MUERE EL DIBUJANTE QUINO, CREADOR DE MAFALDA

Es triste que por ley de vida haya que despedir a personas buenas, inteligentes y talentosas como Quino.
Menos mal que siempre dejan algo en los que les hemos querido o admirado. En el caso de Quino sus personajes vivirán para siempre y seguirán haciendo sonreir y pensar por muchos años más.
DEP
 
Mafalda: la creación de Quino que conquistó los corazones del mundo
El gran personaje de historieta se publicó por primera vez en 1964, llegó a tener tiradas de 200 mil ejemplares y se tradujo a más de 30 idiomas. Particularidades, historias y anécdotas detrás de la niña contestataria admirada por Umberto Eco y amada por todos
30 de Septiembre de 2020



El dibujante Quino toca una escultura de su personaje de cómic Mafalda, durante una ceremonia de inauguración de un parque de San Francisco en Oviedo, España, en 2014 (REUTERS/Eloy Alonso)
El dibujante Quino toca una escultura de su personaje de cómic Mafalda, durante una ceremonia de inauguración de un parque de San Francisco en Oviedo, España, en 2014 (REUTERS/Eloy Alonso)

Ayer Mafalda cumplió 56 años. Hoy es un día triste, tras la muerte de su creador, el dibujante argentino Joaquín Lavado, el eterno Quino.

Pero, ¿cómo surgió su más emblemático personaje? Para eso hay que regresar al 1962. La agencia Agens quería promocionar la marca de electrodomésticos Mansfield, de la empresa Siam Di Tella, de manera encubierta. Para eso el escritor Miguel Brascó contrató a un jovensísimo Lavado, un dibujante con futuro, se decía. Así, presentaron el proyecto en Clarín pero no fue rechazado.

Sin embargo, a Quino le encantaba su creación. Así que por su cuenta siguió puliéndola hasta encontrar el diamante que, con el tiempo, se convertiría en el personaje de ficción argentino más conocido en el mundo. Sus títulos fueron traducidos a más de 30 idiomas y fue el único personaje ficcional que fue columnista en un noticiero (2017, Telefe).







Quino cuenta el origen de Mafalda

¿De dónde surgió el nombre? Bueno, el encargo para la publicidad le pedía que tuviera algunas de la letras de la marca y un día, Quino, se cruza con la película Dar la cara (1962), del cineasta argentino José Martinez Suarez -hermano de Mirtha Legrand- protagonizada por Pablo Moret y Nuria Torray, y que tenía una bebé llamada Mafalda.

Entonces, Mafalda llega al mundo de la historieta en 1964 cuando Julián Delgado, director de la revista Primera Plana, le da un apretón de manos y le dice: “Ok, empecemos”.

Gentileza: Editorial De la Flor
Gentileza: Editorial De la Flor

Dos años después, la historieta cruza el río que divide a las revistas de los libros y la editorial Jorge Alvarez empieza a publicarla por volúmenes. Así, los primeros cinco funcionan como un barco al que se suben miles y miles de lectores. Para el número seis cambia de editorial y pasa a Ediciones de la Flor, que desde 1970 y, hasta el día de hoy, llevan casi cincuenta años imprimiendo las criaturas irreverentes de Quino.


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En un diálogo con Infobae Cultura, Kuki Miler editora de Ediciones de la Flor, recordó: “¿Sabés cuál fue la tirada de la primera publicación que hicimos nosotros? ¡200 mil ejemplares!”. Y agregó: “Son cifras que ahora no existen, pero en ese momento volaban, duraban muy poco”.

“Debido a la urgencia, la mayor distribución era en kioscos, más que en librerías. Para hacerlo más rápido, los distribuidores de kioscos iban directamente a la imprenta a buscar los números. Te cuento una anécdota: una vez, uno de ellos fue más temprano y quiso coimear a los de la imprenta para que le entregaran antes los ejemplares. Imaginate. Así era la avidez, y querer tener la primicia”, cuenta.

