Los crímenes de Los Borbones

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La emisión de El conde de Montecristo español en Cuarto Milenio disparó la audiencia el pasado domingo y encendió las redes sociales con mensajes y comentarios de lo más variopintos.

¿Quién diablos fue el conde de Montecristo español, parafraseando la celebérrima novela del príncipe de las letras Alejandro Dumas? Nada menos que el confesor de la reina María Luisa de Parma, la cual en el mismo lecho de muerte desveló a fray Juan de Almaraz el mayor secreto de su vida: que “ninguno, ninguno” (se repite en el original del legajo que exhumé del Archivo del Ministerio de Justicia para mi libro Bastardos y Borbones, Plaza y Janés) de sus catorce hijos lo era del rey Carlos IV.


Carlos IV
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Extremo que de ser cierto, como aseguraba el clérigo bajo juramento in verbum sacerdotis, situaría la bastardía de los Borbones mucho antes, en Carlos IV concretamente, y no en Alfonso XII, cuyo padre ya sabemos que fue el comandante de Ingenieros valenciano Enrique Puigmoltó y Mayans.

Fernando VII ordenó el encierro del confesor de su madre por razones obvias durante quince interminables años en una miserable mazmorra del castillo de Peñíscola, en Castellón, basándose únicamente en el poder absoluto de un rey. Esto es, sin juicio previo. ¿Qué habría sucedido de saberse entonces tan comprometedor secreto?

Los Borbones de España forman una convulsa dinastía expulsada cuatro veces del trono en menos de ciento cincuenta años, cuyos titulares han abdicado en nueve ocasiones, desde Felipe V en su hijo Luis I, hasta Juan Carlos I más recientemente en su hijo Felipe VI.

Y entre estas dos abdicaciones se han producido siete más: la de Carlos IV en Fernando VII, Fernando VII en Carlos IV, Carlos IV en Napoleón Bonaparte, Carlos IV de nuevo en Fernando VII, Isabel II en Alfonso XII, Alfonso XIII en don Juan de Borbón y don Juan en su hijo Juan Carlos I, año y medio después de que éste ocupase el trono.

Evocando a mi amigo Juan Balansó (q.e.p.d.), ¿volvemos a vislumbrar hoy acaso la misma “Corona vacilante” que en el pasado?

La instauración de los Borbones en España generó mucha sangre en los campos de batalla

Sea como fuere, desde el momento mismo de la instauración de los Borbones en España hubo mucha incertidumbre, inestabilidad y sangre a borbotones en los campos de batalla. El primer Borbón, Felipe V, luchó así sin cesar durante quince largos años contra su rival dinástico, el archiduque Carlos de Austria, en la llamada Guerra de Sucesión.

La durísima contienda se saldó para Felipe V con la pérdida de sus territorios continentales(Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán y los Países Bajos) y, por si fuera poco, también con la de Menorca y Gibraltar. Un precio, sin duda, muy elevado el que debió pagar esta dinastía de origen francés para asentarse en España.


Felipe V de Miguel Jacinto Meléndez.
Y para convulsiones, la de 1808, cuando Fernando VII, bisnieto de Felipe V, derrocó a su propio progenitor, Carlos IV, para subir al trono del que fue expulsado por Napoleón apenas dos meses después. Hasta que en 1813, la Corona retornó a las sienes del rey felón que poco antes se había postrado de hinojos ante Napoleón mientras millares de españoles vertían su sangre por él en los frentes de guerra.

Las rivalidades entre Isabel II y su tío Carlos María Isidro desencadenaron las guerras carlistas

Dos décadas más tarde el trono de Isabel II, hija de Fernando VII, volvió a vacilar como consecuencia de las rivalidades con su tío Carlos María Isidro, que desencadenarían las guerras carlistas durante todo un siglo.

Y qué decir de la revolución de 1868, que mandó a Isabel II al exilio de París, dejando en el trono español al rey electo Amadeo de Saboya, quien a su vez cedió la gobernabilidad del país a la Primera República hasta la Restauración de la corona en la persona de Alfonso XII, en 1874.


Isabel II
Más tarde, Alfonso XIII abandonaría el país en 1931, tras la proclamación de la Segunda República, cuya derrota tras la Guerra Civil de 1936 permitiría al general Franco instaurar la Monarquía con su Ley de Sucesión de 1947, que convirtió a España en un reino gobernado por él.

Franco elegiría como sucesor suyo en la Jefatura del Estado, “a título de rey”, a uno de los nietos de Alfonso XIII, Juan Carlos de Borbón, que ya abdicó en su hijo el príncipe Felipe.

Dicen, y muchas veces con razón, que la Monarquía, como la propia Historia a la que pertenece, lo mismo que la economía o que la meteorología, es cíclica. Pero eso ya es otra historia.

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Ver reportaje en vídeo en este link:
https://www.cuatro.com/cuarto-milen...3/Conde-Montecristo-espanol_2_2095305043.html
 
¿Quién fue el Conde de Montecristo español?
Enigmas de la historia:

No es historia-ficción sino Historia real, con mayúscula. De haberla conocido, lo cual fue posible pues aconteció en vida de él, habría inspirado tal vez al príncipe de las letras Alejandro Dumas su celebérrima obra «El conde de Montecristo».

Entre los papeles privados de fray Juan de Almaraz, confesor de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV y madre, al menos oficial, de Fernando VII, localicé un increíble documento en el Registro del Ministerio de Justicia, en mayo de 2009. Antes de nada, leí una inquietante palabra en el sobre lacrado: «Reservadísimo». Justo debajo, con la misma caligrafía, se indicaba: «Reservado a mi confesor si muero sin ella –sin confesión–, nadie lo podrá abrir ni ver más que el confesor».

Pero yo abrí, trémulo, el sobre y quedé pasmado al leer esta asombrosa revelación: «Como confesor que he sido de la Reyna Madre de España (q. e. p. d.) Doña María Luisa de Borbón. Juro imberbum sacerdotis cómo en su última confesión que hizo el 2 de enero de 1819 dijo que ninguno, ninguno –se repite en el original– de sus hijos y [sic] hijas, ninguno –de los catorce que tuvo– era del legítimo Matrimonio; y así que la Dinastía Borbón de España era concluida, lo que declaraba por cierto para descanso de su Alma, y que el Señor la perdonase.

Lo que no manifiesto por tanto Amor que tengo a mi Rey el Señor Don Fernando 7º por quien tanto he padecido con su difunta Madre. Si muero sin confesión, se le entregará a mi Confesor cerrado como está, para descanso de mi Alma. Por todo lo dicho pongo de testigo a mi Redentor Jesús para que me perdone mi omisión. Roma, 8 de enero de 1819. Firmado Juan de Almaraz».

Si lo que el sacerdote sostenía era cierto, los Borbones de España no estaban en condiciones de exigir sangres absolutamente puras a sus herederos al trono en el momento de desposarse.

Cuando juzgué concluida mi tarea, tras localizar la increíble confesión manuscrita del sacerdote, volví a toparme con otro documento inédito no menos sobrecogedor: una carta secreta del gobernador de Peñíscola. Fechada en la localidad castellonense, el 13 de febrero de 1834, la carta del principal mandatario de Peñíscola produce aún hoy escalofríos al leerla.

«Reo de alta traición»

Dice así: «El gobernador de aquella Plaza. Dice que al tomar posesión del Gobierno de la misma –Peñíscola– ha encontrado en un encierro al sacerdote D. Juan de Almaraz, que fue conducido a ella a consecuencia de una Real Orden de que acompaña copia, expedida por este Ministerio en 21 [de] octubre de 1827, en la cual se califica de reo de alta traición al referido Almaraz y se encargaba fuese incomunicado vigorosamente y vigilado bajo la responsabilidad personal del gobernador, y como desde aquella fecha no haya podido alcanzar aquel desgraciado ningún alivio en su dura prisión, a pesar de los beneficios decretos dictados por el magnánimo corazón de V. M. en bien de todos los españoles, cree su deber hacer presente que la conducta observada en la prisión por este reo ha sido la correspondiente a su respetable carácter que su edad de 67 años, sus enfermedades dimanadas de su senectud y sus padecimientos de seis años y medio de encierro sin comunicación, le hacen inepto para el mal como para el bien: y que todo lo que puede formar la felicidad de este respetable anciano es que V. M., tendiéndole su mano, beneficie para que no muera en su encierro, le permita volver a Extremadura, su patria, y acabar sus días en el seno de su familia».

El máximo funcionario de la prisión quedó horrorizado al abrir la mazmorra y contemplar a un anciano de largos y enmarañados cabellos y barba blanca crecida hasta la cintura, que se le arrojó sollozando a sus pies. Aquel espectro viviente dijo ser el fraile Juan de Almaraz, incapaz ya casi de articular palabra tras su larga incomunicación.

Muerto Fernando VII en 1833, le sucedió como regente su cuarta esposa, María Cristina de Borbón, reina gobernadora durante la minoría de edad de su hija Isabel II. Al régimen absolutista sucedió así el régimen liberal, una de cuyas medidas fue la concesión de una amnistía para delitos políticos mediante el decreto de 16 de enero de 1834.

La reina María Cristina otorgó finalmente el perdón al inocente fray Juan de Almaraz, a quien sólo se había condenado en virtud de la sentencia dictada y ejecutada por el poder absoluto de un rey.

https://www.larazon.es/lifestyle/la...ue-el-conde-de-montecristo-espanol-BE10277978
 
La corona española y el tráfico de negros, el gran negocio de Los Borbones

Publicado por lasmonedasdejudas el junio 16, 2013
Publicado en: Criminología, Cultura.

Nada en la historia de la humanidad resulta tan vergonzoso es indignante la trata de esclavos, en el África subsahariana represento la mayor catástrofe de la era moderna. A lo largo de la costa africana se establecieron factorías de esclavistas, si bien fueron los portugueses los pioneros, holandeses, franceses e ingleses pronto participarían en esta salvaje y criminal explotación del hombre por el hombre. Millones de personas eran capturados como animales para servir como esclavos en plantaciones de las potencias europeas, en sus casas o haciendas. El Imperio español al principio permaneció en cierto modo, pero solo en cierto modo, ajeno a esta infamia.



Si bien la esclavitud en España se introduce en tiempos de los reyes católicos, por el tratado de Alcaçovas, mediante el cual España autoriza la venta de esclavos en España.
El posterior Tratado de Tordesillas en 1494, impide durante los siglos posteriores el comercio directo de esclavos en colonias desde las costas africanas, a pesar de ello unos años después comienzan a llegar los primeros esclavos a las islas del Caribe, fundamentalmente para los cultivos de caña de azúcar, la excusa una gran epidemia que diezma la población indígena, dejando sin trabajadores indigenas semi-esclavos las islas del Caribe. Esta aberración a pesar del Tratado de Tordesillas fue muy grande, por ejemplo Puerto Rico con menos de 400 españoles, había más de 2000 esclavos. Cien años después de la llegada de los españoles la población indígena había desaparecido del Caribe, siendo reemplazada por población procedente de África.




Es con la llegada de los borbones, cuando dejaron las formas y comenzó España a participar a saco en este criminal comercio, los borbones impusieron su sello personal al imperio y participaron activamente del “negocio”. Felipe V,”El Guarro”, fue el primer Borbón y el primero de los reyes de España en comenzar la moda de hacer negocios sin moral ni ética alguna, como luego se confesaba la iglesia siempre condescendiente con los poderosos le daba la absolución. Pronto firmo un suculento contrato con la Compañía de Guinea, al igual que él, de nacionalidad francesa, se hizo socio criminal de otro Borbón, el rey de Francia Luis XV, por lo cual percibía cada Borbón el 25% de los beneficios de la organización esclavista. Eso sí, todo de manera muy católica, los barcos en los que transportaban la “mercancía” debían ser católicos, así como la tripulación, por eso de que de ese modo los esclavos que no llegase a América, tuviesen la posibilidad de morir por la gracia de Dios.


La sociedad con su primo termino rompiéndose, por el tratado de Utrecht, tampoco le importo mucho al Borbón, pronto formalizo contrato con los ocupantes de Gibraltar y Menorca y creo la Compañía de Comercio, que actuaba de forma conjunta con South Sea, por este acuerdo fueron secuestrados unas 150.000 personas, que fueron vendidas como esclavos en pública subasta en las colonias españolas, en esta operación repartía beneficios con Ana Estuardo, reina de Inglaterra, no vayamos a creer que eran solo unos impresentables los reyes de España, que como decía mi padre, el mejor rey el que no existe.

En esta ocasión, como los ingleses no eran católicos cambiaron las clausulas, los ingleses más negociantes establecieron que la “mercancía” fuesen hombres, mujeres o niños no debían ser viejos ni defectuosos y tener sus dentaduras completas, por lo cual les miraban los dientes como si fuesen caballos o mulas, los pobres desgraciados eran salvajemente marcados con hierros candentes con los sellos del rey de España y de la compañía inglesa, de la que era socia mayoritaria Ana Estuardo, y diversos lores ingleses.

Está claro que los empresarios si se han podido evitar costes salariales, se los han evitado, de hecho en estos momentos, con la complicidad de la decadente clase política monárquica, de mundo financiero y de esa organización terrorista a la que llaman “Los mercados” van camino de ello, de conseguir mano de obra si no esclava si en precarias, muy precarias condiciones laborales. Así que no es de extrañar que los grandes colonos españoles, los empresarios de la época, presionasen para las grandes plantaciones de café, azúcar o cacao y aunque el Tratado de Tordesillas prohibía el tráfico de esclavos, fueron muchos los empresarios españoles que crearon sus propias compañías de tan criminal comercio.


Con la llegada de la revolución francesa se comienza a tomar conciencia del crimen contra la humanidad que supone la esclavitud, la cual vota en febrero de 1794 la abolición de la esclavitud en las Antillas Francesas, continuando Dinamarca que prohíbe de manera toral el comercio de esclavos, cuatro años más tarde en 1807 Inglaterra hizo lo mismo, pero sin ponerle muchas ganas y no seria hasta 1832 cuando aprueba la abolición del de la esclavitud en las colonias británicas. Los borbones que se habían dado cuenta del gran negocio no renunciaron a ello a pesar de los tratados que firmaban y presiones que recibían del resto de las naciones, no sería hasta la llegada de la primera República Española cuando es abolida la esclavitud en Puerto Rico, pero no en Cuba, donde seria abolida en 1886. Siendo España el último país en participar de manera activa en el tráfico de esclavos fue la última en abolir la esclavitud, por ser una manera de enriquecimiento personal de los borbones y la aristocracia española.


