MARILO MONTERO

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No se le ha ocurrido a esta cateta otra cosa que defender el Toro de la Vega como una fiesta fantástica y un "torneo"que se celebra desde hace cientos de miles de años.
Hay veces, cuando una oye este tipo de cosas, que me avergüenzo de ser española.¿Cómo una periodista que trabaja en una tv pública que pagamos todos puede llevar semejante aberración a un programa y encima defenderlo?

Sres. vecinos de Tordesillas :Jamás visitaré su tierra mientras no erradiquen semejante asesinato a un pobre animal,y es que ya lo decía mi abuelo .......el peor animal el de dos patas.
 
Yo no lo veo una metedura de pata. Ella dice lo que piensa y ya está. Eso sí, su opinión sobre la fiesta me parece repugnante, como el evento en sí. Sabe perfectamente que es una celebración muy polémica y ella se posiciona, en una cadena y con un gobierno que defiende el maltrato de los toros. Nada nuevo bajo el sol.
 
esa tal Marilo, va de sobrada, y piensa que lo que ella dice, sienta catedra. Que lastima de gente, y que tengamos que aguantar todo esto.
Que esta de cara a un publico, y por mucho que pienses, supuestamente, que deberían matar a un violador, por ejemplo, pues mejor estaría guardándose su opinión.
Y con esto del toro, pues ya la ha liado.
 
No se le ha ocurrido a esta cateta otra cosa que defender el Toro de la Vega como una fiesta fantástica y un "torneo"que se celebra desde hace cientos de miles de años.
Hay veces, cuando una oye este tipo de cosas, que me avergüenzo de ser española.¿Cómo una periodista que trabaja en una tv pública que pagamos todos puede llevar semejante aberración a un programa y encima defenderlo?

Sres. vecinos de Tordesillas :Jamás visitaré su tierra mientras no erradiquen semejante asesinato a un pobre animal,y es que ya lo decía mi abuelo .......el peor animal el de dos patas.

Me sumo a tu opinion.
Saludos.
 
Ya me parecía a mí que tardaba mucho en liarla. Que defienda el maltrato animal, me parece muy grave. Verguenza de tve. Vivo hace muchos años en Holanda, y cuando retrasmiten corridas de toros en la tve internacional, me avergüenzo profundamente.
 
Lo que opine esta imbécil me importa un bledo pero que pontifique y siente cátedra en una cadena de televisión pública me indigna y me subleva. Como me indigna y me subleva que se sigan subvencionando esa barbarie llamada por este infraser Montero y otros bárbaros como ella "la fiesta".
Como me indigna y me subleva que se tiren cabras desde un campanario, se revienten cerdos, se decapiten gallos vivos, se desmiembren patos o se convierta a un toro en una bola de fuego. Nada, todo muy normal y muy civilizado.
http://www.thinkfuture.es/archives/2605
Como me indigna y me subleva que se subvencione "la fiesta" pero que se recorten ayudas en educación, investigación, dependencia o prestaciones sociales.
Estos infraseres se merecen, como poco, ser encerrados en una plaza rodeados de toros bravos que los corneen y despedacen, teniendo una agonía muy pero que muy lenta, para así poder demostrar su "bravura", su "valentía" y su "fiereza".
Al periodista Alfonso Lafora lo han amenazado de muerte por escribir un libro titulado "El trato a los animales en España".

http://www.animanaturalis.org/576

A cualquier persona ajena a esta lamentable costumbre que acuda a esta masacre en Tordesillas para documentarla gráficamente, sin levantar la voz, la acosan y la agreden física y verbalmente estos "nobles" y "heroicos" homínidos bípedos que se dicen humanos.
Una opinión como la de Arturo Pérez-Reverte no tiene cabida en TVE pero sí la de la impresentable Montero.
Oiga, Mariló, ¿con qué elocuente opinión nos iluminará próximamente? ¿Se manifestará a favor de la mutilación genital femenina ya que algunos también la defienden como "tradición ancestral"?
 
