Lo que escondian sus ojos ( Marquesa de Llanzol y Ramón Serrano Suñer)

Creo que la moraleja de esta historía es : En una España ultracatólica , un miembro destacado de la "casta" se entretenía entre las sábanas de una mujer que era una aristocrata y casada con un militar monárquico , detalles que denotan una gran hipocresía . Por cierto , el todo Madrid de la época sabían del romance de la Marquesa , y guardaban un silencio sepulcral .
Leí una vez que Franco firmaba las sentencias de muerte desayunando un croissant con cafe y leche . Era un cínico y muy malo , soy muy suave , por no decir otras palabras .
 
Bueno, yo creo que han novelado mucho este romance, que duró dieciocho años. Supongo que habría muchas más historietas así, entre la alta sociedad de la época. Ella se encamó con el cuñado y válido de Franco, casi nada, el marido de ella debió de ser muy bien recompensado por los favores y los servicios. Esta señora era alta y estilizada, modelo de Balenciaga, inteligente e interesante, muy clasista y estirada, de ese tipo de persona que cree que cada clase social debe estar en su lugar.

En cuanto a Carmen, er guapísima y de mente ágil, la hija de esta relación extramatrimonial, dió tumbos por el mundo. Trabajó para y con el presidente Suárez. Siempre se ha dicho, rumores fuertes, que entre ellos dos había mucho más que una relación profesional y de amistad. También dicen que tuvo una relación con el rey emérito. Edito. Los hijos y las hijas del Franquismo, que heredaron la gestión de España.
 
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Sonsoles Icaza y León, Marquesa de Llanzol, musa de Balenciaga, dama de la alta sociedad del Madrid de la posguerra. Casada con Francisco de Paula y Diaz de Rivera, marqués de Llanzol, 20 años mayor que ella y poco atractivo, honrado por la batalla del Ebro, consentidor de todos sus caprichos y desmanes.

Fue una de las más bellas y elegantes de su tiempo, famosa por su gran estilo se vestía exclusivamente de Balenciaga, de quién fue gran amiga. Ambos se conocieron de una forma bastante particular, mientras Sonsoles estaba embarazada de su primera hija, fue a los talleres de Balenciaga en Madrid, donde adquirió una traje, al llegar la hora de abonarlo, la marquesa exigió que le realizaran un descuento en la prenda, alegando que al estar embarazada no la podría utilizar tras el parto. Ante las negativas de las dependientas, la marquesa abordo a Balenciaga que se encontraba en uno de los salones del local. Tras explicarle el caso este le respondió "¿por que tendría que hacerle un descuento en el traje, si yo no soy el culpable de su estado?".

A partir de ese momento comenzaron una gran relación, Sonsoles se convirtió en su percha favorita, era perfecta para todos los diseños innovadores que creaba, debido a su esbelta figura y a su 1,75 de estatura, era la modelo perfecta para lucir sus creaciones. Ella le consideraba un genio y lucia encantada hasta sus modelos de pasarela.

Pero Sonsoles no era únicamente conocida en Madrid por Balenciaga, sino tambien por sus escarceos amorosos. En algunos circulos de la alta sociedad madrileña la llamaban "Sonsoles de I-caza y pesca" por sus múltiples conquistas. Pero lo que la convirtió en la comidilla de todo Madrid fue cuando salió a la luz su relación con el cuñadisimo de Franco Ramón Serrano Suñer, marido de Zita Polo hermana de Carmen Polo. Serrano Suñer era el superministro de la postguerra, apuesto, culto, hablaba alemán correctamente y germanófilo.

De está relación nació su cuarta hija, Carmen, estando casada por lo que fue el marqués quien le otorgo su apellido como si fuera una hija más de la familia, pero gran parte de la aristocracia madrileña sabía la verdad, por lo que entorno al pobre marqués había mucha sorna. En la Gran Peña o en Balmoraral hacian el chascarrillo siguiente: preguntaban "¿ Dónde está la marquesa?'' a lo que siempre algun gracioso respondia: '' Subiendo por Serrano'', haciendo referencia a la calle donde vivían y al apellido de su amante.