ENLACES RELACIONADOS


Felipe V “El Guarro”

http://pinarejorepublicaindependien...2/06/felipe-v-el-guarro-el-primer-borbon.html

Luis I “El Robamelones”

http://pinarejorepublicaindependiente.blogspot.com.es/2012/06/luis-i-el-robamelones.html

Isabel de Farnesio, la madrastra mala malísima:

http://pinarejorepublicaindependien.../06/isabel-de-farnesio-la-madrastra-mala.html

FERNANDO VI “eL MELANCOLICO”

http://pinarejorepublicaindependiente.blogspot.com.es/2012/07/fernando-vi-el-melancolico.html


LA TRAICIÓN DEL REY, (Carlos IV y Fernando VII, los mayores traidores de la historia de España)


http://pinarejorepublicaindependiente.blogspot.com.es/2012/08/la-traicion-del-rey-carlos-iv-y.html
Los Cuernos de Carlos IV, la reina, Godoy, Teresa de Borbón y Pepita.
http://pinarejorepublicaindependien...os-cuernos-de-carlos-iv-la-reina-godoy_7.html


CARLOS IV (TRAIDOR I DE ESPAÑA)1ª PARTE

http://pinarejorepublicaindependien...09/carlos-iv-traidor-i-de-espana-1-parte.html
CARLOS IV (TRAIDOR I DE ESPAÑA) (2ª parte)De Trafalgar al motín de Aranjuez .
http://pinarejorepublicaindependiente.blogspot.com.es/2012/09/carlos-iv-traidor-i-de-espana-2.html


La traición de Bayona de Carlos IV y Felón VII, perdón Fernando VII:


http://pinarejorepublicaindependien.../09/la-traicion-de-bayona-de-carlos-iv-y.html


LA CORONA ESPAÑOLA Y EL TRÁFICO DE NEGROS (El gran negocio de los borbones)

http://pinarejorepublicaindependien...12/10/la-corona-espanola-y-el-trafico-de.html

Fuente: http://pinarejorepublicaindependien...12/10/la-corona-espanola-y-el-trafico-de.html
 
Una macabra historia ocurrida bajo el Reinado de El Elefanticida que por aquel entonces era el jefe del estado.

Operacion Mengele: los servicios secretos españoles experimentaron con mendigos bajo la democracia


El Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) fue una agencia de inteligencia españolaque estuvo en funcionamiento desde 1977 hasta 2002, cuando fue reemplazada por el actual Centro Nacional de Inteligencia.

"Nuestro servicio de inteligencia llegó a cometer en sus inicios actos inenarrables. Como la Operación Mengele, un experimento macabro en el que científicos pagados por el gobierno español experimentaron técnicas de control mental sin ningún tipo de límites ni escrúpulos. Las víctimas eran vagabundos, mendigos, personas a las que, si desaparecían, nadie iba a reclamar. Les abrían el cráneo para introducirles un chip. Cómo no, fue una operación sin resultados pero con muchas muertes y extrañas desapariciones". (Declaraciones de Manuel Carballal, autor de Los expedientes secretos del CESID)



Antiguo emblema de los servicios secretos españoles
Este macabro testimonio fue corraborado fue corroborado en parte por el catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos Ruiz Miguel en una mesa redonda durante una conferencia organizada por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España (antiguo CESID), según relata el diario http://www.teinteresa.es en un artículo titulado Expertos en inteligencia hablan de limitación a los derechos fundamentales

(...) Así mismo también hay un caso histórico que prueba que los servicios de inteligencia violaron el artículo 15, del derecho a la integridad física. El catedrático ha recordado la ‘operación Mengele’ en los 90, en la que el antiguo CESID (Centro Superior de Información de la Defensa) utilizó a mendigos para inyectarles sustancias. “No parece que estas cosas se hagan ahora”, aclara.(...)



Emblema del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)
antiguo CESID

En un blog de la web de información española llamada http://blogs.periodistadigital.com/politicamenteacorrecto se publicó un articulo titulado Mendigos de Madrid para Mengele, que trascribo a continuación
El gobierno secuestraba mendigos como cobayas

Recientemente Ana Botella se metió en uno de esos jardines que encantan a sus opositores, llenos de peras con peras y manzanas con manzanas. Europa Press daba así sus declaraciones:

La delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, ha señalado los "60 puntos donde pernoctan más de 200 personas" en la calle como una "dificultad añadida" para mantener la limpieza del distrito Centro, que se unen a las acciones de los graffiteros y su "revaloración artística" de la ciudad y el especial entramado urbano de la zona, con vías estrechas y de gran intensidad circulatoria.




Lógico en el país del fariseísmo, saltaron como alimoches todos los que llevan desde 1986 -15 años- buscando infructuosamente carroña. Por añadidura, todos los que cuando oyen el nombre de Aznar sufren ataques a lo niña del exorcista. La simpar Mª Teresa Fdez. De la Vega alcanzó las cumbres del zapaterismo con una frase inmarcesible:

Ahora hasta, fíjese, en Madrid atacan a los mendigos.

Que un señor durmiendo en la calle, o coches en las aceras, o botellones varios, son una "dificultad añadida" para limpiar, es una obviedad tan grande que los aspavientos solo se entienden buscando votos en el telediario. Más aún cuando toda una vicepresidenta primera del gobierno contesta a una concejala de ayuntamiento. Además se camufla así el verdadero problema del Ayuntamiento de Madrid, cada día más socialista, que lleva 10 meses sin pagar los servicios de limpieza.

Operación Mengele en cifras: Unas 2200 personas sometidas a experimentación, de las que fallecieron alrededor de 1200, personas pobres y en su mayoría de medios rurales. Lo denunció la Conferencia Episcopal, lo denunció la Fiscalia General del Estado, entidades y ciudadanos. La AVISE (Asociación de Victimas de Irregularidades en la Sanidad y en la Experimentación) estima la cifra de muertos entre 700 y 1.200 personas.

Y de fondo, ahí quedan, los sin-casa, los mendigos de Madrid.

Simultáneamente Manuel Cerdán, un veterano del periodismo especializado en la lucha anti-terrorista, presentaba también en Madrid su libro "El informe Jano", "resultado de una frustración, de la impotencia del periodista que se mueve entre hechos que no se pueden desvelar". Una historia novelada donde, casualmente, los mendigos vuelven a ser protagonistas.

En 1996, con el primer gobierno del post-felipismo, Julio Anguita, a la sazón coordinador general de IU, escribió una carta abierta al presidente José María Aznar. La prometida regeneración quedaba en agua de borrajas y la derecha del PP demostraba una vez más que en cuanto tocan moqueta son exactamente iguales que el PSOE. Anguita le reprochaba a Aznar su proyecto de ley de Secretos Oficiales y la negativa a entregar a la Justicia los papeles del Cesid. Razones de Estado, lealtad institucional y demás gaitas eran argüidos por el gobierno Aznar como justificación al encubrimiento de crímenes de Estado. De este modo, la mayoría de los asesinatos de los GAL quedarían para siempre en el limbo jurídico.

Don Julio Anguita se retiró con su modesta jubilación de profesor (renunció a la pensión como diputado), apestado para una casta que llamaba a su integridad "locura", pero respetado por los españoles que recuerdan aquel Quijote y su caballo de guiñol, Soberano. Hoy, del "programa, programa, programa" hemos pasado al "como sea, me la suda, como sea", y en las filas socialistas muchos suspiran porque Felipe González y sus amigos de Prisa hagan algo.

Entre los papeles del Cesid que exigía Anguita en el 96 estaba el informe Jano, de la inteligencia española. Daba cuenta de la denominada Operación Shuto, posteriormente rebautizada Operación Mengele. En 1988 el gobierno de Felipe González secuestraba mendigos en Madrid, en la Plaza 2 de Mayo, y experimentaba con ellos nuevas drogas buscando una anestesia que le permitiera raptar a José Antonio Urruticoechea, conocido como Josu Ternera, en Bayona. A alguno le rompieron la cara y terminó en el hospital, pero al menos uno de los cobayas humanos resultó asesinado por los efectos de la droga y se abrieron diligencias previas en la Audiencia Nacional. Se les fue la mano. Las dosis para un zamarro como Josu Ternera no eran extrapolables a un chaval mal alimentado que vive en la calle. El dossier super secreto que se redactó sobre aquellos hechos se llamó "Informe Jano". Por supuesto enterraron el caso y los asesinos quedaron impunes. El libro de Cerdán comienza con una carta de uno de los agentes que participó en el secuestro dirigida a la madre del chico para explicarle la verdadera historia de la muerte de su hijo.

Al cruzar el límite

Como en aquella película de Gene Hackman, las implicaciones del complejo de dios iban todavía más lejos. El que asociaciones como AVISE llaman "Doctor Mengele" del gobierno era Diego Figuera Aymerich, cardiólogo, codirector de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid, a las órdenes del general Alonso Manglano. El coronel Juan Alberto Perote, ex jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) del CESID (que fue encarcelado por difundir precisamente documentos del Cesid), expresa así la situación:

Manglano hacia lo que le decían Serra y González.

Eduardo Calvo es un empresario inmobiliario, fundador de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias y víctima del doctor Diego Figuera. Acusa al que llama "doctorMengele" del Cesid de la muerte de más de setecientas personas por la implantación de unas válvulas cardíacas de su invención "que nunca funcionaron". La investigación estuvo paralizada hasta el año 1999 y finalmente la causa fue sobreseída a petición de la Fiscalía General. Ni siquiera un Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional (pdf) arrojó resultados.

El caso de los experimentos con humanos y las llamadas "válvulas de la muerte" explotó en 1981:

Cientos de cadáveres a los que se les extrajo las meninges de su cabeza sin permiso de nadie, se supone que a ninguna persona se la ayudo a morir para extraer las meninges de sus cerebros, que después se convertirían en válvulas cardíacas vendidas por una empresa privada, propiedad de los Drs. Diego Figuera Ayimerih, del jefe de servicio de experimentación de la Clínica Puerta de Hierro, José Luis Castillo-Olivares Ramos, y de su esposa.

Según las estadísticas oficiales en los dos primeros años fallecieron el 75 % de los experimentados. La cifra final solo la conoce la Inspección Nacional de Farmacia y el Ministerio de Sanidad. Nunca se hizo pública y se ocultó incluso a los tribunales de justicia. Unas 2200 personas sometidas a experimentación, de las que fallecieron alrededor de 1200, personas pobres y en su mayoría de medios rurales. Lo denunció la Conferencia Episcopal, lo denunció la Fiscalia General del Estado, entidades y ciudadanos.La AVISE (Asociación de Victimas de Irregularidades en la Sanidad y en la Experimentación) estima la cifra de muertos entre 700 y 1.200 personas.

Por su parte, el doctor José Luis del Castillo-Olivares Ramos, como Catedrático Emérito de Cirugía de la Universidad Autónoma de Madrid, tuvo a bien dejar una explicación escrita de su trabajo.

Si preguntan por ahí, ahora que el doctor Figuera Aymerich está muerto (q e p d), les dirán que entró en la historia de la medicina. Fue el JEFE, así, con mayúsculas, "un reconocimiento al liderazgo y la excelencia de un ser superior". Y Felipe González un defensor de los Derechos Humanos, protector de mendigos. A Leire Pajín no le pregunten, dice que era algo "pequeñita" uó uó uó. No como Ana Botella, facha, malísima, nunca mais peras con manzanas y no a la guerra si es de Aznar.

PS: De acuerdo que esto de resucitar los GAL tiene toda la pinta de montaje entre los amigos Pedrojota y Zapatero, socios para frenar a González en la operación Solana. Rabiosa actualidad en la COPE de Buruaga, 6 años dando la matraca del 11-M y ahora Pedrojota les resucita los GAL. Pero, qué quieren, uno es débil y con los mendigos lo tenía a huevo.

Al margen de estas informaciones proporcionadas por medios de comunicación comerciales, dos de los periódicos mas importantes de España como son los periódicos El País y El Mundo se hicieron eco de la macabra operación Mengele en sus páginas.

El País publicó varios artículos, algunos con títulos bastante elocuentes como El juez Garzón imputa a un coronel del Cesid en la Operación Mengele El agente se acogió a la Ley de Secretos o El Tribunal Supremo se niega a dar al juez Garzón un documento que alude supuestamente al uso de mendigos como cobayas. El periodico El Mundo publicó varios artículos con titulos como El juez Garzón dicta el sobreseimiento del caso 'operación Mengele'
 
Otra macabra historia relacionada con el anterior ocurrida bajo el Reinado de El Elefanticida que por aquel entonces era el jefe del estado.


El Dr. Figuera experimentó en mendigos, previamentemente secuestrados por servicios secretos españoles


Por Miguel Bueno

El cardiólogo Diego Figuera, que fue codirector de la Clínica Puerta de Hierro, en Madrid, conocido como el “Doctor Mengele”, quien experimentó, en colaboración con el CESID, con mendigos (al menos tres murieron) es, según el empresario inmobiliario Eduardo Calvo uno de los fundadores de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias, AVNS, el responsable de la muerte de más de setecientas personas por la implantación de unas válvulas cardiacas de su “invención que nunca funcionaron”. La investigación de los juzgados de la Audiencia Nacional estuvo paralizada hasta el año 1999 y, hace algunos meses, la causa contra él fue “sobreseída” a petición de la Fiscalía General.



Lleva diecinueve años denunciando el experimento clínico al que fue sometido, junto a las cientos de personas más, al implantársele en el corazón una válvula ineficaz y dañina que tuvieron que reemplazarle más tarde para salvar su vida. Según Calvo, el cardiólogo Diego Figuera fue siempre conocido como Doctor Mengele, quien preparó un anestésico para emplear en los secuestros de mercenarios de los GAL a petición del CESID.

No me cupo ninguna duda y tenía los datos suficientes para afirmarlo. Oí en la radio, no lo olvidaré nunca, el 17 de septiembre, a las siete y cuarto de la mañana, la noticia de la experimentación con mendigos. Yo conocía la relación del doctor Figuera con el general Manglano y los asocié inmediatamente. Figuera ha estado más de veinte años experimentando con pacientes, sin importarle la vida de las personas, y cuando me llamaron por teléfono para confirmármelo, una hora después, cualquier duda que hubiera podido tener quedó resuelta. Era Diego Figuera sin duda alguna. La ausencia de las dudas iniciales de Calvo la explica por el conocimiento previo que tenía de las relaciones de Figuera con el recientemente condenado Manglano. Me lo habían contado hace años. Yo conocía al que fue Subdirector Nacional de Sanidad, José Luis López Vilas, al doctor Ramón Guaitá, Inspector Nacional de Sanidad, y después asesor del Defensor del Pueblo, cuando era comandante; un hombre muy recto; había hablado muchas veces con el Director General del Insalud, José Luis Izaguirre. Esas ansias de poder y de relacionarse con el poder, eran características de Diego Figuera.

Eduardo Calvo, 48 años, ha denunciado reiteradamente las irregularidades cometidas por el doctor Figuera; es un superviviente del implante de la válvula inventada por Figuera, a la que bautizó como Xenofic, una bioprótesis valvular cardiaca de pericardio bovino, tan imperfecta que, al no dejar pasar el flujo sanguíneo completo, produce una dilatación espectacular del corazón. Los obturadores se rompen, encharcando los pulmones del paciente que moría con vómitos de sangre si no se la sustituían a tiempo. Después de la experiencia, junto a otros afectados, fundó la Asociación, en abril de 1985. Eduardo Calvo es autor de distintas patentes sobre técnicas hidráulicas, lucha contra incendios y riego por aspersión a cuya difusión estuvo dedicado.

