MI PADRE TRAICIONÓ AL PSOE Y A SU MUJER”.MIGUEL BOYER ARNEDO.

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El Mundo Orbyt.

MIGUEL BOYER ARNEDO

06/08/2016

“MI PADRE TRAICIONÓ AL PSOE Y A SU MUJER”
El hijo del ‘superministro’ de Felipe González traza un duro perfil de su progenitor, muerto hace dos años. Por primera vez habla de cómo era en la intimidad una de las figuras clave de la Transición y el duro peso de su sombra. POR GABRIELA BUSTELO

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MIGUEL BOYER ARNEDO ES EL ÚNICO hijo varón del político Miguel Boyer Salvador con su primera esposa, la ginecóloga Elena Arnedo. En España hay pocas personas que no sepan quién fue Miguel Boyer (San Juan de Luz, 1939- Madrid, 2014), el superministro económico de Felipe González que se retiró de la política para refugiarse en brazos de la conspicua Isabel Preysler.

Mientras tanto, su hijo primogénito empezaba a estudiar Ingeniería, Físicas y Matemáticas, acabando en la Facultad de Económicas, donde se dedicó a la Sociología. Tras hacer un máster de periodismo, trabajó en el Grupo Santillana. Vivió durante dos años en California y ha viajado por el mundo, en especial por América Latina. Fue uno de los primeros emprendedores de España y ha “currado”, según dice él mismo, en las cosas más dispares. Hoy vive en Madrid con su esposa y sus tres hijos. Durante estos últimos años ha estado preparando un libro sobre la crisis de Wall Street.

Según Jardiel Poncela, por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre. Tal vez esta entrevista hubiera interesado al gran comediógrafo madrileño.

PREGUNTA.- Al hablar de política y economía nacional es inevitable mencionar a su padre, un hombre tan inteligente como sarcástico.

RESPUESTA.- Tenía mucho sentido del humor, sí.

P.- ¿Qué fue lo más valioso que aprendió de él? ¿Cuál es el recuerdo con el que se queda?

R.- Algún día contaré quién era mi padre. Llevo callado toda la vida. En su entierro aparecieron tres curas. Uno de ellos el Padre Ángel, que es amigo de Isabel [Preysler], contó una anécdota en la iglesia. Dijo que él conocía a Isabel de los tiempos de Filipinas, donde él estuvo de misionero, y que allí la conoció cuando ella era pequeña. Años después Isabel le invitó a su casa en Madrid y le dijo: “Mira, Ángel, el problema de Miguel no es que sea agnóstico, sino que es ateo”. Y esta anécdota la contó él en la capilla del tanatorio con mi padre de cuerpo presente, en el ataúd. Y el Padre Ángel nos hizo allí toda una demostración de por qué los que habían sido rojos, que mi padre hacía tiempo que ya no lo era, y además ateos recalcitrantes, podían ir al cielo.

P.- Debió sorprender a buena parte de la concurrencia, hacía años que él había dejado atrás su pasado progre.

R.- Yo estaba allí sentado y pensaba: “¡Qué bien lo está haciendo este hombre!” Los curas son unos maestros de la comunicación.

P.- Como hijo suyo, imagino que la estampa le resultaría extraña...

R.- Se acercaban algunos y decían: “Tu padre lo estará pasando fatal en el ataúd, con lo ateo que era”. Y todo esto mientras le echaban agua bendita, en fin. Yo me llevé a mi hijo Nicolás porque pensé: “Si existiera el cielo, el único que puede conseguir a un tío tan rojo y anticlerical como mi padre el pasaporte para llegar allí es este ángel pequeño que he traído yo, que reza de corazón por el abuelito y cree en el Más Allá”.

P.- Una estrategia razonable.

R.- Sí, pero en la homilía empezaron a hablar de lo buena persona que había sido mi padre, un hombre de familia, una persona magnífica y demás. Al acabar, el cura pasó a saludar a Isabel, a sus hijas y a nosotros. Le di la mano y le dije: “Padre, me ha gustado mucho su sermón”. Lo que me callé es que todo lo que había dicho era mentira.

P.- ¿Cuál es la verdad?

