Muere Emma Cohen a los 69 años de edad

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La recuerdo de cuando era niña en la serie El pícaro, ahí también salía Fernando Fernán-Gomez, me encantaba la serie por cierto, era muy guapa


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Preciosas imágenes de la actriz. En mi mente, también había quedado su imagen de cuando era joven.
 
¿De dónde le vino el apellido Cohen? Porque ese no era su nombre real. Siempre tuve curiosidad.

Adoptó ese apellido cuando decidió dejar los estudios de derecho y ser actriz y su padre se enfadó con ella porque creía que esa profesión era una vergüenza para su familia.
El apellido lo eligió, según contaba ella, porque era el debun antepasado judío de su familia expulsado de España. Le gustaba, era un buen nombre artistico y un simbolo de rebelión hacia sus orígenes burgueses.
 
Última edición:
Descanse en paz. Se ha ido tal y como pasó por esta vida: con la elegancia de las personas que han vivido una vida plena y apasionada, viviendo a conciencia cada segundo y haciendo felices a los demás.

Pudo ser una estrella pero eligió ser actriz y, ante todo, persona.
 
Un bonito homenaje de Luis Alegre en El País.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/07/11/actualidad/1468270314_935058.html

Emma Cohen ha sido exquisita hasta el final. Ayer lunes por la tarde murió en su casa, a los 69 años, víctima de un cáncer que había ocultado a casi todos sus seres queridos. A su lado se encontraba Helena de Llanos, cineasta y nieta de Fernando Fernán-Gómez, su pareja durante 37 años. Justo este viernes 15 de julio se reestrena en los cines Bruja, más que bruja(1976), una inaudita película dirigida por Fernán-Gómez e interpretada por él mismo, Emma Cohen y Paco Algora, fallecido el pasado mes de marzo.

Emma nació en Barcelona en 1946, en una familia bien con la que rompió muy joven. En París vivió el Mayo del 68, en Barcelona el ambiente de la gauche divine y en Madrid el mundo de las noches y tertulias del Café Gijón, el Oliver o Bocaccio, donde su belleza y su gracia surrealista arrasaban. Siempre fue rebelde, ácrata, inteligente, chispeante y muy inquieta, incapaz de ser sólo actriz.

Muchos la descubrieron como la novia de Edmundo Dantés en El conde de Montecristo (1969), la serie de TVE. Interpretó todo tipo de cine pero, desde el principio, se convirtió en musa de los más raros, audaces, rojos, vanguardistas y libertarios. Como actriz, su década dorada fue la de los setenta. A lo largo de su carrera fue dirigida por cineastas como Antonio Maenza, Jorge Grau, Javier Aguirre, Roberto Bodegas, Eloy de la Iglesia, Mariano Ozores, Fernando Colomo, Juan Luis Buñuel, José Luis Garci, Imanol Uribe y José Luis García Sánchez o directores de teatro como Adolfo Marsillach. En los años ochenta interpretó su personaje más célebre, el de la gallina Caponata de Barrio Sésamo, pero muy pocos conocían la identidad de la actriz.

En 1970, durante el rodaje de la película de Javier Aguirre Pierna creciente, falda menguante se encontró con Fernando Fernán-Gómez, el hombre de su vida. Fernán-Gómez la dirigió en las series El pícaro —coescrita por ella y Pedro Beltrán— y en Juan Soldado, y en las películasMambrú se fue a la guerra (1986), El viaje a ninguna parte (1986) y El mar y el tiempo(1989). Su última aparición en el cine también fue con él, en El abuelo (1998) de José Luis Garci.

Publicó su primera novela, Toda la casa era una ventana, en 1983, en la época en la que comenzó a reducir su presencia como actriz. Luego escribió libros como Muerte dulce (1993), Loca magnolia (1996) o, en 2014, Magia amorosa para desesperadas y desesperados. Hace cinco veranos, en julio de 2011, en el 75º aniversario del estallido de la Guerra Civil, Emma cumplió un trabajo que le dio una alegría muy íntima: adaptar y dirigir para la Cadena SER una versión radiofónica de Las bicicletas son para el verano, una de las grandes obras del teatro español. Emma se recordaba en la misma mesa que Fernán-Gómez, escribiendo mientras él escribía aquella obra maestra.

