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10 libros de humor inteligente para superar el final del verano



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Es uno de los momentos más temidos del año, ese en el que los días se van haciendo cada vez más cortos, las vacaciones se terminan y no queda más remedio que volver a la rutina. El verano es esa época en la que hemos aprovechado para ponernos al día con nuestras lecturas, pero la literatura puede ser un extraordinario antídoto contra el tedio del regreso a lo cotidiano. Por eso hemos seleccionado una decena de títulos que pueden hacer que la entrada del otoño en nuestras vidas sea mucho más placentera.

El humor siempre es una gran arma contra la depresión posvacacional. La literatura británica tiene grandes ejemplos de cómo el sentido de la ironía puede convertir una obra en una experiencia desternillante. Para empezar, varios clásicos con aroma british. Piccadilly Jim, una de las mejores obras de ese gigante del humor inteligente que fue P.G. Wodehouse. Otro Jim, esta vez obra de Kingsley Amis, nos ofrecerá grandes ratos de desventuras amorosas en el entorno universitario con Lucky Jim. Otro maestro de la sonrisa sutil de las islas es David Lodge, de quien rescatamos aquí El mundo es un pañuelo. ¡Noticia bomba!, de Evelyn Waugh, es reconocida como una de las obras cumbres de la literatura humorística.Y siempre podemos recurrir a Tom Sharpe y su inimitable Wilt.

Lejos del aroma británico, también hay otros ejemplos de literatura humorística refinada y sutil. El francés Raymond Quenau lo demostró, entre otros títulos, con las Obras completas de Sally Mara, en el que el erotismo y lo que se sugiere más que decirse tiene resultados hilarantes. Un gigante del humor, Groucho Marx, nos dejó en Memorias de un amante sarnoso grandes destellos de su capacidad para hacernos reír a través del absurdo.

Dentro de la literatura nacional, Jardiel Poncela fue un maestro recientemente reivindicado con obras tan iconoclastas como La tournée de Dios. Eduardo Mendoza es otro autor que ha cultivado el género, entre otras con El laberinto de las aceitunas. Y como heredero de la tradición británica, Kiko Amat suele hacer gala de un refinado aguijón humorístico en obras como Cosas que hacen BUM.


Estantería




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ADELANTO EDITORIAL
Biografía de Dios: cómo Yahvé perdió su reino (y el monoteísmo venció)
El estudioso de las religiones Reza Aslan publica 'Dios, una historia humana', su más ambicioso ensayo sobre la historia de la divinidad, del que a continuación adelantamos un capítulo



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AUTOR
REZA ASLAN
Contacta al autor
@rezaaslan
TAGS
RELIGIÓN
JUDAÍSMO
CRISTIANISMO

04/09/2019




En el año 586 a.C., el rey Nabucodonosor II, soberano del poderoso Imperio babilónico y representante en la tierra del dios supremo Marduk, rey de los dioses, abatió las murallas de Jerusalén, saqueó la capital del reino de Israel y redujo a cenizas el templo de los judíos. Miles de sus habitantes fueron pasados a cuchillo, y los pocos que sobrevivieron —sobre todo la élite culta, los sacerdotes, los militares y la realeza— fueron enviados al exilio en un claro intento de acabar con Israel como nación. Y si Israel dejaba de existir, lo mismo le ocurriría a su dios, Yahvé.

[Reza Aslan es estadounidense de origen iraní, miembro de la American Academy of Religion y uno de los más conocidos —y polémicos— estudiosos de la religión. Aquí adelantamos uno de los capítulos de su último ensayo, 'Dios. Una historia humana', editado por Taurus y que llega a las librerías españolas el 5 de septiembre]



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'Dios. Una historia humana'. (Taurus)




En el Oriente Próximo antiguo, una tribu y su dios se consideraban una sola entidad, unidos por un pacto en virtud del cual la tribu cuidaba del dios ofreciéndole culto y sacrificios, y este devolvía el favor protegiéndola de todo daño, ya fueran inundaciones, hambrunas o, en la mayoría de los casos, tribus extranjeras y sus dioses. De hecho, la guerra en el Oriente Próximo antiguo no se consideraba tanto una lucha entre ejércitos como una contienda entre dioses. Los babilonios conquistaron Israel no en el nombre de Nabucodonosor, su rey, sino en el de Marduk, su dios. Creían que este peleaba en el campo de batalla a favor de los babilonios y conforme a la alianza que Marduk había suscrito con Nabucodonosor.



