Matar o morir por turismo

Hospederías: el sueño de la supervivencia de los conventos de Sevilla
Los monasterios necesitan rehabilitar sus estancias para explotarlas como albergues para que supongan su tabla de salvación
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@Javi_Macias
Sevilla Actualizado:15/07/2019 14:48h
«Los conventos de Sevilla podrían hacer muchas más cosas que pasteles, como antiguamente»

Habitan casas más de cinco veces centenarias, rodeadas de obras de arte. Contemplan su vida encerradas entre cuatro paredes vencidas por la edad. Cada vez son menos. En los conventos necesitan vivir para sobrevivir. Es la gran paradoja y una pescadilla que se muerde la cola: necesitan fondos para restaurar sus estancias y que éstas, a su vez, sirvan como fuentes de ingresos para salvar la vida a la comunidad. Las hospederías son el sueño de la supervivencia de los conventos.

No son ninguna novedad, ya que desde hace años ya funcionan en los monasterios de Santa Rosalía y el Socorro, así como en numerosos lugares de España. Los albergues en conventos se han convertido en un atractivo turístico, ya que a precios mucho más económicos (entre 35 y 50 euros la noche) se puede vivir de forma efímera en la clausura. Y, para las órdenes religiosas que los explotan, son un importante recurso monetario para poder mantenerse en pie pese a todas las dificultades que entraña sostener estos edificios históricos siendo cada vez menos en número.

En la ciudad hay cuatro conventos que lo tienen en proyecto: Santa Inés, Madre de Dios, Santa Paula y San Leandro. Y todos ellos se encuentran con el mismo problema: las zonas que podrían adaptarse a estos nuevos usos se encuentran completamente en ruinas y requieren una fuerte inversión para levantarlas de nuevo.

En el caso de Santa Paula, según afirma el arquitecto Javier Rodríguez Barberán, «el Ayuntamiento empezó a rehabilitar unas naves que había en la parte de la calle Enladrillada, pero la obra se quedó sin terminar». Se trata de unos inmuebles que carecen de valor patrimonial, por lo que sería más sencilla su adaptación.

En San Leandro, por su parte, hay una estancia conocida como la Casa del Portero, en el ala de la plaza de San Ildefonso, que cuenta incluso desde el año pasado con una licencia de Urbanismo para habilitarla como hospedería. De hecho, las obras continúan desarrollándose. Consisten en la consolidación de las cubiertas de la zona que rodea al compás y una segunda fase para la redistribución de las plantas, cuyo presupuesto global es de 107.000 euros. La intención de las agustinas que habitan el convento es que los turistas se hospeden en la casa donde vivía el portero y cuyos beneficios complementen a la venta de dulces que tradicionalmente salen de su obrador.

En Santa Inés y Madre de Dios, la situación es más compleja. No sólo están en ruinas las zonas que se destinarían a la hospedería sino que, además, otras áreas principales de ambos monasterios necesitan restauraciones urgentes. El caso del segundo, gracias a los 100.000 euros de subvención del Ayuntamiento y los fondos aportados por la World Monuments Fund, está ya a pocos días de ver cómo se inician las obras de urgencia en la iglesia, que está cerrada al culto.

Ángel Candela, el arquitecto que ha redactado el proyecto, explica a ABC que «en 15 días debe llegar la licencia de Urbanismo y comenzar los trabajos», que durarán entre cinco o seis meses. Candela cree que, una vez acaben estos trabajos, si se logra captar la financiación necesaria, podría comenzar sobre la marcha la rehabilitación integral del templo.

Por su parte, Carlos Lora, vocal del Patronato de la Vivienda -que actúa como oficina técnica-, señala que existen ya proyectos sobre la mesa para convertir la Casa del Capellán en una hospedería o, en su defecto, en apartamentos turísticos. Se trata de las dependencias más originales del convento, donde se dice que durmió la Reina Isabel la Católica. Esta estancia se encuentra en un pésimo estado de conservación, con su magnífico artesonado amontonado en el suelo.

En una situación similar se encuentra la Casa del Portero de Santa Inés, pero incluso sin techo. Sobre estas dependencias, las monjas tuvieron que hacer una obra de urgencia más baratas que ocasionaron un conflicto con la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, quien lleva incumpliendo el convenio desde 1991. En ese documento viene reflejado que es la Consejería la que debe acometer la rehabilitación del convento y, concretamente, la adaptación de la Casa del Portero como hospedería. Mientras tanto, el sueño de las monjas de Santa Inés está parado a la espera de que el nuevo Gobierno andaluz se pronuncie sobre la situación del monasterio, según explica a ABC Beatriz Rivas, portavoz de la Fundación Alqvimia, que financia y asesora a estas monjas.

Por otro lado, desde el Patronato de la Vivienda se ha lanzado una idea que podría impulsar estas hospederías. Según Carlos Lora, «si fuéramos capaces de gestionar estos albergues en los conventos como únicos elementos, al estilo de Las Casas de la Judería, aquellos monasterios con un menor número de habitaciones podrían rentabilizarlo».

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Estado en el que se encuentra la Casa del Portero de Santa Inés - Juan Flores
El «plan B» para Santa Inés
Después de casi tres décadas de incumplimientos, en Santa Inés comienzan a plantear alternativas a la vista de que la Junta de Andalucía sigue haciendo caso omiso a la rehabilitación que está obligada a acometer. El «plan B» que empiezan a barajar quienes ayudan a la comunidad religiosa es que se rescinda el convenio, de forma que la Consejería deje las salas que les cedió la orden para exposiciones -y que sí se encuentran en un extraordinario estado- para que les den uso las monjas y, así obtener recursos para rehabilitar las zonas en mal estado del convento.
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A mí me encanta viajar, si pudiera estaría todo el año con la maleta a cuestas. Y cuando lo hago, dentro de lo posible, evito las aglomeraciones, los tours con manadas de borregos haciéndose fotos frente al monumento de turno, me gusta mezclarme con los locales, si se da la ocasión. El problema viene cuando quiero visitar algún monumento, museo o sitio emblemático, ahí sí que no puedes evitar las hordas de turistas, pero no sería capaz de ir a París y no entrar en el Louvre, por ejemplo. Intento, sin embargo, no ir en modo "turista", siempre que se pueda, e inculcárselo a mis hijos, para que el día de mañana sean unos viajeros responsables. Lo peor del mundo contemporáneo es la masificación de los viajes, y la banalización de los mismos. Hay millones de seres que no saben adónde ni por qué van a un determinado lugar, sólo que los llevan y los traen, se hacen la foto para inmortalizar el momento y en realidad no disfrutan de lo que están viendo.
 
La historia se vive en Cantabria
Cavernas paleolíticas, pueblos medievales y una gastronomía espectacular
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El Valle del Saja, uno de los preciosos paisajes de Cantabria. (JoseIgnacioSoto / Getty Images/iStockphoto)

ANNA TORRENTS
27/07/2019 06:00

“Cerrad los ojos e imaginad que estáis, hace veinte mil años, en esta misma cueva. Todo está a oscuras y los sentidos se despiertan: las fosas nasales se abren, el oído se agudiza, el tacto percibe más texturas... Ahora abrid los ojos y mirad hacia las paredes”.

Las palabras del guía de la cueva de Covalanas se combinan con la luz intermitente de su linterna, que imita a las antiguas lámparas de piedra, y observamos atónitos unas pinturas paleolíticas que parecen moverse. Descubierta por Hermilio Alcalde del Río y Lorenzo Sierra en 1903, esta cueva nos adentra en uno de los enigmas más interesantes de la historia de la humanidad y nos plantea cuestiones difíciles de contestar, entre ellas, cuál era el significado último de las pinturas o qué nos explican de la vida de nuestros antepasados.

Podemos disfrutar de un fin de semana medieval

Esta no es la única cueva que se puede visitar en Cantabria, que cuenta con hasta diez cavernas declaradas patrimonio de la humanidad –de las cuales se pueden visitar un total de siete, incluida Altamira–, que se suman a miles de cuevas repartidas por un territorio que los cántabros definen como “un gran queso gruyer”. Éstas son una visita obligada y dejan al visitante maravillado, confundido e inquieto a partes iguales. Por eso, os proponemos empezar el viaje visitándolas e ir avanzando en el tiempo hasta llegar a lo más nuevo en arte contemporáneo, en un particular viaje histórico por Cantabria.

