Literatura, filosofía y espiritualidad

Grandes frases de Antonio Gala

Antonio Gala (Ciudad Real, 1936) es uno de los literatos más prolíficos y destacados de la literatura española del siglo XX e inicios del siglo XXI.


Dramaturgo y poeta, ya a corta edad mostró una gran predilección por la lectura y el mundo académico, licenciándose en económicas, filosofía y letras, ciencias políticas y derecho.



1. A la política se dedican quienes no sirven para otra cosa.

Fiel a su estilo escéptico e irónico, criticaba así a los actores de la política española.


2. Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra…

Sobre la estructura política y su yugo.


3. Mugía el toro de dolor, bramaba de dolor, llenaba el aire, clamaba al cielo en vano. Los peones lo mareaban con los capotes y de repente miró hacia mí, con la inocencia de todos los animales reflejado en su rostro, pero también con una imploración.

Contra la barbarie de la tauromaquia.


4. Alguien ha dicho que la luna está tan pálida porque hace exclusivamente vida de noche.

Genial frase poética del gran ciudadrealeño.


5. Cada uno es heredero de sí mismo, escribió Rabelais refiriéndose a las calendas griegas. Pues bien, hemos llegado a ellas. Ahora nada es como era. Ahora se nos plantea el gran problema: estamos solos y hemos de elegir. Somos, en teoría, libres; somos, en teoría: amos de nuestro destino; tenemos que buscar nuestra propia identidad a través de nuestras particulares experiencias. Tal es nuestra necesidad primera; ser uno mismo. Y es mejor que lo seamos sin auxilios ajenos, tan mediatizadores. Ser uno mismo y ser feliz: qué provecto de vida. Quizá la fuente de la felicidad, si es que la tiene, esté en nuestro interior. Quizá consista en preservar el propio yo, no otro, y no en ser nunca otro por bueno que parezca. Quizá consista en aceptarse reflexiva y dócilmente como se es, y desplegarse.

Una máxima para aplicar a nuestro día a día.


6. El amor es la poesía de los sentidos. Pero hay poesías malísimas…

Así como hay amores tóxicos e inhabitables.


7. El amor perfecto es una amistad con momentos eróticos.

Así describió Antonio Gala el concepto de amor.


8. El dolor es más fuerte entre los más fuertes. Como el cáncer.

Desgraciadamente, los fuertes suelen aguantar más niveles de dolor y sufrimiento.


9. El escritor, muchas veces, es como un caballo de carreras que ha perdido su jinete y ya no sabe por qué está corriendo ni dónde está la meta y, sin embargo, se le exige seguir corriendo aunque no sepa ni hacia dónde ni por qué razón.

Una metáfora para comprender la vida profesional de un escritor.


10. El que no ama siempre tiene razón: es lo único que tiene.

Desprovisto de amor, el ser humano solo encuentra compasión en su miseria diaria.


11. En una rosa caben todas las primaveras.

La parte por el todo.


12. Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor, pero no para enamorarnos…

Genial reflexión sobre la sociedad actual.


13. La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer. La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.

Una de las frases de Antonio Gala más aplaudidas.


14. La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante.

Nada nos debería quitar la alegría más de un par de minutos.


15. La religión no debería existir. Debería estar prohibida por Dios, pero como no existe…

Una frase que pronunció durante una entrevista con Jesús Quinteros en Canal Sur.


16. Llamar fiesta a un rito tan sangriento como una corrida de toros es lo contrario de llamar sacrificio al rito incruento de la misa…

Otra reflexión sobre su oposición al asesinato de toros.


17. Mundialmente no se reconocen nada más que las guerras, los odios... no la hermosura.

Su pasión era encontrar la belleza en las pequeñas cosas del día a día.


18. Nadie podrá decir que un nido calentito y dichoso dará de sí muy grandes personas. La inadaptación a lo imperfecto es lo que mejora al hombre.

19. No soy pesimista. Soy un optimista bien informado.

Irónica reflexión sobre el optimismo y el pesimismo.


20. Nuestra sociedad ha llegado a un momento en que ya no adora al becerro de oro, sino al oro del becerro.

Sobre la dificultad de albirar la realidad.


21. Resulta instructivo ver cómo los nacionalistas se hacen su propia cama, a costa del insomnio del resto del país. Ninguna mente honrada comprenderá semejantes actitudes. Para prolongar el tiempo del chantaje, tanto el tendero Pujol como el padre Arzalluz animan a González a negarse a la moción de confianza (incluso amenazando con no apoyarlo en ella si la incoa) así como a no adelantar las generales. Rebus sic stantibus, ellos seguirán ordeñando la vaca. No les importa, sin embargo (sic), formar parte del Gobierno central, aunque no "de pupilos". Y lo dicen con la boca chiquita, mientras con la otra hablan con Aznar, que es su homólogo... Luego, con tales representantes, querrán catalanes y vascos que los amen.

Hablando sobre varios presidentes del gobierno españoles.


22. Todo lo que una mujer quiere de verdad - un perro, un hombre, Dios, cualquier cosa - lo quiere como a un hijo…

Si el amor es verdadero, solo puede ser este tipo de querencia incondicional.


23. Todo progreso que no sea humano, no es progreso.

Interesante reflexión de Antonio Gala.


24. Una casa es el lugar donde uno es esperado.

Así se reconoce un hogar.


25. Vivid no de acuerdo con los ideales recibidos, sino con vuestras aspiraciones, con vuestra intuición más vehemente.

Las bases morales para una vida plena.


26. La patria no existe sin el amor de sus hijos.

El nacionalismo se basa en el amor entre compatriotas.


27. Cuando se colabora con un loco o se comentan sus manías, se cae en la locura.

Sobreanalizar las conductas de otros puede hacernos caer en la trampa.


28. Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen.

Una máxima de Antonio Gala para la buena política.


29. Hay cosas que no se deben perdonar. Si las perdona Dios, allá él. Yo perdono con dificultad.

Un punto de rencor puede ser funcional para la vida.


30. Los privilegiados arriesgarán siempre su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus privilegios.

Sobre una sociedad desigual.


31. El libro es una pértiga que permite dar saltos inimaginables en el espacio y en el tiempo; el testigo de la más hermosa carrera de relevos; un infalible e íntimo amigo silencioso.

Así loa Antonio Gala a la literatura.


32. Comprendo que los moribundos atraigamos a los premios.

Una irónica reflexión sobre los más de 500 premios y reconocimientos obtenidos.


33. Hasta que el hombre no descubra su lado femenino no se sentirá completo y situado.

Homosexual declarado, Antonio Gala hablaba así sobre la masculinidad.


34. Soy uno de los escritores que más vende en este país... y de los menos leídos.

Vender mucho no significa ser muy leído.


35. Quizá el amor sea simplemente eso: el gesto de acercarse y olvidarse. Cada uno permanece siendo él mismo, pero hay dos cuerpos que se funden.

Refiriéndose a los elementos más básicos del amor.


36. Amo a mis perrillos, cuyos ladridos podría distinguir desde lejos y cuyo humor puedo vaticinar, igual que ellos el mío. Mis perros y los de los demás ¿no son personas?

Gala extiende el significado de la palabra persona a los perros por sus capacidades mentales.


Sobre su amor por los animales.


37. En esta playa te amé tanto que una respiración para los dos bastaba.

Más lirismo plasmado en esta manera de expresar el significado del amor.


38. No finjas más, no ocultes la excesiva hambre de mí que te arde en la mirada.

Una invitación a desprenderse de las inhibiciones.


39. Cuando el amor comienza, hay un momento en que Dios se sorprende de haber urdido algo tan hermoso.

El amor puede ser relacionado con lo divino.


40. La melancolía, como la tristeza, es un sentimiento que mancha. La alegría me parece el don donde nos encontramos.

Una reflexión acerca de la melancolía.


41. Abrázame en tus alas para que otro aire no me roce sino tu aliento, del que vivo y muero.

El componente romántico y trágico de esta manera de expresarse se hace evidente.


42. La gente siente por mí una extraña predilección. Porque percibe en mí la invalidez, la soledad, y entonces me quiere de una manera especial, de una manera protectora.

La vulnerabilidad también puede generar atracción, según Gala.


43. Callad, amantes, y ocupad el labio con el beso. No pronunciéis palabras vanas mientras se busca vuestro corazón en otro pecho, jadeante y pobre como el vuestro, ya al filo de la aurora.

Otra expresión de sensibilidad artística basada en el tema del amor.


44. Ser viejo es ser vencido por la amarga sospecha de no importarle a nadie.

Una manera de ver la vejez poniendo énfasis en algunos fenómenos sociales.


45. Mi autobiografía... Tenía que haberla empezado hace poco, pero no la he empezado. Se iba a titular Autorretrato con paisaje al fondo, pero al final se va a llamar, No os mováis, conozco la salida.

El humor hace acto de aparición una vez más en las reflexiones de este autor.


46. Siempre he estado rodeado de mujeres, me atrae mucho el alma femenina.

Detalle acerca de la vida personal de este artista.


47. He sido vulnerable. He sido fácil de herir. He sido fácil, y frágil. He sentido como muy hondas heridas que para otros hubieran pasado inadvertidas.

Una trayectoria vital llena de imperfecciones.


48. Sin ti, ni el pan ni el vino, ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso color de la mañana tienen ningún sentido ni para nada sirven.

Una sola persona puede cambiarlo todo.


49. Pues que eres al olvido invulnerable, vulnérame ya, amor, deshazme el pecho y anida en él, demonio y ángel mío.

El amor puede llegar a anclarse en los recuerdos.


50. Te duele la victoria, y dócilmente a cuestas tu destino de amor llevas, delicada y sangrienta vida mía.

Un elegante soliloquio.


51. Tu oficio es cotidiano y decisivo: mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo.

En lo cotidiano también pueden reflejarse grandes pasiones.


52. Fue a la vera del mar, a medianoche. Supe que estaba Dios, y que la arena y tú y el mar y yo y la luna éramos Dios. Y lo adoré.

Descripción llena de sentimiento.


53. Me interesa la mujer. Además, la mujer es la que más lee. Mis protagonistas son siempre mujeres. A ellas las quiero más, las admiro más, y me hacen confidencias que no les hacen a otras mujeres.

Acerca de su aprecio por las mujeres en general.


54. Si, pienso en abstracto, eso es algo que me quita literalmente el sueño, a pesar de las pastillas que tomo.

Una manera de leer la realidad basada en ideas abstractas.


55. Es que no me importa el culo de Cela. Lo que le haya sucedido a él en el culo es asunto suyo.

Una muestra más de su propensión a lo irreverente.


56. Era invierno; llegaste y fue verano. Cuando llegue el verano verdadero, ¿qué será de nosotros?

Metáforas que hablan sobre amor y afecto.


57. Quién pudiera ostentar, como una brida, el arco iris sin par de tu mirada desde tu luz a mi negror caída.

Otra de las frases de Antonio Gala llenas de romanticismo.


58. La verdad es que este país está gobernado por una colección de tontos.

Una visión poco esperanzadora del panorama político español.


59. Me gustaría pegarle una patada al teatro para que se despertara.

Quejas acerca del conformismo y estancamiento de este tipo de arte.


60. Poseo gran capacidad de admiración, sorpresa y curiosidad, que son las tres cosas que definen más la infancia.

Antonio Gala habla acerca de varias de sus características personales.