El asunto no tardo en llegar a oídos de Franco, que le lanzó un ultimatun: "O la dejas o te destituyo de todos los cargos" a lo que Suñer le respondió: Pues destitúyeme.

La relación continuó casi 18 años, hasta que por ironías del destino Carmen comenzó a salir con Ramón Serrano Polo hijo mayor de Suñer, y la relación fue a más comprometiendose para casarse, fue entonces cuando Sonsoles se vio obligada a decirle a su hija que Ramón y ella eran hermanos de sangre, el drama fue grande pero la relación continuó por un tiempo.- El hijo de Serrano reaccionó tan mal que fue al padre y le dijo: O la dejas o no me vuelves a ver. Fue entonces cuando Serrano Suñer dejó a Sonsoles, que por aquel entonces tenia 40 años.

Carmen quedó destrozada, y estuvo por un tiempo en un convento de monjas, luego se fue a Paris, y de allí como cooperante a Costa de Marfil, hasta que a principios de los 70 volvió a Madrid y entró a trabajar con Adolfo Suarez , luego este se la llevaría a Moncloa como secretaría de presidencia, se comentó que entre ellos dos hubo algo mas que una simple relación profesional, luego Carmen militaría en el PSOE, para disgusto de su madre y los “Suyos” que nunca lo fueron, nunca le perdonaron este desliz.

Carmen falleció de cáncer a finales de los 90, el día que falleció alguien se acercó a Suñer y le dijo: "la niña ha fallecido", dicen que Serrano echó unas lagrimas. Esta historia no fue conocida del gran público hasta que no se publicó la biografía de Carmen, fue casi un secreto de estado, pero Carmen quiso que su historia fuera conocida. Carmen se parecía enormemente a su padre, rubia como un querubín, y con un carácter similar. Carmen Díaz de Rivera, marcada por el secreto familiar que nunca termino de superar.

Según ha contado Jaime Peñafiel:

"Conocí bastante bien a la marquesa de Llanzol, por la sencilla razón de que fue mi casera. Mejor dicho, la casera de la empresa en la que trabajé durante bastantes años: la agencia Europa Press, que allá por los años 60 le alquiló toda una planta del edificio de Hermosilla esquina a Serrano (lo de Serrano, en este caso, sin doble intención), edificio en el que los Llanzol tenían su hogar.

La relación entre la ilustre casera y los periodistas que componían la redacción de la agencia no fue fácil. La señora marquesa, tan clasista y estirada, a la hora de firmar el contrato de arrendamiento, exigió al consejero delegado de Europa Press que el ascensor principal sólo podía ser utilizado por la dirección. Los redactores, personal auxiliar y administrativo, debían utilizar el de servicio, al que se accedía por un sórdido patio interior.

Aunque la España de entonces no era democrática, todos nos opusimos a tan humillante discriminación. Lo que producía situaciones de cómica violencia cuando la señora marquesa y algún redactor coincidían esperando el ascensor. Siempre se negó a compartir el elevador con la canalla periodística que hoy, 40 años después, ha desvelado la historia de la marquesa que se enamoró del súper poderoso cuñado de Franco.

Si no fuera por Carmen Díez de Rivera, una mujer excepcional, la historia sería una vulgar historia de cuernos, de infidelidades.El duro relato ha recordado los amores y amoríos de las décadas de los 50, 60 y casi 70. A diferencia de hoy, los grandes adulterios de la época los protagonizaban más que el artisteo, la alta y altísima sociedad. Incluso esposas de ministros de Franco que se fugaban con los chóferes o saltaban de cama en cama, protegidas por el silencio de una prensa amordazada.".