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Réplica del planel de las ciervas en la Cueva de Covalanas, Cantabria. (Nachosan / Wikipedia)

Arte rupestre
Avanzamos de época, pero no de paisaje, porque nuestra siguiente parada es una cueva muy especial. Se trata de Santa María de Valverde, una ermita rupestre excavada en roca, que algunos expertos datan en la Alta Edad Media, y que muestra tumbas altomedievales en su techo. Al lado, el Centro de Interpretación de la Arquitectura Rupestre permite adentrarse en el conjunto deiglesias y e remitorios excavados en piedra que forman parte de la denominación Arte Rupestre de Valderredible y que conforman lo que algunos han denominado “la Capadocia ibérica”.

Cantabria se abre ante nosotroscon sus grandes montañas y prados infinitos

También de la misma época es el castillo de Argüeso, una fortificación que permitía controlar el paso de mercancías de la época y que se construyó sobre una antigua ermita en el siglo IX. Hoy en día es un interesante museo en el que aprender sobre la historia de su construcción y disfrutar de obras de arte contemporáneo, y donde podemos disfrutar de un fin de semana medieval a principios de julio. En el interior, llaman la atención las sorprendentes escaleras de roble, elaboradas por artesanos de la zona, así como una gárgola original. Desde la azotea,Cantabria se abre ante nosotroscon sus grandes montañas y prados infinitos. Una buena imagen que define este territorio de grandes contrastes, microclimas y leyendas.

Villas con encanto

La gastronomía cántabra es muy rica en carnes, mariscos y pescados de proximidad

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La ciudad de Laredo con su preciosa bahía en Cantabria. (Train_Arrival / Getty Images/iStockphoto)

Seguimos adelante en el tiempo y visitamos Laredo, una villa documentada ya desde el siglo XI que nos invita a pasear por sus calles empinadas, visitar la iglesia de Santa María y subir a la atalaya, con vistas sobre la bahía. También medieval es Santillana del Mar , uno de los pueblos más bonitos de la región, que cuenta con casonas de piedra tan bellas como el Hotel Casa del Marqués, un edificio reformado del siglo XV que fue residencia del marqués de Santillana. Las calles empedradas y tiendas artesanas de la localidad son una buena parada antes de visitar Santander , una capital con una divertida vida nocturna, buenos mercados locales y muchas propuestas artísticas.

Podemos disfrutar de un fin de semana medieval

Entre ellas destaca el Centro Botín, un edificio del arquitecto Renzo Piano que se erige como un particular castillo contemporáneo y que tiene dos torres: en una, de acceso gratuito, podremos disfrutar de un mirador sobre la ciudad y el puerto, y en la otra, adentrarnos en las exposiciones, muchas de ellas dedicadas a artistas nacionales y a la técnica del dibujo. Un buen museo que apuesta por un arte que, pese a tener 20.000 años más que aquel que hemos visto antes en la cueva paleolítica, nos sigue hablando de la imparable necesidad humana de comunicarse más allá de las palabras.

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El pueblo antiguo de Santillana del Mar, Cantabria. (Alpgiray Kelem / Getty Images)

El mejor producto local

La gastronomía cántabra es muy rica en carnes, mariscos y pescados de proximidad, y cuenta con ingredientes y recetas tan deliciosas como las anchoas de Santoña, el queso de Bejes-Tresviso, las rabas o el cocido montañés. La región también es conocida por sus postres y mantecados contundentes, entre los que destacan los sobaos pasiegos y la quesada, además de las corbatas de Unquera o las polkas de Torrelavega.

Los restaurantes cántabros cuentan con muchos adeptos, y entre ellos os recomendamos la Bodega del Riojano, en Santander, que ofrece una buena carta de productos locales en una bodega repleta de obras de arte; el restaurante El Pericote de Tanos, en Torrelavega, que se especializa en carne de vaca ybuey de primerísima calidad; o la buena cocina de producto del acogedor El Pasaje de los Nobles, en Santillana del Mar, una villa en la que también destaca El Parador Gil Blas.
https://www.lavanguardia.com/ocio/v...6/escapada-cantabia-historia-gastronomia.html
 
¿Te gusta conducir? Tres carreteras en ruta hacia parajes surrealistas del Empordà catalán.

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El paseo, el vagabundeo sin más, no es un asunto menor. Es una forma de provocar el azar y, a su vez, una disposición de búsqueda. Dicen que en la escritura automática de los surrealistas la actitud imprescindible era parecida a ese dejarse llevar. El problema es que frente a una máquina de escribir o un ordenador no hay paisajes ni paisanos, y beber y comer no es tan placentero ante el fatigoso parpadeo de la pantalla. A veces, los actos solitarios tienen un algo, como decía Paul Éluard respecto a la mas***bación, de juego lúgubre. Hay que levantarse, largarse y echarse a los caminos, siguiendo el sabio consejo de Mae West: solo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente.

En el Empordà, en la provincia de Girona, aseguran que la tramuntana —un fuerte y frío viento del norte, insistente y bronco— es un catalizador natural de actitudes surrealistas. Hay incluso quien afirma que la cuna del surrealismo en España es, en realidad, este furioso viento que azota la tierra y deja el cielo y el mar excepcionalmente limpios y relucientes, con tintes casi fantásticos.

Es cierto que la contemplación de la nitidez extrema tiene algo de alucinatorio. Invita a traspasar lo visible, a tratar de ver más allá. La luminosidad extrema puede ser subversiva: te obliga a pensar en la libertad porque te muestra los límites y, en cierto modo, invita a romperlos. La vida convencional, el trabajo, la familia, el sometimiento, tan plúmbeo, pueden saltar por los aires. Solo es cuestión de abrir bien los ojos.

A la luz de ese viento, Figueres, Cadaqués, Portlligat y el cabo de Creus, lugares de sobras conocidos por tantos, mil veces vistos por muchos, adquieren, de repente, una nueva perspectiva.

Sabemos que para el visitante el Empordà es tierra hermosísima, pero nada es tan simple y fácil, e intuimos algo más. Leemos que para el escritor Josep Pla estos bellos parajes tienen «un invierno cruel, un clima siniestro y una tramuntana infecta». Según él, hijo de la comarca, el Empordà está lleno de «pleitos entre padres e hijos, hijos y padres, de hermanos, hermanas, primos y primas. Pleitos para conseguir un trozo de tierra y hacer el gandul, que es el ideal máximo» en estos parajes. Con sus excepciones, claro.

Aprendemos que todo paraíso tiene turbios recovecos, pero por ello no deja de deslumbrar. Para empezar, por estos lares tenemos el cielo. Está la muda contemplación de descubrirlo tan descomunal —del gris centelleante al negro en tiempo de tormenta, del rosa al violáceo histérico en tardes de primavera—, y casi palpar la sensación, agarrado al volante del coche, de volar en él. Eso ocurre en la ruta que va desde el fin del mundo —que es exactamente lo que es el cabo de Creus— de vuelta a la civilización, a Figueres. Un trayecto de apenas treinta y cinco kilómetros tan asombrosamente cambiante y volátil que merece, al menos, tres días de tu vida, un depósito lleno de gasolina, varias botellas de vino y alguien a tu lado.

Esa es la vuelta de la ruta y, como todo el mundo sabe, para volver normalmente primero hay que ir. La salida, por tanto, debe ser desde Figueres —una pequeña ciudad afrancesada, cuna de Salvador Dalí— y prepararse para vivir la carretera que lleva hasta Roses. Para ello, antes, hay que ver el Teatro-Museo Dalí, el artefacto surrealista más grande del mundo. Hay que ir allí de paseo, vagabundeando entre salas llenas de cuadros, esculturas, joyas, objetos —unos deslumbrantes y bellísimos, otros casi detestables— y dejarse apoderar por el estupor. Perdido entre la pasmosa escenografía, te conmoverá, de alguna forma, el alucinado empeño de Dalí en desentrañar miserias y grandezas, miedos y sueños trémulos y oscuros. Allí está una copia del asombroso montaje de 1935 Rostro de Mae West utilizable como apartamento, los emocionantes retratos de Gala, los dibujos espléndidos de juventud. Allí está también, en la cripta, el cadáver del propio Dalí, embalsamado y con un cetro —ay, el poder, qué importante es para un hombre tan obsesionado, como él, con la inmortalidad— entre sus manos, mandando sobre el destino de su población tantos años después de muerto.