Como no me fiaba, envié un informe al juez Garzón. En octubre y diciembre de hace dos años, oí el bulo de que a Diego Figuera le había dado un infarto y que estaba ingresado en Puerta de Hierro, que al salir le dio una hemiplejia, y, la verdad, no me creí nada; efectivamente, confirmé que era todo mentira. Sólo era una medida preventiva para que no le marearan. Incluso, prepararon una habitación con su nombre en la puerta, y un guardia de seguridad fuera. Estuvo un día y se fue a casa. El diez de marzo, ya pasadas las once de la mañana, fui a ver al oficial que llevaba el caso; en el juzgado me confirman también que Figuera era el famoso “Doctor Mengele”. Al ver una foto que mostré, me indicaron que era ya mucho mayor, y me aseguraron que había testificado en la Audiencia Nacional.

El doctor Figuera, o el Ángel de la Muerte, muy acostumbrado desde hace años a contactos con periodistas, en ésta como en otras ocasiones, no respondió a llamadas que realizamos a su domicilio para contrastar su versión, resultando imposible hablar con él. En la Audiencia Nacional, el sumario que se ocupa del caso es de asesinato de Ramón Oñaederra, miembro de ETA, el 19 de diciembre del año 1983, en la ciudad francesa de Bayona. El periódico El Mundo desveló, a partir de la documentación incautada en la celda del coronel Juan Antonio Perote, ex jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME) en el CESID, grupo dedicado a las tareas sucias del espionaje español, los detalles de la denominada Operación Shuto, rebautizada después como Operación Mengele por asociación a Joseph Mengele (el Ángel de la Muerte), médico-jefe del campo de concentración en Auschwitz, que experimentaba con los detenidos la tesis sobre la higiene racial de los nazis; en este caso, todos los preparativos realizados en Madrid en 1988, tenían el objeto de secuestrar en Bayona a José Antonio Urruticoechea, más conocido por Josu Ternera. A él iba destinada la anestesia brindada a Manglano por su amigo el médico.

Experimentan con dos mendigos que encontraron en los alrededores de la plaza Dos de Mayo, en Madrid. De los dos primeros secuestrados, a uno le rompen la nariz de un puñetazo al resistirse, dejándolo tirado cerca de un centro asistencial; al otro, víctima de los efectos de la anestesia de Diego Figuera, el Doctor Mengele del CESID, le dejan en una zona próxima al barrio de Tetuán. El tercer cobaya humano, también un mendigo, murió por la anestesia del Doctor Mengele y, para cubrir las apariencias, incoaron Diligencias Previas en la Audiencia Nacional que, con el tiempo, dejó sobreseído el caso.

Inventor español en España

En 1979, Diego Figuera era presidente del Consejo de Administración de la sociedad anónima Implantes Médicos, empresa fundada para desarrollar, distribuir y vender los inventos patentados por él mismo, pretendiendo que fuera su pasaporte de entrada en la historia de la medicina española. Recibió subvenciones de veinte millones de pesetas cada año, desde el año 1972 hasta 1979 y, como único resultado, sólo presentó dos bioprótesis valvulares cardiacas, a las que él denominaría Durafic y Xenofic.

De Durafic se fabricaron quinientas, las hacían con membranas extraídas del encéfalo de cadáveres. Una vez implantadas en los pacientes se rompían los anclajes y la muerte era inevitable si no se reintervenía con urgencia y se sustituía a tiempo.

De Xenofic vendieron 1.200 bioprótesis. A los dos años fracasaba la válvula en todos los casos y había que volver a operar para su sustitución sin alternativa posible. Los responsables del servicio de Cirugía Cardiovascular de la Ciudad Sanitaria de Zaragoza denunciaron en 1983 en la Revista Española de Cardiología su negativa experiencia en el uso del invento, concluyendo que es una prótesis inaceptable. El juez Alberto Jorge Barreiro expuso en un Auto, fechado en marzo de 1986, que el proceder de los querellados (Figuera y socios), no es irreprochable desde el punto de vista social, ya que a la vista de lo avanzado y delicado del producto a vender, debieron restringir el ámbito de su difusión a un número reducido de pacientes y, una vez probada a pequeña escala, propagarla con garantías en un ámbito más amplio; de ahí que su actuación, incluso no siendo punible, no puede tampoco estimarse como la más adecuada desde un prisma ético-social; así como que, la conducta de los querellados que expendieron las válvulas, no puede conceptuarse como la más idónea para la salud del ciudadano. Hoy, el juez Barreiro está en la Sección decimoquinta de la Audiencia Provincial, en Madrid, que juzgó a Manglano. La aventura financiada por otros, sufrida también por otros de los que Diego Figuera, miembro de la Real Academia de Medicina, llama invenciones, terminaría en septiembre de 1982. En el año 1984 , muy tarde ya, el Insalud avisó de la necesidad de inmovilizar todas las partidas de válvulas por el riesgo grave en su utilización. Figuera, ex director del Servicio de Cirugía en la clínica Puerta de Hierro, no dejaba de descalificar a sus adversarios con los términos más duros y los argumentos más demagógicos. Hablaba de campaña difamatoria contra mi persona, con trasfondo político, o de la interpretación malévola del Director General de Farmacia (El País, marzo 1985); denunciando (sic) mala intención y peculiar manera de investigar del Subdirector General de Inspección (El País, 14 de diciembre de 1980); o reconvenía a las centrales sindicales, según decía el 19 de marzo de 1978, que se aprovechan para calumniar y menospreciar a los que hacen cuanto pueden para el desarrollo de la investigación en España y reducir las gravosas importaciones.

Todo para un balance de muertos, que Eduardo Calvo estima en más de setecientos. Diego Figuera es autor de dos libros, Transplante renal (1972) y El transplante cardiaco – Dificultades en España, y coautor de Arterioesclerosis. Figuera tiene presencia pública como miembro de la Real Academia de Medicina y, además, es presidente de honor de su Junta Directiva, miembro del Comité Senior de la Sociedad Española de Investigaciones Quirúrgicas, e integrante del Consejo Editorial de Revista Española de Cardiología editada por la Sociedad Española de Cardiología.

Para cubrir apariencias, incoan unas “Diligencias Previas” en la Audiencia Nacional; y, con el tiempo, el “caso” fue sobreseído y, por supuesto, archivado

Según Eduardo Calvo, Diego Figuera, el “Doctor Mengele” o el “Ángel de la Muerte”, es el responsable del crimen de setecientas personas, muchas de ellos mendigos.

Fuente: http://www.nodo50.org/eltransito/articulosrobados/mengele2.htm
 
La Fundación Reina Sofia vinculada con AFAL, una fundación que ha sido acusada de desplumar a enfermos de Alzheimer

Publicado por lasmonedasdejudas el julio 12, 2014

Todos sabemos el motivo de las personas de las altas esferas para crear sus propias fundaciones. Una fundación es un medio que permite el desvío de fondos a paraísos fiscales. Iñaki Urdangarin, yerno del rey Juan Carlos I, utilizó una ONG para niños discapacitados como tapadera para evadir dinero al paraíso fiscal de Belice… por el humo, se sabe donde está el fuego. Los miembros de la Familia Real española tiene varias fundaciones a su cargo y leyendo la noticia anterior, todos deberíamos sacar nuestras conclusiones.
La codicia innecesaria e infame de Los Borbones parece no tener límites. Una pregunta a los que no son españoles y están leyendo estas líneas ¿Ustedes que dirían si hubiesen tenido una reina de España vinculada a una fundación acusada de apropiarse indebidamente de la fortuna de personas ancianas enfermas del Alzheimer? Les dejo un dato: una tutelada de AFAL con Alzhéimer “donó” cuatro millones de euros en su lecho de muerte al Palacio de la Zarzuela. A cambio, la Casa Real avalaba con su imagen los proyectos de la fundación AFAL, siendo en este caso, la Reina Sofía la que osaba asistir a actos de promoción de dicha fundación. La polémica está servida y la impunidad garantizada.



Acusan a la fundación Afal de desplumar a enfermos de Alzheimer.

Familiares y extrabajadores de la fundación Afal Futuro denuncian que están desplumando a los enfermos de Alzheimer que tratan. Aseguran que desvían patrimonio y dinero de los enfermos a empresas ligadas a la fundación. La Fiscalía ha abierto ya una investigación, pero desde Afal no han querido hablar con nosotros.




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Video: laSexta.com

laSexta.com | Madrid | Actualizado el 27/05/2014 a las 17:26 horas

La tía de Mayte y Antonio está incapacitada porque padece Alzheimer. En 2008, su tía poseía bienes valorados en 19 millones de euros. Seis años más tarde, su familia denuncia que la Fundación que la tutela se ha gastado 16 de esos 19 millones.

Mayte y Antonio no son los únicos familiares que han denunciado a la Fundación Afal. Francisco está también convencido de que están desvalijando a su padre dándole supuestos cursos de formación.

Además de familiares, cinco exempleados los denuncian por apropiación indebida del dinero de los enfermos. José asegura que se negó a firmar facturas infladas entre distintas empresas de Afal.

Tras año y medio de denuncias, la Fiscalía de Madrid está estudiando si existe o no delito. La abogada de los afectados asegura que cuenta con facturas que prueban el desvío de fondos a empresas ligadas a la fundación.

La Fundación Afal no han querido dar su versión ante las cámaras de laSexta, pero ha negado al diario ‘El País’ irregularidades en su gestión.

La tía de Mayte y Antonio está incapacitada porque padece Alzheimer. En 2008, su tía poseía bienes valorados en 19 millones de euros. Seis años más tarde, su familia denuncia que la Fundación que la tutela se ha gastado 16 de esos 19 millones.

Mayte y Antonio no son los únicos familiares que han denunciado a la Fundación Afal. Francisco está también convencido de que están desvalijando a su padre dándole supuestos cursos de formación.

Además de familiares, cinco exempleados los denuncian por apropiación indebida del dinero de los enfermos. José asegura que se negó a firmar facturas infladas entre distintas empresas de Afal.

Tras año y medio de denuncias, la Fiscalía de Madrid está estudiando si existe o no delito. La abogada de los afectados asegura que cuenta con facturas que prueban el desvío de fondos a empresas ligadas a la fundación.

La Fundación Afal no han querido dar su versión ante las cámaras de laSexta, pero ha negado al diario ‘El País’ irregularidades en su gestión.

Fuente: http://www.lasexta.com/noticias/soc...splumar-enfermos-alzheimer_2014052700259.html
Les dejo una serie de magníficos artículos publicados por el extraconfidencial.com y que ponen al descubierto esta supuesta trama corrupta:

Las investigaciones del diario digital Extraconfidencial.com han sido puestas en poder de la Fiscalía Anticorrupción sobre las presuntas irregularidades cometidas por la Fundación AFAL y han sido decisivas

La reina de España decididió no acudir a la inauguración del Centro Villafal del Alzhéimer (AFAL), a pesar de que la Fundación Reina Sofía había prometido su presencia






EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (I)

El juzgado nº 65 de Madrid otorgó a esta Fundación de Alzheimer, sin base económica alguna, la tutela de la millonaria parte que le correspondía a Yolanda, una de las dos hijas del dueño de La Finca
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Se investigan supuestas irregularidades comprometedoras en la gestión del patrimonio de 3.000 millones del magnate Luis García Cereceda: la Fundación AFAL, bajo sospecha

EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (II)


La fortuna de 3.000 millones de euros de los Cereceda, en guerra permanente, está tutelada por esta fundación por decisión de la jueza Yolanda San Pastor Sevilla
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Estupor en el mundo jurídico por los negocios de la Fundación AFAL dedicada al Alzhéimer y que tutela a grandes fortunas, entre ellos los Cereceda
EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (III)

Comunicado de la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer y otras Demencias
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CEAFA niega cualquier vínculo o relación de colaboración con la Fundación AFAL y la Asociación AFAL contigo

EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (IV)



Ha interpuesto una remoción de tutor en el Juzgado nº 65 de Madrid para apartar del caso y del control de la fortuna a la Fundación AFAL dedicada al Alzhéimer

Jaime Ostos Jr. reclama la tutela del millonario patrimonio de “su mujer”, Yolanda García Cereceda

EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (V)

La imagen de la Fundación Reina Sofía figura en la presentación visual del proyecto y en diversas entrevistas realizadas a la presidenta Blanca Clavijo

La Fundación AFAL explota el nombre de la reina Sofía para la creación de su macrocomplejo urbanístico privado del Alzheimer en Paracuellos del Jarama


EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (VI)

De nuevo se pone en entredicho la credibilidad de la actuación de la Fundación AFAL, dedicada al Alzheimer, y que tutela diferentes patrimonios por decisión del Juzgado nº 65 de Madrid
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Jaime Ostos sí presentó en el Juzgado su licencia de matrimonio con Yolanda García Cereceda fechado el 27 de febrero de 2012 en Carolina del Norte, en contra de lo que AFAL indicó en un comunicado

EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (VII)

Según las acusaciones, manejan y controlan a su antojo las propiedades inmobiliarias de sus tutelados sin que la Fiscalía de Incapacidades de Madrid haga nada al respecto


Nuevas denuncias contra la Fundación AFAL por su gestión de patrimonios millonarios al margen de “la tapadera” del Alzhéimer


EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (VIII)

Continúan las denuncias contra esta Fundación que tutela los grandes patrimonios de Madrid, como el de los García Cereceda


La Fundación AFAL de nuevo bajo sospecha: Se denuncia ahora el cobro de comisiones a las residencias por plaza y la constitución de seguros de vida por fallecimiento de tutelados a favor de terceros vinculados a ella
EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (IX)



Continúan llegando múltiples denuncias a la redacción de Extraconfidencial.com sobre el anómalo negocio de las fortunas tuteladas en España



Mientras Zarzuela intenta tapar la presencia de la Reina en la inauguración del centro especulativo del Alzhéimer, continúan las transferencias irregulares de dinero en la Fundación AFAL


EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (X)

Una tutelada de AFAL con Alzhéimer “donó” cuatro millones de euros en su lecho de muerte al Palacio de la Zarzuela

Casa Real avala los proyectos presuntamente irregulares de la Fundación AFAL a costa de donaciones de particulares a la Fundación Reina Sofía
EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (XI)



Geronlaw, empresa de la presidenta Blanca Clavijo, ha recibido transferencias directas de sus tutelados por más de 200.000 euros

La Fundación AFAL saca más de un millón de euros a los enfermos tutelados a través de sus empresas intermediarias

EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (XII)

Mientras llegan a Extraconfidencial.com nuevas denuncias sobre abandonos de tutelados de AFAL con Alzhéimer y sin ropa, de ventas de propiedades irregulares, donaciones, escritos internos, etc….



La cómplice relación de la presidenta de AFAL, Blanca Clavijo, con el Palacio de la Zarzuela y la Fundación Reina Sofía por sus donaciones


EXCLUSIVA: NEGOCIOS ENTORNO AL ALZHÉIMER (XIII)

Familiares de tutelados de AFAL se personan también ante las puertas del órgano judicial.

