Muere Marcos Ana, adiós a la voz libre

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Muere Marcos Ana, adiós a la voz libre
Marcos Ana, poeta y militante antifranquista, deja este jueves un sentimiento de orfandad entre todas aquellas personas que se sintieron próximas a sus versos y su activismo.

  • Marcos Ana, la voz libre.- PCE


    PATRICIA CAMPELO

    MADRID.- Explicaba con frecuencia que él había llegado a la vida “dos veces”: cuando nació en Salamanca, en 1920, y tras salir de prisión, en 1961, después de 23 años recluido en distintas cárceles de la dictadura, uno de los presos que más tiempo acumuló encerrado. Nadie más en España permaneció tanto tiempo en una prisión franquista. Fernando Macarro Castillo, el poeta y militante antifranquista más conocido como Marcos Ana, ha fallecido este jueves, dejando un hueco en la lista de figuras imprescindibles de las letras y del activismo político, en el elenco de nombres clave para entender el pasado reciente de este país.

    Marcos Ana fue el poeta de las víctimas de la represión de la dictadura, primero, y de la juventud después [el grupo Extremoduro le acercó a un gran público]. A quienes nacieron en democracia se dirigía a menudo para transmitir sus vivencias. Entre jóvenes se sentía a gusto, como si así experimentara por primera vez la bisoñez que le robaron: ingresó en prisión con 19 años y salió con 42. Sus versos, en cambio, fueron libres antes que él, fruto de una imaginación que volaba libre desde su celda para después fijarse en papeles de cigarrillos. Letra a letra, las finas hojas de los pitillos salían de prisión y copaban libros enteros que editaba el Partido Comunista en el exilio.




    Así, cuando el poeta ‘nació’ por segunda vez sus lectores le aclamaban, y al calor del éxito, ya convertido en símbolo de la resistencia republicana, emprendió una gira política para denunciar fuera de España los crímenes que seguía cometiendo la dictadura bajo el total manto de impunidad.

    Precisamente, en su último cumpleaños, cuando alcanzó los 96, se generó un espacio de memoria gracias a su encuentro con dos viejos conocidos de aquel periplo internacional, episodio que refleja la dimensión que alcanzó su figura. Era un sábado frío y soleado de mediados de enero, poco después de su aniversario (nació un 20 de enero).

    Marcos Ana fue el poeta de las víctimas de la represión de la dictadura, primero, y de la juventud después

    Bajo el techo de La Estación, un establecimiento ya convertido refugio para militantes de la memoria histórica en el madrileño barrio de Hortaleza, esperaban dos argentinos canosos, antiguos estudiantes de Medicina en Buenos Aires. Jorge Jerez y Rubén Efrón aguardaban emocionados a su admirada referencia política. Más de cinco décadas atrás habían organizado un multitudinario recital poético en Buenos Aires, días antes del acto público en el Luna Park que la dictadura intentó, sin éxito, cancelar. “Hubo una campaña enorme por parte de la embajada franquista contra mí, y eso hizo que me conociera más gente. Cuando intervine comencé dando las gracias a la embajada por su perversa contribución a aquel acto”, relató entre risas.

    En aquel último encuentro, los argentinos deseaban compartir emotivos recuerdos, y Marcos Ana no les hizo esperar. Llegó a paso lento pero firme. Como acostumbraba, miró fijamente una por una a todas las personas que le esperaban en el corrillo de la entrada, saludando e interesándose por las nuevas caras. Y como era tradición en cada acto público o privado por el que se dejaba caer, portaba los colores de la República, aquella vez, con una bufanda. El atuendo invernal lo completaba con una ‘ushanka’ (gorro ruso) sobre su cabeza despejada.

    Allí, Marcos Ana, con un tono de voz débil pero expresión contundente, recordó momentos vividos en Sudamérica y episodios carcelarios, narrados desde la barrera del paso de los años, que le otorgaba un tono irónico y, a veces, cómico a sus relatos orales, aquel día, narrados con la misma pausa con la que sorbía sin prisa un mosto.

