Lo que escondian sus ojos ( Marquesa de Llanzol y Ramón Serrano Suñer)

Sonsoles Diez de Rivera: «Mi Zara de la época era Balenciaga»
Carmen Duerto. 18 octubre 2014
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Sonsoles Diez de Rivera posa para LA RAZÓN en su casa de Madrid
Cipriano Pastrano

Sonsoles Diez de Rivera es hija de la marquesa de Llanzol, la mujer más elegante de la sociedad española, que sólo vestía alta costura. De ahí que se la conozca como Sonsoles Llanzol, aunque el título lo lleve uno de sus dos hermanos pequeños. Se educó con disciplina alemana e inglesa, lo que unido a la improvisación latina, le ha servido para «conseguir lo que he querido en la vida». La prueba es que la exposición «Hubert de Givenchy» en el Thyssen ha sido una realidad en tres meses gracias a Sonsoles y a que el modisto no oculta su cariño por ella: «Je t’aime», acostumbra a decirle.

–Existe quien no está de acuerdo con que la moda entre en los museos. ¿Tienen razón?

–Hay gente para todo, pero tienen que pensar que muchos cuadros se datan gracias a los trajes que llevan los personajes de las pinturas.

–¿Qué diferencia hay entre la «primitiva» alta costura, que consumía su madre, y la de la actualidad?

–La de ahora no sé lo que es, aunque seguro que alta costura no. Es costura porque han usado una aguja y un hilo, pero ya está. Sostengo que no existe porque no creo que sepan descargar costuras para evitar tiranteces, coser los bajos a mano, forrar los corchetes y sobrehilar las costuras, eso ya no lo hace nadie hoy en día. El único que mantiene ese saber hacer es Caprile.

–¿Viste los Balenciaga, Balmain o Givenchy heredados de su madre?

–Es imposible, porque ya no hay sitios para ir vestida así, parecería una mosca en un vaso de leche. La mayoría los he donado al museo Balenciaga. Algo me pongo, pero hoy en día no tengo tiempo para hacer cuatro pruebas hasta que me terminan un traje, debo acudir al «prêt-à-porter» y, como tengo estilo y sé llevar la ropa, hay gente que se pregunta si lo que llevo será un Balenciaga. Pues no, es de Venca, que compro por catálogo.

–Si la Reina Letizia o la mujer del presidente del Gobierno defendieran que la costura es más que taparse, ¿cree que contribuirían a la Marca España?

–Tú no puedes saber de repente lo que te va si toda tu vida has ido en vaqueros y camiseta. Es imposible, si jamás te has puesto un traje de noche no sabes cómo moverte y te sientes como Frankenstein, estás incómoda porque todo hay que aprenderlo. Si no sabes por dónde vas, te tienes que dejar aconsejar.

–Las lentejuelas no son incompatibles con la inteligencia...

–Pero si te encuentras incómoda con ellas no das nada de ti. No puedes ofrecer una imagen tranquila y entregar el máximo de tu inteligencia si estás incómoda con un traje magnífico con el que no sabes moverte. No estás a lo que estás, sino pendiente del vestido.

–Se relaciona con una élite y de ahí que lo rehúyan, ¿no le parece?

–Sí, efectivamente, es que es así. En mi época era totalmente privilegiada porque la sociedad estaba más compartimentada. Había gente que vivía comodísima y a nosotras nos tenían con un protocolo estricto, pero no lo considerábamos encorsetado, era lo que había. Teníamos que hacer una reverencia a todas las personas mayores y en casa, con las niñeras alemanas, comíamos con un palo en la espalda para mantener los brazos juntos. Mi abuela, por ejemplo, jamás se recostó en un sofá porque en su época eso era de «mujer fácil». Mi madre me decía: «Niña, ponte en los catetos, no te pongas en hipotenusa».

–¿Cómo vestía de pequeña?