Gentileza: Editorial De la Flor
Gentileza: Editorial De la Flor

“Es imposible calcular los millones de ejemplares que hemos hecho en estos cincuenta años. En ese entonces, había un público muy amplio, entonces apostamos también a Latinoamérica. Pero hoy esos tirajes son inalcanzables por varios motivos. Por ejemplo, el estado del mercado editorial. Además, se consume mucho desde las ediciones digitalizadas. De todos modos, lo curioso es la permanencia y la vigencia”.

De personajes y personalidades


Niños. Los personajes de Mafalda son niños. La mirada del mundo se da desde ese lugar, un poco de ingenuidad, un poco de utopía, un poco de capricho, otro poco rebeldía nata. La protagonista es Mafalda, que representa la aspiración idealista del propio Quino. En sus propias palabras: la necesidad de hacer de este un mundo un lugar mejor. Hay pesimismo y nihilismo también, incluso algo de existencialismo, pero con una sensibilidad social deslumbrante que le otorga esa pizca clave de esperanza.

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Mafalda nació en el seno de una típica familia de clase media argentina de los años sesenta. Eso ya la encuadra en una época. Fan de Los Beatles y hater de la sopa. Cuando la historieta comenzó en 1962, ella tenía cuatro años pero en el transcurso de los números está en tercer o cuarto grado de la escuela primaria, es decir, tiene unos ocho años.

Felipe, Manolito, Susanita, Mafalda, Libertad, los padres de Mafalda, Guille, Miguelito. Gentileza: Editorial De la Flor.
Felipe, Manolito, Susanita, Mafalda, Libertad, los padres de Mafalda, Guille, Miguelito. Gentileza: Editorial De la Flor.

Las figuras protocolares en el sentido institucional son sus padres. Su papá es un oficinista que trabaja en una compañía de seguros, estructurado y amante del orden, que disfruta de cultivar plantas y manejar su auto, un un Citroën 2CV. Su madre es una típica ama de casa argentina de clase media de la época que se encarga de todas las tareas del hogar; estudió en la universidad y quiso ser pianista pero todo se vino abajo cuando decidió casarse. Oh, la familia.

Luego están los chicos. Guille es el hermano menor de Mafalda. Luego, cinco amigos: Felipe, Manolito, Susanita, Miguelito y Libertad. Cada uno responde a una personalidad diferente que resultan antagónicas y simbióticas. Mafalda, que funciona como la gran articuladora. Muchos de los personajes son hoy símbolo, como Susanita, que era de algún modo el espíritu conservador de la mujer que se resistía al feminismo. “Ya es un personaje que se podría definir como clásico. Está tan adoptado por la gente, incorporado, que hoy por hoy en cualquier lugar donde digas “es una Susanita” no hay que explicar nada”, dice Kuki Miler.

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Lo que Charlie Brown no tiene

Cuando Umberto Eco leyó Mafalda quedó fascinado. Enamorado es la palabra que utilizó. Y bajo el embrujo de ese enamoramiento cultural e intelectual fue que se encargó especialmente del álbum que se editó en Italia en 1969 titulado Mafalda la contestataria. En el prólogo escribe que “no se trata solamente de un personaje de historieta más; es, sin duda, el personaje de los años setenta. Si para definirla se utilizó el adjetivo ‘contestataria’, no es sólo para alinearla en la moda del anticonformismo. Mafalda es una verdadera heroína ‘rebelde’, que rechaza el mundo tal cual es”.

Gentileza Editorial De la Flor
Gentileza Editorial De la Flor
De esta forma, Eco —que para ese entonces aún no había escrito El nombre de la rosa, pero sí Apocalípticos e integrados— marcaba la diferencia entre la protesta y la rebelión, entre la queja destructiva y la crítica mordaz, y ubica a Mafalda en este segundo terreno. Por eso es que, en sus palabras, se enamoró de este personaje que es clave para entender la Argentina. No es para menos: aún hoy Europa mira este país sudamericano, intentando decodificarlo. Y no lo logra.

