Luis Buñuel (1900-1983), cineasta aragonés.

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Ese oscuro objeto del deseo / Luis Buñuel, 1977 / Francia / 103 min.
Durante un viaje en tren, de Sevilla a Madrid, el otoñal caballero Mathieu cuenta a sus compañeros de vagón la historia de sus infortunios amorosos con la bailarina Conchita. A partir de su primer encuentro en París, Conchita juega con la obsesión de Mathieu, haciéndolo pasar del deseo a la frustración y del amor al odio más furibundo.
 
Luis Buñuel vuelve a las Hurdes después de 86 años
Salvador Simó presenta en el Festival de Málaga un filme de animación que busca «entender la motivación del director»
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Un fotograma de «Buñuel en el laberinto de las tortugas» - ABC
Lorena López
Redactor
MálagaSEGUIR
Actualizado18/03/2019 a las 02:06

París, 1930. Un joven Luis Buñuel acababa de estrenar su segunda película, «La edad de oro», y no había sido precisamente un éxito. Lo suficiente para que el escándalo que había formado le cerrase las puertas de los proyectos que tenían pendientes e, incluso, para que recibiera una llamada de atención del Vaticano. Así que lo que parecía una alocada proposición termina siendo la mejor opción para el cineasta español: dejar de lado el surrealismo cercano a Salvador Dalí para basarse más en lo humano y denunciar a través de un documental la pobreza desoladora que azotaba en aquel entonces a una región extremeña: Las Hurdes; una de las tierras más deprimidas y abandonadas del país donde las carencias eran tan extremas que ni siquiera tenían pan. Pero Buñuel no encontraba la forma de financiar el proyecto; en París lo trataban como a un apestado. Fue su amigo Ramón Acín -pedagogo, poeta, humorista gráfico y maestro de niños desfavorecidos- quien finalmente le financiaría el documental. «Si me toca la lotería (de Navidad), lo pago yo». Dicho y hecho.

La película animada «Buñuel y el laberinto de las tortugas», que adapta el cómic homónimo de Fermín Solís, recrea el rodaje del documental «Las Hurdes. Tierra sin pan». El que Buñuel y Acín realizaron subidos a un viejo Fiat amarillo con 20.000 pesetas de la época. «Queríamos que fuera una película que emocionara y no un documental», pero sin dejar de contar una historial real. Una basada en una gran amistad. «Al hablar de temas como la búsqueda de la identidad, la miseria, el dolor y la muerte, se necesitaba algo de comedia y de humanidad para compensarlo. Escogimos al personaje de Ramón como un contrapunto para contar la personalidad de Buñuel y se terminó convirtiendo en quien lleva el peso emocional de la historia; solo gracias a él pudimos contar lo que queríamos», asegura el director Salvador Simó en el marco del Festival de Cine de Málaga, donde el filme ha tenido una gran acogida.

El trabajo de Simó utiliza imágenes grabadas por el propio Luis Buñuel como base. De esta forma, el director ha tratado de «entrar en la mente de la gente de ese momento» y reflejar la realidad que se vivía en España en la década de los 30. «El contexto histórico está contado tangencialmente con los valores de los personajes. Pasamos mucho de lo que la gente pudiera pensar ahora mismo, teníamos que contar la sociedad de aquel entonces: machista y a la que no le importaban los animales, además de mantener sus valores. Eso le da la autenticidad histórica. Eso también es un poco Buñuel, provocar y ser auténtico», dice. Incluso contaron con fragmentos que el cineasta descartó en su montaje. «El hijo de Buñuel nos explicó que su padre medía en casa los planos con los brazos, miraba los fotogramas a través de una lámpara y desechó cosas pensando que estaban desenfocadas, pero no lo estaban», señala el director.

Ni Buñuel ni Simó escatimaron en escenas brutales como la del burro que es asesinado por las picaduras de abejas de las que no puede escapar porque se encuentra atado, el tiro que le pegó Buñuel a una cabra o la cabeza del gallo que arrancaron para poder rodar un primer plano. «Solo estoy dramatizando la realidad, ¿o es que quieres quedarte esperando a que pase?», dice el protagonista de «Buñuel y el laberinto de las tortugas». El aragonés se adelantó a su tiempo y utilizó lo que hoy se conoce como un falso documental; es decir, acomodar los hechos para narrar el drama que se quiere.

