Marie-France Bokassa, la hija del "último emperador" de África relata su dura vida

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Marie-France Bokassa, hija del "último emperador" de África, relata en un libro su dura infancia junto al "monstruo". Tras dos intentos de su***dio, ha roto su silencio e intenta hacer las paces con el pasado y su herida.
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Marie-France Bokassa, hija del "último emperador" de África.GETTY
por ELENA CASTELLÓ

9 JUL 2019


Marie-France Bokassa lleva un apellido que despierta un genuino terror. Su padre era el general Jean-Bédel Bokassa, convertido en presidente de la República Centroafricana tras un golpe de Estado en 1965 y autoproclamado emperador del África Central en 1976, en una ceremonia -con un trono de oro de 12 metros, capa de armiño y una corona de 6.000 diamantes- en la que gastó un tercio del producto interior bruto del país.

Marie-France es la hija número 34 de los 39 que tuvo Bokassa con sus 17 esposas oficiales. Su madre, de origen taiwainés, las tuvo a ella y a su hermana Marie-Alice con 17 años. A los 19 fue repudiada y regresó a Taiwán para convertirse en monja. Marie-France no volvió a verla. Su padre la envió a un internado suizo con cinco años y a los nueve se la llevó a Francia, a vivir en uno de los nueve castillos que poseía en el país. Se llamaba Hardricourt, estaba en la región de Yvelines, cerca de París, y allí se instalaron ella y 10 de sus hermanos y hermanas. Bokassa fue depuesto en 1979 y eligió esa construcción del siglo XVIII, de 500 m2 en una colina bañada por el Sena, para exiliarse junto a "la cruel madrastra Filomena".

Siempre quise a mi padre y le acepté, aunque fuera injusto y violento con nosotros".

Hoy Marie-France Bokassa, de 44 años y madre de tres hijos, es la única de sus hermanos que vive cerca del castillo de su infancia, en Meulan-en-Yvelines. También es la única que ha hablado abiertamente de su cruel infancia y adolescencia, y ha decidido hacerlo en un libro biográfico, El castillo del ogro, recién publicado en Francia por la editorial Flammarion.


Lo que cuenta es que aquella vida fue el reverso tenebroso de un cuento de hadas. Vivían recluidos, sometidos a la ira violenta de su padre y siempre escasos de dinero. Marie-France era la rebelde de los hermanos, se escapaba por una ventana, dormía en el jardín, robaba latas de sardinas en el supermercado y vaciaba los bolsillos de su padre. "Desarrollé un instinto de protección contra su dictadura familiar, sentía que mi deber era proteger a mis hermanos para que no les faltara de nada -cuenta-. En realidad, todavía hoy, aunque mis hermanos más cercanos no hayan aceptado mi libro, deben saber que he escogido abrirme a los medios de comunicación para protegerlos a todos".

La ira del megalomaniaco Bokassa se desataba por cualquier cosa. Les ponía en fila, y de rodillas, para azotarles. Pero también había noches en las que les contaba cómo, con cinco años, había presenciado la ejecución de su padre, por rebelarse contra la autoridad colonial. Hablaba también de su educación militar y de los sueños que tenía para su país. Les decía a sus hijos que deseaba que retomaran ese testigo algún día.

Durante años, temí desvelar mi fragilidad. Pero con este libro me he dado permiso para llorar".

Bokassa, que combatió junto al general De Gaulle en la II Guerra Mundial, logró ascender al calor de una Francia atraída por las reservas de uranio del país. Pero en 1976 la metrópoli lo dejó caer para acercarse a la Libia de Gadafi; fue depuesto y comenzó un exilio, primero en Costa de Marfil y luego en París. Cuando regresó a su país, en 1986, Bokassa dejó a sus hijos en el más absoluto abandono. En la República Centroafricana le encarcelaron y condenaron a muerte por traición, robo y canibalismo, aunque luego fue indultado y liberado. Murió en 1996 y fue rehabilitado en 2010, pero su nombre sigue siendo sinónimo de derroche, asesinatos rituales, antropofagia y todo tipo de excesos.