–De Balenciaga, era mi Zara entonces. Yo casi no pisé El Corte Inglés hasta bien mayor. De pequeña me vestía con los trajes que me hacía la modista que venía a casa a coser y, a partir de mi traje de Comunión, con los del diseñador vasco, quien estuvo muy ocupado con nosotras. En la última casa que vivió mi madre había 35 armarios en los que lo tenía todo perfecto.

¿El colmo para la exquisita Sonsoles Llanzol sería tener una hija como su hermana Carmen, musa de la progresía, vestida con vaqueros y militando en un partido de izquierdas?

–Ella ya era rebelde, Carmen pensaba: «¿Cómo puedo hacer rabiar a mi madre?». El último Balenciaga que tuvo fue el de su puesta de largo. Mi madre se espantaba al verla vestida así, por eso lo hacía.

–Usted es una de las principales promotoras de Givenchy en España, ¿cómo lo pasa él aquí?

–Lleva dos semanas y está encantado porque ha estado yendo todos los días al montaje de su exposición. El primer día tuvo un lío con la cama porque es altísimo y se le salían los pies. Philippe, su pareja, le puso una banqueta y así consiguieron pasar esa noche. Come sobre las 12:30 y luego se echa una larguísima siesta y, claro, así se entiende que no duerma por la noche.

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Este reportaje es un compendio de frivolidades, basta leerlo para darse cabal cuenta de lo que estas personas eran o creìan ser, viviàn en su propio planeta...que diferente a su hermana Càrmen...
 
Este reportaje es un compendio de frivolidades, basta leerlo para darse cabal cuenta de lo que estas personas eran o creìan ser, viviàn en su propio planeta...que diferente a su hermana Càrmen...
Tal cual es una fotocopia de su madre, aunque no ha sido una mujer tan espectacular y le ha tocado vivir una época con más igualdad de oportunidades. Habrá sido un bofetón tener que tratar de tú a tú a personas a las que considera inferiores, sea en el trabajo, sea en su vida diaria. Como se la ha tirado a Tita Thyssen, "ella no se ha abierto". Lo decía el difunto barón, esta gente es mala y falsa.

Como jefa y como persona, la hija ha tenido que ser tremenda. Nos podemos imaginar lo sobrada e hipócrita que era su madre, eso sí, era toda una dama y estaba bien casada. Seguro que estaba inflada de orgullo, por ser la amante de Serrano Súñer y la gran ventaja que suponía para su familia directa. En una cosa, la madre era "terrestre", los niños aprendieron inglés y alemán, cultura, a través de las nannies contratadas en su casa.
 
El ministro Serrano Suñer, cuñado de Franco, fue amante de la marquesa de Llanzol
Un gran escándalo que pudo derivar en la boda de su hija, Carmen Díez de Rivera, futura musa de la Transición, con su propio hermano de padre.
Manuel Román
2016-11-22

Serrano Suñer, la marquesa y Carmen Díez de Rivera | Archivo
Telecinco ha programado este martes, 22 de noviembre, y durante cuatro semanas, la emisión de una serie basada en el libro de Nieves Herrero Lo que escondían sus ojos, donde se narran los amores adúlteros de quien era entonces, al terminar la guerra civil, la mano derecha de Francisco Franco, además de ser su cuñado, Ramón Serrano Suñer. Unos amoríos mantenidos durante quince años, entre 1940 y 1955, con Sonsoles de Icaza, Marquesa de Llanzol, una de las damas más bellas de la vida madrileña, caracterizada también por su elegancia, como demostraba en sus apariciones vestida por el famoso modista de Guetaria, radicado en París, Balenciaga.

Tanto el Ministro de Asuntos Exteriores como su amante estaban casados. Él con Ramona (Zita) Polo, hermana de Carmen Polo de Franco, padres de seis hijos, en tanto ella había dado a luz a tres. Pero fue más fuerte la pasión que los unió desde que se conocieron en una recepción. Arriesgó mucho en aquellos amores Serrano Suñer, que había contribuido decisivamente a la política franquista, por ser un prestigioso abogado, al diseño programático del régimen. Y eso contribuyó a su caída, en la que tuvo mucha influencia la esposa del Jefe del Estado, que no podía consentir que le pusiera los cuernos a su hermana de una manera harto conocida por aristócratas y personas relevantes de la sociedad madrileña.

