Libros, libros, libros

Las muertes más famosas de la historia de la literatura


La muerte no siempre significa el fin, al menos cuando hablamos de literatura. Un fallecimiento puede convertirse en el punto de partida de una narración, una muerte también tiene el don de poder convertir a un personaje de ficción en inmortal. Hoy en Librotea recopilamos una serie de muertes célebres de la historia de la literatura.

En las tragedias de Shakespeare muere más de un personaje, aunque tal vez ninguna historia sea tan célebre como la de Romeo y Julieta. Dos jóvenes enamorados que luchan contra la oposición familiar, una alianza que los une un trágico final en el que la muerte se impone al amor. Poética es también la muerte de Ahab en Moby Dick, de Melville, atrapado por sus propios arpones en la ballena blanca.

La historia de Beth en Mujercitas, de Louisa May Alcott
, ha traumatizado a varias generaciones. Mares de lágrimas se han derramado por un personaje que emociona a cualquier lector. También causaron mucha pena a sus seguidores las muertes de Dobby y Dumbledore en la saga Harry Potter.

A sangre fría, de Truman Capote, está basado en un crimen real. Una serie de muertes son punto de partida de un libro que inició un nuevo género literario. Impactante es la historia de Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Tras un naufragio los supervivientes se verán obligados a echar a suertes cuál de ellos muere para que el resto pueda comer… y sobrevivir.

El final de Muerte en Venecia, de Thomas Mann, también logra un lugar destacado en esta estantería. Comparte espacio con el fallecimiento de Bertha Mason en Jane Eyre o la muerte de Nell en La tienda de antigüedades, de Charles Dickens. Y hablando de muertes célebres no puede faltar el Frankenstein, de Mary Shelley.


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Los mejores libros jamás escritos.«El mito de Frankenstein proyecta su espectacular sombra so- bre las inmensas bibliotecas de la literatura y el cine occidental.» Alberto ManguelEn 1816, Mary Shelley dio vida al que sería su personaje más famoso, el doctor Victor Frankenstein. La historia es bien conocida: un científico consigue crear una criatura a la que luego rechaza. Metáfora sobre la vida, la libertad y el amor, Frankenstein o el moderno Prometeo es una maravillosa fábula con todos los ingredientes de los grandes mitos.La presente edición se abre con una lúcida introducción de Alberto Manguel, titulada «La novia de Frankenstein», en la que el afamado escritor y crítico analiza el mito del monstruo y su influencia en la cultura contemporánea.«Cuando esos músculos y esas articulaciones adquirieron la facultad de moverse, aquel ser se convirtió en algo tan indescriptible que ni siquiera Dante habría sido capaz de concebir nada igual.»


SIGUE: https://librotea.elpais.com/libro/frankenstein-N1ltRkDF6X

Que artículo tan simplista, hay muchas muertes literarias legendarias: la de Julian Sorel en "Rojo y Negro" o "La muerte de Artemio Cruz" o "Requiem por un campesino español" o "Crónica de una muerte anunciada", o el final de Milady de Winter, o el final del pobre condenado negro en "Matar a un ruiseñor".
 
25 AÑOS DE LA MUERTE DEL CIENTÍFICO
Cela sobre Severo Ochoa: "A ver cuándo se muere". La España de las miserias y los egos
Un ensayo revisa los desencantados últimos días de Severo Ochoa: de la frialdad de las autoridades a las fricciones con el otro Nobel y con las 'celebrities' culturales frívolas


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Cela, Marina Castaño y Severo Ochoa

AUTOR
CARLOS PRIETO
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LIBROS

09/12/2018

España no es precisamente una potencia mundial en Premios Nobel. Que coincidan dos en el tiempo y en el espacio, no es sencillo, pero eso es lo que ocurrió en Madrid en los noventa con Camilo José Cela y Severo Ochoa. Todo el mundo quería contar con ellos para dar lustre a sus actos culturales. El 10 de abril de 1991, el novelista y el científico coincidieron en la presentación de la ‘Gran Enciclopedia de España’. La cultura es algo muy bonito, que duda cabe, pero también lo es el parné, y tras la presentación de la enciclopedia hubo performance entre bambalinas:

“Al final del acto, alguien responsable de la editorial se acercó a nuestro grupo y le entregó a Severo Ochoa un sobre, expresándole su agradecimiento por haber asistido al acto de presentación. Ochoa, sin llegar a abrirlo, lo rechazó diciendo que el agradecido era él por haber sido invitado a colaborar en aquel acto cultural. Fue un instante violento porque Cela hizo un gesto desagradable, mientras se apresuraba a coger el sobre que le ofrecieron a él, no aguardando un minuto más para marcharse. Al despedirse, me dijo al oído: ‘A ver cuándo se muere tu amigo’”. Un Nobel deseando la muerte a otro Nobel. Todo muy edificante.


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Portada

El amigo de Severo Ochoa al que Cela susurró el exabrupto era Marino Gómez-Santos, confidente, biógrafo y albacea testamentario del científico. Gómez-Santos acaba de publicar ‘Severo Ochoa no era de este mundo’ (Renacimiento, 2018), coincidiendo con el 30 aniversario de la muerte del Nobel de Medicina. Unas más que interesantes memorias sobre su relación con el científico, centradas en los desencantados últimos años de Ochoa en España (1985-1993) tras su exilio estadounidense.

Años melancólicos marcados por a) la muerte de su mujer (“La vida es física y química... Soy partidario de la eutanasia… No tengo esperanza de encontrarme con mi mujer… He buscado la fe sin encontrarla”, afirmó Ochoa esos días), b) sus choques con el gobierno socialista a cuenta de las políticas científicas (“En España, para ejercer la ciencia, es necesario llevar el carné del Partido Socialista”, denunció) y c) una extraña sensación de estar fuera de lugar; tanto por su condición de retornado tras décadas afincado en Nueva York como por su incapacidad para adaptarse a la vida (pos)moderna: la era de las celebrities y las vanidades empezaba a asomar la patita. Severo Ochoa, veterano gentleman de otra época, no acaba de estar cómodo entre tanto materialismo, frivolidad y cinismo.


Duelo de titanes
Su desangelada relación con Camilo José Cela funciona como metáfora de este descoloque vital. A finales de 1991, el científico y el escritor volvieron a coincidir en Estocolmo, en las celebraciones del 90 aniversario de la Fundación Nobel. “Cela anda perdido y contrariado por el Gran Hotel, donde abundan los científicos que desconocen su existencia. El hecho de no hablar inglés contribuye a sentirse aún más aislado. Al hilo viene la observación de Ortega referida a Unamuno, aplicable a Cela: ‘Instalaba en el centro su yo, como un señor feudal hincaba en el medio del campo su pendón’. Y como a Cela le resulta insoportable no poder exhibir sus peculiaridades de gran celtibero, me hace una señal a distancia… ‘¿Le quieres preguntar a Ochoa si no le importa que me siente con vosotros?’”, escribe Gómez-Santos.

En España, para ejercer la ciencia, es necesario llevar el carné del Partido Socialista

Cela logró su objetivo: se sentó con Ochoa y Gómez-Santos y monopolizó la conversación con una mezcla de chascarrillos, cháchara sobre sí mismo y boutades de todo tipo. Severo Ochoa se revolvía incómodo en su silla. “Cela ha perpetrado una más de sus acciones celtibéricas. No aguantaba más. Ya se ha quedado tranquilo. Ochoa sella los labios y me dirige una mirada dándome a entender que se encuentra molesto. Pero la desfachatez de Camilo es tal, que continua sus relatos estupefacientes”, resume el libro.

Pero no se vayan todavía, porque aún hay más.

La cabriola de Cela
Cela, no sintiéndose satisfecho del homenaje a un Premio Nobel que no era él, buscó un motivo ‘tremendista’ para atraer la atención de los presentes

Julio de 1992, inauguración de un monumento a Severo Ochoa en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, con las fuerzas vivas de la capital: el rector (Villapalos), el alcalde (Álvarez del Manzano), los reyes, los barones Thyssen, el duque de Alba, Plácido Arango, Alfonso Escámez y Camilo José Cela. “Para ser impresa en las invitaciones al acto inaugural, había escrito Cela una breve semblanza de Severo Ochoa, con su mejor pluma de aliento poético, no sin intención, al parecer, de obtener una recompensa en especie. Así, mientras Ochoa leía sus breves palabras en las que expresaba su deseo de que la interpretación estatutaria de su rostro sirviera, no para satisfacer su vanidad, sino como estímulo a la juventud en la promoción del conocimiento científico, Cela preguntaba insistentemente, en solicitud de su propia estatua, al rector Villapalos: ‘¿Y la mía para cuándo?’”.

Y esto solo fue el principio del show: “Cela, no sintiéndose satisfecho del homenaje a un Premio Nobel que no era él, buscó un motivo ‘tremendista’ para atraer la atención de los presentes. Así, terminado el acto y cuando los reyes ya se habían ido, mientras las autoridades académicas y los invitados abandonaban la tribuna, alzó una pierna sobre la barandilla, con ademanes de lanzar sus arrobas al suelo, para sorpresa del alcalde de Madrid, Ochoa y el secretario de Estado de Universidades, que se encontraban debajo de la tribuna. Al día siguiente se publicaba en la portada de ‘ABC’ la cabriola de Cela, cuya fotografía se distribuyó por agencia a los medios de comunicación. De este modo, el irredento provocador había logrado oponer su ‘yo’ al homenaje a Ochoa”, escribe el albacea de Severo Ochoa.

Giro folclórico
El científico iba de acto en acto comprobando que la vida social se había convertido en un asunto entre bizarro y complejo en España.