Los israelitas tenían el mismo pacto con su dios. Yahvé era el señor de Israel, y por lo tanto le correspondía a él defenderlos. Las sangrientas batallas entre los israelitas y sus enemigos, que ocupan gran parte de los primeros libros de la Biblia, se presentaban explícitamente como una lucha entre Yahvé y los dioses extranjeros. De hecho, este se encargaba a menudo de planear, dirigir y ejecutar las batallas en nombre de Israel.

«David consultó entonces al Señor: “¿Puedo subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano?”. El Señor respondió: “[…] No subas, haz un rodeo y los alcanzarás frente a las moreras”» (2 Samuel 5, 19-23).

Esta identificación explícita de una tribu con su dios nacional tuvo profundas implicaciones teológicas para los pueblos de la Antigüedad. Cuando Yahvé ayudó a los israelitas a aplastar a los filisteos, demostró que el dios de Israel era más poderoso que el de los filisteos, Dagón. Pero cuando los babilonios destruyeron a los israelitas, la conclusión teológica era que Marduk, el dios de Babilonia, era más poderoso que Yahvé.

Para muchos israelitas, la destrucción de su templo, la Casa de Yahvé, suponía algo más que el fin de sus ambiciones nacionales. Era el fin de su religión. Privados de los ritos y rituales que constituían la base de su devoción religiosa y, por lo tanto, de su propia identidad como pueblo, no tenían más remedio que rendirse a la nueva realidad. Adoptaron nombres babilónicos, estudiaron las escrituras babilónicas y comenzaron a adorar a los dioses babilónicos.

Quizá la destrucción y el exilio de Israel formaran parte del plan divino de Yahvé desde el principio

Pero entre los exiliados había un grupito de reformadores religiosos que, ante la perspectiva inaceptable de reconocer la derrota de Yahvé a manos de Marduk, hallaron una explicación alternativa: quizá la destrucción y el exilio de Israel formaran parte del plan divino de Yahvé desde el principio. Tal vez estaba castigando a los israelitas por creer en Marduk. Quizá Marduk no existía.

Fue precisamente en este momento de angustia espiritual en que el reino de Israel había sido devastado y el templo de Yahvé, derribado y profanado, cuando se forjó una nueva identidad, y con ella una manera completamente nueva de entender lo divino.

Primera aparición
El dios que acabaría llamándose Yahvé hizo su primera aparición, en forma de zarza ardiente, en algún lugar del desierto pedregoso del noreste del Sinaí. «Este es mi nombre para siempre —le dice Yahvé al profeta Moisés—, y así me llamaréis de generación en generación» (Éxodo 3, 15).

Moisés se encuentra en este desierto baldío, dice la Biblia, porque huye de la ira del faraón. Según el libro del Éxodo, los israelitas que, unas pocas generaciones antes, habían seguido a los descendientes del patriarca Abrahán a la tierra de Egipto se habían vuelto tan numerosos y poderosos que fueron despojados de su riqueza y libertad y forzados a la esclavitud. Tan temidos eran en Egipto que el faraón en persona ordenó que ahogaran en el Nilo a todos los israelitas recién nacidos.




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Sin embargo, fuera como fuese, un niño se salvó. Sus padres, descendientes de sacerdotes levitas, lo metieron en una canasta de papiro cuando solo tenía tres meses y dejaron que la corriente lo arrastrara entre los juncos de la orilla del río, donde lo encontró la hija del faraón, que se apiadó del niño, lo llevó consigo y lo crio como a un miembro de la realeza egipcia.