La dirección de Extraconfidencial.com entrega a la Fiscalía Anticorrupción los documentos de su investigación sobre la Fundación AFAL por si hubiera ilícito penal
 
Rajoy y Felipe VI reciben al príncipe saudí para sellar la venta de cinco corbetas de Navantia


La campaña Armas Bajo Control exige al Gobierno que frene la venta de las corbetas ante el riesgo de su uso en el conflicto de Yemen, donde la coalición saudí ha bombardeado de forma indiscriminada a la población civil

El Tratado sobre el Comercio de Armas prohíbe la venta de armas en el caso de que el Estado sepa que podrían utilizarse para cometer crímenes de guerra

Gabriela Sánchez
39 comentarios

11/04/2018 - 20:35h
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El Príncipe heredero de Arabia Saudí, Bin Salman Abdulaziz al Saud (c, arriba), a su llegada a la Base Aérea de Torrejón, Madrid, con motivo de su primera visita oficial a España. EFE/EMILIO NARANJO

Estas son las empresas de armamento más poderosas del mundo

Guerra en Yemen: muerte de civiles, hambre y millones de euros en armas occidentales


Una comitiva del Gobierno, con María Dolores de Cospedal a la cabeza, ha recibido este miércoles al príncipe de Arabia Saudí y su séquito en la base aérea de Torrejón de Ardoz. La gira mundial de Mohamed Bin Salmán hace parada en España con el objetivo principal de autorizar la firma de un contrato con Navantia para construir cinco corbetas por valor de 2.000 millones de euros. Mariano Rajoy y Felipe VI recibirán al heredero saudí este jueves para zanjar uno de los últimos trámites de la cuestionada operación.

A casi 6.000 kilómetros de distancia, la población yemení soporta un día más las profundas consecuencias humanitarias del embargo y los bombardeos aéreos de la coalición saudí. La posibilidad del uso de corbetas españolas en el conflicto de Yemen, donde la ONU ha documentado graves violaciones del derecho internacional humanitario por parte del grupo de países liderados por Arabia Saudí, empuja a varias ONG a exigir al Gobierno que "no autorice la exportación" de las fragatas y que cese la venta de armas al país del Golfo.

A través de la campaña Armas Bajo Control, Amnistía Internacional, FundiPau, Greenpeace y Oxfam Intermón llevan tres años alertando al Gobierno del "riesgo sustancial" que, a su juicio, supone la venta de armas a Arabia Saudí: el empleo de las corbetas "para llevar a cabo ataques militares directos contra la población civil, ataques indiscriminados o mantener el bloqueo aéreo y naval impuesto a Yemen por la coalición saudí".

El Tratado sobre el Comercio de Armas, ratificado por España en 2014, prohíbe la venta de armas en el caso de que, en el momento de autorizar la operación, el Estado sepa que las armas "podrían utilizarse para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, infracciones graves de los Convenios de Ginebra u otros crímenes de guerra".

Para alertar de este peligro, miembros de las cinco ONG de la campaña han mantenido varias reuniones con representantes del Ministerio de Economía e Industria. "En diciembre, tuvimos un encuentro con el director general de Comercio Internacional de Inversiones y le planteamos el asunto, pero lo justifican alegando que Arabia Saudí no está sometida a ningún embargo internacional", apunta Alberto Estévez, analista de comercio de armas de Amnistía Internacional. "Da igual que no exista un embargo de la ONU cuando este contrato incumple la legislación española e internacional", apunta el experto.

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Búsqueda de supervivientes bajo los escombros de las casas destruidas por los ataques aéreos saudíes cerca del aeropuerto de Sanaa, Yemen. ABO HAITHAM /OXFAM

Otro de los argumentos con los que el Ejecutivo defiende ante las ONG la legalidad de la venta se refiere, según Estévez, al supuesto compromiso del Ministerio de Defensa saudí de utilizar las corbetas dentro de las aguas jurisdiccionales del país. "El problema es que España no tiene un mecanismo de control que asegure que las armas se usen conforme a derecho internacional, ¿cómo van a monitorizarlo?", discrepa el investigador de la campaña Armas Bajo Control.

Desvíos de armamento al conflicto de Yemen
Aunque el Gobierno parece confiar, el régimen saudí no siempre cumple su palabra. Informes de 2016 y 2017 publicados por el Balkan Investigative Reporting Network (BIRN) y el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) denunciaron la exportación de armas desde distintos países de Europa Central y Oriental a Arabia Saudí, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, que acabaron desviadas a grupos armados en Siria y Yemen.

Según el último informe del Centro Delàs de Estudios por la Paz, "hay indicios sobre el acceso por parte del grupo armado Al-Houthista a armas de origen español vendidas en décadas pasadas a Arabia Saudí". Estas operaciones incluían lanzagranadas y granadas de mano fabricados por Instalaza, apuntan desde SIPRI. Riad también reconoció en 2016 el uso de bombas de racimo de fabricación británica en el marco de su campaña militar en Yemen, suministradas a finales de los 80 y prohibidas desde 2008.

"El cumplimiento de la legalidad no puede basarse en la confianza en la palabra del régimen saudí, que ha impulsado 15.000 bombardeos en los últimos años, de los que muchos son crímenes de guerra", sostiene Estévez.

"La mayor crisis humanitaria actual"
El conflicto en Yemen ha provocado en el país "la mayor crisis humanitaria actual, superando a la siria" debido a los ataques de ambos bandos, explica Paula San Pedro, responsable de Incidencia Política de Acción Humanitaria en Oxfam Intermón. "Los ataques han afectado al 50% de las infraestructuras sanitarias y el 75% población depende de la ayuda humanitaria".

Los hospitales se han convertido, según Médicos Sin Fronteras, "objetivo de guerra" en los bombardeos saudíes, lo que ha dejado muy debilitado al sistema nacional de salud. La inexistencia de infraestructuras de salud fuertes y la insuficiencia de agua potable dificultan el control de un brote de cólera "sin precedentes" que desde el año pasado ha afectado a más de un millón de personas en Yemen.

A las consecuencias de los bombardeos de ambos bandos se une el bloqueo de suministros saudí, que obstaculiza la entrada de ayuda humanitaria y gasolina. "Antes de la guerra, Yemen ya era el país más pobre de Oriente Medio, importaba el 90% de los productos, por lo que el transporte marítimo era una fuente de abastecimiento clave", recuerda San Pedro.

"El bloqueo actual de los puertos marítimos supone que actualmente no llegue ni la mitad de ayuda humanitaria, ni los alimentos, ni el 20% de la gasolina que debería llegar", añade la experta de Oxfam Intermón. Ante la escasez, los precios de productos básicos se han duplicado y la malnutrición afecta ya a cerca de 17 millones de personas, más del 60% de la población, según las cifras de la ONG.

Entre 2015 y junio de 2017, España ha exportado armas por valor de 728,5 millones de euros. La cifra es mil veces superior a la ayuda humanitaria enviada por el Gobierno español para paliar los efectos del conflicto en Yemen: 1,3 millones de euros a finales del año pasado.

"La ayuda es paupérrima, pero es necesario apelar a la coherencia entre las políticas de los diferentes ministerios. Mientras Exteriores hace un esfuerzo por aumentar los fondos para responder a la crisis, Industria autoriza una operación de venta de corbetas que podrían acabar en Yemen para colaborar en esa misma crisis. No tiene sentido", concluye la responsable de incidencia de Oxfam Intermón

https://www.eldiario.es/desalambre/Rajoy-Felipe-II-autorizar-espanolas_0_759774200.html
 
Ejercicio de memoria histórica
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 16/9/2006

Después de la publicación, hace un par de meses, de un artículo sobre mi amigo el almirante González-Aller, donde mencionaba la admiración que compartimos por don Cayetano Valdés, marino ilustrado, veterano de Trafalgar y exiliado en Inglaterra por sus ideas liberales, algunos lectores se han interesado por el personaje. Así que tal vez sea buen momento para hablar del comandante del Neptuno. Que merece un recuerdo, porque era un hombre íntegro, sabio, valiente -virtud hoy socialmente incorrecta, pero que a algunos todavía nos impresiona-, y sobre todo porque su figura simboliza, con estremecedora fidelidad, con quién la honradez y la decencia se juegan los cuartos en España desde los tiempos de Viriato. Y siempre con la misma infame paga.

Don Cayetano empezó de guardiamarina como se empezaba entonces, a la edad de nuestros expertos en videoconsolas: trece años. Y entró en fuego a los quince, primero en el gran asedio de Gibraltar y luego en el combate naval de cabo Espartel. Pero nuestros marinos no eran entonces sólo carne de cañón, sino también hidrógrafos, astrónomos y científicos; así que, cañonazos aparte, el joven navegó en la expedición de Malaspina y en la exploración del estrecho de Fuca bajo las órdenes de un compañero que luego moriría en Trafalgar: Dionisio Alcalá Galiano. El nuevo conflicto con Inglaterra lo encontró al mando del navío Pelayo en San Vicente, donde los ingleses se pasaron por la piedra a la escuadra del almirante Córdova; aunque don Cayetano salvó los muebles, pues acudió a lo más recio del cañoneo, a tiempo de salvar al Santísima Trinidad, que ya había arriado bandera ante cuatro navíos ingleses, entre ellos el Captain de Nelson. Aún tomó parte Valdés en la defensa de Cádiz y en diversos episodios navales, y la siguiente guerra con Gran Bretaña lo puso al mando del Neptuno, con el que en la escabechina de Trafalgar acudió de nuevo -ya era una costumbre suya- en socorro del Trinidad. Rodeado de enemigos, esta vez no pudo llegar hasta él y repetir hazaña. El Neptuno, eso sí, peleó con mucha decencia hasta arriar bandera con Valdés herido, 43 tripulantes muertos y 47 heridos a bordo.

Durante la guerra de la Independencia, hombre íntegro, negándose a lamerles las botas a los gabachos, Valdés fue gobernador y capitán general de Cádiz durante el asedio, funciones que desempeñó con perfectos coraje y competencia. Después, el retorno de aquel bellaco llamado Fernando VII -el rey más vil de la historia de España, que ya es decir- y su aplastamiento de las libertades trajeron malos tiempos para el marino. Encarcelado en Alicante, se negó a pedir clemencia al rey. Alguien con mi biografía, dijo más o menos, no pide esa clase de mariconadas. Y al cabo, cuando el estallido constitucional y la nueva invasión franchute a favor de Fernando VII -vaya siglo apasionante y terrible, nuestro XIX-, Valdés se trasladó a Cádiz para organizar la defensa, formando parte de la regencia. Confinado el Borbón en Cádiz -lástima de guillotina que nunca tuvimos- Valdés, general en jefe, se comportó con exquisita caballerosidad con la familia real. Y era tal su prestigio que, cuando el monarca recobró el poder, y traicionando una vez más su palabra aplastó de nuevo las libertades, el buen don Cayetano fue apresado simbólicamente por los franceses para evitar que el rey lo sentenciara a muerte, y ellos mismos lo llevaron a Gibraltar, de donde pasó al exilio. Y diez años estuvo en Londres el héroe de San Vicente y Trafalgar, entre gente rubia, brumas y nostalgias, encontrando en sus antiguos enemigos la admiración y el respeto que le negaban en su triste patria.

Y en fin. La historia de España, esa que nadie enseña ya en los colegios, está llena de nombres como el de Cayetano Valdés. Nombres de todos los bandos y colores, olvidados, traicionados, asesinados. Ésa, y no esta murga inútil, demagógica, oportunista, con la que últimamente nos enfrentan y aburren, es nuestra verdadera y larguísima memoria histórica. La memoria exacta de nuestra perra estirpe, llena de pagos semejantes dados a gente así. Como aquel superviviente de Baler, penúltimo de Filipinas, al que, ya anciano, fueron a buscar a su casa en el año 36, pegándole un tiro aunque se colgó, el pobre abuelo, sus viejas medallas. Tiro que no recuerdo ahora si se lo pegaron los rojos o los nacionales. Los unos o los otros. Y la verdad es que me importa un carajo quién se lo pegó. En realidad siempre son, o siempre somos, los mismos.

http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/112/ejercicio-de-memoria-historica/
 
La muerte de " El Senequita"
Monarquía - Casa irreal

Escrito por Amadeo Martínez Ingles /UCR
Domingo, 01 de Septiembre de 2013 00:00
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El secreto mejor guardado de la dictadura franquista. La verdadera historia de un fratricidio que cambió la historia de España. Un crimen de Estado ordenado por Franco, planificado por sus servicios secretos y presuntamente ejecutado por su delfín, Juan Carlos de Borbón


Amadeo Martínez Ingles nos remite la Portada, el Sumario, la Introducción y el Epílogo de su nuevo libro "La muerte de "El Senequita" (en referencia al hermano del actual rey de España, el infante D. Alfonso, muerto en trágicas circunstancias en 1956), escrito con el carácter de "dedicación exclusiva" durante los tres últimos meses después de recibir, a últimos de marzo, una precisa, inédita y sorprendente información procedente de testigos presenciales de tan dramático hecho histórico.


Es este un libro, que se publicará en las próximas semanas y que según el propio autor lo califica de espectacular, impresionante e históricamente revolucionario, pues da un vuelco total a todo lo que los españoles conocíamos hasta el moment sobre este trágico asunto. Un tema que ha sido siempre tabú en nuestro país y sobre lo que sin duda ha sido el secreto mejor guardado del franquismo y la posterior transición.



Porque la muerte de D. Alfonso de Borbón "El Senequita" en marzo de 1956, ahora lo sabemos y también lo podrá saber el lector a ciencia cierta, nunca fue un mero accidente familiar y ni siquiera ocurrió en el sitio en el que nos habían dicho (Villa Giralda, Estoril) sino un perverso y sádico crimen de Estado ordenado por el mismísimo Franco, planificado por sus servicios secretos y, según los abundantes indicios racionales quue se desprenden de la información que facilita el presente libro, presuntamente ejecutado por Juan Carlos de Borbón siguienddo las directrices del dictador.






La muerte de “El Senequita”



Introducción

Durante años y años he investigado la vida y milagros del actual rey de España, Juan Carlos de Borbón. He publicado cuatro libros, ninguno autorizado por su divina majestad, sobre aspectos muy concretos de su ya largo reinado, todos los cuales gozaron de un gran éxito inicial de ventas y enseguida sufrieron la persecución, el bloqueo, el ataque inmisericorde y el intento de destrucción final por parte de un poder sistémico monárquico/oligárquico que durante las cuatro últimas décadas se ha creído, y en consecuencia actuado, el amo y señor de la vieja finca hispánica abandonada por el dictador Franco tras su aburguesada muerte el 20 de noviembre de 1975.