Ya de camino a Roses, la carretera es, como en un juego de opuestos, la cara exactamente inversa a lo que siempre se ha oído sobre el paisaje ampurdanés: en vez de árboles suaves, civilizados campos y riachuelos, te acompañan en la ruta viejas fábricas de ladrillo rojo destartaladas, complejos logísticos, negocios de piscinas de tamaños y formas inimaginables, concesionarios de coches, enormes tiendas de jarrones, macetas gigantes y ejércitos de enanos de jardín en perfecta formación, almacenes colosales de alcohol para turistas como el Wine Palace y establecimientos de venta de figuras de plástico —amenazantes gorilas y elefantes sonrientes de cinco metros— para parques de atracciones y minigolfs.

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Foto: Leslie Jones (CC BY-ND 2.0)
No temas. A lo lejos, imperturbable, te espera la magnificencia del Pení, la montaña que crece, abrupta, junto a Roses, a ras de mar, la que debes escalar con tu coche hasta llegar al otro lado, donde está Cadaqués. Es en esta segunda carretera, con el zigzag de las curvas cerradas y cada vez más empinadas —hay que subir gran parte de los seiscientos metros del macizo—, donde intuyes la atracción feroz de lo que está más allá de la enésima curva. El paisaje es casi pelado, y mientras subes y subes, la vista se escapa hacia abajo, donde no hace tanto tiempo podías ver, con espanto, restos de coches accidentados en forma de amasijos de hierro de colores desvaídos.

El ascenso continúa y, cuando crees que ya no puedes más, empiezas a bajar y, en un requiebro, como una iluminación, emerge, a modo de isla, el pueblo de Cadaqués.

Decía Pla que la vida en el Mediterráneo es «terrena y angélica, pobre y solar, prodigiosa y miserable». En invierno, en días de otoño o a principios de la primavera, entiendes lo que quiere decir: notas que el pasado, a veces, engancha, porque intuyes la tranquilidad del pueblo pesquero, el desasosiego cotidiano y dulzón, la aceptación de la fatalidad y una cierta alegría biológica.

Ahora Cadaqués no tiene pescadores y vive de los turistas, a los que probablemente desprecia en secreto, no sin cierta razón. Atrapado en su propia belleza, ensimismado, en 2010 el pueblo recibió la visita de una delegación china con el anuncio de que, a más de doce mil kilómetros, en Xiamen, querían construir otro Cadaqués: un proyecto de ciudad de vacaciones inspirada en esta población. «Estamos muy ilusionados», dijo en aquel entonces el alcalde del pueblo, Joan Borrell, «al fin y al cabo la copia siempre levanta expectación para conocer el original, como pasa en las obras de arte». La delegación china jamás había pisado antes las calles del pueblo, pero se habían enamorado de él por internet. La ilusión de esa imagen es, ciertamente, embriagadora. Como bien saben los publicistas y demás vendedores de momentos, este rincón mantiene, prácticamente intactos, todos los elementos de la iconografía mediterránea.

En cualquier caso, sabemos que Dalí —cuya familia tenía una casa de veraneo por estos parajes— dejó dicho que era el pueblo más bonito del mundo. Y quizás lo es, pero intuyes un mudo trazo de desolación. Probablemente es debido al paisaje de pizarra oscura y el gris de los olivares, que le proporciona, a su vez, una luz única. Es una tristeza que puede derivar también de la nostalgia de una viva y extraordinaria belleza pasada. Antes, el paisaje de Cadaqués había sido de colores centelleantes: en las laderas había miles de viñedos, verdes en verano, furiosamente rojos en otoño. A finales del siglo XIX la llegada de la filoxera, desde los vecinos viñedos franceses, acabó con todas las cepas.

Da igual. Como un imán, estas extrañas piedras, esta luz, atraparon a artistas de todo el mundo, especialmente aquellos que, en algún momento, comulgaron con el surrealismo: Paul Éluard, Luis Buñuel, René Crevel, André Breton, Man Ray o Marcel Duchamp. Este último llegó hasta este pueblo por vez primera en 1933 y, tiempo después, entre 1958 y 1968, lo convirtió en su destino de veraneo ininterrumpido. Se dedicó a jugar al ajedrez en el bar Melitón, frente a la bahía, y a hacer cosas para sus sucesivos apartamentos en el pueblo: puertas, ventanas, chimeneas, toldos. Se hizo amigo del ebanista, del sastre, de los albañiles, de los artesanos del pueblo.

No obstante, el sello de distinción de Duchamp era la ociosidad. Algunos le llamaban «el ingeniero del tiempo perdido» por su empeño en dejar pasar las horas sin ninguna ocupación especial. Su máxima era que no debe cargarse la vida con demasiado peso, y que el oficio de vivir debe tomarse como un desafío reposado, sereno y despreocupado. Ya desde joven Duchamp se enfrentó a todo lo que consideraba un límite. Sin ir más lejos, a los veinticinco años decidió dejar de pintar, hastiado de las veleidades artísticas y la estrechez de miras de los propios artistas supuestamente más vanguardistas de la época.

Sin embargo, a pesar de su indolencia, Duchamp nunca dejó de hacer cosas. Entre otras, se dedicó —de forma reposada pero implacable— a atacar la idea de productividad y mercancía en el mundo del arte. Para empezar, firmaba todo lo que le pedían con la intención de devaluar su propia obra. Exactamente todo lo contrario de lo que hacía Salvador Dalí, que firmaba lienzos en blanco para ganar todo el dinero posible. Los dos —curiosamente, ambos hijos de notario— fueron amigos toda la vida.

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Foto: Michele Ursino (CC BY-SA 2.0).
Pero dejemos Cadaqués y pensemos en Portlligat. Para llegar allí la mejor opción es dejar aparcado el coche e ir a pie, paseando entre caminos griegos, de romero, luz y piedra con el mar de fondo. Tropezarás con la ermita de Sant Baldiri —blanca y diminuta, con apenas cuatro humildes bancos de madera en su interior— y con un hermosísimo cementerio. Ya estás a un paso del verdadero hogar de Gala y Salvador Dalí. Lo sabes porque vislumbras, entre eucaliptos, los huevos gigantes y las dos cabezas calvas de maniquís enamorados del terrado, y porque empezarás a oír el murmullo de la fuente del jardín.

Portlligat era un diminuto puerto de pescadores, de aguas quietas y hermética bahía, cuando Dalí decidió comprar allí una barraca en 1930: su padre, escandalizado y furibundo, había decidido expulsarlo del hogar paterno por su relación adúltera con Gala y por haber escrito: «a veces, por gusto, escupo sobre el retrato de mi madre». El notario Dalí, además, había dado orden de que nadie lo acogiera en Cadaqués, y llegó a denunciar a Gala por tráfico de cocaína. Este asunto Dalí «es un fenómeno típicamente ampurdanés: las antipatías familiares», dejó dicho Pla.

En todo caso, el pintor no quiso renunciar a estos paisajes y, al adquirir la pequeña casa de pescadores de Portlligat, consiguió que su destierro no fuera más allá de unos kilómetros de la casa de veraneo de su familia. Y aquí renació como incontestable artista total. En sus propias palabras: «me he construido sobre estas gravas; aquí he creado mi personalidad, descubierto mi amor, pintado mi obra, edificado mi casa. Soy inseparable de este cielo, este mar, estas rocas». Un lugar apartado de todo y todos. Según él, Portlligat es «uno de los lugares más áridos, minerales y planetarios de la tierra: las mañanas ofrecen una alegría salvaje y marga, ferozmente analítica y estructural. Los atardeceres son en muchas ocasiones morbosamente tristes; los olivos, brillantes y animados por la mañana, se metamorfosean en un gris mineral como el plomo».