Emma Cohen se escapó siempre, de todos los sitios, de todos los clichés. Se escapó de la alta burguesía de Barcelona a la que pertenecía; se escapó de la interpretación para volcarse en la literatura y en Fernando Fernán-Gómez; en una ocasión se escapó hasta del propio Fernán-Gómez y se fue con Juan Benet. Pero Fernán-Gómez le escribió una conmovedora carta de amor en Triunfo y Emma volvió a su lado.

Era un ser adorable, ante el que lo más fácil era caer rendido.

EN CONSTANTE HOMENAJE A FERNANDO FERNÁN-GÓMEZ[/paste:font]
R. H. B.

El productor teatral Jesús Cimarro fue el encargado de dar la noticia de la muerte de la actriz, directora y escritora Emma Cohen. Cimarro estaba en Mérida en plena celebración del Festival Internacional de Teatro que dirige. “Por suerte o por desgracia, esto es lo que tenemos; es el mundo del espectáculo”, dijo anoche, afectado, a EL PAÍS. Amigo de la fallecida, era una de las pocas personas que sabía que desde hace ocho meses tenía cáncer, aunque “no pensaba que el desenlace iba a ser tan rápido”.

Desde la muerte de Fernando Fernán-Gómez en 2007, la actriz se había retirado. Vivía sola en la misma casa que había compartido con su pareja en la urbanización Ciudad Santo Domingo a unos 30 kilómetros de Madrid. Cimarro comentó que había escrito algunos relatos infantiles y estaba trabajando en una novela.

El productor ha recordado algunas ocasiones en las que trabajaron juntos como el espectáculo que prepararon para la Exposición Universal de Sevilla y que giró por toda España,
Los domingos, bacanal, una pieza de Fernán-Gómez, dirigida por José Luis García Sánchez, protagonizada por El Brujo, en la que Cohen también actuaba.
 
Esta entrevista es de 2012, cuando promocionaba su novela de tintes autobiográficos, "Un vago resplandor".

http://www.lne.es/asturama/2012/02/22/pase-quince-anos-gorda-cine-cuidar-fernando/1202832.html

Fue musa del cine español en las postrimerías del franquismo, enamoró al escritor Juan Benet y entregó los mejores años de su vida a Fernando Fernán Gómez. Emma Cohen (Barcelona, 1946), actriz y escritora, acaba de publicar «Un vago resplandor» (Rey Lear), una novela con tintes autobiográficos protagonizada por la «clocharda» Julia Proteus.

-¿Julia Proteus es usted?

-Es una mezcla. Tiene rasgos de una mujer que descubrí una vez callejeando por Madrid. Llevaba carritos y se le cayó una carpeta al cruzarse conmigo, la fui a ayudar y, de pronto, me dije «esta es Julia Proteus». Y de ahí salió el libro. También tiene mucho de mí. Desde la infancia he sentido magnetismo por los vagabundos, los clochards, que ahora llaman homeless o sin techo; siempre he visto en ellos cierta libertad. A Julia Proteus le fascinan los carritos, buscar objetos, seleccionarlos y exponerlos.

-¿Usted, como ella, también busca objetos en la basura?

-Por supuesto. A veces me llevo a casa objetos y muebles que luego reciclo o regalo, porque tengo tantos libros que ya no me cabe nada. Los hago florecer de nuevo y se los ofrezco a las personas que creo que los pueden apreciar.

-Pocos deben saber que se llama Emmanuela Beltrán Rahola.

-Así consto en los documentos oficiales.

-¿Por qué se cambió el nombre y se puso un apellido judío?