Esta anécdota define perfectamente al personaje. Según su hija Sonsoles: "Mi madre era una estrella rutilante a la que nunca llegué a alcanzar, enormemente inteligente, recurrente, graciosa, divertida y glamorosa amén de elegante".
http://elblogdemalules.blogspot.com.es/2013/09/sonsoles-icaza-quien-fue.html
 
Sonsoles Diez de Rivera: «Mi Zara de la época era Balenciaga»
Carmen Duerto. 18 octubre 2014
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Sonsoles Diez de Rivera posa para LA RAZÓN en su casa de Madrid
Cipriano Pastrano

Sonsoles Diez de Rivera es hija de la marquesa de Llanzol, la mujer más elegante de la sociedad española, que sólo vestía alta costura. De ahí que se la conozca como Sonsoles Llanzol, aunque el título lo lleve uno de sus dos hermanos pequeños. Se educó con disciplina alemana e inglesa, lo que unido a la improvisación latina, le ha servido para «conseguir lo que he querido en la vida». La prueba es que la exposición «Hubert de Givenchy» en el Thyssen ha sido una realidad en tres meses gracias a Sonsoles y a que el modisto no oculta su cariño por ella: «Je t’aime», acostumbra a decirle.

–Existe quien no está de acuerdo con que la moda entre en los museos. ¿Tienen razón?

–Hay gente para todo, pero tienen que pensar que muchos cuadros se datan gracias a los trajes que llevan los personajes de las pinturas.

–¿Qué diferencia hay entre la «primitiva» alta costura, que consumía su madre, y la de la actualidad?

–La de ahora no sé lo que es, aunque seguro que alta costura no. Es costura porque han usado una aguja y un hilo, pero ya está. Sostengo que no existe porque no creo que sepan descargar costuras para evitar tiranteces, coser los bajos a mano, forrar los corchetes y sobrehilar las costuras, eso ya no lo hace nadie hoy en día. El único que mantiene ese saber hacer es Caprile.

–¿Viste los Balenciaga, Balmain o Givenchy heredados de su madre?

–Es imposible, porque ya no hay sitios para ir vestida así, parecería una mosca en un vaso de leche. La mayoría los he donado al museo Balenciaga. Algo me pongo, pero hoy en día no tengo tiempo para hacer cuatro pruebas hasta que me terminan un traje, debo acudir al «prêt-à-porter» y, como tengo estilo y sé llevar la ropa, hay gente que se pregunta si lo que llevo será un Balenciaga. Pues no, es de Venca, que compro por catálogo.

–Si la Reina Letizia o la mujer del presidente del Gobierno defendieran que la costura es más que taparse, ¿cree que contribuirían a la Marca España?

–Tú no puedes saber de repente lo que te va si toda tu vida has ido en vaqueros y camiseta. Es imposible, si jamás te has puesto un traje de noche no sabes cómo moverte y te sientes como Frankenstein, estás incómoda porque todo hay que aprenderlo. Si no sabes por dónde vas, te tienes que dejar aconsejar.

–Las lentejuelas no son incompatibles con la inteligencia...

–Pero si te encuentras incómoda con ellas no das nada de ti. No puedes ofrecer una imagen tranquila y entregar el máximo de tu inteligencia si estás incómoda con un traje magnífico con el que no sabes moverte. No estás a lo que estás, sino pendiente del vestido.

–Se relaciona con una élite y de ahí que lo rehúyan, ¿no le parece?

–Sí, efectivamente, es que es así. En mi época era totalmente privilegiada porque la sociedad estaba más compartimentada. Había gente que vivía comodísima y a nosotras nos tenían con un protocolo estricto, pero no lo considerábamos encorsetado, era lo que había. Teníamos que hacer una reverencia a todas las personas mayores y en casa, con las niñeras alemanas, comíamos con un palo en la espalda para mantener los brazos juntos. Mi abuela, por ejemplo, jamás se recostó en un sofá porque en su época eso era de «mujer fácil». Mi madre me decía: «Niña, ponte en los catetos, no te pongas en hipotenusa».

–¿Cómo vestía de pequeña?

–De Balenciaga, era mi Zara entonces. Yo casi no pisé El Corte Inglés hasta bien mayor. De pequeña me vestía con los trajes que me hacía la modista que venía a casa a coser y, a partir de mi traje de Comunión, con los del diseñador vasco, quien estuvo muy ocupado con nosotras. En la última casa que vivió mi madre había 35 armarios en los que lo tenía todo perfecto.

¿El colmo para la exquisita Sonsoles Llanzol sería tener una hija como su hermana Carmen, musa de la progresía, vestida con vaqueros y militando en un partido de izquierdas?

