Los diamantes más grandes del mundo (dónde están y quién los tiene)

Diamantes: manual de uso para comprar, vender o heredar
El mundo de las gemas es muy complejo y es bueno conocer algunas reglas básicas antes de adentrarse en él
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Los diamantes siempre han sido un eficaz instrumento de poder. Su valor varía según el tamaño, la talla, el brillo y la pureza (Xavier Gómez)
MARGARITA PUIG
28/05/2019 17:00

Igual que el oro o el petróleo, el diamante ha sido desde siempre uneficaz instrumento de poder. Hasta el punto de que también existe la leyenda de que resulta una inversión infalible. Pero, ¡cuidado! no siempre lo es. Para gestionar bien el valor de la reina de todas las gemas en caso de heredar, comprar o vender una, hay que estar no solo muy informado, sino bien informado. “El mundo de los diamantes es muy complejo para quienes no tienen un conocimiento profesional del sector”, explica Álex Enseñat, de Enseñat Heritage, que advierte que “pensar en comprar un diamante como inversión infalible es una equivocación ya casi histórica...”.

Este gemólogo formado en Londres nos da dos consejos básicos cuando se tiene (o se aspira a tener) un diamante entre manos. El primero, que tanto para adquirir como para vender hay que escoger muy bien el lugar para tratar con profesionales de confianza. Y, a nivel económico, recuerda que, al contrario que el oro, la compra de los diamantes está gravada con el IVA, así que de entrada “comprarlos como activo de inversión se pone difícil, a menos que el objetivo sea invertir a largo plazo”.

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Audrey Hepburn,vestida por Givenchy para la película 'Desayuno con diamantes'
Los mínimos que debes exigir

Pero vayamos paso a paso. Lo primero de todo es elegir el diamante, que debe cumplir ciertos mínimos de tamaño y de calidad, y entonces determinar su valor. En cuanto a calidad, lo mejor, dicen los expertos, es elegir una piedra que venga sin montura. “Es deseable que no hayan sido engarzados previamente porque, a pesar de ser la materia natural más dura que existe, siempre hay unos riegos mínimo de ser lascados por un mal golpe”, explican los hermanos Rafa y Carlos Grau, gerentes de Rosbel y especializados en la considerada reina de todas las gemas. Y en cuanto al mínimo exigible en tamaño aseguran que, como mínimo, debería de ser de 0,50 o, ya puestos, preferentemente de un quilate.

Diamante no es lo mismo que brillante

Eso significa que “en el caso de un quilate, estamos hablando de piedras a partir de 6,5 milímetros, cuyo precio inicial es de 6.787 euros, si es de una calidad alta”, detalla Álex Enseñat, que recuerda que “no es lo mismo tener dos diamantes de medio quilate cada uno que uno de un quilate entero... es mucho más valiosa una pieza cuanto mayor es –siempre que respete ciertas calidades– porque es también mucho más complicado encontrar gemas grandes que pequeñas”.

También advierte que no es lo mismo un diamante que un brillante, puesto que la segunda acepción se refiere a la talla, que además de brillante puede ser de pera, de baguete... “Pero la mejor siempre es la redonda o de brillante”, dice Enseñat, que también recuerda que “todo diamante tiene su certificado de autenticidad y, en caso de no ser así, debe obtenerse uno emitido por algún laboratorio gemológico de la reputación de GIA, HRD o IGI”.

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Detalle del anillo con forma de flamenco en oro rosado adornado con zafiros rosas, diamantes y diamantes negros valorado en 54.000 euros de Gwen Stefani lucido en Cannes (Ian Gavan / Getty)
Por otra parte, un diamante puede ser de un quilate o hasta de diez y sin embargo tener muy poco valor en el caso de que no tenga el brillo o la pureza mínima exigibles. “Existe una tabla de color que recorre desde la M/N a la D/E River en función de si el diamante en cuestión es de baja calidad o de un blanco excepcional”, ejemplifica Enseñat, que como gemólogo también remarca que “el valor de cada pieza se mide además según su escala de pureza, que va desde la P (de picado) a la F (del inglés flawless o sin mácula), que es la calidad más excepcional”.

