Mar Flores

En los 90, Mar Flores era una de las personas más famosas del país, y su nombre llegaría a ser sinónimo de escándalo. Mar Flores y su entonces amiga la exmiss España Sofía Mazagatos eran la versión patria de Lorelei Lee y Dorothy Shaw en Los caballeros las prefieren rubias: dos chicas de origen humilde que gracias a su belleza y arrestos conquistan a hombres millonarios que las colman de regalos. Sofía Mazagatos era pareja de González de Caldas y Mar de Fernando Fernández Tapias. Hasta Arturo Pérez Reverte les dedicaba artículos en los que no era difícil entender las referencias: “Que una –o varias– señoras estupendas de esas que salen en la prensa del corazón, de profesión modelos, o aficionadas, o francotiradoras profesionales, se lo monten a su aire con millonarios, industriales de campanillas, políticos con mando en plaza, presidentes de clubs de fútbol marchosos y demás personal bien sobrado de viruta, me parece de perlas. Y mucho más si en el intercambio afectivo o carnal correspondiente obtienen del enamorado y ahíto prójimo visones, apartamentos, navidades blancas en esquiódromos de lujo y Mercedes de nueve kilos”.

En el caso de Mar, de su amor con Fernández Tapias no había obtenido solo abrigos de piel valorados en varios millones de pesetas, sino también un papel en la película Resultado final, del prestigioso Juan Antonio Bardem. Se dijo que tras varios años buscando financiación, el director la había conseguido del empresario a cambio de colocar a su novia como protagonista. Cuando se estrenó, las críticas destrozaron el filme y sobre todo la interpretación de Mar. En una anécdota significativa, alguien había pintado en el cartel del cine de la Gran Vía donde se proyectaba la película la palabra “put*”, con lo que el título quedaba en “Resultado final… put*”.

Al estreno Mar ya había acudido con Cayetano Martínez de Irujo. Su relación con Fernández Tapias se rompió cuando ella le dejó por Alessandro Lequio, famoso a su vez por ser el ex de Ana Obregón, asiduo a los platós y a los escándalos de diversa intensidad. El conde Lequio y Mar difieren en las fechas de su relación, pero durante un tiempo ella engañó a su pareja oficial, el prestigioso empresario mayor, con el atractivo y canalla italiano. Era como un culebrón, un vodevil o una novela romántica en la vida real. Entonces, por si faltaba algún elemento más de opereta, apareció el príncipe azul, duque de Arjona y conde de Salvatierra.

Cayetano en los 90 era un soltero de oro conocido por sus numerosos romances. Su misma madre declaraba irónica en sus memorias: “Sería imposible para mí, pese a mi excelente memoria, enumerar las amigas, novias, chicas, lo que sea, que mi hijo tenía y las que le atribuían”. Un nutrido currículum sentimental –la mismísima Infanta Elena, Katia Cañedo, Kika Aparicio, Sonia Martínez– engrandecía la figura y fama de Cayetano, dándole un aire de rompecorazones y de simpático golfo, algo siempre en un contexto positivo. Un nutrido currículum sentimental –Bertín Osborne, Carlos Lozano, Tony Caravaca, su exmarido Carlo Constanza– era, para Mar, garantía de fama, prensa y entrevistas en televisión, pero también de adquirir la peor reputación que puede tener una mujer joven y bella. Cuando Cayetano salió en la portada de ¡Hola! confirmando lo obvio, que tenía una relación con Mar Flores, el país vibró de emoción (y la duquesa de indignación). Ver a la chica de Usera con fama de, como poco, “interesada”, saliendo con el hijo de la duquesa de Alba con la oposición de la familia y de toda la buena sociedad era asistir al triunfo de una heroína de serial o de una advenediza, según a quién se le preguntase. Hasta Terenci Moixincluyó en su novela Chulas y famosas (un libro que empezaba con un diálogo que era toda una declaración de intenciones: “Todas las modelos son unas putas y unas analfabetas” “Mujer, no todas son analfabetas”) un personaje que era un trasunto poco disimulado de Mar Flores, Myrna Lamour.*

*“Escarlata O’Sánchez susurró a la marquesa del Pozo del Tío Raimundo: ¡Hay que ver esa Lamour! Primero el ricachón, después lo que todas sabemos (que tiene tela, por cierto) y ahora va y se enamora del heredero del conde de Hesperia.”*

