Los Niarchos

Eugenie Niarchos: "Por mi cumpleaños mi abuelo siempre me regalaba un colgante. Yo los añadía a un collar que guardo con mucho cariño"
Su abuelo es el magnate griego Stavros Niarchos y su bisabuela Gloria Guiness. Hablamos con ella de cómo sus antepasados han influido en lo que más le gusta: diseñar joyas para su marca, Venyx.
Por VERA BERCOVITZ

16 de septiembre de 2018 / 9:00
Lectura: 14 minutos
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La diseñadora de joyas, Eugenie Niarchos.

© Jorge Monedero

No podía despegar mi mirada del fabuloso collar de rubíes de Birmania que llevaba la princesa Firyal de Jordania. En cuanto lo vi, pensé que era un obsequio de Stavros Niarchos, ya que lo único que el magnate regalaba a sus mujeres eran joyas con esas piedras rojas. Me dirigí a su alteza para alabarle el collar y ella, muy elegante, me miró a los ojos y me respondió: ‘Esta noche, después de la fiesta, vuelve a la caja fuerte de Stavros’. No me sorprendió enterarme de que una de las princesas árabes más bellas del mundo luciera un collar prestado”. La millonaria de origen griego Marina Tchomlekdjogloucontaba esta anécdota en su libro de memorias publicado en 2014.

Eugenie Niarchos (Nueva York, 1986) recuerda bien a quien fuera la última pareja de su abuelo, el magnate y armador griego Stavros Niarchos. “La princesa Firyal siempre lucía las joyas más espectaculares. Las mujeres que rodeaban a mi abuelo iban impecablemente vestidas”.

Eugenie también luce joyas espectaculares, aunque algo más discretas. Un pendiente colgante en forma de caracola, varios anillos y, al cuello, distintos collares con piedras preciosas. Son algunas de las piezas de Venyx, la firma que creó en 2013 y de la que ahora lanza una colección cápsula inspirada en los unicornios. “Se están convirtiendo en tendencia. A las chicas jóvenes les gustan porque tienen un componente de ensueño. Además, ya cuentan con su propio emoji en el teléfono. Y eso, hoy en día, es fundamental”, ríe. Niarchos tiene una boca grande de dientes muy blancos y labios muy rojos. Cuando se relaja, sonríe a menudo, pero en un primer encuentro resulta fría y distante.

“¿Eres la periodista?”, se sorprende al verme a primera hora en su casa. “La entrevista no es hasta por la tarde…”, comenta contrariada antes de plantarse delante de la cámara para hacerse su primera foto. “Es socialmente torpe —me contará Margherita Missoni, su amiga y heredera de la marca italiana de ropa—. Quien no la conozca puede pensar que es descortés, pero es simplemente que no se siente cómoda entre desconocidos”.

El día es gris y lluvioso, pero en su apartamento de Mayfair, uno de los barrios más distinguidos de Londres —donde vivió Winston Churchill y nació la reina Isabel II—, hace una temperatura tropical. El equipo deVanity Fair ha desembarcado en este piso luminoso decorado al más puro estilo pop. Un cactus gigante de cartón piedra adorna una esquina del comedor. Un cuadro de neones rosas de la provocadora artista británicaTracey Emin ilumina la chimenea.

Decenas de libros de moda, arte y fotografía invaden suelos, mesas y estanterías. Una de las paredes del salón está cubierta con las primeras ediciones de los títulos de Ian Fleming perfectamente enmarcadas. “Me fascina James Bond. Una vez vi a Sean Connery de lejos. No lo conozco, pero me encantaría”, me confesará durante nuestra conversación. La casa, abigarrada, se mantiene limpia y en orden gracias a tres mujeres de servicio que pululan discretas por las distintas habitaciones y en cuanto pueden se refugian en la cocina.

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Vista del salón del piso de Eugenie Niarchos en Mayfair, Londres.© Jorge Monedero
Son las 10 de la mañana y Eugenie ensaya sus primeras poses ante la cámara. Mientras veo la escena desde la esquina de un sofá me llega el siguiente mensaje a través de la asistente de prensa: “Eugenie no está acostumbrada a que haya tanta gente durante las sesiones de fotos. Es tímida y se siente observada. ¿Te puedes ir de compras y volver por la tarde para hacer la entrevista?”.