    ¿Sobre qué hablabas en las giras?, se le preguntó en su último cumpleaños, a lo que él contestó: “De lo que había significado para mí la cárcel, que había sido como una universidad, dedicando tiempo a estudiar, o en comisiones de clandestinidad y con una voluntad de hierro”, concedió, y recitó parte del anecdotario, como el concierto clandestino de homenaje al poeta Miguel Hernández de Las nanas de la cebolla, en el penal de Burgos: “Pese a la vigilancia, teníamos una vida política intensa, e hicimos varios homenajes, entre ellos, el de Miguel Hernández. Construimos un escenario sobre el que aparecía, como decía Neruda, ‘el fuego azul de la poesía’. Y partíamos en trozos los palos de las escobas, que eran huecos, y así hacíamos las flautas”.

    Aquella jornada de celebración acabó con promesas en el aire: de nuevos actos, de próximas entrevistas “grabadas, con cámaras”, “por supuesto, lo que queráis”, se predispuso sin escatimar en risas y en piropos ajustando una mirada pícara. “Regálanos más cumpleaños, Marcos”, le suplicaban algunos comensales.

    "Hay libertad, pero si no va ligada con la justicia es un fracaso. La transición dejó pendientes muchas cosas", dijo Marcos Ana

    Hasta su último aliento, Marcos Ana continuó en la batalla, asumiendo y apoyando la lucha de las víctimas del franquismo, de la crisis económica, de los recortes en la enseñanza y sanidad pública o manifestándose en contra del TTIP, en este caso, hace poco más de un mes. Hoy es un día triste, de sentimiento de orfandad compartido por todas aquellas personas que se sintieron próximas a sus versos y su activismo.

    Marcos Ana, que nació “dos veces”, firma este jueves su segunda muerte pero, esta vez, deja la compañía de su ausencia, un recuerdo que seguirá llenando espacios a través de su trova, de su historia, de su lucha por los derechos humanos, la batalla continua por lograr “que salga el sol y caliente a todos por igual”, resumía en una entrevista en enero de 2011, cuando recordaba asuntos que nos deja por concluir: "Hay libertad, pero si no va ligada con la justicia es un fracaso. La transición dejó pendientes muchas cosas".

    “Ni un muerto, ni mil muertos, ni todos los muertos del mundo me pueden devolver a mí estos trozos de mi vida que yo he dejado en los patios y en las celdas de las cárceles. Lo único que me podría recompensar un poco la vida es ver triunfantes los ideales por los cuales yo he luchado, por los cuales ha luchado toda una generación”. Marcos Ana.

    'Dos veces vino la muerte / y dos se fue arrepentida. / Dicen que marchó ofendida / porque no doblé mi frente / ¡Por eso dejó mi vida! Marcos Ana en 1944
 
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Que pena... Qué horrible es perder la libertad por defender una idea tan solo con la palabra. Toda su juventud encerrado...
 
Sebastián Fernando Macarro del Castillo, a quien la propaganda comunista ha pretendido convertir en poeta con el ambiguo nombre de Marcos Ana (en honor a su padre, Marcos Macarro, y a su madre, Ana Castillo), no es otra cosa que un asesino. Sus crímenes se recuerdan con horror —por el sadismo con que fueron cometidos— en Alcalá de Henares, escenario de sus fechorías. Contrasta tanta crueldad y frialdad con la edad del asesino, sólo 16 años.

Las más conocidas “hazañas” de Marcos Ana son el asesinato, de un disparo en la nuca, del joven sacerdote Marcial Plaza Delgado, en la tarde del 23 de julio de 1936. Este cruel y cobarde asesinato fue cometido en presencia de la madre y otros familiares del sacerdote. Pocos instantes después, mientras la víctima era atendida, aunque infructuosamente, por su desconsolada madre y por uno de sus primos, Marcos Ana asesinaba, también de un tiro en la nuca, a José Plaza Torres, padre del sacerdote a quien había asesinado minutos antes. Dos días antes, es decir el 21 de julio de 1936, el ahora agasajado “poeta” había asesinado a Augusto Rosado Fernández, a quien había sacado de su domicilio con el pretexto de que debía prestar una declaración sin importancia. El crimen fue cometido también personalmente por Marcos Ana en el lugar conocido por «la tierra de los ahorcados», exactamente donde ahora se alza la fábrica «Boca» de Alcalá de Henares. También se ha probado su autoría en las muertes de Francisco Mirón y de Faustino Plaza, y según testigos presenciales de la época, asesinó con el mismo método a más personas, aunque por no conocerse la identidad de las mismas, no se pueden hacer constar fehacientemente. Estas mismas personas declararon que “persona que detenía Marcos Ana, era asesinada en el acto, o poco después aparecía su cadáver ensangrentado en el cementerio de la localidad o en sus inmediaciones. También era muy frecuente verlo pavonearse en retaguardia, como un Alberti cualquiera, luciendo “valerosamente” su pistola ante sus desarmadas víctimas, a las que insultaba, escupía, agredía y amenazaba de muerte constantemente”.