De todos los episodios (familiares, personales, políticos, sociales, institucionales…) abordados en esos trabajos históricos sobre la ya dilatada vida de este sin par heredero de Franco a título de rey y que conforman de una u otra manera su también extenso reinado, uno de los que me impactó muy especialmente desde el principio y que, junto al luego exhaustivamente tratado por mí 23-F, marcaría sobremanera el curso de mis investigaciones futuras fue sin ninguna duda la muerte de su hermano, el infante D. Alfonso de Borbón, acaecida “oficialmente” (muy pronto se dará cuenta, amigo lector, de por qué uso entrecomillada esta última palabra) en Estoril (Portugal) el 29 de marzo de 1956, a causa de un certero disparo en la cabeza efectuado por él mismo con su pequeña pistola de calibre 22 en lo que, si hacemos caso de nuevo a las informaciones oficiales de la época, constituyó un desgraciado accidente familiar.

Pues así es, debo reconocerlo, he estudiado con especial dedicación este dramático suceso histórico envuelto durante décadas en un espeso halo de misterio antes de atreverme a sacarlo a colación en mis trabajos y, no digamos, a pontificar sobre él, centrando particularmente mi atención sobre algunas circunstancias, ciertamente sorprendentes, relacionadas con el mismo.

Por ejemplo. Que tanto los pocos historiadores que a lo largo de los años se han atrevido a tratar siquiera someramente tan oscuro y desgraciado hecho, como los comentaristas políticos y sociales de España y Portugal (los dos países relacionado especialmente con el mismo), como los escasos periodistas que lo han deslizado fugazmente en sus crónicas y columnas, coincidan casi milimétricamente en sus escritos al calificarlo sin ambages de ninguna clase como “desgraciado accidente familiar”, ocurrido mientras dos supuestos niños (que en realidad no eran tan niños, pues tenían 18 y 14 años de edad y el mayor de ellos, el causante de la tragedia, era un militar profesional con amplia experiencia en el manejo de armas de fuego) jugaban con una pistola. Hecho insólito donde los haya máxime teniendo en cuenta que, según las informaciones proporcionadas por la propia familia Borbón, el arma causante de la tragedia les había sido facilitada a ambos hermanos por su propia madre.

Resultaba sorprendente, sin duda, la general aceptación de la casa paterna de Villa Giralda como dramático escenario de un vodevil sangriento en el que dos elitistas adolescentes (uno de ellos, repito, profesional de las armas y alumno de la primera Academia militar de la nación) se divertían jugando con una pistola de verdad disparando proyectiles de fuego real sobre un blanco colocado en la pared de la habitación de uno de ellos, coincidiendo prácticamente todos en la hora exacta en la que ocurrió el mismo (las 20,30 horas, aunque en este extremo es cierto que encontré un par de voces discordantes que lo situaban en horas de la mañana), en la forma y manera en las que habían actuado los diferentes miembros del clan en tan imprevistos e irracionales momentos, y en la especial y gallarda postura del padre en relación con el hijo muerto y con su presunto homicida... es decir, en la casi totalidad de los detalles previos y posteriores al desgraciado evento borbónico. Pareciera que todo hubiera acontecido siguiendo un guión preestablecido por alguien o bien que, sucedido ese hecho desgraciado por sádico designio del maleficio histórico de los Borbones, todos los actores y comparsas de semejante tragedia a la griega hubieran recibido muy precisas consignas de lo alto para asumirlo, gestionarlo y colgarlo en las páginas de la historia conforme a intereses muy particulares de los encumbrados prebostes que en aquellos dramáticos momentos mandaban en el sutil juego político que se desarrollaba en Madrid y Estoril: el dictador Franco y el exiliado pretendiente a la corona española, D. Juan de Borbón.

Sin embargo, dicho lo anterior y en contradicción absoluta con ello, llamaba la atención que nadie, ni en la propia familia directa de los protagonistas del admitido por todos “accidente familiar”, ni en cualquier otra colateral o cercana, ni en el Gobierno español, ni en el entorno monárquico portugués y español del pretendiente, ni en ninguno de los escasos círculos de amistad personal del a la sazón caballero cadete de la Academia general Militar de Zaragoza, Juan Carlos de Borbón… estuviera totalmente de acuerdo en el cómo, en la forma, en el por qué, en cuales fueron las especiales premisas que se dieron cita en el particular hecho desde el punto de vista técnico del disparo que causó la tragedia, en qué fue lo que falló para que todo un militar profesional del Ejército español, de 18 años de edad y con exhaustiva instrucción sobre el manejo de toda clase de armas portátiles, cometiera la fragante negligencia de disparar su pistola sobre la cabeza de su hermano menor en el curso (si volvemos a hacer caso al guión oficial de la época) de una hipotética sesión de “juegos de guerra”.

Volvía a dar la impresión, tras el consiguiente guirigay de opiniones y especulaciones puesto en marcha tras el funeral del infante, con Memorias oficiales de la madre de por medio y con total ausencia del más mínimo rubor por parte de la mayoría de los que se atrevieron a hablar en una parcela de opinión con un componente esencialmente técnico, que los supremos guionistas del teatrillo familiar y político escrito para la ocasión no se habían atrevido a meterse en camisa de once varas dejando amplia cancha a la improvisación general y a las meras hipótesis personales. Porque la Balística, aún siendo una materia menor en el llamado arte de la guerra, tiene sus principios inmutables que ni la física, la química o la cinética pueden violentar. Y siempre es arriesgado tratar de explicar lo inexplicable para salvar a un hijo, un hermano o un noble pariente de sangre azul, echando mano de vectores, trayectorias, parábolas, ángulos de salida y de llegada, rebotes y, no digamos, de “balas inteligentes” que buscan un cerebro a destruir por el camino más corto y expedito: las fosas nasales de su propietario. En cualquier momento, y por mucho que sea el tiempo transcurrido desde que el oscuro “accidente” investigado tuvo lugar, nos podemos encontrar en el camino de la historia con algún técnico en la materia, perseverante y valentón, intentando reprobar y mandar al infierno todas estas teorías exculpatorias. Que es lo que este profesional de la historia militar, modestia aparte, lleva ya años queriendo lograr. Sobre este espinoso tema del “accidente familiar” de Estoril (que encima, como muy pronto conocerá el lector, no tuvo lugar en esa bella ciudad portuguesa) y sobre otros igualmente escandalosos que conciernen a la llamada “familia real” española.

Otra de las extrañas circunstancias que también me llamaría sobremanera la atención en el curso de la largas y exhaustivas sesiones de investigación emprendidas sobre este luctuoso acontecimiento histórico que estamos recordando sería, sin ninguna duda, el singular hecho de que fuera el mismísimo Franco el que asumiera desde el principio, directa y personalmente, la gestión y el control de tan desgraciado como insólito acontecimiento, impartiendo órdenes tajantes y contundentes por teléfono y llegando a redactar de su puño y letra el texto de la primera nota que la Embajada española en Lisboa emitió sobre el mismo. Realizando asimismo personales gestiones con el Gobierno portugués del dictador Salazar para que éste asumiera todas sus teorías sobre el accidente, no impulsara investigación judicial o policial alguna sobre el mismo y dando precisas instrucciones reservadas a la familia de Don Juan de Borbón a través de su propio hermano Nicolás, embajador en Lisboa, tanto para la forma en que debía ser dado a conocer a los medios de comunicación nacionales e internacionales como para la organización del funeral y el entierro del infante fallecido.

Y también, ordenando el urgentísimo regreso a la Academia General Militar de Zaragoza del presunto homicida, el cadete Juanito, en unos momentos especialmente penosos para su familia y sin permitir siquiera que éste (que, evidentemente, nunca mostró ningún deseo de dar la cara y asumir sus responsabilidades) prestara declaración ante la justicia o la policía portuguesas. Para lo que no dudó en enviar con toda urgencia a Estoril al preceptor del cadete, el teniente general Martínez Campos, a bordo de un avión militar y con instrucciones muy precisas sobre ello.

Y, por último, también resultaba de lo más extraño, si aquél suceso hubiera sido un mero accidente familiar como propalaba el Gobierno español, que Franco exigiera a partir de aquél momento a sus ministros, a todo el aparato del Estado español, al Ejército, a los medios de comunicación y, en general, a todos los ciudadanos españoles, “el olvido total y permanente” de lo sucedido aquella dramática Semana Santa en la residencia de la familia Borbón en Estoril (Portugal). Algo que solicitaría (exigiría, más bien) igualmente del Ejecutivo de la nación hermana, al frente de la cual se encontraba, no lo olvidemos, su autoritario colega, el dictador Salazar.

Pero con lo reseñado hasta aquí no se agotarían, ni mucho menos, mis dudas y especulaciones al tratar de llegar al fondo de lo tratado por periodistas e historiadores en relación con el famoso y trágico “accidente familiar” de los Borbón acaecido, según todas las informaciones conocidas hasta la primavera del año 2013 (sí, sí, hasta la primavera de 2013, ya verá luego el lector por qué), un desgraciado Jueves Santo de casi sesenta años atrás. También me resultarían llamativos y dignos de prestarles atención, de cara a la redacción del ambicioso trabajo histórico sobre el rey Juan Carlos I que tenía entre manos desde el año 2002 y que acabé publicando en 2008 gracias a la valiente cooperación de dos esforzados profesionales (mi agente literario y mi editor, que se jugaron el tipo y acabaron perdiéndolo), algunos hechos generalmente aceptados como ciertos por todos (historiadores, periodistas y escritores), como la expeditiva forma en la que el padre del presunto homicida, D. Juan de Borbón, se había deshecho del arma, supuestamente asesina, arrojándola al mar, según la mayoría, o al río Tajo, según opinión parcialmente discordante con la anterior pero en modo alguno contradictoria (en realidad, le fue requisada al cadete Juanito por los servicios secretos franquistas inmediatamente después de utilizarla contra su hermano). Y digo nada contradictoria porque el resultado (y el precio a pagar) de la singular acción paterna de ocultación de pruebas al deshacerse de la pistola de su hijo mayor, en un caso de homicidio fragante como aquél, iba a ser el mismo en un caso como en el otro dado que a los miembros de la judicatura y de las fuerzas policiales portuguesas, responsables de una hipotética tarea investigadora sobre la muerte del infante español, no les iba a salir del forro de sus togas y uniformes (por “imperativo legal”, se entiende) emprenderla. Y menos aún, mojarse el trasero buscando entre las olas y el barro la dichosa pistolita.

Aunque la verdad es que pasados tantos años, décadas más bien, llegados a estas alturas del siglo XXI y después de conocer lo que usted, amigo lector (no se me ponga nervioso), va a tener oportunidad de conocer ya que está escrito negro sobre blanco en las páginas que siguen, no debe caber la menor duda a nadie de que hicieron bien ambas instituciones portuguesas en no mover un solo dedo para investigar algo que ha resultado ser falso de toda falsedad, dado que la muerte de Alfonsito “El Senequita” nunca fue un accidente fortuito sino un bien planificado asesinato político, un crimen de Estado dentro del siniestro operativo sangriento montado por un dictador sin escrúpulos como Franco (el asesinato del infante español sería el primero pero no el último de la serie) tendente a abortar y neutralizar como fuera, utilizando a tope los servicios secretos militares españoles de la época, la conspiración política (“Operación Ruiseñada”) que el padre del asesinado, D. Juan de Borbón, auxiliado por D. Juan Claudio Güell, conde de Ruiseñada como cabeza política, y por el teniente general Juan Bautista Sánchez, capitán general de Cataluña, como jefe militar, comenzaron a organizar tanto en España como en Portugal a partir del otoño de 1955.

De todo esto y de muchas cosas más, amigo lector, se va a enterar a lo largo del libro que tiene en sus manos, procurando que no se le pongan los pelos, si los tiene, como escarpias, gracias a una exhaustiva investigación personal del historiador militar que esto escribe (perdón por la inmodestia) pero, sobre todo, gracias al valor y al sentido de la historia de un ciudadano español de base, de a pie, que, guardando como oro en paño durante años y años las preciosas informaciones que le fueron transmitidas en su día por su progenitor ya fallecido (presente en la Semana Santa de 1956 en el lugar y en el momento en el que realmente se produjo la muerte del infante D. Alfonso de Borbón y por ello testigo de excepción de uno de los mayores misterios políticos e históricos de la dictadura franquista y de la consiguiente monarquía juancarlista) sobre las especiales circunstancias en las que se desarrolló tan dramático e histórico acontecimiento y que no tenían nada que ver con las oficiales propaladas por el aparato de información y propaganda del franquismo... decidió, recién comenzado el año 2013, ponerlas desinteresadamente a disposición de todos los españoles a través de mi modesta pluma.

Y no para aquí la cosa, intrigado lector, en relación con el guión que durante años ha presidido el misterioso drama del asesinato del joven Borbón en marzo de 1956, porque aún debo trasladarle la sorpresa morrocotuda que sufrí la primera vez que leí, en uno de los poquísimos libros de historia que han tratado el tema, la sorprendente frase que D. Juan de Borbón, sumido en la desolación y la tristeza más absolutas, dirigió a su hijo mayor, Juan Carlos, el día de autos, todavía de pie y con la pistola humeante al lado del cadáver de su hermano Alfonso: “Júrame que no lo has hecho a propósito”. Que encerraba en su escueta literatura la enorme y descorazonadora duda que, ante semejante tragedia familiar, se agarraba como una lapa a su angustiado corazón de padre. Y que, muchos años después, hace escasos meses, me sería confirmada en toda su literalidad por la segura fuente que antes mencionaba, pero ¡ojo! no como pronunciada a las 20,30 horas del día 29 de marzo de 1956 en Villa Giralda (Estoril, Portugal), hora y lugar señalados para el desgraciado evento por los supremos guionistas políticos del mismo, sino algunas horas antes, en la madrugada de ese mismo y desgraciado Jueves Santo, cuando los sicarios del dictador Franco llegaron a su casa con el cadáver de su hijo asesinado la tarde anterior en un lujoso palacete de una pequeña y bella localidad extremeña situada a bastantes kilómetros de la turística ciudad portuguesa en la que vivían sus padres, y que muy pronto le va a resultar a usted, amigo lector, sumamente familiar.

Porque, efectivamente, fue en el recoleto pueblo de Casatejada, en Extremadura, en España, en un precioso palacio neogótico propiedad del conde de Ruiseñada, delegado en España del pretendiente D. Juan de Borbón y dirigente máximo de una conjura ya en marcha en esas fechas contra el dictador Franco, donde se produciría, sobre las seis de la tarde del 28 de marzo de 1956, la muerte del infante D. Alfonso de Borbón. Y no en el curso de un accidente familiar como siempre nos habían contado políticos y cortesanos del franquismo y de la llamada transición sino, según abundantes indicios racionales que se desprenden del análisis de las informaciones reservadas recibidas por el historiador que suscribe y de su propio trabajo de investigación histórica plasmado en el presente libro, por un verdadero y real asesinato político ordenado por Franco, planificado por sus testaferros políticos y militares y ejecutado (presuntamente ejecutado)... ¡por su delfín político y heredero in pectore, Juan Carlos de Borbón, actual rey de España! Quien con esa acción despreciable y delictiva en grado sumo se habría asegurado su designación como heredero del autócrata a título de rey, desbancando de un perverso plumazo a todos sus numerosos y regios contrincantes. ¡Impresionante, verdad, amigo lector! ¡Difícil de creer! ¡Apabullante! ¡Demencial! ¡Revolucionario! Sí, sí….seguro que tiene algo de todo eso lo que le estoy contando, pero es que la historia, desgraciadamente, es así. La hacemos los hombres, no los ángeles. Y precisamente los que la hacen a lo largo de los siglos son aquellos hombres con poder que, pretendiendo escribirla conforme a sus egoísmos y ambiciones personales, no dudan en cometer crímenes execrables para lograrlo.