Un día, cuando Moisés ya era mayor, se mezcló entre la gente y presenció el trabajo agotador que se imponía a los israelitas. Vio a un capataz egipcio que golpeaba a un esclavo israelita y, en un arrebato de ira, Moisés mató al egipcio. Temiendo por su vida, huyó de Egipto y buscó refugio en lo que la Biblia llama «la tierra de Madián». Allí conoció a un «sacerdote de Madián» que lo acogió en su hogar y su tribu y le dio a su propia hija, Séfora, en matrimonio.

Pasaron muchos años, durante los cuales Moisés rehízo su vida con su familia madianita en la casa de su suegro el sacerdote. Una tarde, mientras cuidaba del rebaño de este, Moisés lo condujo más allá del desierto, hasta el pie de un lugar sagrado para los madianitas llamado «la montaña de Dios». Allí fue donde se encontró con la deidad misteriosa que se presentó como Yahvé.

Moisés condujo su rebaño más allá del desierto, hasta "la montaña de Dios". Allí, una deidad misteriosa se le presentó como Yahvé

El lugar exacto es imposible de identificar. En el Éxodo parece claro que «la montaña de Dios» está en el noreste del Sinaí. Pero en el Deuteronomio y en otras partes de la Biblia, la montaña donde Moisés se encuentra con Yahvé se halla cerca de Seir, en el sur de Transjordania. Es difícil saber lo que la Biblia quiere decir con «la tierra de Madián». Por lo que sabemos, los madianitas eran un conjunto más o menos unido de individuos de origen no semita que habitaban en el desierto y cuyo centro geográfico estaba en el noroeste de Arabia, y no en la península del Sinaí ni en Transjordania. De hecho, hay tanta confusión y tantas contradicciones en la historia de Moisés —su suegro se llama Reuel en el Éxodo (2, 18), y Jetró al cabo de unos pocos versículos (Éxodo 3, 1)— que a los historiadores les resulta muy difícil verle el sentido.

El problema es que no se han encontrado pruebas arqueológicas de la presencia de israelitas en el antiguo Egipto, lo que resulta sorprendente teniendo en cuenta la compleja burocracia del Estado egipcio durante el Imperio Nuevo (la época en la que se supone se desarrolló la historia de Moisés) y su legendaria afición a anotarlo y archivarlo todo. Además, aunque los egipcios empleaban regularmente esclavos como mano de obra, su papel y posición social variaba en función de su pertenencia a una de las tres categorías siguientes: esclavos capturados en la guerra, esclavos que se habían vendido a sí mismos en pago de una deuda y esclavos que, como una especie de sirvientes contratados, estaban obligados a trabajar para el Estado durante un tiempo determinado.

Los israelitas no encajan en ninguna de esas categorías, por lo que la idea de que Egipto esclavizara a toda la población es difícil de creer. Aún más increíble es el motivo con el que la Biblia justifica su esclavización en masa: que este pueblo de nómadas semitas se hubiera vuelto «más numeroso y fuerte» que los egipcios, que en ese momento eran el imperio más extenso, más rico y militarmente más poderoso que el mundo hubiera conocido (Éxodo 1, 9-10).

Los orígenes de Yahvé son un enigma. El nombreno aparece en ninguna de las listas de dioses del Oriente Próximo antiguo, una omisión rarísima

Pero quizá el elemento más confuso de la historia de Moisés tiene que ver con la deidad que encuentra en el desierto. Los orígenes de Yahvé son un enigma. El nombre no aparece en ninguna de las listas de dioses del Oriente Próximo antiguo, una omisión rarísima teniendo en cuenta los miles de deidades incluidas en estas listas. Sin embargo, hay dos referencias jeroglíficas a Yahvé en Nubia que datan del Imperio Nuevo —una en el templo construido por el padre de Akenatón, Amenhotep III, en el siglo xiv a. e. c., y la otra en un templo construido por Ramsés II en el siglo xiii a. e. c.— y que mencionan algo llamado «la tierra de los nómadas de Yahvé». Aunque existe cierta controversia acerca del lugar exacto de esa tierra, el consenso es que se refiere a la gran región desértica que se extiende justo al sur de Canaán; es decir, «la tierra de Madián».