La segunda hija de Philippos Niarchos y Victoria Guinness nació enNueva York, se crio en Francia y hoy tiene su residencia fijada en Londres. “Mis padres viven aquí, aunque pasan mucho tiempo en Ginebra. Aquí también residen muchos de mis amigos”. Su pandilla incluye a grandes herederas como ella. Socialites millonarias que lanzan sus propias marcas y sobrevuelan sin quemarse el mundo de la moda. “Acuden a muchos eventos, pero no suelen mezclarse con nadie. Uno se debate entre pensar que son las chicas más cool del planeta o que no hablan con la gente porque no tienen mucho que aportar”, me desliza otra gran heredera asidua a estas veladas.

Su grupo de amigas incluye a Tatiana Santo Domingo, esposa de Andrea Casiraghi y descendiente del poderoso clan colombiano que hizo fortuna con el grupo cervecero Bavaria; a la citada Margherita Missoni; a la diseñadoraSabine Getty, esposa del nieto del magnate del petróleo John Paul Getty; o a la modelo y aristócrata Bianca Brandolini, hija de los condes Ruy y Georgina Brandolini e íntima de Eugenie desde la infancia. “Nuestras familias se conocen desde hace tres generaciones. Nuestros abuelos eran amigos, luego nuestros padres y ahora nosotras. Creo que uno de los recuerdos más vívidos que tengo de Eugenie era de cuando venía a casa a jugar de niña. Creábamos unas ‘pociones mágicas’ mezclando todo tipo de productos, como pasta de dientes o champú… Por aquel entonces creíamos que algo fantástico podía salir de aquellos tarros”, recuerda la propia Brandolini.

Philippos Niarchos posee una de las colecciones privadas de impresionismo y arte contemporáneo más importantes del mundo. Entre sus trofeos cuenta con el autorretrato Yo, Picasso, del pintor malagueño, y otro de Vincent Van Gogh con la oreja cortada. En 1984 se casó conVictoria Guinness, la heredera del clan cervecero. Además de Eugenie, la pareja tuvo tres hijos: Stavros III, de 33 años, Theodorakis, de 27, yElectra, una amazona de 22. En nuestra protagonista se funden dos de las sagas más poderosas del siglo XX. Al repasar su biografía, uno descubre parientes, antepasados y amigos que representan dinastías clave: Von Fürstenberg, Aga Khan, Brandolini, Agnelli, Santo Domingo, Onassis, Casiraghi, Missoni…

EUGENIE Y LA MODA
El primer icono de estilo de su familia fue, sin duda, su bisabuela, Gloria Guinness, uno de los personajes más fascinantes de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado. “Siempre estaba en las listas internacionales de las mejor vestidas. Incluso hoy en día la siguen considerando una de las mujeres más elegantes de todos los tiempos. Creo que es algo que claramente me ha inspirado”, me comenta Eugenie.

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Eugenie Niarchos con joyas de su colección cápsula.© Jorge Monedero
Nació en México como Gloria Rubio y Alatorre y se casó por primera vez a los 20 años con un alemán que le doblaba la edad. El enlace no duró mucho. Su segundo matrimonio se celebró en Londres, con el conde Von Fürstenberg-Herdringen, y de esa unión nació Dolores von Fürstenberg-Herdringen, abuela de Eugenie y futura baronesa. Dolores y su madre formaron un tándem imbatible. Eran el reclamo de cualquier fiesta de sociedad y aparecían a menudo en las revistas de moda más importantes de la época. Alta, refinada y elegante, a Gloria la vestían los mejores diseñadores y recorría el mundo recalando en sus distintas mansiones. Se convirtió en uno de los famosos “cisnes” de Truman Capote, un grupo de mujeres de alta sociedad amigas del escritor que incluía a grandes damas como Lee Radziwill —hermana de Jackie Kennedy— y Marella Agnelli —la elegantísima esposa de l’Avvocato—.