Un día asiste al cumpleaños de Sara Montiel. Francisco Umbral, que está en el sarao en calidad de cronista, insinúa al día siguiente en la prensa que Ochoa y Montiel tienen un lío… ante la estupefacción del científico. “No pensé yo que íbamos a coincidir con Umbral, implacable depredador de celebridades”, resume Gómez-Santos.

Otro día va a la inauguración de la exposición de un escultor y una joven se dirige a él entusiasta:

“¡Don Severo, yo soy bióloga. Le puedo mostrar que he estudiado y recuerdo sus trabajos por lo menos desde la expresión genética del virus-RNA, el mecanismo de biosíntesis de proteínas en bacterias… ¡Y para qué hablarle de ácidos nucleicos!”.

El científico queda gratamente sorprendido con la joven. “¿Quién es esta rapaza tan simpática, tan guapa y, además, bióloga?”, pregunta. Respuesta: Ana Obregón.



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Severo Ochoa



Severo Ochoa, en definitiva, deambuló por la histriónica España de los años noventa sin acabar de encajar del todo. Y se fue sin hacer ruido. O el perfil bajo de la muerte de un Nobel.

“En Luarca me dicen que el coche fúnebre ha realizado un patético viaje en soledad desde Madrid, y que al llegar al Concejo, su conductor había hecho una parada en el pueblo de Castañedo, frente a una casa de comidas, donde el vehículo permaneció una hora bajo la lluvia. Severo Ochoa, que con Cajal dio universalidad a la ciencia española del siglo XX, no alcanzó a tener un duelo de Estado, siendo recibido en su villa natal con ausencia del ministro asturiano de Educación y Ciencia, Gustavo Suárez Petierra, quién prefirió acudir al Congreso para escuchar la plática de Felipe González. Las exequias pobres de un Premio Nobel nada le habrían importado a quien ya era importante. Además, no iba a pasar la tarde, como otras veces, sino a quedarse con las dos Cármenes, su madre y su mujer. Algunos días después, fue colocada bajo la cruz del mausoleo familiar una pequeña lápida, con el texto que Ochoa había escrito para la ocasión: 'Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa, unidos toda la vida por el amor, ahora eternamente vinculados por la muerte'”.

Amén.

No es país para viejos (científicos)

https://www.elconfidencial.com/cult...-ochoa-premio-nobel-camilo-jose-cela_1685650/
 
25 AÑOS DE LA MUERTE DEL CIENTÍFICO
Cela sobre Severo Ochoa: "A ver cuándo se muere". La España de las miserias y los egos
Un ensayo revisa los desencantados últimos días de Severo Ochoa: de la frialdad de las autoridades a las fricciones con el otro Nobel y con las 'celebrities' culturales frívolas


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Cela, Marina Castaño y Severo Ochoa

AUTOR
CARLOS PRIETO
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09/12/2018

España no es precisamente una potencia mundial en Premios Nobel. Que coincidan dos en el tiempo y en el espacio, no es sencillo, pero eso es lo que ocurrió en Madrid en los noventa con Camilo José Cela y Severo Ochoa. Todo el mundo quería contar con ellos para dar lustre a sus actos culturales. El 10 de abril de 1991, el novelista y el científico coincidieron en la presentación de la ‘Gran Enciclopedia de España’. La cultura es algo muy bonito, que duda cabe, pero también lo es el parné, y tras la presentación de la enciclopedia hubo performance entre bambalinas:

“Al final del acto, alguien responsable de la editorial se acercó a nuestro grupo y le entregó a Severo Ochoa un sobre, expresándole su agradecimiento por haber asistido al acto de presentación. Ochoa, sin llegar a abrirlo, lo rechazó diciendo que el agradecido era él por haber sido invitado a colaborar en aquel acto cultural. Fue un instante violento porque Cela hizo un gesto desagradable, mientras se apresuraba a coger el sobre que le ofrecieron a él, no aguardando un minuto más para marcharse. Al despedirse, me dijo al oído: ‘A ver cuándo se muere tu amigo’”. Un Nobel deseando la muerte a otro Nobel. Todo muy edificante.


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Portada

El amigo de Severo Ochoa al que Cela susurró el exabrupto era Marino Gómez-Santos, confidente, biógrafo y albacea testamentario del científico. Gómez-Santos acaba de publicar ‘Severo Ochoa no era de este mundo’ (Renacimiento, 2018), coincidiendo con el 30 aniversario de la muerte del Nobel de Medicina. Unas más que interesantes memorias sobre su relación con el científico, centradas en los desencantados últimos años de Ochoa en España (1985-1993) tras su exilio estadounidense.

Años melancólicos marcados por a) la muerte de su mujer (“La vida es física y química... Soy partidario de la eutanasia… No tengo esperanza de encontrarme con mi mujer… He buscado la fe sin encontrarla”, afirmó Ochoa esos días), b) sus choques con el gobierno socialista a cuenta de las políticas científicas (“En España, para ejercer la ciencia, es necesario llevar el carné del Partido Socialista”, denunció) y c) una extraña sensación de estar fuera de lugar; tanto por su condición de retornado tras décadas afincado en Nueva York como por su incapacidad para adaptarse a la vida (pos)moderna: la era de las celebrities y las vanidades empezaba a asomar la patita. Severo Ochoa, veterano gentleman de otra época, no acaba de estar cómodo entre tanto materialismo, frivolidad y cinismo.


Duelo de titanes
Su desangelada relación con Camilo José Cela funciona como metáfora de este descoloque vital. A finales de 1991, el científico y el escritor volvieron a coincidir en Estocolmo, en las celebraciones del 90 aniversario de la Fundación Nobel. “Cela anda perdido y contrariado por el Gran Hotel, donde abundan los científicos que desconocen su existencia. El hecho de no hablar inglés contribuye a sentirse aún más aislado. Al hilo viene la observación de Ortega referida a Unamuno, aplicable a Cela: ‘Instalaba en el centro su yo, como un señor feudal hincaba en el medio del campo su pendón’. Y como a Cela le resulta insoportable no poder exhibir sus peculiaridades de gran celtibero, me hace una señal a distancia… ‘¿Le quieres preguntar a Ochoa si no le importa que me siente con vosotros?’”, escribe Gómez-Santos.

En España, para ejercer la ciencia, es necesario llevar el carné del Partido Socialista

Cela logró su objetivo: se sentó con Ochoa y Gómez-Santos y monopolizó la conversación con una mezcla de chascarrillos, cháchara sobre sí mismo y boutades de todo tipo. Severo Ochoa se revolvía incómodo en su silla. “Cela ha perpetrado una más de sus acciones celtibéricas. No aguantaba más. Ya se ha quedado tranquilo. Ochoa sella los labios y me dirige una mirada dándome a entender que se encuentra molesto. Pero la desfachatez de Camilo es tal, que continua sus relatos estupefacientes”, resume el libro.

Pero no se vayan todavía, porque aún hay más.

La cabriola de Cela
Cela, no sintiéndose satisfecho del homenaje a un Premio Nobel que no era él, buscó un motivo ‘tremendista’ para atraer la atención de los presentes

Julio de 1992, inauguración de un monumento a Severo Ochoa en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, con las fuerzas vivas de la capital: el rector (Villapalos), el alcalde (Álvarez del Manzano), los reyes, los barones Thyssen, el duque de Alba, Plácido Arango, Alfonso Escámez y Camilo José Cela. “Para ser impresa en las invitaciones al acto inaugural, había escrito Cela una breve semblanza de Severo Ochoa, con su mejor pluma de aliento poético, no sin intención, al parecer, de obtener una recompensa en especie. Así, mientras Ochoa leía sus breves palabras en las que expresaba su deseo de que la interpretación estatutaria de su rostro sirviera, no para satisfacer su vanidad, sino como estímulo a la juventud en la promoción del conocimiento científico, Cela preguntaba insistentemente, en solicitud de su propia estatua, al rector Villapalos: ‘¿Y la mía para cuándo?’”.

Y esto solo fue el principio del show: “Cela, no sintiéndose satisfecho del homenaje a un Premio Nobel que no era él, buscó un motivo ‘tremendista’ para atraer la atención de los presentes. Así, terminado el acto y cuando los reyes ya se habían ido, mientras las autoridades académicas y los invitados abandonaban la tribuna, alzó una pierna sobre la barandilla, con ademanes de lanzar sus arrobas al suelo, para sorpresa del alcalde de Madrid, Ochoa y el secretario de Estado de Universidades, que se encontraban debajo de la tribuna. Al día siguiente se publicaba en la portada de ‘ABC’ la cabriola de Cela, cuya fotografía se distribuyó por agencia a los medios de comunicación. De este modo, el irredento provocador había logrado oponer su ‘yo’ al homenaje a Ochoa”, escribe el albacea de Severo Ochoa.

Giro folclórico
El científico iba de acto en acto comprobando que la vida social se había convertido en un asunto entre bizarro y complejo en España.

Un día asiste al cumpleaños de Sara Montiel. Francisco Umbral, que está en el sarao en calidad de cronista, insinúa al día siguiente en la prensa que Ochoa y Montiel tienen un lío… ante la estupefacción del científico. “No pensé yo que íbamos a coincidir con Umbral, implacable depredador de celebridades”, resume Gómez-Santos.

Otro día va a la inauguración de la exposición de un escultor y una joven se dirige a él entusiasta:

“¡Don Severo, yo soy bióloga. Le puedo mostrar que he estudiado y recuerdo sus trabajos por lo menos desde la expresión genética del virus-RNA, el mecanismo de biosíntesis de proteínas en bacterias… ¡Y para qué hablarle de ácidos nucleicos!”.

El científico queda gratamente sorprendido con la joven. “¿Quién es esta rapaza tan simpática, tan guapa y, además, bióloga?”, pregunta. Respuesta: Ana Obregón.