–Ella ya era rebelde, Carmen pensaba: «¿Cómo puedo hacer rabiar a mi madre?». El último Balenciaga que tuvo fue el de su puesta de largo. Mi madre se espantaba al verla vestida así, por eso lo hacía.

–Usted es una de las principales promotoras de Givenchy en España, ¿cómo lo pasa él aquí?

–Lleva dos semanas y está encantado porque ha estado yendo todos los días al montaje de su exposición. El primer día tuvo un lío con la cama porque es altísimo y se le salían los pies. Philippe, su pareja, le puso una banqueta y así consiguieron pasar esa noche. Come sobre las 12:30 y luego se echa una larguísima siesta y, claro, así se entiende que no duerma por la noche.

Leer más: Sonsoles Diez de Rivera: «Mi Zara de la época era Balenciaga» http://www.larazon.es/lifestyle/ell...71968?sky=Sky-Noviembre-2016#Ttt1XrBbsSfZgcgM
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Paparazzi
Sonsoles Diez de Rivera: "La educación ya no existe"
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En opinión de Sonsoles Diez de Rivera, “la más elegante y regia de la Familia Real es la Infanta Elena. Tiene porte y ...
29 nov 2012 Hoy Corazón-Carmen Duerto
  • Hija de los marqueses de Llanzol, recuerda para nosotros las costumbres ya perdidas: el protocolo, cómo servir las mesas, el trato con el servicio... Hay cierta nostalgia en sus palabras, pero ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos con solvencia y naturalidad.
Mi primer y único viaje con Sonsoles Diez de Rivera fue a Bilbao en un vuelo 'low cost', invitadas para ver un desfile. Ella se amoldó a las exigencias e hizo cola encantada para coger sitio en el avión cargando con su maleta. Aquel día, sin embargo, otro de los invitados, con apellido regio, se quedó en tierra pronunciando esta famosa frase: "¿Sabe usted con quién está hablando?", mientras Sonsoles aseguraba: "A mí no me importa nada porque me adapto a todo. Sobreviviré a las catástrofes porque nunca me han importado esas cosas. Además, sé hacer de todo y necesito muy poco para vivir".

Muy bien relacionada

Meses más tarde, nos recibió en su pequeño pero apañado piso de Madrid, donde la gran dama de la sociedad española demostró su señorío y una vida readaptada al mundo real: "Si vieras cómo plancho y cómo encañono camisas... No me gana nadie". Así es de natural.

Y de directa:"No soy Sonsoles Díez ni Díaz. Soy una mujer Diez, como el número. No entiendo esa manía de acentuar mi apellido". El asunto es importante porque en el escudo de sus padres, los marqueses de Llanzol, aparece una X: diez en números romanos.

El heráldico lo tiene colocado en el aseo de invitados, junto a las toallas bordadas. Esta mujer, que habla inglés, francés, italiano y alemán, que compra por internet y que está abonada a El Corte Inglés, se define como una persona con "enorme capacidad de organización y relaciones inmediatas en altas esferas sociales y profesionales".

Con la reina Fabiola

Cuando era joven alternaba mucho con el Rey, que en esa época era Juanito, y la reina Fabiola la tutea. Es más, le hizo ir a su palacio a recoger personalmente el traje de bodas que la reina viuda de los belgas donó al Museo Balenciaga, del que Sonsoles es vicepresidenta.

"Cuando me llamó para donarme su traje de novia, me dijo que no le enviase a mi mecánico, que fuera yo personalmente a por él y que lo restaurase Felisa, la modista de Balenciaga. Me dijo que le había quitado todo el visón bueno y con él se había hecho una chaquetita. A cambio, le había puesto un visón acrílico y me dijo que si yo se lo volvía a poner auténtico que le enviase a Bélgica el acrílico. Como es natural, le envié el visón falso y quizá se hizo otra chaquetita. Fueron Felisa y Lorenzo Caprile los que lo arreglaron en presencia de Givenchy, que vino de París cargado de perfumes para todos".

No puedo evitar resaltar el detalle caballeroso de Givenchy y, enseguida, pero sin nostalgia, responde: "Eran grandes señores, tenían una sensibilidad que hoy se ha perdido. La educación ya no existe nada más que en los toros. En el ruedo se siguen unas normas de protocolo fantásticas".

