Muere Naiara, una niña de 8 años, tras una supuesta paliza de su tío en Jaca

Para no olvidar.

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Que preciosidad y vaya carita de felicidad. No tiene nombre por lo que pasó y lo que la hicieron. No hay suficiente castigo para eso. Muchas gracias por subir la foto, @Neith .
 
Que preciosidad y vaya carita de felicidad. No tiene nombre por lo que pasó y lo que la hicieron. No hay suficiente castigo para eso. Muchas gracias por subir la foto, @Neith .

Era una niña muy linda, por lo que se ve en las fotos que hay de ella en la red.
Si consigo ver alguna más, la subiré. Hay que recordar a Naiara por los pocos años que vivió en este mundo. Hemos visto ya demasiadas veces la cara de la mujer que la trajo al mundo, de su padrastro y de su asesino.
 
https://www.hoyaragon.es/2018/10/22/asesinato-naiara-juicio-sabinanigo/


El brutal asesinato de la niña Naiara, que estremeció a Sabiñanigo, lo juzgará un jurado popular


La titular del Juzgado de Instrucción nº 1 de Jaca ha acordado transformar el caso del asesinato de Naiara, la niña de 8 años muerta en julio del año pasado en Sabiñánigo (Huesca) tras sufrir una paliza a manos de su tío político, en una causa para su resolución por un jurado popular.

En un auto comunicado a las partes la instructora acuerda proceder contra el presunto autor del asesinato, Iván P.P, su tío político, junto a su madre y a su hermano por delitos de malos tratos físicos y psíquicos habituales hacia Naia

Además, la jueza cita para el próximo 13 de noviembre a acusaciones y defensas, así como a los investigados, a la celebración de una comparecencia para “concretar la imputación, solicitar el sobreseimiento o pedir la práctica de diligencias de investigación” suplementarias.

EL TORMENTO DE NAIARA
La decisión se toma un día después de las declaraciones hechas por la vecina que vivía encima del piso donde ocurrieron los hechos y por su hija de 13 años, quien tenía relación de amistad con las dos primas de Naiara, una de las cuales fue llevada por el fiscal ante el juez de menores por su presunta implicación.

Ambas testigos, que comparecieron a petición de la defensa del padre biológico de la menor, Manuel Briones, aseguraron ante el tribunal que oían escuchar habitualmente gritos de Iván P.P. e incluso golpes, pero que podían ser entendidos como algo normal que no hacía prever el desenlace ocurrido.

La menor compareciente destacó, además, que la abuela de Naiara solía “pegar” a la prima mayor (14 años) y que el tío Iván era quien lo hacía sobre su hermana menor (13 años, en el momento de ocurrir los hechos).


LAS PARTES MUEVEN FICHA
Por otra parte, el tribunal se encuentra a la espera de la decisión a adoptar por la Audiencia de Huesca al recurso interpuesto por la acusación particular en nombre de Manuel Briones para reclamar la toma de declaración de la madre de Naiara, desestimada por la instructora y rechazada por la fiscalía.

En un informe en respuesta a esta petición del acusador particular, el fiscal asegura compartir las tesis de la instructora al entender que “no existen indicios racionales de criminalidad contra ella para atribuirle la comisión de delito alguno”, a la vista de las pruebas practicadas.

El ministerio público también expresa su rechazo a una nueva exploración psicológica de las dos primas de Naiara, dadas las repercusiones que podría tener sobre ellas, actualmente bajo la tutela del Gobierno aragonés, y al estar ya ambas “suficientemente judicializadas”, tanto en esta causa como ante el juez de menores.

La fiscalía asegura, sin embargo, que no se opondría a una nueva toma de declaración de los investigados, dado que el procesado por asesinato testificó mientras eran secretas las investigaciones y los otros dos rechazaron declarar durante la instrucción.

LAS PARTES MUEVEN FICHA
Por otra parte, el tribunal se encuentra a la espera de la decisión a adoptar por la Audiencia de Huesca al recurso interpuesto por la acusación particular en nombre de Manuel Briones para reclamar la toma de declaración de la madre de Naiara, desestimada por la instructora y rechazada por la fiscalía.

En un informe en respuesta a esta petición del acusador particular, el fiscal asegura compartir las tesis de la instructora al entender que “no existen indicios racionales de criminalidad contra ella para atribuirle la comisión de delito alguno”, a la vista de las pruebas practicadas.