La casa de Dalí —que era inicialmente diminuta y creció poco a poco, «como una verdadera estructura biológica, por brotes celulares», dijo el pintor— es un hermoso y cálido laberinto blanco. Hay un oso polar disecado, una zona de la piscina que es un paraíso kitsch, miradores que dan a la bahía mil veces pintada, retratos minúsculos de Velázquez, preciosas chimeneas y un juego de espejos que consigue que se vean los primeros rayos de luz del día —los primeros en toda la Península— directamente desde la cama, situada a varios metros de la ventana. En el paseo por la vivienda, una de las cosas que más impactan es el tamaño tan reducido de su estudio, donde pintó gran parte de su obra, presidido por un chasis metálico con poleas para manejar los lienzos de gran tamaño.

Dalí consiguió que no se edificara nada más en Portlligat, y tomó posesión, para siempre jamás —incluso después de muerto—, de esta tierra extraña. Frente a su casa, una humilde cabaña de pescadores lleva el nombre de Ja en tinc prou («Ya tengo bastante»), y uno se plantea si se refiere al histrionismo del pintor, al aluvión de turistas venidos desde todos los lugares del mundo, a la pétrea quietud del paisaje o a una combinación de todo ello.

De vuelta al coche, el destino es el fin del mundo. Al cabo de Creus llegas por una carretera bellísima, un punto lunar. El paisaje, fruto de la erosión del viento y el salitre, es furiosamente arcaico, sin apenas rastro humano: musgo, piedra oscura y agua. Es «donde los Pirineos llegan al mar, en grandioso delirio geológico», escribió Dalí, quien intentó atrapar su imperturbabilidad en el lienzo de El gran masturbador, entre muchos otros. Este es, a su vez, el paisaje de La edad de oro, de Luis Buñuel.

Conforme te aproximas al mar, empiezas a ver gigantescas rocas plegadas sobre sí mismas, casi flexibles. Hay que seguir las curvas hasta llegar al faro, donde muere la carretera rodeada de acantilados. Tu paseo acaba en el exacto paisaje imaginado por Julio Verne en su novela El faro del fin del mundo. En 1970 Kirk Douglas, Samantha Eggar y Yul Brynner contemplaron las mismas rocas y cielo cuando vinieron a filmar la película basada en el libro. Ya puedes aparcar y dejar de conducir.

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Foto: Kate Fisher (CC BY 2.0).
FIGUERES

Comer y dormir: Hotel restaurante Durán.

CADAQUÉS y PORTLLIGAT

Comer: restaurante Casa Anita.

Dormir: Hotel Misty.

CABO DE CREUS

Comer: restaurante Cap de Creus.

Dormir: tu coche.
https://www.jotdown.es/2019/07/te-g...cia-parajes-surrealistas-del-emporda-catalan/
 
Baiona: veraneo de manta y jersey
Historia no falta aquí porque la patrona de la villa es Santa Liberata, virgen y mártir, la primera mujer crucificada en el siglo II de nuestra era
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SeguirPedro García Cuartango
Actualizado:22/07/2019 12:07h

Hay en la parte vieja de Baiona una fuente con dos caños en la que reza una inscripción que advierte de la prohibición de lavar la ropa so pena de pagar una multa de hasta 80 reales. Fue construida en 1863 por Ventura Misa, un bodeguero jerezano que se enamoró de la villa.

Baiona, situada a unos 20 kilómetros de Vigo, era entonces un enclave pesquero. Cientos de hombres vivían de la captura de la sardina en las costas de las Rías Bajas, cuyos habitantes no pisaban las playas que hoy están tan concurridas. «Ya no hay marineros en el pueblo. Ningún padre quiere que sus hijos continúen el oficio. Solo quedan dos barcos grandes. La tradición pesquera ha desaparecido», lamenta Xuxo López Méndez, antiguo patrón de la cofradía local de pescadores y memoria viva de la población.

«Nada es como era en mi infancia. Echo en falta la tranquilidad que había en la vecindad y la seguridad. Las casas del pueblo tenían dos puertas que siempre estaban abiertas», comenta Xuxo, que tuvo que emigrar a Alemania en los años 70 para ganarse el sustento en la pesca de altura en el Gran Sol.

Este hombre, curtido en los mares y desengañado por las contrariedades de la vida, recuerda el tren que partía de Vigo y que llegaba hasta los muelles de Baiona, cerrado hace algunas décadas, que facilitaba los flujos comerciales y humanos entre ambas localidades. Y menciona que había un bello balneario decimonónico en la playa Concheira, una de las siete de las que disfrutan hoy los turistas.

Aseguran que las frías aguas de esta playa, abierta al océano, tienen propiedades curativas, pero lo mismo podría decirse de las otras, especialmente de la de Frades, situada bajo la muralla del parador. Entre Frades, el punto más occidental de Baiona, y el continente americano no hay nada, tan sólo miles de kilómetros de agua salada.

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En esta fuente, hay una inscripción que advierte de la proihibición de lavar la ropa so pena de 80 reales
El parador fue mandado construir por el general Franco a mediados de los años 60 para promocionar el turismo en la zona. Apunta la leyenda que se resistió porque las obras eran muy costosas. Hoy es una referencia de la ciudad. Está situado en un promontorio amurallado desde el que se observa la bahía que llega hasta el puerto de Panjón con playa América al otro lado.

Es posible rodear el recinto del parador, edificado sobre un palacio en ruinas, a través de un camino asfaltado al borde del mar mientras las olas baten las rocas. Este paraje es una península, que se convertía antaño en una isla en la época de tormentas, llamada Monte Boi o Monterreal.

Se dice que el pirata Francis Drake asoló esta fortificación y también que Julio César llegó con sus naves hasta estas tierras décadas antes del nacimiento de Jesucristo. Historia no falta aquí porque la patrona de Baiona es Santa Liberata, virgen y mártir, la primera mujer crucificada en el siglo II de nuestra era.

Azaroso viaje
Durante varios siglos, el pueblo fue tierra de marca entre España y Portugal, muy vinculado a la Corona de Castilla. En 1493, Alonso Pinzón arribó con su carabela a Baiona tras un largo y azaroso viaje de vuelta de la expedición comandada por Colón. Hoy se conserva una réplica de la nave en el puerto, que puede ser visitada por los turistas, que quedan asombrados por sus reducidas dimensiones.

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Xuxo López es un antiguo patrón de la cofradía local de pescadores
Pero la historia ha quedado atrás y Baiona atrae desde hace cuatro décadas a un turismo interesado por la belleza del paisaje y una gastronomía basada en el pescado de la zona y el marisco. Cientos de personas se dan cita todas las tardes en el núcleo histórico de la ciudad, donde decenas de establecimientos compiten con una oferta variada a precios razonables.

El restaurante más emblemático de la ciudadela era O Refuxio d’Anton, cerrado hace dos veranos, una especie de taberna donde se podía degustar una excelsa tortilla de patatas. Era de los pocos sitios de España donde uno se podía poner morado por diez euros. El único y no menor problema era la cola que había que aguardar hasta ser llamado para sentarse en una mesa. O Refuxio sigue con las persianas bajadas con un cartel que dice: «se alquila».

Pero Baiona guarda un secreto que la hace imbatible: su clima. Con días en julio en los que la temperatura no suele sobrepasar los 26 grados y tardes y noches en las que hay que ponerse un jersey y dormir con manta. Ignoro el motivo, pero a las dos o tres de la madrugada empieza a soplar un viento que viene del mar que invita a los noctámbulos a recogerse.

«Había hace más de un siglo un jefe de aduanas de Badajoz, llamado Covarsi, que veraneaba aquí con toda su familia. Decía que lo que más le gustaba del lugar era salir por la noche a tomar una copa en alpargatas», relata Jesús Rubio, afincado en Madrid y nacido en Terzaga, un pequeño pueblo de Guadalajara, que, tras veranear en el parador hace más de dos décadas, decidió comprarse una casa desde la que se pueden ver las Islas Cíes, uno de los paraísos naturales menos conocidos de España.

Echar el ancla
Rubio conoce tan bien la historia de Baiona como su oferta gastronómica y sale casi todas las tardes en su barco para echar el ancla cerca de una playa y bañarse. «El único inconveniente es que el agua suele estar a 17 grados, o sea, muy fría. Pero compensa el esfuerzo», subraya. Compensa, sin duda, venir unos días a Baiona para observar cómo se pone el sol bajo el Atlántico en esta «Finisterre» de las Rías Bajas, espectáculo del que se puede disfrutar con un vaso de albariño, como hace Rubio desde su terraza.

