Materias Primas y Productos - Seguridad Alimentaria

Bolsa para conservar plátanos en la nevera, preserva la fruta de la luz y del exceso de frío

Ya os hemos contado cómo conservar los plátanos, pero si queréis una ayudita más, quizá os puede interesar esta bolsa para conservar plátanos en la nevera, preserva la fruta de la luz y del exceso de frío, por lo que los plátanos pueden estar en su punto aproximadamente unas dos semanas.


Plátanos en nevera

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¿Recordáis que hace unos días os hablábamos sobre cómo conservar los plátanos para que no se maduren muy rápido y para que no se pongan negros si los guardamos en el frigorífico? Si no visteis la publicación y esta fruta forma parte de vuestra cesta de la compra y de vuestra alimentación, no estará de más que le deis un repaso, podéis acceder al post aquí. Os explicábamos varias cosas, cómo cuál es la temperatura ideal para conservar los plátanos, qué sucede con las frutas climatéricas y cómo prevenirlo, etc.

También os recordábamos que los plátanos se pueden congelar y, con ello, podemos evitar que maduren demasiado (aunque hay mil y una deliciosas recetas para aprovecharlos) y se estropeen, terminando en la basura convertidos en desperdicio alimentario. Somos bastante conscientes de que eso es algo que debemos evitar a toda costa.

El caso es que un lector del blog nos escribió para explicarnos que él y su familia guardaban los plátanos en la nevera, pero en lugar de envueltos con papel o con un paño de cocina, los introducía en una bolsa para conservar plátanos en la nevera como la que podéis ver en la foto que ilustra este post, así que lo compartimos con vosotros por si os puede resultar útil.

Nos contaba que compraba los plátanos un poco verdes y que los podía tener en esta bolsa unas dos semanas, con el frigorífico a 5º C y cuidando de no poner nada encima de los plátanos. Ya os comentamos, y seguramente lo sabéis de sobra, que es importante que no se ponga nada de peso sobre esta fruta, cualquier fruta delicada se estropea antes si tiene una presión constante encima, si recibe golpes, etc.

Fruta madura


Dado que los plátanos tardan más en madurar de este modo, cada tarde o noche saca del frigorífico los plátanos que se consumirán al día siguiente, porque así consigue que estén en el punto que le gusta para comer. Ahora bien, esto dependerá de cada persona y de sus gustos, del estado de maduración de la fruta y demás. Por cierto, es importante señalar que, aunque los plátanos se guarden en esta bolsa, la piel se oscurece con el paso de los días, pero el plátano se mantiene bien.

Pues bien, esta bolsa para guardar plátanos que favorece su conservación se pueden encontrar en Amazon por unos 10 euros, aunque también hay otros modelos muy similares que están más económicos, rondando los 6-7 euros. Lo que no sabemos es si la calidad de los materiales será igual. La bolsa de la foto tiene unas medidas de 28 x 37 centímetros, por lo que cabrán bastantes piezas (mejor unidas), y como veis, tiene un diseño muy simple, es un saquito que se cierra con las cuerdas, quizá sería interesante diseñarla con un cierre mejor.

Si alguno de vosotros también ha probado y utiliza la bolsa para conservar los plátanos y que, por supuesto, servirá también para otras frutas, ya nos comentaréis vuestro parecer. Por cierto, aunque no lo indica en la tienda online ni nos lo ha comentado el lector, este accesorio será fácil de lavar tanto a mano como en la lavadora, parece ser que está fabricada en bambú.

 
Garbanzo

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El garbanzo es una especie de leguminosa muy apreciada desde tiempos remotos en la cocina. Se trata de la semilla de la planta del garbanzo (Cicer arietinum).

No hay unanimidad a la hora de señalar su origen: unos lo sitúan en la cuenca mediterránea y otros en Asia occidental. En cualquier caso, se remonta a tiempos prehistóricos, ya que se han encontrado indicios de su presencia en excavaciones preneolíticas en Sicilia.

Además, se tiene constancia de que era bien conocido en el antiguo Egipto, Babilonia, Persia y la India, donde todavía es utilizado por la medicina ayurvédica para combatir enfermedades de la piel.

El garbanzo también era un alimento habitual para los griegos, romanos y cartagineses. Precisamente estos últimos fueron quienes lo introdujeron en España.

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Hoy en día, la mayor parte de la producción mundial se concentra en la India y Pakistán, aunque también se encuentran cultivos importantes el Líbano, Siria, Turquía o Irán. En Sudamérica destacan las plantaciones de garbanzos de Argentina, Colombia y Chile.

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Planta herbácea, de aproximadamente 50 cm de altura, con flores blancas o violetas que desarrollan una vaina en cuyo interior se encontrarán dos o tres semillas como máximo.
Su periodicidad es anual.

Los garbanzos pueden comerse cocidos, tostados, fritos e incluso en forma de harina aunque ha sido consumida en algunas zonas también como infusión, en una especie de café, una vez que los garbanzos han sido tostados y molidos.

Los garbanzos son expendidos en diferentes presentaciones: cocidos, en remojo, envasados y secos.
Cuando se compran a granel (secos) deben estar enteros, sin olor y con un color uniforme.
Los garbanzos se conservan mucho tiempo y una vez cocinados pueden ser congelados por muchos meses.
Si se ponen a remojo, los granos deben estar en una vasija con agua fría y una pequeña cantidad de sal gorda por espacio entre doce y veinticuatro horas, dependiendo del tipo y el tamaño de grano.

Propiedades de los garbanzos

Legumbre indispensable en los pucheros tradicionales, el garbanzo destaca por ser una fuente destacable en hidratos de carbono de absorción lenta, que producen una asimilación gradual de la glucosa.

Esto evita el desequilibrio de los niveles de azúcar y genera una energía constante.

Es muy proteico, pero al mismo tiempo, muy pobre en grasas saturadas y rico en fibra, por lo que contribuye a regular el colesterol. Al combinar garbanzos con cereales (arroz, cuscús…) la calidad de sus proteínas aumenta.

Su riqueza en fibra
mejora el tránsito intestinal y contribuye a que la absorción de los hidratos de carbono sea todavía más lenta.

El garbanzo tiene muchos minerales, sobre todo fósforo, hierro y magnesio y es especialmente rico en vitaminas B1, B6 y ácido fólico.

Hay que tener en cuenta no obstante que si el garbanzo es rico en proteínas (entre 20 y 25% de su peso), éstas no incluyen todos los así llamados aminoácidos esenciales (no sintetizables por el cuerpo humano) necesarios para la nutrición humana.
Para remediar esta carencia es aconsejable completar las recetas de garbanzos añadiendo a los platos pastas o arroz - una combinación que sí incluye en una sola comida todos los aminoácidos esenciales.
El mismo efecto se consigue al acompañar los garbanzos con pan, pero en ese caso no hay que olvidar el notable contenido en sodio que posee el pan. Otra posibilidad viene también dada por el añadido de carnes o pescados.


En este sentido, no hace falta reflexionar mucho para darse cuenta de la "sabiduría" de los platos de legumbres que encontramos por toda la cuenca mediterránea en los que se mezclan garbanzos con pastas, diversas verduras y arroz, como en la menestra, el cocido tradicional campestre, el arroz al horno y el cuscús, o también con ingredientes cárnicos o con pescado, como en el cocido madrileño y el potaje, por citar solo unos ejemplos. En Italia, y como ingrediente principal de su receta, encontramos la farinata o fainá.

Beneficios del garbanzo para la salud

El garbanzo es un alimento apto para todo tipo de personas, pero en algunos casos su consumo se hace más conveniente.

Para superar el cansancio

Su aporte de carbohidratos y proteínas lo hacen muy adecuado para estados de astenia, niños, adolescentes y personas que realizan esfuerzos físicos, como los deportistas.

