Literatura, filosofía y espiritualidad

Qué es la medicina de lobo, según los nativos americanos




La medicina del lobo es medicina del alma. No tiene nada que ver con terapias alternativas ni con otros derivados. Se le ha llamado así tradicionalmente porque los nativos americanos piensan que la observación atenta de los lobos y de su comportamiento ayuda a sanar interiormente a las personas.


Los nativos americanos ven en el lobo a un animal sagrado, un tótem. Seguramente a través de las generaciones fueron acumulando saberes acerca de su comportamiento y eso les llevó a admirar a esta criatura. Tan es así que llegaron a la conclusión de que imitar a los lobos es un camino para crecer, resarcir heridas y tener la capacidad de seguir adelante, pese a las adversidades.




Poco sabemos en Occidente acerca de la medicina del lobo. De hecho, en nuestra cultura se ha hecho una propaganda poco justa en contra de esos animales. Son los antagonistas en muchos cuentos infantiles, en los que se les presenta como seres malvados. También está el mito del “hombre lobo”, que es feroz y dañino. Enseguida veremos que no es así y que, efectivamente, podríamos aprender mucho de esa especie.


El lobo es nuestro poder y nuestra fuerza, muchacho. La licantropía no es una maldición, sino un don”.


-Laura Gallego García-




El lobo, un animal sagrado para los nativos americanos

El lobo es un animal que tiene un comportamiento muy definido, o “ritualista”, en diversos aspectos. El primero de ellos es el de las jerarquías. Estas son sumamente rígidas entre ellos. El macho alfa y la hembra alfa son los líderes indiscutibles del grupo. A diferencia de otras especies, tal líder no es el más grande, o el más combativo, sino el más inteligente y hábil.


El lobo ni es solitario, ni es salvaje, como quizás nos han hecho pensar. Son animales muy sociables, que siempre andan en manada. Si hacen algo solos es en función de su grupo. Combinan de forma equilibrada su individualidad con el sentido colectivo. Solo acuden a la violencia en casos extremos y prefieren evitar el combate, o terminarlo tan pronto como sea posible. Los lobos no muerden en el cuello a otros lobos; en otras palabras, no matan a los de su propia especie.


Los nativos americanos dicen que los tres grandes poderes del lobo son el acecho, la invisibilidad y la protección familiar. Estos animales no hacen ostentación de su fiereza o poder. Observan, analizan y pasan inadvertidos mientras lo hacen. Miden el terreno, calculan. Sus enemigos no los ven porque saben “desaparecer”. Atacan solo cuando es necesario y con un plan estratégico, por así decirlo.






La medicina del lobo

Para los nativos americanos el lobo es un guía. Todos llevamos algo del lobo dentro de nosotros y hay momentos de la vida en donde ese espíritu valiente, sagaz y prudente debe despertar. En eso consiste la medicina del lobo: en acudir a esa fuerza interior y esa capacidad estratégica para enfrentar los retos vitales.




Los nativos piensan que hay momentos de la vida en los que el espíritu del lobo se convierte en un aliado temporal. Son aquellas circunstancias en las que emerge la faceta osada, leal, generosa y libre que hay dentro de nosotros. El espíritu del lobo es insumiso y valiente. Por eso, aparece como aliado cuando decidimos hacer algo que nos hemos prohibido, o nos han prohibido, sin una verdadera razón de fondo.


La medicina del lobo tiene que ver con cultivar y permitir que emerja esa fuerza indomable. Los nativos piensan que los lobos y las brujas siempre van de la mano, y que se sienten más cómodos en la oscuridad. Significa que nuestra faceta más mágica y libertaria surge cuando no estamos expuestos a los ojos de otros. En esas condiciones, encontramos solución a nuestros problemas y descubrimos caminos que antes no veíamos.




Despertar al lobo que llevamos dentro

Según las tradiciones, la primera vía para despertar al lobo que llevamos dentro es permanecer atentos a nuestros sueños. La medicina del lobo es sobre todo un reencuentro con la fuerza que está en nuestra esencia. La zona oculta de cada quien se expresa a través de los sueños y por eso comprender ese mundo onírico es fundamental para conocernos mejor y recuperar el valor en el espíritu.