Pero bueno, creo que me he adelantado algo (bastante diría yo) a lo que quería fuese un prólogo sucinto y adecuado a las sorprendentes revelaciones sobre el misterio histórico de la muerte de “El Senequita” que encierran las páginas del presente libro. Líneas atrás, intuía un probable nerviosismo en el lector al iniciar su lectura y parece ser que es a mí a quien los nervios por acercarle el final me han jugado una mala pasada. Pues nada, echo para atrás la moviola y sigo con la Introducción que comencé a redactar con la vista puesta en que el lector conozca todos los antecedentes de tan interesante tema histórico, antes de abordar el impresionante y real recorrido histórico del tema tras las nuevas y secretas informaciones llegadas a mí hace muy pocos meses.

Ante las noticias y publicaciones, interesadas unas, sesgadas otras y falsas casi todas, relacionadas con uno de los mayores y más largos misterios de la historia reciente española, al investigador militar que suscribe no le quedó otro remedio que, si quería acabar en esta vida el voluminoso libro que llevaba años redactando sobre la desconocida (sí, sí, desconocida, españolito que me lees y que creías conocer como nadie al personaje) vida del último rey Borbón, Juan Carlos I, dar por bueno (con muchas reservas, desde luego) el relato generalizado de los hechos volcado hasta entonces en libros de memorias familiares, biografías acarameladas cortesanas publicadas en el extranjero y artículos periodísticos (todos foráneos, también, porque aquí en España sobre este insondable misterio borbónico de la muerte del infante Alfonsito “El Senequita”, ni durante el franquismo ni luego en el juancarlismo, no ha escrito ni dios) y dedicarme a investigar y analizar tan espinoso asunto desde el punto de vista estrictamente profesional, volcando mi trabajo en los aspectos técnicos y balísticos del supuesto accidente con arma de fuego, a fin de llegar a delimitar las verdades y mentiras que podían encerrar las rebuscadas hipótesis sobre el mismo facilitadas por el Gobierno español y por los familiares más cercanos del presunto homicida. Aspectos técnicos estos, en los que sin duda tendría mucho que decir habida cuenta de que nadie hasta el momento (ni civil ni militar) se había atrevido a entrar en semejante y resbaladizo terreno.

Y dicho y hecho. Pero para poder apoyar o rechazar, bajo el punto de vista de un profesional técnico en la materia, las variopintas hipótesis que, procedentes casi todas de la propia familia Borbón y del propio culpable del sangriento desaguisado, circulaban “soto voce” tratando de explicar lo inexplicable y dando, de entrada, carta de naturaleza a lo que todo el mundo ¡faltaría más! asumiría enseguida como un “desgraciado accidente”, necesitaba conocerlas en su totalidad, resumirlas, analizarlas previamente y rechazar las que no presentaran un mínimo de coherencia y verosimilitud. Por lo que una vez realizado semejante rastreo previo serían tres, sólo tres, las hipótesis que decidí deberían pasar, sin acritud personal alguna por mi parte pero con un sentido claro de la honestidad y el respeto a la verdad (estas cualidades al militar, como el valor, se le suponen), por el insobornable microscopio del investigador imparcial. Estas tres hipótesis o explicaciones familiares más o menos plausibles, que pretendían enmascarar la cruda realidad de un hecho desgraciado y, como mínimo, sumamente negligente del que había sido protagonista todo un profesional cualificado de las Fuerzas Armadas españolas de la época (caballero cadete de la Academia General Militar de Zaragoza), y en la actualidad rey de España, eran las siguientes:

A).- Juan Carlos apuntó con su pistola en broma a Alfonsito y, sin percatarse de que el arma estaba cargada, apretó el gatillo.

B).- Juan Carlos apretó el gatillo sin saber que la pistola estaba cargada y la bala, después de rebotar en la pared, impactó en el rostro de Alfonsito.

C).- Alfonsito había abandonado la habitación para buscar algo de comer para Juan Carlos y para él. Al volver, con las manos ocupadas, empujó la puerta con el hombro. La puerta golpeó el brazo de su hermano quien apretó el gatillo involuntariamente justo cuando la cabeza de Alfonso aparecía por la puerta.

En realidad, ninguna de estas tres hipótesis podía ser tomada ni medianamente en serio por analista o experto alguno. Y yo, desde luego, no lo hice aunque las estudié (era mi obligación) hasta en sus más nimios detalles. Y resultaron ser, eso, sólo hipótesis rebuscadas, infantiles e inconsistentes para cualquiera, no necesariamente experimentado en balística sino simplemente un poco conocedor del complejo mundo de las armas. Eran, desde luego, meras explicaciones familiares, subjetivas e interesadas, que trataban de crear una realidad virtual que para nada tenía que ver con lo que realmente ocurrió aquél nefasto día entre los dos hermanos Borbón con el trágico resultado de muerte para el más joven e inexperto de ellos y que, de haber sido investigado y aclarado como se supone se debería haber hecho en un Estado civilizado, hubiera devenido con toda seguridad en graves responsabilidades penales para el entonces infante y heredero “in pectore” de Franco, Juan Carlos de Borbón.

Y de esta forma lo haría constar, desestimando por completo semejantes hipótesis exculpatorias de la realidad, en el Informe final del exhaustivo trabajo técnico de investigación que estoy comentando y que, con el objetivo último de que se constituyera al efecto una Comisión de Investigación que depurara las responsabilidades nunca asumidas por el actual rey de España, Juan Carlos I, me permití enviar en septiembre de 2005, enero de 2006 y febrero de 2007, al presidente del Congreso de los Diputados de las Cortes Españolas. Y más tarde, ante la ausencia de respuesta de éste, en septiembre de 2008, al Fiscal General de Portugal, solicitándole que abriera por fin la investigación judicial que no se hizo a su debido tiempo en esa República hermana. Investigación a la que, efectivamente, se comprometió el máximo representante de la Ley de la nación portuguesa (Procurador-Geral da Republica) pero que a las pocas semanas sería desestimada, según fuentes portuguesas, por la “oportuna” intervención de la Casa Real española. Este largo Informe (40 páginas) vería definitivamente la luz, como un capítulo más, en el libro “Juan Carlos I, el último Borbón”, cuya primera edición salió a las librerías en los primeros meses de 2008. Provocando un auténtico revulsivo político y social que la Casa Real española y los medios de información del Gobierno intentarían parar a toda costa ya que el libro dejaba bien claro, negro sobre blanco, que la muerte del infante D. Alfonso de Borbón pudo no ser motivada por un mero accidente cuando los dos hermanos Borbón jugaban con la pistola propiedad de Juan Carlos sino que en ella, técnicamente, se podría esconder una muy probable y clara intencionalidad.

Y es que Juan Carlos conocía en aquellas fechas (Semana Santa de 1956), como caballero cadete de la Academia General Militar con sede en Zaragoza, el uso y manejo de cualquier arma portátil del Ejército español y por lo tanto, con más seguridad, el de una sencilla y pequeña pistola semiautomática como la Star de 6,35 mm (o calibre 22 en su caso) en cuya posesión estaba, según todos los indicios, desde el verano del año anterior (la tesis de que le fue regalada por Franco como premio a su ingreso en el Ejército se abre camino con absoluta seguridad después de mis últimas investigaciones y las recientes informaciones reservadas recibidas). En consecuencia ¿Cómo se le pudo disparar esa pequeña y manejable pistola, apuntando a la cabeza de su hermano Alfonso, si además previamente tuvo que cargarla (introducir el cargador con los cartuchos en la empuñadura del arma), después montarla (empujar el carro hacia atrás y luego hacia delante para que un cartucho entrara en la recámara), a continuación desactivar el seguro de disparo con el que todas las pistolas están dotadas, y finalmente, presionar con fuerza el disparador o gatillo (venciendo las dos resistencias claramente diferenciadas que presenta) para que entrara en fuego? Es prácticamente imposible, estadísticamente hablando, que a un militar profesional se le escape accidentalmente un tiro de su arma si sigue el rígido protocolo aprendido en la instrucción correspondiente y al que los reglamentos obligan bajo severas penas disciplinarias.

Pues bien, amigo lector, concluido el extenso Informe sobre la muerte del infante D. Alfonso de Borbón del que le acabo de hablar (que yo sepa, el único que se ha redactado en este país y en el mundo entero sobre este apasionante tema bajo el punto de vista técnico y que, eso sí, sería recogido en un importante documental de la prestigiosa firma norteamericana Discovery Channel y distribuido a todo el planeta), enmudecidas las Cortes Españolas, la Fiscalía General del Estado portugués, el Gobierno español y las más altas instituciones del Estado (Consejo General del Poder judicial, Consejo de Estado, Tribunal Supremo…etc, etc) que lo habían recibido oficialmente, y publicado (aunque silenciado y reprimido) el libro que lo acogía en sus páginas… a comienzos del año 2008 el misterio sobre la extraña muerte del infante D. Alfonso de Borbón “El Senequita” volvió a tomar carta de naturaleza en la triste historia de este país. Era bien cierto, y yo por eso respiraba con cierta tranquilidad profesionalmente hablando, que con mi trabajo había demostrado fehacientemente a tirios y troyanos que los hechos no podían haberse desarrollado como la familia (y el propio interesado) habían descrito en libros, periódicos y declaraciones personales. Y que mis alegatos y disquisiciones habían tenido hasta trascendencia internacional pero la cruda realidad era que, a punto de comenzar la segunda década del siglo XXI, seguíamos con la nebulosa histórica a cuestas, ocultando la verdadera realidad de un hecho, presuntamente criminal, de alto nivel institucional y sumamente desgraciado e importante que con toda seguridad cambió en su día la historia de España.

Pero ¡hete aquí! que a punto de terminar el mes de marzo de 2013, en plena crisis económica, política y social en una España sumida en el desencanto, la miseria y la desesperanza, iba a saltar una pequeña lucecita que iluminara, quizá ya para siempre, el verdadero discurrir de los acontecimientos históricos ocurridos en aquella dramática Semana Santa de 1956. Una luz que, escondida durante decenios en lo más íntimo de una persona que vivió de presente aquél desgraciado evento, la legó a su descendiente directo cuando, a punto de llevársela con él al limbo de la historia, decidió que ella, a pesar del oscurantismo oficial y de los espurios intereses de los poderosos, debería iluminar algún día nuestro enrevesado pasado como pueblo.

Una luz que un esperanzador día de últimos de marzo de 2013 llegaría a la cuenta de correo de mi ordenador envuelta en este misterioso mensaje:

“Coronel: Tengo una información muy importante que pienso le interesaría conocer. Es en relación con su consulta al Fiscal General de Portugal. Por supuesto, muy confidencial, no quisiera que se utilizara mi nombre. Un cordial saludo.”

Mensaje, firmado por supuesto, al que tras mi promesa de confidencialidad absoluta seguirían bastantes más hasta completar una profusa información de gran valor histórico y primerísima mano sobre el sin duda (y así lo he señalado en la portada de este libro) más intrincado misterio tanto de la dictadura franquista como de la subsiguiente transición.

Llegado a este punto, amigo lector, debo señalarle que el segundo email del, por aquellas fechas, desconocido comunicante, me dejaría helado, pasmado, incrédulo, anonadado, sorprendido, estupefacto… Y no sigo porque, aunque en este especial caso podría hacer una decorosa excepción, nunca he sido amigo de la hipérbole y el maximalismo literario o epistolar y le dejo a usted que conforme se adentre en las páginas del libro que todavía tiene en sus manos (¡ojo, no se le caiga!) se vaya asombrando y anonadando solito. Que seguro que lo va a hacer.

Pues sí, como me deslizó mi particular “diegotorres” en uno de los primeros y sabrosos correos electrónicos que me envió (perdón por la broma en un asunto tan serio como este) al justificar sus preciosas y relevantes confidencias, “a los españoles nos han venido engañando todos estos años como a chinos”, aunque yo me permitiría añadir que los portugueses, en esta trama histórica que estamos analizando y sacando a la luz, tampoco es que hayan salido muy bien parados como luego veremos.

¡Nada era verdad! O casi nada de lo que nos habían metido durante décadas en nuestras disciplinadas meninges los cínicos planificadores sociales de la férrea y sanguinaria dictadura franquista (capitaneados y dirigidos personalmente por el propio autócrata), sus sucesores políticos en la sobrevenida, regalada (con trampa, más bien), vigilada y manifiestamente mejorable democracia juancarlista, la familia (y él mismo) del actual rey de España, Juan Carlos I con sus voluntaristas, melifluas y egoístas hipótesis angelicales sobre la muerte de “El Senequita”; y en general todos aquellos que conocían la verdad de los hechos dentro de una trama perversa que a finales de los años cincuenta del pasado siglo solo buscaba la permanencia del franquismo en el poder, desactivando como fuera una conspiración monárquica temeraria y mal planificada. Y que finalmente fracasaría estrepitosamente.

Sí, sí, efectivamente, intentaron (y lo consiguieron casi al cien por cien) engañarnos a todos los españoles. No como a “chinos de todo a cien”, que son más listos que el hambre, sino como a ciudadanos de tercera, sumisos, crédulos y temerosos de nuestros propios gobernantes en una dictadura cruel y sanguinaria y, también, como súbditos aparentemente satisfechos en una pseudo democracia virtual que, en estos momentos, con casi cuarenta años de vida y comenzada la segunda década del siglo XXI, ha sacado por fin a la superficie la perversa alma con la que nació: la franquista.

Si acaso, del guión que fabricaron los supremos planificadores del tinglado y del consiguiente teatrillo mediático montado por la familia Borbón, lo único que podía mantenerse en pie era la secuencia en sí misma de la muerte del infante D. Alfonso a manos de su hermano mayor, porque eso lo reconoció el mismo homicida ante amigos y familiares, pero, desde luego, ya con absoluta certeza, no siguiendo ninguna de las tres hipótesis amañadas por su entorno familiar y político (y que yo me he permitido desmontar de raíz) sino, lisa y llanamente, disparando a matar, buscando herir mortalmente a su víctima eligiendo premeditadamente una trayectoria letal a través de sus fosas nasales ya que de otra forma el pequeño proyectil de calibre 22 (o 6,35 mms) nunca habría podido traspasar su bóveda craneal.