61. Yo no aspiro a nada, ni siquiera a ser ujier del Ministerio de cultura, y los gobernantes me importan muy poco.

Acerca del tipo de motivaciones que le mueven.


62. Que ningún juez declare mi inocencia, porque, en este proceso a largo plazo buscaré solamente la sentencia a cadena perpetua de tu abrazo.

Enfatizando el carácter trágico que a veces adopta el amor.


63. De la mujer es la casa, donde el hombre es un huésped.

Una manera de ver los roles de género.


64. Rajoy siempre me dio risa, pero ahora me da pena.

Acerca de quien fue presidente del gobierno de España.


65. Los políticos honrados se quitan del medio cuando cae sobre ellos la sospecha.

Otra de las opiniones de Gala sobre política.


66. ¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa costumbre de tus alas que refrescan el aire y renuevan la luz?

Otra de las muestras de lirismo de este dramaturgo.


67. No soy monárquico. Pero comprendo la labor que ha hecho el Rey y siento una simpatía personal grande por él.

Este artista separa el valor personal del valor político.


68. Me encanta la palabra alharaca, parece el mote de un putón. ¡Mírala, ahí viene La Alharaca!

Una muestra de su irreverente sentido del humor.


69. No se trata de añadir años a la vida, sino de dar vida a los años.

Una defensa del vitalismo.


70. No quisiera pensar si no pensara que, privado que fui de tu hermosura, me olvidara de mí si te olvidara.

Una de las frases de Antonio Gala más románticas.

Xavier Molina
 
Los 8 dharmas mundanos: el arte del desapego y la impermanencia


Los 8 dharmas mundanos hacen referencia a esos bloqueos, preocupaciones o apegos que nublan nuestra conciencia y capacidad para ser felices. Así, el budismo al igual que la propia psicología nos recuerdan que el hecho vivir aferrados a determinadas dimensiones, como el orgullo, los bienes materiales o el deseo de ganancia, nos empuja a una existencia de carencias y sufrimientos.


A menudo, suele decirse aquello de que el budismo es una casa llena de hermosos tesoros. Sin embargo, desde nuestra visión marcadamente occidental es común que en ocasiones, no sepamos distinguir o apreciar la belleza de esas riquezas que se aglutinan en dicho marco filosófico y espiritual.




Los principios del budismo y la práctica del Dharma no son fáciles de llevar a cabo, y la razón de ello está en nuestra mentalidad, en el tipo de cultura en la que nos desenvolvemos a diario y que de algún modo, termina moldeándonos.


“Dharma es la disciplina de vivir la verdad; no es conocer o leer la verdad, no es comentarla ni discutirla, no es su lógica, no es su razonamiento”.
-Yogi Bhajan-

Los 8 dharmas mundanos
Los 8 dharmas mundanos nos hablan sobre todo de dos conceptos: el desapego y la falta de permanencia. Esas ideas, esos conceptos, son sin duda nuestra auténtica némesis, esa sombra que nos persigue y que nunca terminamos de ver o de reconocer. Así, dentro de nuestra mentalidad y comportamiento somos muchos los que orientamos nuestra existencia en relación a ciertas dimensiones, necesidades, personas y materiales a los que consideramos esenciales para sentirnos bien.

Vivimos apegados a todas esas dimensiones sin comprender, sin intuir que nada en este mundo puede retenerse para siempre. En nuestra cotidianidad, habitan las certezas, los apegos y las expectativas porque todo ello nos confiere una sensación de control. Y si hay algo que nos agrada, es tenerlo todo bajo control. Sin embargo, no hay nada tan volátil, caprichoso e inmanente que la propia vida.


De ahí que cualquier cambio nos desestabilice. Que toda variación, expectativa fallida o meta incumplida nos conduzca al sufrimiento y al estrés. Para el Dharma, mientras nuestra mente siga contaminada por esos ocho principios mundanos jamás seremos libres ni nobles. Por tanto, veamos a qué dimensiones se refiere este marco del budismo.

Primer par: el apego a las posesiones materiales/ aversión a no recibirlas o verse separado de ellas
Los 8 dharmas mundanos se establecen en 4 pares de apego y aversión. Así, el primero de ellos hace referencia a algo que nos será muy familiar. Hablamos, cómo no, de nuestra necesidad por poseer y el temor que nace de pensar en la distancia o el daño sobre eso que entendemos como nuestro. Mil ejemplos lo ilustran: nuestro apego a la tecnología, a determinadas marcas de ropa, de zapatos, a nuestros coches, etc.

Queda claro que muchas de esas cosas las consideramos esenciales para nuestro día a día: nos sirven para trabajar y para dar una determinada imagen. No obstante, el problema está en experimentar un claro sufrimiento cuando no tenemos acceso a esos objetos, cuando nos faltan y percibimos nuestra dependencia absoluta hacia ellos. Este es sin duda un dharma mundano muy relevante en el que trabajar.


De ahí, que sean muchos los expertos en dichas corrientes que nos recomienden un sencillo consejo. No importa si no sabemos nada sobre el tema de los chakras, sobre la meditación o la supuesta energía vital contenida en el yoga kundalini. Esas prácticas que muchos manejan casi sin saber no tienen relevancia si primero no se conocen los 8 dharmas mundanos.


Porque sumergirnos, delimitar y trabajar en ese conjunto de preocupaciones comunes, es sin duda el primer paso para nuestro despertar espiritual. Es el umbral del budismo, es poder desprendernos de nuestros pensamientos obsesivos y deseos sociales para dejar atrás nuestro eterno temor a la pérdida. Nuestra fijación en la ganancia, en el apego sin sentido…

Segundo par: el apego al reconocimiento, la aprobación y la fama/ aversión a la censura o la desaprobación

Todos, de algún modo, necesitamos sentirnos validados, reconocidos y aprobados por quienes nos rodean. Somos seres sociales y esos lazos de seguridad nos permiten desenvolvernos con mayor soltura. Ahora bien, el problema como siempre llega cuando esa necesidad se vuelve prioritaria y constante. Cuando somos incapaces de vivir sin ese refuerzo externo, sin esa alabanza, sin ese permiso, sin ese like en nuestras fotos, sin esa aprobación por parte de nuestras familias, parejas o compañeros de trabajo.


No saber o no poder vivir sin esos refuerzos o experimentar bloqueos o ansiedad cuando nos censuran o desaprueban es otra fuente absoluta de sufrimiento. Otro de los pilares de los 8 dharmas mundanos que estamos obligados a identificar y a cambiar.


Tercer par: el apego a una buena reputación/ la aversión a una mala imagen

¿Qué implica el hecho de vivir condicionados por tener una buena o mala reputación? Implica básicamente no ser libres, no poder actuar, sentir, vivir y desenvolvernos de acuerdo a nuestros deseos. Porque quien está pendiente de lo que piensen los demás o de lo que puedan concluir otros al respecto de nuestra aparencia, actos o palabras, veta por completo el propio crecimiento personal. No es lo adecuado.


“Cuando haces aquello que te gusta, con pasión, sin recibir retribución alguna y pierdes la noción del tiempo…
Cuando lo haces por el simple hecho de que eres feliz haciéndolo y además estás sirviendo a los demás, es cuando estás en Dharma”.


-Yogi Bhajan-


Cuarto par: el apego a los placeres de los cinco sentidos/la aversión a experiencias desagradables

Puede que este par de los 8 dharmas mundanos nos origine cierta contradicción. ¿Qué hay de malo si orientamos nuestra existencia a esos cinco sentidos con los que saborear la vida en todas sus formas, sabores y sensaciones? Aún más… ¿por qué no sentir aversión de lo que es desagradable o incómodo?


Para entenderlo debemos ponernos en el contexto del budismo. En esa visión donde lo frugal, lo humilde y lo justo nutren cada conducta, no caben los excesos. En esta filosofía no armonizan las pasiones elevadas, la gula, el deseo, la necesidad… En el equilibrio está la mesura y el bienestar, y es en ese punto de no necesidad hacia nada, es donde la conciencia se libera de lo material, donde aparece la sabiduría, la compasión y el auténtico progreso espiritual.


“El agua no puede acumularse en la cumbre de una montaña,
y el verdadero mérito no se acumula sobre la cresta del orgullo”.


Para concluir, es muy posible que estos 8 dharmas mundanos nos parezcan algo complicados de delimitar y transformar. Esto es así porque dentro de nuestra concepción nos es muy difícil renunciar a la fantasía de permanencia, abrazar la idea de que no tenemos el control absoluto de todo lo que sucede.


No obstante, quedémonos con la esencia de estos enfoques, dejemos que nos inspiren para dar forma a una vida más autónoma, libre de egoísmos, orgullos huecos, necesidades vacías y pensamientos que no nos permiten crecer como personas.

Por Valeria Sabater
 
Los 4 tipos de budismo


El budismo no se encuentra clasificado como otras religiones, según jerarquías de poder, cuya cúspide se sitúa en la figura de una persona que alberga la sabiduría de los textos sagrados. Sin embargo, sí podemos encontrar diferentes escuelas, ramas o tipos de budismo.


El budismo es tanto una religión -aunque no encaja completamente en la definición formal del término- como una doctrina filosófica. El conjunto de tradiciones, creencias y prácticas conforman un comportamiento que comparten entre 200 y 1400 personas denominados budistas. Como otra clase de prácticas orientales, la práctica de algunas de sus doctrinas se ha popularizado en occidente.




¿Qué caracteriza al budismo?

El budismo, originario de la India de entre los siglos VI y IV a. C., es la cuarta religión del mundo en cuanto a número de seguidores. Algunos le atribuyen dos ramas principales: Therevada (o Escuela de los Ancianos) y Mahāyāna (Gran Camino), aunque estas se diversifican enormemente y no existe un consenso.





Para el budismo, las escrituras budistas, sus textos sagrados, son el objeto de estudio. El objetivo consiste cultivar la sabiduría, practicar la meditación, renunciar a lo material, favorecer la bondad y la compasión, entre otros. Existen variantes monásticas de las prácticas budistas, pero la mayor parte de los pertenecientes a esta religión la practican de forma menos intensa. Pese a todo, los principios filosóficos del budismo son compartidos por toda la comunidad.


El entendimiento del budismo es holístico: las enseñanzas de esta práctica se interrelacionan y se componen las unas de las otras. A su vez, se hace hincapié en que estas enseñanzas no son sino una guía hacia el Dharma (“las cosas como son”, en sánscrito).




Ramas o tipos de budismo

Según el criterio de clasificación, podemos encontrar diversas formas de practicar el budismo. De acuerdo con el número de practicantes, las tres ramas principales del budismo son mahāyāna, therevāda y vajrayāna. Sin embargo, a la hora de buscar otra suerte de clasificaciones, el budismo se nos presenta enormemente descentralizado.


Es algo inexacto hablar de “tipos de budismo”, ya que las variantes del mismo coinciden en algún momento en diversos aspectos, tales como el punto histórico de partida de la doctrina. Las diferentes enseñanzas se acercan y se alejan de forma que nos hace difícil su clasificación. Atendiendo a este hecho, sí es posible organizar las distintas creencias de forma artificial, según afinidades y disimilitudes.


1. Budismo tradicional y budismo moderno

La primera clasificación que podemos hacer tiene que ver con el origen de la práctica. Mientras que el budismo tradicional u original es un conjunto de creencias, tradiciones y prácticas milenarias, existen a su vez interpretaciones modernas de ese sistema.