Incluso se extendió el rumor de que Gloria llegó a ejercer como espía durante la Segunda Guerra Mundial, cuando su marido fue apresado por el Tercer Reich y ella tuvo que huir de Alemania vía Portugal con sus dos hijos. Se instaló una breve temporada “en el Madrid neutral”, donde conoció aAline Griffith —la espía norteamericana que más tarde se convertiría en la condesa de Romanones— y en 1942 se casó en París con el nieto del rey Fuad I de Egipto y sobrino de la primera esposa del sah de Persia, el príncipe Ahmad Abu-El-Fotouh Fakhry Bey. Pero fue de su cuarto y último marido,Thomas “Loel” Guinness, descendiente del imperio cervecero y cuya rama familiar había hecho fortuna en la banca y el negocio inmobiliario, de quien adquirió su mayor activo: el apellido. Su hija Dolores, abuela de Eugenie, no quiso ser menos y a los 19 años se casó con Patrick Benjamin Guinness, hijo de Loel, y, a la sazón, su hermanastro.

Con semejantes antecedentes, no es de extrañar que a Eugenie la moda le interesase desde pequeña. “Me encantaba disfrazarme, incluso ahora. Y siempre estaba pendiente de que el color del lazo de mi cabeza conjuntara con mi vestido. Supongo que es algo con lo que se nace”, me cuenta por la tarde, sentadas alrededor de la mesa del comedor y bajo la vigilante presencia de su asistente de prensa que me prohibirá una y otra vez hacer preguntas demasiado personales.

“Siempre quise dedicarme a una labor creativa”, me explica Eugenie. Y decidió ver en dónde encajaba. Primero pasó un tiempo de prácticas conJohn Galliano y luego probó una temporada en Vogue París, donde Carine Roitfeld la acogió bajo su ala. “Fue una etapa muy interesante. Conocí la industria desde dentro. Acudía a desfiles, a las sesiones de fotos, miraba los estilismos… Coincidió con la época en la que ocurrió aquel escándalo con Kate Moss y más tarde terminó posando para la portada de Vogue”.





Sus incursiones en el mundo de la moda coincidieron con una oferta imbatible de Gaia Repossi, su amiga de la infancia: “Me animó a crear una colección con ella para la firma de joyas de su familia”. Repossi, una de las grandes marcas de joyería del mundo, se fundó en Italia en 1920 y está ligada a la familia real de Mónaco desde 1994, cuando se convirtió en suministradora oficial del príncipe Rainiero. De esa casa era el anillo que Dodi Al Fayed compró para Diana antes de fallecer y con el que, decían, le iba a pedir matrimonio. “Conozco a Gaia desde el colegio, estudiamos juntas en un internado en el sur de Francia y sabía que yo estaba muy interesada en el mundo de la joyas”. Su mentora, Carine Roitfeld, le dio el empujón definitivo: “¡Atrévete a atreverte!”.

Gracias a esa colaboración, Niarchos confirmó lo que ya sabía. El universo de la joyería le gustaba mucho más que el de la moda. “Me encanta crear cosas que permanezcan y que cuenten una historia. La moda es mucho más efímera. Cuando eres diseñador pasas mucho tiempo imaginando cómo van a ser tus prendas y creando outfits que solo duran una temporada. Después hay que empezar de cero. Me resulta triste”, asegura. Tras dos colecciones en Repossi, se mudó a Londres para estudiar Diseño de Joyas en el Instituto Gemológico de América y luego trabajó en el departamento de alta joyería de Christie’s en Nueva York, donde lo aprendió todo, desde la catalogación hasta los precios de mercado de piedras. También mostró un particular interés por las piezas de época art nouveau. Y así nació su propia marca,Venyx, un nombre que surge de la fusión de dos palabras: el planeta Venus y la piedra ónix.

