Los Romanov

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Nicolas y Alix saliendo de la capilla
 
muchisimas gracias felicitas..nunca habia visto ese grabado...pobre alejandra le debe haber dolido toda la semana el cuerpo de llevar tanto peso encima:a36:
 
muchisimas gracias felicitas..nunca habia visto ese grabado...pobre alejandra le debe haber dolido toda la semana el cuerpo de llevar tanto peso encima:a36:

Seguro!!!
Ojalá a mi me doliera el cuerpo por esa causa!!!!!!!!!!!!!
Quiero una que otra de joya rusa
 
El noviazgo de Nicolas II y Alejandra.

El zarevitch Nicolás conoció a Alejandra siendo muy joven: sólo contaba 16 años, y ella cuatro menos aún, pero a pesar de su extrema juventud se produjo el flechazo. Por entonces ella aún se llamaba Alix. No cambiaría su nombre por el de Alejandra hasta convertirse a la religión ortodoxa.


Alix había nacido el 6 de junio de 1872. Era la hija menor del gran duque regente de Hesse y de la gran duquesa Alicia, hija de la reina Victoria. Pese a su sangre real no era la candidata más adecuada para convertirse en la esposa del heredero de todas las Rusias, pero Nicolás estaba decidido: cuando le llegara el momento de casarse, no buscaría a otra.


La inclinación de Nicolás por ella iba a encontrar la oposición de sus padres. Según Edmond Taylor, “tanto Alejandro III… como la madre de Nicolás, a quien éste adoraba, mostraron su disconformidad a tal elección. Alix, aunque estimaba a Nicolás desde el primer momento, desaprobaba también lo que quería su corazón; consideraba a Nicolás un joven disipado y cuya vida carecía de objetivos serios. Tanto su educación victoriana, las fantasías románticas e idealistas que habían alimentado sus emociones adolescentes… condenaban una unión tan frívola, que ninguna causa noble o importante justificaba”.
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La vida sentimental de Nicolás, sin embargo, no estaba muy repleta. Sólo una relación había llegado a afectarlo realmente mientras fue zarevitch: su pasajero amorío por la prima ballerina del Teatro Imperial de San Petersburgo, la célebre Kschessinskaia, quien acabó casándose en París con uno de los primos del zarevitch después de la Revolución. La bailarina se convertía así en la princesa Romanova-Krasinskaya.


Pero tras prometerse a Alix, Nicolás ya no tuvo ojos más que para aquella muchacha de carácter aparentemente dulce, aunque en el fondo autoritaria y muy obstinada pese a su timidez, rayana en lo patológico. Presentaba unas facciones correctas, delicadas en un óvalo perfecto, y ojos azul oscuro. Tenía el cabello castaño claro, boca expresiva, nariz recta y mirada soñadora. Según Saint-Pierre, “el conjunto de retrato que tenemos ante los ojos desprende una impresión de majestad natural, de dignidad, de pureza un poco triste y de sensualidad secreta”.


Había perdido a su madre prematuramente, por lo que fue educada por su abuela, la reina Victoria. De religión protestante, era bastante inclinada al misticismo, y, debido a la educación recibida, mostraba un exagerado puritanismo y una rigidez de carácter. A pesar de haber estudiado y tener su título en Filosofía, no comprendía nada de los problemas políticos.
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Alix pasó seis semanas en San Petersburgo con ocasión de la boda del tío de Nicolás con su hermana mayor, la princesa Isabel de Hesse, y durante ese tiempo el zarevitch se enamoró perdidamente. Ella no hablaba ni una palabra de ruso, así que ambos conversaban en inglés, y así sería en sus conversaciones particulares hasta el fin de sus días.


Pronto surgió un nuevo problema a añadir a la oposición del zar a esa unión: Alix rechazaba la idea de abandonar su religión. Era indispensable que una zarina profesara la fe ortodoxa, pero ella no quería ceder, y en esa situación transcurren tres años. Mientras tanto, ambos rechazan de plano cualquier otra de las múltiples ofertas matrimoniales que recibían por parte de otras casas reales.


Por fin, cuando él contaba 24 años y ella 20, Nicolás tomó la decisión de partir hacia Alemania desafiando a sus padres, sin querer aceptar la carta de despedida que le dirigía Alix. Una vez allí, se encuentra con ella y la convence para que venza sus escrúpulos y abrace la religión ortodoxa. Según Miss Almedingen, biógrafa de Alix, “acabó por aceptarle porque creía que… su pasión era lo bastante fuerte para despertar en él cualidades que consideraba dormidas; que, al casarse con él, podría aconsejarle, y que, en la dicha de su unión, podrían cumplir en más alto grado su deber”.


Sus meses de noviazgo oficial, en contra de la voluntad expresa de los padres de ambos, transcurrieron entre rápidas escapadas a Windsor, donde se encontraba la reina Victoria. Al final la decisiva intervención del Kaiser Guillermo II les facilitó el camino, arrancado el consentimiento del padre de Alix y tras fallecer el zar Alejandro III
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