2. Budismo original de escuelas nikāya

Según esta clasificación, existen 19 clases de budismo, 19 escuelas nikāya. Este es el nombre con el que se designa a las escuelas tempranas del budismo. De estas 19, solo el budismo therevāda ha sobrevivido. Esta rama del budismo identifica como verdaderos sutras los contenidos del Canon Pāli, un conjunto de textos sagrados.


En el budismo therevāda, la introspección tiene todo el protagonismo. La experiencia individual y el razonamiento crítico se oponen en esta introspección a la fe ciega, con el objetivo de liberarse y alcanzar el nirvana.


3. Rama mahāyāna

Si atendemos a la rama mahāyāna del budismo, la clasificación de sus tipos es diferente. Como ya hemos visto, esta es una de las tres ramas mayoritarias de este conjunto de creencias. A diferencia del budismo therevāda, las enseñanzas son más una guía que una doctrina, con el objetivo de desentrañar la verdad, a través de la crítica y el razonamiento, poniendo en duda las teorías del pasado. Podríamos asimilarlo al método científico. También se aleja del budismo therevāda en cuanto a la aceptación de otra clase de sutras.


Entre los tipos de budismo mahāyāna se encuentra, por ejemplo, el budismo zen, que busca la experiencia de la sabiduría, alejándose del conocimiento teórico e intelectual.





4. Budismo vajrayāna

También denominado “budismo tibetano”, se desarrolló en la cordillera del Himalaya y es la principal religión de Bután y Mongolia. Si atendemos a esta clase de budismo, encontramos cuatro escuelas:


  • Nyingma: esta escuela está relacionada con la purificación del cuerpo, palabra y mente, relativa a deidades y promotora de la verdad absoluta.
  • Kagyu: esta escuela promovía la trascendencia de la elaboración conceptual, la simplificación de los fenómenos y la posesión del camino por encima de la meditación.
  • Sakya: se basa en la enseñanza Lamdré o “camino del fruto”. El principal sistema Dharma de esta escuela es el “camino con su resultado”
  • Gelug: es una de las escuelas principales del budismo en el Tíbet, y a ella pertenece el Dalái lama. A veces se la incluye en el budismo mahāyāna por compartir ciertos sutras con él.

Dividido en más o menos tipos, el budismo ha inspirado una de las principales corrientes de pensamiento que sobreviven en un mundo que va cada vez más rápido, que mira más hacia fuera y menos hacia dentro.

Por María Hoyos
 
7 frases del budismo para hallar la paz interior



Las frases del budismo contienen algo más que la esencia de una religión. Su enfoque refinado y siempre catártico nos ayuda a trabajar los estados de la mente y a promover un tipo de felicidad basada en el equilibrio, en la calma interna y en la humildad. Así, sus técnicas ancestrales basadas en la meditación, la atención plena y la regulación emocional son muy útiles en el campo de la psicología actual.


Quien más o quien menos ha leído algo sobre el budismo, sobre sus tradiciones y antiquísimo legado cargado de tradiciones y espiritualidad. Desde que Gautama Buddha enunció sus enseñanzas allá por el siglo VI a. C ese compendio de sabiduría se ha ido trasformando de muchos e imperceptibles modos hasta adaptarse a las necesidades presentes.




Es más, no hace falta practicar esta doctrina no teísta de la familia dhármica para beneficiarnos de esos pilares que tanto contribuyen a nuestro crecimiento personal. En la actualidad son muchos los enfoques psicológicos que nutren sus raíces de ese legado filosófico. Sus prácticas han sido asumidas por una parte de la psicología occidental y median en gran variedad de procesos con los que facilitar desde la gestión emocional hasta el autocontrol o incluso, prevenir recaídas tras la superación de una depresión.


Hallar la paz interior mediante las frases del budismo, sus prácticas y sus tradiciones es posible. Según el doctor Alan Wallace, uno de los científicos y filósofos que más se ha dedicado al estudio sobre el budismo y su utilidad en la práctica clínica, este tipo de filosofía es la que más puede ayudarnos a desactivar nuestros pensamientos negativos o catastróficos. Por tanto, estamos seguros de que estas frases nos serán de gran ayuda.





Frases del budismo para el día a día

Existen muchos y variados libros donde encontrar estos pequeños regalos de sabiduría que ponen su esencia en estas frases. No obstante, cabe decir que no se disponen hasta el momento de muchas referencias biográficas fiables sobre el propio Buddha, de tal modo, que todo lo que sabemos de su persona y su religión proviene de tres fuentes muy concretas: la de los vinaya, los sutta-pitaka y el buddhacarita de Asvaghosa.


Es a través de esos textos desde donde se ha ido erigiendo gran parte de su doctrina filosófica y espiritual, la misma que da forma a estas frases del budismo tan inspiradoras.


1. Hallar un propósito en la vida

“Tu propósito en la vida es encontrar un propósito, y entregar a él todo tu corazón”.

Una persona sin propósito es como un alma vagabunda que se deja llevar por los vaivenes de la vida. El ser humano necesita tener metas, objetivos y propósitos vitales con los que hallar sentido a sus días, motivantes para levantarse por la mañana y energía para superarse cada vez más.


2. Trabajar las emociones negativas

“Nadie te castigará por tu enfado; será él mismo el encargado de castigarte”.

Lo decíamos al inicio: una de las grandes utilidades del budismo dentro de la práctica psicoterapéutica es su utilidad para detectar y tomar conciencia de los pensamientos negativos y de esas emociones que cercan nuestro equilibrio cotidiano.


Los enfados no gestionados, esos que toman el control de nuestra mente y que nos hacen estallar sin más, no sirven de nada. Es más, toda esa emocionalidad negativa y cargada de ira siempre suele hacer un viaje de vuelta. Al final nos acabamos lastimando a nosotros mismos, perdiendo incluso a los que más queremos.







3. El aquí y ahora es lo único que importa

“No vivas del pasado, no imagines el futuro, concéntrate en el momento presente”.


La importancia de centrarnos en el aquí y ahora es uno de los grandes enunciados del Mindfulness, esa estrategia basada en la atención plena y la toma de conciencia íntimamente relacionada con el budismo.


Todos lo hemos oído más de una vez, nos lo han recomendado e intentamos hacerlo: hay que centrarse más en el presente. Sin embargo, cuesta, y cuesta mucho porque nuestro estilo de vida está basado en el futuro inmediato y en esos objetivos que cumplir donde se centran todas nuestras preocupaciones.


Intentémoslo, respiremos profundo y calmemos la mente: apreciemos todo lo que acontece en este mismo instante.


4. El autocontrol, clave de la felicidad

“Una mente disciplinada trae felicidad”.



Una mente disciplinada es aquella que sabe practicar el autocontrol, que prioriza lo que es importante. Una mente que deja a un lado lo que no es útil, lo que no tiene sentido y que ha aprendido a centrarse en las emociones positivas para disfrutar de una felicidad real, pero humilde a su vez.


5. El apego es nuestra fuente de sufrimientos

“La raíz del sufrimiento es el apego”.


El apego nocivo, el que nos hace cautivos de los demás, el que nos hace dependientes del consumismo o lo material, es ese virus tan común en la sociedad actual.


Librarse de él, de esa raíz que trae más sufrimientos que satisfacciones requiere tiempo y requiere sabiduría. Aprendamos a ser más libres, a practicar ese desapego con el que caminar más ligeros, más en sintonía con la propia vida y con el propio ser.





6. Te comprendo, eres parte de mi, estoy contigo

“El amor verdadero nace de la comprensión”.


Esta es otra de las frases del budismo más hermosas. El amor verdadero no está basado en la pasión ciega, ni en el apego nocivo antes citado. Amar es por encima de todo saber cuidar y comprender. Porque quien comprende tiene el valor y la voluntad de acercarse al alma del otro para hacerle ver que está presente, que entiende lo que siente y lo que piensa. Es una aprobación incondicional que todos merecemos disfrutar.


7. Tú eres tu propio enemigo

“Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos”.

El peor enemigo, el más voraz y destructivo no está a nuestro alrededor. No calza zapatos, no hace ruido al caminar ni tiene una voz profunda. Es más, su tono de voz nos es muy conocido porque somos nosotros mismos. Somos el peor carcelero, el peor juez y el peor verdugo, ese que nos quitan las alas y que nos trae preocupaciones recordándonos que no vamos a poder con esto y lo otro, que no merecemos lo de más allá…


8. La constancia y la perseverancia

“Si añades un poco a lo poco, y lo haces con frecuencia, pronto poco llegará a ser mucho”.


Esta es una de las frases del budismo más útiles para alcanzar nuestros objetivos vitales. Así, algo tan sencillo como ser constantes en nuestros empeños, en ser perseverantes en la consecución de nuestros deseos a pesar de las dificultades, nos permitirá llegar mucho más alto de lo que creemos.


Ahora bien, para conseguirlo, a veces no hacen falta las grandes gestas o los grandes esfuerzos; basta con ese poco de cada día, esa pizquita que día a día conforma una deslumbrante montaña donde alcanzar la cima.





9. Hablar con inteligencia

“Mejor que mil palabras vacías, una palabra que traiga paz”.


El budismo nos recuerda que el ser humano suele tener un defecto: no habla con inteligencia. A menudo hablamos desde el rencor, desde la frustración o desde esa emoción negativa que nos hace cautivos y que se proyecta hacia los demás.


Evitemos ese idioma donde abundan las palabras huecas, esas que no aportan, que hacen daño o que no sirven para acercar lazos. Hagamos uso de las palabras sabias, esas más simples pero más profundas, esas que traen paz y equilibrio.


Para concluir, sabemos que hay muchas más frases del budismo que merecerían ser reflejadas aquí. Muchos de nosotros podemos tener incluso nuestras preferidas, sin embargo, las aquí enunciadas nos sirven para un fin muy concreto: hallar la paz interior, gestionar las emociones negativas, centrarnos en el momento presente.


Aprendamos de ellas, hagámoslas nuestros estandartes cotidianos para vivir en mayor equilibrio, con mayor felicidad.

Por Valeria Sabater
 
Psicología budista para afrontar las emociones difíciles



Las situaciones emocionalmente difíciles y dolorosas forman parte del ciclo de la vida. Por otro lado, este tipo de situaciones, o suelen escapar a nuestro control o son consecuencia directa de nuestras decisiones o acciones. Por eso, normalmente tendemos a encerrarnos en nosotros sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Este es uno de los casos en los que la psicología budista puede ayudarnos.


Para afrontar cualquier desavenencia, a menudo es el apoyo de las personas de nuestro alrededor el que nos mantiene a flote o nos ayuda a seguir avanzando. Pero, ¿y cuándo no queremos o tenemos a amigos o familiares cerca? Es momento de que conozcas más en profundidad los beneficios que te puede reportar la psicología budista.




Surgió para acabar con el sufrimiento humano

Se suele considerar al budismo como una de las principales religiones del mundo oriental. Hace 2.500 años, esta corriente nació como un sistema filosófico y psicológico, sin ningún tipo de pretensión religiosa. De hecho, según el asceta Siddharta Gautama, conocido como Buddha, el budismo es la ciencia de la mente.


Buddha fundó esta escuela con la finalidad de dar a conocer un método que erradicara el sufrimiento, el nuestro. Para ello, parte de una serie de postulados y de una estructura de pensamiento muy útil para entender y aceptar tus emociones.