-No fue voluntario. A mi padre no le pareció bien que dejase la carrera de Derecho y saltara al mundo de la forma en que lo hice y, cuando empecé a ser actriz profesional, me dijo que me cambiase el apellido porque no le venía bien que llevase el nombre de la familia. ¿Por qué Cohen? Después de haber cambiado tres veces de nombre, Ricardo Muñoz Suay me sugirió que escogiese un apellido de un antepasado que me gustase, y elegí Cohen, el de un ancestro mío expulsado de España.

-«Yo era una marciana y todos me veían como una marciana». ¿Por qué decía eso?

-Era bastante marciana. Me pasó como a Sara, la protagonista de 15 años de «Verbo», la película de Chapero Jackson, que no le gusta lo que le rodea ni el futuro que le espera y se revuelve contra su destino y escoge su propio camino. A mí me pasó más tarde, descubrí que había más mundos cuando ya estaba en cuarto de Derecho.

-Pero entonces ya había descubierto el cine y el teatro.

-El teatro formaba parte de mi vida oculta cuando estudiaba Derecho. En esa época tenía una doble vida, o triple, porque también estaba la seudopolítica, iba a las manifestaciones...

-Se fue a vivir el 68 a París, ¿por qué no se quedó?

-Me pilló la policía y me llevó a una especie de campo de concentración, me quitaron el pasaporte y me informaron de que se me había agotado el permiso de turista. Y, además, apareció por allí mi madre, acompañada por su hermana, que me decía que si no volvía se moría. Como no quería matar a mi madre y no tenía pasaporte, volví.

-Y cambió Barcelona por Madrid.

-Claro, porque en Barcelona seguía vigilada y quería liberarme un poco de esta historia.

-¿Lo consiguió?

-Con el tiempo, mis padres comprendieron que estaba determinada a tener vida propia y me dejaron en paz.

-Una de las películas que hizo por aquella época fue «Las petroleras», con Brigitte Bardot y Claudia Cardinale.

-(Risas). Era una coproducción y necesitaban a una española que hablase francés. Hacía de hermana de Claudia pero me convertí en amiga de Brigitte. Fui una traidora, siempre lo he sido (risas).

-¿Combinaba proyectos interesantes con cine alimenticio?

-Por supuesto, tenía que vivir. O haces trabajos muy precarios pero que no te determinan o vives de lo que te gusta aunque sean empeños dudosos, al menos no abandonas el territorio. Además, en cualquier película alimenticia hay algo, un ser, una secuencia, un movimiento de cámara o un momento que hacen interesante haber estado.

-¿Qué es lo más infame que ha hecho en cine?

-«Aborto criminal», con Iquino. El rodaje fue genial. Iquino tenía cosas de salvaje perfectas, por ejemplo, enchufaba el equipo directamente en las farolas, no llevaba grupo electrógeno. Me sentí mal porque iba en contra del aborto libre, pero al mismo tiempo pensaba que, en el fondo, podía ser un mensaje para que la que quisiera abortar fuese a Londres o a Holanda a hacerlo, porque si lo hacía en España corría el riesgo de morir, como mi personaje.

-Siempre ha estado unida a gente muy atractiva. ¿Juan Benet fue su pareja antes que Fernando Fernán Gómez?

-Mientras. Desde que nos conocimos, en 1970, Fernando y yo fuimos amigos, compañeros, camaradas y de todo, pero en 1980 nos tomamos un año sabático y cada uno hizo lo que quiso. Fue durante ese año cuando tuve relación estrecha con Benet.

-¿Le ha enriquecido estar con personas así?

-He tenido la fortuna de encontrar a amigos así, como ellos o como Joaquim Jordá (director de cine), seres estupendos, muy generosos y muy parecidos a mí, que me han enriquecido muchísimo.

-¿Nunca se sintió anulada?

-Desde fuera lo parecía. Incluso a mis propios amigos les daba esa sensación al principio y temían que yo me fuera al carallo por estar con gente tan principal. Para mí era un gozo, era la forma que yo había elegido y me gustaba, aunque desde fuera pareciese que había sido absorbida.

-Un asunto complicado.

-Es complicado, pero depende de lo que sienta una por dentro. Si haces mucho caso de lo que piensan los otros, aunque sean amigos, te pierdes a ti misma.