R.- Mi padre hizo muchísimas cosas mal. A los que conocemos la realidad de esa persona nos toca estar oyendo siempre decir que era un superhombre, que todo lo hizo bien, que era listísimo, que era buenísimo. Las gentes que triunfan tanto no suelen ser personas especialmente buenas. Mi padre estudió Física y traicionó a la Física, pasándose a la Economía. Se metió en política y en cuanto se hizo importante, traicionó a la política. También traicionó al PSOE y a su primera mujer. En todas las empresas donde ha estado ha salido tarifando, porque siempre pensaba que su inteligencia podía llevarle más lejos, cuando es sabido que los negocios son mafias y que la gente tiene intereses. Pero él llegaba, se ponía a perorar y salía mal de todas partes.

P.- Le he oído decir alguna vez que no deberíamos aceptar que los políticos nos representen, porque no saben más que nosotros.

R.- ¿Tú tienes la sensación de que estos políticos nuestros son más listos que tú? ¿Crees que Rato, por ejemplo, se ha merecido todos los puestos que ha ocupado? Hay científicos abnegados que han estudiado y trabajado como bestias y que viven de una beca de pobreza y en la presidencia del gobierno sabemos lo que hay: idiotas.

P.- ¿Por qué aceptamos esto?

R.- En tiempos pretéritos, tú veías pasar a un letrado, veías pasar a un ministro y era como ver pasar un cometa a lo lejos, tú seguías con tu vida en tu terruño. Hoy día lo que ves es a un ministro que manda y va en helicóptero y tal, pero que es igual de tonto que tú y muy a menudo, más.

P.- En el caso de su padre se puede decir que tenía una mente fría, analítica, pero no que fuera tonto.

R.- Él tenía una alta opinión de sí mismo. Se consideraba una persona capaz de analizarlo todo, por lo listo que era, pero resulta que el mundo de la empresa no lo entendía y tampoco el mundo de la política, donde duró muy poco. ¿Y ahora dicen que era un hombre de familia…? Aparte de lo que nos hizo a nosotros, se llevaba mal con sus hermanos, con sus sobrinos… Lo interesante es que durante una época se convirtió en un personaje.

P.- ¿Diría que Miguel Boyer fue devorado por su propio personaje?

R.- Lo que no se entiende es que llegara a ser un personaje. Porque uno se pregunta: ¿Acaso creó una empresa? ¿O fundó una escuela de pensamiento? ¿O escribió algún libro? ¿O tuvo discípulos? ¿O fue catedrático? No. Es verdad que cuando hablabas con él, era listo, divertido, sabía muchas cosas y tal. Pero el mito que hemos padecido… Porque imagínate para los hijos, tener que matar al padre, como se suele decir. Empezando por el nombre, porque yo me llamo Miguel. Por cierto, que mi padre murió el día de su santo, que es como remachar lo de San Miguel, en fin.

P.- Lo impresionante es que España entera se tragó la píldora del gran Miguel Boyer.

R.- El caso es que te vas cruzando con la gente, que si los Abelló, que si los Vargas Llosa, y todos te cuentan lo estupendo que era tu padre y no puedes decirles nada. Como me pasó en la iglesia, cuando me planteaba contarle al cura que todo lo que estaba contando era mentira. Me decía Isabel [Preysler] tras la muerte de mi padre: “¿Has visto lo bien que le ponen en la prensa?” Yo hacía ya mucho tiempo que no me creía nada de mi padre. Y desde luego, no necesito que los periodistas me digan cómo era mi padre. Es más, prefiero que no me lo digan.

P.- La hipocresía española asquea en su modalidad necrológica...

R.- Sé a lo que te refieres, pero lo que yo recuerdo de mi padre es que era un mito, un cuento. Hacía mucho tiempo que no tenía ninguna relación con la realidad. De hecho, creo que no la tuvo nunca. Y cuando te cogen a un padre y te lo convierten en un cuento, no solo sufres la pérdida de un padre, sino que también sufres tu incorporación a ese cuento como determinado personaje. Es decir, que te expropian tu vida.

P.- Curiosa elección la del verbo expropiar, tratándose de Miguel Boyer.

R.- Claro, es que va con segundas, que tontos no somos [sonrisa].

P.- Lo de la beautiful people es una leyenda que se inventó el periodista Joaquín Estefanía hace ya años y que se mantiene intacta.

R.- Me alegro de que me digas eso. Hay familias que son un grupo de personas variadas que han trabajado en el sector empresarial, en el político y demás. Mi padre era un zorro solitario. Solo había uno. No existen ‘Los Boyer’, como existen otras sagas. Era el padre omnímodo, era Dios. Tú imagínate ser hijo de alguien así. El fracaso está garantizado. Te toca el papel del hijo tonto, o loco, o lo que sea. De vez en cuando los que me conocen dicen: “Anda, si hay vida detrás del mito”. Pero es que, claro, yo nunca me he querido convertir en el profesional que vive de revocar ese mito. Entonces te dejas hacer. Ese mito público te condiciona laboralmente, te condiciona socialmente, te condiciona con las mujeres.

