Literatura, filosofía y espiritualidad

4 señales de que tu tercer ojo se está abriendo


El tercer ojo es visto como un signo espiritual. Representa tu capacidad para conquistar los muchos desafíos que la vida te plantea. Abrir tu tercer ojo te permite aprovechar tu fuerza y sabiduría interior. Es un despertar espiritual que conecta tu cuerpo y tu espíritu. La apertura de su tercer ojo puede lograrse a través de la meditación y la atención. Con este despertar, tu guía interior se convierte en una fuerza orientadora más presente en tu vida.




Aquí hay cuatro señales de que tu tercer ojo se está abriendo:
1. Aumento de la previsión

Uno de los signos más obvios de la apertura del tercer ojo es un aumento en la previsión. Si estás prestando atención, sentirás una intuición más fuerte. Es posible que tengas la sensación de que algo está a punto de suceder. O tendrás un sentido más fuerte del bien y del mal debido a un sentimiento consciente. Puede ir y venir sin previo aviso, o puede volverse más fuerte y convertirse en un proceso guía en tu vida diaria.

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2. Volverse más sensible a la luz
Puedes sentirte más sensible a la luz a medida que tu tercer ojo comienza a abrirse. También es posible que veas los colores más brillantes. Los colores vivos y la conciencia de la luz no siempre son obvios o abrumadores, pero traen una mayor conciencia de lo que está sucediendo a tu alrededor. Si te enfocas en tu tercer ojo durante la meditación, pueden aparecer luces más fuertes.

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3. Presión sorda entre las cejas
Cuando el tercer ojo comienza a manifestarse en un nivel más profundo, es posible que seas consciente de una sensación entre las cejas. Puede parecer que alguien está tocando ligeramente tu frente, o puedes sentir una sensación de calor extendiéndose. Puede aparecer de la nada, o puede venir a través de la meditación. Es una señal de que estás siendo arrastrado a un estado mental espiritual.




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4. Sensación de cambio gradual y continuo
La apertura del tercer ojo representa el cambio. Puede alterar tu perspectiva y tu personalidad. Los cambios son beneficiosos. Puedes volverte más tolerante o menos egoísta. A medida que tu tercer ojo se abre, puedes tener la sensación de que las cosas están cambiando a tu alrededor y dentro de ti.

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Cómo mejorar la relación con el Tercer Ojo
Hay varias maneras de comprometerse con el tercer ojo para encontrar un mayor estado de atención. Podrás fomentar un fuerte sentido de la intuición y terminarás con una perspectiva diferente. Así es como puedes llegar a tener un cuerpo sano conectado a tu alma:

  • Meditar
  • Ten en cuenta tus sentidos
  • Bebe mucha agua
  • Pasea por la naturaleza todos los días
  • Olvida las creencias limitantes
  • Realiza actividades estéticas – Dibuja, colorea, diseña, toma fotos o sueña despierto
Por David Wolfe
 
el verdadero valor del anillo
Por Isabel Iglesias Nov 04, 2013


Hace mucho tiempo, un joven discípulo acudió a su maestro en busca de ayuda.

Su gran preocupación era que sentía que no valía para nada y que no hacía nada bien.Quería que los demás le valorasen más.

El maestro sin mirarlo, le replico: “Me encantaría poder ayudarte pero en estos momentos estoy ocupado con mis propios quehaceres. Quizás si me ayudades a solucionarlos podría acabarlos antes y ayudarte”.

El díscipulo aceptó a regañadientes ya que de nuevo sintió que sus preocupaciones eran poco valoradas.

El maestro le entregó un anillo que llevaba en el dedo y le dijo: “Coge un caballo y cabalaga hasta el mercado más cercano. Necesito que vendas este anillo para pagar una deuda.Y lo más importante es que trates de conseguir la mayor suma posible pero no aceptes menos de una moneda de oro por él”.

Y así el discípulo cabalgó hasta el mercado más cercano para vender el anillo.

Empezó a ofrecer el anillo a diferentes mercaderes que mostraban interés en él hasta que les decía el precio: una moneda de oro.

La mayor parte de los mercaderes se reían al escuchar la suma, salvo uno de ellos que amablemente le indicó que una moneda de oro era muy valiosa para darla a cambio del anillo.

Frustrado y cansado, el discípulo cablagó de nuevo a casa del maestro sabiendo que no había podido cumplir con el encargo que le había hecho.