Porque, según las preciosas informaciones de mi fuente (procedentes, vuelvo a repetirlo, de un testigo presente en el escenario del crimen), el guión oficial era verdadero en puntos como los siguientes: a) los dos infantes estaban solos en la habitación de Alfonsito; b) era por la tarde; c) la pequeña pistola propiedad de Juan Carlos fue la que escupió plomo sobre la cabeza de su hermano; d) la muerte del infante fue instantánea; e) el homicida/asesino emitió gritos desaforados tras su acción… etc, etc, pero ¡ojo! no así el escenario ya que los hechos ocurrieron

¡NO EN VILLA GIRALDA! ¡NO EN ESTORIL! ¡NO EN PORTUGAL! ¡NO CERCA DE LOS PADRES DE AMBOS!...SINO ¡EN EL PALACIO DE LAS CABEZAS! ¡EN LA FINCA DE CAZA DEL CONDE DE RUISEÑADA! ¡EN CASATEJADA! ¡EN CÁCERES! ¡EN ESPAÑA! ¡Y NO EL 29 DE MARZO DE 1956 SINO EL DÍA ANTERIOR, EL 28 DE MARZO DE 1956, A LAS SEIS DE LA TARDE!

Sorprendentes revelaciones que en seguida me darían pie, amigo lector, para tirando del hilo de las mismas, relacionándolas con antiguos conocimientos míos procedentes de investigaciones anteriores sobre este “supuesto accidente familiar borbónico” y “cruzándolas” con informaciones muy reservadas que corrieron como la pólvora por cuarteles y salas de banderas del Ejército español, y muy especialmente de la Capitanía General de Cataluña, sobre una subterránea conjura antifranquista y monárquica (la llamada “Operación Ruiseñada”, en alusión a su máximo dirigente político, D. Juan Claudio Güell, conde de Ruiseñada, y representante en España del propio pretendiente a la corona, D. Juan de Borbón, que llegaría a conocimiento de los servicios secretos militares del Régimen en el otoño de 1955)… llegar a desentrañar toda una serie de hechos cruentos de alto nivel, asesinatos más bien para qué nos vamos a andar con remilgos históricos, ordenados por la cúpula del franquismo y cometidos durante los años 1956 al 1958 con la finalidad de desmontar esa conspiración monárquica y destruir manu militari a sus elitistas cabecillas políticos y militares.

EL PRIMERO DE LOS CUALES, EL ASESINATO DEL INFANTE D. ALFONSO “EL SENEQUITA” FUE COMETIDO EL 28 DE MARZO DE 1956, EN EL PALACIO DE LAS CABEZAS (CASATEJADA, CÁCERES), POR SU HERMANO MAYOR JUAN CARLOS (DELFIN POLÍTICO YA EN AQUELLOS MOMENTOS DEL DICTADOR Y ASPIRANTE A CEÑIR LA CORONA ESPAÑOLA) SIGUIENDO PRESUNTAMENTE ÓRDENES DE FRANCO

Según abundantes indicios racionales que se desprenden de los datos que aporta el presente libro e iba claramente dirigido contra la máxima cabeza de la conjura, D. Juan de Borbón, que, efectivamente, sería destruido física y emocionalmente con semejante tragedia familiar.

En las páginas que siguen del libro que tiene en sus manos, amigo lector, tendrá cumplida respuesta a todas sus dudas. A las que tiene hora y a las que le irán surgiendo sobre la marcha del relato. Espero que así sea porque debo reconocer que no me ha resultado nada fácil dar forma al presente trabajo. Ningún laberinto o puzzle gigante es sencillo de doblegar y esta misión mía, a cumplir en apenas tres meses de intensa dedicación, tenía en sus genes escrita con carácter indeleble la palabra “imposible”. Pero no ha sido así ¡faltaría más! Siga, siga leyendo, que merece la pena. Se lo aseguro.



La muerte de “El Senequita”

Epílogo



Pues hasta aquí, amigo lector, mis últimos estudios, análisis e investigaciones sobre la muerte del infante D. Alfonso de Borbón “El Senequita”, hermano menor del actual rey de España, fallecido en marzo de 1956 por un disparo de éste y que, junto a la valiosa información recibida este mismo año 2013 por parte de fuente solvente, me han permitido desentrañar, espero que sea así y para siempre, el más oscuro y enrevesado secreto/misterio de la dictadura franquista y la posterior transición.

A lo largo de los siete capítulos precedentes he podido presentarle lo que, estoy seguro, constituye su definitiva dimensión real desde el punto de vista histórico, la verdad, toda la verdad (escandalosa, sin duda) sobre uno de los más diabólicos y depravados crímenes de Estado que se hayan podido cometer nunca en este sanguinario país. Y que ha permanecido durante casi sesenta años escondido, oculto, hibernado, interesadamente olvidado, tras las perversas bambalinas de la censura oficial y la confabulación monárquica.

Como consecuencia de todo ello y apoyándome en los claros e irrefutables indicios racionales de culpabilidad que de esas informaciones, estudios y análisis se desprenden, en primer lugar para el dictador fallecido pero, sobre todo, para el actual monarca español

YO ACUSO



Al ciudadano Juan Carlos de Borbón, en la actualidad jefe del Estado español por designación directa y personal de Franco, de haber presuntamente asesinado, en marzo de 1956, siendo cadete del Ejército español con 18 años de edad y experto en el uso y manejo de toda clase de armas portátiles, a su hermano menor el infante D. Alfonso de Borbón. Presunto fratricidio que jamás fue investigado por instancia judicial alguna y que al hilo de las investigaciones e informaciones que recoge el presente trabajo, y que ya ha podido constatar el lector, podría verse afectado por claras y rotundas circunstancias agravantes que lo harían especialmente punible. Como las de premeditación, alevosía, parentesco, engaño, abuso de autoridad, conspiración para realizarlo, uso de medios y funcionarios del Estado para llevarlo a cabo... etc, etc.



Por todo ello

EXIJO



Al citado ciudadano Juan Carlos de Borbón que con la máxima celeridad, con carácter urgentísimo y preciso, informe al pueblo español de las circunstancias, pormenores y posibles hechos anómalos que pudieron concurrir en la reunión que mantuvo en la tarde del 28 de marzo de 1956 con su hermano D. Alfonso y que concluyó, abruptamente, con la muerte instantánea de éste tras recibir un certero disparo en la cabeza que le penetró por las fosas nasales y le destrozó el cerebro.

Asimismo, le exijo que aclare con rotundidad el inaudito hecho de que él, a la sazón todo un profesional de las FAS españolas que tenía en aquellos momentos realizados innumerables ejercicios de tiro con armas portátiles en la Academia Militar en la que cursaba sus estudios, pudiera cometer la inexplicable y culposa negligencia de apretar el disparador de su pistola sin verificar antes si ésta estaba cargada y sin poner en práctica el rígido protocolo de actuación para el manejo y disparo de armas portátiles que por su profesión debía conocer y estaba obligado a cumplir.

Si el citado ciudadano Borbón, todavía jefe del Estado español por designación digital franquista, se negara, como es su costumbre, a dar explicaciones claras y contundentes al pueblo español sobre sus responsabilidades (de entrada, penales, porque entonces no disfrutaba de inviolabilidad constitucional alguna pero en todo caso históricas y políticas) en la muerte de su hermano D. Alfonso

REITERO UNA VEZ MÁS



A las Cortes Generales, legítimas y directas representantes del pueblo soberano español a que en el plazo más breve de tiempo promuevan la apertura de una Investigación Judicial que, a pesar del tiempo transcurrido (los crímenes execrables de Estado no deben quedar jamás impunes) y con el auxilio de los profesionales que fueran necesarios (forenses, policía judicial, expertos en historia, en Balística...) pudiera proceder a aclarar definitivamente el dramático suceso histórico que estamos tratando y depurara las posibles responsabilidades en las que pudo incurrir el entonces joven cadete del Ejército español, Juan Carlos de Borbón, y que él nunca quiso asumir presentándose a las autoridades policiales y judiciales pertinentes. Exhumando, si fuera preciso, el cadáver del infante D. Alfonso de Borbón "El Senequita", que en la actualidad reposa en el monasterio de El Escorial.

A este respecto, debo señalar nuevamente, que el historiador que suscribe, ya en septiembre de 2008, envió un prolijo Informe sobre este desgraciado asunto del misterioso fallecimiento de Alfonso de Borbón al Fiscal General de Portugal, solicitándole la apertura de la investigación judicial que no se llevó a cabo en 1956 cuando todas las informaciones apuntaban a un accidente u homicidio imprudente en Villa Giralda (Estoril) del que era presunto responsable su hermano Juan Carlos. La citada autoridad portuguesa acusó recibo del Informe y prometió "analizar el caso" pero días después procedió a archivarlo por, según fuentes lusas, por presiones de la Casa Real española.

EN RESUMEN



Un crimen de Estado, como el cometido presuntamente por Juan Carlos de Borbón (actual rey de España por el voto personal, testicular y genocida del fallecido, gracias a Dios, dictador Franco) en la persona de su hermano menor Alfonsito, conocido familiarmente por "El Senequita" dadas las virtudes intelectuales y morales que poseía y que como él mismo aspiraba a la corona de España aunque respetando los teóricos derechos de su padre, no puede quedar impune. No debe permitirlo ni la historia de este país ni, por supuesto, el pueblo español, que desde hace casi sesenta años ha permanecido en la oscuridad más absoluta en relación con este asunto al no permitir investigación alguna ni el franquismo golpista rampante que tuvimos que sufrir hasta 1975 ni, desde luego por la cuenta que le traía, su heredero, el juancarlismo coronado y pseudo demócrata que todavía, hecho unos zorros y desprestigiado hasta la médula, vive sus últimas semanas o meses encaramado en la jefatura del Estado de este país.

Y TERMINO EL PRESENTE EPÍLOGO



¡Pero que clase de maldición ha podido caer sobre este pobre pueblo español como para tener que soportar durante cuarenta años a un dictador rebelde y genocida y, después, casi otros tantos, a su heredero digital coronado, un presunto asesino de su propio hermano que, según los abundantes indicios que se desprenden de las páginas del presente libro, habría ejecutado tan brutal fratricidio siguiendo órdenes del mismísimo Franco, enfrascado en aquellos momentos en desmontar a sangre y fuego una conspiración contra su persona liderada por el pretendiente D. Juan de Borbón!



¡Amigos, compañeros, demócratas, republicanos, ciudadanos españoles en general!

¡Acabemos de una vez con esta maldición!

¡Está en nuestras manos hacerlo!

¡Hasta que no lo consigamos, no alcanzaremos la verdadera libertad como pueblo! ¡Ni seremos dueños de nuestro destino!









Indice







Capítulo Primero



Palacio de Las Cabezas (Casatejada, Cáceres), cuna de la restauración monárquica en España.





29 de diciembre de 1954: Rendez-vous de alto nivel en la hermosa finca de caza de los condes de Ruiseñada. Encuentro en “la segunda fase” entre el dictador Franco y el pretendiente D. Juan de Borbón. Negocian, pero no se ven. Su odio recíproco lo impide. Objetivo: Sentar las bases para reinstaurar (instaurar, según el autócrata) la corona borbónica en España. La culpa, esta vez, no será del mensajero. Al final, el generalísimo impondrá sus tesis: “El futuro de la monarquía española no pasa por Estoril sino por Madrid”.





Capítulo Segundo





Vacaciones (secretas) en Las Cabezas



Semana Santa de 1956: Los hermanos Borbón (Juan Carlos y Alfonsito) acuden al palacio cacereño neogótico de D. Juan Claudio Güell, conde de Ruiseñada y representante en España del conde de Barcelona, para disfrutar de unas jornadas cinegéticas antes de acudir ambos a Estoril. Alfonso (“El Senequita”) directamente desde Madrid. Juan Carlos, desde la Academia General Militar de Zaragoza. El padre de ambos, Don Juan, no sabe nada. Franco sí, quizá demasiado. Lunes 26 y martes 27 de marzo de 1956: Los infantes se divierten.





Capítulo Tercero



Una extraña muerte “made in Spain”



28 de marzo de 1956: Tarde trágica en el suntuoso palacio de Las Cabezas. El infante D. Alfonso de Borbón “El Senequita” (14 años) muere de manera instantánea al recibir en la cabeza un certero disparo efectuado por su hermano Juan Carlos (18 años, caballero cadete de la Academia General Militar y experto en toda clase de armas portátiles del Ejército de Tierra español). “Estaban solos enredando con la pistola que Franco le había regalado a Juan Carlos”, según una persona del entorno más íntimo del conde de Ruiseñada presente en la finca en aquellos dramáticos momentos.



Capítulo Cuarto



Un cadáver en el maletero



“Que lo saquen inmediatamente de España y se lo lleven a Estoril en el más absoluto de los secretos. Nadie debe saber nada de lo ocurrido en Las Cabezas” ordena Franco tras ser avisado de urgencia. Don Juan de Borbón, conde Barcelona, también recibe de inmediato la macabra noticia: “El infante D. Alfonso acaba de morir en un fatal accidente”. Una siniestra caravana, con el cadáver de “El Senequita” y el cariacontecido Juan Carlos en el mismo coche, emprende urgente camino hacia Portugal esa misma tarde/noche. Abren y cierran la marcha efectivos de la Guardia Civil y les acompañan agentes de los servicios secretos españoles.



Capítulo Quinto



Tragedia griega en Villa Giralda



Amanecer del 29 de marzo de 1956: Momentos dramáticos para D. Juan de Borbón. Después de horas de angustiosa espera recibe, en su casa de Estoril, el cadáver de su hijo más amado. “Júrame que no lo has hecho a propósito”, le espeta a su hijo mayor causante de la tragedia. Franco, a través del Cuerpo diplomático y de los servicios de información del Ejército y de la Guardia Civil, toma las riendas de la operación. La embajada española en Lisboa emite una nota absolutamente falsa sobre el “desgraciado acontecimiento” situándolo en la propia Villa Giralda y haciendo único responsable al fallecido. La familia Borbón también se suma a la equívoca Nota. Sin embargo, el 17 de abril el semanario italiano Settimo Giorno pone las cosas en su lugar, acusando directamente a Juan Carlos de ser el autor del disparo que mató al “Senequita”.¿Quien filtró la escandalosa información al rotativo italiano? Esa es la clave de todo el misterio. Y de ella se desprenden tres esclarecedoras afirmaciones: 1ª La muerte del infante no fue accidental sino premeditada. 2ª Tuvo lugar en el palacio Las Cabezas (Cáceres) y no en Villa Giralda (Estoril). 3ª Fue ejecutada por orden de Franco.



Capítulo Sexto



¿Homicidio imprudente o fratricidio premeditado?



Un manto de silencio cubrirá durante décadas el terrible secreto de la familia Borbón. Y el de Franco que, sospechosamente, ordenará olvidar política, social e históricamente el rocambolesco y trágico suceso, conocido en su verdadera dimensión por un número muy escaso de personas de su entorno y del conde de Ruiseñada. Ni la justicia portuguesa ni la española (civil o militar) investigarán nada. No obstante, pasados más de cincuenta años, en 2008, el misterio borbónico/franquista sobre la extraña muerte de “El Senequita” volverá a la actualidad de la mano de una extensa y no autorizada biografía sobre el rey Juan Carlos I. El Fiscal General del Estado de Portugal, país donde se dijo que habían ocurrido los hechos, recibe del autor de ese trabajo un extenso informe solicitando que se abra una investigación judicial sobre los mismos. La Fiscalía portuguesa acusa recibo y accede a investigar. La Casa Real española lo impide.