Desde que creó Venyx, en 2013, ha lanzado cuatro colecciones, además de alguna línea exclusiva como la que ahora presenta. Sus diseños reflejan su particular universo: la naturaleza, las constelaciones, las formas tribales, la fauna marina, los eclipses… “Me inspira mucho Wes Anderson. En su película Life Acuatic inventan muchas especies marinas. Yo también he inventado una: Tigger Ray, un anillo que combina la silueta de un tigre y la de una mantarraya. Me inspiran los colores de los reptiles, las conchas… Mi pieza más vendida es un anillo con forma de tortuga. También me gustan la ciencia ficción y los ovnis. Entre mis películas favoritas están las de la sagaStar Wars”.

SOBREDOSIS DE BARBITÚRICOS
Quizá fue su abuelo, Stavros Niarchos, quien alimentó el interés de su nieta por las joyas. “Por mi cumpleaños siempre me regalaba un colgante. Yo los iba añadiendo a un collar que guardo con mucho cariño. Murió cuando yo tenía 10 años, pero algunos de sus recuerdos están aún muy vivos en mi cabeza. Era un hombre de mucho carácter pero con mucha sensibilidad. Era cáncer, como yo. Tenía muy buen gusto para comprar arte y joyas. En casa siempre había gente interesante, como Andy Warhol o Basquiat, aunque en su día yo era muy pequeña para darme cuenta de quién era quién”.

Niarchos nació en Atenas en el seno de una familia rica, pero en los años cincuenta su fortuna creció exponencialmente después de que estallara la crisis del canal de Suez y la demanda de petróleo se disparara.

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Eugenie Niarchos con joyas de su firma Venyx.© Jorge Monedero
Stavros y su archienemigo Aristóteles Onassis supieron ver a tiempo que el transporte de petróleo por mar se iba a convertir en un negocio muy rentable y ambos se hicieron con dos de las flotas de petroleros más grandes del mundo. Por si no fuera suficiente, reforzaron su posicionamiento tras casarse con las hermanas Livanos, hijas de Stavros Livanos, otro armador griego de larga trayectoria.

El matrimonio de Niarchos con Eugenie Livanos se celebró en 1947 y se convirtió en el tercero del magnate. Originalmente, Niarchos quiso casarse con la hermana menor de Eugenie, Athina, pero Onassis le tomó la delantera. Eso no impidió que en los años cincuenta Stavros y Eugenie se convirtieran en el centro de la alta sociedad europea y sus vidas se erigieran como símbolo de la opulencia griega. Su barco, Creole, era el velero privado más grande del mundo.

Con su jet, Mystere, se desplazaban a sus propiedades en París, Londres, Nueva York, la Costa Azul, las Bahamas o a su villa rosada, en St. Moritz, con su famosa piscina acristalada. Amante de la belleza y del arte, Niarchos construyó una de las mejores colecciones de arte del mundo, con obras de Goya, Gauguin, Van Gogh y Renoir, pero su mayor tesoro era la isla privada de Spetsopoula, al sudoeste de Atenas, un patio de recreo donde sus acaudalados amigos conseguían desconectar del mundo. Fue en este paradisiaco retiro donde la vida de la pareja dio un trágico giro. En 1970Eugenie Niarchos apareció muerta en la mansión de 15 habitaciones que el matrimonio poseía en la isla. Aunque el cadáver presentaba moratones en el cuello, la versión oficial anunció sobredosis de barbitúricos. Tras una investigación y su correspondiente juicio, Niarchos quedó absuelto.

La pareja formada por Aristóteles Onassis y Athina Livanos tampoco resultó más estable. Tras 14 años de matrimonio, Athina, cansada del escándalo mediático que provocó la relación de su marido con la cantante de ópera Maria Callas, se divorció de Onassis. Tina, como la conocían sus amigos, se refugió entonces en los brazos de John Spencer-Churchill, pariente del político Winston Churchill y de la malograda Diana de Gales.