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Severo Ochoa



Severo Ochoa, en definitiva, deambuló por la histriónica España de los años noventa sin acabar de encajar del todo. Y se fue sin hacer ruido. O el perfil bajo de la muerte de un Nobel.

“En Luarca me dicen que el coche fúnebre ha realizado un patético viaje en soledad desde Madrid, y que al llegar al Concejo, su conductor había hecho una parada en el pueblo de Castañedo, frente a una casa de comidas, donde el vehículo permaneció una hora bajo la lluvia. Severo Ochoa, que con Cajal dio universalidad a la ciencia española del siglo XX, no alcanzó a tener un duelo de Estado, siendo recibido en su villa natal con ausencia del ministro asturiano de Educación y Ciencia, Gustavo Suárez Petierra, quién prefirió acudir al Congreso para escuchar la plática de Felipe González. Las exequias pobres de un Premio Nobel nada le habrían importado a quien ya era importante. Además, no iba a pasar la tarde, como otras veces, sino a quedarse con las dos Cármenes, su madre y su mujer. Algunos días después, fue colocada bajo la cruz del mausoleo familiar una pequeña lápida, con el texto que Ochoa había escrito para la ocasión: 'Aquí yacen Carmen y Severo Ochoa, unidos toda la vida por el amor, ahora eternamente vinculados por la muerte'”.

Amén.

No es país para viejos (científicos)

https://www.elconfidencial.com/cult...-ochoa-premio-nobel-camilo-jose-cela_1685650/

Nada que me cuenten del impresentable de Cela puede sorprenderme.

Off topic: soy la fan number one de Margaret Atwood. No pasa nada por considerar que estirar una buenísima novela, que se ha mantenido así, única en su maestría, durante tantos años,justo cuando está teniendo tirón por una serie, no es garantía alguna de poder mantener la calidad, porque la novela en sí ya lanza su demoledor mensaje.

Y si considero que un artículo se queda corto respecto a muertes literarias no le estoy faltando el respeto a nadie.
 
ENTREVISTA | JORGE EDWARDS, ESCRITOR
Jorge Edwards: “Neruda veía las cosas del estalinismo, pero se las tragaba”
El premio Cervantes publica 'Esclavos de la consigna', segundo tomo de sus memorias que no deja títere con cabeza

JUAN CRUZ
Madrid 10 DIC 2018



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Jorge Edwards, en su casa en Madrid la semana pasada. INMA FLORES



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Con Persona non grata (Barral Editores, 1973) Jorge Edwards dinamitó la placidez con la que se aceptaba cualquier cosa que venía de Cuba. Ese libro lo convirtió no sólo en un personaje non grato en ese país. Lo hizo despreciable a los ojos de los que, como Fidel, consideraban que “con la Revolución todo, contra la Revolución nada”. Pablo Neruda, para el que trabajó y del que fue amigo, le aconsejó que guardara ese libro, “y hoy seguiría pidiéndomelo”. Julio Cortázar, también su amigo, le declaró a un periodista que preferiría no verlo. Ese libro repudiado y masivamente leído reflejaba lo que sucedió, entre otras cosas, con el caso Heberto Padilla, poeta cuyo encarcelamiento por el régimen motivó la protesta de intelectuales de varios países, mientras él fue encargado de Negocios del Gobierno de Allende en la isla.

Jorge Edwards, nacido en Chile en 1931, ha sobrevivido al castigo impuesto por la Revolución escribiendo otros libros quizá mejores pero no tan memorables, o castigados. Por todos ellos ganó en 1999 el Premio Cervantes. Y ahora reemprende una labor memorialista que trata de abarcar toda su vida. El primer volumen (Los círculos morados, Lumen, 2013) recogió su iniciación de claroscuros, con su madre y con los jesuitas. Ahora se lanza a la vida adulta y no deja títere con cabeza en Esclavos de la consigna (Lumen), que refleja desde el título lo que pasaba en aquella época marcada por los dictados revolucionarios. Lo entrevistamos en su casa de Madrid. Por él respondería cada pregunta con un libro nuevo, pero le sugerimos subrayar partes de su nuevo título, que es tan inquietante como aquel Persona non grata.



Pregunta. Aparecen al principio nombres propios como Valle Inclán, Lorca, Alberti…

Respuesta. Mis primeras lecturas vienen de aquellos jesuitas: o me daban porquería o me prohibían libros. Yo estaba enamorado de Unamuno, y el padre Hurtado, al que ahora han hecho santo, me lo prohibió. Claro, me lo tragué enterito.

P. Y luego vienen Camus, Orwell, Popper, Paz…


R. ¡Me hicieron disidente! Octavio fue uno de mis ídolos, solo comparable con Camus. Ahora ponen su Calígula al lado de casa. Yo la vi en el jardín de un general chileno, interpretado por Lautaro Murúa. Y a Camus lo encontré en Chile; entró a la casa de un amigo y se fueron a comer. No me llevaron, yo era muy pequeño, pero sabía más de Camus que todos ellos.

P. Esa gente fue un muro contra la consigna.


R. Vivíamos en cárceles mentales. Cabrera Infante estaba prohibido por traidor, y traidor consideraron a Vargas Llosa. Como a mí. Estaba prohibido tenernos cerca, leernos. A Neruda, sin embargo, un crítico chileno que no era de su cuerda le prestó quinientos pesos para que pudiera imprimir su Crepusculario.

P. Era un esclavo de la consigna…


R. Plenamente. Me decía: “No escribas ese libro sobre Cuba. Yo te diré cuándo lo puedes publicar, y te voy a a subrayar con lápiz rojo las frases inconvenientes”. Era una consigna.

P. ¿Le dejó el texto?

R. No, porque supe que no me iba a dejar publicarlo. Me había dicho que era un libro muy peligroso para mí, que debía esperar. ¡Serían mil años! Salió en Barcelona, me tiraron huevos y tomates podridos, me atacaron por todos lados. Él ya había muerto. Ante los ataques, Matilde Urrutia, su viuda, dijo que un autor tiene derecho a publicar sus libros.

P. Un alegato contra la consigna.

R. Durante la dictadura de Pinochet ella fue a ver en Moscú a la examante de Maiakovski y le cuenta lo que pasa con la libertad en Chile. Y aquella mujer le responde: “Matilde, aquí es igual”.

P. ¿Qué le produce contar esto habiendo nacido a la política como hombre de izquierdas?

R. Me sentí más libre. El escritor ha de contar lo que le pasa, Matilde tenía razón. Esclavos de la consigna ha tenido algunas discretas censuras en Chile: después de Pinochet allí se ha impuesto la libertad de expresión.

P. ¿Cómo fue la convivencia de un hombre como usted, cuyo maestro fue Camus, con quien firmó Oda a Stalin?

R. Había problemas, claro. A Neruda no le gustaban los poetas librescos, como Borges; quería mucho a Yevgueni Yevtushenko, que me defendió cuando volví de Cuba: me abrazó a la rusa. “¡Jorge, tenemos que estar contentos de que Heberto esté vivo aunque esté preso!” Él sabía lo que era el estalinismo real, lo había sobrevivido. Neruda veía estas cosas y en el fondo se las tragaba. Era, eso sí, amigo de sus amigos. Por ejemplo, de Louis Aragon, un disidente a quien los rusos le cerraron su revista y le dieron una medalla. Así eran las cosas.

P. El caso Padilla quebró el boom.

R. Fue la primera ruptura de fondo. Octavio Paz era enemigo de Neruda. Y cuando supo que iba a salir mi libro le dijo a Vargas Llosa, que no conocía Persona non grata, que escribiera sobre él. Lo que pasó entonces fue un cambio de vida, de opinión, se formó, frente a la consigna sobre Cuba, un lado liberal que estaba cerca de la revista Vuelta, la de Paz. Fíjate que un encuentro curioso: estaba Neruda en Londres, con Matilde, y aparece por allí Paz. Pablo está contestando unas preguntas, dice Matilde, pero le encantará ver a Octavio. Lo abraza a la chilena, lo besa, “¡Mijito lindo!”, parece de maricones pero es muy chileno. Luego me dijo Paz por teléfono: “Me he leído todos sus versos. Es el mejor de todos los de la generación del 27. Su error fue la política”…

P. Su desencuentro con Cortázar fue tremendo.

R. Él le dijo a un periodista: “Sí, yo soy muy amigo de Jorge Edwards, pero desde que publicó Persona non grataprefiero no verlo”. Años después me encontré con su viuda, Aurora Bernárdez, en París. “Jorge”, me dijo, “para mí tú eres el mejor pensador político latinoamericano”. ¿Y Julio?, le dije. “Es que al final de su vida Julio estuvo sometido a muy malas influencias”.

P. Nicanor Parra le dijo a usted que había perdido el tiempo con Neruda…

R. Me lo decía siempre… Neruda no era libresco. Si yo hubiera sido amigo de Borges hubiera sabido más de Schopenhauer y de Nietzsche, pero fui amigo de Neruda. A un amigo filósofo chileno, Luis Oyarzún, le dije: “Oye, Lucho, la única filosofía que vale es que todo el mundo tenga un par de zapatos y un buen bistec”. Él se reía.

P. Salvador Allende es personaje de este Esclavos de la consigna…

R. De broma, él decía este epitafio posible para su vida, antes de llegar a La Moneda: “Aquí yace Salvador Allende, futuro presidente de Chile”… No entendía de economía. Fue su drama.

P. Neruda le dijo que le iban a pasar cosas malas con Persona non grata. ¿Y qué le pasó de bueno?

R. Que lo leyó muchísima gente, que lo siguen leyendo. Pero sí, me atacaron mucho, me censuraron, en cierto modo me hicieron la vida imposible, Eran los tiempos de la consigna.