Pero no siempre es posible contemplar el atardecer, porque, como asegura Xuxo López, el tiempo es muy cambiante en la zona y se puede pasar en muy pocas horas de un amanecer lluvioso a un mediodía esplendoroso. Se dice por estos lares que «de Portugal ni bon vento ni bon casamento». El buen tiempo siempre viene del norte, corroboran los lugareños.

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El restaurante más emblemático de la ciudadela cerró hace dos veranos
Baiona es también un enclave para pasear por los caminos cercanos a la ribera o los que suben a sus montañas, donde pastan caballos salvajes y se puede uno topar con los restos de una aldea celta. Como paseante, sigo esperando que algun día se me aparezca una meiga en el bosque en un cruce de senderos.

Y es que Baiona, ciudad granítica, de pazos y caminos que nunca se sabe a donde te llevan, abierta a los vientos del mar, es el escenario ideal para pasar un verano entregado a las andanzas y la lectura. No en vano Gonzalo Torrente Ballester gustaba sentarse en una cafetería del paseo marítimo para escribir. Hay una estatua suya en La Ramallosa, donde el maestro vivió unos años.

«Dicho sin pasión, en mis viajes por todos los mares, nunca he encontrado un lugar tan bello como éste», concluye Xuxo López, con un tono contagioso de nostalgia. Y es que Baiona siempre será Baiona, un sitio donde veranear con manta y jersey y donde se puede salir a tomar una copa con los amigos en alpargatas.
https://www.abc.es/cultura/abci-baiona-veraneo-manta-y-jersey-201907221139_noticia.html
 
Turismo de tragedia: diez lugares marcados por la desgracia
Visitar los lugares marcados por la desgracia se ha convertido en una tendencia a la hora de viajar
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¿Turismo de tragedia? O, lo que es lo mismo, turismo macabro. Visitar los lugares marcados por la desgracia se ha convertido en una tendencia a la hora de viajar. Y es que ahora, al planear una escapada, los monumentos más famosos de una ciudad o los bellos paisajes de los alrededores ya no son suficientes.

Hacer un tour por los rincones en los que ocurrió una catástrofe es uno de los ingredientes imprescindibles para que la experiencia sea completa. Con Civitatis podéis recorrer el mundo a través de los diez destinos que han sido escenario de los hitos más trágicos de la historia. ¿Os atrevéis?

Hiroshima y la bomba atómica
Conocer el lugar donde ocurrió una de las mayores catástrofes es todo un privilegio para los amantes del turismo negro. Si Japón está en vuestra lista de destinos pendientes, la excursión a Hiroshima y Miyajima desde Osaka es un imprescindible. Con Civitatis, seréis testigos del horripilante episodio que marcó el final de la Segunda Guerra Mundial en los lugares más simbólicos de la ciudad nipona: la Cúpula de la bomba, el Parque de la Paz o el Monumento a los Niños.

Sarajevo: viaje a la Guerra de Bosnia


Viajar al pasado más reciente de la historia de Bosnia significa conocer uno de sus mayores conflictos bélicos. La Guerra de Bosnia, que tuvo lugar entre 1992 y 1996, dejó en Sarajevo múltiples cicatrices que aún se palpan en el ambiente de la ciudad. Para entrar en contexto, solo tenéis que apuntaros al tour de la Guerra de Bosnia, un paseo por la época más oscura del país balcánico. Visitaréis el Túnel de la Esperanza, que conectaba Sarajevo con el territorio libre, veréis las marcas de bala o el cementerio del monte Trebevic. ¿Sabíais que es el más antiguo de Europa?

Un 11 de septiembre fatídico
Muchos recordaréis el 11 de septiembre de 2001. Esta fecha dejó huella en todos los corazones de Nueva York y el World Trade Center quedó desolado tras el brutal atentado terrorista. Hoy en día se puede recorrer la llamada Zona Cero con la entrada al Memorial y al Museo del 11-S. Durante esta visita, Civitatis os dará la oportunidad de rendir homenaje a las más de 3.000 víctimas mientras contempláis los restos de las Torres Gemelas o el impactante material recuperado de los escombros.

El Toledo de la Inquisición
Si queremos remontarnos a la Edad Media, Toledo es el lugar ideal para ello. Y es que la capital manchega fue una de las ciudades españolas en las que la Santa Inquisición dejó huella. El tour de la Inquisición es un paseo por el casco antiguo de la localidad que os hará viajar al pasado a través de la historia de este tribunal. Os detendréis en los rincones donde los católicos presenciaban las humillaciones y torturas a los judíos. ¿Alguien ha dicho brujería? Podréis averiguarlo…

Un recuerdo a las víctimas de Chernóbil
Abril de 1986. Norte de Ucrania. El accidente nuclear de Chernóbil ha sido uno de los grandes desastres medioambientales de todos los tiempos. Para ver de cerca las consecuencias de aquel fatídico acontecimiento, no hay más que hacer un tour a Chernóbil y Prípiatdesde Kiev. Allí descubriréis la celebérrima ciudad fantasma, sus calles abandonadas, las instalaciones secretas de la URSS y el icónico parque de atracciones. ¡Os dejará sin habla!

Los túneles de la Guerra de Vietnam
Desgraciadamente, en muchas ocasiones, hablar de Vietnam es hablar del conflicto bélico que se produjo a mediados del siglo XX. Durante los veinte años de tragedia, los soldados vietnamitas construyeron una red de galerías subterráneas para refugiarse. ¿Queréis conocerlos? No tenéis más que reunir dos requisitos: estar en Ho Chi Minh y tener sed de aventura. Civitatis hará el resto con la excursión a los túneles de Cu Chi. ¿Quién se atreve a adentrarse en las profundidades de la tierra?

El naufragio del buque de los sueños
Si os dicen «naufragio», ¿cuál se os viene a la mente? Probablemente siempre os acordéis del Titanic, el buque de los sueños. Ahora podéis revivir la renombrada tragedia náutica con la entrada al Museo del Titanic de Belfast, en la misma ciudad donde fue diseñado el lujoso transatlántico. Se trata de la mayor exposición del mundo sobre el legendario barco. Tened por seguro que, cuando entréis, sentiréis que formáis parte de los pasajeros y que embarcáis rumbo al desdichado viaje a América.

San Francisco y su Roca
¿Sabéis cuál es la cárcel más famosa del mundo? Conocida como La Roca, Alcatraz se alza en una isla de la bahía de San Francisco y hasta ella solo se puede llegar por mar. Si tenéis planeado viajar a la popular ciudad californiana, no podéis dejar de cruzar los muros de la escalofriante prisión. Hacerlo es posible con el tour de San Francisco + Alcatraz. Navegaréis hasta allí y recorreréis las instalaciones que han visto pasar a presos como Al Capone. ¡Incluso podréis entrar en una de las celdas!

Auschwitz: el retrato del horror
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Campo de Auschwitz
Una de las razones que lleva a muchos a viajar a Polonia es entrar en el campo de concentración más famoso del mundo. Auschwitz - Birkenau se construyó a unos 70 kilómetros al oeste de Cracovia como la «Solución Final al Problema Judío». La excursión a Auschwitz - Birkenau, uno de los tours con más éxito de Civitatis, os llevará hasta esta cárcel sin salida. En ella atravesaréis las espeluznantes alambradas y rememoraréis cómo llegaban los prisioneros en las vías del tren, uno de los rincones más emblemáticos. Una visita que no podréis olvidar nunca.