Con independencia de estos crímenes, Marcos Ana también saqueó a mansalva edificios religiosos y domicilios particulares, lucrándose personalmente de los botines que obtenía.
odos estos crímenes hubieran merecido en cualquier país la más rigurosa aplicación de la justicia. Pero Marcos Ana pudo beneficiarse de la suavidad del sistema que ahora ataca y, después de librarse de la pena de muerte -debido a que cuando cometió estos crímenes era menor de edad-, fue puesto en libertad en 1961. Arropado por la fabulosa capacidad publicitaria de la “progresía” internacional, el criminal de Alcalá de Henares pretende ahora presentarse ante la opinión pública como un manso poeta, que ha sufrido los injustos rigores de las cárceles franquistas.
 
, hoy en día, a sus 90 años, goza de fama por haber pasado de forma ininterrumpida veintidós años dentro de las cárceles franquistas, desde los 19 años a los 41, de 1939 a 1961.

Tras su puesta en libertad, la falta de reconocimiento literario de Marcos Ana no impidió que se entregase al activismo político: conferencias y viajes por Europa e Hispanoamérica, actos de protesta en Francia, campañas mediáticas contra la dictadura… Marcos Ana, desde 1961, se presenta como ex presidiario por motivos de conciencia.

En dicho dossier se pueden leer los motivos de su condena: como secretario de las Juventudes Socialistas Unificadas en Alcalá de Henares y jefe de un grupo de milicianos dentro del Batallón Libertad, "tomó parte directa" en el asesinato de Marcial Plaza Delgado el 23 de julio de 1936 y en el asesinato, el 3 de septiembre del mismo año, de Amadeo Martín Acuña y de Agustín Rosado.
 
Cuéntenles a sus hijos quién es Marcos Ana


Se apaga la memoria de un siglo de lucha antifascista y por la libertad

Isaac Rosa
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Cuéntenles a sus hijas e hijos quién es Marcos Ana. Porque de lo contrario, salvo que hayan tenido la suerte de conocerlo en alguna de sus visitas a colegios e institutos, es probable que no sepan quién es. Pese a algunos homenajes y reconocimientos recientes, este jueves eran muchos los que buscaban en Google quién es ese tal Marcos Ana. Y esa ignorancia da la medida de los agujeros que sigue teniendo la memoria colectiva de este país, sobre todo con los antifascistas, y más con los comunistas.

Y si sus hijos no saben quién es Marcos Ana, quizás tampoco sepan que hace ochenta años hubo mujeres y hombres que lucharon contra el fascismo, algunos casi niños, como él. Y que decenas de miles fueron condenados a muerte, fusilados, pasados a garrote. A punto estuvo Ana, condenado a muerte dos veces. Quizás sus hijos han oído algo de la dictadura, pero no conocen cómo eran las durísimas cárceles de la posguerra, donde Marcos Ana se dejó 23 años. Porlier, Ocaña, Burgos. Repítanles la cifra a sus hijos: 23 años. Toda la juventud, entrar adolescente y salir adulto.


Si tienen edad para ello, cuéntenles también cómo torturaba el franquismo, las palizas que Ana y tantos antifascistas se llevaron en esas cárceles o en la Puerta del Sol madrileña, donde sigue sin haber una placa que los recuerde.

Cuéntenles a sus hijas e hijos quién es Marcos Ana, denles a leer sus memorias, para que conozcan cómo trabajadoras y trabajadores de todo el mundo fueron solidarios con los presos españoles y contra la dictadura. Todos esos países donde acogieron a Ana en los quince años que pasó llevando por el mundo la lucha por la libertad y los derechos humanos en España.

Aunque quizás sus hijas, sus hijos, les sorprenden: claro que saben quién es Marcos Ana. El revolucionario, el comunista, el poeta. Lo conocieron en Sol, cuando el 15M. Lo han visto en manifestaciones, en concentraciones, en huelgas, en actos solidarios. Puede que hasta hayan ido a su casa, su piso en Retiro que siempre ha estado abierto, donde si vas coincides siempre con varias visitas a la vez, jóvenes sobre todo. La casa abierta de quien estuvo 23 años encerrado y decidió que “si salgo un día a la vida / mi casa no tendrá llaves”.