P. ¿Tenía que haberle hecho caso a Neruda?

R. Creo que no. Si él estuviera vivo seguiría diciéndome que esperara antes de publicarlo.


https://elpais.com/cultura/2018/12/09/actualidad/1544357755_316057.html




 
Leer a Pascal en los confines del Barroco


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Litografía del pensador francés, Blaise Pascal, en uno de los pocos retratos que existen. WELLCOME LIBRARY



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Edición íntegra de los 'Pensamientos'. En una monumental obra sin parangón en lengua alguna, Gabriel Albiac traduce, edita y anota los textos póstumos del pensador y científico francés más determinante del siglo XVII europeo

Escribiría Racine tras su muerte, que Pascal "murió de vejez a los 39 años". Pero no se corresponde su corta vida con la intensidad y radicalidad de su obra. Científica, filosófica, religiosa. Voltaire dijo de él que fue el padre del francés moderno y Chateaubriand se maravilló ante un "genio aterrador" que tuvo el talento de dejar "caer sobre el papel pensamientos que son más divinos que humanos". Y esos Pensamientos, obra cumbre de la filosofía del XVII, son los que ha editado, traducido y anotado en un único volumen Gabriel Albiac, catedrático emérito de la Complutense, no sólo como forma de seguir indagando en un pensador sobre el que escribió una primera monografía en 1981, sino porque "Pascal es nosotros, que vivimos en los confines del barroco. Cuando dice que todo yo miente, es porque sabe que todo yo es escénico y que detrás de él no hay más que trabación de sueños, como decía Calderón. Pero si el yo es un nudo de fantasías, se puede tejer como lo hace hoy ese mecanismo de poder que es la televisión, cuyas imágenes determinan la subjetividad, y por tanto los deseos de los ciudadanos".

Blaise Pascal había nacido el 19 de junio de 1623 en Clermont-Ferrand, donde su padre ejercía de encargado de un organismo de recaudación tributaria. De una precocidad deslumbrante, el joven Pascal destaca por su dominio de las matemáticas y la física, tanto que para ayudar a su padre en las tareas contables inventa con sólo 19 años una máquina aritmética, considerada hoy como la primera calculadora eficiente de la historia. Reconocido científico, durante un corto periodo de tiempo se mueve en los salones intelectuales y burgueses de París, entablando contactos con algunos círculos libertinos e iniciándose en la lectura de Montaigne, Lucrecio y Epicteto.

El hastío de la vida mundana, sin embargo, le conducirá hacia la religión, hasta el punto de "caer fulminado", en palabras de Albiac, "por esa potencia aniquiladora a la que él llama conversión: reducción a la nada". Decide entonces retirarse al monasterio de Port-Royal des Champs, a las afueras de París, donde, como parte de la comunidad jansenista, un movimiento de depuración cristiana inspirado en la idea de la gracia divina de San Agustín, se ve envuelto en una serie de disputas teológicas contra los jesuitas, propias de la guerra a muerte que se vivió en el corazón de la Europa católica entre los siglos XVI y XVII desde el desgarro provocado por la irrupción del luteranismo y el intento de refundación que se llevó a cabo en Trento.

Acabar con el 'yo', principal fuente de corrupción del alma humana
La suya, no obstante, no era sólo una apuesta teológica. Desengañado de la vida mundana y del pensamiento libertino que había cultivado, Pascal apuesta por el cristianismo de forma radical e inicia la descomunal tarea espiritual de aniquilarse, esto es, de acabar con aquello que considera la principal fuente de corrupción del alma humana: el yo, la identidad. "Blindada en la ficción del yo", escribe Albiac en la Introducción, "se hace el alma invulnerable al acoso de la gracia. No hay conversión posible, sin una ascesis -sin una desnudez- previa: la de ese yo fingido. Demolidas sus murallas, reducida a nada su bien codificada fortaleza de apariencias, ya nada le será posible hallar frente al espejo al alma, que no sea su nada misma. Originaria, fundante, irrebasable". Toda su obra se encaminará desde entonces a "burlarse de la filosofía", es decir, a "filosofar verdaderamente", a destruir las respuestas que hasta entonces se habían dado por ciertas.

Al morir, sus familiares y amigos encontraron una caja llena de manuscritos, en grandes pliegos y en pequeños recortes, que creyeron sería el borrador de su anunciada Apología de la religión cristiana. Aquellos papeles, sin embargo, no contenían borrador alguno, como ha demostrado Albiac en una investigación que le ha tenido ocupado los últimos cinco años. Muchos de ellos tienen varios agujeros de engarce, ya que Pascal los agrupaba, cosiéndolos y descosiéndolos, de diferente forma, a modo de fichas, en función del uso que les daba, bien en exposiciones orales, bien en la redacción de la obra que no llegó a escribir. Por eso, junto al volumen editado por Tecnos, la editorial ha elaborado una caja virtualaccesible en internet (pensamientospascal.tecnos.es) con todos los recortes para que el lector pueda agruparlos y desagruparlos de manera que sean múltiples las combinaciones de lectura de un libro que encierra algunas de las claves filosóficas para entender un mundo como el nuestro, atravesado por la pulsión identitaria.

https://www.elmundo.es/cultura/2018/12/09/5c0a982721efa0d2028b46d6.html
 
Libros para sobrevivir a la Navidad


La Navidad está a la vuelta de la esquina y con ella se multiplican los compromisos familiares, las comidas y las largas (incluso eternas) sobremesas. Un trance que a algunos se les hace más difícil que escalar un ochomil. En Librotea nos hemos puesto manos a la obra para elaborar un kit de supervivencia: una lista de lecturas para sobrevivir a la Navidad.

Algunos querrán explorar en el mundo de las relaciones familiares para tratar de comprobar si el suyo es un caso excepcional o si todas las familias felices o infelices se parecen. Hay un buen número de títulos que pueden arrojar luz sobre el tema, clásicos como Léxico familiar, de Natalia Ginzburg, o títulos de publicación relativamente creciente como Ordesa. Manuel Vilas explora la relación con su padre y sus propios hijos en un ejercicio que tiene algo de catarsis. También se adentra en el complejo mundo de las relaciones familiares Laura Ferrero en las páginas de Qué vas a hacer con el resto de tu vida, una obra que va más allá de los moldes establecidos y aborda cómo son esas familias cuyos comportamientos no encajan en los patrones establecidos.

Esta estantería también incluye un puñado de títulos que hablan de alguna forma de la Navidad. Un imprescindible es el Cuento de Navidad, de Charles Dickens; una propuesta diferente es Navidades trágicas, de Agatha Christie; una opción fantástica es Papá Puerco, de Terry Pratchett, y para los que prefieran relatos siempre pueden probar con Un regalo de navidad, de Stevenson.

Otra balda de esta estantería está ocupada por tres títulos publicados en los últimos meses y que prometen una vía de escape. Permafrost, de Eva Baltasar, es una buena opción para evadirse de los turrones y el espumillón, categoría en la que también se puede encuadrar Duelo de alfiles, de Vicente Valero. Y para los que prefieran escapar recitando ahí están los poemas de Ida Vitale, la flamante Premio Cervantes 2018.



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Un regalo de Navidad
ROBERT LOUIS STEVENSON

  • EDITORIAL: Editorial Periférica
  • ISBN: 9788492865680
  • FECHA DE PUBLICACIÓN: 1 de Diciembre de 2012

NOVELA NEGRA Y THRILLER

SINOPSIS
Un volumen de misterio compuesto por dos textos que Stevenson escribió para sendas navidades, casi al final de su vida. Se trata de un volumen bella y sobriamente ilustrado por uno de los jóvenes dibujantes españoles más prestigiosos de la actualidad, Tyto Alba, que realizó las imágenes de nuestra edición en Hamburgo, donde ha residido gracias al prestigioso Programa Comic-Transfer del Goethe Institut, centrado en los principales dibujantes internacionales del presente.


GALERIA : https://librotea.elpais.com/libro/un-regalo-de-navidad



 
LIBROS RECOMENDADOS DE ALFONSO ZAPICO
10 novelas gráficas para leer en Navidad, por Alfonso Zapico


Alfonso Zapico lleva años ilustrando historias y la historia. El asturiano leyó el Ulises de James Joyce a los dieciséis, años después buceó en la vida del escritor irlandés para trazar su semblanza en las páginas de Dublinés. Una obra con la que logró el Premio Nacional del Cómic en 2012. A Zapico le van los retos. Un día de invierno de 2016 se juntaron en Irún Eduardo Madina y Fermín Muguruza para hablar de Euskadi, de ETA, del pasado y del presente… En aquella conversación publicada por la revista Jot Down estuvo también presente el ilustrador, que no paró de dibujar durante aquel encuentro y cuyo trabajo está reflejado en Los puentes de Moscú. Ahora Alfonso Zapico recopila para Librotea un conjunto de novelas gráficas que, no solo le gustan, sino que considera que son una lectura estupenda para estas fechas.

Dice Zapico que “la Navidad es la época perfecta para leer un Tintín, pero como Hergé se murió en el 83 y no hay nada nuevo del reportero belga” nos podemos consolar con El tesoro del cisne negro, de Paco Roca y Guillermo Corral, una obra que califica de “genialidad”. Asegura el historietista que en ninguna lista de este 2018 puede faltar Estamos todas bien, de Ana Penyas, no solo porque sea el libro ganador del Premio Nacional, también porque es la “memoria dibujada de las mujeres invisibles de la posguerra”

Habrá quien no pueda viajar durante estas fechas, pero puede hacerlo sin moverse del sofá a través de las páginas de Viajes dibujados, asegura Zapico, que también incluye en esta lista Nieve en los bolsillos, de Kim. Título que comparte espacio con títulos como Yogur con mermelada, de Lena Merhej, o Navegante en Tierra, de Raquel Alzate. Y dice Alfonso Zapico que nadie puede perderse La Levedad: “Catherine Meurisse era dibujante de Charlie Hebdo, y el 7 de enero de 2015 llegó tarde a la reunión editorial. Sobrevivió a aquella tragedia y se refugió en esta novela gráfica, que celebra la vida y la belleza a pesar de todo”.