Gentileza: Editorial De la Flor
Gentileza: Editorial De la Flor

Volviendo al prólogo de la edición italiana, la más original de las ideas expuestas por Eco tiene que ver con la comparación entre Mafalda y Charlie Brown, el personaje norteamericano que creó Charles M. Schulz en 1950. “Charlie Brown es norteamericano; Mafalda es sudamericana. Charlie Brown pertenece a un país próspero, a una sociedad opulenta a la que busca desesperadamente integrarse mendigando bienestar y solidaridad. Mafalda pertenece a un país lleno de contrastes sociales que, sin embargo, quiere integrarla y hacerla feliz. Pero Mafalda resiste y rechaza todas las tentativas”, comienza.

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Y sigue así: “Charlie Brown vive en un universo infantil del que, en sentido estricto, los adultos están excluidos (aunque los chicos aspiren a comportarse como adultos). Mafalda vive en una relación dialéctica continua con el mundo adulto que ella no estima ni respeta, al cual se opone, ridiculiza y repudia, reivindicando su derecho de continuar siendo una nena que no se quiere incorporar al universo adulto de los padres. Charlie Brown seguramente leyó a los ‘revisionistas’ de Freud y busca una armonía perdida; Mafalda probablemente leyó al Che”.
 
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La comparación con Nancy (Periquita)

La odiadora número uno de la sopa, Mafalda, dio sus primeros discursos en 1964. De espíritu progresista, la tira, a pesar de estar integrada por niños, estaba dirigida a un público adulto.

Nancy o Periquita
Nancy o Periquita
Sin embargo, hubo versiones que Quino se había inspirado en Nancy (Periquita en Latinoamérica) el personaje que Ernie Bushmiller creó en 1933 para la historieta estadounidense Fritzi Ritz y que, luego de 5 años de la irrupción del personaje, pasaría a llamarse Nancy. Era tan similar su pelo inflado al de Nancy, y varios rasgos más de su redondo cuerpo, que Quino, harto de que le señalen el parecido, dibujó una tira ironizando la incómoda situación que vivía todos los días.

“¿Quién se parece a ésta?”, le preguntaba Miguelito a Mafalda señalándole una imagen de Nancy-Periquita. La nena que ambicionaba con la paz mundial estallaba de ira -sin decirlas- a través de tres palabras: “A tu abuelita”. Mafalda, una vez más, hablaba por su autor.

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Memes y humanismo

Quino
es una leyenda. Aquellos que participaron en la Feria del Libro de Buenos Aires, por ejemplo, pueden recordar como desde hace décadas su presencia atraía a cientos de personas en busca de la firma de un ejemplar. Es que Mafalda se ha convertido en un se entrañable, y por eso, muchas veces, es utilizado como emblema para diferentes reclamos, situación que no agradaba demasiado al autor.

"Hay una utilización permanente del personaje. Lo más molesto, por lo menos para nosotros, con el asunto de las redes sociales, es que con la admiración que la gente tiene de Mafalda termina utilizándola para transmitir mensajes propios. Los memes van y vienen con unos textos que jamás diría Mafalda. Es indigno y además es no entenderla. Emular a Quino es bastante difícil. Hay cosas que no se le pueden hacer decir”, dijo Kuki Miller.

Gentileza Editorial De la Flor
Gentileza Editorial De la Flor

Hay un caso por el cual Quino tuvo que salir a aclarar que no se trataba de su Mafalda. Fue cuando se viralizó una Mafalda con pañuelo celeste, la insignia de los que se oponen a la ley de aborto legal, seguro y gratuito. El artista sintió que debía salir a aclarar, algo extraño, sí, pero para él necesario. “Yo me río porque mandan mensajes diciendo cualquier cosa”, dice Kuki y suma un ejemplo más naif: “Te mandan un mensaje sobre la primavera, los pajaritos, las flores y qué se yo. No tiene nada que ver con el mundo de Mafalda. El que no percibe que Mafalda es rebelde y que no está satisfecha con el mundo tal como es, entonces no entiende Mafalda.