No solo a sus hijos: cuenten a todo el mundo quién es Marcos Ana, porque vamos a necesitar mucha gente para mantener viva toda la memoria que llevaba encima. La suya, la de sus padres, Marcos y Ana. La de sus camaradas caídos. La de tantas mujeres y hombres que conoció en la guerra, en la ratonera trágica del puerto de Alicante, en el terrible Campo de los Almendros, en las cárceles donde había sacas diarias y frío, hambre, enfermedad y palizas; en el exilio del que muchos ya no tuvieron tiempo para volver.

De todos es memoria Marcos Ana, de todos lleva décadas hablando en plural, siendo “nosotros”, leal y generoso. Hoy ha muerto, ya no podrá seguir recuperando los años que le quitó la cárcel. Y vamos a necesitar mucha gente buena para mantener viva su resistencia, que es la de miles de mujeres y hombres desde hace un siglo.
 
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EStoy horrorizado por lo que acabo de leer , yo no conocia a este tipo . Creo que no era un angelito .
De la misma manera que criticamos y censuramos a los del bando franquista , los del lado republicano también hicieron de las suyas .
La pena es que unos ganaron la guerra y siguieron matando , haciendo juicios sumarisimos sin ninguna legitimidad . Resumiendo los dos bandos hicieron salvajadas . ¿ Este de merece un minuto de silencio ? Dejo aqui la pregunta . :(:(:(
 
Marcos Ana, el poeta que nos llenó el corazón de estrellas


Tenía 96 años y deseaba llegar a los 100, para arañar horas al tiempo que el franquismo le arrebató en la cárcel. No ha podido llegar a cumplir un siglo, pero consiguió "llenar de estrellas el corazón" de muchos

No ha querido olvidarse de nadie y tampoco de la política: sabiendo que le quedaban pocas horas quiso avisar a Alberto Garzón y a Pablo Iglesias, que lo visitaron este jueves.



MARCOS ANA Isaac Rosa: Cuéntenles a sus hijos quién es Marcos Ana

Se ha ido Marcos Ana y aún parece un mal sueño, porque siempre había estado ahí, como referente, como poeta, como militante de la vida. Como una robusta viga en el engranaje de las convicciones. Como una representación de la lucha a través de la poesía en los oscuros años de la represión y de la impunidad, que dura hasta hoy. Como una mente clarividente que no se enredaba en las ramas, porque sabía bien lo absurdo que es perder el tiempo en la política y en la vida.

Se ha ido Marcos Ana y aún parece mentira, porque tenía fuego en la mirada y muchas ganas de vida. Porque a sus 96 años deseaba alcanzar los 100, para arañar horas al segundero, para beberse el tiempo que el franquismo le robó en la cárcel -23 años- secuestrado por un reloj de agujas como guadañas en un cadalso de sombras.


“La cárcel fue mi universidad y la de muchos”, solía decir. Dentro de ella escribió algunos de sus poemas más hermosos, como “ decidme como es un árbol, contadme el canto de un río cuando se cubre de pájaros, habladme del mar, habladme del olor ancho de las estrellas, del aire, recítame un horizonte sin cerraduras ni llave...”, que contribuyeron a hacerle conocido fuera de España.

Cuando salió de prisión sus ojos, acostumbrados a las distancias cortas, a los espacios encerrados por muros y llaves, no lograron enfocar en los anchos horizontes. “Me mareaba hasta el vómito”, contaba.

Tuvo que reaprender el mundo y reajustar la retina, porque fuera todo había cambiado, incluso las curvas de los vehículos y las mujeres. Había entrado con 19 años en prisión y salido con 42. Todo un universo de códigos para ligar, coquetear y charlar le eran ajenos. Pero aprendió rápido, y su torpeza inicial con las chicas dio paso a un ensayado aprendizaje que le duró hasta sus últimos días. Si podía soltar un piropo en mitad de una entrevista, lo hacía, con una elegancia tal que siempre provocaba sonrisas.

Recorrió medio mundo para contar su historia, que es la historia de la represión dictatorial, y sus poemas, cantos de denuncia y de libertad. Conoció a Salvador Allende, a Olof Palme o a Charles Chaplin y se hizo muy amigo de Rafael Alberti, de María Teresa León y de Pablo Neruda, que habían impulsado la campaña internacional por su puesta en libertad.