P.- Desde fuera parece que todos esos condicionantes son ventajas.

R.- Es que tenemos ese maniqueísmo de “Los que triunfan son listos”. Hablo de los que llegan arriba y son imposibles de apear, hagan lo que hagan. Da igual que te pillen metiendo la mano en Gürtel, porque ya tienes tus millones, ya has sido, ya has estado. Y el chico ese que está estudiando o que se levanta todas las mañanas para ir a una oficina a que le hagan mobbing, ese nunca llegará a nada.

P.- Me recuerda a Pablo Iglesias con su “tomar el cielo por asalto”. ¿Qué le parece Podemos?

R.- Estoy decepcionado. Me parece bien que enreden, pero todo lo que oigo, que no lo sigo en detalle, es comunismo o marxismo. Cuando habla de nacionalizar las empresas de energía…

P.- Da la impresión de que todo pasa por la figura única del líder, al que sus seguidores adoran.

R.- Mucha gente sigue fascinada. Porque estamos todos decepcionados con la sociedad y porque la actualidad es un lugar donde nunca sucede nada. Da igual que lleguen los marcianos o que se muera una señora de Ébola, porque nunca cambia nada.

P.- En España da la sensación de que todo se debate, pero nada se soluciona.

R.- ¿Y sabes por qué? Porque vivimos en un libro de autoayuda. A la gente le dicen: “Sé feliz, porque tú puedes cambiar tu vida. Está en tus manos”. Pero cuando yo estudiaba sociología en la Facultad de Económicas, porque hice esa especialidad, nos decían que los problemas sociales nunca son individuales, sino estructurales. Vamos, que el sistema te acaba convirtiendo en consumidor de ansiolíticos o de antidepresivos. Con lo cual sería todo una cuestión de estupidez masiva.

P.- Al hablar de estupidez me planteo que el propio Miguel Boyer Sénior quizá no fuera tan listo, al sucumbir ante ese personaje ficticio tan ramplón, por así decirlo.

R.- Ya. Uno podía decirle a mi padre: “Vale, macho, si a ti te hace feliz y así ganas dinero, me parece bien que te dediques a esto”. Pero tú fíjate lo que supone eso para los hijos, o para otros familiares menos cercanos que necesitaban su apoyo. Si tú desapareces en un agujero negro de un personaje y te lo crees, estás actuando respecto a seres reales, seres pequeños, seres necesitados. En cuanto a la prensa, tiene que crear personajes para alimentar a la afición. Allá ellos.

P.- ¿Entonces lo de Miguel Boyer no era un caso de megalomanía, sino un engaño intencionado?

R.- Mi padre era un vendedor de camellos disfrazado de sabio. Cuando eres un niño lo compras, porque confías en tus padres, pero cuando ves la trayectoria entera ya tomas conciencia de todas las mentiras. Isabel [Preysler] es una persona que, en cierto modo, vive de la prensa. Y para la prensa es fundamental la imagen pública. Por eso hasta ahora uno no estaba en condiciones de decir nada.

P.- ¿Cree que su caso es paradigmático de esa España caduca que denuncian los partidos emergentes?

R.- Mi vida, generalizando, es la historia de una época. Lo que pasó conmigo y con mi padre es paradigmático de lo que hizo la generación de la Transición con lo que quedó después. Nos dejaron en pelotas, nos vendieron motos, se quedaron con todo, mintieron y se hicieron pasar por el gran modelo.

P.- ¿Quiénes blindaron España para que ese modelo permaneciera igual durante otros 40 años?

R.- Todos los que hicieron la Transición se encaramaron con facilidad, se apalancaron en los puestos buenos y se instalaron en ese reciclado de la empresa privada y la pública, de los negocios y de las oposiciones. Es evidente que los que vinieron después lo han tenido más difícil.

P.- ¿Y la explicación de ese deterioro cuál es?

R.- Hay un poco de todo. Los hombres y las mujeres se han vuelto muy gilipollas. De hecho, lo que sucede es que el capitalismo no tiene fondo ni propósito, ni Dios. Es una sociedad sin nada detrás.

P.- En eso España se diferencia poco del resto de los países occidentales.

