturón para ver si así se ponía de una vez las pilas”. Empezaron de nuevo los zarandeos, los puñetazos y los golpes. Ordenó a sus sobrinas que cerraran las ventanas. “¿Para qué?”, le preguntó la fiscal. “Para que nadie escuchara el jaleo”. Prosiguió la tortura. La agarró por los pelos, la levantó en lo alto y la arrojó contra el suelo. “¿Cuántas veces?” “Cuatro, cinco, seis…”.
Hasta que se dio cuenta de que la niña estaba inconsciente, que no respondía. “La levanté de los pies, le di un par de cachetes y la metí bajo el agua para ver si reaccionaba”. Entonces comprobó aliviado que respiraba. Sus sobrinas le pidieron que se detuviera, que la iba a matar. No las dejó llamar a una ambulancia. Las ordenó que le acercaran una botella de amoniaco para hacer reaccionar a Naiara.
La llevó al salón. La tumbó sobre el sofá, la tapó con una manta y pidió a sus sobrinas que se encerraran en su cuarto. “Respiraba. Le hablé. Le dije que le perdonaba, que le levantaba el castigo”. Él creía, contó, que Naiara sólo descansaba porque llevaba días sin dormir. “Le abracé, me tumbé a su lado y encendí la tele”. La niña todavía respiraba y la trasladó a la habitación de sus primas. La acostó en la litera de abajo y se tumbó a su lado. “Le pedí perdón. Le prometí que nunca más le volvería a pegar”.
Vio que tenía un ojo muy hinchado. Pidió a sus sobrinas una bolsa de guisantes congelados. Naiara respiraba con dificultad. “Pensé que era mejor esperar a que mejorara para llamar después a una ambulancia”. Pero la pequeña se quedó sin pulso. La trasladó al salón y empezó a realizarle unas maniobras de recuperación, mientras que ordenó a una de sus sobrinas pidiera una ambulancia por teléfono.
Mientras llegaban los sanitarios, el hombre mandó a las niñas que limpiaran la sangre y que, si alguien les preguntaba, explicaran que la pequeña Naiara se había caído por las escaleras. Pero las dos menores acabaron contando la verdad.
Iván Pardo permanece en prisión y la causa, declarada compleja, continúa en el juzgado. El padre de la niña, que vive en Argentina, ha conseguido a través de su abogado, Marcos García Montes, que la abuela y el padrastro estén en la causa en calidad de investigados. También responsabiliza a su exmujer de no haber sido capaz de prever el infierno que sufría su hija. Una niña demasiado pequeña para tantísima crueldad y dolor.
FUENTE: http://www.lavanguardia.com/vida/201...atestados.html
Exacto, aunque la madre no esté imputada, ni sea culpable directa, yo sí la veo culpable indirectamente. Dejar a tu niña en una casa donde se sabía que no la querían, no eran familia de la niña por ningún lado. El tío no estaba muy bien de la cabeza. Sabían que la abuela se iba por la mañana y no volvía hasta la noche.Estoy sin palabras, pobre criatura. Pobrecita criatura. Aquí han fallado un montón de personas. Cómo es posible que esta niña estuviera tan desamparada