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GALERIA : https://librotea.elpais.com/libro/el-tesoro-del-cisne-negro
 
La Constitución, según Concha, Mariano… ¡y Forges!
La editorial Espasa reedita el volumen, una de sus obras mayores, con el que el humorista repasó hace 40 años la norma democrática


ESÚS RUIZ MANTILLA
Madrid 12 DIC 2018


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Portada de 'La Constitución', de Forges, editado por Espasa.


La Constitución era entonces esa matrona amable que amamantaba una España con democracia de chupete. Aunque la criatura ha crecido bien y su progenitora quizás necesita retoques, Concha y Mariano siguen agudos con sus puyas entre las sábanas de su aburrimiento plagado de cicuta, a los blasillos no se les ha volado la curiosidad, los náufragos y los mendigos continúan enviando mensajes en infinidad de botellas que nadie recoge y han cambiado la pela por los céntimos de euro, mientras los mandamases ventajistas con gomina esquilman paciencias y voluntades a saco.

¿Cómo hubiera parido Forges un libro sobre la España de hoy? ¿Cómo habría echado la vista atrás y plasmado el recorrido? Lejos de sesudos articulados ladrillo, como siempre, con esa sana e iconoclasta capacidad de traducir la enjundia a pie de calle. Se lo preguntaban ayer en el Ateneo de Madrid los encargados de presentar esta reedición de La Constitución (Espasa). Su hijo Toño le ofreció a Pepa Fernández, la periodista de Radio Nacional, buenas razones de por qué los elegidos en la mesa estaban allí. José Álvarez Junco porque era el historiador de cabecera de su padre, Nieves Concostrina porque se hicieron amigos desde que ella recogía sus viñetas en los faxes de Diario 16, Juan Luis Cano porque cantaban a dúo, Tomás Gallego porque le ayudó a crear el Instituto Quevedo del Humor y Ana Santos porque es la depositaría del legado que quiso dejar a la Biblioteca Nacional.

Junco abrió el debate: “Quienes busquen una aproximación didáctica o pedagógica apenas la encontrarán”, afirmó. “Es un repaso a la España de entonces y a la anterior”. Un país que aprendía el manual de sus libertades tan rápido que las ponía en práctica al cruzar el portal. Este volumen es una de las obras mayores de Forges, un creador del que no se recuerdan baches ni flojeras en su inspiración. Tozudo y reivindicativo hasta el día de su muerte, hace 10 meses, el 22 de febrero: “Se empeñó en unir a los humoristas para darles un corte académico, así fue como creamos el Instituto Quevedo del Humor en la Universidad de Alcalá. Sumó voluntades y logró respeto a la profesión. Creía firmemente en su oficio como elemento fundamental para crear conciencias. De eso sale este libro”, afirma Gallego.

En dicho instituto, Forges metió a Concostrina, periodista, según ella; humorista, a juicio de él. “Me llamó un día que estaba comprando unos melocotones y un cuarto de jamón de york y me dijo que me iba a meter ahí. Yo no soy humorista, le contesté. ¡Porque tú lo digas!, me soltó. Y colgó”. No sabe Concostrina hasta qué punto, en esta época, Forges hubiera reivindicado la vigencia del muslamen. “Cuando tenía 18 años me llamaba Susi Mulova, de ahí pasé con 50 a María de la Concostrificación. Yo prefería lo primero”, comenta.

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Una de las ilustraciones de 'La Constitución', de Forges, editado por Espasa.


A Forges le hubiera removido la hoguera presente contra los suyos y se hubiera revuelto sin duda en casos como los de Dani Mateo o Mongolia y también ante un exceso de puritanismo por la otra punta. “El límite, lo sabemos, está en el sentido común, nos estamos pasando con lo políticamente correcto”, aseguró Juan Luis Cano. Y hubiera seguido, como Junco ve en este volumen, dando las riendas a los más débiles: “Son los niños, las mujeres, los mendigos, los náufragos quienes nos van explicando e interpretando los artículos de la constitución”. Siempre con otro elemento marca de la casa, como reivindica Cano: “La ternura”.

90.000 VIÑETAS EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

Del compromiso de Antonio Fraguas con la memoria y las herramientas beneficiosas que necesitaba su país habla la voluntad de su legado. Quiso dejarlo en la Biblioteca Nacional y no mercadear con ello. Lo mismo que han hecho Peridis o Chummy Chumez, cuya obra reposa junto a los incunables de la institución. El humorista dejó 90.000 viñetas en el edificio del Paseo del Prado, a disposición de quien lo quisiera consultar. Ana Santos volvió a agradecérselo en público, tanto a él como a su familia. “Es una parte de nuestra historia, una interpretación de la sociedad de su tiempo muy valiosa a cargo de una mente que fue capaz de entender muy bien los conceptos básicos y transmitirlos. Que quisiera depositarlos en la BNE demuestra su inteligencia y su capacidad de compromiso”, afirmó la responsable de la institución.

https://elpais.com/cultura/2018/12/12/actualidad/1544642835_064062.html






 
ACONTECIMIENTO EDITORIAL
'Serotonina' es la nueva y secreta novela de Houellebecq y llega a España el 9 de enero
Se publicará a la vez en Francia, Italia, Alemania y en nuestro país, una vez más, por Anagrama y su contenido no se desvelará hasta el 27 de diciembre



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Michel Houellebecq. (EFE)

DANIEL ARJONA
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NOVELA
LITERATURA


13/12/2018


2019 arrancará con el que promete ser el acontecimiento editorial del año que acaba de ser revelado por sorpesa rodeado de secretos. La nueva novela de Michel Houellebecq, el que ayer fuera 'enfant terrible' de las letras francesas y hoy uno de los más aclamados escritores internacionales con un Goncourt a sus espaldas, se titulará 'Serotonina' y será publicada en Francia el 4 de enero con una tirada descomunal de 320.000 ejemplares. Cinco días después, el 9 de enero, llegará a la vez a Italia, Alemania y España. En nuestro país le publicará nuevamente Anagrama y hasta el 27 de este mes no se desvelará ni un solo detalle de su contenido. Su extensión será de unas 300 páginas. Secretos, secretos y más secretos para un anuncio inesperado.


El editor galo de Houellebecq, el sello Flamarion, ha desarrollado la operación con total misterio y ha pedido, casi suplicado, a los medios que no desvelen los detalles de una trama de la que, por otra parte, nada se sabe. La 'serotonina' es un neurotransmisor que produce naturalmente nuestro cuerpo y suele citarse como 'la hormona de la felicidad'. De su anterior novela, 'Sumisión', que imaginaba una Francia gobernada por un partido islamista y en la que se acababa imponiendo la 'sharia', el escritor vendió casi un millón de ejemplares en todo el mundo.

'Sumisión'
Disparos y explosiones quiebran la noche de París y los invitados huyen apresuradamente de la fiesta. Los profesores François y Lempereur pasean hasta la casa del segundo por calles devastadas con el fin de proseguir la conversación. Una vez allí consultan internet para enterarse de lo ocurrido pero nadie dice nada en ningún sitio. "No entiendo por qué han decidido este silencio total; no entiendo qué pretende el Gobierno", exclama François. "En mi opinión está muy claro", responde Lempereur, "tienen mucho miedo de que el Frente Nacional gane las elecciones. Y cualquier imagen de violencia urbana suponemás votos para el Frente Nacional".



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'Sumisión' de Michel Houellebecq



Los atentados de noviembre de 2015 en París, una versión ampliada de los que diezmaron la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo en enero de aquel año, volvieron a poner de actualidad lo narrado por Michel Houellebecq en 'Sumisión', la novela que el más polémico escritor de las letras francesas presentaba precisamente en aquellos días. De hecho, el último número de la publicación llevaba su caricatura en portada dibujada por uno de los asesinados: Stephane Charbonnier, 'Charb'. Houellebecq fue siempre un consumado maestro en lograr que se hable de él pero esta vez la presión mediática se le fue de las manos.

Unos lo ensalzaron como "Casandra" anunciadora de la tragedia que había ensangrentado París, otros lo acusaron por ensalzar la guerra civil con teorías próximas a las del ultraderechista Frente Nacional de Jean Marie LePen. Y él, esta vez, hizo mutis por el foro. Suspendió la promoción, balbuceó que su novela era "sólo ficción" y se esfumó.

Unos lo ensalzaron como "Casandra" anunciadora de la tragedia que había ensangrentado París, otros lo acusaron por ensalzar la guerra civil

François y Lemperur prosiguen la conversación. El primero, el clásico trasunto de sí mismo que Houellebecq suele colar como protagonista en sus novelas, es un apocado profesor de Literatura de la Universidad París III especializado en la obra del antimoderno escritor francés Huysmans. Su interlocutor es otro profesor cuyo papel narrativo es puramente instrumental, sirve para que Houellebecq exponga su tesis a sus lectores por voz interpuesta: los inmigrantes de fe musulmana son cada vez más numerosos y se reproducen a mayor velocidad que los franceses originales. Si queremos pararles los pies antes de que sea demasiado tarde hay que prepararse para desencadenar la guerra civil. Y los únicos con el arrojo suficiente para hacerlo son los llamados "identitarios", para entendernos, los militantes del Frente Nacional.