El de Calanda volvió a escandalizar con aquel documental, que inició una serie de denuncias que truncó la Guerra Civil. La película de 26 minutos fue prohibida al poner sobre la mesa un presente incómodo, que conectaría más de 20 años después con su película mexicana «Los olvidados» (1950). «Siempre hizo un cine políticamente incorrecto y creo que hoy en día le costaría encontrar su sitio. (...) Lo que pretendemos es que cuando la gente vea nuestra película, después se vaya a ver el documental», asegura Simó.

Pese a lo que acostumbra una película de animación, «Buñuel y el laberinto de las tortugas» está realizada con un presupuesto limitado. Simó asegura que la película está grabada con técnicas muy diferentes a las que acostumbran los filmes de animación y en un estudio que se creó expresamente para esta ocasión. «La tratamos como una película real e interpretamos las escenas en el set, lo que le dio una naturalidad a la voz en la que se nota en la química entre los personajes y le da autenticidad», señala.

La película, que llegará a las carteleras españolas el próximo 26 de abril y que ya ha sido vendida en 35 países, muestra las múltiples caras de un Buñuel creciente, que está convencido de que su misión vital va más allá del hecho de retratar aquello que ve. Sus vivencias, unidas a su universo onírico, crearían una magistral carrera como director (con más una treintena de películas), productor, guionista y actor; por no hablar de su faceta literaria.
https://www.abc.es/play/cine/abci-l...des-despues-86-anos-201903172027_noticia.html
 
Buñuel en el laberinto de las tortugas', el rodaje que se convirtió en cómic antes que en película

Creación cultural

Vuelve a las librerías el cómic de Fermín Solís que narra las vivencias de Luis Buñuel durante el rodaje del documental Las Hurdes (Tierra sin pan) en Extremadura

El relanzamiento coincide con el estreno en el Festival de Málaga de la película de animación homónima dirigida por Salvador Simó Busom

"Buñuel no se autocensuraría ni con la que está cayendo en nuestro país: seguiría siendo el mismo gruñón que fue siempre"

Francesc Miró
18/03/2019 - 21:32h
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Los habitantes de Las Hurdes retratados en 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'

Ni Dalí ni Buñuel pudieron predecir el éxito que tendría Un perro andaluz. Mucho menos esperaban que gustase a las élites más selectas de Europa. Pero tal fue su efecto épater le bourgeois que, al poco de su estreno, los vizcondes de Noailles tocaron a la puerta del cineasta decididos a convertirse en sus mecenas. Le pagarían su próxima película costase lo que costase.

La jugada les salió por más de un millón de francos de la época. El resultado se llamaba La edad de oro y era un largometraje surrealista protagonizado por Gaston Modot y Lya Lys. Pero también era una alucinada y nada sutil crítica a la aristocracia. Una broma pesada que terminó con la película siendo prohibida en toda Francia y con Buñuel al borde de la depresión.

Un día, ebrio hasta las cejas en un bar del París, su amigo pintor y escultor Ramón Acín intentó animarle al grito de "¡si me toca la lotería, te pago tu próxima película!". Y así resultó ser: el 22 de diciembre de 1932 salió premiado en Huesca el número 29.757, del cual el artista tenía una participación de 25 pesetas que le reportaron un premio de 150.000.

Así que cumplió su promesa y poco después Luis Buñuel estrenaba el cortometraje documental Las Hurdes (Tierra sin pan), una desoladora mirada a una de las regiones más pobres de la España del momento, azotada por el hambre y el éxodo rural.

Ahora la historia de aquel rodaje se narra en un cómic y una película. El primero lo escribió y dibujó Fermín Solís en 2008 con el título de Buñuel en el laberinto de las tortugas, y acaba de ser reeditado por Reservoir Books. La segunda se presentaba oficialmente este pasado fin de semana en el Festival de Málaga, bajo la dirección de Salvador Simó Busom.

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Viñetas de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'

Un surrealista perdido en Extremadura
"Buñuel en el laberinto de las tortugas surge por casualidad", cuenta el autor, Fermín Solís, en una entrevista concedida a eldiario.es. "Necesitaba hacer una novela gráfica que llegase a un tipo de lector que no era el habitual", explica, "por otro lado también quería hacer algo que me hiciese salir de mi zona de confort del cómic costumbrista y autobiográfico. Viajé a Las Hurdes buscando una historia... y la encontré".