Para regular la tensión arterial

Por su elevado contenido en potasio y la escasa presencia de sodio, el garbanzo favorece la diuresis o excreción de la orina. Esto es beneficioso en casos de hipertensión arterial, litiasis renal (piedras en el riñón) y cuando se desea eliminar un exceso de ácido úrico.

Favorece la digestión

El garbanzo es bueno para el estómago. Por su riqueza en fibra, también ayuda a las funciones del intestino, combatiendo el estreñimiento y los parásitos intestinales.

Debido a su notable contenido en magnesio, fósforo y vitaminas del grupo B, necesarios para el sistema nervioso y muscular, el garbanzo es adecuado para afrontar situaciones de tensión psicofísica y de estrés.

Ideales para embarazadas

El contenido en ácido fólico es notable. Esta vitamina ayuda a prevenir las malformaciones en el feto, por lo que resultan un alimento muy adecuado para las mujeres embarazadas.


El garbanzo en la cocina

De entre las variedades que se pueden encontrar en España, el garbanzo más consumido es el castellano, de tamaño medio, forma esférica y color amarillento.

También existe el garbanzo blanco, más grueso y alargado, con surcos marcados y color amarillo claro. Se cultiva sobre todo en Andalucía y Extremadura y es muy apreciado por su calidad.

Otra variedad española es el garbanzo venoso andaluz, grueso y alargado, de sabor fuerte, básicamente cultivado en Granada.
El garbanzo predosillano, propio de Andalucía y Castilla, es de pequeño tamaño y forma redonda.

En la cocina española posee su posición como ingrediente en diversos platos como lo es el cocido madrileño, los callos a la andaluza y a la gallega, el potaje clásico de cuaresma, etc. El garbanzo es muy común en la cocina de la india y se emplea en numerosos platos, formando parte de las legumbres denominadas Dal y frecuentemente en la forma de harina. En la cocina del Magreb es muy peculiar el hummus, una especie de pasta de garbanzos.

En la zona de la costa mediterránea entre Liguria y Provenza, existe un plato a base de harina de garbanzo, agua y aceite de oliva, consistente en una torta plana y chata, de casi 1 cm. de grosor que se cocina en horno de barro a fuego fuerte. Los genoveses llaman a este plato fainá (en italiano farinata), mientras que en Niza se lo llama socca. Al parecer, la influencia genovesa en el Mediterráneo llevó hasta el norte marroquí este plato, donde la comunidad sefardí de Gibraltar lo llama calentita. Pero lo más curioso aconteció en el Río de la Plata, ya que la inmigración genovesa llevó la fainá a Buenos Aires y a Montevideo, en donde se convirtió en el acompañamiento de la pizza.

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Fainá

En la zona valenciana se conocen con "Torraos" o "Porrat", en su versión de tostados, que curiosamente se asan junto a una pequeña parte de yeso.

Existen fiestas populares en torno al garbanzo como El desarme que se celebra en la ciudad de Oviedo. Cada 19 de octubre muchos de sus restaurantes presentan el cartel anunciador: ¡Hay desarme!, en donde se ofrece un suculento menú especial formado por garbanzos con bacalao y espinacas, callos (callos con garbanzos) y arroz con leche.

Platos consistentes y nutritivos

El garbanzo ofrece muchas posibilidades en la cocina.
Como legumbre, permite la preparación de platos muy diversos y consistentes, desde pucheros y potajes de invierno hasta ensaladas de verano.

Aunque el consumo de garbanzo en conserva es cada vez más frecuente, vale la pena comprarlo seco y cocerlo en casa.

La textura es mejor, se puede controlar el contenido en sal, está libre de conservantes y otros aditivos químicos, resulta más económico y sobre todo su sabor es más aromático e intenso.

Al ser un alimento consistente, debe tomarse en cantidades moderadas y preferiblemente acompañado de cereales y hortalizas. Se suele hervir con acelgas, espinacas o col, que potencian aún más sus efectos laxantes.


¿Con qué alimentos combinan?

Las hortalizas de raíz, como la zanahoria, el nabo o la chirivía, le aportan sabor y textura, al tiempo que ayudan a facilitar su asimilación.

Los cereales, incluidos en muchas recetas tradicionales, complementan sus valores nutritivos, sobre todo si se emplean en la proporción adecuada: una parte de garbanzos por dos y media de cereal; de esta manera se complementan adecuadamente las proteínas, potenciando su asimilación.


Cómo se cocinan

A la hora de cocinarlos, además de dejarlos previamente en remojo 10-12 horas con algo de sal gruesa, hay que tener en cuenta que, a diferencia del resto de legumbres, los garbanzos deben echarse en la olla cuando el agua ya esté hirviendo.

Además de cocidos, los garbanzos también se pueden comer germinados, en ensalada o tostados en una sartén o al horno, como si de un tentempié se tratara.

Otra manera muy interesante de consumirlos es en forma de harina, muy utilizada en Oriente, con la que se preparan rebozados y masas de buñuelos. Esta harina también se puede emplear para sustituir los huevos en la tortilla de patatas vegana.

Con esta legumbre se preparan otras recetas deliciosas, como el tradicional hummus o paté de garbanzos, muy popular en Oriente Medio, o los falafels, bolitas fritas a base de garbanzos, cebolla, ajo, perejil y cilantro, una receta popular entre judíos y árabes.

Cómo evitar las flatulencias

Al garbanzo se le atribuye el inconveniente de provocar flatulencias, así que para evitarlas, una vez cocidos, es aconsejable triturar su piel mediante un pasapuré.

Otra forma de favorecer su digestión es incorporar al agua de cocción un trozo de alga kombu o bien alguna hierba con propiedades carminativas, como la salvia, el tomillo, el cilantro, la ajedrea o el comino.

En el mercado el garbanzo puede adquirirse seco, en conserva, tostado, procedente de la agricultura biológica, o utilizar su harina para preparar alimentos rebozados.


 
Garbanzo

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El garbanzo es una especie de leguminosa muy apreciada desde tiempos remotos en la cocina. Se trata de la semilla de la planta del garbanzo (Cicer arietinum).

No hay unanimidad a la hora de señalar su origen: unos lo sitúan en la cuenca mediterránea y otros en Asia occidental. En cualquier caso, se remonta a tiempos prehistóricos, ya que se han encontrado indicios de su presencia en excavaciones preneolíticas en Sicilia.

Además, se tiene constancia de que era bien conocido en el antiguo Egipto, Babilonia, Persia y la India, donde todavía es utilizado por la medicina ayurvédica para combatir enfermedades de la piel.

El garbanzo también era un alimento habitual para los griegos, romanos y cartagineses. Precisamente estos últimos fueron quienes lo introdujeron en España.

1280px-Cicer_arietinum_Taub129.png

Hoy en día, la mayor parte de la producción mundial se concentra en la India y Pakistán, aunque también se encuentran cultivos importantes el Líbano, Siria, Turquía o Irán. En Sudamérica destacan las plantaciones de garbanzos de Argentina, Colombia y Chile.

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Planta herbácea, de aproximadamente 50 cm de altura, con flores blancas o violetas que desarrollan una vaina en cuyo interior se encontrarán dos o tres semillas como máximo.
Su periodicidad es anual.

Los garbanzos pueden comerse cocidos, tostados, fritos e incluso en forma de harina aunque ha sido consumida en algunas zonas también como infusión, en una especie de café, una vez que los garbanzos han sido tostados y molidos.

Los garbanzos son expendidos en diferentes presentaciones: cocidos, en remojo, envasados y secos.
Cuando se compran a granel (secos) deben estar enteros, sin olor y con un color uniforme.
Los garbanzos se conservan mucho tiempo y una vez cocinados pueden ser congelados por muchos meses.
Si se ponen a remojo, los granos deben estar en una vasija con agua fría y una pequeña cantidad de sal gorda por espacio entre doce y veinticuatro horas, dependiendo del tipo y el tamaño de grano.