“Maestro, no he podido vender tu anillo por una moneda de oro”, le dijo cabizbajo. “Como mucho ofrecian un par de monedas de plata, pero no he podido convencer a nadie sobre el verdadero valor del anillo”.

“Tienes razón en algo”, le contestó el maestro. “Necesitamos conocer el verdadero valor del anillo”. “Coge de nuevo el caballo y ve a visitar al joyero del pueblo. Pregúntale por el verdadero valor del anillo. Y sobre todo no se lo vendas”.

Y así cabalgó de nuevo hasta el joyero del pueblo quien, tras examinar detenidamente el anillo, dictaminó que éste valía ¡58 monedas de oro!.

“¿¿58 monedas de oro??” replicó el joven asombrado.

Y con esa buena noticia cabalgó de nuevo a devolverle el anillo a su maestro.

El maestro, le pidió que se sentase y que escuchase lo que tenía que decirle:

“Tu eres como este anillo: una joya única y valiosa. Y como tal sólo puede evaluarte un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu valor?”
 
Cuentos para reflexionar: el valor de la amistad


Un día discutían un grupo de sabios sobre cuál era el hombre más generoso de la aldea. Los debates se prolongaron varios días, y al final quedaron sólo 3 candidatos.

Como los partidarios de los 3 candidatos no se ponían de acuerdo decidieron crear una prueba eliminatoria para decidir quién era de los 3 el hombre más generoso.

Para ello decidieron enviar a cada uno de los 3 candidatos finalistas un mensaje que contendría el siguiente texto:

Tu amigo Wais se encuentra en un gran apuro. Te ruega que le ayudes con bienes materiales.

Así pues se acordó que el mensajero entregaría el mismo mensaje a cada uno de los 3 finalistas y que volvería con la respuesta que le habían dado los 3 hombres.

El Primer Hombre Generoso, al recibir el mensaje, le dijo al mensajero:

” No me molestes con estas pequeñeces. Coge todo lo que quieras y dáselo a mi amigo Wais”

Y así hizo. El mensajero volvió al grupo de sabios reunidos y transmitió su mensaje. Estos pensaron que no podía haber hombre más generoso, y a la vez altivo.

El mensajero salió hacia la casa del Segundo Hombre Generoso y al llegar a casa de éste, su criado le dijo:

” Mi señor es muy arrogante, no puedo molestarle con estas cosas pero me ha dicho que te lleves todo lo que tiene e incluso una hipoteca sobre sus bienes”.

Y así volvió el mensajero de nuevo al consejo de sabios para transmitir la respuesta al mensaje. Los sabios, al escuchar su respuesta, pensaron que probablemente éste sería el hombre más generoso de todos.

El mensajero partió a la casa del Tercer Hombre Generoso para entregarle el mensaje.

“Empaqueta todas mis cosas y lleva esta nota al prestamista para que liquide todas mis pertenecias. Y cuando hayas acabado vuelve de nuevo para esperar algo que te dará una persona de mi parte”, le dijo el Tercer Hombre Generoso al mensajero.

Cuando el mensajero volvió, una vez acabadas todas las gestiones que el Tercer Hombre Generoso le había encomendado, se encontró en la puerta con una persona que le djo:

“Si tu eres el mensajero de Wais, tengo que entregarte el importe de un esclavo que se acaba de vender en el mercado de esclavos”.

Ese esclavo era el Tercer Hombre Generoso.

El regalo más grande es dar una parte de ti mismo. Ralph Waldo Emerson

Cuento adaptado del publicado en el libro “Cuentos sufís” por Omar Kurdi y Pedro Palao Pons Ed. Sabiduría Ancestral
 
Cuentos para reflexionar: el califa que apostó su confianza
Por Isabel Iglesias Jun 11, 2013


Cuentan que hace muchos años vivía un califa avaro y cruel que sentía verdadera pasión por las apuestas. Se decía que sólo apostaba cuando tenía la certeza absoluta que iba a ganar. Y para ello imponía las condiciones de la apuesta para asegurarse que siempre la victoria.

Una mañana, al salir a uno de los patios, vió una enorme pila de ladrillos. Al instante gritó: “¿Quien quiere apostar conmigo?”. Niguna de las personas que estaban en el patio respondió dado que conocían sus temibles condiciones a la hora de apostar.

El califa enfadado por el silencio de las personas ante su ofrecimiento, volvió a decir: ” Apuesto a que nadie es capaz de transportar esta pila de ladrillos con sus manos de un lado al otro del patio antes de que el sol se ponga”.