Adiós al protocolo

Una mujer que empezó a vestir Alta Costura con siete años y cuyo traje de comunión se lo hizo personalmente Balenciaga sabe lo que es la elegancia. "Es difícil ser elegante si no has tenido una referencia. La de mi madre ha sido dificilísima de seguir. Ahora sería inviable porque ella no salía de casa sin sombrero, de ahí que tuviera más de 200. La vida era diferente. Un día me puse un abrigo enorme de lince siberiano, me metí en mi utilitario y no encontraba el freno ni el cambio, y cada vez que cambiaba de marcha arrancaba un mechón de pelo. Comprendí que ese abrigo era para ir en un Rolls con un mecánico. Me lo puse esa vez y lo doné al museo Balenciaga".

Sirviendo al servicio


"La realidad es que yo me he adaptado muchísimo a esta vida y no he tenido tiempo de vestirme de Alta Costura -continúa-. Alguna vez sí me he encargado algo, pero con cuatro hijos no puedes hacerte cuatro pruebas, no tienes tiempo. Así que me visto en El Corte Inglés y me sé poner glamurosísima porque a un traje cualquiera le pongo una enorme pamela, que yo la aguanto muy bien y realza el traje. Mi madre decía: ‘Si sales de casa con sombrero, vuelves con sombrero’. Gracias a Dios esas grandes pamelas te impiden besar, que estoy harta de los ‘besaos’. A pesar de eso, algunos insisten y se agachan para besarte".

A cuento precisamente de esto, le pregunto por la Familia Real española. "La más elegante y regia de la Familia Real es la Infanta Elena. Tiene porte real y se vestía maravillosamente cuando estaba con Marichalar. Ella es estilosa, aunque ahora es menos espectacular. Vestía de diseñadores france-ses, pero es que en España, excepto Caprile, no tenemos ninguno espectacular", sentencia.

Sin duda, son otros tiempos y las fiestas ya no son lo que eran. "Se ha acabado la costumbre de servir bien una mesa y el protocolo de todo. Antes, enseñábamos al servicio a servir. La doncella se sentaba y yo la servía para que entendiese cómo era. Y por eso plancho, encañono y almidono como nadie, porque no tenía valor de exigir algo sin saber si era posible o no. Aprendí todo eso gracias a un libro francés, porque en mi casa tenía prohibido pisar la zona de servicio. Pero como a mí me divertía, observaba a la doncella plisar y encañonar".

Cuestión de cuna. Quizá por eso a la baronesa Thyssen le ha costado siempre formar parte de la alta sociedad. "Es que ella no lo ha hecho bien, porque no ha dado un vaso de agua en su casa jamás. En cuanto lo haces, los tienes a todos. Ni ha recibido nunca ni ha hecho nada de nada. Tiene una casa fantástica y no tenía nada más que dar cenas; nadie le iba a decir que no. Gente mucho menos significativa que ella ha entrado divinamente".

Para Sonsoles, sin embargo, las relaciones con gente importante han formado parte de su día a día. "Mis dos años más gloriosos fueron los que pasé como jefa de protocolo en el Museo del Prado. He enseñado el museo en cuatro idiomas a todas aquellas personas que eran importantes y pasaban por Madrid".

¿Y ahora? "Madrugo mucho. Voy a clase de spinning y musculación; soy encuadernadora; llevo un edificio de treinta y tantos pisos, que pertenece a cuatro generaciones de mi familia, pero yo me ocupo de administrarlo, y, además, me encargo del gran restaurante del Rastrillo de Nuevo Futuro, donde hago mucho 'lobby'".

Allí ha coincidido con la Reina Sofía en multitud de ocasiones: "Es menos cordial que el Rey, pero es que es alemana. Es simpática y habla muy bien español, tiene un acento gracioso. Ella no frecuenta la sociedad española, no sé qué vida hace". Tampoco es una información que le preocupe especialmente.