Así mismo, según la medicina del lobo, es fundamental que dediquemos un tiempo a observarnos. Tratar de vernos como espectadores de nuestro propio actuar. Observarnos, sin juzgarnos, pero sí intentando ver cuáles son esos elementos que son obtáculos y que, cuando volvemos a nuestro punto de vista habitual, aparecen enmascarados. ¿Qué es lo que ata nuestro espíritu? ¿Miedos? ¿Mandatos? ¿Experiencias del pasado?


Lo que sigue es actuar. Si deseamos hacer algo, no tenemos por qué esperar a que las circunstancias sean propicias o a que se nos faciliten las cosas. Hoy, ya mismo, podemos comenzar a trabajar por eso que deseamos, e ir tras ello con determinación, generosidad y lealtad. Según la medicina del lobo, si adoptamos esta actitud, el espíritu del lobo se hará presente y nos guiará.

Por Edith Sánchez
 
Orígenes, el espejo del alma


Orígenes trata de unir ciencia y espiritualidad; parte de la metáfora "los ojos son el espejo del alma" para proponernos un modelo que nos hará cuestionarnos nuestra propia realidad sensible.

Orígenes, I Origins en inglés, es una película estadounidense del año 2014. Se trata de una producción independiente que fue estrenada en el Festival de Cine de Sundance de ese mismo año y galardonada como la Mejor Película del Festival de Sitges 2014. Dirigida por Mike Cahill y protagonizada por Michael Pitt, Brit Marling y Àstrid Bergès-Frisbey, la película nos plantea un drama con un interesante componente ficticio, pero que resulta sorprendentemente verosímil.

Ciencia y espiritualidad se entremezclan en la cinta; algo que parece muy difícil de consolidar, pero que conjuga con bastante acierto. La trama se configura como una especie de matrioshka, pero con un hilo conductor: los ojos. En un primer momento, conocemos al científico Ian Gray que está tratando de llevar a cabo una investigación que logre, al fin, desmitificar la espiritualidad; a partir de aquí, una trama nos llevará a otra para, finalmente, explicar por qué “los ojos son el espejo del alma”.

Los ojos como punto de partida
Obsesionado con los ojos, Ian Gray pretende encontrar un origen, un punto de partida a la evolución del ojo que demuestre, al fin, con pruebas, que la fe ya no tiene cabida en nuestra sociedad. Ian está obsesionado con la ciencia, con las pruebas y los datos; pero, para su sorpresa, encontrará el amor en una joven bastante atípica: Sofi, una chica extranjera que posee una fuerte espiritualidad que contrasta profundamente con el escepticismo de Ian.

Orígenes se adentra en una de las cuestiones más debatidas a lo largo de la historia: ciencia vs. religión. Se sumerge en diversas creencias y aporta una respuesta a la reencarnación. Los ojos serán el punto de partida y, a su vez, el descubrimiento que hará que Ian se cuestione todo lo que sabe, todo lo que ha estudiado. La película, sin embargo, peca en ocasiones de diálogos demasiado surrealistas, poco creíbles en una conversación normal de pareja, aunque teniendo en cuenta la naturaleza de Sofi, tampoco resultan inverosímiles.

Quizás estamos ante una película demasiado predecible, que quiere abarcar mucho y, a veces, se queda en la superficie. Puede no llegar a calar en el corazón de los más escépticos, pero, sin duda, posee un buen planteamiento, un buen desarrollo y logra que la trama nos vaya envolviendo, atrapando. ¿Puede existir la reencarnación? ¿Y si nuestros ojos no fueran más que la huella de otras vidas pasadas, de otras almas que, una vez, albergaron la misma mirada?




Azar, casualidad y Orígenes
Para Ian, no existe nada que la ciencia no pueda explicar, no existe el mundo espiritual, todo pasa por la ciencia, por las observaciones y las demostraciones que podamos extraer del mundo que nos rodea. El azar y la casualidad no entran en su concepción del mundo, pero todo esto cambia al conocer a Sofi, una joven a quien conoce por casualidad, de la que apenas sabe nada y a la que ni siquiera le ha visto la cara.

Ian y Sofi coinciden en una fiesta de Halloween, una noche muy vinculada a lo espiritual, a las almas. Ella va disfrazada y tan solo puede ver sus ojos, unos ojos irrepetibles y fascinantes que Ian no podrá olvidar. Tras perderle la pista, Ian buscará a Sofi y una serie de casualidades le llevarán hasta ella. De repente, Ian comenzará a ver que el número 11 aparece repetidamente y, siguiendo este número, encontrará a Sofi.