La furia del Vesubio
Si hay algo esencial para hacer durante un viaje a Nápoles es una tour a Pompeya, la ciudad romana que fue sepultada por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79. Podréis caminar entre los restos de la catástrofe en el yacimiento arqueológico mientras contempláis el indomable volcán italiano al fondo. Figuras de víctimas cubiertas por la lava, antiguos palacios destrozados… ¡Pompeya merece una visita!

https://www.abc.es/viajar/noticias/...-marcados-desgracia-201908030113_noticia.html
 
Friburgo en 18 hoyos
ESCAPADA SUIZA
    • MARÍA CANALES
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  • 6 AGO. 2019 02:08
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Vista de la parte baja medieval de Friburgo desde la torre de la Catedral. M.C.
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Un peculiar 'recorrido' de golf lleva a algunos de los puntos más emblemáticos de la bonita ciudad suiza, la gran 'olvidada' de los turistas a su paso de Ginebra a Zúrich

Colgada de un promontorio rocoso en un meandro del río Sarine, la pequeña y discreta Friburgo (no confundir con la localidad alemana) es una de las joyas desconocidas de la Suiza prealpina occidental. Equidistante unos 150 km de las cosmopolitas Zúrich (al norte) y Ginebra (al sur), la ciudad, de las villas más importantes de la Edad Media en su día, es una de las grandes desconocidas por los turistas, en favor de la vecina Berna, capital del país helvético, a tan sólo 30 km.

La orografía de la encantadora ciudad hace que esté dividida en dos partes: la alta, moderna y bulliciosa, y la baja, un remanso de paz a orillas del río, donde se ubica el maravilloso casco antiguo medieval, delimitado por las murallas y los acantilados. Empinadas callejuelas, serpenteantes escaleras empedradas y un funicular comunican estas dos zonas. También, los autobuses urbanos, aunque lo más recomendable para empaparse del ambiente local es caminar, ya sea verano o invierno, y perderse entre calles para ir descubriendo sus ideales rincones, los miradores, sus plazuelas con coloridas fuentes y esculturas, los puentes, las más de 200 fachadas góticas del siglo XV y demás patrimonio.

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Catedral de San Nocolás y el edificio del Ayuntamiento (delante).
Para hacerse una idea de cómo es Friburgo, es obligado visitar a la catedral gótica de San Nicolás (edificada entre 1182 y 1490, en la parte alta de la villa, junto a la plaza del Ayuntamiento) y subir los 365 escalones hasta lo alto de su torre principal (precio: 3 euros). Desde el mirador al aire libre a 74 m de altura (las panorámicas son espectaculares), se distinguen perfectamente el entramado del casco antiguo, los restos de la muralla, algunas de las 14 torres que la formaban y el gran baluarte, así como las casas colgadas de los acantilados del río, los puentes -desde el más antiguo del s. XIII, el de Berna, hasta el más reciente, el de la Poya, de 2014- y la parte alta, con sus palacetes y la Universidad.

GOLF EN MEDIO DE LA CIUDAD
Para conocer mejor Friburgo y hacerlo más amena también para los más pequeños, el consistorio ha puesto en marcha una original iniciativa: un imaginario campo de golf de 18 hoyos que pasa por algunos de los más importantes e históricos enclaves de la villa. ¿En qué consiste? Se trata de hacerse con un palo y una bola de gomaespuma que, como si de un minigolf se tratara, hay que meter en el hoyo, para luego, apuntar los golpes en una tarjeta. Todo ello lo provee la oficina de turismo, además de un mapa con el recorrido (plaza Jean-Tinguely 1; precio: 9 euros/adultos y 5 euros/niños). El itinerario (circular, de 8,5 km) es reconocible por los banderines azules, junto a los agujeros donde hay que embocar la bola a pocos metros, repartidos por la ciudad.

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Banderín del recorrido turístico de golf de Friburgo.
El hoyo 1 del recorrido está a la entrada del Funicular, en la parte alta. Una vez jugado, hay que bajar al casco antiguo. Se puede ir andando o en la mencionada cabina, una joya de 1899 que no funciona con un motor, sino que se impulsa por las aguas depuradas de la ciudad (precio: 3 euros). Una vez abajo, el recorrido, totalmente flexible, lleva a otros bonitos enclaves, como el Puente de San Juan (hoyo 3), con preciosas perspectivas de las casas colgadas; la Abadía de Maigrauge (hoyo 4), convento cisterciense e iglesia del s. XIII; la Planche-Inférieure (hoyo 6), una explanada junto al río rodeada de encantadoras casas medievales; el puente de piedra Milieu (hoyo 7), con bonitas vistas de la catedral, y los jardines Derrière-les-Jardinse (hoyo 8), un parque desde donde se puede luego acceder al hermoso puente de madera de Berna, el más antiguo de la ciudad (construcción inicial en 1270), que cruza al único barrio de la localidad en el que se habla solamente en alemán (el resto es francófono).

Desde allí, el itinerario sigue por el moderno puente de Zaehringen (hoyo 10), que lleva nuevamente a la parte alta de Friburgo; el Hospital des Bourgeois (hoyo 17), una construcción de 1667, muy cerca de la Universidad, y, para finalizar, por los jardines de Grand-Places (hoyo 18), o de los artistas, en pleno corazón de Friburgo, junto a la estación y justo detrás del original Teatro del Equilibrio, un vanguardista edificio de 2011, cuyo auditorio acoge a 700 personas.

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El puente de Berna, de madera.
EL LAGO NEGRO
Si no se tiene coche (se recomienda sacar el Swiss Pass para viajar a precios reducidos y conseguir descuentos en la entrada de monumentos y atracciones en todo el país), el completo sistema de autobuses urbano de Friburgo (la estación está junto a la de tren) facilita la posibilidad de salir de la ciudad y acceder a la multitud de maravillosos parajes que la rodean. Uno de ellos, y de obligada visita, es Schwarzsee, también llamado el Lago Negro. Situado a 30 km en los Alpes Friburgueses (el bus 123 tarda unos 50 minutos, desde 6 euros/trayecto), este idílico lugar, al que se llega después de atravesar interminables praderas salpicadas de flores y vacas, granjas, queserías y bosques, es un espectacular centro de vacaciones presidido por un lago, en el que se puede nadar (en aguas sulfurosas a 22 grados) y practicar deportes acuáticos en verano o patinar sobre sus aguas cuando se congelan, en invierno. Rodeado de verdes montañas que alcanzan los 2.000 m de altitud, es un paraíso para senderistas, además de para los amantes del esquí, snowboard, raquetas..., ya que es también una estación invernal (22 km de pistas). Un telesilla sube a Riggisalp/Kaiseregg (2.185 m), donde hay una cafetería con las mejores vistas. Es el punto de partida para excursiones de montaña muy variadas: más de 200 km de caminos para hacer a pie y 180 km de rutas para ciclistas de montaña, todas señalizadas. También es el lugar perfecto para sentarse en el mirador, respirar aire puro, aprovechar para sacar fotografías y disfrutar del paisaje, de la tranquilidad y del sonido no muy lejano de los cencerros de las vacas, que pastan plácidamente haciendo equilibrios imposibles en las laderas de las cumbres prealpinas.

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El Lago Negro (Schwarzsee).
DÓNDE DORMIR
Hotel Alpha | Rue du Simplon, 13 | desde 100 euros. Cómodo hotel moderno y funcional a pocos pasos de la estación central y junto a una de las principales calles comerciales de Friburgo. Cuenta con todas las comodidades (wifi gratuita), párking privado (12 euros) y ofrece un abundante y variado desayuno.

La Rose Fribourg | Morat, 1 | desde 104 euros. Emblemático hotel que ocupa un elegante edificio del siglo XVII en el centro de la ciudad, frente a la Catedral y a la plaza del Ayuntamiento.

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El Lago Negro, desde Riggisalp.
DÓNDE COMER
Situado en la parte baja de la ciudad, en una tranquila plaza junto al puente medieval de San Juan, Le Sauvage (Planche-Supérieure 12), en el hotel del mismo nombre, es un reconocido restaurante de la ciudad de cocina de autor elaborada y de impecable presentación. Cuenta con tres menús degustación diferentes (desde 80 euros) y es imprescindible pedir la tabla de quesos de postre. Precisamente, los gruyer y el vacherin son los protagonistas del plato por excelencia friburgués: la fondue de queso. Son reconocidas las de Café du Midi (Romont 25), que tiene hasta siete variedades (la sencilla, desde 25 euros/persona). Escondido en un edificio antiguo en madera rústica, colgado en la roca sobre el río, Belvédère (Grand-Rue 36) es uno de los restaurantes con mejores vistas de la ciudad. Es obligado sentarse en su terraza. Tiene carta para comer y cenar, pero también es un punto de reunión para tomar cerveza, un café... A orillas del río, en lo que fue la fábrica de gas, Le Port de Fribourg (Planche-Inférieure, 5) es un bistró con mucho ambiente rodeado de jardines y huertas urbanas, ideal para beber algo con música en directo o tomar alguno de sus sencillos menús ecológicos. Para degustar las exquisiteces locales, quesos, chocolates, pasteles y dulces tradicionales, además de verduras recién traídas de la huerta, todos los sábados se organiza un mercadillo en la plaza del Ayuntamiento, junto a la catedral.