En 1932, Luis Buñuel se plantó con una cámara y un equipo muy reducido en aquella comarca de la provincia de Cáceres, para levantar su tercera película. Pero lo que iba a ser un rodaje de un documental social sobre la España vacía de entonces, se convirtió en una pesadilla plagada de problemas. Una aventura en la que se enfrentó tanto a la realidad que tenía delante de la cámara como a sus demonios interiores.

"La figura de Buñuel aún está muy presente allí", cuenta Fermín Solís. "En aquellas montañas encontré la historia que quería contar, y empecé a investigar sobre el tema". Pero lejos de construir la crónica de un rodaje imposible, como lo podría ser el hilarante documental Lost in la Manchasobre el ansiado film quijotesco de Terry Gilliam, Solís optó por narrar una historia de búsqueda personal.

En el rodaje de Las Hurdes, Buñuel encontró la voz que había perdido, traumado y enfadado con la moral biempensante de su país, que prohibía sus películas y le condenaba al ostracismo. Cierto es que, como La edad de oro, este film también se prohibió. Pero Solís quería captar como fue ese proceso de su búsqueda artística. Cómo fue capaz de convertir su malestar en arte. "Quería hacer una obra de ficción no un estudio sobre la película. Así que me tomé la libertad de convertirle en un personaje de cómic. Me adentré en su obra anterior y posterior, e intenté imaginar lo que debió vivir entonces".

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Viñetas de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas'

De la viñeta al fotograma
Han pasado diez años desde que Buñuel en el laberinto de las tortugas se publicase, por entonces con el sello de Astiberri, pero sin color y con un diseño de personajes y narrativo ligeramente distinto. Ahora vuelve a las librerías con un color acorde al de la película que adapta las viñetas de Solís al cine en formato animado.

"Me gustaría rehacer todo el cómic. Creo que a cualquier autor o ilustrador le ocurre: es una obra de 2008. El tiempo pasa y cambias tanto tú com tu forma de trabajar", explica. Aún así, cuenta que sí que ha realizado determinados cambios respecto al original. "Son ligeros retoques, pero lo más importante es el color, que creo que le ha dado un aspecto visual muy distinto", explica. "La paleta de colores que me iban pasando durante el proceso de realización de la película encajaba muy bien".

En 2016, el director y guionista Salvador Simó contacta con Solís. Formado en el American Animation Institute de Los Ángeles, le cuenta que quiere poner en pie su primer largometraje animado y que quiere hacerlo adaptando su cómic. "Desde el primer momento les dejé que hicieran lo suyo. Tenían carta blanca y total libertad para tratar la obra como creyesen", cuenta el dibujante. "Realmente yo no tenía nada que perder y mucho que ganar: el libro ya había tenido su vida. Era un poco absurdo ponerme en plan tiquismiquis", confiesa.

Así nació la película homónima que ahora se acaba de estrenar en el Festival de Málaga, con unas críticas que revalidan su positiva recepción tras su paso por el Animation Film festival de Los Ángeles, donde obtuvo el Premio del Jurado.


El surrealismo vive, la lucha sigue
Buñuel en el laberinto de las tortugas arranca con el artista soñando que le visita la Virgen María y le encomienda que mire en el interior de una jirafa para encontrar su camino. Fiel a su etapa surrealista, Solís construye un cómic de árido retrato social pero con constantes fugas narrativas hacia el fantástico. Y eso convierte la lectura en un estimulante ejercicio de reinterpretación de la obra del director de El ángel exterminador .

"Me gustaba la idea de que el lector no supiese si lo que estaba sucediendo acontecía de verdad o solamente ocurría en la cabeza de Buñuel", explica el autor. "Hay detalles, como una viñeta que se repite y que la gente cree que es un fallo de impresión, que juegan a eso. Son un pequeño gesto de provocación".