Por lo tanto, Moisés, que había entroncado por matrimonio con una tribu madianita, se encontró con una deidad madianita (Yahvé) cuando trabajaba para un sacerdote madianita (su suegro) en la tierra de Madián.

Si la historia terminara aquí —y si prescindiéramos de los problemas históricos citados antes— tendría cierta lógica. Pero la historia no termina aquí, porque la primera tarea que el dios madianita encomienda a Moisés es volver a Egipto para liberar a los esclavos israelitas de la servidumbre y llevarlos de vuelta a su patria en el país de Canaán. Dios dijo a Moisés: «Esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros» (Éxodo 3, 15).

Esta afirmación habría sorprendido a Abrahán, Isaac y Jacob, porque lo cierto es que estos patriarcas bíblicos no adoraban a una deidad del desierto madianita llamada
Yahvé, sino a un dios completamente distinto: una deidad cananea que llamaban El.


Dos deidades distintas
Los especialistas en la materia saben desde hace siglos que en la Biblia los israelitas adoran a dos deidades distintas, cada una con un nombre diferente, unos orígenes diferentes y unos rasgos diferentes. El Pentateuco —los cinco primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio)— en realidad es un cosido de varias fuentes que se llevó a cabo a lo largo de cientos de años. Si nos fijamos bien, de vez en cuando podemos ver las costuras en el lugar donde se juntan dos o más tradiciones distintas. Existen, por ejemplo, dos relatos de la creación independientes, escritos por dos manos diferentes: en el capítulo 1 del Génesis, Dios crea al hombre y a la mujer juntos y al mismo tiempo, mientras que en el capítulo 2, encontramos la historia mucho más popular de Adán y Eva, en la que Eva sale de la costilla de Adán. También existen dos relatos distintos del diluvio, aunque a diferencia de los dos de la creación, se entrelazan en una historia única, si bien contradictoria, en la que el diluvio dura cuarenta días (Génesis 7, 17) o ciento cincuenta (Génesis 7, 24); los animales se suben en el arca en grupos de siete parejas de machos y hembras (Génesis 7, 2) o solo una pareja de cada (Génesis 6, 19); y el diluvio comienza siete días después de que Noé entre al arca (Génesis 7, 10) o inmediatamente después de que se embarque con su familia (Génesis , 11-13).



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Siguiendo con cuidado cada uno de estos hilos narrativos independientes, los biblistas han logrado identificar por lo menos cuatro fuentes escritas distintas que conforman la mayor parte de los primeros libros de la Biblia. Las han denominado tradición yahvista, o J (en la que la j se pronuncia a la alemana, como una y), que data del siglo X o IX a. e. c. y recorre una gran parte del Génesis, el Éxodo y Números; la tradición elohísta, o E, que data del siglo VIII o VII a. e. c. y se limita sobre todo al Génesis y partes del Éxodo; la tradición sacerdotal, o P, que se escribió durante o justo después del cautiverio de Babilonia en el 586 a. e. c. y es básicamente una reelaboración del material de J y E; y al final, la tradición deuteronomista, o D, que se extiende desde el libro del Deuteronomio hasta los libros primero y segundo de Reyes y que puede datar de entre los siglos VII y V a. e. c.

Dios tiende a revelarse en visiones y sueños, a diferencia del material yahvista, que lo retrata de maneras misteriosamente antropomórficas

Existen numerosas diferencias entre estas fuentes. Por ejemplo, el material elohísta, que es probable que fuese escrito por un sacerdote del norte de Israel, se refiere al Sinaí como el monte Horeb (Éxodo 3, 1) y llama a los cananeos «amorreos». En estos pasajes, Dios tiende a revelarse sobre todo en visiones y sueños, a diferencia del material yahvista, más centrado en el sur, que a menudo retrata a Dios de maneras misteriosamente antropomórficas: crea el mundo mediante el ensayo y error, y al principio se olvida de hacerle una pareja a Adán (Génesis 2, 18); pasea por el Jardín del Edén, disfrutando de la brisa de la tarde (Génesis 3, 8); y en un momento dado, pierde de vista a sus criaturas, Adán y Eva, a los que no consigue encontrar cuando se esconden entre los árboles; «¿Dónde estás?», llama Yahvé a Adán al atardecer (Génesis 3, 9).