El palacio de Hardricourt fue vendido y sus actuales propietarios lo alquilan para celebraciones. Marie-France regenta hoy un salón de té muy cerca de la que fue su casa y ha roto el pacto de silencio que mantenía con sus hermanos, que están furiosos porque haya sacado a la luz las palizas a golpe de cinturón -o de látigo-, las humillaciones o las pesadillas por las acusaciones de canibalismo (su padre les explicó que se trataba de carne de mono; eso les tranquilizó). "Yo ya no quiero seguir viviendo esa mentira -ha explicada en más de una ocasión-. Llegué incluso a plantearme cambiar de apellido. Pero no. Soy una Bokassa y ahora quiero mirar al futuro" A comienzos de su adolescencia, Marie-France huyó del infierno de "su hogar". Desde entonces, es incapaz de dormir más de tres horas seguidas. Todavía le queda mucho que contar, como la búsqueda de su madre, que ha logrado localizar en un convento de religiosas en Taiwán, pero de momento hay partes de su vida que se sigue guardando.

El castillo del horror
Marie-France y sus 10 hermanos vivían en un castillo, sí, pero su vida no tenía nada de aristocrática. Las ventanas estaban enrejadas y no les estaba permitido jugar en el jardín -para evitar tanto a la prensa como a los terroristas-, ni invitar a sus amigos. Se alimentaban de arroz y vivían sometidos a la disciplina militar de un padre irascible, y alcohólico, que les azotaba con el cinturón o el látigo. Los niños rezaban por él, le desvestían, le llevaban a la cama, le servían whisky. Él les insultaba. Cuando el dinero se acababa, desaparecía la calefacción, las tuberías se helaban y los radiadores explotaban. Marie-France nunca tuvo las gafas que necesitaba y compraba chucherías a escondidas para calmar el hambre. Pero, si había invitados, todos los niños fingían.

Mujerhoy ¿Por qué decidió escribir esta autobiografía?

Marie-France Bokassa Para responder a las preguntas que me hacía la gente, que creía que los hijos de Bokassa vivían rodeados de riquezas. Me sentía humillada si me decían: "Usted es la hija del caníbal" o "¿no le da vergüenza, con la miseria que hay en su país?". He sufrido mucho.

M.H. ¿Cómo reacciona la gente al descubrir cuál es su apellido?

M.F.B. Siempre me hablan de los niños supuestamente devorados. Solo me he encontrado con un puñado de gente sin prejuicios capaz de esperar a mis respuestas.

M.H. ¿Y cómo han reaccionado sus hermanos y hermanas?

M.F.B. Algunos de ellos idolatraban a mi padre y solo veían su lado bueno. Antes de nuestra ruptura, cuando se publicó el libro, solía reunir a muchos de ellos y a mis sobrinos en comidas familiares. Ahora, mi relación con la familia se ha cortado y solo veo a mi hermana Marie-Alice. Pero necesitaba contar mi infancia sin hacer trampas. Solo he disimulado una parte de los malos tratos más duros para no atentar contra la intimidad del resto de mis hermanos.

M.H. ¿Se ha reconciliado con su padre? ¿Le quiere?

M.F.B. Siempre le quise y le acepté como era. Aunque encontrara injustas sus decisiones hacia nosotros y fuera muy violento.

M.H. ¿Por qué se estableció cerca del castillo?

M.F.B. Construí mi vida con mis amigos y mis hijos y, al no haber tenido el amor de una madre a la que no conocí, ni el de mis suegras, no me planteé irme de aquí.

M.H. ¿Ya no tiene miedo? ¿Qué queda del terror infantil?

M.F.B. No, el miedo desapareció cuando abandoné el castillo. Lo único que me da miedo soy yo misma, porque hace unos años traté de poner fin a mi vida, dos veces, y gracias a la ayuda de mi psicóloga salí adelante. Durante años acumulé una gran fatiga, padecía insomnio crónico. Pero no podía contárselo a nadie, temía desvelar esa faceta que hacía de mí una mujer frágil.

M.H. ¿Cuál es el recuerdo más doloroso que todavía guarda?

M.F.B. Cuando los servicios sociales se llevaron a cuatro de mis hermanos y hermanas. Del resto no puedo hablar. Esos recuerdos, que son los más duros, se quedarán en ese jardín secreto que llamamos silencio. Es un pacto de familia.

M.H. ¿Diría que ha heredado algunos valores positivos de su padre?

M.F.B. La valentía, el respeto y la perseverancia. El respeto nos lo inculcó, aunque no lo practicó necesariamente.

M.H. ¿Qué emociones le han despertado la escritura y la memoria?