Las páginas siguientes de 'Sumisión' desplegarán ante el lector cómo el fracaso de la opción 'guerracivilista' entrega el país en manos de Mohamed Ben Abbes, un astuto político musulmán aparentemente moderado que logra engatusar a la izquierda para que vote por él en la segunda vuelta de las presidenciales francesas del año 2022 con el fin de evitar precisamente la victoria del Frente Nacional de Jean Marie Le Pen. Con la victoria cae la máscara: las faldas crecen, las libertades menguan, la sociedad se islamiza rápidamente y el propio François acaba por convertirse a la religión de Mahoma. Su premio: dinero, prerrogativas y poligamia.


https://www.elconfidencial.com/cult...ebecq-serotonina-anagrama-9-de-enero_1703978/
 
Así fueron los libros del 2018, el año sin Nobel
Predominan algunos rasgos, entre ellos, el regreso de autores consolidados y un fuerte peso de temática femenina

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Los debutantes dominaron una parte de las novedades. Tere García
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 11.12.2018 - 05:00ACTUALIZADO11.12.2018 - 21:34

Un año sin Nobel es un año huérfano y el 2018 lo fue. La muerte de Philip Roth y Tom Wolfe supuso un mazazo, pero todavía más el hecho de que, sacudida por los escándalos, la Academia Sueca no concediese el premio más importante de las letras universales. Por si fuera poco, el significativo volumen de novedades desdibujó la presencia de una novela clara que dominara sobre el resto. Se publicaron muchas y casi todas de autores con peso, sin embargo no existió un fenómeno como fue en su momento Patria, de Aramburu, o la Berta isla, de Javier Marías, el año pasado. Lo más cercano a un acontecimiento editorial en esos términos -y con cifras impresionantes- lo alcanzó Manuel Vilas con Ordesa (Alfaguara), un libro de naturaleza autobiográfica que en diez meses vendió 65.000 ejemplares, alcanzó 12 ediciones, ha conseguido siete contratos internacionales y aún preside las mesas de novedades como un reclamo de los libreros. Dos rasgos más marcaron literariamente el año: un fuerte peso de temática femenina –los sellos apuestan por ello- y un predominio de debutantes en los catálogos de los grandes sellos literarios.




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Ordesa, de Manuel Vilas.


Este año también reaparecieron autores de especial peso y visibilidad. Rosa Montero, Julio Llamazares, Marta Sanz, Marcos Giralt Torrente, Jesús Ferrero, Toni Morrison, Nicole Krauss, Jonathan Littell, Hanif Kureishi, Mircea Cartarescu, Joan Didion, George Saunders y J.M Coetzee, quien visitó España para presentarSiete cuentos morales (Penguin Random House), un libro de relatos en el que recupera a su alter-ego Elizabeth Costello y que se ha publicado primero en castellano, antes incluso que cualquier otro idioma. Hay quienes como Arturo Pérez-Reverte hicieron doblete. El escritor publicó, en abril, Los perros duros no bailan (Alfaguara), una novela fulminante y de una belleza muy particular - está protagonizada por perros, en quienes Pérez-Reverte vuelca la tipología de sus héroes escarmentados- y en octubre, Sabotaje (Alfaguara), la novela que de momento deja en trilogía la serie protagonizada por Lorenzo Falcó. Eduardo Mendoza también regresó, esta vez con El rey recibe (Seix Barral), según él “unas no-memorias” o un libro de recuerdos escrito en clave de ficción. La novela forma parte del proyecto Las tres Leyes del Movimiento, una trilogía protagonizada por Rufo Batalla, un trasunto de Mendoza. Tres novelas marcaron la vuelta de autores importantes dentro del mapa literario en español: Agustín Fernández-Mallo, premio Biblioteca Breve con La trilogía de la guerra (Seix Barral), Miguel Ángel Hernández con El dolor de los demás (Anagrama) e Isaac Rosa con Feliz final (Seix Barral).



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Lugares fuera de sitio, de Sergio del Molino.


En el registro No Ficción, el escritor Andrés Trapiello publicó un libro indispensable dentro del repaso literario del año: El Rastro. Historia, teoría y práctica (Destino). En sus páginas Trapiello no se limita a encontrar la aguja en el pajar del histórico mercadillo, sino a tejer con ella un libro hermoso y profundo. En este capítulo de prosa literaria de excepción sobresalen dos libros publicados en el último trimestre del año: el lúcido Lugares fuera de sitio con el que Sergio del Molino ganó el Premio Espasa de Ensayo -y en cuyas páginas levanta una reflexión universal sobre la idea de frontera- y Comimos y bebimos (Libros del Asteroide), un libro elegante en el que Ignacio Peyró adelgaza su prosa hasta dejarla en lo esencial y recorre, mes a mes, los olores y sabores del año. El sello Acantiladopreside el podio de los últimos días de 2018 con Dante, poeta del mundo terrenal, un libro del filólogo y estudioso alemán de la literatura medieval Erich Auerbach, quien analiza la obra más importante del poeta toscano desde la perspectiva medieval.



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Un detalle de la portada del libro de relatos de Lucia Berlin.


Un recorrido por los catálogos de sellos tanto independientes como de los grandes grupos deja de manifiesto que el 2018 fue el año de los libros escritos por mujeres o de temática femenina. Las mujeres dominaron en todos los ámbitos de la ficción, desde el registro del bestsellerrepresentado en Las hijas del capitán (Planeta), de María Dueñas, que se mantiene desde abril entre las listas de los más vendidos, pasando por fenómenos globales como Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes(Destino), de las autoras italianas Elena Favilli y Francesca Cavallo, hasta libros de perfil más literario como Lucia Berlin, de quien Alfaguara publicó Una noche en el paraíso, o La mujer singular y la ciudad (Sexto Piso), las memorias de la norteamericana Vivian Gornik editadas por Sexto Piso y traducidas por Raquel Vicedo.

También destacaron Chica de campo (Errata Naturae), las memorias de la autora irlandesa Edna O’Brien y Hombres (Errata Naturae), de Angelika Schrobsdorff, autora de Tú no eres como las otras madres (Errata Naturae) que en 2016 sobrepasó las ocho ediciones. Dos escritoras dieron de qué hablar en el espectro de la reflexión sociopolítica sobre lo femenino. Una de ellas fue Mary Beard con Mujeres y poder (Crítica), el ensayo en el que la Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales analiza el peso histórico y cultural de las mujeres en las relaciones de poder. La otra es la francesa Virginie Despentes con Teoría King Kong (Literatura Random house) un libro icónico sobre feminismo y género y en el que Despentes habla de su experiencia política y cultural en el cuestionamiento de los valores patriarcales. Aunque su registro es más el del diario o del libro ilustrado que el de la No Ficción, tuvo especial impacto Roedores(Literatura Random House), un libro en el que la ilustradora Paula Bonethabla del aborto espontáneo.



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Prestigio, de Rachel Cusk.


En el capítulo de la ficción, el sello Libros del Asteroide publicó dos libros importantes. Uno, el de la escritora y periodista Llucia RamisLas posesiones, una novela escrita en clave generacional que establece una relación directa entre la pérdida y la madurez. El segundo apareció en el tercer trimestre, cuando la editorial dirigida por Luis Solano publicó Prestigio, la novela que cierra la trilogía de la canadiense Rachel Cusk y de la que forman parte A contraluz (2014) y Tránsito (2016). Estas novelas breves, pero igualmente fulminantes, la han distinguido según la crítica anglosajona como una de las renovadoras de la novela contemporánea. También este año, la escritora Samanta Schweblin sacó su segunda novela, Kentukis (Literatura Random House), que apareció tras la consolidación de la argentina como cuentista y que marca una coordenada más en una cartografía marcada por las voces femeninas en la que destaca también Sara Mesa. Luego de Cicatriz (2015), Premio Ojo Crítico de Narrativa y del volumen de relatos Mala letra (2016), la madrileña regresó con la novela Cara de pan (Anagrama), que en pocas semanas alcanzó los 6.000 ejemplares y se vendió a cuatro idiomas en esta Feria de Frankfurt.



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Una educación (Lumen), de Tara Westover.


Dos títulos publicados en español durante el último trimestre del año se encuentran entre los libros del año de The New York Times y The New Yorker. Los dos son debuts literarios de mujeres jóvenes. El primero es Asimetría (Alfaguara), la primera novela de Lisa Halliday, una historia acerca de los desequilibrios sobre los que se sostienen muchas relaciones sentimentales: edad, s*x*, formación cultural o raza. Ganador del Writing Award 2017, el libro ha acaparado especial atención de la crítica por un elemento que excede lo literario: Lisa Halliday sostuvo una relación sentimental con el escritor Philip Roth en los últimos años de vida del norteamericano. Halliday se juega la carta de autobiografía y crea un trasunto del novelista en uno de sus personajes, Ezra. El otro es Una educación (Lumen), de la norteamericana Tara Westover, un libro que se comporta, al mismo tiempo, como una novela y unas memorias. Cada palabra de estas páginas es un martillazo en el clavo de una tragedia, un alegato a favor de la libertad y la lectura. Es, sin duda, un libro indispensable. El tercer debut, en este caso en español, se lo llevó también una autora. Se trata de Luna Miguel, quien publicó con Lumen su primera novela, Elfuneral de Lolita. Emancipándose de la relojería de Nabokov, Luna Miguel construye una propia contada por la nínfula y en la que silencia al amante.



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Un detalle del diccionario etimológico editador por Rey Naranjo.


El origen de las palabras (Rey Naranjo), un diccionario etimológico ilustrado, que reúne un compendio ampliado de términos reverenciados por el uruguayo Ricardo Soca.