Última edición:
La "Fiesta" de los toros y la educación pública
http://blogs.publico.es/otrasmiradas/988/la-fiesta-de-los-toros-y-la-educacion-publica/
Concepción Fernández Villanueva

Directora del departamento de Psicología Social de la Universidad Complutense

Norbert Elías en su libro El proceso de la civilización, defiende la idea de qué la sociedad humana ha evolucionado mostrando una permisividad a la violencia cada vez menor. Es decir, reduciendo las tasas de violencia permitidas y los umbrales de tolerancia a la violencia. Como ejemplo señala Elías que en Inglaterra se abolió la caza del zorro a finales del siglo XIX al considerarla un espectáculo especialmente desagradable y sádico. La retirada fue un acto político en línea con unos principios más aceptables de educación pública.

Vamos a desmenuzar en que consiste la “fiesta” de los toros, ¿nuestra? Fiesta Nacional. En síntesis, consiste en aprovechar un rasgo biológico de un animal (que tiene una pauta instintiva de embestir) para enfrentarse a él en desigualdad de condiciones, torturarlo y terminar matándolo.

Los elementos sustantivos que componen esta fiesta son dos: la muerte de un animal y la valentía de un ser humano. Pero no se sitúan los dos en la misma medida, no son equidistantes. Lo más sustantivo, lo más importante y sin lo cual no existiría la fiesta, es la muerte del toro. Otros espectáculos en los que los humanos juegan con el toro, la charlotada por ejemplo, también son posibles, pero eso no es la fiesta taurina. El espectáculo de la charlotada, casi ya desaparecido en España, es devaluado y cómico, mientras el de la muerte es el genuino y apreciado. Así que no nos engañemos: la fiesta taurina es principalmente la visión del espectáculo de la muerte de un animal tras una tortura. El toro está destinado a morir y la picadura y las banderillas le preparan para ello. Sabemos también que las banderillas y la lanza picadora utilizada desde un caballo producen dolor, por mucho que los forofos de la fiesta
de toros no lo quieran reconocer. Es más, parece que la sangre que fluye de las picaduras no solamente no la asocian con el dolor sino que la disfrutan. La imagen del toro sangrando, con las banderillas clavadas, sobre todo si corre o embiste, es un icono de la fiesta de los toros a ser utilizada para anunciarlos y para convocar a los espectadores a la “fiesta”.

Por mucho que se vista de muerte exquisita, ya que el arte del torero es importante en el disfrute del espectador, mucho menos en el sufrimiento del toro, en ningún caso la muerte tras tortura puede ser una muerte exquisita. Ni noble, ni valiente. Los toros son calificados de nobles si no realizan astucias, tretas inesperadas y entran al capote con claridad, lo cual le sirve simplemente para lucimiento del torero o como mucho para que la muerte sea un poco menos dolorosa (por ejemplo muera a la primera estocada de torero o después de varias.) De la limpieza y eficacia rápida de sus estocadas depende en parte el reconocimiento del público, pero el núcleo de la fiesta consiste simplemente que alguien con cierta valentía, pero sabiendo que la probabilidad de daño es muy incierta, se enfrenta con un animal cuya muerte es segura.
No obstante, el riesgo del torero y su miedo, también son incluidos en el espectáculo, comercializados y consumidos, en la exhibición de las ceremonias de rezo antes de la corrida, en la actitud y la pose mientras se enfrenta animal, en las maneras como reta o se acerca al toro. La escenificación de su peligro es buscada y fomentada, es fotografiada y exaltada. Acompañada por el público cuando esquiva el peligro, con el aliento contenido por la identificación con el torero y el conocido grito de ¡Olé…!

Imaginaos que el espectáculo se realizara con un oso, un oso que se defendiera de la presencia humana. Que atacase y por ello podía ser matado de la misma manera que un toro. Pensémoslo por un momento. La imagen de un oso matado en una plaza de toros ¿no os resulta especialmente sádica? Por qué no ocurre lo mismo con la matanza de un toro que, al fin y al cabo, es más próximo a nosotros, más conocido y menos salvaje?
Vamos a ponernos en la mente de un niño, de 7 años, por ejemplo, en pleno proceso educativo y socializador, que asista a un espectáculo taurino. Lo cual es muy probable, ya que la fiesta es emitida por la televisión pública un domingo cualquiera en horario infantil. Los animales son sumamente relevantes en la mente de los niños. Depositan en ellos su afectividad. Son queridos y humanizados, proyectan sobre ellos sentimientos y comprenden sus simples acciones. Se reconocen en ciertos rasgos de ellos; por eso son utilizados en las series infantiles, como protagonistas o personajes secundarios, porque los niños identifican fácilmente con su torpeza, sus sentimientos básicos.