El ministerio público también expresa su rechazo a una nueva exploración psicológica de las dos primas de Naiara, dadas las repercusiones que podría tener sobre ellas, actualmente bajo la tutela del Gobierno aragonés, y al estar ya ambas “suficientemente judicializadas”, tanto en esta causa como ante el juez de menores.

La fiscalía asegura, sin embargo, que no se opondría a una nueva toma de declaración de los investigados, dado que el procesado por asesinato testificó mientras eran secretas las investigaciones y los otros dos rechazaron declarar durante la instrucción.
 
La juez no admite responsabilidad civil del Ayuntamiento, Servicios Sociales ni colegio en el caso Naiara
Se solicita un informe médico del único acusado de asesinato y otro del colegio de Sabiñánigo al que asistía la víctima

https://www.radiohuesca.com/comarca...olegio-en-el-caso-naiara-23112018-117481.html


La jueza instructora en el caso del asesinato de la niña Naiara ha acordado la práctica de varias diligencias de investigación nuevas. Admite algunas peticiones de los abogados como la declaración de Nieves y Carlos, madre y hermano del único acusado de asesinato, o la petición de un informe al colegio de Naiara para conocer posibles incidencias registradas durante su escolarización. También pide un informe médico sobre el acusado, Iván Pardo, en estos momentos en prisión
provisional a la espera de juicio.



En el auto que se acaba de conocer la jueza ha rechazado otras diligencias como la que pedía el abogado del padre biológico, Marcos García Montes, que pedía responsabilidad civil para el Ayuntamiento de Sabiñánigo, Servicios Sociales y la consejería de Educación. Por el momento, se rechazan pues las declaraciones en calidad de testigo de la alcaldesa de Sabiñánigo, el jefe de estudios del colegio de Sabiñánigo al que iba Naiara o de la responsable y trabajadora social de los servicios sociales de la Comarca del Alto Gállego. Tampoco se admite una nueva declaración del acusado del asesinato ni de la madre de la víctima. Ambos supuestos se van a recurrir por parte de los abogados. No se han admitido las pruebas de García Montes para imputar a la madre.

En las próximas semanas sí declararán la madre y el hermano del acusado. El hermano, Carlos, era en el momento de los hechos la pareja sentimental de la madre de la víctima.
 
Naiara, siete horas de torturas hasta morir

  • "La pequeña de ocho años murió en Huesca el pasado julio a manos de su tío que la golpeó y dio descargas eléctricas por no hacer los deberes"


Las siguientes líneas son un relato de esas siete horas en las que Naiara fue torturada, en presencia de dos de sus primas, Mariam y Azahara, de 12 y 14 años, y para las que la familia paterna de la víctima trata de conseguir algún tipo de responsabilidad penal, pese a ser menores de edad. Esta redactora ha querido intencionadamente ser fiel al relato de los hechos, pese a la crueldad de los mismos. Es una advertencia para el lector. El texto que sigue es extremadamente duro, pero se pretende evidenciar lo que denuncia Save the Children y otras organizaciones que trabajan con menores, que existe una violencia contra algunos niños y *Naiara es un ejemplo. La pequeña sufrió unas torturas que parece imposible que se puedan producir en nuestra sociedad, en el interior de un piso de una ciudad, Sabiñánigo, en Huesca, a manos de un individuo que había estado trabajando en seguridad privada desde hacía más de una década y mal*tratando a esta y a sus otras dos sobrinas, sin que nadie le parara los pies. Naiara llevaba unos cuantos días en casa de su abuela Nieves. La mujer era la madre de Carlos José Pardo Pena, el marido actual de la madre de la víctima. Según declaró el padrastro “a la niña no le gustaba estudiar ni quería hacer deberes, solamente quería jugar, ver la televisión y trastear con el móvil”. En cambio, acababa de terminar tercero de primaria con todo aprobado e iba a empezar cuarto.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio


Esos días de verano en casa de la abuela Nieves, Naira fue castigada varias veces. Jornadas en las que su tío Iván, y los investigadores tratan de determinar si con el consentimiento de la abuela prohibía dormir a la pequeña. Se la obligaba a aprender la lección, arrodillada sobre una caja que en ocasiones tenía gravilla, sal gorda, si ya había herida, u ortigas. Las primas se turnaban para vigilar que la pequeña no se moviera, e incluso le colocaron unas orejas de burro, y enviaban por WhatsApp al tío las fotos de Naiara dando fe de que ellas vigilaban y la niña obedecía.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio. Iván trabajaba de noche y apareció a las ocho de la mañana. La abuela Nieves ya se había ido a trabajar y sólo estaban las tres niñas.
El hombre pidió a Naiara que le enseñara las tareas que le había ordenado el día anterior. La pequeña debía copiar una lección 20 veces. No lo había hecho. A preguntas de la juez Mercedes González el acusado narró los hechos. “Entonces la zarandeé, la agarré de los pelos y la eché la bronca”. La magistrada le pidió que concretara. “Me parece que le pegué con los puños y un poco más fuerte en la cabeza. Me cogí una raqueta eléctrica caza insectos y se la puse a la cría”. La raqueta se la puso sobre los pies desnudos y los muslos. La había manipulado el día anterior dejando un cable al descubierto con celo, para dar descargas eléctricas. Como la niña trataba de zafarse de los calambrazos, decidió inmovilizarla y amordazarla para que dejara de gritar.
“Le puse unos grilletes en las manos, otros en los pies y los até por detrás con una cuerda. Le puse un calcetín limpio en la boca para que no chillara”. Prosiguió con las descargas por todo el cuerpo. La niña gritó tanto que logró que se le cayera el calcetín. El hombre se lo volvió a meter, pero mucho más profundo, propinando puñetazos en la cara, la boca y la nariz de la niña, a la que apretó las mejillas obligándola a morderse a sí misma.
Hay momentos de la grabación de la declaración en que es necesario detenerla para cerrar los ojos y respirar. Iván Pardo continuó pegando a su sobrina, maniatada, pero con un cinturón. Después paró. Le soltó las bridas, le desató la cuerda, le quitó el calcetín y obligó a una de sus sobrinas a lavarla. Le hizo enjuagarse la boca con fluor y como se le escapó algo de líquido, allí mismo le dio algún que otro puñetazo. La pequeña se quedó como ida, se sentó bajo la mesa de la cocina y empezó a decir “hola, hola, hola”, sin sentido.
El tío mandó a Naiara regresar al pasillo, colocarse de nuevo de rodillas sobre la grava y que volviera a estudiar. “No recuerdo el tiempo que pudo estar. No decía nada”. El hombre descansaba en el comedor y sus sobrinas veían la tele. Le preguntaron por la lección, Naiara no supo responder y volvió a ser golpeada. “Esa vez sólo le pegué, pero sin descargas”. La obligó de nuevo a colocarse sobre la grava y al cabo de un rato, le preguntó otra vez por la lección. “Me enfadé porque me mentía. No se la sabía. Le pegué con la hebilla del cinturón para ver si así se ponía de una vez las pilas”. Empezaron de nuevo los zarandeos, los puñetazos y los golpes. Ordenó a sus sobrinas que cerraran las ventanas. “¿Para qué?”, le preguntó la fiscal. “Para que nadie escuchara el jaleo”. Prosiguió la tortura. La agarró por los pelos, la levantó en lo alto y la arrojó contra el suelo. “¿Cuántas veces?” “Cuatro, cinco, seis…”.
Hasta que se dio cuenta de que la niña estaba inconsciente, que no respondía. “La levanté de los pies, le di un par de cachetes y la metí bajo el agua para ver si reaccionaba”. Entonces comprobó aliviado que respiraba. Sus sobrinas le pidieron que se detuviera, que la iba a matar. No las dejó llamar a una ambulancia. Las ordenó que le acercaran una botella de amoniaco para hacer reaccionar a Naiara.
La llevó al salón. La tumbó sobre el sofá, la tapó con una manta y pidió a sus sobrinas que se encerraran en su cuarto. “Respiraba. Le hablé. Le dije que le perdonaba, que le levantaba el castigo”. Él creía, contó, que Naiara sólo descansaba porque llevaba días sin dormir. “Le abracé, me tumbé a su lado y encendí la tele”. La niña todavía respiraba y la trasladó a la habitación de sus primas. La acostó en la litera de abajo y se tumbó a su lado. “Le pedí perdón. Le prometí que nunca más le volvería a pegar”.
Vio que tenía un ojo muy hinchado. Pidió a sus sobrinas una bolsa de guisantes congelados. Naiara respiraba con dificultad. “Pensé que era mejor esperar a que mejorara para llamar después a una ambulancia”. Pero la pequeña se quedó sin pulso. La trasladó al salón y empezó a realizarle unas maniobras de recuperación, mientras que ordenó a una de sus sobrinas pidiera una ambulancia por teléfono.
Mientras llegaban los sanitarios, el hombre mandó a las niñas que limpiaran la sangre y que, si alguien les preguntaba, explicaran que la pequeña Naiara se había caído por las escaleras. Pero las dos menores acabaron contando la verdad.
Iván Pardo permanece en prisión y la causa, declarada compleja, continúa en el juzgado. El padre de la niña, que vive en Argentina, ha conseguido a través de su abogado, Marcos García Montes, que la abuela y el padrastro estén en la causa en calidad de investigados. También responsabiliza a su exmujer de no haber sido capaz de prever el infierno que sufría su hija. Una niña demasiado pequeña para tantísima crueldad y dolor.