Un joven albañil que se encontraba ahí, le preguntó :”¿Cuál sería la apuesta?”

“Diez tinajas de oro si lo consigues”, le respondió el califa.

“¿ Y si no lo consigo?”, le preguntó el joven albañil.

“Entonces te cortaré la cabeza”, le contestó el califa.

El joven albañil, tras dudar unos minutos, le contestó: “Acepto la apuesta con una condición:podrás detener el juego en cualquier momento y, si lo haces, sólo me darás una tinaja de oro”.

El califa, sorprendido por la condición impuesta por el joven y tras meditarlo para tratar de encontrar donde estaba la trampa, aceptó la condición solicitada por el joven albañil. Y la apuesta empezó.

El joven empezó a transportar los ladrillos con sus manos y tras una hora de trabajo, sólo había transportado una pequeñísima parte de los ladrillos.Y sin embargo, sonreía.

“¿Por qué sonries?”, le preguntó el califa. “Está claro que vas a perder la apuesta. Nunca lo conseguirás”.

” Te equivocas”, le contestó el joven albañil.“Estoy seguro de que voy a ganar”

“¿Cómo es eso posible?”, le preguntó el califa sorprendido.

“Porque te has olvidado de algo muy sencillo y por eso sonrio”, contestó el joven albañil y siguió transportando los ladrillos.

Ante esa respuesta, el califa empezó a inquietarse. ¿se habría olvidado de algo? la condición parecía sencilla y era imposible poder transportar los ladrillos en el día. Harían falta varios hombres más.

Al cabo de varias horas, el califa le volvió a preguntar al joven albañil si seguía convencido de ganar. La respuesta fue la misma acompañado de una gran sonrisa.

El califa se sentía cada vez más agitado. ¿Cómo era posible que fuese a ganar?. Empezó a sudar ante la posibilidad de perder la apuesta y 10 tinajas de oro. Consultó con varios matemáticos, astrólogos y todos le dieron la misma respuesta: es imposible que un sólo hombre pueda cumplir la apuesta.

A medida que iba pasando el día, el califa se sentía cada vez más turbado, pese a que la pila de ladrillos estaba casi entera. Estaba claro que no iba a ganar la apuesta, entonces ¿por qué sonreía?.

” ¿Por qué sonries?“, le preguntó nuevamente el califa cuando quedaba ya unas pocas horas para que se escondiese el sol.

El joven albañil, pese al cansancio, le respondió: “Sonrio porque voy a ganar un tesoro”

“Eso es imposible”, le dijo el califa. “El sol está en la segunda mitad del cielo y la pila de ladrillos es muy alta todavía”.

“Has olvidado algo muy sencillo”, le contestó nuevamente el joven albañil.

“¿Qué me he olvidado?, le preguntó el califa consumido por la posibilidad de perder.

“¿Quieres detener el juego, entonces?”, le contestó el joven. “Eso significará que habré ganado la apuesta y habrás perdido una tinaja de oro”.

“¡Sí, si!, ¡díme qué me he olvidado!. ¿Es algo sencillo?”, le preguntó el califa.

“No has prestado la suficiente atención a la condición que puse”, le dijo el albañil.

“Pero si no he hecho otra cosa que pensar en ello”,protestó el califa.

“Sí, pero sin comprender que para mí una tinaja de oro es un inestimable tesoro. Desde el principio sabía que no podía ganar la apuesta pero yo sólo quería una tinaja. Y tu te jugabas 1o tinajas “, le dijo el joven.

“Te has olvidado de lo más sencillo”, prosiguió el joven. “Te has olvidado de que podías perder la confianza en ti mismo”.
 
Las tres rejas:
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

- Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia.....

- !Espera! - lo interrumpe el filosofo - ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

- ¿Las tres rejas?

- Si. La primera es la verdad. ¿Estas seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

- No. Lo oí comentar a unos vecinos.

- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?.

- No, en realidad no. Al contrario...

- !Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

- A decir verdad, no.

- Entonces, dijo el sabio sonriendo

- Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.



Reflexión:
Creo que las rejas ejemplifican muy bien algunos de los aspectos clave que han de considerarse para valorar si algo merece o no la pena que lo tomemos en consideración. A veces sólo nos centramos en el mensaje, pero no atendemos a su fiabilidad, a lo que implica para los demás o a su utilidad, a la hora de valorarlo. Pasarlos por éstos filtros puede ser muy útil ¿no creeis? ¿se os ocurren ejemplos? .. A mi me vienen unos cuantos a la cabeza.
 
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