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4 nobles verdades de la psicología budista

La psicología budista parte de una idea que, aunque puede parecer pesimista, es esperanzadora: la naturaleza de la vida humana es el sufrimiento. A partir de ahí, propugna cuatro nobles verdades. Estas contienen la mayoría de las enseñanzas de la psicología budista y son la base sobre la que se sustenta este tipo de meditación:


  • El sufrimiento existe.
  • El sufrimiento tiene una causa.
  • El sufrimiento puede acabarse, extinguiendo su causa.
  • Para ello, debemos seguir el noble camino óctuple.

Erradicar nuestro sufrimiento o “dukkha”

Para poder afrontar estas situaciones difíciles y erradicar el dolor, Buddha propone que necesitamos conocer su origen. Y solamente cuando hayamos establecido esa causa podremos liberarnos de nuestro sufrimiento. Solo así seremos capaces de ver la inutilidad de nuestras preocupaciones y desalientos.


El 10% de nuestra vida está relacionado con lo que nos ocurre, y el 90% restante, con la forma en que reaccionamos ante ello”


– Stephen R. Covey –


Según la psicología budista, las personas llevamos a cabo numerosos hábitos que nos han convertido en unos ignorantes de la vida. Desconocemos cuáles son los procesos y etapas de la vida y eso es lo que nos causa sufrimiento.


“El dukkha proviene del deseo, apego y la ignorancia. Pero puede ser vencido”


-Buddha-







Los postulados prácticos

La última de las cuatro verdades habla del Noble camino óctuple. Un sendero o camino compuesto por 8 ramas o postulados prácticos que permiten lograr la armonía, el equilibrio y el desarrollo de la conciencia total. Se suele representar con la rueda del dharma, donde cada uno de los rayos simboliza un elemento del camino. Estas ramas se pueden agrupar, a su vez, en tres grandes categorías:


  • Sabiduría: comprensión y pensamiento correctos
  • Conducta ética: palabra, acción y ocupación correctas
  • Enrenamiento de la mente: esfuerzo, atención consciente y concentración, meditación o absorción correctos.

Estas 8 postulados no deben ser interpretados como una serie de pasos lineales. Sino que han de ser desarrollados de manera simultánea, dependiendo de las capacidades de cada uno.


La mal incomprendida felicidad

Todos queremos ser felices, pero nadie está de acuerdo en cómo definir la felicidad. Cada persona tiene una idea diferente de lo que es: ascender en el trabajo, abundancia material, tener descendencia… Esta corriente asegura que ni siquiera cuando conseguimos todas esas metas que nos proponemos, nos sentimos en plenitud.


Cuando uno de nuestros deseos se cumple pasamos a otro y después a otro. Y así poco a poco vamos sumiéndonos en un círculo que no parece terminarse. Todo ello con la falsa esperanza de ser felices.


Necesidad de liberarnos del apego

La psicología budista considera que los deseos instaurados en nuestra mente nos llevan a derivarnos psicológicamente y desembocan en el apego (a personas, a bienes materiales, a creencias…). Es precisamente esta una de las causas de mayor sufrimiento, porque al apegarnos, nos identificamos con objetos o personas y perdemos nuestra identidad. Nos olvidamos de nosotros mismos y las verdaderas necesidades humanas.


El budismo nos da herramientas para poder trabajar sobre el apego y buscar el conocimiento. Solamente a partir de él podemos entender qué más requerimos (desarrollo personal, vida afectiva armónica…) y movernos en la escuela de la vida con mayor conciencia.


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¿Cómo dejar de sufrir?

A través de la meditación. Como hemos visto, las prácticas de reflexión budista pretenden aumentar la comprensión y la sabiduría y erradicar el sufrimiento. Aunque las técnicas, dependiendo de cada escuela y tradición varían, todas tienen el fin común de alcanzar de un estado de máxima atención y tranquilidad.


Estas son las principales corrientes del budismo que te pueden ayudar a dejar de sufrir en aquellos momentos especialmente difíciles emocionalmente:


  • Theravada: se define a sí mismo como analista. Por eso anhela describir los diferentes estados psicológicos o de meditación para sistematizar la experiencia meditativa.
  • Zen: se centra en la espontaneidad e intuición de la sabiduría. Su práctica busca una armonía natural en el individuo y evitar el dualismo en la comprensión de la realidad.
  • Tibetano: busca aumentar la comprensión de la realidad a niveles profundos. Por eso, se focaliza en los mecanismos simbólicos e inconscientes de la mente. Es la más simbólica y mágica de todas las tradiciones budistas.
  • De la Tierra Pura: resalta la devoción, humildad y gratitud como vías directas de realización espiritual. Es un tipo de meditación devocional donde los mantras son los protagonistas.

En definitiva, el budismo trata de que te relaciones con tus emociones abiertamente. De que las hagas conscientes, las designes y las aceptes. Son parte de tu existencia pero, como todo, son cambiantes, por eso no hay necesidad de controlarlas.

Por Sara Clemente
 
La kabbalah, una ciencia espiritual para comprender la vida


La Kabbalah se centra en ser cada día mejores personas, permanecer conectados con nosotros mismos, estar conscientes de la vida y dejar de actuar como si fuéramos robots o máquinas siguiendo un patrón de conducta. A través de su milenaria sabiduría, esta práctica nos permite pensar en el futuro y dejar de lado el pasado.


Si hiciéramos una retrospección a lo que ha ocurrido en nuestra vida es probable que nos demos cuenta que sólo trabajamos para acumular y acumular cosas materiales y que siempre hay algo que nos impide la plenitud. ¿Qué estamos haciendo mal? Esta pregunta ronda en la mente de los que se sienten insatisfechos por sus logros o bien vacíos porque creen que nunca hallarán la felicidad completa.




Una manera para abrir nuestra consciencia y estar más atentos a los que nos rodea es capturar lo que la vida nos brinda, trabajar por un verdadero crecimiento en lo espiritual. ¿Cómo se puede lograr esto? A través del aprendizaje de la Kabbalah, una sabiduría casi tan antigua como el hombre, la cuál fue revelada por Abraham y que entrega los conocimientos necesarios para “desarrollar la capacidad para ver”, así como también conectarnos con la vida que deseamos.


El director y maestro del Centro Kabbalah, Itzhak Pollack, dice que este conocimiento se denomina “ciencia espiritual” y proviene del hebreo “lekabel”, que quiere decir “recibir” y que se usa para otros términos. Uno de ellos es el vocablo “paralelo”, que explicaría la razón por la que no sólo es preciso recibir sino también comprender cómo funciona lo que sucede a nuestro lado y no lo vemos, como es el caso de los mundos superiores.




Las enseñanzas de la Kabbalah se basan en varios libros. Los dos más importantes son el Sefer Yetzirah (de formación) y el Zohar (el texto base de todo practicante). Para poder comprender esta doctrina, también llamada ciencia, necesitamos toda la vida, ya que se trata de algo verdaderamente extenso, incluyendo varios campos de aplicación.


En algunos casos, los seres humanos “normales” no pueden alcanzar dichos conocimientos por ser demasiado complejos. Sin embargo, existen otros que se enseñan popularmente, con un lenguaje coloquial para poder ser comprendido por todos aquellos que lo desean. Esto se puede luego aplicar a la vida cotidiana. Se denomina a esta actividad como una filosofía cuántica, que se basa en terminologías kabbalísticas.


Tal vez sea difícil de razonar, pero la idea, según Pollack, es entender la Kabbalah como una enseñanza, un modo de vida. Aquello que vemos representa solamente el 1% de nuestra realidad, por eso es que muchos piensan que su existencia no tiene sentido o carece de causalidad. ¿La razón? La limitada capacidad que poseemos los seres humanos para ver el 99% restante de la realidad, donde están todas las cosas que nos hacen falta, es decir, la fuerza vital que ayuda a disfrutar de una vida plena.




La Kabbalah no es ni una sabiduría popular, ni una religión, ni un culto ni una secta. Podría decirse que se trata de una organización o centro que nuclea a un grupo exclusivo de personas y que es dirigido por “elegidos”, quiénes se encargan de entregar sabiduría. Esto no quiere decir que haya exclusión para recibir las enseñanzas, sino que no es del todo conocido en algunos países. Hace hincapié en la ciencia o se trata de no “tocar temas religiosos”.


La Kabbalah enseña, básicamente, cómo ser mejor ser humano. Se plantea cuál es la forma correcta o acertada para “recibir luz”, la herramienta que permite poder desenvolverse en paz en el mundo donde vive. No hay muchas reglas para seguir, sólo tener la voluntad de cambiar y aprender. Para muchos que llegan al centro, es una especie de terapia.


Esta ciencia no plantea ningún tipo de obligación para cumplir, al no tratarse de una doctrina. “Todo lo contrario”, enfatiza Pollack. El centro se encarga de entregar un set de herramientas que cada persona utiliza como quiere. Entre las clases ofrecidas en la Kabbalah están: la meditación, la astrología, la lectura de textos en idioma hebreo, la filosofía cuántica o la lectura de la línea de las manos. Nadie debe sentirse “obligado” a asistir a ellas o bien puede elegir la que más le guste.


Se enseña, por ejemplo, que la forma en que dormimos es la que determina cómo será tu próximo día. Así, si nos acostamos tristes, de mal humor, ansiosos o felices, de esta misma forma nos levantaremos por la mañana. Es preciso “sembrar una semilla” para que germine durante la noches y la siguiente jornada se desarrolle en calma, sea beneficiosa y productiva.


Por último, es bueno saber que la Kabbalah no es una “religión para los famosos” como muchos creen. Este prejuicio gira en torno a ciertas celebridades que se han acercado a la doctrina. Sin embargo, son los menos. Todos los demás son gente “de carne y hueso”, como cualquiera de nosotros que ingresaron al centro para buscarse a ellos mismos, ser mejores personas, hacer el bien, encontrar la luz y llenar ese vacío que tanto mal les causaba. Es preciso tener mucho cuidado con lo que se lee al respecto en Internet, por ejemplo y siempre es mejor consultar con un experto antes de sacar conclusiones erradas.

Por Yamila Papa
 
¿Qué es la Ética Socrática?

La ética socrática es la corriente filosófica que busca explicar y entender la virtud y el bien. Se refiere a los planteamientos morales del filósofo Sócrates, uno de los primeros pensadores en plantear filosofía moral.

Sócrates ha pasado a la historia de la filosofía como el primer ético, siendo un referente por su búsqueda de encontrar una definición de lo que es el bien.

Sin embargo, hay que decir que de él no quedó registro escrito. Las fuentes principales para el conocimiento de la filosofía de Sócrates son los diálogos de Platón.

Sócrates fue un ateniense nacido en el 470 a. C. y muerto en el 399 a. C., contemporáneo de los sofistas sin ser uno de ellos.


Su famosa frase “solo sé que no se nada”, equivale al punto de partida de toda su metodología filosófica. Lo paradójico de Sócrates es que buscando la máxima del bien, manifiesta la radical dimensión práctica de su conocimiento.

Su forma determinada última se hace posible sólo en la vida, en la conducta de forma práctica.

Una de las preguntas fundamentales de la ética es ¿qué es la buena vida? En la época de Sócrates esto tenía una dimensión particular.