Sonsoles tiene mundo y vida para escribir varios libros. Justo antes de marcharnos, nos contó, por casualidad, la anécdota más curiosa y divertida: "¿Sabes que antes los sastres, abrigos y trajecitos de salir se regalaban al servicio? Solo se guardaban los de cóctel y noche. Así que a los desfiles de Balenciaga, que eran a las cuatro de la tarde y no reservaban los asientos, las señoras enviaban a las doncellas vestidas de Alta Costura a coger sitio. Claro, ellas lo llevaban de otro modo, pero estaban elegantísimas. No solo los Llanzol lo hacíamos, también los Elda, los Linares… Todos".
http://www.mujerhoy.com/corazon/paparazzi/sonsoles-diez-rivera-educacion-703917112012.html
 
EL DRAMA DE CARMEN DÍEZ DE RIVERA

Dos hermanos enamorados: lo que contaría la secuela de 'Lo que escondían sus ojos'

Carmen Díez de Rivera vivió marcada por ser la hija ilegítima del cuñado de Franco. Cuando tenía 17 años se enamoró del hijo de Ramón Serrano Suñer sin saber que en realidad era su propio hermano

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Blanca Suárez, Rubén Cortada y Carmen Díez de Rivera (Fotomontaje de Vanitatis)

AUTOR
JOSE MADRID

TIEMPO DE LECTURA 5 min
24.11.2016 – 05:00 H.

Este martes, la historia de 'Lo que escondían sus ojos' conquistaba a la audiencia. La miniserie de Telecinco superó los 3,3 millones (3.348.000) de espectadorestras conseguir el respaldo del 19,3% de la audiencia. La historia de amor adúltero entre Ramón Serrano Suñer y la marquesa de Llanzol, romance que narra la novela de Nieves Herrero y en la que se basa la serie, ha dado para cuatro capítulos de ficción y ha molestado a los hijos de la noble, que se mostraron airados cuando este medio de comunicación se puso en contacto con ellos. Lahistoria real que cuenta la obra de Herrero, que según ha sabido Vanitatis está muy contenta con el resultado de la serie, podría tener una continuación igual o más jugosa. Esa segunda parte ahondaría en la forma en la que la hija de Serrano Suñer y Sonsoles de Icaza, el fruto de aquella relación ilícita, descubrió que estaba enamorada de su propio hermano.


Esa hija, la ya fallecida Carmen Díez de Rivera, vivió marcada por ser la hija ilegítima del cuñado de Franco. Su padre ni siquiera quiso reconocerla cuando ella murió en 1999 a los 57 años, víctima de un cáncer fulminante. Lo más tremendo de la historia de la hija de los dos amantes ocurrió bastantes años antes, cuando Carmen tenía 17 años y se enamoró del hijo de Ramón Serrano Suñer, Ramón Serrano Suñer Polo, sin saber que, en realidad, era su propio hermano. Con una boda casi organizada, la tía de la protagonista de esta historia le acabó contando la verdad. “Cuando supo que eran familia el mundo se le cayó encima. Él era el amor de su vida y nunca superó aquello. Le costó años perdonar, sobre todo a su padre, que jamás quiso reconocerla”, asegura a este medio un miembro de la nobleza que conoció bien a la familia.





Destruida por dentro, Carmen ingresó en un convento, tal y como recogerá la miniserie de Telecinco, que no hablará, sin embargo, de lo que ocurrió después, ya que Carmen se fue a Costa de Marfil de misiones y vivió apesadumbrada por el drama familiar descubierto durante su juventud. Los que la conocen aseguran que se metía en charcos infectados para perder la vida, que buscaba la muerte para superar su desamor. En aquellos años abrazó la moda 'hippie' y quiso huir de los oropeles y las alhajas que caracterizaban la indumentaria de su madre, con la que empezó a tener una relación bastante complicada a raíz de conocer su secreto. “¿Cómo han podido ser ustedes tan inconscientes para no decirme nada?”, se preguntaba en su diario, revelado en un libro por la periodista Ana Romero.