Sin embargo, la principal diferencia entre las tradiciones yahvista y elohísta del Pentateuco es que a Dios se le llama con un nombre distinto en cada una. El dios elohísta es El o Elohim (la forma plural de El), que en la mayoría de las versiones españolas de la Biblia se traduce por «Dios», con D mayúscula: «Después de estos sucesos, Dios [Elohim] puso a prueba a Abrahán» (Génesis 22, 1). En cambio, el dios de la tradición yahvista se llama Yahvé, que en español se suele traducir como «el Señor», con S mayúscula: «El Señor le dijo: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto”» (Éxodo 3, 7). La tradición sacerdotal, más tardía, suele vacilar entre los dos nombres, Yahvé y Elohim, en un visible intento de unir dos dioses distintos en uno solo.

Aunque el material yahvista es unos cien años más antiguo que el elohísta, la tradición elohísta representa una deidad más antigua. De hecho, aunque no sabemos casi nada sobre los orígenes de Yahvé salvo que probablemente era un dios madianita, El es una de las deidades más conocidas y mejor documentadas del Oriente Próximo antiguo.

Aunque no sabemos casi nada sobre los orígenes de Yahvé, El es una de las deidades mejor documentadas del Oriente Próximo antiguo

El era una deidad apacible, distante y paternal, representada de manera tradicional como un rey barbudo o en forma de toro o ternero, y dios supremo de Canaán. También se le designaba como el Hacedor de todas las Criaturas y el Anciano de los Días, era uno de los principales dioses de la fertilidad del país. Pero su papel principal era el de rey celestial que actuaba como padre y protector de los reyes terrenales de Canaán. Sentado en su trono celeste, El presidía la asamblea de los dioses cananeos, en la que figuraban Asera, la diosa madre y consorte de El; Baal, el joven dios de la tormenta, cuyo epíteto era el de Jinete de las Nubes; Anat, la deidad guerrera; Astarté, también llamada Ishtar; y multitud de divinidades inferiores.

El también fue, sin duda, el dios original de Israel. De hecho, la misma palabra «Israel» significa «El persevera».

Los primeros israelitas adoraban a El con muchos nombres: El Shaddai o El de las Montañas (Génesis 17, 1); El Olam o El Eterno (Génesis 21, 33); El Roy o El que ve
(Génesis 16, 13); y El Elyon o El Altísimo (Génesis 14, 18-24), entre otros. Y si bien puede parecer incongruente que los israelitas que vivían en Canaán adoptaran como propio y con tanto entusiasmo un dios cananeo, lo cierto es que la influencia de la teología de Canaán es muy profunda en la Biblia; tan profunda, de hecho, que no siempre es tan fácil trazar una clara distinción étnica, cultural o incluso religiosa entre los cananeos y los israelitas; desde luego, no por lo que se refiere a los inicios de la historia de Israel (c. 1200-1000 a. e. c.).

Un falso monoteísmo
La idea tradicional que suele tenerse de los israelitas es que eran monoteístas estrictos, consagrados al único Dios del universo, rodeados por todos lados por los cananeos politeístas y sus falsos dioses. Esta visión no soporta el análisis histórico y arqueológico. Para empezar, no había un solo grupo llamado «los cananeos»; el término es uno genérico para designar las diversas tribus que habitaban las tierras altas, los valles y las regiones costeras de Canaán (el extremo sureste del Mediterráneo, que abarca partes de la actual Siria, Líbano, Jordania e Israel-Palestina). Eso hace casi imposible distinguir claramente la cultura israelita, con independencia de cómo se defina, de entre el conjunto de la cultura cananea. Muchos expertos creen hoy que los israelitas eran de Canaán, parte de un clan que vivía en las montañas y que se fue apartando del grupo principal de las tribus de la región, expresando una identidad distinta que, sin embargo, permanecía enraizada en la cultura y religión cananeas. Ambos grupos estaban formados por pueblos semíticos occidentales que hablaban un idioma parecido, compartían una escritura parecida y celebraban ritos y rituales parecidos. Incluso empleaban la misma terminología religiosa para sus ceremonias y sacrificios, lo que propició docenas de préstamos lingüísticos del cananeo al idioma hebreo, la mayoría relacionados con asuntos religiosos.