Su concepción de una buena vida es la que le corresponde al ser humano. Para ello debe hacerse un uso apropiado de la razón.

Esto nos lleva a descubrir ciertas responsabilidades y prioridades. Sócrates buscaba “cuidar el alma” sobre todas las otras cosas materiales.

Para Sócrates no había diferencia entre virtudes. Cada una de ellas implicaba necesariamente a las demás. El “vivir bien” era vivir en el ejercicio constante de la virtud.

Concepción del bien según la ética socrática
El bien es objetivo para Sócrates. Fue el estudio principal de su ética, entendiéndolo a través de la virtud. El conocimiento y la ciencia forman parte de él. Para ello, se debe penetrar en la esencia del ser.

Para Sócrates, el cocimiento era la sabiduría sobre las cosas divinas. Por lo tanto, saber es conocer a Dios y el bien es algo metafísico.

El bien es deseable por sí mismo y es un valor esencial y único. Para Sócrates esa unión entre conocimiento y virtud humana y divina es lo que corresponde al bien. Aseguraba que la virtud era esa excelencia buscada para poder estar en contacto con la divinidad.

Además, su pensamiento también se enfocaba en el conocimiento interior: la razón humana como estudio y entendimiento.

Al conocer la esencia del ser humano, el hombre tenderá a actuar con el bien. Actuará como le corresponde como humano.

Pero también, su pensamiento dio pie a la instauración de los premios y castigos morales. La bondad y la justicia eran la gratificación interior.

El carácter divino del alma, decía, hace que en la otra vida el hombre justo encontrará otro premio. Además, Sócrates creía que el mayor mal era la ignorancia.

Gracias a Sócrates se debe la constitución de la ética como saber práctico y a su relación con el saber teórico, principalmente metafísico.

Y esto gracias al diálogo. Tal como lo entienden los filósofos, esta técnica contiene presupuestos sustantivos que no pueden dejar de incidir en la ética que desde él construyen.

Por Monica Duarte
 
La actualidad de la filosofía
Historia del pensamiento occidental


En nuestros días existe una filosofía de la ciencia, de la literatura, de la psicología, de la antropología, del lenguaje, de las matemáticas, de la biología, etcétera. La labor principal de estas filosofías es dar un sustento racional, observar el modo de trabajar y ubicar histórica y conceptualmente el trabajo particular de cada disciplina que estudia.

1. No existe en el mundo más filosofía que la filosofía occidental.
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Es decir, lo único que puede ser calificado como pensamiento filosófico es aquello que se inscribe en el modo de ser de la tradición de reflexión, argumentación y tratamiento de temas que se inició en la Grecia antigua, hace más de dos milenios y medio. Todo lo demás es otra cosa. Cosmogonías, mitologías, teogonías, son formas del pensamiento que intentan dar sentido al mundo y a la vida; cohesionan la convivencia y dotan de identidad a los grupos humanos. Muchas de ellas tienen una gran riqueza simbólica, poética y narrativa. Pero no son filosofía. La filosofía es ese discurso particular de Occidente que va del poema filosófico de Parménides de Elea (siglo V, antes de nuestra era) al último ensayo de Fredric Jameson o de Gilles Lipovetsky.

En ese largo trayecto del pensamiento y de la actividad filosóficos se ha ganado en aprendizaje acumulado. A través de los siglos, los problemas recurrentes de la filosofía se han mezclado con los problemas particulares del tiempo histórico. Ha evolucionado en sus respuestas, en sus planteamientos y en su modo de ser dentro de la estructura social. Pero, al mismo tiempo, ha mantenido una forma de trabajo permanente a lo largo de la historia, que se ha estabilizado desde los escritos de Platón y de Aristóteles: argumenta de manera coherente, racional e informada sobre los temas que le atañen, y los temas que le atañen son prácticamente todos, ya que incluye lo que pasa con el hombre, con la naturaleza y con el cosmos.

Así, en nuestros días existe una filosofía de la ciencia, de la literatura, de la psicología, de la antropología, del lenguaje, de las matemáticas, de la biología, etcétera. La labor principal de estas filosofías es dar un sustento racional, observar el modo de trabajar y ubicar histórica y conceptualmente el trabajo particular de cada disciplina que estudia. Contrario a lo que se podría pensar, la filosofía no es una disciplina en retirada ni un discurso de antaño que no opera más. No obstante, desde hace por lo menos una generación, un creciente número de personas identifica de esa manera a la filosofía: como el vestigio de un pensamiento que ha llegado a su fin.

2. Una de las consecuencias poco valoradas de la desintegración del mundo bipolar de la Guerra Fría
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John Searle

fue la disolución del discurso filosófico como fundamento ideológico y conceptual para el público no especializado en la materia. Hasta antes de 1989, algunos nombres de filósofos tanto históricos como contemporáneos estaban en boca de muchos como referentes, apoyos o espectros de las contiendas ideológicas que se verificaban lo mismo en la prensa diaria que en revistas culturales y en charlas de café. Esto era particularmente notable en los países europeos y en Estados Unidos, aunque también ocurría en México y el resto de América Latina. Los indispensables fundadores del llamado comunismo científico, Karl Marx y Friedrich Engels, por supuesto, pero también los nombres de Hegel, William James y Bertrand Russell circulaban en el insumo informativo cultural de numerosas personas a lo largo y ancho del mundo.
En la actualidad eso no ocurre más y hay quienes incluso creen que el último filósofo occidental fue el francés Jean Paul Sartre. Sin duda sí que fue el último con inmensa popularidad y visión masiva, puesto que llevó su marxismo humanista a la plaza pública y su propia personalidad mediática lo llevó a la difícil línea entre el compromiso y la pose progresista. Pero la filosofía no terminó ni con Sartre ni con Russell (este último un poco menos conocido en el medio latinoamericano, pero muy popular en el anglosajón), dos indiscutibles eminencias del siglo pasado. Ha seguido su camino lo mismo por la especialización académica, labor a medio camino entre el anticuario y el científico, que en la exploración y dilucidación de los temas, problemas y particularidades de nuestro tiempo.

De la llamada filosofía académica (que algunos llaman, quizá con cierta razón, “academicista”) han surgido numerosas corrientes especializadas cuyo público es primordialmente gente del ámbito filosófico, ya sean estudiantes, profesores o investigadores del área. Allí tenemos a la hermenéutica, a la analítica, a la filosofía de la ciencia, a la epistemología, la filosofía de la cultura y el posestructuralismo, entre muchas subdivisiones más. Los creadores de este ámbito son prácticamente todos y cada uno de los profesores e investigadores alrededor del mundo que publican en revistas de corte científico, primordialmente universitarias, que asisten a coloquios, congresos y eventos académicos y que utilizan un lenguaje adecuado (críptico y rebuscado según algunos) para sus iguales en formación filosófica. Este conjunto es global y está compuesto por el sistema de investigación universitaria mundial.

Pero también existen filósofos que, partiendo de ese ámbito de especialización, han llamado la atención de un público más amplio al comunicar sus ideas en un lenguaje que, sin perder la rigurosidad conceptual, resulta más atractivo y comprensible para las personas cultas en general. Han intentado hacerse de un lugar en los medios masivos de comunicación, concediendo entrevistas y escribiendo en diarios y revistas y han enfocado parte de su trabajo a los problemas de la actualidad mundial. De entre los varios ejemplos que pueden ponerse (como fue el caso del estadounidense Richard Rorty y del francés Jean Baudrillard, fallecidos en la década que acaba de concluir), viene a la mente la figura de dos de ellos, ambos vivos y en activo: el estadounidense John R. Searle y el alemán Peter Sloterdijk.

De la llamada filosofía académica (que algunos llaman, quizá con cierta razón, “academicista”) han surgido numerosas corrientes especializadas cuyo público es primordialmente gente del ámbito filosófico, ya sean estudiantes, profesores o investigadores del área. Allí tenemos a la hermenéutica, a la analítica, a la filosofía de la ciencia, a la epistemología, la filosofía de la cultura y el posestructuralismo, entre muchas subdivisiones más.
La labor divulgativa del primero se centra en los aspectos esenciales de las ciencias neurobiológicas y su relación con el funcionamiento del lenguaje, el entendimiento y, muy especialmente, la mente humana. En numerosos artículos y charlas Searle se ha dedicado a explicar detalladamente cómo es que la maravilla de la mente humana tiene un sustrato eminentemente biológico, en el nivel evolutivo, y una configuración puramente bioquímica en su funcionamiento diario. Ha negado que exista una separación entre el cuerpo y la mente, puesto que considera que es un error heredado de la tradición cultural que se remonta al siglo XVII, y ha establecido que si bien la mente trabaja como si se tratara de una entidad que no es de este mundo (es decir, espiritual), eso no se debe a que tenga propiedades sobrenaturales, sino a que su complejidad es tal que nuestras ciencias todavía no han podido dar cuenta por completo de su modo de funcionar.

La conciencia —afirma el filósofo en su libro El misterio de la conciencia— es un fenómeno natural, biológico. Es una parte de nuestra vida biológica, como la digestión, el crecimiento o la fotosíntesis. Nuestra visión del carácter natural, biológico, de la conciencia y de otros fenómenos mentales está obnubilada por causa de nuestra tradición filosófica, que hace de lo “mental” y de lo “físico” dos categorías mutuamente excluyentes. La salida hay que buscarla en el rechazo tanto del dualismo como del materialismo, aceptando, en cambio, que la conciencia es un fenómeno “mental” cualitativo, subjetivo, y al propio tiempo, parte natural del mundo físico… La conciencia es un fenómeno natural biológico que no casa confortablemente con ninguna de las categorías tradicionales de mental y físico. Está causada por microprocesos de nivel inferior que se dan en el cerebro, y es un rasgo del cerebro en los niveles superiores.

Su teoría es sólida al afirmar que las propiedades mentales más valoradas (como la voluntad, la subjetividad y la singularidad) son entramados emergentes de las complicadas combinaciones posibles que se dan en el nivel neuronal. Esa complejidad es la que falta aún por describir de manera precisa, pero ello no significa que no exista y que no sea ella, y sólo ella, el factor determinante en la impresionante singularidad cósmica de la mente humana.

Cuando el filósofo de Berkeley comenta estos temas, que pudieran parecer estrictamente científicos, en realidad lo que hace es presentar a un público no especializado los fundamentos de un pensamiento que excede los presupuestos religiosos históricos y los vuelve rancios, caducos y vacíos de contenido. Si la explicación sobrenatural no es ni suficiente ni necesaria para dar cuenta de la maravilla de la mente humana, consecuentemente es posible dar el paso siguiente; jalonar el pensamiento a un estadio superior al religioso, dejando atrás sus lastres de figuras míticas, mágicas y todopoderosas. La labor del filósofo, entonces, se convierte en un avatar del pensamiento progresista en el mejor de sus sentidos: acumular conocimiento para ensanchar los círculos de entendimiento de la verdad que, como estableciera Aristóteles hace 2300 años, ésta consiste en decir de lo que es, que es, y de lo que no es, que no es.

El caso de Peter Sloterdijk es más complicado y tumultuoso que el de Searle. Su obra es inmensa, barroca, compleja y artística. Sus temas son diversos y lo mismo puede hacer análisis estéticos que psicoanalíticos, sociológicos o de crítica literaria, pero en el centro de toda ella se encuentra la preocupación por el ser del hombre. Sus obras son, por lo general, monumentales (nada más pensar en su trilogía Esferas, que consta en total de más de tres mil páginas) y muy cargadas conceptualmente, pero también se ha dado tiempo para realizar escritos con un cariz más general e intención divulgadora. En éstos ha hecho una disección del estado civilizatorio actual.