En cuanto al esposo de la Marquesa de Llanzol, era un héroe de guerra de la batalla del Ebro, militar de alto rango que aportó su título aristocrático al matrimonio, enterado de que su mujer, a la que llevaba bastantes años de diferencia, le engañaba con el Ministro, optó por aceptar aquellas relaciones para mantener ante la opinión pública su estado civil, aun a sabiendas de que era objeto de comentarios entre amigos de la pareja, algunos como puede suponerse de dudoso gusto. Y cuando el prolongado romance entre el político y la marquesa acabó, el marido de ésta continuó siendo comprensivo, al manifestarle a Sonsoles Icaza su gran amor desde que se enamorara de ella siendo muy jovencita.

La Marquesa de Llanzol fue madre de una hija, fruto de sus amores con Serrano Súñer. Nació en 1942 y fue inscrita en el Registro Civil como Carmen Díez de Rivera de Icaza, naturalmente aceptada por el Marqués como si fuera hija suya. No le hubiera sido posible entonces a Serrano Súñer haberle dado su apellido. El Marqués de Llanzol se portó hasta su muerte como un verdadero padre para Carmen, y ella correspondió a ese cariño, sin haber tenido nunca trato con su padre biológico, del que no supo su identidad hasta que vivió un doloroso episodio sentimental.

En círculos aristocráticos de la España de postguerra e incluso de posteriores décadas, la aventura de Serrano y Sonsoles era conocida, sobre todo desde el nacimiento de Carmen, pues en los primeros tiempos de aquel romance el Ministro llevó con suma discreción sus encuentros extramaritales: se reunían en diferentes pisos que el político controlaba por pertenecer al área de su Ministerio, y sólo estaban en el secreto su chófer y un reducido número de personas que atendían tales viviendas.

Dado el poder que ostentaba Serrano Súñer nadie osó dar a conocer públicamente la historia y desde luego los periódicos y las escasas revistas de información general que entonces se editaban aquí silenciaron aquellas relaciones. La censura franquista, que en su primera época dirigió el propio Ministro, no iba a permitir la publicidad de tal adulterio. Y como tampoco ninguna de esas publicaciones dedicadas al ocio se caracterizaban por atender amores y amoríos, la personalidad de Carmen Díez de Rivera fue desconocida hasta la llegada de la Transición.

Serrano Suñer, Franco y Mussolini | Cordon Press
Pero antes fue protagonista de una terrible depresión, aunque tampoco se dio a conocer en los medios informativos. Fue cuando mantuvo un noviazgo con un joven de buena familia. ¡Y tanto…! Se llamaba… ¡Ramón Serrano Polo! Era hijo de Serrano Súñer y Zita Polo, lo que ella, por supuesto, ignoraba. Nadie de su entorno se había atrevido nunca a comunicárselo. El caso es que tan ilusionada estaba con el tercer hijo del Ministro que la pareja inició los trámites para casarse. Carmen era cuatro años mayor que su amor. Llegó el momento, enterada la Marquesa de Llanzol de los planes matrimoniales de su hija, que ya no había otra solución que hacerle comprender la imposibilidad de que aquella boda pudiera celebrarse.

Fue una tía de Carmen, la novelista Carmen de Icaza, junto a un monje dominico quienes se encargaron de abrirle los ojos de la mejor manera posible: Ramón, su novio, era su hermano de padre. Y Carmen Díez de Rivera se derrumbó. También fue casualidad que fuera a enamorarse de aquel joven, pero es que se conocían desde que eran adolescentes. Y nadie previno a ninguno de los dos de que tenían la misma sangre. Y no se comprenden que los padres de ella y él no lo hicieran, hasta que les dieron a conocer su compromiso nupcial. Ni el mejor culebrón sudamericano podría mejorar esta historia real.