Una mujer bandera

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Carmen Díez de Rivera en sus días como mano derecha de Adolfo Suárez (YouTube)

Lo que daría para otra serie apasionante vino después: cuando la hija de estos dos amantes furtivos volvió a España, se dedicó a la política y su currículum hizo historia. Heredera de los ojos y la mirada de su padre y con un estilo parecido al de su madre, que causaba sensación, se convirtió en una especie de musa de la Transición, tal y como la bautizó Paco Umbral. Su éxito fue imparable, ya que fue la primera mujer que dirigió el gabinete de un Gobierno, el de UCD, a lo largo de un año, y estrechó lazos con Adolfo Suárez, llegando a ser una de las personas de su confianza.

Cuando se convirtió en diputada en el Parlamento Europeo con el PSOE, en 1989, su fuerte personalidad hizo las delicias de aquellos que la seguían en numerosos debates políticos televisados. El propio Alfonso Guerra, que participó en el documental 'Quiero ser libre', espacio que reivindicaba su figura, admitía en el mismo que a menudo tuvo que ayudarla porque ella actuaba por su cuenta. Sin volverse a enamorar y bastante firme en sus decisiones, actuó de forma contundente cuando descubrió que estaba enferma de cáncer. Huyendo de Madrid y abandonando el Parlamento en el verano de 1999, cuando vio que su enfermedad era irreversible, se acabó refugiando en la finca de Candeleda (sierra de Gredos) de su amiga Catalina Garrigues.

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Carmen Díez de Rivera en sus años de juventud (YouTube)

La chica encargada de cuidarla aseguraba en el documental que la frase de Carmencuando se presentó fue contundente. “Hola, buenos días, soy Carmen Díez de Rivera. Tengo cáncer, me voy a morir. Por favor, láveme bien, que no me quiero morir antes de tiempo”, le espetó a la joven.

Rebelde ante la muerte, entre visitas a Madrid y a la finca donde se instaló, decidió frenar el tratamiento contra el cáncer cuando vio que no la conducía a nada. Su padre, ese personaje al que interpreta Rubén Cortada en la serie de Telecinco, jamás la llamó por teléfono para interesarse por su estado. Impasible ante su quebrada salud, nunca admitió que era su hija. Carmen se fue sin hacer ruido y con la pena de que su progenitor no reconociese que ella era el fruto de aquel amor ilícito, el de sus padres, que en el fondo supo entender mejor que nadie, dada la equívoca atracción que ella había sentido por su propio hermano. Muchos, de hecho, dijeron que aquella muerte no fue por el cáncer, sino por amor.
 
María Sonsoles de Icaza y de León, Marquesa de Llanzol (Ávila, 13 de agosto de 1914-Madrid, 21 de enero de 1996) fue una aristócrata española, musa del diseñador Cristóbal Balenciaga.

Wikipedia. María Sonsoles de Icaza y de León nació el 13 de agosto de 1914 en Ávila, provincia de Castilla y León, España. Fue la hija menor del matrimonio formado por Francisco Asís de Icaza y Beña y Beatriz de León y Loynaz. Su padre era embajador mexicano y reconocido poeta, y su madre una española, sobrina de los marqueses de Esquilache, nacida en La Habana y criada en Granada. El matrimonio tuvo seis hijos. En 1925 su padre fallece, y la familia comienza a tener problemas económicos.

Su hermana María del Carmen, tras la muerte de Beatriz, la hermana mayor, decide ayudar económicamente a la familia y comienza a escribir, primero, en periódicos y más adelante, novelas.

El 12 de febrero de 1936, Sonsoles contrae matrimonio con Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, Marqués de Llanzol, 24 años mayor que ella. El matrimonio tuvo tres hijos. En 1942, fruto de una relación extramatrimonial, Sonsoles tiene una hija con Ramón Serrano Suñer, Carmen Díez de Rivera, que será reconocienero de da por su marido como propia. El matrimonio no se separó. Sonsoles falleció en el año 1996 en Madrid.

«Cuando Serrano Súñer entró vestido de esmoquin en aquel hotel Ritz recuperado para la realeza y la aristocracia europea después de haber sido hospital de sangre durante la guerra, cesaron de golpe las voces de las altas personalidades allí congregadas. (...) Sonsoles de Icaza, la bella marquesa de Llanzol, no tenía intención de ir a saludarle. Nunca iba al encuentro de nadie, se limitaba a esperar que se acercaran a ella».