Según el autor, el espíritu del realizador de Viridiana sigue muy presente en nuestra sociedad. "Surrealismo sigue habiendo. Lo vemos en el telediario, en los programas basura y en los medios de comunicación. Lo que creo que se ha perdido es esa parte de provocación que anidaba en todo el cine de Buñuel", cuenta. Según el ilustrador , hoy en día "hay cosas que no se pueden mostrar en prime time. Él quería remover las entrañas de la gente con su cine, no sé si muchos realizadores tienen esa garra hoy", explica.

Tampoco tiene claro si se trata de un signo de los tiempos en los que la autocensura habita en la cultura, o si es el resultado de una iniciativa política. "Hay artistas que se autocensuran y otros que siguen dando guerra, pero mediáticamente a los segundos se les critica mucho y corren el peligro de terminar entre rejas. Si no, mira los titiriteros", opina. A pesar de todo, "sigue habiendo artistas que trabajan la provocación y eso está muy bien".

De hecho, él cree que el autor a quien dedica esta obra viviría de forma particular este debate: "Buñuel no se autocensuraría ni con la que está cayendo en nuestro país. Seguiría siendo el mismo gruñón que fue siempre". No lo sabremos nunca, pero por ahora podemos redescubrir su figura en su siempre vigente filmografía, en este cómic, e incluso verlo por primera vez como un personaje animado en un largometraje que llegará a las salas en abril.

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Viñetas de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas

https://www.eldiario.es/cultura/comics/Bunuel-laberinto-tortugas-convirtio-pelicula_0_879112625.html
 
A través de Las Hurdes, tras los pasos de Alfonso XIII

El bisabuelo del actual rey de España recorrió la comarca cacereña a caballo en junio de 1922
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El Rey Alfonso XIII en su visita a Las Hurdes en 1922 (Youtube)
PEPE VERDÚ
23/06/2019 06:00
Actualizado a 23/06/2019 06:37

Una cama de madera, una colcha limpia, un crucifijo en la pared y una jofaina para el aseo personal. Ese sencillo mobiliario agasajó al rey Alfonso XIII durante su pernocta en el pueblo cacereño de Casar de Palomero la noche del 20 al 21 de junio de 1922. Tal vez le pareciese un ambiente ascético al monarca, no lo sabemos, pero la mayoría de los jurdanos de la época jamás habían disfrutado de un lujo así. De hecho, el soberano acudía a la comarca para averiguar las condiciones de vida de sus pobladores. Voces de alarma y horror denunciaban el atraso de Las Hurdes, y el rey quería comprobar qué había de verdad y qué de exageración en ellas.

La comitiva real llegó al pueblo a bordo de automóviles. Los esperaba el obispo de Coria con todo el boato. Aquella noche, Alfonso XIII se alojó en la casa de Acacio Terrón, un vecino de la localidad. Su familia ha conservado la estancia intacta, inalterada, salvo la púdica omisión del orinal y la incorporación de una fotografía del soberano con una cariñosa dedicatoria.

En las empinadas laderas, los encinares conviven o se alternan con extensiones de brezos, jaras y otras plantas aromáticas

La mañana siguiente, 21 de junio, la expedición real emprendió la marcha. Querían adentrarse en el corazón del territorio, allá donde no llegaban las carreteras: recorrerían 150 km, se desplazarían a pie o a caballo, y dormirían en tiendas de campaña. Los primeros pasos los dieron en el valle del río Los Ángeles. Además del monarca, el grupo incluía al Duque de Miranda, jefe de la Casa Real; Vicente Piniés, ministro de Gobernación; los médicos Gregorio Marañón y Ricardo Varela; el periodista José García Mora, cronista de la marcha; el fotógrafo Campúa, quien la ilustraría; el ingeniero de montes Santiago Pérez Argemí, gran conocedor de las Hurdes; y el ayuda de cámara del soberano, el teniente coronel Obregón.

Los nueve expedicionarios descubrieron pronto por qué se compara la comarca con un mar de sierras: su horizonte es una secuencia de montañas que se suceden hasta el infinito. En las empinadas laderas, los encinares conviven o se alternan con extensiones de brezos, jaras y otras plantas aromáticas. Para arañar un poco de tierra cultivable, el hombre se ha visto obligado a esculpir diminutos bancales en las zonas más cercanas a los pueblos, pequeñas alquerías, minúsculos vecindarios que se suceden cada pocos kilómetros.