Carmen contaba diecisiete años cuando el destino la castigó con aquella desgracia. No olvidaría la fecha: el 28 de diciembre de 1959. Tremenda inocentada. Pasaron los años. Víctima de un persistente insomnio, viajó a París, y a otros lugares de Suiza, para recobrar su salud. Le daba vueltas permanentemente a la cabeza sin saber cómo orientar su futuro, resolviendo ingresar en un convento de monjas de clausura localizado en Arenas de San Pedro. Pero tampoco allí encontró la paz que buscaba y se fue a Costa de Marfil, como cooperante en una ONG. Tras una larga ausencia de Madrid volvió a su casa familiar, donde se enfrentó airadamente a su madre. Cómo sería que ésta la echó del hogar. Y fue cuando Carmen mostró su rebeldía entre sus amistades.

Eran tiempos excitantes de la política española y se convirtió en directora del Gabinete del Presidente de Gobierno de Adolfo Suárez, desde el 13 de julio de 1976 al 13 de mayo de 1977. Ella, más de una vez por propia iniciativa, tuvo encuentros con políticos de la izquierda, como Santiago Carrillo, al que invitó a tomar un chinchón para cambiar impresiones la primera vez. No era votante de UCD. La llamaron "musa de la Transición". La conocí en ese tiempo y doy testimonio de su extraordinario sentido de la comunicación inmediata, simpatiquísima, muy inteligente, que mantenía contactos con políticos, periodistas, y personajes influyentes de esa época con absoluta naturalidad. Se rumoreaba que flirteaba con el PCE y el PSP de Tierno Galván, partido este último al que se vinculó. Terminó como diputada del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, afiliada ya al PSOE.

Respecto a si mantuvo relaciones sentimentales después de aquel noviazgo con su hermano Ramón, públicamente no se le conocieron ninguna. Pero se especuló con haber sostenido algo más que un contacto profesional con Adolfo Suárez. Y hasta se publicó el rumor de que su amistad con el Rey don Juan Carlos pudo haberse extendido a encuentros de mayor intimidad.

En el otoño de 1996 se le detectó un cáncer de mama, que se extendió rápidamente por todo el cuerpo. La intervención quirúrgica a la que se sometió no atajó su irreversible final, el 29 de noviembre de 1999. Tenía cincuenta y siete años. La chica encargada de cuidarla aseguraba en el documental que la frase de Carmen cuando se presentó fue contundente. “Hola, buenos días, soy Carmen Díez de Rivera. Tengo cáncer, me voy a morir. Por favor, láveme bien, que no me quiero morir antes de tiempo”, le espetó a la joven.

Parece que poco tiempo atrás su padre biológico la llamó por teléfono. Jamás se vieron. Informado Serrano Súñer de la muerte de Carmen, quien entonces ya había enviudado y contaba noventa y ocho años, sólo comentó a una persona de su entorno: "¡Qué lástima! Era la hija que más se parecía a mí". El político, que había dejado la política en 1942 tras dejar el Gobierno por decisión de su cuñado, Francisco Franco, se dedicaría a su bufete de abogado. Se fue de este mundo en septiembre de 2003. En cuanto a su gran amante, Sonsoles de Icaza, a la que dejó él con desesperación de ella, falleció en enero de 1996.

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Wikipedia. Su padre era de una región de Tarragona, aunque, por el trabajo de su padre, ingeniero de caminos, nació en Cartagena y vivieron en Castellón de la plana y Madrid.