Propiedades de los garbanzos

Legumbre indispensable en los pucheros tradicionales, el garbanzo destaca por ser una fuente destacable en hidratos de carbono de absorción lenta, que producen una asimilación gradual de la glucosa.

Esto evita el desequilibrio de los niveles de azúcar y genera una energía constante.

Es muy proteico, pero al mismo tiempo, muy pobre en grasas saturadas y rico en fibra, por lo que contribuye a regular el colesterol. Al combinar garbanzos con cereales (arroz, cuscús…) la calidad de sus proteínas aumenta.

Su riqueza en fibra
mejora el tránsito intestinal y contribuye a que la absorción de los hidratos de carbono sea todavía más lenta.

El garbanzo tiene muchos minerales, sobre todo fósforo, hierro y magnesio y es especialmente rico en vitaminas B1, B6 y ácido fólico.

Hay que tener en cuenta no obstante que si el garbanzo es rico en proteínas (entre 20 y 25% de su peso), éstas no incluyen todos los así llamados aminoácidos esenciales (no sintetizables por el cuerpo humano) necesarios para la nutrición humana.
Para remediar esta carencia es aconsejable completar las recetas de garbanzos añadiendo a los platos pastas o arroz - una combinación que sí incluye en una sola comida todos los aminoácidos esenciales.
El mismo efecto se consigue al acompañar los garbanzos con pan, pero en ese caso no hay que olvidar el notable contenido en sodio que posee el pan. Otra posibilidad viene también dada por el añadido de carnes o pescados.


En este sentido, no hace falta reflexionar mucho para darse cuenta de la "sabiduría" de los platos de legumbres que encontramos por toda la cuenca mediterránea en los que se mezclan garbanzos con pastas, diversas verduras y arroz, como en la menestra, el cocido tradicional campestre, el arroz al horno y el cuscús, o también con ingredientes cárnicos o con pescado, como en el cocido madrileño y el potaje, por citar solo unos ejemplos. En Italia, y como ingrediente principal de su receta, encontramos la farinata o fainá.

Beneficios del garbanzo para la salud

El garbanzo es un alimento apto para todo tipo de personas, pero en algunos casos su consumo se hace más conveniente.

Para superar el cansancio

Su aporte de carbohidratos y proteínas lo hacen muy adecuado para estados de astenia, niños, adolescentes y personas que realizan esfuerzos físicos, como los deportistas.

Para regular la tensión arterial

Por su elevado contenido en potasio y la escasa presencia de sodio, el garbanzo favorece la diuresis o excreción de la orina. Esto es beneficioso en casos de hipertensión arterial, litiasis renal (piedras en el riñón) y cuando se desea eliminar un exceso de ácido úrico.

Favorece la digestión

El garbanzo es bueno para el estómago. Por su riqueza en fibra, también ayuda a las funciones del intestino, combatiendo el estreñimiento y los parásitos intestinales.

Debido a su notable contenido en magnesio, fósforo y vitaminas del grupo B, necesarios para el sistema nervioso y muscular, el garbanzo es adecuado para afrontar situaciones de tensión psicofísica y de estrés.

Ideales para embarazadas

El contenido en ácido fólico es notable. Esta vitamina ayuda a prevenir las malformaciones en el feto, por lo que resultan un alimento muy adecuado para las mujeres embarazadas.


El garbanzo en la cocina

De entre las variedades que se pueden encontrar en España, el garbanzo más consumido es el castellano, de tamaño medio, forma esférica y color amarillento.

También existe el garbanzo blanco, más grueso y alargado, con surcos marcados y color amarillo claro. Se cultiva sobre todo en Andalucía y Extremadura y es muy apreciado por su calidad.

Otra variedad española es el garbanzo venoso andaluz, grueso y alargado, de sabor fuerte, básicamente cultivado en Granada.
El garbanzo predosillano, propio de Andalucía y Castilla, es de pequeño tamaño y forma redonda.

En la cocina española posee su posición como ingrediente en diversos platos como lo es el cocido madrileño, los callos a la andaluza y a la gallega, el potaje clásico de cuaresma, etc. El garbanzo es muy común en la cocina de la india y se emplea en numerosos platos, formando parte de las legumbres denominadas Dal y frecuentemente en la forma de harina. En la cocina del Magreb es muy peculiar el hummus, una especie de pasta de garbanzos.

En la zona de la costa mediterránea entre Liguria y Provenza, existe un plato a base de harina de garbanzo, agua y aceite de oliva, consistente en una torta plana y chata, de casi 1 cm. de grosor que se cocina en horno de barro a fuego fuerte. Los genoveses llaman a este plato fainá (en italiano farinata), mientras que en Niza se lo llama socca. Al parecer, la influencia genovesa en el Mediterráneo llevó hasta el norte marroquí este plato, donde la comunidad sefardí de Gibraltar lo llama calentita. Pero lo más curioso aconteció en el Río de la Plata, ya que la inmigración genovesa llevó la fainá a Buenos Aires y a Montevideo, en donde se convirtió en el acompañamiento de la pizza.

Ver el archivo adjunto 1346308
Fainá

En la zona valenciana se conocen con "Torraos" o "Porrat", en su versión de tostados, que curiosamente se asan junto a una pequeña parte de yeso.

Existen fiestas populares en torno al garbanzo como El desarme que se celebra en la ciudad de Oviedo. Cada 19 de octubre muchos de sus restaurantes presentan el cartel anunciador: ¡Hay desarme!, en donde se ofrece un suculento menú especial formado por garbanzos con bacalao y espinacas, callos (callos con garbanzos) y arroz con leche.

Platos consistentes y nutritivos

El garbanzo ofrece muchas posibilidades en la cocina.
Como legumbre, permite la preparación de platos muy diversos y consistentes, desde pucheros y potajes de invierno hasta ensaladas de verano.

Aunque el consumo de garbanzo en conserva es cada vez más frecuente, vale la pena comprarlo seco y cocerlo en casa.

La textura es mejor, se puede controlar el contenido en sal, está libre de conservantes y otros aditivos químicos, resulta más económico y sobre todo su sabor es más aromático e intenso.

Al ser un alimento consistente, debe tomarse en cantidades moderadas y preferiblemente acompañado de cereales y hortalizas. Se suele hervir con acelgas, espinacas o col, que potencian aún más sus efectos laxantes.


¿Con qué alimentos combinan?

Las hortalizas de raíz, como la zanahoria, el nabo o la chirivía, le aportan sabor y textura, al tiempo que ayudan a facilitar su asimilación.

Los cereales, incluidos en muchas recetas tradicionales, complementan sus valores nutritivos, sobre todo si se emplean en la proporción adecuada: una parte de garbanzos por dos y media de cereal; de esta manera se complementan adecuadamente las proteínas, potenciando su asimilación.


Cómo se cocinan

A la hora de cocinarlos, además de dejarlos previamente en remojo 10-12 horas con algo de sal gruesa, hay que tener en cuenta que, a diferencia del resto de legumbres, los garbanzos deben echarse en la olla cuando el agua ya esté hirviendo.

Además de cocidos, los garbanzos también se pueden comer germinados, en ensalada o tostados en una sartén o al horno, como si de un tentempié se tratara.

Otra manera muy interesante de consumirlos es en forma de harina, muy utilizada en Oriente, con la que se preparan rebozados y masas de buñuelos. Esta harina también se puede emplear para sustituir los huevos en la tortilla de patatas vegana.

Con esta legumbre se preparan otras recetas deliciosas, como el tradicional hummus o paté de garbanzos, muy popular en Oriente Medio, o los falafels, bolitas fritas a base de garbanzos, cebolla, ajo, perejil y cilantro, una receta popular entre judíos y árabes.