M.F.B. Despertaron en mí una emoción vital que ha estado escondida durante toda mi vida: la de darme permiso para llorar.

https://www.mujerhoy.com/vivir/prot...-hija-dictador-africa-rev-20190708230853.html
 
Marie-France Bokassa, hija del "último emperador" de África, relata en un libro su dura infancia junto al "monstruo". Tras dos intentos de su***dio, ha roto su silencio e intenta hacer las paces con el pasado y su herida.
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Marie-France Bokassa, hija del "último emperador" de África.GETTY
por ELENA CASTELLÓ

9 JUL 2019


Marie-France Bokassa lleva un apellido que despierta un genuino terror. Su padre era el general Jean-Bédel Bokassa, convertido en presidente de la República Centroafricana tras un golpe de Estado en 1965 y autoproclamado emperador del África Central en 1976, en una ceremonia -con un trono de oro de 12 metros, capa de armiño y una corona de 6.000 diamantes- en la que gastó un tercio del producto interior bruto del país.

Marie-France es la hija número 34 de los 39 que tuvo Bokassa con sus 17 esposas oficiales. Su madre, de origen taiwainés, las tuvo a ella y a su hermana Marie-Alice con 17 años. A los 19 fue repudiada y regresó a Taiwán para convertirse en monja. Marie-France no volvió a verla. Su padre la envió a un internado suizo con cinco años y a los nueve se la llevó a Francia, a vivir en uno de los nueve castillos que poseía en el país. Se llamaba Hardricourt, estaba en la región de Yvelines, cerca de París, y allí se instalaron ella y 10 de sus hermanos y hermanas. Bokassa fue depuesto en 1979 y eligió esa construcción del siglo XVIII, de 500 m2 en una colina bañada por el Sena, para exiliarse junto a "la cruel madrastra Filomena".

Siempre quise a mi padre y le acepté, aunque fuera injusto y violento con nosotros".

Hoy Marie-France Bokassa, de 44 años y madre de tres hijos, es la única de sus hermanos que vive cerca del castillo de su infancia, en Meulan-en-Yvelines. También es la única que ha hablado abiertamente de su cruel infancia y adolescencia, y ha decidido hacerlo en un libro biográfico, El castillo del ogro, recién publicado en Francia por la editorial Flammarion.


Lo que cuenta es que aquella vida fue el reverso tenebroso de un cuento de hadas. Vivían recluidos, sometidos a la ira violenta de su padre y siempre escasos de dinero. Marie-France era la rebelde de los hermanos, se escapaba por una ventana, dormía en el jardín, robaba latas de sardinas en el supermercado y vaciaba los bolsillos de su padre. "Desarrollé un instinto de protección contra su dictadura familiar, sentía que mi deber era proteger a mis hermanos para que no les faltara de nada -cuenta-. En realidad, todavía hoy, aunque mis hermanos más cercanos no hayan aceptado mi libro, deben saber que he escogido abrirme a los medios de comunicación para protegerlos a todos".

La ira del megalomaniaco Bokassa se desataba por cualquier cosa. Les ponía en fila, y de rodillas, para azotarles. Pero también había noches en las que les contaba cómo, con cinco años, había presenciado la ejecución de su padre, por rebelarse contra la autoridad colonial. Hablaba también de su educación militar y de los sueños que tenía para su país. Les decía a sus hijos que deseaba que retomaran ese testigo algún día.

Durante años, temí desvelar mi fragilidad. Pero con este libro me he dado permiso para llorar".

Bokassa, que combatió junto al general De Gaulle en la II Guerra Mundial, logró ascender al calor de una Francia atraída por las reservas de uranio del país. Pero en 1976 la metrópoli lo dejó caer para acercarse a la Libia de Gadafi; fue depuesto y comenzó un exilio, primero en Costa de Marfil y luego en París. Cuando regresó a su país, en 1986, Bokassa dejó a sus hijos en el más absoluto abandono. En la República Centroafricana le encarcelaron y condenaron a muerte por traición, robo y canibalismo, aunque luego fue indultado y liberado. Murió en 1996 y fue rehabilitado en 2010, pero su nombre sigue siendo sinónimo de derroche, asesinatos rituales, antropofagia y todo tipo de excesos.

El palacio de Hardricourt fue vendido y sus actuales propietarios lo alquilan para celebraciones. Marie-France regenta hoy un salón de té muy cerca de la que fue su casa y ha roto el pacto de silencio que mantenía con sus hermanos, que están furiosos porque haya sacado a la luz las palizas a golpe de cinturón -o de látigo-, las humillaciones o las pesadillas por las acusaciones de canibalismo (su padre les explicó que se trataba de carne de mono; eso les tranquilizó). "Yo ya no quiero seguir viviendo esa mentira -ha explicada en más de una ocasión-. Llegué incluso a plantearme cambiar de apellido. Pero no. Soy una Bokassa y ahora quiero mirar al futuro" A comienzos de su adolescencia, Marie-France huyó del infierno de "su hogar". Desde entonces, es incapaz de dormir más de tres horas seguidas. Todavía le queda mucho que contar, como la búsqueda de su madre, que ha logrado localizar en un convento de religiosas en Taiwán, pero de momento hay partes de su vida que se sigue guardando.

