Pero mira que es payasa.
Tuvo un invierno que, a cada rato, salían fotos como estas. Decían las crónicas de entonces que salía de compras y quería pasar desapercibida, por eso se emponchaba de esa manera. Pero ¡oh asualidad! siempre, alguien la reconocía y la fotografiaba. Al día siguiente Hola y otras revistas alababan a esta princesa (todavía no era cacacuin) ¡¡¡tan zenzilla!!!