Así narra la periodista Nieves Herrero (Madrid, 1957) el primer encuentro entre el ministro de Asuntos Exteriores en los primeros años del franquismo con la que fuera musa de Balenciaga. Una coincidencia fortuita en una fiesta de la alta sociedad que volvía a sacar sus mejores galas en medio de una postguerra muy dura y de mucha hambre. Una coincidencia que, con el tiempo, provocó un escándalo que aún se recuerda, del que todavía se habla y sobre el que ha profundizado la periodista en «Lo que escondían sus ojos» (La Esfera de los Libros).

El mundo por montera
Sonsoles de Icaza y León nació en 1914, en el seno de una familia de intelectuales. Su hermana Carmen era escritora. El 12 de febrero de 1936, cuanto tenía 22 años, contrajo matrimonio con Francisco de Paula Díez de Rivera, marqués de Llanzol, 24 años mayor que ella y quien, en principio, estaba destinado a desposar a una hermana de Sonsoles. Sin embargo, el marqués cayó rendido ante la belleza de la joven.

«Cuando ella caminaba por la Gran Vía, las mujeres se giraban», contó el diseñador Elio Berhanyer a la autora. En el momento en que empezó a indagar sobre la marquesa, a Nieves Herrero le pareció «una persona un poco frívola»; incluso, la menor de sus hijas, Carmen, la llegó a definir como una «Cruella De Vil». Sin embargo, para Nieves fue «una mujer muy inteligente y moderna. Si tuviera que hacer un paralelismo, me recuerda un poco a la duquesa de Alba. Alguien que se puso el mundo por montera».

Tan libre era, que no quiso ignorar la pasión irrefrenable que sintió desde el primer momento por el ministro Serrano Súñer, y cuñado de Franco, quien estaba casado con Zita Polo, la hermana de Carmen Polo de Franco. «A Serrano Súñer le gustaban mucho las damas, pero se enamoró de Sonsoles». Y un amor correspondido era lo peor que le podía pasar a una mujer tan caprichosa como la marquesa. Se dejaron llevar y, un año después de aquel cóctel en el Ritz, Sonsoles de Icaza supo que esperaba su cuarto hijo.

Actos de amor
Era enero de 1941 y la marquesa no tenía dudas, estaba embarazada de Serrano Súñer. «En ese momento, todo el mundo quería bajar a Serrano Súñer de su pedestal. Por un lado, Carmen Polo se enfadó cuando su hija Carmencita le preguntó: "¿Quién manda en España, papá o el tío Ramón?"; por otro, los alemanes pensaban que el país no se aliaba con el Eje por su culpa, mientras que americanos e ingleses creían que estaba a favor de la alianza de Hitler y Mussolini; incluso, dentro de la Falange hicieron un complot para matarle», explica Herrero. Aquel embarazo alimentó a una alta sociedad aburrida y ávida de chismorreos. El affaire del franquismo ya era vox populi.

En las familias aristócratas de aquellos tiempos la máxima era no airear sus problemas y evitar los escándalos. Quizá por eso, y por el amor que sentía hacia su esposa, el marqués de Llanzol decidió perdonarla y dar sus apellidos a la criatura que estaba en camino. «Para mí, el marqués es el gran personaje de esta historia», desvela Nieves. «Él era la ternura de esa casa, me lo dijo su hija Sonsoles en una entrevista. El marqués estaba enamoradísimo».

Por su parte, Zita Polo, tal y como asegura Herrero, «miró para otro lado y decidió perdonar. La grandeza de ambos es difícil de comprender en estos tiempos. Zita estaba muy enamorada». Y concluía: «Al amor hay que disculparlo siempre».
 
hace tiempo leì el libro de Herrera, muy bien novelado...una mujer muy desagradable, la hipocresìa a la dècima potencia...prepotente, soberbia, altanera, fue tremenda la historia de su pobre hija...estos personajes me resultan sumamente desagradables, sìmbolo de una España nefasta...mi admiraciòn total para Carmen Diez de Rivera, vìctima de sus propios egoistas progenitores...
 
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