Cómo evitar las flatulencias

Al garbanzo se le atribuye el inconveniente de provocar flatulencias, así que para evitarlas, una vez cocidos, es aconsejable triturar su piel mediante un pasapuré.

Otra forma de favorecer su digestión es incorporar al agua de cocción un trozo de alga kombu o bien alguna hierba con propiedades carminativas, como la salvia, el tomillo, el cilantro, la ajedrea o el comino.

En el mercado el garbanzo puede adquirirse seco, en conserva, tostado, procedente de la agricultura biológica, o utilizar su harina para preparar alimentos rebozados.


Te pongo un bingo, Compañera Coti@7495, porque todos los aficionados a los Garbanzos, ....."""mueren dificilmente""",...jajajajaja, eso dice la creencia Popular.-
Gracias y un abrazo.-
 
RECETAS CON GARBANZOS

Rainbow salad con tempeh de garbanzos



Déjate seducir por la diversidad de colores de esta ensalada. Cada color es una fuente de antioxidantes distinta que nutrirá y cuidará tu cuerpo.

Ensalada de remolacha y naranja con tempeh de garbanzos


En general los alimentos antioxidantes son los de temporada. Al tomarlos en su mejor momento, cuando la concentración de vitaminas y minerales es mayor, satisfacen las necesidades que tiene nuestro cuerpo en cada estación.



Para que conserven todo su potencial, conviene prepararlos sin recurrir a cocciones agresivas. Salvo excepciones, todo alimento comienza a perder propiedades nutricionales al calentarlo. Y es que, en general, conviene no cocinar los alimentos en exceso. En los guisos puedes agregarlos progresivamente según su dureza o capacidad oxidativa.
En esta receta tenemos muchos colores del arcoíris representados: con la remolacha, las frambuesas, la zanahoria, la naranja, la col kale, los pistachos... El colorido es un reflejo de su potencia antioxidante.
Como técnica culinaria recurrimos a la maceración, un recurso ideal para potenciar los sabores y las posibilidades de nuestros platos manteniendo todos los nutrientes.





Cómo añadir proteínas vegetales a tu dieta

Ingredientes para 4 raciones:
  • 2 remolachas maceradas
  • 6 hojas de kale maceradas
  • 1 zanahoria en tiras
  • 1 limón en zumo
  • 50 g de frambuesas
  • 2 naranjas cortadas en supremas
  • 200 g de tempeh de garbanzo
  • Pistachos picados para decorar
  • Sal y aceite de oliva virgen extra
Para la salsa de naranja:
  • 250 ml de zumo de naranja
  • 50 ml de tamari
  • 115 g de tahini crudo

https://www.cuerpomente.com/recetas-veganas/platos/tempura-tempeh-garbanzos-salsa-sambayu_4499
Preparación (45 minutos)


Para la maceración:
  1. Pela y ralla la remolacha, añade una pizca de sal, media cucharada de aceite, el zumo de medio limón y masajea para romper las fibras de la remolacha.
  2. Haz lo mismo con las hojas de kale y las tiras de zanahoria y deja reposar 20 minutos.
Para sacar las supremas de naranja:
  1. Pélala y con un cuchillo de puntilla extrae de uno en uno los gajos que hay entre las membranas blancas. De esta forma los gajos de naranja quedan más delicados y sin pieles.
Para la Rainbow Salad:
  1. En un plato incorpora los vegetales macerados junto con las frambuesas y las supremas de naranja.
  2. Adorna con pistachos troceados.
  3. Corta el tempeh de garbanzo en tiras y dora en la sartén.
  4. Antes de apagar el fuego, añade un chorrito de tamari, apaga y deja reducir.
Para la salsa de naranja:
  1. Mezcla los ingredientes con una varilla hasta conseguir una mezcla homogénea.
 
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próximo domingo se celebra el Día Internacional de la Legumbre, una fecha instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de promover el consumo de legumbres, por sus virtudes nutricionales.
Argentina tiene una cuenta pendiente al respecto: el consumo local de alimentos como porotos, garbanzos, arvejas y lentejas apenas ronda entre 800 gramos y un kilo por persona por año, cuando los mayores consumidores del mundo alcanzan hasta 21 kilos.
A nivel externo, en cambio, el país viene haciendo una buena tarea, con continuo crecimiento en las exportaciones. En 2018, según datos de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera), se enviaron al exterior 520 mil toneladas.
Y Córdoba tiene un rol protagónico en este contexto, al haberse transformado en la primera productora de garbanzo, con una cosecha que promedió las 80 mil toneladas en las últimas campañas, según datos del libro La cadena de valor del garbanzo en Córdoba, elaborado por la Bolsa de Cereales de Córdoba.
Según las estimaciones de esta entidad, el 50 por ciento del garbanzo exportado por Argentina sale desde Córdoba. La cadena genera 75 millones de dólares anuales y emplea de manera directa a más de 700 personas.
Oportunidades
Para Pablo Campo, gerente comercial de Cono Agropecuaria, una firma local que es una de las principales exportadoras de garbanzo del país, esto se logró gracias a que “el productor cordobés fue aprendiendo sobre el manejo cultural del cultivo, aplicando mejores técnicas y nuevas tecnologías. Hoy el saber hacer del cultivo está adoptado e integrado dentro de la rotación anual”.
Campo también es miembro de la Comisión Directiva de Clera y valoró que “la industria ha mostrado un crecimiento vertiginoso en capacidad de proceso”.
Sin embargo, señaló que hay tareas por delante para mejorar la competitividad del cultivo, como el desarrollo genético de semillas o eficientizar los costos de exportación. “Y también lograr certificaciones de inocuidad alimenticia en los procesos industriales. Hoy sólo el 30 por ciento de las plantas logra alguna certificación en procesos y no necesariamente sobre inocuidad”, afirmó.
Sobre la coyuntura comercial del grano, Campo mencionó que tras dos años en que la demanda comandó el nivel de precios, el último trimestre de 2018 mostró un quiebre de tendencia, con un mercado con mucha oferta que afectó las cotizaciones. “Los diferentes orígenes que compiten con la Argentina lograron muy buenas producciones levantando los niveles de oferta y stocks, que se mantendrán altos durante el presente año comercial”, sintetizó.
El panorama para el futuro mejora porque esta caída de los precios “provocó una importante disminución de las superficies sembradas o a implantar en muchos países, lo que genera buenas perspectivas para las producciones que participen de la ventana noviembre-diciembre de 2019, que sería el caso de Argentina”.
Porotos
Además del garbanzo, la otra legumbre que está mostrando cada vez más interés en Córdoba es el poroto. “Es un cultivo estival; compite de manera directa con soja y maíz. El aumento de la participación vendrá de la mano de márgenes brutos atractivos y que los productores elijan incorporar nuevas alternativas en sus rotaciones”, aseguró Campo.
Un impulso clave podría ser la mayor demanda que están mostrando los gigantescos mercados de China e India.
El garbanzo con horizonte alcista, pero para fin de año
La actual baja de precios llevó a que muchos países productores achiquen el área sembrada. Buena perspectiva de venta para noviembre y diciembre.
LÍDER. El 50% del garbanzo que se exporta se produce en Córdoba. (LA VOZ / Archivo)
 
17 alimentos que quizá no sabías que se pueden congelar

17 alimentos que quizá no sabías que se pueden congelar



Todo el mundo tiene congelador en casa pero su uso todavía despierta muchas dudas. No sirve solo para llenarlo de ultracongelados y almacenar helados, también puede sacarnos de muchos apuros y evitar que desperdiciemos más comida de la cuenta. Eso no quiere decir que podamos congelarlo todo, pero seguro que todos podríamos sacarle más partido.
Ya hemos repasado varios conceptos clave sobre la congelación, incluyendo los trucos para congelar cremas de verduras, cuándo se pueden recongelar comidas descongeladas o cómo tratar las croquetas. Hoy queremos repasar algunos alimentos que se pueden congelar sin problemas y que quizá no todo el mundo conocía. ¿Añadirías alguno más a la lista?


