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La calidad y composición adulterada del agua corriente combinada con productos de higiene demasiado agresivos están detrás del deterioro progresivo del manto hidrolipídico, ese escudo protector de la epidermis formado por una mezcla de sebo y sudor al que no damos tregua.
"Comprobar en carne propia la calidad del agua es sencillo: si al salir de la ducha la piel se siente molesta y tirante, incluso, pica, es un síntoma claro de que no es tan inodora, insípida e incolora como debería", comenta Mari Carmen Vallejos, farmacéutica.
El principal villano que se cuela en su casa a través de las cañerías es la cal, y cuanto más tenga el agua más dura se considera. Y según la farmacéutica, esto puede desencadenar "la aparición de enfermedades más severas como el eccema atópico (un tipo de dermatitis o inflamación de la piel) o agravar otras como la psoriasis".
Algunos estudios, como el llevado a cabo por la facultad de Medicina de la Universidad de Sheffield y la Universidad de Notthingham en el Reino Unido para el gobierno británico, afirman que la combinación de la cal con el magnesio y los productos de higiene agresivos puede acarrear problemas serios para la piel y también el cabello.
Expertos recomiendan colocar un filtro específico en la ducha que elimine estas sustancias. "Puede ser beneficioso para personas con la piel frágil que después de la ducha experimenten problemas epidérmicos", aclara la farmacéutica. Eso sí, el filtro tiene que ir asociado a geles de ducha que sean syndets —sin jabón— para proteger el manto hidrolipídico, con tensioactivos suaves que no irriten y con sustancias nutritivas e hidratantes que neutralicen el efecto del agua dura para que la piel esté protegida y suave después de la ducha.
Lo mismo para el cabello. Françoise Blanchard recomienda el uso de champús sin conservantes químicos y con ingredientes de origen vegetal, sin espumantes ni siliconas industriales, que limpien la fibra capilar sin dejar residuos.
"Comprobar en carne propia la calidad del agua es sencillo: si al salir de la ducha la piel se siente molesta y tirante, incluso, pica, es un síntoma claro de que no es tan inodora, insípida e incolora como debería", comenta Mari Carmen Vallejos, farmacéutica.
El principal villano que se cuela en su casa a través de las cañerías es la cal, y cuanto más tenga el agua más dura se considera. Y según la farmacéutica, esto puede desencadenar "la aparición de enfermedades más severas como el eccema atópico (un tipo de dermatitis o inflamación de la piel) o agravar otras como la psoriasis".
Algunos estudios, como el llevado a cabo por la facultad de Medicina de la Universidad de Sheffield y la Universidad de Notthingham en el Reino Unido para el gobierno británico, afirman que la combinación de la cal con el magnesio y los productos de higiene agresivos puede acarrear problemas serios para la piel y también el cabello.
Expertos recomiendan colocar un filtro específico en la ducha que elimine estas sustancias. "Puede ser beneficioso para personas con la piel frágil que después de la ducha experimenten problemas epidérmicos", aclara la farmacéutica. Eso sí, el filtro tiene que ir asociado a geles de ducha que sean syndets —sin jabón— para proteger el manto hidrolipídico, con tensioactivos suaves que no irriten y con sustancias nutritivas e hidratantes que neutralicen el efecto del agua dura para que la piel esté protegida y suave después de la ducha.
Lo mismo para el cabello. Françoise Blanchard recomienda el uso de champús sin conservantes químicos y con ingredientes de origen vegetal, sin espumantes ni siliconas industriales, que limpien la fibra capilar sin dejar residuos.