Pero también hay diamantes “raros”. Por su grandeza extraordinaria; o por su color inusual; o por ambas cosas, como el “Karloff”, considerado el diamante negro más grande del mundo.

El brillo, la pureza y la talla determinan su precio

Combinar, pues, lo mejor de cada escala es lo que va a marcar si la compra, herencia o inversión es buena o no. “Será óptima cuando se escoja un diamante river de blancura excepcional que no presente inclusiones o máculas”, razona Carlos Grau. Y añade que “también la talla importa“, refiriéndose a la forma en que ha sido tallada la pieza, capítulo en el que los expertos dan otra norma clarísima a la hora de invertir: solo se aconseja la talla brillante o de forma redonda. Es con esas condiciones de talla, pureza y brillo (además de ese mínimo de un quilate) cuando los especialistas hablan de diamantes de calidad.

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Los diamantes pueden tallarse de diferentes maneras. La talla más habitual y aconsejable es la brillante
¿Cuándo hay que comprar? ¿Y vender?

La cotización del dólar es lo que marca las subidas y las bajadas de precio de los diamantes que, por lo general, no suelen perder valor. Pero hay que recordar que el sector también ha tenido sus crisis, como la que vivió en 1970, cuando su cotización descendió hasta un 50% por exceso de producción. Por eso es importante acertar en el momento tanto de la compra como de la venta.

Aunque “se recuperan bien de las caídas de precios y de las crisis económicas, sus cotizaciones son independientes de las leyes gubernamentales y tienen convertibilidad asegurada en cualquier momento a nivel mundial, es decir, es una divisa alternativa que, como el oro, se acepta con idéntico valor en cualquier lugar del mundo”, explica Carlos Grau. Y añade que “la fortaleza del euro frente al dolar indica un buen momento para la venta y, si la relación de fuerzas entre divisas es la contraria, para la adquisición”.

¿Por qué es bueno esperar?

Una de las grandes ventajas de los diamantes es que “no implican costes de mantenimiento como sucede con una pieza de alta relojería, y que las ganancias que se desprenden de su venta están libres de impuestos”. Esa es la razón por la que, además de no aconsejarse la compra como inversión a aquellos que quieran beneficios rápidos,se debe tener paciencia y buscar el momento óptimo para que la compra o la venta sea lo más beneficiosa posible. Un diamante de calidad nunca deja de ser un activo tangible que “se puede guardar en casa de forma segura para legar o vender en cuanto sea necesario”, resume Enseñat.

¿Cuánto sube su cotización anualmente?

En 1991 el “cártel” de la industria del diamante De Beers fue disuelto. Con lo que desde entonces el precio del diamante depende de la oferta y de la demanda exclusivamente. La buena noticia para quienes han invertido en estas piezas es que, según estudios de McKinsey, la producción minera de estas piedras está cayendo lentamente. Y no hay nuevas minas importantes de donde extraer más para atender la demanda, que sigue creciendo.

Eso ha hecho que “los precios de los diamantes de calidad han aumentado una media de un 5% anual”, cuenta Enseñat, que recuerda que “en 2013 Bloomberg anunció que se esperaba que los precios aumentasen un 6% anual hasta 2020”. Muchos de quienes buscando activos alternativos de ahorro se han fijado en los diamantes han confiado en Defined Value Diamonds (DVD) que, en palabras de su presidente Sean Cohen, es “un programa de inversión fácil de entender y accesible puesto que cada uno accede a él con la cantidad que puede permitirse, lo que incluye un abanico de precios que van desde los 1.000 a los 500.000 dólares”.