Nacido el 12 de septiembre de 1901 en Cartagena, era hijo de José Serrano Lloveres y de Carmen Suñer Font de Mora. La familia paterna era originaria de Tivisa (Tarragona) y la materna de Gandesa (Tarragona). Su padre era un ingeniero de caminos destinado temporalmente en Cartagena, ciudad donde nació, como también lo estuviera en Castellón de la Plana y finalmente en Madrid, en cuya Universidad Central cursó la carrera de Derecho, licenciándose con premio extraordinario en 1923. Presidió la Asociación Profesional de Estudiantes, y en la facultad conoció a José Antonio Primo de Rivera, secretario de la misma asociación estudiantil, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera y posterior fundador de la Falange Española. Serrano era buen amigo de José Antonio (junto con Raimundo Fernández Cuesta sería su albacea) y compartía con él, desde el republicanismo inicial hasta ideas de subversión del poder establecido, que derivaron en admiración hacia la Italia fascista de Benito Mussolini.

Ganó posteriormente las oposiciones al cuerpo de abogados del Estado siendo todavía menor de edad. Ocupó plaza en Castellón, aunque unas semanas después pasó a Zaragoza, donde se instalaría por varios años. Conoció allí a Ramona «Zita» Polo, hermana de Carmen, esposa del general Franco, en aquella época director de la Academia General Militar. Tras unos años de noviazgo, contrajeron matrimonio el 6 de febrero de 1932. La boda tuvo lugar en Oviedo, ciudad de origen y residencia de la novia, en la iglesia San Juan el Real. Por parte del novio fueron testigos Franco y José Antonio Primo de Rivera, que se conocieron con ocasión de esta ceremonia.

Ramón Serrano Suñer (1901-2003), caray, como la reina madre de UK., entró oficialmente en política en 1931, presentándose a las Cortes republicanas por la circunscripción de Zaragoza para ocupar el escaño que había dejado libre Niceto Alcalá-Zamora, quien también salió elegido por Jaén y optó por representar a esta circunscripción. Su candidatura, improvisada por el sector más poderoso de la economía local, tomó el nombre de Unión de Derechas de Zaragoza, aunque finalmente no salió elegido.

Tras el fracaso, en los comicios de 1933, obtuvo un escaño en la misma provincia coaligado en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) junto a prestigiosos jóvenes aragoneses, como Juan Antonio Cremades y José María Sánchez Ventura. Aunque se inscribió en la minoría parlamentaria de la CEDA, no se convirtió en miembro formal de la formación. Ello no le impidió participar en la concentración que la CEDA celebró en El Escorial en abril de 1934, donde dio un discurso en el que criticó duramente la «degeneración» de las democracias.

Conoció bien a José María Gil-Robles, aunque no llegaron a la amistad debido a sus divergencias ideológicas y metodológicas. Paralelamente a sus trabajos parlamentarios, participó en la conspiración para derribar al Frente Popular: el 13 de marzo de 1936 promovió una reunión clandestina entre el general Franco —a punto de partir a su nuevo destino en Canarias— y José Antonio Primo de Rivera, encuentro que finalmente no tuvo éxito. Aunque no se convirtió formalmente en miembro de Falange Española de las JONS, animó a los militantes de las Juventudes de Acción Popular a que se unieran en masa a la Falange en la primavera de 1936.

La Guerra Civil
Véanse también: Estado campamental y Primer Gobierno de Francisco Franco.
El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en Madrid, donde, a pesar de su condición de parlamentario, fue recluido en la Cárcel Modelo por las autoridades republicanas. Se encontraba allí cuando en agosto una turba violenta asaltó la prisión y provocó una mantanza de prisioneros; a pesar de ser un político conocido y de que fueron asesinados muchos de sus conocidos, Serrano Suñer logró librarse de la muerte. Allí fue testigo del fusilamiento de dos amigos suyos: los falangistas Fernando Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda. Meses después consiguió, a través de amigos, ser trasladado bajo custodia a una clínica privada, por una presunta o real úlcera gástrica. El ministro sin cartera Manuel de Irujo habría autorizado el traslado a la clínica.