Hay que destacar la edición en castellano que publica Capitán Swing de Palabra por palabra: La vida secreta de los diccionarios, de la lexicógrafa Kory Stamper. Es, en efecto, no sólo una carta de amor a los diccionarios, sino una reflexión sobre cómo pensamos el lenguaje. En Galaxia Gutenberg se publicó en noviembre el primero de los tres volúmenes que ocupará la correspondencia completa que se ha conservado de Kafka, y en la que se incluye, por vez primera en castellano, numerosas cartas del autor a sus familiares, amigos y editores. En la colección Clásicos Radicales, dedicada a recuperar títulos emblemáticos de Taurus, destaca Contra los periodistas, de Karl Kraus (1874-1936), escritor satírico austriaco que también ejerció como periodista y que en este libro dedica un irónico repaso a los periodistas y medios de comunicación.

Aunque uno pertenece a la ficción y otro al ensayo, hay dos libros especialmente pertinentes para estos tiempos euroescépticos. La novela El vendedor de tabaco (Salamandra), de Robert Seethaler y Una lección olvidada (Tusquets), un libro que mezcla la literatura de viajes, el ensayo y el periodismo, y en cuyas páginas Guillermo Altares recorre Europa desde la prehistoria hasta la actualidad: Roma, la pintura de Caravaggio, la batalla del Somme o la Guerra Civil.

Dos libros de un mismo sello merecen también espacio en este resumen. Ambos pertenecen al exquisito sello Fórcola. Uno de ellos es Rossini y España, un recorrido por la relación del compositor italiano con España, y que Fernando Fraga publica en ocasión del 150 aniversario del fallecimiento del autor de El barbero de Sevilla. El segundo es Breve tratado sobre la estupidez humana, de Ricardo Moreno Castillo. La editorial Círculo de Tiza ha publicado A favor o en contra de la bomba atómica, un libro reúne un conjunto de ensayos publicados por Elsa Morante entre 1950 y 1978 y a partir de los cuales es posible recomponer el gran mural de su pensamiento. En la clave compilación, y por el hermoso resultado, es necesario mencionar los cuentos de Gabriel García Márquez ilustrados por Carme Solé Vendrell que publicó Literatura Random House

https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/libros-ano-Nobel_0_1198681054.html
 
Ezra Pound, el poeta milagroso que enfermó de fascismo
Sexto Piso publica por primera vez en España los 'Cantos Completos', un milagro poético del grandísimo poeta que cayó en la enfermedad del fascismo

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Ezra Pound hace el saludo fascista en Nápoles, Italia.

JORDI COROMINAS I JULIÁN
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15/12/2018

Ezra Loomis Pound nunca será carne de camiseta al ser demasiado complejo para caer en las redes de la banalidad contemporánea. Decía que la belleza es complicada y no le faltaba razón. Resulta gracioso imaginarlo parado en los pasos de cebra de algunas ciudades españolas. Hubiera escupido en esos versos grabados en el asfaltoporque su concepción de la poesía no se ajustaba a la banalidad, la tomaba en serio entendiéndola desde una firme voluntad de abarcar todo el universo mediante ese arte antiguo y universal. El sello Sexto Piso reúne ahora en una edición de lujo sus milagrosos 'Cantos'.

Pound nació en Hailey, un pueblucho de Idaho, en 1885. La fecha es significativa porque lo sitúa en la senda de muchos revolucionarios culturales de la primera mitad del siglo XX. Pablo Picasso, Georges Braque, James Joyce, su amigo T.S. Eliot, William Carloa Williams, Ludwig Wittgenstein o Virginia Woolf nacieron durante ese decenio. Cuando llegó 1900 estaban inmersos en la primera edad adulta y ante ellos se abría la muerte de un mundo caduco y la incerteza del futuro, sumido en la esquizofrenia de una velocidad tan atractiva como incomprensible.


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'Cantos' de Ezra Pound



Las artes institucionalizadas agonizaban y el punto y final del Ochocientos ofrecía algunas advertencias. Pound abandonó Estados Unidos en 1905 y pasó los siguientes tres lustros en Londres, donde su sola presencia constituyó un faro irradiador de modernidad. El contexto siempre es determinante. En Francia unos italianos se atrevían a publicar en la cabecera de Le Figaro el 'Manifiesto Futurista', con sus proclamas favorables a la guerra como higiene del mundoy el célebre ardid de quemar los museos para desterrar el pasado ante el esplendor de lo nuevo. El amigo americano no requería por aquel entonces de tanta soflama y golpe de pecho, entre otras cosas porque antes de proclamar su credo sabía de la necesidad imperiosa de comprender lo anterior para traspasar determinados umbrales y volar libres, sin trabas cochambrosas.


Estas eran cartas marcadas de una tradición tan joven que era fácilmente destruible. La poesía anglosajona del último tercio del siglo XIX, con la excepción de Walt Whitman, era una pesadilla simbolizada por los 'Fireside poets', bardos familiares con demasiada tendencia a usar expresiones rebuscadas y añadir palabras sobreras mientras mostraban predilección por los aspectos más amables de la existencia.

Nuestro protagonista era un torbellino con una misión. Las viejas convenciones debían ser enterradas. Su ideario se catapultó a partir de 1912, cuando Harriet Monroe, una antigua crítica del Tribune de Chicago, fundó la revista 'Poetry' y estableció la plataforma perfecta para toda una auténtica generación literaria. En ella Pound mostró a las claras su giro copernicano consistente en la frase compacta y concisa al eliminar todo término superfluo, la objetividad por bandera y una apuesta por componer desde una musicalidad que excluyera la monotonía del metrónomo.



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Ezra Pound


Pound sabía, y la usó cuando así lo consideró oportuno, del efectismo de la rima, pero nunca fue su prioridad, era otro complemento del taller. Además, algo clave para captar su genialidad, se nutría de referentes que nadie más adoptaba como guía. Su predilección por trovadores como Arnaud Daniel o Gudo Cavalcanti entroncaba con su teoría de un lenguaje para cada momento y su época, afilada y siempre más exacta, demandaba liquidar lo libresco, ahorrarse perífrasis e inversiones de la frase y abrazar sin dudas la sencillez como paradigma, como si fuera un verdugo de la retórica victoriana. En realidad, ejecutaba, con las diferencias correspondientes, premisas flaubertianas a las que añadía el embrujo de clásicos como Sexto Propercio o la economía de los ideogramas chinos. Al fin y al cabo, si alguien piensa en una poesía de imágenes deberá remontarse a ese instante. Muchos no lo saben y siguen empecinados en la creencia de la poesía como un etéreo paraíso de inspiración. Sin trabajo, estudio y reflexión el resultado es más breve que un suspiro y la posteridad un papel volcado a la basura.

Italia como sueño y condena
Cuando en 1920 El Reino Unido para recalar en Francia, donde durante un breve periodo compartirá mesa con la flor y la nata de la Generación Perdida, es una brújula metida en todas las salsas. Ha cambiado la forma de escribir de W.B. Yeats. Ha participado junto a Gaudier-Brezska y Wyndham Lewis en la fundación del Vorticismo y eso no ha sido obstáculo para ayudar a un tal James Joyce en la publicación de su 'Retrato del artista adolescente' mientras ha pulido con infinita determinación 'La tierra baldía' de su amigo T.S. Eliot. La dedicatoria inicial de esa obra maestra sintetiza aspectos de una de las colaboraciones más fascinantes de la pasada centuria, pues con la aparición del poemario ambos manifestaban sin ambages la puesta en escena de otra ruta que exhibía las cenizas de un tiempo fenecido tras la Primera Guerra Mundial y la desorientación para con el mañana a través de yuxtaposiciones y metáforas con el marchamo de la inmortalidad al tocar un presente que siempre retorna.



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Ezra Pound


Eliot definió a Pound como un maestro autoritario. Ambos estaban aquejados de dos males polémicos. El primero estriba en la urgencia de tantos literatos estadounidenses que escaparon a Europa encontrar su voz, de Henry James a Francis Scott Fitzgerald. El segundo es político y se enmarca en la enfermedad del fascismo. El Premio Nobel de 1948 simpatizó con la Action Française de Charles Maurras y en su segunda etapa llegó a definirse, tras ser el más rompedor entre los vanguardistas, como monárquico en política y anglicano en religión.

Pound optó por el fascismo como antídoto ante la marea de la contemporaneidad y anhelo de recrear en la dictadura la Atenas de Pericles

Pound optó por el fascismo mussoliniano como antídoto ante la marea mental que le producía la contemporaneidad y el anhelo de ver recreada en la dictadura su sueño de resucitar la Atenas de Pericles o la Florencia Renacentista. Se equivocaba, pero quizá ahí radique su grandeza y la estupidez actual de muchos que lo condenan sin leerlo. Soltó discursos incendiarios desde Radio Roma, departió con el Duce en la sala del Mappamondo del Palazzo Venezia y nunca le retiró su apoyo. En 1943 el Gran Jurado del Distrito de Columbia le acusó de traición, a lo que replicó con una carta en favor de la libertad de expresión recogida en la primera enmienda de la Constitución de la tierra donde dio sus primeros pasos.

En 1945 fue arrestado por partisanos italianos y fue internado por las tropas americanas en un campo de prisioneros en Pisa. Un año más tarde fue declarado mentalmente irresponsable y lo trasladaron al St. Elizabeth’s Hospital de Washington D.C., donde permaneció hasta 1958, cuando volvió a Italia. Se instaló en Venecia, donde moriría en 1972 para cerrar un círculo iniciado en 1908, cuando publicó su primer poemario en la ciudad de los canales.

