M
marivent
Guest
Los hombres quieren s*x*, las mujeres, dinero. Los hombres obedeciendo al gen expansionista buscan plantar su semilla, las mujeres obedeciendo al gen expansionista buscan abundancia de recursos para que sus muchas crías sobrevivan.
Los hombres buscan ganar más dinero para tener más s*x*. Al ser la unión hombre-mujer una transacción hormonal-económico-social, cuanto más dinero ganen los hombres, más probabilidades tendrán de acceder a las mujeres más atractivas y jóvenes, o a más cantidad de ellas y seguir plantando más semillas (físicas o figurativas).
¿Y qué pasa ahora cuando las mujeres deciden traer exitosamente sólo una o dos crías a la vida? Pues que estando sus crías de sobra protegidas dan por finalizado su acuerdo taciturno, de intercambiar dinero por s*x*, y entonces ellas se desentienden del s*x*. Pero el hombre sigue buscando plantar su semilla, de ahí el popular divorcio o como nuestras madres y abuelas, s*x* sin ganas o canitas al aire consentidas y vidas paralelas bajo el mismo techo.
Los hombres quieren s*x* y mucho, porque además del tema biológico el s*x* está relacionado con su autoestima.
El s*x* les hace sentirse bien sobre sí mismos. Es una forma de auto-ayuda.
Un hombre busca en una mujer el 90% atracción física; su personalidad, sus conocimientos, su patrimonio, su carácter forman el 10% restante. Así de crudo es, no les matéis, simplemente obedecen al gen egoista.
Quizás la biología humana os haga entender por qué los curas abusan de niños, y los maridos engañan a sus mujeres y el empresario acosa a su secretaria y los soldados violan a las féminas del país enemigo. ¿Quien consume por**? ¿Quien acude a prostíbulos? ¿Quien viola?
Si váis a google trends y buscáis 'free porn' o 's*x*' o su derivadas veréis que está siempre en lo alto de las búsquedas de internet.
Y aún así les dejamos que nos gobiernen...Tremenda y eterna la conspiración del hombre contra la mujer (esto daría para otro hilo)
El s*x* es el pegamento que une una pareja. Muchas lo sabéis, que el día que dejéis de servir a vuestras sedientas medias naranjas la relación se va al carajo, es vuestra espada de Damocles, es por eso que creo que cada cual debe vivir en su propia casa. La vida conyugal, desde el punto de vista femenino, es una cárcel.
Los hombres expresan sus sentimientos sexualmente. Y no con mimos, amores platónicos o palabras cariñosas.
El alfa y omega de un hombre es su vida sexual, piensan en ello cuando se despiertan, el resto del día y cuando se acuestan, independientemente de su color, nacionalidad, religión o estatus social, ya sean curas, polítcos, curritos, adolescentes o jubilados, ultracatólicos o mediopensionistas. Así de ecuánime es la naturaleza al crearlos.
Finalizo advirtiendo a los que me pondréis crucecitas rojas a tutiplén que esto que escribo no es lo que creo o dejo de creer, sino desgraciadamente lo que es. Y si no lo sabéis es porque vivimos en un planeta patriarcal, donde los hombres disfrazados con las virtudes de la era en la que viven, esconden su debilidad, su talón de Aquiles, para así seguir mandando sobre el resto de las criaturas, especialmente las mujeres. Pero la biología no engaña, ni los hechos ni las cifras tampoco.
Los hombres buscan ganar más dinero para tener más s*x*. Al ser la unión hombre-mujer una transacción hormonal-económico-social, cuanto más dinero ganen los hombres, más probabilidades tendrán de acceder a las mujeres más atractivas y jóvenes, o a más cantidad de ellas y seguir plantando más semillas (físicas o figurativas).
¿Y qué pasa ahora cuando las mujeres deciden traer exitosamente sólo una o dos crías a la vida? Pues que estando sus crías de sobra protegidas dan por finalizado su acuerdo taciturno, de intercambiar dinero por s*x*, y entonces ellas se desentienden del s*x*. Pero el hombre sigue buscando plantar su semilla, de ahí el popular divorcio o como nuestras madres y abuelas, s*x* sin ganas o canitas al aire consentidas y vidas paralelas bajo el mismo techo.
Los hombres quieren s*x* y mucho, porque además del tema biológico el s*x* está relacionado con su autoestima.
El s*x* les hace sentirse bien sobre sí mismos. Es una forma de auto-ayuda.
Un hombre busca en una mujer el 90% atracción física; su personalidad, sus conocimientos, su patrimonio, su carácter forman el 10% restante. Así de crudo es, no les matéis, simplemente obedecen al gen egoista.
Quizás la biología humana os haga entender por qué los curas abusan de niños, y los maridos engañan a sus mujeres y el empresario acosa a su secretaria y los soldados violan a las féminas del país enemigo. ¿Quien consume por**? ¿Quien acude a prostíbulos? ¿Quien viola?
Si váis a google trends y buscáis 'free porn' o 's*x*' o su derivadas veréis que está siempre en lo alto de las búsquedas de internet.
Y aún así les dejamos que nos gobiernen...Tremenda y eterna la conspiración del hombre contra la mujer (esto daría para otro hilo)
El s*x* es el pegamento que une una pareja. Muchas lo sabéis, que el día que dejéis de servir a vuestras sedientas medias naranjas la relación se va al carajo, es vuestra espada de Damocles, es por eso que creo que cada cual debe vivir en su propia casa. La vida conyugal, desde el punto de vista femenino, es una cárcel.
Los hombres expresan sus sentimientos sexualmente. Y no con mimos, amores platónicos o palabras cariñosas.
El alfa y omega de un hombre es su vida sexual, piensan en ello cuando se despiertan, el resto del día y cuando se acuestan, independientemente de su color, nacionalidad, religión o estatus social, ya sean curas, polítcos, curritos, adolescentes o jubilados, ultracatólicos o mediopensionistas. Así de ecuánime es la naturaleza al crearlos.
Finalizo advirtiendo a los que me pondréis crucecitas rojas a tutiplén que esto que escribo no es lo que creo o dejo de creer, sino desgraciadamente lo que es. Y si no lo sabéis es porque vivimos en un planeta patriarcal, donde los hombres disfrazados con las virtudes de la era en la que viven, esconden su debilidad, su talón de Aquiles, para así seguir mandando sobre el resto de las criaturas, especialmente las mujeres. Pero la biología no engaña, ni los hechos ni las cifras tampoco.