El caso de Peter Sloterdijk es más complicado y tumultuoso que el de Searle. Su obra es inmensa, barroca, compleja y artística. Sus temas son diversos y lo mismo puede hacer análisis estéticos que psicoanalíticos, sociológicos o de crítica literaria, pero en el centro de toda ella se encuentra la preocupación por el ser del hombre.
A partir de su obra Normas para el parque humano, que a poco más de una década de su publicación se ha convertido en un clásico contemporáneo y que en su momento (finales del milenio) tuvo una gran repercusión mediática en Alemania, estableció que la dinámica de la sociedad actual la ha llevado a la pérdida del humanismo y al encumbramiento de diversos elementos de barbarie. La creciente violencia cotidiana en numerosos lugares del mundo, así como el desvanecimiento de la lectura, la educación y la civilidad como fundamento de la formación de las personas, han afectado sin remedio al cemento de la sociedad global, donde cada vez más los individuos guían sus vidas y su interacción con los demás con base en el ejercicio de la fuerza, el quebranto de la ley y el desenfreno de las pasiones. De manera incendiaria, Sloterdijk afirma que la retirada del humanismo no tiene vuelta atrás y que los procesos de tensión social y neobarbarie serán cada vez más profundos y más extendidos en el mundo.

En la cultura actual está teniendo lugar una lucha de titanes entre los impulsos domesticadores y los embrutecedores y entre sus medios respectivos. Y ya serían sorprendentes unos éxitos domesticadores grandes, a la vista de este proceso civilizador en el que está avanzando, de forma según parece imparable, una ola de desenfreno sin igual… De igual manera que en la Antigüedad el libro perdió la batalla contra el teatro, así también hoy podría la escuela perder la batalla contra poderes educativos indirectos como la televisión, las películas violentas y otros medios de desinhibición, si no surge una nueva cultura del cultivo propio que mitigue esa violencia.

Las penetrantes observaciones de Sloterdijk revelan de manera general un estado de cosas que ha dejado una estela problemática en muchas partes del mundo, México incluido. Lo que el pensador alemán hace ver es que las soluciones para el estado de franca desintegración de los presupuestos de convivencia (educación, civilidad y constitucionalidad) que durante tres siglos se han construido en buena parte del mundo, están ya más allá de la política profesional. No bastará con reformas reactivas ni con soluciones inmediatas o con el ejercicio desmedido de la fuerza para solucionar los procesos de furia social y descreimiento de la legalidad que se vive en muchos territorios del planeta, sino que es necesario ir más allá. Imaginar, repensar e inventar nuevos cimientos sociales, valores edificantes relucientes y una comprensión del ser humano y su modo de ser en el mundo diversa a la que hasta ahora se ha ensayado en Occidente y las naciones del resto del mundo bajo su influencia.

El trabajo filosófico de estos pensadores, concebido para un público más amplio que el especializado, y recién comentado a vuelo de pájaro, pone de relieve la vigorosidad del quehacer filosófico mundial en nuestros días. Más allá de bravatas esteticistas o tecnocráticas, lo cierto es que la filosofía sigue siendo un pozo inagotable de ideas, concepciones y elucubraciones luminosas sobre la realidad del hombre y el mundo. Su vigencia está fuera de duda y sigue cumpliendo a cabalidad el dictum que lanzara Hegel hace ya dos buenos siglos: ser la máxima encarnación abstracta de la reflexión de donde parte el entendimiento científico de todo lo demás. ®

Por Manuel Guillén
 
La filosofía de Epicuro


(- 341 a - 271)





Por José Sánchez-Cerezo de la Fuente


La Filosofía de Epicuro

Características generales

La filosofía de Epicuro puede ser claramente dividida en tres partes, la Canónica, que se ocupa de los criterios por los cuales llegamos a distinguir lo verdadero de lo falso, la Física, el estudio de la naturaleza, y la Ética, que supone la culminación del sistema y a la cual se subordinan las dos primeras partes.


Antes de examinar cada una de estas partes podemos afirmar que la filosofía de Epicuro, en líneas generales, se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma que no hay más que una realidad, el mundo sensible, niega la inmortalidad del alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos, afirma el hedonismo en la teoría ética y como modo de vida y rechaza el interés por la política y, frente a la reestructuración de la sociedad que, afirmaba Platón, era el objetivo del filósofo, prefiere un estilo de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad en el que la amistad juega un papel fundamental.


Veamos ahora con más detalle cada una de las partes de la filosofía de Epicuro:


A) La canónica.

La canónica es la parte de la filosofía que examina la forma en la que conocemos y la manera de distinguir lo verdadero de lo falso.


Según Epicuro la sensación es la base de todo el conocimiento y se produce cuando las imágenes que desprenden los cuerpos llegan hasta nuestros sentidos. Ante cada sensación el ser humano reacciona con placer o con dolor, dando lugar a los sentimientos, que son la base de la moral. Cuando las sensaciones se repiten numerosas veces se graban en la memoria y forman así lo que Epicuro denomina las "ideas generales" (diferentes a las platónicas).


Para que las sensaciones constituyan una base adecuada, sin embargo, deben estar dotadas de la suficiente claridad, al igual que las ideas, o de otro modo nos conducirán al error.


Diógenes Laercio, además de las sensaciones, los sentimientos y las ideas generales, menciona un cuarto proceso de conocimiento: las proyecciones imaginativas, por las cuales podemos concebir o inferir la existencia de elementos como los átomos, aunque éstos no sean captados por los sentidos.


Todos esos aspectos, sin embargo, son sólo los principios que rigen nuestro modo de conocer la realidad. El resultado de su aplicación nos lleva a concluir la concepción de la naturaleza que se detalla en la física, segunda parte de la filosofía epicúrea.


B) La física.

Según la física de Epicuro toda la realidad está formada por dos elementos fundamentales. De un lado los átomos, que tienen forma, extensión y peso, y de otro el vacío, que no es sino el espacio en el cual se mueven esos átomos.


Las distintas cosas que hay en el mundo son fruto de las distintas combinaciones de átomos. El ser humano, de la misma forma, no es sino un compuesto de átomos. Incluso el alma está formada por un tipo especial de átomos, más sutiles que los que forman el cuerpo, pero no por ello deja el alma de ser material. Debido a ello, cuando el cuerpo muere, el alma muere con él.


Con respecto a la totalidad de la realidad Epicuro afirma que ésta, como los átomos que la forman, es eterna. No hay un origen a partir del caos o un momento inicial. Tal y como leemos en la Carta a Herodoto: "Desde luego el todo fue siempre tal como ahora es, y siempre será igual."


Toda esta concepción atomista procede claramente de Demócrito, pero Epicuro no duda en modificar la filosofía de aquel cuando le conviene, pues no quiere aceptar el determinismo que el atomismo conllevaba en su forma original. Por ello introduce un elemento de azar en el movimiento de los átomos, una desviación de la cadena de las causas y efectos con lo que la libertad queda asegurada.


Este interés por parte de Epicuro en salvaguardar la libertad es fruto de la consideración de la ética como la culminación de todo el sistema filosófico al cual se han de subordinar las restantes partes. Estas son importantes tan sólo en la medida en que son necesarias para la ética, tercera y última división de la filosofía.


C) La ética.

La ética, como ya se ha dicho, es la culminación del sistema filosófico de Epicuro: la filosofía como el modo de lograr la felicidad, basada en la autonomía o autarkeia y la tranquilidad del ánimo o ataraxia. En la medida en la que la felicidad es el objetivo de todo ser humano, la filosofía es una actividad que cualquier persona, independientemente de sus características (edad, condición social, etc.) puede y debe realizar.


C1) Lo que se debe evitar

Para exponer la ética de Epicuro podemos fijarnos en dos grandes bloques. Por un lado todo aquello que su filosofía pretende evitar, que es, en definitiva, el miedo en sus diversos modos y maneras, y por otro lado, aquello que se persigue por considerarse bueno y valioso.


La lucha contra las diversos miedos que atenazan y paralizan al ser humano es parte fundamental de la filosofía de Epicuro; no en vano, ésta ha sido designada como el "tetrafármaco" o medicina contra los cuatro miedos más generales y significativos: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo al fracaso en la búsqueda del bien:


1a. - El miedo a los dioses. Es absurdo, nos dice Epicuro, pues éstos en nada intervienen en los asuntos humanos y no se mueven por la ira ni la cólera ni tantos otros sentimientos que comúnmente se les atribuyen. Por el contrario, los dioses deberían ser un modelo de virtud y de excelencia a imitar, pues viven en armonía mutua manteniendo entre ellos relaciones de amistad.


1b. - El miedo a la muerte. Es igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a dejar de existir para siempre. Ambas pensamientos, sin embargo, son infundados. Por un lado Epicuro es un materialista, y lo único a lo que le concede una vida eterna es a los mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos.


Por otro lado la muerte no es un mal. Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:

El recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir.
1c. - El miedo al dolor. es otro de los objetos de ataque de Epicuro. Se trata de un miedo infundado ya que todo dolor es en realidad fácilmente soportable. Si se trata de un dolo intenso su duración será breve sin duda, mientras que si el dolor es prolongado, su intensidad será leve y podrá ser fácilmente sobrellevado.


1d. - Finalmente el miedo al fracaso. en la búsqueda del bien y de la felicidad en la vida está relacionado con el ideal de autonomía del sabio epicúreo. Quien considera que la felicidad depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están fuera de su control, como la opinión de los demás, las recompensas externas, etc. Por el contrario, gozando de la autonomía propia del sabio, es posible para cada uno lograr un estado de ánimo equilibrado y gozoso con muy pocos medios (no debe olvidarse que la mayoría de las filosofías helenísticas surgen como respuesta a un mundo en continuo cambio y conflicto y pretenden proporcionar al individuo la coherencia e independencia que la polis clásica había perdido).


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C2) Lo que se debe perseguir

Con respecto a aquello que la filosofía de Epicuro considera bueno y valioso no puede ensalzarse lo suficiente el placer y la amistad.


1. En la búsqueda del placer es necesario distinguir aquellos deseos que son naturales y necesarios (como el placer de calmar el hambre o la sed), de aquellos que son naturales y no necesarios (como el placer de seguir comiendo y bebiendo aunque el hambre y la sed hayan sido satisfechos), y también de aquellos que no son ni naturales ni necesarios (como el placer de obtener glorias, honor, etc.). Epicuro siempre sostuvo la importancia de distinguir entre los placeres aquellos que eran verdaderamente beneficiosos de aquellos que podían generar una dependencia y que terminaban por causar insatisfacción, bien porque fuesen irrealizables o bien porque eliminaban la autonomía del individuo. "Reboso de placer en el cuerpo cuando dispongo de pan y agua, y escupo sobre los placeres de la abundancia, no por sí mismos, sino por las molestias que los acompañan."


2. Finalmente Epicuro exalta la amistad entre los seres humanos como una de las mayores virtudes y uno de los mejores placeres de los que se puede gozar. La amistad proporciona un apoyo en un mundo hostil y extraño. Es una ayuda no tanto por lo que los amigos hagan efectivamente por uno, como por el hecho de saber que podamos contar con ellos, en caso de ser necesario. La amistad llevó a Epicuro a fundar su propia escuela entendida como un lugar de encuentro, de disfrute, de diálogo y de estudio así como de recuerdo gozoso de los amigos que ya han desaparecido.