-¿La muerte de Fernando le ha dejado un gran vacío?

-Fue una muerte muy anunciada, al menos para mí, que llevaba siete años de moribundia y otros diez, bastante duros antes.

-¿Quince años dedicada a cuidarlo?

-Sí, intenté que tuviera la mejor vida posible. Al mismo tiempo, yo tenía la mejor vida posible y me sentía bien porque era lo que quería hacer.

-¿Cómo se siente ahora?

-Rara, como a cero. Siempre voy de cero en cero. Ahora puedo ofrecer lo mejor que he escrito, que es ese «Vago resplandor», así que estoy en un buen momento, la verdad.

-En dos años ha publicado tres libros: dos obras de teatro y la novela.

-Es la cosecha de esos años en los que era el báculo de Fernando y le ayudaba a pasar lo mejor posible su ancianidad y su enfermedad.

-¿Era buen enfermo o cascarrabias?

-Llevaba la enfermedad muy bien. Era muy inteligente y tenía un comportamiento increíble tanto con los médicos como ante su deterioro físico. Era de una templanza total, lo que pasa es que aquel grito de «¡A la mierda!», en la presentación de sus memorias, que se expandió como el fuego y arrasó toda la Península y parte de América Latina, le dio fama de iracundo. Tuvo dos o tres secuencias violentas con periodistas ante las cámaras, pero ésa fue la más fuerte y lo convirtió en el Capitán a la Mierda.

-¿También era iracundo en los rodajes? Gabino Diego parece que no lo pasó muy bien en el rodaje de «Viaje a ninguna parte».

-Eso lo dicen Pepe Sacristán y Juan Diego, que estaban con él. Gabino siempre ha dicho que, como era su primera película, estaba feliz y que, cuando le salía bien la escena, Fernando se acercaba y le decía: «Muy bien, lo has hecho muy bien». Lo que ocurre es que Fernando, cuando hacía de director y de actor en las películas, se ponía en un estado de alta concentración y no permitía hablar de otra cosa que no fuese la película.

-Su casa era muy visitada: Pilar Miró, Jaime de Armiñán y Elena Santonja...

-Sí... Y José Luis García Sánchez, Marisa Paredes, Luis Alegre, Charo López, Agustín González, Manolito Aleixandre, María Luisa Ponte, Eduardo Haro Tecglen, Paco Umbral y muchos más. En Fin de Año, cuando vivíamos en el centro de Madrid, dejábamos la puerta de casa abierta y pasaba todo el mundo. Rifábamos objetos y había jarana hasta que se iban todos. Sí, en cuanto podíamos, hacíamos reuniones nocturnas.

-El velatorio de Fernán Gómez en el Teatro Español mostró que tenían muchos amigos.

-Lo que más me emocionó -aparte de los amigos, por supuesto- fue ver a la gente común que pasaba constantemente. Fue como un abrazo de la gente de Madrid que Fernando retrató en su mejor película, «El mundo sigue».

-¿Los amigos la apoyan y están pendientes de usted?

-El 90 por ciento de esos amigos que he mencionado están muertos. Ahora vivo en un monte raro, pequeño y bajo, en una urbanización con nombre de isla y en una calle que se llama Luna. Es como si fuese ninguna parte. Vamos, vivo en la Luna.

-¿Se siente sola?

-Sola estoy, pero no me siento. Estoy con las hormigas salvajes, con los pájaros, con los libros...

-¿La van a visitar?

-Si me pongo muy pesada, sí, pero como no me gusta hacer eso, cuando quiero ver a gente, cojo el bus y el metro y me voy a Madrid.

-¿Ahora es usted la anacoreta?

-Sí, soy anacoreta. (Fernán Gómez protagonizó «El anacoreta», de Juan Estelrich).

-Hace un par de años se rapó la cabeza, ¿fue un arrebato o los efectos de una quimioterapia?