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Coria, Las Hurdes (Estellez / Getty Images/iStockphoto)
Es probable que la comitiva se detuviese en Azabal para admirar sus grabados rupestres, unos vistosos petroglifos prehistóricos. A poca distancia está el Astillo de los Moros , un dolmen en el cercano vecindario de Perote (Pedro Muñoz).

Poco antes de llegar a Pinofranqueado, Alfonso XIII se sintió molesto por el calor y se dio un chapuzón en el río Los Ángeles, completamente desnudo. Eufórico por la vivificante experiencia, el Rey pidió al fotógrafo Campúa que captase el momento. El artista entregó una copia de la imagen y el cliché original al rey, pero eso no evitó que la fotografía se difundiese y popularizase años después, en tiempos de la República.

El actual pueblo de Pinofranqueado cuenta con un interesante Centro de Documentación de Las Hurdes, donde se ofrece mucha información sobre estas tierras.

Diversos personajes públicos habían denunciado la situación de abandono de la comarca: José María Gabriel y Galán, Miguel de Unamuno, el hispanista francés Maurice Legendre... Sin embargo, quien empujó a Alfonso XIII a aquella aventura fue Gregorio Marañón, autoridad mundial en endocrinología... y médico personal del soberano. El galeno había visitado la zona para redactar una Memoria sanitaria sobre el estado de Las Hurdes. Sus conclusiones pusieron los pelos de punta: diagnosticó la expansión masiva del paludismo y el tifus, propiciados por la insalubridad de las aguas, la falta de higiene y, en general, las miserables condiciones de vida de los jurdanos. Marañón no era un radical ni un histérico, Alfonso XIII lo sabía.

En la alquería de Cambroncino, la comitiva se detuvo en la iglesia de Santa Catalina o de las Lágrimas, del siglo XVIII. Pinos y olivares envuelven el vecindario, que el grupo abandonó camino de Vegas de Coria -donde almorzó-, Rubiaco y, finalmente, de Nuñomoral, donde acamparon. Los expedicionarios cenaron dentro de las tiendas, atendidos por los lugareños. Cuando llegó el momento del café, el ministro Piniés comentó su preferencia por tomarlo con un chorrito de leche. No había vacas, ovejas ni cabras en el núcleo, pero ese hecho no arredró a un solícito vecino, quien regresó con una pequeña cantidad de líquido. Mientras el político saboreaba su cortadito, le informó de que podía tomarlo con total confianza, ya que la leche era de su propia mujer y, «por cierto, muy buena».

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Martilandrán es una alquería del concejo de Nuñomoral, Las Hurdes (Luis rogelio hm / Wikimedia Commons)
Unos kilómetros de marcha separan Cambroncino de Nuñomoral. La bonita plaza reúne el ayuntamiento y la iglesia, construidos en mampostería. La siguiente parada, Cerezal, se asienta en la confluencia de tres ríos: el Hurdano, el Malvellido y el Arrocerezal. Tiene fama de ser el pueblo más frío de Las Hurdes, y también, una escuela de grandes tamborileros: aquí nacieron músicos carismáticos, como el Tío Venancio, el Tío Miranda o el Tío Mingo. Cerezal tiene, asimismo, uno de los últimos bosques de tejos que perviven en la península Ibérica, aunque su acceso es un poco enrevesado; conviene pedir orientación a algún lugareño.

Martilandrán cuenta con apenas 150 habitantes, varios de los cuales dominan una técnica en peligro de extinción: la artesanía del corcho, alimentada por la abundancia local de alcornoques. Llaman la atención las colmenas de corcho, y también la talla de utensilios domésticos o diferentes adornos.

Merece la pena aprovechar la estancia para refrescarse en alguna piscina natural del río Malvellido, el mismo que acompaña la caminata hasta Fragosa. Pasado ese núcleo, el río obsequia con una secuencia de meandros de una perfección geométrica. El Malvellido hilvana vueltas y revueltas, algunas delimitadas por paredes de pizarra con doscientos metros de altura.

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Vista desde el mirador de El Gasco (dgmsgallery / Getty Images/iStockphoto)
Una secuela del viaje de Alfonso XIII fue la creación del Real Patronato de Las Hurdes, que encargó y publicó varios estudios sobre la situación comarcal. Además de consignar las denuncias sanitarias del doctor Marañón, el organismo identificó otros tres problemas muy graves: el analfabetismo generalizado; la escasez y mal estado de las vías de comunicación; y los males espirituales y morales de la población. Para paliar estos últimos, el Patronato planteó la construcción o reconstrucción de iglesias en todos los núcleos habitados, y la asignación de curas párrocos.