3. La clave del modo de vida epicúreo, de tener que ser resumida en tres palabras, vendría a ser: gozar, saber y compartir. Esos tres factores, como nos muestran las palabras de Epicuro, están íntimamente relacionados: Gozar el placer de estar vivo, saber discernir lo que es verdaderamente valioso, y compartir en la amistad tanto la vida como el conocimiento.

De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad.



 
Epicureísmo
Los dioses de Epicuro.



Con su concepción Epicuro pretende eliminar el temor que los dioses producían en la gente.

En primer lugar, desde la comprensión científica de la naturaleza. La explicación del origen y el desarrollo del mundo se realizan por medio del choque entre átomos, en consecuencia, los dioses no han creado el mundo. Las fuerzas de la naturaleza se explican por causas mecánicas y no por fuerzas externas al sistema.

En segundo lugar, desde la crítica a la concepción vulgar de los dioses. No se critica a los dioses sino las falsas ideas que los seres humanos se hacen de ellos y que les hunden en el terror. Al contrario de las acusaciones que se les hacían de ateos los epicúreos defienden la existencia de los dioses e incluso su conocimiento directo. Tenemos un conocimiento evidente pues nos llegan de ellos imágenes sutiles. Su modo de concebirlos es diferente a la del vulgo, según ellos, están compuestos de átomos sutiles en constante renovación, sin decadencia ni desgaste. Son eternos y felices, felicidad divina que no es compatible con su intromisión por dirigir los asuntos humanos. Los dioses viven felices y alejados en el Olimpo sin ocuparse constantemente por la vida de los seres humanos. En consecuencia se elimina la concepción providencialista de los dioses que era una fuente de superstición y terror para las personas de la época.





La religión de Epicuro.



La religión no ha de ser un elemento represivo ni una fuente de temores. Ha de ser la evidencia tranquila de la existencia de unos seres felices que viven apartados de la complicada vida de los seres humanos.





Crítica al temor a la muerte.



"La muerte no es nada para nosotros", no debe ser objeto de preocupación. Esta desmitificación de la muerte está basada en su teoría de la sensación. Según su concepción del alma como algo material y mortal, cuando el organismo se disuelve, el alma desaparece y puesto que ésta es la causa principal de la sensibilidad, desaparecida ésta, la sensación es imposible.

Por lo tanto, la muerte no es nada porque es "ausencia de sensaciones", y las sensaciones son el principio, no sólo gnoseológico y ético, sino también vital: estamos vivos porque sentimos.



Así pues, aun siendo la muerte "el más terrorífico de los males", es un mal inevitable del cual no podemos huir. Pero esta imposibilidad de huir de la muerte no impide que el ser humano le pierda el miedo. El miedo es producido por un sentimiento doble:



El hecho físico de dejar de vivir. El miedo a la vida ultraterrenal que nos podría esperar y el juicio postmortem. Pero, La muerte deja de ser algo ante lo que los mortales deban ponerse a temblar. Es un problema que no nos concierne puesto que: "mientras que vivimos la muerte no existe y cuando llega a nosotros ya no existimos" (En función de su teoría de la sensación).



Tampoco hemos de temer el más allá, puesto que esa unidad total que forman cuerpo y alma desaparece después de la muerte(que se convierte en un mero hecho fisiológico) Tampoco habrá premios y castigos esperándonos puesto que la muerte del cuerpo conlleva también la del alma (descomposición o disolución de nuestro compuesto de átomos)



Si en el orfismo y las religiones mistéricas griegas, así como en Platón, "filosofar es una preparación para la muerte" (al defender la existencia de un más allá con justicia post-mortem que se valora como la auténtica vida) en Epicuro "filosofar es aprender a vivir" alejando de nosotros las supersticiones funestas y los mitos escatológicos (sobre el más allá)





Tipos de placeres.



Epicuro distingue dos tipos de placeres:



1. Placeres en movimiento o dinámicos (cinéticos) Eliminan el dolor encaminándonos a conseguir sensaciones agradables. Son más intensos.





2. Placeres en reposo o estáticos (catasmáticos) Son un estado permanente de felicidad que resulta de la posesión de un bien.





Fuente: adaptación propia



Cuando el organismo sufre un desequilibrio experimentamos dolor. El deseo surge de la necesidad y el dolor de la falta de alguna cosa. A fin de eliminar este dolor, se ha de satisfacer este deseo y esta satisfacción del deseo es placentera (placer en movimiento) pero así como este dolor desaparece alcanzamos el placer estable que se define como ausencia de dolor.

Por ejemplo: Una persona tiene hambre y quiere comer. El acto de satisfacer el deseo provoca un placer en movimiento, pero si conseguimos satisfacer plenamente el deseo, aparece el placer estable.

Según Epicuro hemos de buscar el placer estable pues es el que nos proporciona la felicidad. Hay un juicio de valor realizado de la siguiente manera:



1. Placeres en reposo. Sugieren estabilidad, perfección y felicidad. Nos acercan a la naturaleza y nos sustraen de la locura, del vértigo, del cambio fruto de una civilización decadente. Son los verdaderos fines, los que realizan la felicidad.



2. Placeres en movimiento. Sugieren la idea de desequilibrio, imperfección y caos (desorden) Son medios en relación con los anteriores, no nos proporcionan la felicidad, pero son necesarios para alcanzar los anteriores.



3. La infelicidad surge como consecuencia de dar prioridad a los placeres en movimiento, de hacer de ellos no unos simples medios sino los auténticos fines.



Tipos de deseos.

Estando relacionado el deseo con el placer es también preciso ser selectivos en todos nuestros deseos y saber distinguir entre aquello que es necesario y aquello que es superfluo.

Hace la siguiente clasificación:



1. Naturales y necesarios: Son aquellos que eliminan el dolor. Por ejemplo cuando se tiene sed.



2. Naturales e innecesarios: Colorean el placer pero no alejan el sufrimiento. Por ejemplo los alimentos refinados.



3. Ni naturales ni necesarios: Tienen que ver con los valores sociales, el éxito, el reconocimiento, etc.





Siendo la felicidad el horizonte último del sabio, éste ha de eliminar todos los obstáculos que se oponen a ella tomando como punto de partida los deseos naturales y necesarios y como el criterio en toda elección o rechazo de deseos el perseguir siempre la ataraxia y la aponía. Así tenemos en relación con:



El cuerpo. Satisfacer sus placeres es una necesidad básica porque el dolor que nos puede causar su privación (hambre, sed, frío, etc.) impide el acceso a cualquier otro placer. El sabio epicúreo sabe, gracias a su prudente moderación, que satisfacer estas necesidades no es costoso ni difícil: el pan y el agua se convierten en placeres exquisitos cuando son necesarios. Es La razón (inteligencia) quien pone límites a los placeres que el cuerpo considera ilimitados. No se trata de una crítica puritana sino de la fidelidad a una regla básica del epicureísmo: la liberación del dolor es lo que da valor a nuestros actos. Ser esclavos de los deseos no nos hace felices.
Por ejemplo: una persona puede disfrutar emborrachándose o haciendo una apuesta, pero el placer derivado de satisfacer sus deseos de bebida o juego se han de contrastar con el sentimiento del día siguiente y con el miedo a perder el dinero.



El alma. Existen también unas necesidades espirituales básicas como serían el equilibrio, la calma de nuestra alma, etc. La propedéutica nos procura una visión del mundo más positiva que nos acerca a la ataraxia. Sin embargo también hay que evitar los dolores que nacen de la ignorancia, las falsas creencias y opiniones de los demás (en esto se incluye la necesaria crítica de los valores sociales)



De esta manera el sabio suprime los deseos inútiles y es el amo de los deseos naturales y necesarios que utiliza de forma reflexiva. Reduce los deseos a aquello que es puramente necesario con tal de eliminar la inquietud de poseer.





La felicidad y la sabiduría: el modelo de vida epicúreo.



La sabiduría auténtica es la sabiduría práctica, la que nos permite alcanzar y asegurar el bienestar del cuerpo y del alma: la felicidad.

La física y su teoría de la religión han servido de fundamento teórico para la ética epicúrea, ahora estamos en condiciones de describir cuál es el camino de la felicidad y en qué consiste la vida de un sabio epicúreo:



1. La sabiduría implica una ausencia total de miedos y de angustias. La ataraxia es el estado de aquél que no teme ni a los dioses, ni a la muerte, es un estado de tranquilidad espiritual, de equilibrio.



2. Pero además de esta ausencia de perturbación es necesario escoger los placeres que producen la felicidad y cortan el dolor cuando sea posible.



El sabio suprimirá o evitará todo lo que se opone a su felicidad, favoreciendo todo lo que contribuya a hacer su felicidad más completa y menos azarosa. Las consecuencias positivas y negativas que previsiblemente han de seguir a la satisfacción de cada deseo han de ser cuidadosamente consideradas para determinar la conveniencia de cada placer.





El ideal de autarquía: autodominio e independencia del sabio.



En busca de la autosuficiencia (autarquía) el sabio reducirá sus necesidades al mínimo. Su vida será moderada, casi ascética, pues sólo desde estos presupuestos puede el ser humano ser dueño de su propia vida.

El sabio vivirá tranquilo, apaciblemente, confiado en medio de las tempestades en las que perecen los demás, y por ello es agradable para él ver a qué males se escapa por su sabiduría.





La comunidad epicúrea y la amistad.



El sabio para conseguir la serenidad se retirará del bullicio del mundo evitando la competencia con los demás y no albergando ambiciones.

La felicidad sólo puede obtenerse en la vida privada, pero no en soledad, lo mejor es vivir, como en el Jardín, en una comunidad de amigos.

El sabio epicúreo llevará una vida tranquila y sencilla, lejos de las preocupaciones y de la actividad pública, se contentará con lo que tiene en cada momento y disfrutará en compañía de sus amigos.



La amistad es la única relación interpersonal necesaria. Al principio surge de la utilidad mutua, pero una vez nacida se hace deseable por sí misma. La utilidad se sublima y se convierte en amor.

El amor erótico (amor-pasión) hay que rechazarlo pues no es compatible con la serenidad mental y la imperturbabilidad de ánimo. Un buen antídoto contra ese pernicioso amor es una relativa promiscuidad que nos facilite una satisfacción sexual desapasionada.


Por Karen Alvarez

 
Historia de la filosofía medieval

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Algunos de los centros de actividad y difusión de la filosofía medieval

La filosofia medieval. Relación de temas

A diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había centrado su reflexión en torno a la determinación del objeto, la filosofia medieval centrará su interés en Dios. La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que habían colocado a la ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros modelos de felicidad o "salvación individual", que competirán con los modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos, sus continuadores encontrarán en la filosofia, especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos. El tema fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.




Agustín de Hipona
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(354 - 430)



La obra de San Agustín de Hipona supone la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Aunque inspirado por la fe, que se confunde con la razón, el pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista, ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos.

Qué hay en webdianoia sobre San Agustín

En las páginas dedicadas a San Agustín encontrarás, en la primera sección, "Vida y obras ", (a la que puedes acceder a través del enlace "Vida y obras " situado en la cabecera de cada página), una breve exposición de los principales acontecimientos de su vida, en la que se destacan algunos de los momentos significativos relacionados con su actividad filosófica. A continuación se expone la relación de las principales obras de San Agustín.