Capítulo Séptimo



Fue algo más: Un crimen de Estado ordenado por Franco y ejecutado por su heredero (a título de rey) y presunto cómplice, Juan Carlos de Borbón.



“Operación Ruiseñada”: A comienzos de 1956, una peligrosa conspiración monárquica antifranquista, con raíces en España y Portugal, amenaza al régimen nacido el 18 de julio de 1936. Franco, inmisericorde, desmontará la conjura político-militar a sangre y fuego, mediante brutales operativos de sus servicios secretos y de altos mandos fieles a su persona. El 28 de marzo de 1956 será ejecutado por un disparo en la cabeza efectuado por su hermano Juan Carlos el infante D. Alfonso de Borbón “El Senequita”, con el fin de destrozar física y emocionalmente a su padre, D. Juan, líder indiscutible de la revuelta. El 30 de enero de 1957, el teniente general Bautista Sánchez, capitán general de Cataluña, morirá “suicidado” en Puigcerdá a instancias de los tenientes generales Muñoz Grandes (ministro del Ejército) y Ríos Capapé (capitán general de Valencia), enviados por el autócrata. El general Gallarza será tiroteado por un sicario castrense de alto nivel, pero logrará salvar la vida. El 23 de abril de 1958, Don Juan Claudio Güell, conde de Ruiseñada, representante en España del conde de Barcelona y máximo ejecutivo de la conjura en España, fallece en extrañas circunstancias (envenenado) en Touis, en el expreso en el que volvía de París.


http://www.unidadcivicaporlarepubli...sa-irreal/7958-la-muetrte-de-q-el-senequitaq-
 
Se denomina Década Ominosa o segunda restauración del absolutismo (1823-1833) al periodo de la historia contemporánea de España que corresponde a la última fase del reinado de Fernando VII (1814-1833), tras el Trienio Liberal (1820-1823), en el que rigió la Constitución de Cádiz promulgada en 1812. Algunos historiadores, como Josep Fontana, prefieren la segunda denominación porque extienden el periodo más allá de la muerte de Fernando VII, hasta el fin del sistema absolutista, alargándolo de esta forma hasta 1834.1

El final de Trienio Liberal: la intervención de los "Cien Mil Hijos de San Luis"[editar]
Artículo principal: Cien Mil Hijos de San Luis
El 7 de abril de 1823 se produjo la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, ejército francés comandado por Luis Antonio de Borbón, duque de Angulema, que sometió la España liberal. La iniciativa partió del gobierno francés,2 que deseaba resarcirse de la derrota sufrida durante la Guerra de la Independencia Española y reafirmar así su posición internacional. La intervención contó con la aprobación de las potencias de la Santa Alianza mediante un proces-verbal, por el que se estipulaba un posible apoyo militar que finalmente no se produjo. Fue más relevante el acuerdo anglo-francés, por el que el gobierno británico aceptaba la intervención francesa bajo las siguientes condiciones: (1) si las tropas francesas salían de España tan pronto como alcanzasen sus objetivos; (2) si Francia se abstenía de cualquier interferencia en los asuntos internos de Portugal, algo que Gran Bretaña había prometido defender; y (3) si Francia no hacía ningún intento de ayudar a España a recuperar su imperio colonial en América.3 De esta forma la intervención francesa se produjo en función de sus propios intereses internos y el único apoyo que obtuvo fue la aceptación de un hecho visto como inevitable.4

Durante muchos años la historiografía española defendió que esta intervención fue ordenada por la Santa Alianza durante el Congreso de Verona, mediante un supuesto tratado de Verona. Solamente en 2011 se publicó un artículo de una historiadora española reconociendo el error,5 aunque algunos historiadores traducidos al español advirtieron ya antes y rotundamente sobre su falsedad.6 Fuera de España la falsedad del tratado de Verona se daba por segura desde que se demostró en 1935 que era una invención periodística.7

La represión[editar]
En este periodo tuvo lugar una de las grandes represiones de los liberales que pudieron quedarse en la Península, pues los más significativos tuvieron que emigrar en masa sobre todo al barrio londinense de Somers Town, pero también a Malta, París, Estados Unidos y las recién nacidas repúblicas hispanoamericanas para evitar la muerte. Rafael del Riego fue ejecutado en la plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de 1823 como medida ejemplificadora.

Se estableció una estricta censura, se confeccionó un arcaico y reaccionario plan de estudios universitarios por el ministro de Gracia y Justicia Francisco Tadeo Calomarde y fueron sofocados los intentos de insurrección liberal y pronunciamientos preparados en su mayor parte en el extranjero, como el pronunciamiento de Torrijos o la Expedición de los Coloraos, entre otros muchos. El ejército francés permaneció varios años en España a causa de la desconfianza y el temor de Fernando VII al ejército formado en el Trienio Liberal, especialmente a las milicia nacionales, que sustituyó con escuadrones locales de los llamados Voluntarios Realistas. Fueron ejecutados liberales inocentes como Mariana Pineda o el librero Antonio Miyar.

La división de los absolutistas[editar]
Así como en el Trienio Liberal (1820-1823) se produjo la escisión de los liberales entre «moderados» y «exaltados», durante la segunda restauración absolutista —conocida por los liberales como la Década ominosa (1823-1833) y que constituye el último periodo del reinado de Fernando VII— fueron los absolutistas los que se dividieron entre absolutistas «reformistas» —partidarios de «suavizar» el absolutismo siguiendo las advertencias de la Santa Alianza, cuya intervención militar mediante los Cien Mil Hijos de San Luis había puesto fin en 1823 a la breve experiencia de monarquía constitucional del Trienio Liberal— y los absolutistas «apostólicos» o «ultras» que defendían la restauración completa del absolutismo, incluyendo el restablecimiento de la Inquisición que el rey Fernando VII, aconsejado por los «reformistas», no había repuesto tras su abolición por los liberales durante el Trienio. Los «ultras» tenían en el hermano del rey, Carlos María Isidro —heredero al trono porque Fernando VII después de tres matrimonios no había conseguido tener descendencia— a su principal valedor, y por eso comenzaban a ser llamados «carlistas».8 El conflicto más grave protagonizado por los «ultraabsolutistas» fue la Guerra dels Malcontents que se produjo en 1827 y tuvo como escenario Cataluña.

El final del reinado de Fernando VII y el pleito sucesorio (1830-1833)[editar]

Retrato de Fernando VII a caballo. 1821
Tras la muerte de su tercera esposa, María Josefa Amalia de Sajonia, el rey anunció en septiembre de 1829 que iba a casarse de nuevo. Según Juan Francisco Fuentes, «es muy posible que las prisas del rey por resolver el problema sucesorio tuvieran que ver con sus dudas sobre el papel que venía desempeñando en los últimos tiempos su hermano don Carlos... Sus continuos achaques de salud y su envejecimiento prematuro —en 1829 tenía 45 años— debieron persuadirle de que se le estaba acabando el tiempo. Según su médico, Fernando hizo en privado esta confesión inequívoca: "Es menester que me case cuanto antes".».9

La elegida para ser su esposa fue la princesa napolitana María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, sobrina de Fernando y 22 años más joven que él. Se casaron el 10 de diciembre y pocos meses después Fernando VII hacía pública la Pragmática Sanción de 1789aprobada al principio del reinado de su padre Carlos IV que abolía la ley sálica, una ley que impedía que las mujeres pudiesen reinar. De esta forma Fernando VII se aseguraba que, si por fin tenía descendencia, su hijo o hija le sucederían. A principios de mayo de 1830, un mes después de la promulgación de la Pragmática, se anunció que la reina María Cristina estaba embarazada, y el 10 de octubre de 1830 nació una niña, Isabel, por lo que Carlos María Isidro quedó fuera de la sucesión al trono, para gran consternación de sus partidarios ultrabsolutistas. Por otro lado, el triunfo de la Revolución de 1830 en Francia —que dio paso a la monarquía constitucionalde Luis Felipe I de Francia— los liberales españoles exiliados organizaron y protagonizaron diversos pronunciamientos, todos ellos fracasados para restablecer la Constitución de 1812 y poner fin a la monarquía absoluta de Fernando VII —el de mayor repercusión fue el pronunciamiento de Torrijos de diciembre de 1831 que acabó con el fusilamiento de todos sus integrantes sin juicio previo; unos meses antes había sido ajusticiada a garrote vil Mariana Pineda—.10

Pero los «carlistas» no se resignaron a que la recién nacida Isabel fuera la futura reina e intentaron aprovechar su primera oportunidad con motivo de la enfermedad del rey Fernando, lo que dio lugar a los «sucesos de La Granja» del verano de 1832. El 16 de septiembre de 1832 se agrava la delicada salud del rey Fernando VII que se encontraba convaleciente en su palacio de La Granja (en Segovia) y la reina María Cristina, presionada y engañada por los ministros «ultras» encabezados por Francisco Tadeo Calomarde y por el embajador del Reino de Nápoles, que le aseguraron que el ejército no le apoyaría en su Regencia cuando muriera el rey (e intentando evitar una guerra civil, según su propio testimonio posterior), influye en su esposo para que revoque la Pragmática Sanción del 31 de marzo de 1830 que cerraba el acceso al trono a Carlos María Isidro. El día 18 el rey firma la anulación de la Pragmática de la ley sálica, por lo que la ley que impide que las mujeres puedan reinar, vuelve a estar en vigor. Pero inesperadamente Fernando VII recobra la salud y el 1 de octubre destituye a los ministros «carlistas» —partidarios de su hermano, y que han engañado a su esposa— y el 31 de diciembre anula el decreto derogatorio que jamás se había publicado (pues el rey lo había firmado con la condición de que no se publicase hasta después de su muerte), pero que los «carlistas» se habían encargado de divulgar. De esta forma Isabel, de dos años de edad, volvía a ser la heredera al trono.11

El nuevo gobierno encabezado como secretario de Estado por el absolutista «reformista» Francisco Cea Bermúdez y del que han sido apartados los «ultras», inmediatamente toma una serie de medidas para propiciar un acercamiento a los liberales «moderados», iniciando así una transición política que tras la muerte del rey continuará la Regencia de María Cristina. Se trata de la reapertura de las universidades, cerradas por el ministro Calomarde para evitar el «contagio» de la Revolución de julio de 1830 en Francia, y, sobre todo, la promulgación de una amnistía el mismo día de su constitución, el 1 de octubre de 1832, que permite la vuelta a España de la mayoría de los liberales exiliados. Además el 5 de noviembre crea el nuevo Ministerio de Fomento, un proyecto reformista boicoteado por los ministros "ultras".12

A partir de su apartamiento del poder, los «ultrabsolutistas», apoyándose en los Voluntarios Realistas, se enfrentan al nuevo gobierno y el propio hermano del rey se niega a prestar juramento como princesa de Asturias y heredera al trono a Isabel, por lo que Fernando VII le obliga a que abandone España. Así el 16 de marzo de 1833, Carlos María Isidro y su familia se marcha a Portugal. Unos meses después, el 29 de septiembre de 1833, el rey Fernando VII muere, iniciándose una guerra civil por la sucesión a la Corona entre «isabelinos» —partidarios de Isabel II—, también llamados «cristinos» por su madre, que asume la regencia, y «carlistas» —partidarios de su tío Carlos.12

Ejecución del librero Antonio Miyaren Madrid (11 de abril de 1831)

Represión de liberales en las cercanías de la ciudadela de Barcelona, custodiados por Mozos de Escuadra bajo la supervisión del conde de España, gobernador de aquella plaza tras el fin del Trienio Liberal.
 
Fernando VII y el método del garrote vil

Por Félix Casanova

La historia del garrote en España
El garrote fue una máquina utilizada para aplicar la pena capital. Fue usado en España y estuvo vigente legalmente desde 1820 hasta la abolición casi total de la pena de muerte al aprobarse la Constitución Española de 1978.

Fue el método estándar de de ejecución en España durante estos dos últimos siglos, e introducido en 1812, en los primeros años del reinado de Fernando VII (ese Rey…), para reemplazar el método de la horca que se venía usando anteriormente. Al menos 736 personas fueron ejecutadas en España en el siglo XIX.

La mayoría de las ejecuciones del siglo XX fueron por asesinato o crímenes relacionados con el terrorismo, aunque el “bandidaje” seguía siendo un crimen capital aún en la década de 1950.

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Fernando VII (ese Rey…)
Mediante decreto de 24 de abril de 1832, el rey Fernando VII (ese Rey… y disculpen la reiteración) abolió la pena de muerte en la horca y dispuso que, a partir de entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte con el garrote:

“Deseando conciliar el último e inevitable rigor de la justicia con la humanidad y la decencia en la ejecución de la pena capital, y que el suplicio en que los reos expían sus delitos no les irrogue infamia cuando por ellos no la mereciesen, he querido señalar con este beneficio la gran memoria del feliz cumpleaños de la Reina mi muy amada esposa, y vengo a abolir para siempre en todos mis dominios la pena de muerte por horca; mandando que adelante se ejecute en garrote ordinario la que se imponga a personas de estado llano; en garrote vil la que castigue delitos infamantes sin distinción de clase; y que subsista, según las leyes vigentes, el garrote noble para los que correspondan a la de hijosdalgo.”

Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de garrote vil en burro, sentados mirando hacia la grupa, o arrastrados. Es la denominación garrote vil la que ha prevalecido y hoy en día se suele usar este nombre para designar tanto al instrumento como a la pena de muerte que lo utiliza.




Pese a que se repite hasta la saciedad que es un “invento español”, esto no es cierto. Lo usaban, con certeza, chinos y romanos. El garrote como instrumento de ejecución data de tiempos de la República Romana. Se sabe que una vez sofocada la segunda rebelión de Catilina, Publio Cornelio Léntulo Sura fue estrangulado junto a otros conspiradores por medio del laqueus; algunos bajorrelieves de la época testimonian su uso.

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El garrote vil que se encuentra en la Fundación Camilo José Cela, en Iria Flavia
El garrote fue utilizado por última vez en el 2 de marzo de 1974, cuando dos hombres fueron ejecutados el mismo día. Salvador Puig Antich fue ejecutado en Barcelona, por A. Guerra, por el tiroteo de un oficial de policía durante un robo el año anterior y Heinz Chez en Tarragona, a manos de J. Monero, por el asesinato de un Teniente de la Guardia Civil. El garrote usado para la ejecución de Antich ahora está en exhibición en la Fundación Camilo José Cela, en Iria Flavia. La última mujer ejecutada en España fue Pilar Prades Expósito, la presunta envenenadora de Valencia.

https://hdnh.es/fernando-vii-y-el-metodo-del-garrote/
 
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