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¿Y dónde está la originalidad que hace tan evidente el plagio? "Quino es un observador detallista de la vida cotidiana y de la política, eso es lo que le hace tener esa vigencia permanente y ser universal”, dijo Miler, y concluye así nuestra breve conversación: “Quino es un brillante y eficaz comunicador y Mafalda es una humanista”.

Y hoy, en un día tan triste, es esta humanidad la que primero nos llega, la de la niña de las preguntas eternas, de los cuestionamientos, de la sensibilidad. Es Mafalda, es Quino. Y lo vamos a extrañar.


*Las imágenes corresponden a los siguientes títulos:

Mafalda 2 / Mafalda 3 / Mafalda 6 / Mafalda 8 / Mafalda 9 / 10 años con Mafalda / Toda Mafalda

Colección La pequeña filosofía de Mafalda. Guerra y paz / Colección La pequeña filosofía de Mafalda. Cómo va el planeta

**Imágenes: gentileza Ediciones de la Flor


 
Que reconfortante es ver cuanta gente apreciaba al excepcional Quino, cuantos hemos reido con las ocurrencias de Mafalda Y disfrutado con las situaciones que se vivian en la casa de Mafalda
quien puede olvidar el rechazo que le tenia a la sopa, cosa bastante comun en los niños de antes, el anhelo de Susanita por formar un hogar al crecer y tener hijitos, el interes de Mafalda por la politica internacional, el afan de Manolito en hacer publicidad del almacen de su padre, el auto de la familia de Mafalda
La ternura de esos personajes es algo que nos acompañara por el resto de nuestras vidas, asi que gracias Quino, por los buenos momentos con que nos regalaste, por ayudarnos a olvidar aunque sea por un instante nuestros problemas, fracasos y tristezas
espero que sigas dibujando alla en el cielo... descansa en paz
 
Las dos Argentinas lloran a la vez

En un país sin ídolos incontestables, Mafalda y sus amigos concitan la unanimidad. Su monumento se llenó de flores en Buenos Aires en honor a Quino

ENRIC GONZÁLEZ
Buenos Aires - 30 SEP 2020 - 21:05 CEST


Mafalda habría cumplido 56 años el pasado martes, 29 de septiembre.

Resulta extraordinario que ese personaje, cuyas viñetas se publicaron durante menos de nueve años y terminaron hace casi medio siglo, mantenga tanta vigencia. Y que en la dividida Argentina, donde si algo gusta a los “peronchos” no puede gustar a los “gorilas”, y viceversa, suscite un amor tan unánime.

Joaquín Salvador Lavado, Quino, dibujó mucho antes y después de Mafalda. Creó una obra vastísima. Pero en el momento de su muerte son Mafalda y sus amigos quienes simbolizan la pérdida.

Las viñetas de Mafalda son mundialmente conocidas y no han envejecido.

Corresponden, sin embargo, a un lugar y un tiempo muy concretos. Cuando apareció el personaje, la cúpula militar, bajo el lema Revolución Argentina, acababa de derrocar al presidente Arturo Illia.

El nuevo dictador, el teniente general Juan Carlos Onganía, disolvió todos los partidos políticos, destruyó las universidades tras la “noche de los bastones largos” (29 de julio de 1966) y estableció una censura férrea: se prohibió incluso el ballet El mandarín maravilloso, de Béla Bartók, una obra siniestra pero ya clásica por entonces.

La policía arrestaba a los jóvenes con cabello largo. Fue una época de absoluta mediocridad, prólogo de la violencia que sacudiría al país durante la década siguiente. También fue el epílogo de la Argentina próspera.

La censura obligó a Quino a hilar finísimo. De ahí que Mafalda se interesara tanto por la paz mundial o por la guerra de Vietnam, y tan poco (o de forma tan oblicua) por la situación en Argentina.