Si un niño, seguramente apenado y asustado por su identificación con el sufrimiento del toro, pregunta por qué están matando a ese toro ¿qué podemos responder? ¿Porque tenemos que demostrar que un torero es valiente? ¿Porque los toros de lidia nacen para ser matados? ¿Para mantener los puestos de trabajo de los toreros? ¿Para mantener el
negocio de la cría de toros? ¿Para mantener el atractivo turístico de España y seguir ganado dinero a costa del Spain is different? y ¿Que aprende el niño de todo eso? y ¿Que aprende y refuerza el adulto? Aprenden o refuerzan la idea de que estamos justificando la tortura de un animal por una serie de razones económicas o psicológicas, disfrazadas de valores como valentía o nobleza. Pero la falacia del valor y la valentía se pone de manifiesto cuando analizamos las coordenadas del enfrentamiento y queda de manifiesto que la lucha es desigual y asimétrica, sino ¿porque lo picamos y lo llenamos de banderillas? Y en ese caso ¿qué necesidad tenemos de enfrentarnos a un animal al que sabemos que vamos a ganar? La falacia del valor nobleza, que se suele aplicar al toro, queda también de manifiesto cuando dicha nobleza consiste únicamente en que embiste de la forma esperada y no realiza trucos sorpresivos ni demasiado astutos, en cuyo caso se le llama “traicionero” (ya que no se conforma con su previsible muerte y actúa por sorpresa o inesperadamente)

Para que un niño (y después adulto) acepte el sufrimiento de un animal, para qué soporte la fiesta de los toros u otra en la que se torture animales, hay que legitimar la fiesta, minimizar el dolor del animal. Lo mismo ocurre con los adultos. Esta justificación legitimación que se produce en la infancia es la que mantenemos cuando somos adultos y, en el caso de las corridas de toros, no es para nada natural. No es natural disfrutar del dolor de los humanos ni de los animales, ni en los niños ni en los adultos. Se hace aceptable socialmente tras un proceso de legitimación. Legitimación que una vez conseguida se puede generalizar, aplicar a otros hechos, procedimientos o actos.
La legitimación de la violencia es más frecuente de lo que parece, a pesar de la premisa , tan popularizada como inexacta, de que toda violencia es mala. La legitimación de la violencia y su transformación en espectáculo ha sido es muy frecuente en la historia. Recordemos algunas costumbres, por muy desagradables que nos resulten. Las escenas de circo romano en los cuales se echaba a los cristianos a las fieras. O los espectáculos de ajusticiamiento de criminales públicamente, que tan bien se describen en el libro El perfume”. Los disidentes de Roma, los cristianos eran arrojados a las fieras, los condenados por un crimen eran ajusticiados en el contexto de un espectáculo público, con su dimensión de disfrute de sadismo canalizado hacia los condenados, los delincuentes o disidentes.

En esos dos espectáculos y en otros muchos, también había unos espectadores que, por supuesto, legitimaban estas acciones que presenciaban. Quizás, algunos hasta las disfrutaran. Dichas razones eran aceptables para ellos y no lo serian ahora para nosotros.

Para justificar la violencia y más aún, su espectacularización, hay que argumentarla sólidamente. Encontrar razones que la hagan aceptable. En el análisis de cualquier acto de violencia subyace un guion, que sintetiza las razones utilizadas en la legitimación. En el caso de la fiesta de los toros el guion seria el siguiente: Me enfrento con un ser peligroso, utilizo mi mejor conocimiento y la ayuda de otros, le engaño, aprovechando sus pautas instintivas de comportamiento para después matarle. La argumentación legitimatoria de la parte de la “fiesta” que consisteenfrentarse con un toro que, ya en sí misma, me parece insuficiente. Podría ser aceptable si la lucha fuese en igualdad de condiciones. Pero repito, la lucha es desigual y asimétrica. Así que no se encuentra un motivo legitimador, aceptable, muy claro para realizar ni para reconocer esa lucha desigual destinada de antemano al fracaso de uno de los contendientes. La legitimación del espectáculo es aún más insuficiente e inaceptable. Si además de ser innecesario y desigual, lo celebramos, lo aplaudimos, disfrutamos, y lo pagamos, el guion previo y sus supuestos valores quedan bastante más devaluados. Pero, desgraciadamente, esos son únicos argumentos legitimadores que aprendemos en la fiesta de los toros.Para niños y adultos, asistir a una corrida implica un aprendizaje del ejercicio de violencia, una legitimación de la violencia sádica encubierta por exaltación y la consideración heroica de los toreros.