1. Jengibre fresco

Jengibre


Recuerdo cuando solo conseguía encontrar jengibre fresco en un gran supermercado que lo comercializaba en grandes bandejas con demasiadas piezas como para gastarlo a tiempo en casa. Normalmente se utilizan pequeñas cantidades para cocinar, por eso congelar jengibre antes de que se estropee nos ayudará a mantenerlo más tiempo. Y nunca viene mal tenerlo a mano.
Se puede conservar en piezas pequeñas ya peladas para rallarlo directamente congelado siempre que lo necesitemos. Otra opción es picar, rallar o machacar el jengibre en porciones, por ejemplo congelando la pasta en cubiteras. Es un formato práctico para echar la porción necesaria directamente en un guiso o salsa sin tener que descongelarlo.


2. Arroz, quinoa o cuscús cocido

Arroz Cocido


¿Te has pasado cocinando arroz para la guarnición o una ensalada? Hay mil formas de reaprovecharlo, pero siempre podemos congelarlo si no tenemos claro qué uso darle a corto plazo. Eso sí, mejor si el grano está bien suelto y cocido en su punto, y siempre debidamente enfriado.
Lo mejor es extender el cereal en una o varias bandejas que quepan horizontalmente en el congelador. Cuando esté congelado -tardará poco-, ya podemos guardar los granos en bolsas de cierre hermético o recipientes adecuados.
Es un truco útil para congelar también cuscús o quinoa, aunque esta última puede quedar con una textura algo más gomosa si no hemos controlado bien el punto de cocción. Para reusarlos bastará con saltearlos directamente en una sartén con poco aceite, o emplear el microondas.


3. Masa cruda de galletas

Masa de Galletas


Congelar masa de galletas fue mi gran revelación hace unos años cuando lo probé la primera vez en época navideña -temporada galletera por excelencia-. Realmente no cuesta nada duplicar o triplicar cualquier receta para separar porciones y guardarlas en el congelador.
Se puede congelar la masa tal cual, estirada y aplanada o en forma de cilindro, para cortar las galletas directamente -esperando a que se atempere un poco para poder cortarla. Así además conservarán la forma mucho mejor durante el horneado.
También tenemos la opción de formar las galletas y guardarlas antes de hornear. En ese caso conviene colocarlas en una bandeja para congelarlas directamente así durante una o dos horas. Después podemos guardarlas en recipientes herméticos y hornearlas directamente sin descongelar. Solo habrá que alargar un poco el tiempo de cocción.


4. Pizza casera prehorneada

Pizza


Las pizzas ultracongeladas comerciales son tentadoras por la comodidad y rapidez de cocinado, pero tenemos la opción de hacer nuestra propia versión casera. Solo hay que dedicar un día a preparar varias pizzas y congelarlas adecuadamente, tal y como Esther nos enseñó en este completo tutorial.
Básicamente se trata de elaborar nuestra masa favorita, darle un horneado rápido en blanco de 10 minutos, cubrir con los ingredientes y congelar dos horas. Después tenemos que envolverla muy bien con plástico film y papel de aluminio antes de devolver al congelador. Así tendremos pizza casera lista para hornear cuando más nos apetezca.


5. Tortitas y gofres

Gofres


Aunque son fáciles de preparar, las tortitas y los gofres suelen dar pereza, sobre todo porque nos gustan en el desayuno y a primera hora no apetece liarse a cocinar. Así que un buen recurso es doblar las cantidades y congelar las sobras por unidades.
Tendremos mejores resultados si los congelamos recién hechos pero enfriados, envueltos muy bien individualmente. Es preferible aplicar el congelado por contacto, dejando que se congelen durante una o dos horas sin cubrir antes de proteger con plástico film. Una vez bien envueltos podemos apilarlos en un recipiente o bolsa sin miedo a que se peguen entre sí.
Así podremos disfrutar de un capricho para el desayuno cualquier día, sin más complicaciones que recalentarlos a la plancha, tostador o con un horno microondas. Se dice que las torrijas también quedan bien, aunque no conozco a nadie que lo haya probado. Las tostadas francesas sí tienen fama de congelar sin problemas.


6. Chocolate

Chocolate


En principio nadie compra tanto chocolate como para tener que congelarlo, pero yo vuelvo de mi Suiza con un buen cargamento cuando voy de visita -hay que aprovechar- y quiero que se conserve fresco y sin perder sabor o aroma. Es también un buen recurso para el chocolate de pastelería, que a veces se almacena en la despensa demasiado tiempo y puede perder calidad.
Bien envuelto o en recipientes herméticos el chocolate tal cual alargará su vida sin ver alteradas sus propiedades. Es también un buen método de conservación en verano, cuando peligra por la visita de insectos o la acción de las temperaturas extremas.


7. Leche y nata líquida

Leche


Cuando somos pocos en casa, o si tenemos que salir de vacaciones, podemos encontrarnos con tetrabricks de leche abiertos que corren el riesgo de echarse a perder. En ese caso podemos congelarla sin mayor dificultad, siempre que siga todavía en buenas condiciones de consumo.
La nata líquida, por extensión, también es apta, salvo que queramos usarla para montar. La nata ligera de cocina o la más grasa para cocinar y mezclar también pueden congelarse, en recipientes herméticos limpios y limitando al máximo el contacto con el aire, pero dejando un pequeño espacio para permitir la expansión.
Es importante descongelarlas en la nevera y mezclar bien después para reintegrar los componentes sólidos que se habrán separado en el proceso. El buttermilk o suero de leche también se puede congelar de esta forma. Quizá el aspecto no sea igual de homogéneo, pero podremos usar estos lácteos en diferentes recetas sin problemas.
 
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8. Huevos

Huevo


Jamás hay que congelar los huevos frescos enteros con su cáscara, pero sí podemos congelarlos con una debida preparación previa. Podríamos sencillamente abrirlos y echarlos en un recipiente de congelación, aunque hay otras dos formas más efectivas.
Una opción es separar las yemas de las claras. Podemos verter las claras en recipientes de silicona, congelarlas y después desmoldar y guardar juntas en una bolsa hermética -quedarán como bloques, fáciles de separar-. Las yemas se congelan mejor si las batimos ligeramente, antes de aplicar el mismo método.
Si queremos congelar los huevos enteros, por unidades o combinando varios al mismo tiempo, también es preferible batirlos un poco para integrar yemas y claras. Es preferible descongelarlos en la nevera, usarlos cuanto antes y cocinarlos por completo.


9. Mantequilla

Mantequilla


Más agradecida a la hora de congelar que los lácteos líquidos, gracias a la alta proporción de grasa y la menor cantidad de líquido. Hoy en día las mantequillas comerciales aguantan mucho más tiempo que las artesanas, pero aún así es un producto susceptible de absorber olores ajenos, y se enracia con facilidad.
Lo ideal es congelar la mantequilla en porciones según cómo vayamos a utilizarla -por ejemplo, en bloques de 100 g o de 125 g, comunes en recetas de pastelería-, bien envueltas de forma individual. Podemos descongelarla a temperatura ambiente o al baño maría si la necesitamos fundida. Hay recetas que requieren mantequilla muy fría, en este caso podemos rallarla directamente congelada usando un rallador grueso.