Eso contribuyó probablemente a que el público de otros países se identificara con los personajes y sus historias: el feminismo (ahí Mafalda era implacable), la insatisfacción juvenil, el pacifismo, la irrupción del consumismo, eran fenómenos planetarios.

El caso es que, pese a la censura, cualquier argentino captaba los mensajes (siempre a favor de la democracia, siempre a favor del progreso) que Quino disfrazaba de ingenuidad.

Otro detalle relevante es que Quino era mendocino, no porteño. De alguna forma, tampoco lo eran sus personajes. Trascendían los códigos de la ciudad de Buenos Aires, con sus mitologías y su lenguaje, y se situaban en un plano más universal. O al menos más argentino.

En un país sin ídolos incontestables, salvo acaso Carlos Gardel, ya muy remoto y nacido en Francia o Uruguay, y Diego Maradona, por ser Maradona (Perón y Evita, Borges, el Che Guevara, son tan amados como odiados), Mafalda y sus amigos concitaban la unanimidad.

Nadie ignoraba su importancia. Cuando a Julio Cortázar le preguntaron qué pensaba de Mafalda, respondió que eso resultaba irrelevante, que lo importante era lo que Mafalda pudiera pensar de él.

El éxito de las viñetas de Mafalda en la prensa se trasladó con rapidez a los libros. Kuki Miller, de Ediciones de La Flor, que desde 1970 recopila en libros las historietas de Quino, contó a Infobae que la tirada del primer volumen fue de 200.000 ejemplares: “Son cifras que ahora no existen, pero en ese momento volaban, duraban muy poco”. “Debido a la urgencia, la distribución era en kioscos más que en librerías. Para hacerlo más rápido”, siguió Miller, “los distribuidores de kiosco iban directamente a la imprenta a buscar los números. Una vez, uno de ellos fue más temprano y quiso coimear [sobornar] a los de la imprenta para que le entregaran antes los ejemplares. Así era la avidez”.

Cuando a Julio Cortázar le preguntaron qué pensaba de Mafalda, respondió que eso resultaba irrelevante, que lo importante era lo que Mafalda pudiera pensar de él
Las historietas de Mafalda terminaron en 1973, con el regreso a Argentina de Juan Domingo Perón y el sangriento conflicto entre el Gobierno, y luego las Fuerzas Armadas, y los grupos guerrilleros.

Quino se exilió. Alguna vez dijo que Mafalda podría haber “desaparecido” durante la última dictadura militar.

El impacto de Quino en la cultura popular es tremendo. Por la influencia que reconocen cientos de dibujantes contemporáneos (Quino, casi enfermizamente humilde, decía que dibujaba mal), por los arquetipos que creó y por su rastro en el lenguaje.

Cuando se dice de alguien que “es una Mafalda”, casi cualquier hispanoparlante comprende la referencia.

De igual modo, “una Susanita”, al menos en Argentina, es alguien retrógrado y clasista. La ingenuidad sentimental de Felipe, el sentido práctico y la estrechez de miras de Manolito (caricatura del antiguo tendero “gallego”, es decir, español), la combatividad sindical de Libertad, quedan como referencias.

El monumento a Mafalda, en la esquina de Defensa y Chile, en el típico barrio bonaerense de San Telmo, empezó a llenarse de visitantes y de flores en cuando se supo que Quino había muerto.

Por una vez, los dos bandos políticos lloraron a la vez. “Gracias, Quino. Por el arte y el compromiso. Tu inmensa obra estará siempre presente en la historia argentina y en la memoria colectiva de quienes la disfrutamos. Hasta siempre, maestro”, tuiteó Santiago Cafiero, jefe de gabinete [primer ministro] del Gobierno peronista.

Lilita Carrió, feroz opositora antiperonista, eligió como despedida una frase célebre de Mafalda: “En el mundo hay cada vez más gente y menos personas”.

Original, gracias:
 
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