“Recuerdo que una vez estuvimos en Mauthausen Neruda y yo, y cuando vi aquellos campos y los crematorios no pude contener las lágrimas. Pablo llegó por detrás, me cogió y me dijo: “parece mentira que a un hombre que ha sufrido lo que tú todavía le queden lágrimas”. Y claro que me quedaron lágrimas para llorar por muchas cosas”, recordaba en esta entrevista que grabamos en 2015 en su casa.

Hace tan solo unas semanas lo vimos en la manifestación contra el TTIP, organizada por múltiples organizaciones políticas y sociales. Con la mirada fresca, el abrazo fuerte y elegantemente vestido como siempre, observaba a la multitud con ojos sonrientes, como en tantas otras movilizaciones, desde el 15M hasta las Marchas por la Dignidad. Nunca ha dejado de estar en la calle, en la reivindicación, en la protesta. Defendió siempre verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo y su propia historia es ejemplo de cómo la transición "fue un decreto por la impunidad".

Marcos Ana supo bien, y así solía afirmarlo, que “uno se sostiene siempre por la fuerza de las ideas” y fueron éstas, junto con la poesía y el amor a la vida, las que le salvaron hasta sus últimos días. No ha querido olvidarse de nadie y tampoco de la política: sabiendo que le quedaban pocas horas, quiso avisar a Alberto Garzón y a Pablo Iglesias, que lo visitaron en la tarde de este jueves poco antes de que muriera. Ha dejado para cada uno un libro firmado que aún no les ha sido entregado.

El poeta comunista vivía para los demás y de la felicidad de los demás. Así lo decía él mismo y así lo practicaba. Le recuerdo en su casa, rodeado de fotografías y pertrechado con su sólida memoria, con las puertas siempre abiertas, sin cerraduras ni llave , para quien quisiera visitarle, para "que pasen los pájaros, los amigos, el sol y el aire”. Sabía ver muy hondo, traspasando muros y prejuicios, haciendo de la entrega su bandera, siempre pendiente de los otros.

Dijo en varias ocasiones que había hecho casi todas las cosas que le habían gustado, y entre ellas, dos importantes: mantener siempre la dignidad y ser más fuerte que el odio de sus enemigos. “Eso lo he conseguido. Lo que he querido siempre es estar conforme conmigo, mirarme al espejo y decir ese soy yo y así quiero ser”.

Y así se va. Siendo el hombre que quiso ser y quedándose un poco en todos nosotros. Como un poeta rescatado por la poesía, como un militante salvado por las ideas, como un luchador antifascista y una víctima del franquismo con un único deseo de venganza: “que triunfen mis ideales”; y con “un terrible pecado: querer llenar de estrellas el corazón del hombre”. Sabía que ser poeta es no encerrarse, darse a todos, encontrar en otros la propia vida. No ha podido llegar a cumplir cien años, pero ha conseguido dejar incontables corazones llenos de estrellas. Y en ellos sigue vivo. Que la tierra te sea leve, poeta eterno.
 
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Es la primera vez que oigo el nombre de este hombre.Nunca he escuchado nada sobre él.No s si será cierto lo que le achacan que hizo.Si es así,bien caro ha pagado por ello,algo que muchos no lo han hecho, uno ha vivido bajo palio y prácticamente murió firmando sentencias de muerte.
 