10. Harinas y cereales crudos

Harina


Si, como yo, acumuláis grandes cantidades de harinas diferentes, sabréis que el verano es mala época para su conservación en la despensa. Congelar la harina es por tanto una forma válida de alargar su frescura y protegerla de los insectos y otros microorganismos, igual que ocurre con cereales crudos.
Lo mejor es separar cantidades adecuadas al uso que iremos dando a cada variedad, envasándola en bolsas herméticas y anotando el contenido y la fecha. Aunque en principio las harinas no caducan -es decir, no se han a estropear salvo que se llenen de visitantes-, sí pierden propiedades organolépticas con el tiempo.


11. Aguacate

Aguacate


¿Has visto una oferta de aguacate nacional y te has lanzado a llenar la cesta de la compra? No sufras si crees que se maduran más rápido de lo que puedes consumirlos, es posible congelar el aguacate para diferentes usos.
Aunqueal descongelarlo cambiará su textura, es un método ideal si queremos preparar guacamole, salmorejo de aguacate, algún dulce o batido. Podemos congelar la carne machacada o pelado y cortado por la mitad sin el hueso, en una bolsa de cierre hermético. Dándole un baño de limón evitaremos un poco la típica oxidación.


12. Sánwiches y bocadillos

Sandwich


¿Tanta pereza supone prepararse un sánwich fresco? Bueno, es verdad que puede ser exagerado congelar dos rebanadas de pan de molde con jamón york y queso, pero si nos molestamos en preparar un sándwich o bocadillo de categoría, agradeceremos en el futuro preparar doble ración para llevar una -o más- al congelador.
La clave está en utilizar un buen pan de verdad -de molde, barra o una hogaza casera o artesanal, preferiblemente de masa madre y mejor aún si es con harinas integrales-, fresco, y otros ingredientes de calidad. Lógicamente la lechuga y el tomate no congelan muy bien, pero el queso, verduras crudas o asadas y carnes sí aguantan sin problemas.
Un buen truco es untar las dos caras internas del pan con alguna crema o salsa para proteger la miga. Tendremos mejores resultados si cocinamos el sándwich congelado a la plancha, horno o sandwichera, o incluso en un tostador, sin necesidad de descongelarlo.


13. Puré de patatas

Puré de patatas


Es una guarnición muy socorrida que suele gustar mucho a los niños, y que merece la pena hacer casero. Si os gusta el puré de patatas más sólido y denso, enhorabuena porque se congela de maravilla. Tomando porciones como si fueran bolas de helado es posible congelarlas en una bandeja para después guardarlas en una bolsa hermética.
Hay un truco para darle otro buen uso a las sobras de puré de patatas: congelar porciones pequeñas para usarlas como espesante de guisos y sopas. Solo hay que añadirlas directamente desde el congelador a la olla y enriquecerá cualquier plato de cuchara que pida algo más de cuerpo.


14. Patatas fritas de bolsa y otros aperitivos salados

Chips


No suelo tener patatas fritas tipo chips ni los llamados snacks salados en casa para no abusar de ellos. Si compramos por recibir invitados siempre sobran, y me da rabia que se pongan rancios tan rápidamente. Afortunadamente, también se pueden congelar.
De nuevo, el mejor método es el del congelado por contacto en una bandeja y después en una bolsa o recipiente hermético, para evitar que se peguen entre sí. Hay quien incluso afirma que las patatas fritas están más ricas si se han congelado, y se pueden comer directamente sin necesidad de esperar a que vuelvan a temperatura ambiente. Desde luego, estarán más crujientes.


15. Frosting o crema de cobertura de pasteles

Frosting


Llamamos frosting a las coberturas de pasteles y cupcakes típicas de la repostería anglosajona. Crema de mantequilla o buttercream, con o sin chocolate, de nata montada o con queso crema, es muy posible que tengamos sobras cuando preparemos alguna receta.
Para no desperdiciarlo también lo podemos congelar. Al volver a temperatura ambiente habrá perdido textura, pero solo necesitamos batirlo un poco de nuevo para usarlo con normalidad. Lo mejor es acordarse la noche antes y dejar que desgcongele en la nevera.


16. Queso

Quesos


El queso empieza a estropearse cuando se corta o se abre, y eso es un problema si no somos muchos en casa y hemos comprado una unidad grande entera. Congelarlo por porciones bien envueltas es una solución para evitar que se eche a perder, aunque perderá textura al descongelarse. No será ideal para servir como tapa, pero evitaremos tirarlo a la basura.
No todos los quesos congelan igual de bien -cuanto más grasos, mejor-, pero serán perfectamente comestibles. Un buen recurso es congelar porciones de queso recién rallado; así tendremos queso de verdad listo para servir con nuestros platos de pasta o pizza en cualquier momento.


17. Café

Café


Para disfrutar de café de verdadera calidad es imprescindible invertir en buenos granos de café natural recién tostados. En el momento en el que se tuestan empiezan a perder aroma y sabor -y ya ni hablamos del café molido-, por lo que es esencial consumirlo a los pocos días. ¿Y si hemos comprado un café excelente y no vamos a poder gastarlo pronto? Congelarlo puede ser una solución de urgencia.
Es importante dividir los granos en porciones de uso, para descongelar solo la cantidad exacta que vayamos a necesitar para usar en ese mismo instante. Solo merece la pena congelar los granos fresquísimos de café de calidad, y preferiblemente en bolsas herméticas con el mínimo aire dentro. Si podemos envasarlo al vacío, mucho mejor.

Por último, hay que recordar que los alimentos congelados no duran eternamente porque la congelación no detiene por completo la descomposición, solo la ralentiza. Además, siempre tendremos mejores resultados al descongelar si hemos usado productos en su punto óptimo, no a punto de superar su vida útil. ¿Qué soléis congelar vosotros en casa?

Fotos | Pixabay - Unsplash - iStock

 
11 alimentos que no se pueden congelar

11 alimentos que no se pueden congelar





Me encanta usar el congelador para conservar mis alimentos, guardar las sobras y tener siempre disponible un montón de productos incluso fuera de temporada. Hierbas aromáticas, caldos, platos cocinados de legumbres, pescados y carnes ocupan su lugar en mi congelador para cuando los pueda necesitar, pero no todo es congelable. Por eso hoy os quiero hablar de once alimentos que no se pueden congelar, o que si se congelan, pierden muchas de sus propiedades por lo que no es aconsejable someterlos a ese tratamiento.
Incluso en los últimos meses os he contado cómo cocinar una pechuga de pollo congelada (sin descongelarla previamente) y lo mismo para los lomos de salmón, que quedan de película en menos de 30 minutos. Pero por desgracia, la congelación no es apta para todos los productos y hay algunos que no es conveniente meter en el congelador. Os cuento para qué alimentos es preferible usar otra técnica de conservación.


11 alimentos que no se pueden congelar

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Congelar los alimentos es probablemente la técnica más antigua y más eficaz en cuanto a conservación de alimentos, pero hay que tener en cuenta que congelar no es un proceso que elimine el riesgo de patógenos, sino que es un procedimiento que evita que éstos se multipliquen. Al cocinar alimentos, sí se destruyen los microorganismos pero la congelación, no los mata, por lo que al descongelarlos, su desarrollo vuelve a continuar, aumentando de nuevo los riesgos sanitarios.
Aunque la mayoría de alimentos, tanto frescos como cocinados son susceptibles de congelación, existen determinados productos que no es aconsejable congelar. También hay otros alimentos que si bien se pueden congelar sin problemas de seguridad alimentaria, no conviene congelarlos ya que pierden su sabor o su textura, lo cual no aconseja usar este procedimiento.


1. Productos con grasa

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Es interesante saber que la grasa tiene una congelación muy lenta y a una temperatura muy baja por lo que una congelación normal, tiende a que la parte grasa se enrancie. Si congelamos alimentos con grasa -carnes, tocinos, pancetas, jamones, embutidos- observaremos que la parte magra está en buen estado al descongelarse pero la parte grasa se ha enranciado y su sabor afecta o puede afectar a la magra. Si vas a congelar jamón, es preferible retirar la parte del tocino y congelar solo la carne.