-Fue otro cero. «¿Para qué tengo pelo?», me dije, y me lo corté al cero. Me fui a dar un curso a la UIMP, a Santander, y se quedaron escalofriados con mi pinta espantosa (carcajada). Creo que me he perdido la ocasión de repetir. Recuerdo que una persona maravillosa me abrazó creyéndose que estaba «súper quimio», y le di las gracias.

-«Emma Cohen, la mujer que se afeó por amor». Es un texto que aparece en internet.

-Lo leí. Me hizo gracia porque en realidad la persona que lo escribió, una mujer argentina, defendía una teoría que, bajo la apariencia de banalidad, tenía razón. Yo me planteé que no podía sucumbir si me ofrecían una película apetecible y, para no dudar, me puse a ensanchar. Y engordé, y me pasé quince años «gordi», lo suficientemente «gordi» como para no hacer películas.

-¿Decidió que no quería ser objeto de deseo?

-Para las cámaras.

-¿Por qué?

-Porque no podía hacer todo al mismo tiempo.

-En «La silla de Fernando», Fernán Gómez decía que siempre había preferido las mujeres guapas a las inteligentes.

-Eso son boutades.

-Siempre estuvo con mujeres muy guapas. Usted fue también muy guapa, ¿por qué cultiva la fealdad?

-Porque tampoco hay que estar siempre igual. Con lo corta que es la vida, no vale la pena el estatismo.

-¿Se dedicará a sí misma, ahora que ya no la necesita Fernando?

-No lo sé, es otra situación, otro cero. Siempre he hecho lo que más me gustaba hacer. Aunque por fuera no parezca que salgo ganando, por dentro sí salgo ganando. Estoy bastante contenta conmigo misma, me siento en paz.

-¿Cultiva su jardín?

-Cultivo el huerto y podo, por ritual, los rosales que plantó Fernando.

-¿Qué cultiva?

-Tomates, zanahorias, apio, acelgas, calabacines... lo que me gusta comer.

-«Siempre he tenido algo de insensata».

-Eso me decía siempre mi madre. Y que era una inconsciente. Supongo que, en el fondo, había un afán de protección.

-¿Nunca quiso ser madre?

-Nunca, qué curioso. Me falta el instinto materno.

-¿No fue un poco madre de Fernando?

-No, más que madre he sido siempre compañera. Nunca he actuado de madre dando consejos, sino exponiendo y protegiendo, pero en plan de amiga, de compañeros.

-Por lo visto, es experta en abrir erizos, ¿además cocina?

-Sí, los abro muy bien, pero es un peñazo. Como nadie lo sabe hacer, me toca siempre hacerlo. Y no cocino mal.

-¿A Fernando le gustaba la cocina?

-Sí (carcajada). Le enseñé a cocinar con el libro de Simone Ortega y le encantaba aprender. Le fascinaba hacer la bechamel, que es como alquimia, una transmutación de la materia. Viendo sus nuevas aficiones, Haro Tecglen le regaló un libro de Paul Bocuse y aprendió la receta de un caldo que había que destilarlo durante dos días, y ahí nos tenías a los dos removiendo la cazuela por turnos.

-Llevaba cosas a los «indignados» del 15-M.

-Al principio, fui a la Puerta del Sol y les llevé unos libros y unos alimentos. Entré en esa sensación de Mayo del 68 y me vi a mí misma. Recuerdo que cuando estaba en el Odeón, en París, vino una viejecita a traernos un pastel. Al ir a Sol, me vi como ella. ¡Cómo cambian las tornas!

-¿Cómo se defiende económicamente?

-Tengo una casa enorme y llena de libros, pero apenas tengo gastos. Llevo ropa de hace veinte años y sólo gasto en luz y en calefacción, y como, sobre todo, lo que saco de la huerta. Son gastos mínimos, me defiendo económicamente impartiendo talleres, dando conferencias, haciendo presentaciones... Haciendo trabajos que me dan para sobrevivir.

-Sobrevive gracias a su austeridad.

-Sobrevivo gracias a mi austeridad, al trabajo intermitente y a lo mal que me pagan.
 