El Gasco conserva uno de los mejores conjuntos de arquitectura negra , la construcción tradicional en la comarca. Se basa en materiales cercanos y abundantes: piedra, madera, y pizarra para el techo. Las mayoría de las casas que vio Alfonso XIII eran de una planta y pequeñas. En su interior convivían una zona familiar con alcoba y cocina, y las cuadras, destinadas al ganado. Las viviendas presentaban pocas aberturas y hasta carecían de chimenea para la salida del humo. Quedan bastantes construcciones así en la parte alta de El Gasco, si bien no se emplean ya como domicilios, sino para el almacenaje de herramientas y otros enseres. Estrechas y pendientes, las calles del barrio se adaptan a un terreno abrupto y con importantes desniveles. Abundan los callejones sin salida. El Centro de Interpretación de la Casa Hurdana reproduce una de aquellas viviendas tal como eran hace un siglo, cuando aún se les daba el uso original.

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Vivienda típica de Las Hurdes en El Gasco (Isidro Jabato / Wikimedia Commons)
Antes de alejarse del municipio, conviene explorar el Volcán de El Gasco, un cráter causado por el impacto de un meteorito. El paraje está declarado de Interés Científico.

Casares de las Hurdes es reputado por sus canciones tradicionales, algunas muy valoradas por los etnógrafos. El siguiente destino de la comitiva real fue Ladrillar, asentado entre montañas cubiertas por pinares, castañares y robledales. Multitud de límpidos riachuelos rompen en cascadas en torno al pueblo, o se remansan en balsas, pozas o playas. El municipio linda con el salmantino valle de Las Batuecas.

Poco después de rebasar Cabezo se llega a Las Mestas, donde un enebro centenario, declarado Árbol Singular, ya saludaba a los visitantes en 1922. Sobrecogido por lo visto a lo largo del viaje, Alfonso XIII ordenó la construcción de una factoría en este núcleo, un gran edificio que concentrase los servicios sanitarios, la escuela, una estafeta de correos y el cuartelillo de la Guardia Civil. Se pretendía llevar la medicina, la instrucción, la comunicación y la ley a una comarca dejada de la mano de Dios. Otras dos factoríassimilares se levantaron en Caminomorisco y en Nuñomoral.

Cuando Luis Buñuel filmó su película ‘Tierra sin pan’ en 1933, la situación de la comarca no había cambiado

Por desgracia, los deseos del monarca superaron ampliamente a las inversiones, y aún más a los resultados. Cuando Luis Buñuel filmó su película Tierra sin pan en 1933 , la situación de la comarca no había cambiado. Habría que esperar al tardofranquismo y, sobre todo, a la democracia para que la calidad y el nivel de vida de los jurdanos experimentasen un incremento decisivo.

A las siete de la tarde del 23 de junio de 1922, la comitiva real llegó al monasterio de Las Batuecas, donde hicieron su última pernoctación en la comarca. A la mañana siguiente se reencontrarían con sus automóviles, y con los habitantes del salmantino pueblo de La Alberca, quienes acudieron a su encuentro engalanados con sus mejores galas.

La Ruta de Alfonso XIII está perfectamente señalizada y permite reproducir el recorrido hecho por el rey. Se puede pedir información sobre ella a la oficina de turismo de Las Hurdes.

https://www.lavanguardia.com/ocio/v...viaje-las-hurdes-tras-pasos-alfonso-xiii.html
 
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La fiebre sube al Pao (Los ambiciosos) / Luis Buñuel, 1959, Francia, 100' / Gérard Philipe, María Felix, Jean Servais

Cuando el gobernador de la prisión situada en un país imaginario de la América latina es asesinado, su secretario, Ramón Vázquez, asume el rol de gobernador en funciones a la espera que llegue el nuevo mandatario. Vázquez, un idealista, aprovecha esta oportunidad para intentar mejorar las condiciones de los prisioneros y empezar una relación con la viuda del antiguo gobernador, Inés


 
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