R.- Sí, porque a la generación de los transitivos, como yo les llamo, que se lo encontró todo tan fácil con el derrumbe de lo anterior, no ha habido manera de jubilarla. La estructura se mantiene intacta. Hay atisbos de cambiar algo, pero tú fíjate en lo que ha pasado con el nuevo rey. Lo coronaron un domingo por la mañana deprisa y corriendo, porque temen que si se abre un debate, se les venga abajo el invento. En España siempre se piensa “¡No toques nada que se hunde el mundo!”

P.- La maldición de los transitivos, podríamos llamarle.

R.- ¿Sabes lo que nos ha dejado la Transición? El relaxing cup of coffee, 25% de paro, aquí no habla inglés ni su padre y aquí nadie inventa nada, solo queda algún creador suelto tipo Almodóvar. No hay escritores, filósofos ni científicos. No hay bonanza económica, porque el boom fue hacer trampa con los ayuntamientos para robar el dinero alemán de los fondos de cohesión.

P.- ¿Se puede perdonar algo así?

R.- En mi caso, las cosas que te he contado no las digo por casualidad, sino que las he vivido. El sufrimiento es real, no es una película. Y sí que es difícil perdonar estas cosas.

P.- Nuestro país, ¿tiene solución?

R.- Yo me preguntaría cómo podríamos salir de la mediocridad, qué deberíamos hacer todos los españoles, qué se podría construir con España.

P.- ¿Aporta alguna receta?

R.- Debemos volver a innovar en el aspecto sistémico, pero desde dentro del sistema. El mundo solo es inalterable si no haces nada para cambiarlo.

P.- ¿Y usted va a hacer algo para cambiarlo?

R.- Tengo reservadas algunas sorpresas.

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Me decía Isabel [Preysler] tras la muerte de mi padre: “¿Has visto lo bien que le ponen en la prensa?” Yo hacía ya mucho tiempo que no me creía nada de mi padre. Y desde luego, no necesito que los periodistas me digan cómo era mi padre. Es más, prefiero que no me lo digan.

Menuda tela con la Preysler, qué preocupación tenía como viuda reciente... aaaaay dios mío.
Entiendo la frustración del hijo, yo me sentiría exactamente igual. Y por cierto, está bien que se atreva a decir lo que mucha gente piensa, aun cuando no deje bien a su padre. Qué duro tuvo que ser vivir lo que este chico vivió.
 
una entrevista muy intersante, de las que da gusto leer. Dice verdades como punhos sin caer en la ofensa facil. Aqui vemos a un Boyer encumbrado y que su propio ego se comio a la persona, vemos lo que significa ser inteligente pero sin intelgencia emocional. Vemos tb a una Isabel Preysler encantadora de egos. Me gusto mucho su enfoque desde la sociolgia de nuestra sociedad, tanta psicologia positiva pero nada cambia, no hay accion.
 
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Gran entrevista, yo no veo rencor por su parte sino ganas de dejar bien claro muchas cosas. Queda dicho que a Boyer padre si le iba la marcha de salir en la prensa por asociacion con su esposa. Se le subia el ego que tanto se curró en vida. Y todo ello demuestra que el Hola! es desde hace años prensa basura, 0 veracidad.
 
Me gusta un hombre que no teme decir la verdad sin caer en la ofensa. Dice verdades como puños respecto al papel que jugaron los "transitivos" (gran apelativo), que se preocuparon de gozar de los privilegios del poder sin pensar en el futuro, materializado en la triste realidad de esta España actual que han creado. Pero ellos, con Felipe Gonzalez a la cabeza de la traición al pueblo, se han hecho de oro y ahi los tenemos, como defensores a ultranza de su España, claro.

En lo que a Miguel Boyer padre respecta, yo nunca me creí ese mito de tipo superdotado intelectualmente, como bien dice su hijo en la vida escribió un libro. Y encima, entró enseguida en el mundo de las puertas giratorias, haciendose de oro. En cuanto a intelecto, que cambiase a una mujer como Elena Arnedo por una geisha como la Preysler ya lo dice todo. Personalmente no me caia nada bien.
 
Estupendísima entrevista, muestra a un hombre agudo, inteligente, con mucha capacidad de análisis.

Hace mucho tiempo que no leía a alguien remotamente involucrado con el mundo del cuché (así fuese por ósmosis debido a quien fue su padre) hablar con tanta propiedad.
 
Estupendísima entrevista, muestra a un hombre agudo, inteligente, con mucha capacidad de análisis.