FUENTE: http://www.lavanguardia.com/vida/201...atestados.html
 
Naiara, siete horas de torturas hasta morir

  • "La pequeña de ocho años murió en Huesca el pasado julio a manos de su tío que la golpeó y dio descargas eléctricas por no hacer los deberes"


Las siguientes líneas son un relato de esas siete horas en las que Naiara fue torturada, en presencia de dos de sus primas, Mariam y Azahara, de 12 y 14 años, y para las que la familia paterna de la víctima trata de conseguir algún tipo de responsabilidad penal, pese a ser menores de edad. Esta redactora ha querido intencionadamente ser fiel al relato de los hechos, pese a la crueldad de los mismos. Es una advertencia para el lector. El texto que sigue es extremadamente duro, pero se pretende evidenciar lo que denuncia Save the Children y otras organizaciones que trabajan con menores, que existe una violencia contra algunos niños y *Naiara es un ejemplo. La pequeña sufrió unas torturas que parece imposible que se puedan producir en nuestra sociedad, en el interior de un piso de una ciudad, Sabiñánigo, en Huesca, a manos de un individuo que había estado trabajando en seguridad privada desde hacía más de una década y mal*tratando a esta y a sus otras dos sobrinas, sin que nadie le parara los pies. Naiara llevaba unos cuantos días en casa de su abuela Nieves. La mujer era la madre de Carlos José Pardo Pena, el marido actual de la madre de la víctima. Según declaró el padrastro “a la niña no le gustaba estudiar ni quería hacer deberes, solamente quería jugar, ver la televisión y trastear con el móvil”. En cambio, acababa de terminar tercero de primaria con todo aprobado e iba a empezar cuarto.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio


Esos días de verano en casa de la abuela Nieves, Naira fue castigada varias veces. Jornadas en las que su tío Iván, y los investigadores tratan de determinar si con el consentimiento de la abuela prohibía dormir a la pequeña. Se la obligaba a aprender la lección, arrodillada sobre una caja que en ocasiones tenía gravilla, sal gorda, si ya había herida, u ortigas. Las primas se turnaban para vigilar que la pequeña no se moviera, e incluso le colocaron unas orejas de burro, y enviaban por WhatsApp al tío las fotos de Naiara dando fe de que ellas vigilaban y la niña obedecía.
El horror se desató en aquella vivienda el seis de julio. Iván trabajaba de noche y apareció a las ocho de la mañana. La abuela Nieves ya se había ido a trabajar y sólo estaban las tres niñas.
El hombre pidió a Naiara que le enseñara las tareas que le había ordenado el día anterior. La pequeña debía copiar una lección 20 veces. No lo había hecho. A preguntas de la juez Mercedes González el acusado narró los hechos. “Entonces la zarandeé, la agarré de los pelos y la eché la bronca”. La magistrada le pidió que concretara. “Me parece que le pegué con los puños y un poco más fuerte en la cabeza. Me cogí una raqueta eléctrica caza insectos y se la puse a la cría”. La raqueta se la puso sobre los pies desnudos y los muslos. La había manipulado el día anterior dejando un cable al descubierto con celo, para dar descargas eléctricas. Como la niña trataba de zafarse de los calambrazos, decidió inmovilizarla y amordazarla para que dejara de gritar.
“Le puse unos grilletes en las manos, otros en los pies y los até por detrás con una cuerda. Le puse un calcetín limpio en la boca para que no chillara”. Prosiguió con las descargas por todo el cuerpo. La niña gritó tanto que logró que se le cayera el calcetín. El hombre se lo volvió a meter, pero mucho más profundo, propinando puñetazos en la cara, la boca y la nariz de la niña, a la que apretó las mejillas obligándola a morderse a sí misma.
Hay momentos de la grabación de la declaración en que es necesario detenerla para cerrar los ojos y respirar. Iván Pardo continuó pegando a su sobrina, maniatada, pero con un cinturón. Después paró. Le soltó las bridas, le desató la cuerda, le quitó el calcetín y obligó a una de sus sobrinas a lavarla. Le hizo enjuagarse la boca con fluor y como se le escapó algo de líquido, allí mismo le dio algún que otro puñetazo. La pequeña se quedó como ida, se sentó bajo la mesa de la cocina y empezó a decir “hola, hola, hola”, sin sentido.
El tío mandó a Naiara regresar al pasillo, colocarse de nuevo de rodillas sobre la grava y que volviera a estudiar. “No recuerdo el tiempo que pudo estar. No decía nada”. El hombre descansaba en el comedor y sus sobrinas veían la tele. Le preguntaron por la lección, Naiara no supo responder y volvió a ser golpeada. “Esa vez sólo le pegué, pero sin descargas”. La obligó de nuevo a colocarse sobre la grava y al cabo de un rato, le preguntó otra vez por la lección. “Me enfadé porque me mentía. No se la sabía. Le pegué con la hebilla del cinturón para ver si así se ponía de una vez las pilas”. Empezaron de nuevo los zarandeos, los puñetazos y los golpes. Ordenó a sus sobrinas que cerraran las ventanas. “¿Para qué?”, le preguntó la fiscal. “Para que nadie escuchara el jaleo”. Prosiguió la tortura. La agarró por los pelos, la levantó en lo alto y la arrojó contra el suelo. “¿Cuántas veces?” “Cuatro, cinco, seis…”.
Hasta que se dio cuenta de que la niña estaba inconsciente, que no respondía. “La levanté de los pies, le di un par de cachetes y la metí bajo el agua para ver si reaccionaba”. Entonces comprobó aliviado que respiraba. Sus sobrinas le pidieron que se detuviera, que la iba a matar. No las dejó llamar a una ambulancia. Las ordenó que le acercaran una botella de amoniaco para hacer reaccionar a Naiara.
La llevó al salón. La tumbó sobre el sofá, la tapó con una manta y pidió a sus sobrinas que se encerraran en su cuarto. “Respiraba. Le hablé. Le dije que le perdonaba, que le levantaba el castigo”. Él creía, contó, que Naiara sólo descansaba porque llevaba días sin dormir. “Le abracé, me tumbé a su lado y encendí la tele”. La niña todavía respiraba y la trasladó a la habitación de sus primas. La acostó en la litera de abajo y se tumbó a su lado. “Le pedí perdón. Le prometí que nunca más le volvería a pegar”.
Vio que tenía un ojo muy hinchado. Pidió a sus sobrinas una bolsa de guisantes congelados. Naiara respiraba con dificultad. “Pensé que era mejor esperar a que mejorara para llamar después a una ambulancia”. Pero la pequeña se quedó sin pulso. La trasladó al salón y empezó a realizarle unas maniobras de recuperación, mientras que ordenó a una de sus sobrinas pidiera una ambulancia por teléfono.
Mientras llegaban los sanitarios, el hombre mandó a las niñas que limpiaran la sangre y que, si alguien les preguntaba, explicaran que la pequeña Naiara se había caído por las escaleras. Pero las dos menores acabaron contando la verdad.
Iván Pardo permanece en prisión y la causa, declarada compleja, continúa en el juzgado. El padre de la niña, que vive en Argentina, ha conseguido a través de su abogado, Marcos García Montes, que la abuela y el padrastro estén en la causa en calidad de investigados. También responsabiliza a su exmujer de no haber sido capaz de prever el infierno que sufría su hija. Una niña demasiado pequeña para tantísima crueldad y dolor.


FUENTE: http://www.lavanguardia.com/vida/201...atestados.html
Falta el simbolo del horror para estas atrocidades. Que HDGP. Como se puede calificar este individuo?. Y la abuela y demás adultos de esa casa que paguen por omisión de socorro.
 
Cada vez que leo de este caso me parece irreal, que no puede ser, que es un relato. No es sólo el tío, son todos unos personajes sacados de un relato de terror. Ojalá sepan los compañeros de prisión lo que ha hecho, con pellos y señales, con eso lo digo todo.
No aco de comprender lo del juicio ¿son sólo investigados?
 
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