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El diamante Korloff es considerado el diamante negro más grande del mundo
Las piedras proceden casi siempre de India (el único productor de diamantes hasta 1720), pero la meca del diamante está en Amberes. Los judíos ortodoxos se llevaron ahí las gemas tras descubrirse la ruta marítima a India, para manejar las reglas de este mercado hasta hace solo unas décadas, cuando precisamente los indios se han hecho dueños y señores de tres cuartas partes de esta industria en la ciudad. Eso sí, “especializados en piedras de pequeño tamaño”, matiza Carlos Grau.Sea como sea, salvo rarísimas excepciones, casi cada diamante que circula por el mundo ha estado alguna vez en el Diamantkwartier de Amberes (Bélgica).

El secreto de las cinco C: color, claridad, pureza, corte... y confianza

En ese barrio de apenas un kilómetro cuadrado se cierran los tratos entre inversores en torno a esta piedra, que tanto puede guardarse como una inversión en una caja fuerte, como puede protagonizar todo el brillo de una joya luminosa. O, y eso también pasa, puede acabar en el engranaje del torno de un dentista.

Cuatro bolsas, 1.500 empresas y 30.000 empleados se dedican en Amberes al brillo de los diamantes, que también tiene su propio museo. Es el Divaantwerp, en que se explica detalladamente las reglas que determinan su precio (antes comentadas) y que los profesionales resumen en las cuatro C. “Carat weight o quilates (peso); colour, el color; clarity o pureza, y cut, tallado, la única característica que no viene dada por la naturaleza sino por la destreza de los profesionales”, resume Enseñat.

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En el parquet del diamante de Bombay todo es austero menos las piedras preciosas Foto: Jordi Joan Baños
Y se compren ahí, en Amberes, o en cualquier lugar del mundo, advierten los expertos que “no hay que caer en la trampa de grandes descuentos; hay que saber lo mínimo para descartar diamantes sinténticos (que a veces tienen un acabado muy acertado) y, sobre todo, hay que exigir el certificado, obligatorio para las piezas a partir de 0,30 quilates”. Y ahí llegamos a la “quinta C”.

Diamantes sin sangre

Esa C es la de la confianza, que solo pueden aportar los profesionales, según los Grau. Precisamente para apoyar esta última C, tras los conflictos de Angola y Sierra Leona derivados por lo que se llamó a bautizar como “diamantes de sangre” (que dio nombre incluso a la película protagonizada por Leonardo DiCaprio), en 2003 se creó el sistema de certificación del Proceso Kimberley para clausurar el mercado de piedras en bruto con que se financiaba a los guerrilleros. A ello, la Responsible Jewellery Council, añadió su Diamond Development Initiative certificando la minería a pequeña escala como motor de desarrollo para las comunidades locales.

Por otra parte, y para sorpresa de muchos, vale la pena saber que los diamantes ya no son el material “más caro”. Pero su valor tampoco es tan variable como por ejemplo el del oro. Si se consulta el portal Kitco, al que recurren todos los profesionales, se puede ver que el valor del oro se ha visto sometido a enormes fluctuaciones desde 2005, pasando de los 12 dólares el gramo a los 44 que alcanzó en 2013, o a los 37 actuales.

¿Sabías que el rodio y el paladio son más caros?

Mucho más caro que el diamante y que el oro es el rodio, que cuesta ¡76,57 dólares! el gramo, y es el material con que se hacen los acabados del oro. También es carísimo el paladio, a 37,68 dólares en la cotización actual (y se utiliza también para las aleaciones del oro), Por su parte, el platino, muy difícil de manipular (eso es lo que realmente encarece este metal), está a 24,09 dólares el gramo. Siguiendo con las cotizaciones actuales, el precio de un diamante H/VS2 (es una calidad ya considerada alta) varía sobre todo en función de su talla y tamaño, de modo que un ejemplar de 0,30 gramos cuesta 600 euros; de 0,40 salta a 900, de 0,48 rondaría los mil y de 0,50 ya alcanza los 1.500 euros. Y si nos vamos a una piedra de un quilate, el precio se dispara exponencialmente hasta los 6.787 euros.

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Una empleada de la casa de subastas Sotheby's posa con un diamante de 36,57 quilates engarzado en un anillo que se subastó a mediados de mayo pasado. EFE/ Valentin Flauraud
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