¿Por qué el 11? Pese a que en la película el número aparezca de forma totalmente casual e inexplicable en la vida de Ian, podemos pensar que no ha sido elegido al azar, pues el número 11 se vincula tradicionalmente a la vida espiritual. El 11 es dos veces 1, la suma de sus dígitos nos da 2, lo que nos hace pensar en dualidad, en dos planos, dos mundos; a su vez, sobrepasa al número 10, vinculado a la perfección, pero también al mundo material, por lo que el 11 nos llevaría a un plano más allá, a lo espiritual.



Mística y ciencia
Los Pitagóricos veían en la naturaleza cierta correspondencia numérica, la razón daba acceso a la naturaleza, al conocimiento verdadero y esta, a su vez, estaba ligada a lo matemático, a los números. Para ellos, todo provenía del uno, este sería el principio fundamental del que provenían las demás cosas, el apeirón. El 1 se vincula a cierta naturaleza divina y, a partir de aquí, irán surgiendo los demás. La totalidad vendría expresada por el 10, por lo que el 11 se vincularía a un plano más allá de lo terrenal.

Además, los pitagóricos poseían cierta visión mística del mundo, no hay que olvidar que más que una escuela fueron una asociación de carácter secreto y religioso. Para los pitagóricos existía una transmigración de las almas, es decir, el alma estaba en un plano divino, no pertenecía a lo terrenal; el alma habitaba el cuerpo y, tras la muerte del mismo, ocuparía un nuevo cuerpo y lo haría tantas veces como fuera necesario hasta alcanzar la liberación.



Para lograr esta purificación o liberación del alma, debían seguir ciertas normas de comportamiento, entre las que destaca el vegetarianismo, algo fuertemente ligado a la reencarnación y que se da en otras religiones como el budismo. En Orígenes, Sofi no parece pertenecer a ninguna corriente religiosa en concreto, pero cree en la reencarnación y se siente profundamente ligada a ciertas creencias provenientes de La India.

De este modo, vemos que Orígenes no solo coincide con los pitagóricos en lo místico del número 11, sino que también lo hace con las afirmaciones sobre la reencarnación. Sofi, además, coincide con los pitagóricos en el vegetarianismo, algo que le permitirá cuestionar los experimentos científicos, cuestionar hasta qué punto es ético experimentar con animales, torturar a unos gusanos, como en el caso de Ian, ya sea para probar que una teoría es cierta o por simple egoísmo humano.

Actualmente, no dudamos en vincular a Pitágoras y sus discípulos con las matemáticas, con la geometría, en definitiva, con un conocimiento racional y científico. Sin embargo, al profundizar en su filosofía, nos damos cuenta de la importancia del componente religioso. En Orígenes, espiritualidad y ciencia se funden, se mezclan y nos invitan a reflexionar sobre el mundo que nos rodea.

La dualidad
Platón nos explicaba que había dos mundos, que existía un mundo que se escapaba a nuestros sentidos, pero que estaba ahí; ese mundo era el que nos daba acceso a la verdad, el que liberaba nuestras almas. Sofi le plantea una cuestión interesante a Ian: él está experimentando con unos gusanos que, únicamente, poseen dos sentidos. Pero, ¿qué ocurriría si nosotros, igual que esos gusanos carecen de vista, carecemos de otro sentido que nos impide ver más allá?

Los gusanos con los que experimenta Ian no pueden ver, por tanto, desconocen qué es la luz, qué son los colores, ¿cómo podemos estar seguros de que no nos falta otro sentido, uno que nos permita percibir algo que está ante nosotros y que simplemente desconocemos porque no tenemos la capacidad de acceder a ello?



Los hombres que describía Platón en su alegoría de la caverna se aferraban igual que Ian a su realidad sensible, a esas sombras que ellos tomaron como reales por ser lo que podían observar; sin embargo, estaban dejando a un lado un mundo real al que, al no tener acceso, rechazaban, sin cuestionarse si era real o no. Y es que parece que todo aquello que resulta desconocido o inexplicable asusta, que queremos aferrarnos a lo que vemos, a lo que nos llega a través de nuestros sentidos.