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El gruyer, el queso friburgués por excelencia.
CÓMO LLEGAR
Iberia y Swiss Air vuelan directo a diario a Zúrich y Ginebra (290 euros). Desde ambos aeropuertos, el tren conecta en hora y media con el centro de Friburgo, por unos 30 euros/trayecto (más información, www.swisstravelsystem.com).

https://www.elmundo.es/metropoli/otros-planes/2019/08/06/5d40336ffdddffc40b8b460b.html
 
Viajar para visitar una ciudad maravillosa mientras en las nuestras construimos barrios horribles. Si se pusiera un poco de esmero en construir barrios acogedores, en lugar de inmensas cajas de zapatos, a lo mejor podríamos ser felices simplemente con salir a la puerta de casa.
Viajar para llevar a los niños a un gran parque de atracciones porque en nuestras ciudades no pueden jugar en la calle.
Viajar para comer o comprar productos típicos del lugar y terminar comiendo en el burguer porque ya no queda nada típico; si quieres algo típico, te lo compras en tu ciudad en El Corte Inglés.
Viajar para ver el cuadro de la Gioconda y no poder ni entrar en la sala porque está abarrotada de gente; para eso lo miras en internet que además viene bien explicado.
Para disfrutar, descansar, comer algo típico y no verte rodeada de una multitud, nada como ir al pueblo, comprar en los mercadillos locales, sentarse en el banco del parque y entrar un rato a la iglesia vacía para refrescarte y meditar un poco.
 
Estas son las playas que prohíben fumar en España
Viernes, 9 agosto 2019 - 02:09
Una iniciativa nacional llamada 'Playas sin humo' ha sido adoptada por siete CCAA y se ha implementado en 115 litorales. En algunos fumar o arrojar una colilla puede suponer una multa económica de hasta 3.000 euros

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Una imagen de las Islas Baleares. EM
La contaminación de las playas y los océanos se ha convertido en un eslogan de la crisis medioambiental. No hay que ir muy lejos para dar con las imágenes desgarradoras de este fenómeno: tortugas atrapadas en botellas de plástico, una gaviota alimentando a su cría con una colilla de cigarro, un océano donde las bolsas de plástico nadan como medusas y que tendrá más plástico que peces en su interior en 2050. Una iniciativa nacional llamada Playas sin humo pone su granito de arena y apuesta por mejorar las condiciones en las playas al prohibir que se fume en ellas.

Esta regulación ha sido adoptada por siete Comunidades Autónomas pero se rige por ayuntamientos, ya que se considera una competencia municipal. Las CCAA que se han sumado a esta iniciativa son Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Cataluña, Galicia y Murcia. En total hay 118 playas que han implementado este programa y la lista la encabeza Galicia, que cuenta con una red de más de 80 litorales donde se siguen estas recomendaciones.

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Además de reducir el humo y prevenir los efectos nocivos que tiene tanto para los fumadores activos como los pasivos, uno de los ejes centrales es limitar la basura. En este sentido, el Principado de Asturias ha resaltado que el 14% de los residuos de sus playas provienen de colillas de cigarro, que además pueden tardar hasta 10 años en degradarse. De acuerdo con un informe del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo esta situación es una amenaza para el medio ambiente, ya que en España se fuman unos 89 millones de cigarrillos al día, lo que supone 32.455 millones de filtros desechados anualmente en el país.

GALICIA
La primera Comunidad en implementar y promover esta medida fue la Xunta de Galicia en 2016. De momento, cuenta con una red de más de 80 playas que practican esta regulación, aunque ninguna impone multas por fumar. La región está extendiendo este programa y se aplicará a un total de 141 playas, tanto marítimas como fluviales, en 64 Ayuntamientos durante este verano.

LAS PLAYAS LIBRES DE HUMO EN GALICIA
  1. Playa de Barraña
  2. Playa de Chamoso
  3. Playa de Arou
  4. Playa de Lingunde
  5. Playa de Quenxe
  6. Playa Santa Isabel
  7. Playa de Almieiras
  8. Playa de A Fragata
  9. Playa de Bares
  10. Playa de Perbes
  11. Playa de Pequeña de Miño
  12. Playa de A Cruz
  13. Playa de Bastiagueiro
  14. Playa Santa Cristina
  15. Playa de A Concha
  16. Playa de Morouzos
  17. Playa de Río Azor
  18. Playa de Mourillá-Os Botes
  19. Playa de Meirás
  20. Playa de Coto
  21. Playa de Río Ladra
  22. Playa de Río Azúmara
  23. Playa de O Torno
  24. Playa Río Miño-Xustás
  25. Playa de A Rapadoira
  26. Playa de Río Tronceda
  27. Playa de Río Miño-da Cova
  28. Playa de Caolín
  29. Playa de Vidreiro
  30. Playa de Xilloi
  31. Playa de Abrela
  32. Playa de Río Miño-Santa Isabel
  33. Playa de Esteiro (1)
  34. Playa de Esteiro (2)
  35. Playa de As Conchas
  36. Playa de Magros
  37. Playa de Río Tiroia
  38. Playa de Río Edo-Caldelas
  39. Playa de Río Cenza
  40. Playa de Area Grande
  41. Playa de A Barbeira
  42. Playa de dos Frades
  43. Playa de A Ribeira
  44. Playa de A Concheira
  45. Playa de A Ladeira
  46. Playa de Santa Marta
  47. Playa de Area de Bon
  48. Playa de Portomaior
  49. Playa de Lapamán
  50. Playa de Lagos
  51. Playa de Melide
  52. Playa de Río Ulla-Peirao
  53. Playa de Portocelo
  54. Playa de As Canas
  55. Playa de Madorra
  56. Playa de Area das Pipas
  57. Playa de Río Verdugo
  58. Playa de Cesantes centro
  59. Playa de Cesantes derecha
  60. Playa de Arelonga
  61. Playa de Panadeira
  62. Playa de Silgar
  63. Playa de Baltar
  64. Playa de Caneliñas
  65. Playa de Río Miño-Areeiros
  66. Playa de Río Miño-Penedo
  67. Playa de Con da Mina
  68. Playa de Almieiras
  69. Playa de A Fragata
  70. Playa de A Vila
  71. Playa de A Gafa
  72. Playa de Arnela
  73. Playa de O Pozo
  74. Playa de Ornanda
  75. Playa de As Cunchas
  76. Playa deTanxil
  77. Playa de A Torre
  78. Playa de Cabeceira
  79. Playa de Laño
  80. Playa de Xiorto
ASTURIAS
Por su parte, el Principado de Asturias ha establecido este año por primera vez una pequeña red de playas en las que no se puede fumar, al igual que en Galicia, sin sanciones. Se trata de un programa piloto que se está llevando a cabo en cuatro playas de dos ayuntamientos y que el Principiado busca extender a más playas en 2020.

CATALUÑA
Cataluña también ha sido una de las primeras comunidades en implementar esta regulación, pero a diferencia de Galicia su extensión ha sido mucho más limitada. En 2018, el jefe de prevención y control del tabaquismo de la Consejería de Salud, Josep Maria Suelves, afirmó que quiere "conseguir que lo más normal sea no fumar. Nos hemos acostumbrado a ver como normal no tener tabaco en el trabajo o en un bar y ahora queremos que esta percepción se amplíe a zonas al aire libre". Actualmente, en ninguna de estas playas catalanas hay infracciones por fumar.

BALEARES
El archipiélago balear cuenta con dos playas libres de humo en la isla de Ibiza y tres en Mallorca. De momento, ninguna de éstas impone sanciones. En un comunicado a finales de abril, la Conselleria de Salud explicó que se trata de una propuesta voluntaria y velarán por evitar que nadie fume en estos sitios, si bien la Policía Local no podrá sancionar a los fumadores.