El monumento de los Cantos
La experiencia carcelaria propició 'Los Pisan Cantos', elegía de dolor y sufrimiento que puede leerse de manera independiente al gran edificio que son sus 'Cantos', milagro poético en el que trabajó desde 1904 hasta 1969. Quería, y consiguió, elaborar una 'Divina Comedia' de su era y equiparse con Dante incluso en la estructura, pero el avanzar de los años hizo que la obra cobrara, como por otra parte es comprensible, un cuerpo propio con múltiples héroes, adaptaciones homéricas, elogios al mediterráneo, conexiones con Confucio, poliglotismo en función del ritmo y una amalgama nada caótica de su concepción histórica plagada de grandes fundadores de todas las latitudes. La paradoja es que siga demonizado cuando sólo cantaba al amor por la Humanidad. Sin duda fue un incomprendido, como por otra parte suele suceder con pioneros inquietos que no dejan domarse por la laxitud del rebaño.



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Ezra Pound en Venecia en 1963


La buena noticia es que Sexto Piso publica por primera vez en España los 'Cantos Completos. Algún lector avezado pondrá esto en tela de juicio porque antes Javier Coy lo intentó para la colección de Letras Universales de Cátedra, pero sólo sacó tres de los cuatro volúmenes previstos, quedándose en el Canto LXXXIV; la de Jan de Jager llega hasta el Canto CIX y recoge la traducción de los cantos italianos y los borradores -un monumento de esta índole nunca puede darse por cerrado- y fragmentos de los cantos CX-CXVII.

Recuperarlo es una victoria de la inteligencia. Iniciativas de este calibre son un bálsamo contra el movimiento que pretende vender la poesía como si fuera un patio de colegio iletrado sin referencias a la tradición y sobredosis de bolsas de chucherías adaptadas a pensamientos positivos, emocionalidad de pacotilla y tantas otras patrañas que prostituyen la belleza, siempre complicada y repleta de aristas porque nunca, y el mismo Pound lo declaró en más de una ocasión, debe encajar en un molde. Descubrir su significado es un reto imposible. Nada más hermoso que el explorador consciente de su fracaso.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-12-15/ezra-pound-cantos-sexto-piso_1706334/
 
Un golpe de poesía para viajar al infierno de la violencia machista
La primera novela de la austriaca Katharina Winkler, ‘Cárdeno adorno’, sorprende por el lenguaje lírico aplicado al duro relato del sometimiento de una mujer por su marido


CARMEN MORÁN BREÑA
Madrid 14 DIC 2018



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Katharina Winkler, en el hotel madrileño 7 islas.





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En el principio fue el hombre. Y todo lo que le rodeaba era de su dominio. Con la misma furia con que domesticaba la naturaleza, sus animales y sus plantas, sometía a las mujeres y los hijos. El hombre era la carne y el honor su religión. Así en el cielo de Dios como en el de Alá. En ese infierno vivió Filiz, primero la niña y después la mujer, protagonista de un reciente libro de la editorial Periférica, Cárdeno adorno, un texto donde la belleza y la vesania se funden hasta dejar al ser humano en el esqueleto de su existencia natural. “Somos rebaño y pastores al mismo tiempo”, es la descripción que hace la protagonista de sus 11 hermanos, criados en un pueblo turco. “Nos cuidamos unos a otros. Nos alimentamos unos a otros y unos a otros nos pegamos en los costados. Madre nos cuida de padre, padre nos cuida de los lobos...”.

Años atrás, la autora, Katharina Wlinker (Viena, 1979), estaba escuchando el relato bíblico de esa joven mujer que cien veces ha tenido la carne amoratada y los huesos rotos a base de palizas. Las dos estaban en una caseta rural de Austria, prácticamente encerradas allí durante una semana, lejos ya del horror que Filiz importó de Turquía. La grabadora gira. Filiz no sabe con certeza qué edad tiene. 12 hermanos, uno tras otro, no dejaban sitio a miramientos. Ella fue la séptima, la que cuidaba de los corderos. Se bañaban en el río, dormían al raso en tiempos de siega, cuando caía la nieve pasaban frío y si el alimento escaseaba, comían menos. Siempre había una hija despojando al padre de su gabán al llegar a casa y otra que se arrodillaba a sus pies, “lava que te lava, borrándole la jornada de la planta” y calzándole con delicadeza las chancletas. Cuando el hombre aparecía por la cocina, el silencio se espesaba hasta ver de qué humor se presentaba la cena. Y estaba el honor, la vida entera era una cuestión de honor. El de un hombre no debía mancillarlo una mujer ni una hija. Antes la muerte. Esa fue la infancia de Filiz en aquel pueblito turco. Venciendo la severidad brutal del padre acabó huyendo de su casa para caer en brazos de un marido torturador.

Denuncia del padre médico

La grabadora sigue girando. Todo lo que registra lo cuenta ahora el libro, donde el verbo se hace poesía. Una infancia rural y primitiva, sazonada de ignorancia y supersticiones para preservar la pureza femenina y entregarla al varón, para siempre y sin rechistar.

El padre de Katharina Winkler era un médico rural en Austria que se vio obligado a denunciar al marido de Filiz por maltrato, pero no fue el médico, sino su mujer, la que descubrió que bajo el niqab de la protagonista negreaban los cardenales. Quizá sirva para eso el niqab.

Katharina tenía 13 años cuando aquella mujer turca llena de golpes se coló en la vida de la familia y en su primer libro, ahora traducido al español tras las versiones en otros idiomas, y que ha convertido en poesía la crueldad que impregnó la vida de Filiz junto a su marido, Yunus. “La poesía era necesaria para que el lector tenga un apoyo en su viaje por el infierno. En la vida no hay abismos absolutos, están la muerte y la belleza a un lado y al otro y no hay lo uno sin lo otro. La poesía es el contrapunto estético a la violencia. La belleza no niega ni se somete a la crueldad”, explica la autora en un hotel de Madrid, en su primer viaje a España para presentar el libro. Con esa prosa poética que no cesa, Winkler habla de un mundo pasado que es común a muchas patrias. Bien podría ser la España rural de finales de principios del siglo XX en un pueblo oscuro, por ejemplo, la Inglaterra de los deshollinadores, el alcoholismo violento de un cosaco. O nuestros días. Es una violencia atemporal. “Cuando uno se sumerge en una historia y en una materia acabas llegando a lo humano, a lo que nos atañe y nos da la posibilidad de crear empatía. Gran parte de nuestros problemas actuales nacen de un déficit de empatía”, sostiene Winkler.

Desubicación temporal
La empatía no distingue épocas ni culturas y hay en este libro una premeditada desubicación temporal que apenas se rompe con algunas referencias al conflicto entre el régimen turco y el partido de los kurdos (PKK). Algo parecido pasa cuando la protagonista sueña con emigrar al paraíso europeo y enfundarse unos vaqueros. En Alemania, donde ahora vive Winkler, hay alrededor de un millón y medio de turcos y casi tres millones de alemanes tienen su origen en ese país. En los años sesenta, Berlín firmó acuerdos con España y con Turquía para atraer mano de obra. Aquel acuerdo de “trabajadores invitados” que habrían de volver a sus países con una mochila cargada de desarrollo concluyó en 1973. Muchos no regresaron.

Winkler no ha querido en ningún momento juzgar los movimientos migratorios, ni las costumbres de unos y otros ni los choques culturales que se hayan podido producir, por ejemplo el terror que experimenta la protagonista cuando aquel médico austriaco le comunica que va a denunciar a su marido por maltrato, aunque la ofrezcan refugio en una casa para maltratadas: “¿Es que no saben que Yunus asalta cualquier casa? ¿Que mata a los niños? ¿Que me mata a mí? ¿Con el cuchillo de la mesa de la cocina? ¿Es que no conoce el mundo? ¿Acaso ignora que el mundo es de Yunus?”, dice una protagonista aterrada ante la sincera ayuda del mundo occidental.

No es solo un descarnado alegato contra la violencia de género lo que muestra este libro, sino la creencia antigua de que la vida con sangre entra. Repasa la violencia general de un mundo de orden bíblico donde el cielo envía o roba cosechas, manda palizas como expulsa hijos de un vientre que no descansa, donde las múltiples formas de crueldad se suceden de día y de noche, como sale el sol o cubre la nieve las estaciones turcas. O de cualquier otro sitio del mundo.

Katharina Winkler escuchó las cintas en las que Filiz había grabado el relato de su vida. Las escuchó hasta meterse en la piel de su protagonista y una vez estuvo cómoda allí empezó a escribir desde dentro. Había algunos detalles del libro que sorprendieron a Filiz porque ni ella misma se los había contado.

UNA VIDA NUEVA, UN IDIOMA NUEVO, UN TERROR ANTIGUO
Filiz tuvo tres hijos con Yunus, Halil, Selin y Seda. La historia de esta familia en Austria no es distinta de la que los periódicos de todo el mundo relatan en estos tiempos de migraciones y penurias. Muy recomendable su lectura para aquellos que hacen del odio al diferente su bandera, su razón de ser o una ideología para esgrimir en una convocatoria electoral. Hay una primera fase en la que los extranjeros sueñan con Europa como un niño en la noche de Reyes Magos. Después viene el choque de culturas, los desprecios, las ayudas que no siempre solucionan la vida, sino que la complican. La familia que está lejos, el idioma que no se entiende. Y de pronto, un año cualquiera, la primavera amanece en la vida de los hijos, que ya no muestran esas dificultades con las que se estrelló la primera generación de emigrantes.

Halil se formó como protésico dental y estudió Biología y Germánicas. Selín cursó Hispánicas e Historia y fue lectora en una universidad española durante un tiempo. Seda es jefa de negociado en un juzgado vienés.

Esos niños también sufrieron maltrato del padre, pero andando el tiempo dejaron de ver “los lobos que vienen volando sobre la loma, uno tras otro... colmillos al aire”. Esos niños pueden ser hoy, merced a este libro, un alegato contra la xenofobia que está agrietando Europa.



https://elpais.com/cultura/2018/12/13/actualidad/1544728969_591686.html
 
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