Orígenes juega con lo que consideramos racional, con los límites de nuestro propio conocimiento y trata de proponernos una realidad que podría estar ante nuestros ojos y que, simplemente, no podemos percibir. La cinta va desarrollando un hilo argumental para, finalmente, repetirnos y ejemplificar una metáfora que hemos oído mucho a lo largo de la historia: “los ojos son el espejo del alma”.

“¿Alguna vez has conocido a alguien que, a primera vista, llena un vacío que tenías y, cuando se va, hace más doloroso sentir ese vacío?”

-Orígenes-

Por Leah Padalino

 
El laberinto del fauno, cuando desobedecer es un deber




El laberinto del fauno (2006) es, para muchos, la obra maestra del cineasta Guillermo Del Toro, la película que mejor representa su cine, su pasión por la fantasía. El éxito de la película fue indudable, obtuvo numerosos galardones entre los que destacan tres premios Óscar: mejor fotografía, mejor dirección artística y mejor maquillaje.


La trama nos sitúa en uno de los momentos más tristes de la historia de España: en 1944, el periodo de posguerra. Un momento en el que el hambre y la miseria hacían estragos en la sociedad de la época; un momento en el que es difícil imaginar, soñar o creer en los cuentos de hadas. Aislamiento internacional, sometimiento a una ideología única (el fascismo) y miseria suponían el día a día para buena parte de la población española.




El laberinto del fauno nos presenta dos historias dentro de una que terminarán por fusionarse. La simultaneidad de las historias se da desde el comienzo: mientras una voz en off nos habla de una princesa que vivía hace mucho tiempo en el reino subterráneo, leemos unos títulos que nos sitúan en la España de posguerra “escondidos en las montañas, grupos armados siguen combatiendo al régimen fascista, que lucha para sofocarlos”. Igualmente, escuchamos de fondo una melodía que nos inspira la más pura fantasía y, al mismo tiempo, la respiración agitada de una niña que está sufriendo.


Esa niña es Ofelia, el nexo de unión entre ambas historias. De la realidad más dura, el sometimiento a un régimen y la resistencia de los maquis, El laberinto del fauno nos traslada a la fantasía más inocente de una niña, a la imaginación y la inocencia que muchos han perdido tras la guerra. Del Toro logra fascinarnos con su estética, con su mundo subterráneo que, igual que el mundo de los humanos, tampoco estará libre de peligros. Fantasía y realidad, cuentos de hadas y miseria, pero, sobre todo, desobediencia, eso es El laberinto del fauno.


¿Por qué Ofelia?

El nombre Ofelia hace que, inmediatamente, pensemos en Shakespeare, en Hamlet. Ofelia, hija de Polonio y hermana de Laetres, es la prometida del príncipe Hamlet; pierde la cabeza tras la muerte de su padre (asesinado por error a manos de Hamlet), su locura la convierte en un personaje infantil, inocente y trágico.


Su muerte, nunca representada en escena, es narrada por Gertrude, la madre de Hamlet, y se considera una de las muertes más poéticas de la literatura. Ofelia es una mujer destruida por el amor, trágica por la muerte de su padre, el personaje inspiró infinidad de pinturas del romanticismo por tratarse de una representación de lo femenino, de la inocencia, del amor y la muerte… La narración de su muerte es mágica, es una fusión con la naturaleza, no es una muerte angustiosa, sino serena.


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A su vez, la Ofelia de Shakespeare aparece sumisa y obediente ante el mundo de hombres; sin embargo, al perder la cabeza, esta sumisión comienza a desaparecer y la veremos acompañada por una mujer, la reina Gertrude. La imagen de la muerte de Ofelia la asociamos con algo místico, casi fantástico, como si un ser de otro mundo volviera a su estado natural.


Así, la elección del nombre en El laberinto del fauno no es casual, sino que pretende que el espectador asocie a la inocente niña con el personaje de Shakespeare. Del mismo modo, podemos ver ciertas similitudes entre Carmen, la madre de Ofelia, y la reina Gertrude; ambas, al enviudar, se casan con un villano. Carmen contrae matrimonio con el Capitán Vidal, un capitán al servicio del franquismo que se encuentra en una localidad pirenaica con el fin de eliminar todo rastro de guerrilla republicana.