La aceptación de violencia y los umbrales de tolerancia a ella han ido cambiando a lo largo de la historia. No se ha perdido nada sustancial en las sociedades por ello, ni se ha destruido la cultura de los pueblos. Se ha sustituido por otros actos simbólicos más acordes con los valores humanos de empatía con el dolor de los seres humanos y animales. Para cuando dejaremos nosotros de disfrutar de la mal llamada “fiesta” de los toros?

 
Sobre chusma y sobre cobardes
http://arturoperez-reverte.blogspot.com.es/2011/12/sobre-chusma-y-sobre-cobardes.html

Se me han cabreado unos vecinos de Tordesillas porque el otro día califiqué de chusma cobarde a la gente que se congrega cada septiembre para matar un toro a lanzazos mientras la junta de Castilla y León, pese a las protestas de las sociedades protectoras de animales, mira hacia otro lado y se lava las manos en sangre, con el argumento de que se trata de una tradición y un espectáculo turístico. No sé si es que los llamara chusma o los llamara cobardes, o las dos cosas, lo que pica el amor propio de mis comunicantes. El caso es que se dicen «lanceros de Tordesillas, y a mucha honra», y preguntan cómo yo, que alguna vez he escrito que me gusta asistir de vez en cuando a una corrida de toros, me atrevo a hablar así de lo que desconozco, o sea, de «un duelo atávico y mágico, un combate de la bravura contra la inteligencia, un ritual de valor y de bravura que se celebra desde tiempo inmemorial». Exactamente eso es lo que dicen y lo que preguntan. Así que, con el permiso, de ustedes, se lo voy a explicar. Despacito, para que me entiendan.
Amo a los animales. Por no matarlos, ni pesco. Tengo un asunto personal con los que exterminan tortugas, delfines, ballenas o atún rojo. También prefiero una piara de cerdos a un consejo de ministros. Creo que no hay nada más conmovedor que la mirada de un perro: mataría con mis propias manos, sin pestañear, a quien tortura a un chucho. Sostengo que cuando muere un animal el mundo se hace más triste y oscuro, mientras que cuando desaparece un ser humano, lo que desaparece es un hijo de put* en potencia o en vigencia. Eso no quiere decir, naturalmente, que caiga en la idiotez de algunas sociedades protectoras de animales que dicen que cargarse a un bicho es un acto terrorista. Incluso, como apuntaban mis comunicantes, cada año voy un par de veces a los toros. Cada cual tiene sus contradicciones, y una de las mías es que me gustan el temple de los toreros valientes y el coraje de los animales nobles. Es una contradicción -tal vez la única, en lo que tiene que ver con los animales- que asumo sin complejos; y sólo diré, en mi descargo, que nunca me horroricé cuando un toro mató a un torero. Al torero nadie lo obliga a serlo; y a cambio de jugarse la vida, gana dinero. Si no murieran toreros, cualquier imbécil podría estar allí. Cualquier cobarde podría dárselas de matador de toros. Cualquier mierdecilla podría justificar por la cara, sin riesgo, su crueldad y su canallada.