En la segunda sección, "Cronología", te ofrecemos un cuadro cronológico en el que se recogen los más destacados acontecimientos de la vida de San Agustín, así como de su contexto político y sociocultural.


En la tercera sección, dedicada a su pensamiento y contexto en que se produce, "Filosofía y contexto ", encontrarás una exposición de los principales rasgos de su contexto histórico, sociocultural y filosófico, así como de los principales aspectos de su pensamiento: el cristianismo y la filosofía, la razón y la fe, el conocimiento, antropología y psicología, Dios, ética y política.


En la cuarta sección, "Textos", encontrarás una breve selección de fragmentos de obras de San Agustín, con el objeto de que puedas reconocer su estilo y familiarizarte con su vocabulario.


Por lo demás, si tienes dificultades con la terminología utilizada por San Agustín, en la sección "Glosario filosófico" podrás encontrar definiciones de algunos términos técnicos propios del vocabulario agustiniano.


Anselmo de Canterbury
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(1033 - 1109)



Vida y pensamiento de San Anselmo
Biografía de San Anselmo de Canterbury

San Anselmo era originario de Aosta, en el Piamonte, en Italia, donde nació en el año 1033. A pesar de ello es más comúnmente conocido como san Anselmo de Canterbury, al haber sido arzobispo de dicha ciudad durante algunos años, donde murió en 1109. Su educación corrió a cargo de los benedictinos, luego de una experiencia poco afortunada con el primero de los profesores a los que fue encomendado, al no haberle sabido transmitir el aprecio por los estudios.


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A los quince años intentó ingresar en un monasterio, impidiéndoselo su padre, que le tenía reservados otros menesteres más mundanos; pero luego de haberse sometido a su voluntad, y haber olvidado durante algún tiempo sus inclinaciones religiosas, ingresó a los 27 años en el monasterio de Bec, en Normandía, donde se convirtió en amigo y discípulo del Abad Lanfranco. Posteriormente fue nombrado él mismo Abad de dicho monasterio, donde compuso dos de sus obras más conocidas: El Monologion, meditación teológico-filosófica sobre las razones de la fe, en donde nos presenta algunas pruebas de la existencia de Dios, propias de la tradición agustiniana , y el Proslogion, donde encontramos el llamado "argumento ontológico", que constituye la aportación más original de san Anselmo a la filosofía medieval.


En 1092 se dirigió a Inglaterra, a Canterbury, donde luego de varias negativas a aceptar el cargo, fue nombrado arzobispo de la sede, ejerciendo como tal hasta su muerte, a pesar de verse obligado a abandonar la ciudad en varias ocasiones, por diversos conflictos mantenidos con Guillermo el Rojo y, posteriormente, con Enrique I.


La filosofía de San Anselmo. El argumento ontológico

San Anselmo de Canterbury fue uno de los filósofos más relevantes de la tradición agustiniana, por lo que debemos situarlo en la esfera de influencia filosófica del platonismo. No obstante, sus preocupaciones fundamentales eran de tipo religioso y espiritual. En este sentido concibe la filosofía como una ayuda para comprender la fe: hay una sola verdad, la revelada por Dios, que es objeto de fe; pero la razón puede añadir comprensión a la fe y, así, reforzarla. La expresión "credo, ut intelligam" resume su actitud: la razón sola no tiene autonomía ni capacidad para alcanzar la verdad por sí misma, pero resulta útil para esclarecer la creencia. La razón queda situada en una relación de estricta dependencia con respecto a la fe.


En su obra "Monologion" San Anselmo había presentado ya algunos argumentos sobre la demostración de la existencia de Dios, acompañando a otras reflexiones de carácter marcadamente teológico. La demostración que nos ofrece en el "Proslogion" fue motivada, según sus propias palabras, por la petición de sus compañeros benedictinos de reunir en un solo argumento la fuerza probatoria que los argumentos presentados en el "Monologion" ofrecían en conjunto. Con esta prueba, conocida como "argumento ontológico", San Anselmo pretende no sólo satisfacer dicha petición sino también dotar al creyente de una razón sólida que el confirme indudablemente en su fe. El argumento en cuestión lo formula San Anselmo como sigue, en el capítulo II del Proslogion:


2.1 Así, pues, ¡oh Señor!, Tú que das inteligencia a la fe, concédeme, cuanto conozcas que me sea conveniente, entender que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos. Ciertamente, creemos que Tú eres algo mayor que lo cual nada puede ser pensado.


2.2 Se trata de saber si existe una naturaleza que sea tal, porque el insensato ha dicho en su corazón: no hay Dios.


2.3 Pero cuando me oye decir que hay algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor, este mismo insensato entiende lo que digo; lo que entiende está en su entendimiento, incluso aunque no crea que aquello existe.


2.4 Porque una cosa es que la cosa exista en el entendimiento, y otra que entienda que la cosa existe. Porque cuando el pintor piensa de antemano el cuadro que va a hacer, lo tiene ciertamente en su entendimiento, pero no entiende todavía que exista lo que todavía no ha realizado. Cuando, por el contrario, lo tiene pintado, no solamente lo tiene en el entendimiento sino que entiende también que existe lo que ha hecho. El insensato tiene que conceder que tiene en el entendimiento algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor, porque cuando oye esto, lo entiende, y todo lo que se entiende existe en el entendimiento.


2.5 Y ciertamente aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si existe, aunque sólo sea también en el entendimiento, puede pensarse que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor.


2.6 Conclusión Luego existe sin duda, en el entendimiento y en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede ser pensado."


El argumento ontológico fue llamado así por primera vez por Kant (s. XVIII), y ha sido uno de los argumentos más polémicos de la historia de la filosofía. Filósofos de la talla de Descartes y Hegel lo consideran válido y lo introducen en sus respectivos sistemas. Otros, como Sto. Tomás, Hume y Kant, rechazarán la validez del argumento, negando su fuerza probatoria. San Anselmo introduce el argumento en el contexto de una plegaria a Dios y su estructura lógica puede resumirse como sigue:


  • a) Concebimos a Dios como aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, y esa idea de Dios es comprendida por cualquiera.
  • b) Pero aquello mayor que lo cual nada puede pensarse debe existir no sólo mentalmente, en la idea, sino también extramentalmente, en la realidad, pues siendo la existencia real una perfección, será más perfecto ("mayor que..".) el ser existente en la realidad que otro que posea los mismos atributos pero que sólo exista mentalmente; de otro modo caeríamos en una flagrante contradicción, lo que no puede ser aceptado por la razón.
  • c) En consecuencia, Dios existe no sólo en la mente (como idea) sino también extramentalmente, en la realidad.
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La premisa mayor presenta simplemente, según San Anselmo, la idea de Dios, la idea que tiene de Dios un hombre, aunque niegue su existencia. La premisa menor está clara, puesto que si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en la mente no sería aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Algo más grande podría pensarse, a saber, un ser que existiese en la realidad extramental y no únicamente en la idea.


El argumento se desarrolla, pues, a partir de una definición de Dios que, a juicio de San Anselmo, puede ser comprendida y aceptada por cualquiera. En un segundo momento se centra en el análisis de esa misma idea y en sus implicaciones, recalcando el absurdo que resultaría de concebir mentalmente un ser perfecto y negarle la mayor perfección: la existencia. Concluye afirmado la existencia necesaria de Dios como una exigencia de la razón para evitar tal absurdo. Todo el desarrollo del argumento transcurre en el ámbito del pensamiento, progresando de la simple idea a la necesidad de admitir la existencia de Dios, sin apelar a otra instancia que a la razón y a uno de sus principios fundamentales: el de no admitir la contradicción.


Gaunilon, monje contemporáneo de San Anselmo, critica en el "Liber pro insipiente" la validez del argumento alegando que el paso de lo ideal (lo pensado) a lo real (lo existente) no está justificado, dado que dichos elementos no son homogéneos. Para explicar la ilegitimidad del mismo se sirve de una metáfora: supongamos que alguien tiene la idea de unas Islas Afortunadas perfectas y paradisíacas, y concluye que, a partir de tal idea, deben existir necesariamente debido a su perfección, pues la existencia es una perfección. Nadie daría crédito a la persona que argumentara de tal modo y pretendiera demostrar así la existencia de dichas islas, resultando clara la ilegitimidad del argumento, tal como ocurre con la prueba anselmiana de la existencia de Dios.


San Anselmo replica a Gaunilon destacando lo impropio de la comparación. En primer lugar, no se puede equiparar la existencia de Dios, inmaterial, con la existencia de las Islas Afortunadas, materiales. En segundo lugar, Dios es un ser necesario, mientras que las Islas son contingentes, por lo que no hay en su idea (concepto) nada que nos conduzca a pensarlas como necesarias y, por lo tanto, como existentes. Pero si esto es así, entonces san Anselmo introduce ya en la idea de Dios exigencias metafísicas, como la existencia de seres contingentes y un ser necesario, o la organización de lo real en distintos grados de ser, alejándose del punto de partida del argumento, que debería ser la idea de Dios que cualquiera pueda concebir en su mente, suponiendo ya así la idea de la que se parte lo que se debería demostrar.


Parece entonces que la idea de Dios que pide al principio de su prueba San Anselmo no es la que puede tener cualquiera en su mente, sino que supone compartir varios presupuestos doctrinales o filosóficos, entre los que se han destacado los siguientes:


  • a) Partir de la idea de Dios suministrada por la Revelación.
  • b) Identificar el orden lógico con el real.
  • c) Concebir la existencia divina como un simple atributo de su esencia.

Por esta razón Sto. Tomás rechazará la validez del argumento, eligiendo un dirección totalmente opuesta a la de San Anselmo en sus cinco pruebas en las que tomará la experiencia, la realidad sensible, como el punto de partida de su argumentación, siguiendo su formación aristotélica, que no acepta otro punto de partida del conocimiento sino la experiencia.

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Respecto al tema de la creación del mundo, otra de las cuestiones teológicas de las que se ocupó la filosofía medieval, San Anselmo la trata en los capítulos 7 y 8 del "Monologion", siguiendo las pautas trazadas por la tradición agustiniana. La idea de creación es extraña al pensamiento griego, y no hay posibilidad de encontrar entre ninguno de sus filósofos referencias útiles al tema, sino más bien numerosos argumentos sobre la imposibilidad de concebir racionalmente el paso del ser al no ser, o del no ser al ser.


No obstante, el intento de conciliar la filosofía con la teología cristiana, aunque la filosofía fuera considerada sólo como un instrumento o una "sierva" de la teología, lleva a los filósofos medievales a buscar alguna solución, que difícilmente puede mantenerse sin aceptar el recurso a lo extraordinario: la creación, para San Anselmo es, pues, obra de Dios, y tuvo lugar "ex nihilo", a partir de la nada. Ello no debe interpretarse como si la nada fuese la causa de la creación, nos dice: la causa de la creación es Dios. Tampoco debe interpretarse la nada como si fuese "algo" indeterminado, o una materia preexistente sobre la que Dios actuara al modo del Demiurgo platónico. La creación es un acto libre de Dios mediante el cual el mundo es traído a la existencia de un modo radical, absoluto, originario.


Sigue---->
 
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