MURCIA
En Murcia hay siete playas en las que no se puede fumar. De momento, no imponen ninguna sanción.

ANDALUCÍA
En la región andaluza sólo hay una playa "libre de humo". Ésta se encuentra en la provincia de Granada y la sanción por arrojar colillas pueden llegar hasta los 3.000. La Junta ha anunciado un proyecto con el que busca promover que todas las playas de la región sigan el mismo camino, sin embargo cada ayuntamiento se adhiere a esta recomendación de acuerdo a su criterio.

Cuando se dio a conocer este proyecto, a finales de mayo, el consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, declaró que la iniciativa tiene el doble objetivo de "promover hábitos saludables para mejorar la salud y la calidad de vida, aumentar la calidad ambiental y disminuir la contaminación y mejorar la imagen de las costas".

CANARIA
Las playas sin humo de esta CCAA se concentran en la isla de Gran Canaria. En la localidad de Mogán, se encuentran 10 de estas playas, y las sanciones pueden llegar a 400 euros por fumar en la playa y 1.800 euros por arrojar colillas. Por otra parte, en Las Palmas de Gran Canaria se aprobó una consulta ciudadana en diciembre de 2018 en la que casi el 90% de los ciudadanos votó a favor de hacer una playa sin humo e imponen una multa de hasta 300 euros por fumar. Sin embargo, si esta sanción se paga en los primeros 10 días, se puede reducir a 150 euros.

Se espera que esta propuesta se expanda en los próximos años a más ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Aunque en muchos litorales esta regulación se implementa como una recomendación, sin multa o sanción, tiene como objetivo no sólo promocionar un estilo de vida saludable, sino también proteger a los hábitats que cada vez se ven más afectados la basura.

https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/07/31/5d415bfe21efa0dd188b457c.html
 
Viajar en avión, con los problemas que hay cada vez más de huelgas, mala calidad en las aerolíneas, incumplimientos de las condiciones, la contaminación que producen los aviones, pensemos ¿es necesario viajar a otro continente para disfrutar de unas vacaciones? ¿no hay mil sitios cercanos donde podemos pasarlo bien sin tantos problemas?
 
El hotel de Tokio con un simulador de vuelo dentro de la habitación
El Haneda Excel Hotel Tokyu conecta con el Aeropuerto Internacional de Haneda y permite «pilotar» un Boeing 737-800 durante 90 minutos
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SeguirPaloma Santamaría@palomasantamari
Actualizado:08/08/2019 01:14h

Un hotel de aeropuerto puede parecer una opción aburrida para pasar el trámite de una noche de espera para enlazar con el siguiente vuelo pero lo cierto es que en los últimos años muchos de estos alojamientos se están convirtiendo en una alternativa más que agradable para pasar las horas muertas. Si la pasada primavera era el aeropuerto de Changi, en Singapur quien inauguraba un edificio de 134 mil metros cuadrados con la cascada interior más alta del mundo dentro de un centro comercial con 280 tiendas y un hotel, el YotelAir, con 130 habitaciones, ahora es elHaneda Excel Hotel Tokyu, directamente conectado a la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Tokio-Haneda, quien sorprende a sus huéspedes con la primera habitación del mundo con un simulador de vuelo en su interior, bautizada como Superior Cockpit Room.

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El alojamiento ha querido celebrar sus 15 años de vida con este simulador que permite realizar un vuelo de un Boeing 737-800, un pequeño jet de pasajeros, similar al que se usa en la formación de pilotos.

El hotel ofrece dos opciones. En la primera el huésped tiene acceso a la habitación donde está instalado el simulador sin opción a pasar la noche. Eso sí, podrá disfrutar durante 90 minutos de la auténtica sensación de pilotar la nave, despegar y aterrizar en el aeropuerto de Haneda al aeropuerto de Itami todo bajo la guía de un ex capitán de ANA (All Nippon Airways). Las dos sesiones posibles son a las 12:00 y a las 14:30 y la tarifa ronda los 270 euros.

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La otra opción sí permite pasar la noche en la habitación pero no conducir el simulador tan solo podrá disfrutar de la sensación de estar en la cabina del piloto y contemplar el despegue y aterrizaje en el aeropuerto de Haneda.

https://www.abc.es/viajar/alojamien...o-dentro-habitacion-201908080114_noticia.html
 
Cinco rutas de tren para viajar a través de la historia
Desde viajes transalpinos hasta la ruta mediterránea, itinerarios para desconectar sobre raíles
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@abcviajar
Actualizado:10/08/2019 02:10h
Cuántos peldaños tienen los monumentos más altos del mundo

Si hay un medio de transporte que ha marcado la historia de Europa, ese es sin duda el tren. Así, ha sido el medio de transporte que primero ha conectado todos los países del viejo continente y, actualmente, las posibilidades de recorrerlo sobre raíles son casi infinitas. Desde viajes transalpinos, para los amantes de la montaña; los que conectan las grandes capitales europeas, para los que prefieren vacaciones más urbanitas; hasta la ruta mediterránea que une España e Italia por la costa, para los que prefieren viajar siguiendo el mar. Además de sus innumerables rutas, el tren es el medio de transporte más ecológico, más práctico y para muchos también el más disfrutable ya que deleita al viajero durante su recorrido con inmejorables vistas en muchos de sus itinerarios. Algunos de estos han marcado un hito en la historia de Europa o han sido escenario de las adaptaciones cinematográficas de auténticos best-sellers. La plataforma de viajes Omio, propone una selección de estas rutas inspiradoras, donde la aventura comienza en el vagón:

Londres-París, con Eurostar
Salvar la distancia entre ambas urbes es posible con Eurostar, el nombre comercial de los servicios ferroviarios de alta velocidad prestados por Eurostar International Limited y que comunican la ciudad de Londres con París y Bruselas, a través del Eurotúnel (túnel del Canal de la Mancha). Los trenes circulan a una velocidad de 300 km/h, realizan distintas paradas en el sur de Reino Unido, Francia y Bélgica y la duración del viaje es de alrededor de dos horas y veinte minutos. Ruta desde 80€

Fort William-Mallaig
Una línea con una magia especial, que une Escocia e Inglaterra .Es conocida por haber inspirado a J.K Rowling, y ser escenario de las películas de Harry Potter. Se trata del tren que tomaban los jóvenes magos en el mítico andén de King's Cross, el 9 3/4, cuya pared debían atravesar para llegar a la escuela de Hogwarts. Durante toda la ruta se puede apreciar un paisaje de cuento, a través del viaducto de Glenfinnan, que deja espectaculares bosques y lagos, a su paso. Ruta desde 64 €

Stockton-Darlington
En 1830 se inauguró la primera línea de ferrocarril interurbano, la línea entre Liverpool y Mánchester. La vía utilizada era del mismo tipo que otras anteriores. En 1825, George Stephenson construyó la Locomotion para la línea entre Stockton y Darlington, al noreste de Inglaterra, que fue la primera locomotora de vapor que arrastró trenes de transporte público. Ruta desde 7 €

Milán- Zúrich
El Tunel bajo de San Gotardo es un túnel ferroviario construído bajo los Alpes en Suiza, que atraviesa el Macizo de San Gotardo en los Alpes Lepontinos. Con una longitud de 57,09 km, es el túnel ferroviario más largo y profundo del mundo, y es la ruta más rápida y segura para atravesar el escarpado sistema montañoso suizo. Disponible desde 2016, ha logrado reducir el tiempo anterior de viaje de casi cuatro horas entre Zúrich y Milán a dos horas y media. Ruta desde 76 €

Florencia- Roma
La línea que une ambas ciudades, conocida como ferrovia direttissima Firenze-Roma, fue la primera línea de alta velocidad en Europa. Se inauguró en 1927 y fue completada en mayo de 1992, hasta que su tiempo de duración se redujo a una hora y veinte minutos. La vía, de 237.5 kilómetros, supone la forma más rápida y práctica de sortear la distancia entre ambas urbes. Ruta desde 50 €

https://www.abc.es/viajar/noticias/...jar-traves-historia-201908100210_noticia.html
 
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