Ni uno solo de los escasos testigos le vió matar a nadie. Y hasta la ST recoge como atenuante que es de suponer que al ir acompañado de gente mayor, su participación fue menor. Es de suponer.. es decir, no tenían ni idea de su participación. El juicio hoy sería nulo, la carga de la prueba, el onus probandi, estaba invertida, había que demostrar la inocencia ante cualquier acusación maledicente. Tampoco se le admitieron pruebas, como un documento que demostraba que no estuvo en el lugar de los hechos, y el abogado apenas pidió clemencia por él. Es decir, indefensión asboluta. Entonces este juicio de cara a establecer la verdad de los hechos, no vale nada. Marcos Ana, tenía 16 años cuando los presuntos hechos ( la mayoría de edad estaba en 23 años) es decir, era un crío, en un pueblo grande, Alcalá de Henares ( hoy 200000 hab) que estaba controlado por las milicias y después por el ejército. Ya veis lo que podía pintar ahí un crío de 16 años, que apenas tuvo cargos en las juventudes y con funciones de propaganda. Como señala en su biografía, por aquellos crímenes ya habían sido acusados y fusilados otros hombres, y entonces proliferaron muchas falsas acusaciones, se solía acusar a dirigentes, aunque fuesen de las juventudes, de cualquier crimen que se hubiese cometido. En el año 39 estuvo en un campo de concentración, donde salió por su propio pie, por su aspecto de niño. y ese mismo año es detenido por sus actividades clandestinas. Siete años después de los presuntos hechos, en 1943, le condenan a muerte, pero no por asesinato, sino por un delito continuado de adhesión a la rebelión, cuando ya llevaba cuatro años en la cárcel. Algo esperpéntico. Y hacen esta farsa para poder condenarle a muerte, ya que para entonces ya era mayor de edad. Pero como serían de insostenibles las acusaciones, que le indultan ( Si hubiera cometido esos crímenes le hubieran fusilado sin contemplaciones tuviera la edad que tuviera) Y en el mismo año le vuelven a condenar a muerte por escribir un periódico dentro de la cárcel. Esta era la justicia franquista. Fue torturado, estuvo 23 años en prisión, su padre fue asesinado por los bombardeos de la legión condor, y su madre murió de pena cuando le condenaron a muerte. Fue un gran poeta, reconocido por Alberti, Neruda y tantos otros. Su bonhomía le llevó a no decir jamás los nombres de los funcionarios que le torturaron para que sus hijos no tuvieran esa carga. En fin, un hombre bueno, en el sentido machadiano de la palabra. Esto no los soportan los voceros del fascismo, pero su odio no es nada contra el amor de Marcos Ana.
 
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Ni uno solo de los escasos testigos le vió matar a nadie. Y hasta la ST recoge como atenuante que es de suponer que al ir acompañado de gente mayor, su participación fue menor. Es de suponer.. es decir, no tenían ni idea de su participación. El juicio hoy sería nulo, la carga de la prueba, el onus probandi, estaba invertida, había que demostrar la inocencia ante cualquier acusación maledicente. Tampoco se le admitieron pruebas, como un documento que demostraba que no estuvo en el lugar de los hechos, y el abogado apenas pidió clemencia por él. Es decir, indefensión asboluta. Entonces este juicio de cara a establecer la verdad de los hechos, no vale nada. Marcos Ana, tenía 16 años cuando los presuntos hechos ( la mayoría de edad estaba en 23 años) es decir, era un crío, en un pueblo grande, Alcalá de Henares ( hoy 200000 hab) que estaba controlado por las milicias y después por el ejército. Ya veis lo que podía pintar ahí un crío de 16 años, que apenas tuvo cargos en las juventudes y con funciones de propaganda. Como señala en su biografía, por aquellos crímenes ya habían sido acusados y fusilados otros hombres, y entonces proliferaron muchas falsas acusaciones, se solía acusar a dirigentes, aunque fuesen de las juventudes, de cualquier crimen que se hubiese cometido. En el año 39 estuvo en un campo de concentración, donde salió por su propio pie, por su aspecto de niño. y ese mismo año es detenido por sus actividades clandestinas. Siete años después de los presuntos hechos, en 1943, le condenan a muerte, pero no por asesinato, sino por un delito continuado de adhesión a la rebelión, cuando ya llevaba cuatro años en la cárcel. Algo esperpéntico. Y hacen esta farsa para poder condenarle a muerte, ya que para entonces ya era mayor de edad. Pero como serían de insostenibles las acusaciones, que le indultan ( Si hubiera cometido esos crímenes le hubieran fusilado sin contemplaciones tuviera la edad que tuviera) Y en el mismo año le vuelven a condenar a muerte por escribir un periódico dentro de la cárcel. Esta era la justicia franquista. Fue torturado, estuvo 23 años en prisión, su padre fue asesinado por los bombardeos de la legión condor, y su madre murió de pena cuando le condenaron a muerte. Fue un gran poeta, reconocido por Alberti, Neruda y tantos otros. Su bonhomía le llevó a no decir jamás los nombres de los funcionarios que le torturaron para que sus hijos no tuvieran esa carga. En fin, un hombre bueno, en el sentido machadiano de la palabra. Esto no los soportan los voceros del fascismo, pero su odio no es nada contra el amor de Marcos Ana.
 
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