El castillo del horror
Marie-France y sus 10 hermanos vivían en un castillo, sí, pero su vida no tenía nada de aristocrática. Las ventanas estaban enrejadas y no les estaba permitido jugar en el jardín -para evitar tanto a la prensa como a los terroristas-, ni invitar a sus amigos. Se alimentaban de arroz y vivían sometidos a la disciplina militar de un padre irascible, y alcohólico, que les azotaba con el cinturón o el látigo. Los niños rezaban por él, le desvestían, le llevaban a la cama, le servían whisky. Él les insultaba. Cuando el dinero se acababa, desaparecía la calefacción, las tuberías se helaban y los radiadores explotaban. Marie-France nunca tuvo las gafas que necesitaba y compraba chucherías a escondidas para calmar el hambre. Pero, si había invitados, todos los niños fingían.

Mujerhoy ¿Por qué decidió escribir esta autobiografía?

Marie-France Bokassa Para responder a las preguntas que me hacía la gente, que creía que los hijos de Bokassa vivían rodeados de riquezas. Me sentía humillada si me decían: "Usted es la hija del caníbal" o "¿no le da vergüenza, con la miseria que hay en su país?". He sufrido mucho.

M.H. ¿Cómo reacciona la gente al descubrir cuál es su apellido?

M.F.B. Siempre me hablan de los niños supuestamente devorados. Solo me he encontrado con un puñado de gente sin prejuicios capaz de esperar a mis respuestas.

M.H. ¿Y cómo han reaccionado sus hermanos y hermanas?

M.F.B. Algunos de ellos idolatraban a mi padre y solo veían su lado bueno. Antes de nuestra ruptura, cuando se publicó el libro, solía reunir a muchos de ellos y a mis sobrinos en comidas familiares. Ahora, mi relación con la familia se ha cortado y solo veo a mi hermana Marie-Alice. Pero necesitaba contar mi infancia sin hacer trampas. Solo he disimulado una parte de los malos tratos más duros para no atentar contra la intimidad del resto de mis hermanos.

M.H. ¿Se ha reconciliado con su padre? ¿Le quiere?

M.F.B. Siempre le quise y le acepté como era. Aunque encontrara injustas sus decisiones hacia nosotros y fuera muy violento.

M.H. ¿Por qué se estableció cerca del castillo?

M.F.B. Construí mi vida con mis amigos y mis hijos y, al no haber tenido el amor de una madre a la que no conocí, ni el de mis suegras, no me planteé irme de aquí.

M.H. ¿Ya no tiene miedo? ¿Qué queda del terror infantil?

M.F.B. No, el miedo desapareció cuando abandoné el castillo. Lo único que me da miedo soy yo misma, porque hace unos años traté de poner fin a mi vida, dos veces, y gracias a la ayuda de mi psicóloga salí adelante. Durante años acumulé una gran fatiga, padecía insomnio crónico. Pero no podía contárselo a nadie, temía desvelar esa faceta que hacía de mí una mujer frágil.

M.H. ¿Cuál es el recuerdo más doloroso que todavía guarda?

M.F.B. Cuando los servicios sociales se llevaron a cuatro de mis hermanos y hermanas. Del resto no puedo hablar. Esos recuerdos, que son los más duros, se quedarán en ese jardín secreto que llamamos silencio. Es un pacto de familia.

M.H. ¿Diría que ha heredado algunos valores positivos de su padre?

M.F.B. La valentía, el respeto y la perseverancia. El respeto nos lo inculcó, aunque no lo practicó necesariamente.

M.H. ¿Qué emociones le han despertado la escritura y la memoria?

M.F.B. Despertaron en mí una emoción vital que ha estado escondida durante toda mi vida: la de darme permiso para llorar.

https://www.mujerhoy.com/vivir/prot...-hija-dictador-africa-rev-20190708230853.html

¡Que fuerte!
 
Hay un documental francés (Las esposas de los dictadores) de 4 partes donde entrevistan a una ex esposa de Bokassa y al hijo. La piel de gallina se te pone con lo que cuenta.
Esta en YouTube.
 
Echará de menos los platillos del Castillo? Especialidades como brazos y piernas a las finas hierbas?
 
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