Yo he visto matar. Con perdón. Matar en serie. He visto hacerlo de lejos y de cerca, a solas y en grupo, y me he formado ciertas ideas al respecto. Una de ellas es que degollar y cascar tú mismo, cuando toca, forma parte de la condición humana; y que son las circunstancias las que te lo endiñan, o no. También tengo una certeza probada: muy pocos son capaces de matar cara a cara, de tú a tú, jugándosela sólo con su inteligencia y su coraje, si alguien no les garantiza impunidad. Recuerdo a verdaderas ratas de cloaca incapaces de defender a sus propios hijos enardecerse en grupo y gallear, pidiendo sangre ajena, cuando se sentían respaldados y protegidos por la puerca manada.
Conozco bien lo miserable, cruel y violento que puede ser un individuo que se sabe protegido por el tumulto. También leo libros, vivo en España, conozco a mis paisanos, y sé que para linchar y apuñalar por la espalda, aquí, somos unos artistas. Lo hacemos como nadie. Por eso, que media docena de tordesillanos, o más, se quejen porque a estas alturas de la feria me asquea lo del toro de la Vega y me cisco en los muertos de los lanceros bengalíes, me tiene sin cuidado. Lo dije, y lo sostengo.

Llamar combate, torneo y espectáculo de épica bravura a miles de fulanos acosando a un animal solitario y asustado, y después trata de héroes a una turba enloquecida por el olor de la sangre, que durante media hora acuchille hasta la muerte al toro indefenso, refugiado en un pinar, y que luego salga la alcaldesa diciendo que «el combate fue rápido y ágil», y que el Aquiles de la jornada, o sea, el cenutrio que le metió el primer lanzazo, alardee, como el año pasado, de que «el toro estaba a la defensiva y se escondía en los arbustos, así que era difícil alancearlo», es un sarcasmo, una barbaridad y una canallada. Se pongan como se pongan. Al menos, en las plazas de toros el animal tiene una oportunidad: empitonar a su verdugo, de tú a tú. El consuelo, tal vez, de llevarse por delante al cabrón que lo atormenta. Así que, por mí, todos los heroicos lanceros de la Vega pueden irse a hacer puñetas.

25 de mayo de 2003
 
Yo soy tan defensora de los animales que me duele matar las arañas y hormigas de mi casa.Si puedo las salvo llevándolas a otro sitio.¿Quién soy yo para quitar vidas,pienso?
Y estoy absolutamente en contra de esas torturas a animales grandes.
Pero me gustaría que los famosos defendieran también a los seres humanos, a los españoles,que ahora están padeciendo innecesariamente porque en urgencias se triplica el tiempo de espera y en salas atestadas de gente,porque se tardan años en operar,porque se echan a los enfermos de los hospitales cuando aún necesitan atención médica o no se dan calmantes o tratamientos de dolor porque son caros.Eso es también una forma de tortura.
 
Última edición:
No se le ha ocurrido a esta cateta otra cosa que defender el Toro de la Vega como una fiesta fantástica y un "torneo"que se celebra desde hace cientos de miles de años.
Hay veces, cuando una oye este tipo de cosas, que me avergüenzo de ser española.¿Cómo una periodista que trabaja en una tv pública que pagamos todos puede llevar semejante aberración a un programa y encima defenderlo?

Sres. vecinos de Tordesillas :Jamás visitaré su tierra mientras no erradiquen semejante asesinato a un pobre animal,y es que ya lo decía mi abuelo .......el peor animal el de dos patas.

Parece mentira Pochola que haya que decir esto a estas alturas, después de tantos siglos como lleva el hombre sobre la Tierra, una obviedad como que disfrutar con el sufrimiento, la tortura, de inocentes, indefensos animales es no sólo indefendible sino que hay que erradicarlo. Tienes toda la razón. Para mí la crueldad y su defensa es como mínimo síntoma de enfermedad mental, por no decir del alma.

Hay algo que no funciona bien en la gente que participa de esto, que lo defiende y que incurre en aberraciones como esta. Creerán que están sanos, pero están enfermos.
 
la crueldad con los animales nos define. las corridas de toros, el toro de la vega, los toros embolados, los galgos ahorcados, las peleas de perros, el abandono animal en general .. así nos ven desde fuera, esa es la imagen que damos, de pais basto, bruto, tercermundista, panderetoso, sin sensibilidad. y me muero de la rabia porque no puedo hacer nada para evitarlo.
desde las protectoras de animales, cientos de perros van todos los años a alemania, noruega y otros países de europa. lo que aquí abandonamos y maltratamos de cualquier manera, allí los cuidan y quieren.
 

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