2. Huevos
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Por muchos huevos que tengáis en casa, aunque os regalen dos cartones de 3 docenas, no se pueden congelar los huevos pretendiendo que al sacarlos del congelador y descongelarlos estén como si estuvieran recién puestos. Aquí no hay discusión, los huevos deben mantenerse en la nevera.
Cuando tenemos muchos, lo mejor es hacer tortilla de patatas, merengues, bizcochos, huevos a baja temperatura o cualquier otra receta con ellos para consumirlos. Sin embargo, y resulta curioso, fuera de la cáscara, las claras congelan muy bien y es una buena forma de aprovecharlas para futuras recetas de repostería.


3. Las frutas

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Aunque en general todas las frutas se pueden congelar, en el proceso es posible que cambie su textura y su aspecto. Somos partidarios de utilizar fruta fresca y de temporada pero tanto los frutos rojos como el plátano, son alimentos que toleran más o menos bien la congelación. El resto de frutas, no queda bien al descongelar por lo que en general, os recomiendo que no utilicéis el congelador para conservar las frutas.

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Es mejor comprar menos cantidad de fruta y consumir las piezas cuando están en su punto. Si vas a congelar fruta, te recomiendo lavarla bien, pelarla y picarla en trozos, guardándolos en bolsas de congelación.


4. Patatas guisadas o cocidas

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Es curioso qué mal responde la patata a la congelación. No es que se ponga mala o no nos vaya a sentar bien pero es que queda con una textura mala, como que se deshace y pierde mucho sabor ya que la fécula se deshace al congelar.
Incluso en recetas que congelan bien como las legumbres, os recomiendo sacar las patatas antes de congelar -por ejemplo en unas sobras de lentejas estofadas- porque os estropearían la futura degustación de esas estupendas sobras. Igual en estofados de carne y ragout, si hay patatas o zanahorias, es bueno retirarlas antes de congelarlas.
Con ellas siempre podemos hacer una deliciosa crema de verduras. Si quieres congelar patatas para freír, pelalas, picalas y fríelas unos tres minutos sin que se doren. Luego escurre y seca bien y guardalas en una bolsa de congelación.


5. Los quesos

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Es lo mismo que os he contado para otros productos. El queso se puede congelar, -yo de hecho lo hago cuando compro un queso y no lo estoy comiendo y no quiero dejar que se reseque más- pero el problema es más de textura que ora cosa. El queso descongelado se desmorona al cortarlo y pierde parte de sus propiedades. Si es para cocinar, podéis hacerlo sin problema. Si es para comerlo en bocadillos o en tacos, os recomiendo cortarlo en cuñas y laminarlo o cortarlo en cuadraditos antes de congelarlo.


6. Algunos mariscos y la congelación

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Aunque en todos los lineales de congelados en los supermercados encontramos muchas variedades de marisco congelado -gambones, langostinos, carabineros, bueyes de mar, etc.- hay mariscos que no conviene congelar en crudo, sino después de haber sido cocidos.
Los percebes no deben ser congelados
. Si tenemos percebes... comámoslos rápidamente y si tenemos muchos, invitemos a los amigos a disfrutarlos. Las almejas y otros bivalvos si pueden ser congelados en crudo. Las gambas, langostinos y similares, sí se pueden congelar en crudo, sin problema, siempre que se hayan comprado frescos. (Comprueba siempre antes de congelarlas que no procedan de un congelado previo.) Finalmente los centollos, nécoras y similares, es mejor cocerlos, envolverlos en un paño o papel húmedo, después pasarlos por film de cocina y congelarlos.
 
continúa...


7. Verduras que se quiera comer en crudo

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Aunque es frecuente congelar espinacas, guisantes y casi cualquier verdura que después vamos a cocinar, ya sea en el horno o en guisos o cocciones, las verduras que se comen en crudo como el tomate, la lechuga y cualquier otra hoja verde no quedan bien tras pasar por el congelador ya que la temperatura las deja ajadas, blandengues y sin gusto.


8. Tartas y pasteles caseros

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Por muy rica que nos quedase la tarta, por bueno que esté el pastel que acabamos de hacer, si lo congelamos no quedará igual al descongelarlo. El problema es más una cuestión de textura -y de aspecto- que de seguridad alimentaria. Hay tartas heladas, que se comen frías, casi sin descongelar, pero las tartas caseras que comemos habitualmente basadas en un bizcocho, un relleno y una cobertura, no quedan bien tras el proceso de congelación y descongelado.


9. Pasta y arroces cocinados

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Es posible que si congelamos una receta de pasta ya cocinada o las sobras de uno de nuestros arroces preferidos, notemos que el resultado pierde algo de textura, pero en general, sí se puede congelar cualquiera de estos alimentos.


10. Recetas con mayonesa, nata o salsas emulsionadas

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Las elaboraciones que llevan mayonesa, salsa rosa, salsa holandesa y otras salsas emulsionadas o que incorporan nata, no son buenas amigas de la congelación ya que en ocasiones, en el proceso de congelar y descongelar, estas salsas pueden cortarse. La bechamel aguanta mejor, aunque pierde parte de su textura.


11. Pescados que lleven unos días en la nevera

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El pescado en general se puede congelar sin problema aunque hay que tener en cuenta que es un alimento más delicado que la carne. Por eso, solamente congelaremos pescados muy frescos, bien limpios por fuera y por dentro, recordando siempre secarlo bien antes de meterlo en el cajón del congelador para eliminar el agua. Los pescados que lleven dos o tres días en la nevera, mejor los cocinamos -si queremos podemos congelarlos después- y nos los comemos.

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La congelación es una técnica estupenda para conservar los alimentos pero como os acabo de contar, no a todos los productos les va bien esta técnica. Espero que con estos consejos, vuestros congeladores funcionen estupendamente, sin incluir ninguno de estos once alimentos que no se pueden congelar.

 
Receta de Sopa de Brócoli



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Ingredientes

Preparación


  • En una olla con aceite de oliva rehogar cebolla picada, puerro picado, hojas de laurel y cocinar por 3 minutos.
  • Agregar las flores de brócoli, el tronco cortado en trozos pequeños, vino blanco, sal y cubrir con agua.
  • Dejar cocinar hasta que el brócoli esté muy tierno, añadir hojas de espinaca cocinar 2 minutos y procesar con mixer.
  • Servir la sopa con trozos de papa, pimienta y aceite de oliva.

 
Buenos, bonitos, baratos


Hay grandes creaciones culinarias y muchos productos básicos que pertenecen a la cocina pobre. Entre los ejemplos universales figuran la polenta, las papas, el couscous. Para tener en cuenta en estas crisis globales.

En la Argentina no hay porque atiborrarse de hidratos de carbonos cuando hay tanta vaca merodeando por las pampas. Pero si no se puede tener ese lomo tierno o un perfecto ojo de bife como manjar cotidiano, siempre se puede reemplazarlos con una tira jugosa (la carne pegada al hueso es la más sabrosa). Ni se nos ocurre atenernos al consejo de Marie Antoinette, refiriéndose a los pobres: si no tienen pan, que coman brioches.

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Los españoles, en algún momento los nuevos ricos de Europa, saben de guerras y hambrunas y entre sus mejores platos ascéticos pero contundentes figuran la sopa de ajo (sólo pan del día anterior, varios dientes de ajo y agua), el pan con tomate donde aparece también el del día anterior untado con oliva, medio tomate que se los frota sobre el pan y sal y algunos otros cotidianeidades originadas por la malaria.

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También de la pobreza surgieron los ricos salteados de setas, solo había que recoger los hongos en el bosque.