El matrimonio duró una década: se separaron en marzo de 1971, un año después del trágico fallecimiento de Eugenie Niarchos. Pero a Tina aún le esperaba su tercera y definitiva boda. En octubre de ese mismo año se casó con su cuñado: Stavros Niarchos. ¿Cabía aún la duda de que los armadores siempre habían competido entre sí? A esta tragedia griega —que convierte a Sófocles y compañía en unos aficionados— todavía le quedaba un último y perverso capítulo: la muerte en 1974 de Tina en el palacete parisino de Chanaleilles, donde vivía con Stavros. La versión oficial señaló como causa un ataque al corazón, pero la prensa francesa apuntó a una posible sobredosis de barbitúricos. Tina, que tenía 45 años, no había podido superar el fallecimiento de su hijo, Alexander Onassis, en un accidente de avión en diciembre de 1973.

A pesar de sus orígenes, Eugenie no habla mucho griego. “Tomé clases de pequeña, pero en casa nos comunicábamos en inglés. Ten en cuenta que mi madre no entiende el griego”, me explica mientras la asistente me avisa de que el tiempo de la entrevista se está terminando. Lo que sí recuerda son los veranos en Grecia desde su infancia. “Mi abuelo insistió en que todos los niños debíamos amar y respetar el mar. Salíamos a navegar a menudo. Ahora sigo veraneando en Grecia, de hecho tengo una tienda en Mikonos, donde paso mucho tiempo. Adoro las islas griegas, uno de los paisajes más bonitos del mundo”. Además de Grecia, Eugenie ha recorrido el mundo.

“Viajar me hace sentir viva y me inspira mucho para mi trabajo”. En los últimos 12 meses ha visitado Brasil, templos mayas en México y Perú, país que recorrió tras acudir en marzo a la boda de Christian de Hannover y Sassa de Osma. “Subí al Machu Picchu. Me impresionó la cultura inca y las historias místicas que la rodean”. Pero hay un destino que le fascina: la India. “He estado unas 10 veces. Me encanta la comida. En Jaipur hay uncentro de piedras preciosas y he producido algunas piezas allí. Las joyas son un producto muy importante en la India, forman parte de su cultura”, me explica Eugenie antes de sumergirse en su móvil y que la agente de prensa dé por terminado nuestro encuentro. ¿Es Eugenie una de las chicas más cooldel planeta? La pregunta sigue retumbando en mi cabeza cuando salgo de su casa y veo una foto en blanco y negro de su abuelo, sonriente y vigilante desde lo alto de una estantería. 

* Este texto fue publicado orignalmente en el número 121 de Vanity Fair.
https://www.revistavanityfair.es/la...niarchos-entrevista-joyas-venyx-londres/33048
Pues no sale muy bien parada. Da la impresión de que es una borde sopreprotegida por su asistente y deja en el aire que no dice nada porque no tiene nada que decir.
 
Que lastima Jessica desde que terminó con Stavros ya no la invitan a esos eventos de la pandilla..yo se que eran los amigos de toda la vida de él pero pensaba que como fue novia de él por tantos años le habrían tomado cariño propio
con Lauren Santo siguen siendo amigas y Eugenie algo le comenta en IG.
 
Que lastima Jessica desde que terminó con Stavros ya no la invitan a esos eventos de la pandilla..yo se que eran los amigos de toda la vida de él pero pensaba que como fue novia de él por tantos años le habrían tomado cariño propio

A mi no me extraña nada. Esta pandilla de billonarios ni-ni solo te acoge mientras estes casado/seas novio de o uno de ellos te ampare.
Una vez que terminas, si no tienes apellido del Gotha o cuenta corriente millonaria de varias generaciones...no les vales para nada.
Esta gente no toma cariño a nadie que no sea de los suyos.
 
A mi no me extraña nada. Esta pandilla de billonarios ni-ni solo te acoge mientras estes casado/seas novio de o uno de ellos te ampare.
Una vez que terminas, si no tienes apellido del Gotha o cuenta corriente millonaria de varias generaciones...no les vales para nada.
Esta gente no toma cariño a nadie que no sea de los suyos.
Exacto, la única razón por el cual le siguen hablando es por que se ven en semanas de la moda a veces.
Jessica Hart hablo mal de Taylor Swift la botaron de Vs y se dedico a su relación con Stavros y ahora que no esta con el solo tiene unos cuantos trabajos como modelo.
 
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