El 20 de enero de 1937 logró evadirse vestido de mujer y se refugió en la legación diplomática de los Países Bajos, desde donde, con un falso salvoconducto de militar republicano, llegó hasta Alicante para reunirse tanto con su mujer como con sus hijos José y Fernando. Trasladado al consulado argentino, posteriormente embarcaría en un buque de guerra argentino —el destructor Tucumán— que le llevaría a Marsella.

En noviembre de 1936, sus hermanos José y Fernando, recluidos en la cárcel de las Ventas, habían sido sacados y asesinados en las tapias del cementerio de Aravaca. Este asesinato afectó profundamente a Serrano Suñer, provocando en él un profundo resentimiento hacia el bando republicano. Según Hugh Thomas, la embajada francesa había rechazado conceder asilo político a sus hermanos, algo que acabaría generando en Serrano Suñer un fuerte odio hacia Francia.

Desde allí cruzó Francia hasta Biarritz y pasó por la frontera de Hendaya a la zona bajo control franquista, consiguiendo llegar a Salamanca, capital provisional de los sublevados, el 20 de febrero de 1937. Allí fue acogido por su cuñado, recientemente nombrado como Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. A través de la relación entre Carmen Polo y su hermana Zita, Serrano Suñer logró empezar a tener una estrecha relación con Franco.

Con el apoyo clave de Carmen Polo, Serrano Suñer no tardó mucho en hacerse con el poder civil. El 19 de abril ya había redactado el Decreto de Unificación que fusionó la Falange y la Comunión Tradicionalista Carlista en el partido único Falange Española Tradicionalista y de las JONS, uno de los pilares del llamado Movimiento Nacional.

La llegada de Serrano Suñer a Salamanca aceleró el proceso de unificación.

El Decreto de Unificación provocó la revuelta de un sector de la Falange, que llegó a las armas, aunque fue finalmente reprimida. Serrano Suñer se dedicó entonces a la Ley de la Administración Central de Estado.Cuando en enero de 1938 Franco constituyó su primer gobierno, Serrano Suñer consiguió influir en su organización y en la distribución de las carteras ministeriales. En el seno del nuevo gabinete se convirtió en el hombre más poderoso, al frente del Ministerio de la gobernación —aunque las competencias de Orden Público estuvieran bajo control del general Martínez Anido—. En el nuevo gobierno hubo algunas ausencias, como las de Nicolás Franco y José Antonio de Sangróniz —antiguos colaboradores de Franco, con los que Serrano no congeniaba—, que fueron nombrados embajadores en Portugal y Venezuela, respectivamente.

Serrano convenció a Franco de la necesidad de sustituir a la nueva Junta por un verdadero gobierno organizado en ministerios, negociando con su cuñado la composición del mismo, que incluía a falangistas, monárquicos alfonsinos, un carlista, militares y técnicos. Logró además que Nicolás Franco fuera apartado del gobierno y enviado de embajador a Lisboa. Entró a formar parte, pues, del primer gobierno franquista en enero de 1938, como ministro del Interior, asumiendo en diciembre del mismo año la cartera de Gobernación, resultado de la fusión de Interior y Orden Público. Entre sus cometidos se encontraba la represión interna, el control de los medios de comunicación y la propaganda, pero también la beneficencia y la reconstrucción.

Serrano Suñer, a la derecha de la imagen, junto a Pilar Primo de Rivera, en una celebración del bando vencedor franquista en 1939 en San Sebastián.

Fue autor principal del Fuero del Trabajo, promulgado el 9 de marzo de 1938, que sería la primera de las Leyes Fundamentales que constituirían el Estado franquista. El fuero regía la convivencia laboral entre los españoles, inspirándose en la Carta di Lavoro italiana de 1927. También promulgó la Ley de Prensa e Imprenta (derogada por Manuel Fraga en 1966), que sometía a la censura previa a todos los medios de comunicación nacionales. Asimismo se creó aquel año el organismo «Regiones Devastadas» (2 de marzo), para la reconstrucción de las ciudades y pueblos dañados por la lucha, y la ONCE (13 de diciembre).
 
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