Las migas del pastor y las patatas bravas son dos emblemáticas recetas hispánicas, rústicas, ricas y sencillas, aptas para el frío y los bolsillos flacos.

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Las sopas son un buen recurso: desde el gazpacho, con tomates, pepinos, ajo, pan mojado en vinagre y mínimo chorrito de aceite de oliva hasta la sofisticada sopa de berros, que consiste simplemente en cocinar una papa en agua, añadir cuando está deshecha un puñado de berros, pasar por la licuadora y si se quiere añadir un toquecito de crema de leche. La sopa de puerros se hace del mismo modo. Y también la de zucchini que sirve Ada Concaro en Tomo I, a la que añade almendras fileteadas, obviables. Otra sopa puede ser la de calabacitas, con la legumbre hervida en caldo, se licua y se le añade un cucharadita de curry. Resulta perfecta para los sofocones existenciales.

Con 1/2 kilo de carne picada, puede construir milagros: por ejemplo albondiguitas hechas con la carne mezclada con cebolla y una cucharada de curry, saltadas en aceite o manteca y, para acompañar, zanahorias sartenadas en cubitos, a las que añadirá vinagre, azúcar y pimienta de cayena. O un pastel de papas al estilo Mallmann, quien agrega apio, zanahorias y un poco de tinto en la mezcla de la carne.

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Es la hora de barrer la heladera. Una buena utilización de los restos no es deprimente. Esa pechuga fría de pollo, un trozo de carne ídem o un filet de pescado pueden servir como base de esas croquetas, imprescindibles a la hora de las tapas en los bares españoles, y muy buenas como entradas acompañadas por una ensalada verde.

Las mejores croquetas que probé en mi vida: de carne de cocido en Málaga. Pueden ser de carne de puchero en Buenos Aires, el resultado, idéntico.
Para las croquetas sólo debe hacer una bechamel (salsa blanca muy espesa), mezclar mientras esté este caliente con el producto que elija (o tenga), dejar enfriar hasta que este bien consistente, formar bolitas y pasar por huevo y pan rallado. Se fríen en abundante aceite.
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Un plato olvidado de la infancia de los argentinos son los ñoquis a la romana. Tiene que cocinar la sémola en agua, dejar enfriar, cortar en círculos, pintar con manteca, añadir queso rallado y gratinar al horno. Germán Martitegui le añade trufas, pero olvídese de las trufas por ahora, caro manjar subterráneo.
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Son sólo algunas ideas para divertirse (y ahorrar), válidas solo si en el estante de las especias guarda algo más que sal y pimienta.

Clavo de olor, canela, pimienta de Jamaica y una hoja de laurel, más un chorrito de vino blanco le irán muy bien a una compota de peras o de manzanas. Estas frutas contribuyen a convertir e esa sola morcilla que le sobró del asado en manjar lionés: dore apenas rodajas de la fruta en manteca, salte en sartén aparte las rodajas de morcilla, sirva todo junto. Hasta el chorizo del asado puede servir frío mezclado con una ensalada de papas con mucho cebollín, como inventó Francis Mallmann. Eso si, se impone siempre cuidar la estética de cualquier plato, por modesto que sea. El amontonamiento es pobreza fiera.

Para mayor informaciòn respecto de este ùltimo punto ver:

 
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Buenos, bonitos, baratos


Hay grandes creaciones culinarias y muchos productos básicos que pertenecen a la cocina pobre. Entre los ejemplos universales figuran la polenta, las papas, el couscous. Para tener en cuenta en estas crisis globales.

En la Argentina no hay porque atiborrarse de hidratos de carbonos cuando hay tanta vaca merodeando por las pampas. Pero si no se puede tener ese lomo tierno o un perfecto ojo de bife como manjar cotidiano, siempre se puede reemplazarlos con una tira jugosa (la carne pegada al hueso es la más sabrosa). Ni se nos ocurre atenernos al consejo de Marie Antoinette, refiriéndose a los pobres: si no tienen pan, que coman brioches.

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Los españoles, en algún momento los nuevos ricos de Europa, saben de guerras y hambrunas y entre sus mejores platos ascéticos pero contundentes figuran la sopa de ajo (sólo pan del día anterior, varios dientes de ajo y agua), el pan con tomate donde aparece también el del día anterior untado con oliva, medio tomate que se los frota sobre el pan y sal y algunos otros cotidianeidades originadas por la malaria.

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También de la pobreza surgieron los ricos salteados de setas, solo había que recoger los hongos en el bosque.

Las migas del pastor y las patatas bravas son dos emblemáticas recetas hispánicas, rústicas, ricas y sencillas, aptas para el frío y los bolsillos flacos.

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Las sopas son un buen recurso: desde el gazpacho, con tomates, pepinos, ajo, pan mojado en vinagre y mínimo chorrito de aceite de oliva hasta la sofisticada sopa de berros, que consiste simplemente en cocinar una papa en agua, añadir cuando está deshecha un puñado de berros, pasar por la licuadora y si se quiere añadir un toquecito de crema de leche. La sopa de puerros se hace del mismo modo. Y también la de zucchini que sirve Ada Concaro en Tomo I, a la que añade almendras fileteadas, obviables. Otra sopa puede ser la de calabacitas, con la legumbre hervida en caldo, se licua y se le añade un cucharadita de curry. Resulta perfecta para los sofocones existenciales.

Con 1/2 kilo de carne picada, puede construir milagros: por ejemplo albondiguitas hechas con la carne mezclada con cebolla y una cucharada de curry, saltadas en aceite o manteca y, para acompañar, zanahorias sartenadas en cubitos, a las que añadirá vinagre, azúcar y pimienta de cayena. O un pastel de papas al estilo Mallmann, quien agrega apio, zanahorias y un poco de tinto en la mezcla de la carne.

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Es la hora de barrer la heladera. Una buena utilización de los restos no es deprimente. Esa pechuga fría de pollo, un trozo de carne ídem o un filet de pescado pueden servir como base de esas croquetas, imprescindibles a la hora de las tapas en los bares españoles, y muy buenas como entradas acompañadas por una ensalada verde.

Las mejores croquetas que probé en mi vida: de carne de cocido en Málaga. Pueden ser de carne de puchero en Buenos Aires, el resultado, idéntico.
Para las croquetas sólo debe hacer una bechamel (salsa blanca muy espesa), mezclar mientras esté este caliente con el producto que elija (o tenga), dejar enfriar hasta que este bien consistente, formar bolitas y pasar por huevo y pan rallado. Se fríen en abundante aceite.
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Un plato olvidado de la infancia de los argentinos son los ñoquis a la romana. Tiene que cocinar la sémola en agua, dejar enfriar, cortar en círculos, pintar con manteca, añadir queso rallado y gratinar al horno. Germán Martitegui le añade trufas, pero olvídese de las trufas por ahora, caro manjar subterráneo.
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Son sólo algunas ideas para divertirse (y ahorrar), válidas solo si en el estante de las especias guarda algo más que sal y pimienta.

Clavo de olor, canela, pimienta de Jamaica y una hoja de laurel, más un chorrito de vino blanco le irán muy bien a una compota de peras o de manzanas. Estas frutas contribuyen a convertir e esa sola morcilla que le sobró del asado en manjar lionés: dore apenas rodajas de la fruta en manteca, salte en sartén aparte las rodajas de morcilla, sirva todo junto. Hasta el chorizo del asado puede servir frío mezclado con una ensalada de papas con mucho cebollín, como inventó Francis Mallmann. Eso si, se impone siempre cuidar la estética de cualquier plato, por modesto que sea. El amontonamiento es pobreza fiera.

Felicitaciones Compañera @Coti7495 , ante esto me he quedado sin palabras, la emoción me embarga,.....Solo puedo decir...QUE MARAVILLA !!!!!.- gracias y un Abrazo.-
 
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