Al final del libro, Myrna triunfaba sobre las 80 mejores amigas de Miranda Boronat a base de amenazarlas con desvelar sus vergonzosos secretos, que no tenían que ver con la moralidad sino con chanchullos económicos, desfalcos y recalificaciones de terrenos. La buena sociedad madrileña y sevillana se ponía de parte de Myrna, convencían a la familia del heredero el conde de Hesperia de la bondad de la joven, y todo terminaba con una boda que podría haber valido perfectamente como descripción de la de Fran y Eugenia: “El día era radiante, es decir, ese tipo de días que sólo sale cuando hay una Boda del Año. Sevilla estuvo madrugadora”.

Por eso, cuando en la boda sevillana real, Mar se presentó con su mantilla y su vestido de Galliano, todo el mundo quiso ver en ello un paso más en la relación de la pareja. Mar Flores no salía en la foto oficial porque todavía no estaba casada, pero quién sabe si pronto lo estaría. Mientras, los novios y sus familias posaban sonrientes y enamorados. No tardamos mucho en saber que esa estampa de felicidad estaba ensombrecida desde el principio.

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Mar Flores en la boda de Eugenia Martínez de Irujo y Fran Rivera.

En enero de 1999 saltó el escándalo de los escándalos. La revista Interviú publicó en portada unas fotos de Mar Flores y el conde Lequio en la cama, sacadas en la época en la que ella salía con Fernández Tapias. La modelo tuvo que ser ingresada por una crisis de ansiedad, en la que se habló incluso de intento de su***dio. Tiempo después, ella diría sobre Cayetano: “La verdad es que, a pesar de todo, él siempre se portó muy bien conmigo. Sobre todo cuando se publicaron las fotos. Yo me fui al hospital porque mi cerebro dijo basta y no pude soportarlo más”. Quién había sacado las fotos y por qué aparecían ahora publicadas, si se trataba de una venganza contra Mar o simplemente había motivos económicos detrás, ocupó horas de debate televisivo y lanzó a la fama a los hermanos Matamoros. En aquel momento Kiko estaba casado con Marián, la hermana de Mar. Coto acabaría sacando un libro en clave dedicado a Mar, La flor de Usera. En otra vuelta ojiplatante de las cosas, incluso llegó a salir Ana Obregón en Crónicas Marcianasdeclarando que sabía que Cayetano planeaba introducir droga en la maleta de Lequio –su ex y padre de su hijo– para causar su detención y desgracia. Se daba la circunstancia de que Ana y Cayetano habían sido pareja en su juventud. Cayetano presentó una querella y ella acabó retractándose años después, diciendo que había hecho caso de comentarios de gente que pretendía perjudicarles. Aunque Cayetano y Mar siguieron juntos tras este episodio –él acababa de trasladarse al piso de ella en la calle Julio Palacios 26–, la relación acabó por romperse. Diría Mar sobre esto: “A veces pienso que, si él le hubiera echado dos coj*nes, a lo mejor lo nuestro hubiera podido funcionar. Bueno, no es verdad. No hubiera funcionado por muchas razones. Tendría que haber solucionado primero sus propios problemas. Además, su madre le dijo al final, después de estar dos meses en mi casa, que si seguía conmigo le desheredaba”. Cayetano, en una entrevista reciente, no daba el nombre de su exnovia pero se refería a ella en estos términos: “la horma de mi zapato en el peor de los sentidos. Yo, que pensaba que todas las mujeres estaban a mi disposición, saboreé de mi propia medicina: era una mujer maquiavélica y fría, de doble personalidad”. La duquesa zanjaba la historia en su biografía, práctica: “Ha sido uno de los episodios más desagradables que han sucedido en esta Casa. Fue espantoso, una espiral que nos arrastró a todos. Afortunadamente, todo aquello queda ahora muy atrás”.

La relación entre Mar Flores y Cayetano se había roto cuando apareció en órbita una antigua pareja, el empresario Javier Merino. Mar y él se casaron en 2001 y tuvieron cuatro hijos –además del que ya tenía ella de su matrimonio con Carlo Constanza–.
 
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