Hace mucho tiempo que no leía a alguien remotamente involucrado con el mundo del cuché (así fuese por ósmosis debido a quien fue su padre) hablar con tanta propiedad.

Miguel Boyer Arnedo es filósofo además de economista, lógico que tenga una gran capacidad de análisis. Es digno hijo de su madre, Elena Arnedo, que falleció el 7 de septiembre de 2015. Era a su vez hija de la escritora Elena Soriano.

Elena Arnedo, la otra 'viuda' de Miguel Boyer
  • La ginecóloga es la madre de los dos hijos mayores del ex político
  • Tres años después de separarse de Boyer, se volvió a casar
  • Nunca le pidió una pensión de manutención
  • Fue concejala en el Ayuntamiento de Madrid en 2003
COTE VILLAR
Actualizado:07/09/2015 19:06 horas
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A menudo se dice que Miguel Boyer (75) ha tenido dos vidas. Una como superministro de Economía y otra como personaje del corazón, gracias a su matrimonio con Isabel Preysler. Estos días se glosará su figura desde los foros económicos y políticos, pero también desde las tertulias de peluquería. Algunos recordarán el crítico momento de la transformación de la polilla en mariposa del cuore, cuando él tuvo que sacrificar el matrimonio con la brillante ginecóloga Elena Arnedo, por un lado, y ella con el marqués de Griñón, por otro.

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La relación con Preysler supuso la ruptura total con la familia. Con el tiempo, Boyer retomó la relación con su hija Laura

Cuando era (sólo) un brillante economista, Boyer llevaba una vida felizmente anónima. Se casó veinteañero con la hija de la escritora feminista Elena Soriano. Tuvieron a su primogénita, Laura, muy pronto, lo que no impidió a la esposa de Boyer seguir con sus estudios de Medicina. Se especializó en Ginecología y posteriormente en Patología Mamaria en la Universidad de Estrasburgo, ya que en España no existía como especialidad. Arnedo nunca fue una mujer sumisa. Por herencia genética y convicción personal, pronto se distinguió como una inquieta activista de los derechos de la mujer, labor que compaginó con la maternidad. Si en 1969 nacía el segundo hijo de la pareja, Miguel, unos meses después Arnedo empezaba a fundar con otras mujeres los primeros Centros de Planificación Familiar de España.

Con estas pinceladas, no hará falta escribir que encontrar un punto en común entre Isabel Preysler y Arnedo es buscar una aguja en un pajar. Cuando Miguel Boyer se enamoró de Ia ex mujer de Julio Iglesias y decidió fundar una familia con ella, sabía que la decisión implicaría la ruptura total con su familia anterior. No fue fácil. Con el tiempo, Miguel recuperaría el trato con su hija mayor, Laura.

Carrera brillante
Elena Arnedo se volvió a casar tres años después de romper con Boyer. Nunca demandó la pensión de manutención para sus hijos. 'Siempre he tenido mi trabajo, mi profesión, mi casa regalada por mis padres, mi vida', explicó en una de sus escasas entrevistas. Con el tiempo ha ido desarrollando una carrera brillante en el campo del cáncer de mama, como escritora y divulgadora. En las elecciones municipales de 2003 fue elegida concejala por el PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, ocupando desde la oposición la concejalía de Igualdad y Asuntos Sociales y fue viceportavoz del grupo municipal socialista.

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Ha sido una gran activista de los derechos de la mujer. Ahora no trabaja

Desde hace un par de años ha bajado el ritmo laboral, y tiene más tiempo para sus hijos y sus nietos. 'Colabora con la plataforma Nosotras Decidimos, con el PSOE, siempre en el campo del feminismo y luchando por los derechos de la mujer, pero ahora no tiene ningún cargo específico', explican.

Su hija Laura, casada y divorciada dos veces, le ha dado cuatro nietos. Los dos mayores, Gonzalo y Hugo, de su matrimonio con Luis Imedio. Los gemelos Amos y Antonio de su unión con Antonio González. Miguel, muy parecido físicamente a su padre, es economista y filósofo. También le ha dado nietos a Arnedo.

Las dos familias de Miguel Boyer tendrán que verse las caras estos días en el último adiós al ex ministro. Isabel Preysler, apoyada por su círculo íntimo de amigas famosas; el tenista Fernando Verdasco acompañando a su novia, Ana Boyer. Periodistas y asiduos de la prensa rosa. Todos mezclados con políticos y protagonistas de aquella primera vida que hoy parece ya tan lejos.
 
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