Emma Cohen era familia de la política Pilar Rahola, no sé si serían primas

Fernando Fernán-Gómez y ella se conocieron en 1970, en el rodaje de la película "Pierna creciente, falda menguante", y enseguida se fueron a vivir juntos. En los años ochenta estuvieron separados cosa de un año, ella lo dejó plantado para liarse con el escritor e ingeniero Juan Benet, ya fallecido, que tenía fama de escribir libros la mar de plúmbeos :sleep::sleep::sleep::sleep:

Hasta poco tiempo antes de unirse a Emma, Fernando había estado viviendo muchos años con la actriz argentina Analía Gadé, por quien por su parte había dejado plantada a la actriz y cantante María Dolores Pradera en el año 1957, al coincidir Fernando y Analía en el rodaje de una película

En 1971 Emma Cohen fue elegida Lady España, y posteriormente Lady Europa. Curiosamente, esos dos mismos títulos los había ganado dos años antes la bellísima Teresa Gimpera, otra musa icónica de la gauche divina barcelonesa

Ayer cuando murió Emma Cohen estaba a su lado cuidándola la que se hace llamar Helena de Llanos, nieta de Fernando Fernán-Gómez y la Pradera, esta chica es la hija mayor de Fernando, el mayor de los dos hijos que tuvieron Fernando y María Dolores, y que ha sido galerista de arte. Helena de Llanos se dedica al cine, ha rodado alguna película de varios directores, y estuvo de profesora en la universidad de Coimbra
 
Pues a mi me da la sensación, que lo peor que le pudo pasar a esta mujer fue conocer a Fernando Fernan Gómez.
Tenia la mirada perdida y triste, se afeó, engordó, se abandonó.
He visto videos suyos en lo sale, en los que incluso se la ve violentada cuando está con él. Como si tuviera la sensación de que el mal caracter de él podría hacerle pasar un mal rato.
Estos comportamientos no están relacionados con el amor, están relacionados con la infelicidad.
O con el hecho de tener a tu lado a un cafre, que te prefiere fea y suya. Que guapa y apetecible.
 
Emma Cohen era familia de la política Pilar Rahola, no sé si serían primas

Fernando Fernán-Gómez y ella se conocieron en 1970, en el rodaje de la película "Pierna creciente, falda menguante", y enseguida se fueron a vivir juntos. En los años ochenta estuvieron separados cosa de un año, ella lo dejó plantado para liarse con el escritor e ingeniero Juan Benet, ya fallecido, que tenía fama de escribir libros la mar de plúmbeos :sleep::sleep::sleep::sleep:

Hasta poco tiempo antes de unirse a Emma, Fernando había estado viviendo muchos años con la actriz argentina Analía Gadé, por quien por su parte había dejado plantada a la actriz y cantante María Dolores Pradera en el año 1957, al coincidir Fernando y Analía en el rodaje de una película

En 1971 Emma Cohen fue elegida Lady España, y posteriormente Lady Europa. Curiosamente, esos dos mismos títulos los había ganado dos años antes la bellísima Teresa Gimpera, otra musa icónica de la gauche divina barcelonesa

Ayer cuando murió Emma Cohen estaba a su lado cuidándola la que se hace llamar Helena de Llanos, nieta de Fernando Fernán-Gómez y la Pradera, esta chica es la hija mayor de Fernando, el mayor de los dos hijos que tuvieron Fernando y María Dolores, y que ha sido galerista de arte. Helena de Llanos se dedica al cine, ha rodado alguna película de varios directores, y estuvo de profesora en la universidad de Coimbra

Era Rahola, pero no de la familia de Pilar Rahola. era de los Rahola de mas prestigio social y politico que la Pilar Rahola, nada que ver
Sus abuelos y padres eran vecinos de mis abuelos, nada que ver con Pilar Rahola. Emma era bisnieta nieta sobrina de grandes politicos y lo mas de lo mas de la aristocracia catalana, Emmanuela Beltrán Rahola era su nombre autentico, cuando decidio ser artista su padre la repudio
 
Emma Cohen nunca me gustó
Daba la imagen de ser muy "pasota" y descuidada
Quizás era la imágen que quería dar
 
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