Lo femenino en El laberinto del fauno

La sociedad que presenta El laberinto del fauno no deja en muy buen lugar a las mujeres. Carmen representa los valores de la mujer tradicional, sometida al hombre; Mercedes, la empleada de la casa al servicio de Vidal, supone la ruptura con estos valores y, aunque aparenta ser fiel al capitán, en realidad, está emprendiendo una lucha tratando de ayudar a los maquis a espaldas de los demás. Del mismo modo, Ofelia vive una historia paralela a la de Mercedes en la que ella también será la protagonista, será la encargada de traer prosperidad al mundo subterráneo.


Del Toro pretendía mostrar el patriarcado como lo negativo y, frente a ello, decidió ensalzar lo femenino. En el reino subterráneo no hay Sol, predomina la Luna, un elemento cargado de connotaciones femeninas por su relación con el ciclo menstrual, con la maternidad; mientras en el mundo de los humanos, el Sol cegará a la princesa haciendo que olvide todo su pasado. El Sol representa lo masculino adquiriendo connotaciones negativas.


Aparece también la figura de la mandrágora, una planta cuyas raíces recuerdan enormemente a una figura humana. Ofelia usa la mandrágora para ayudar a su madre con el embarazo, la pone en un cuenco con leche que representa lo maternal.


El Capitán Vidal será el gran villano de este cuento, encarnando todos los valores patriarcales en su persona; mientras Ofelia surge como la oposición a este personaje. Dos historias y dos mundos: lo subterráneo será la inocencia de la niña; lo femenino; el mundo real es hostil, existe el dolor y la guerra, se asocia a lo masculino.




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Simbolismo

En los inicios de la agricultura, algunas tribus como los bosquimanos, vieron el mundo subterráneo como un lugar vinculado al tránsito entre vida y muerte, a lo mágico. Muchas historias de tradición oral recogen relatos de niñas que caen en el mundo subterráneo y viven una experiencia que terminará por convertirlas en mujeres. Se da, por tanto, la pérdida de la inocencia y la metamorfosis de la niña.


En este mundo subterráneo, es frecuente que aparezcan figuras animales con características humanas, pruebas, tentaciones y alguna especie de guía del que no siempre nos podemos fiar. Estas historias poseen un marcado carácter didáctico, funcionan como mitologías, algo que también ocurre en El laberinto del fauno.


El fauno representa lo pastoril, el contacto con la naturaleza, funciona como conexión entre ambos mundos, pero tampoco es un personaje completamente fiable; el laberinto es una especie de búsqueda de la verdad, pero también de peligro. El árbol y la sangre se asocian a la vida, el Hombre Pálido representa el poder y la opresión del mundo real, el tiempo aparece vinculado a Vidal, siempre controlando su reloj, algo que podemos asociar al dios Cronos.


El número 3 es una constante en la película (las 3 pruebas de Ofelia, 3 hadas…), este número representaba, en la mitología clásica, la divinidad; en la religión cristiana, lo asociamos a la naturaleza de Dios, a la Santísima Trinidad. Así, Del Toro construye un universo perfecto, divino, como si de un mito se tratase.


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Y como en todos los mitos, hay una enseñanza: la desobediencia. Del Toro quiso plasmar una realidad en la que solo existía una línea de pensamiento, una realidad en la que desobedecer se convierte en un deber, así, tenemos a personajes como Mercedes, el médico o los maquis que, pese a la opresión, deciden desobedecer. La desobediencia posee dos caras: conduce al error cuando Ofelia cae en la tentación de probar una de las frutas de la mesa del Hombre Pálido, pero también acierta al desobedecer a las hadas.


Los personajes representan una realidad, sin embargo, están dibujados siguiendo arquetipos, no hay personajes neutrales: o son buenos o son malos. Del Toro toma una postura totalmente subjetiva, no es imparcial y se posiciona claramente del lado de la resistencia, del lado de los maquis y de todos aquellos personajes que desobedezcan, ensalzando, además, lo femenino.


Al finalizar la película, el debate queda abierto: ¿fue real la aventura de Ofelia o fruto de la imaginación de una niña? Del Toro lo tiene claro, fue totalmente real.


“Obedecer por obedecer, así, sin pensarlo, eso solo lo hacen gentes como usted, capitán”.


-El laberinto del fauno-

Por Leah Padalino
 
Si el hombre pudiera decir lo que ama

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda
 
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