Y, por supuesto, compartían el mismo dios: El.

En realidad, quizá sea más exacto decir que los israelitas y los cananeos compartían los mismos dioses, porque los primeros israelitas no podían considerarse monoteístas de ninguna manera. En el mejor de los casos, practicaban la monolatría, es decir, adoraban a un solo dios, El, sin negar necesariamente la existencia de las demás deidades del panteón cananeo. De hecho, los israelitas de vez en cuando también adoraban a esos otros dioses, sobre todo a Baal y Asera y, en menor grado, a Anat. Y aunque la Biblia está repleta de pasajes, en su mayoría compuestos por la tradición sacerdotal posterior, que condenan la adoración de todos esos otros dioses, esas condenas solo pruebanque estos eran en efecto adorados por los israelitas, de forma regular y, como indica su presencia en el templo de Jerusalén, también oficial. El rey Saúl, el primer monarca de Israel, incluso dio a dos de sus hijos el nombre del dios Baal —Esbaal y Meribaal—, además del hijo al que dio un nombre derivado de Yahvé: Yehonatan o Jonatán.

Los primeros israelitas no podían considerarse monoteístas de ninguna manera. En el mejor de los casos, practicaban la monolatría

Todo esto significa que los primeros israelitas probablemente veían a su dios El más o menos igual que los cananeos: como la deidad principal que preside la asamblea divina de dioses inferiores, al igual que Enlil, o Amón-Ra, o Marduk, o Zeus, o cualquier otro dios supremo. Reconocían, y a veces incluso veneraban, a las otras deidades del panteón cananeo. Pero se mantenían fieles al dios al que debían su propio nombre: El.

Fue con este mismo El con quien el patriarca Abrahán, que vivió la mayor parte de su vida en la tierra de Canaán y que estaba impregnado de su cultura y su religión (si es
que no era cananeo), estableció una alianza a cambio de una promesa de fertilidad —que, en el fondo, era una de las principales funciones de El—: «Yo soy Dios todopoderoso [El Shaddai], camina en mi presencia y sé perfecto. […] Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti» (Génesis 17, 1-6).

Fue El quien pidió a Abrahán que sacrificara a su hijo, Isaac, como prueba de su lealtad y fe; quien renovó la alianza con el hijo de este, Jacob: «Ya no se te llamará Jacob; tu nombre será Israel» (Génesis 35, 10). Y fue en nombre de este mismo El, el «Dios [El] de tu padre» (Génesis 49, 25), cuando Jacob le transmitió la alianza a su propio hijo, José, quien, según nos dice la Biblia, fue el primero de los israelitas que abandonaron Canaán y se establecieron en Egipto, donde generaciones más tarde sus descendientes entrarían en contacto con un dios madianita hasta entonces desconocido y que se hacía llamar Yahvé. De hecho, la historia de cómo el monoteísmo —después de siglos de fracasos y rechazo— arraigó de forma definitiva y permanente en la espiritualidad humana comienza con la historia de cómo el dios de Abrahán, El, y el dios de Moisés, Yahvé, se fusionaron gradualmente para convertirse en una sola divinidad singular que hoy llamamos Dios.

Dudas israelitas
Después de ese primer encuentro con Yahvé en el desierto, Moisés regresó a Egipto con un mensaje para los israelitas: el dios de sus antepasados, Abrahán, Isaac, Jacob y José, había escuchado su clamor y pronto los liberaría de la esclavitud. Pero los israelitas no conocían la deidad de Moisés. Incluso después de que este demotrase el poder de su dios y los convenciera de que volvieran con él a «la tierra de Madián» —es decir, «la tierra de los nómadas de Yahvé», donde se supone que acamparon los israelitas tras huir de Egipto—, seguían demostrando escasa lealtad a ese dios desconocido. Mientras Moisés estaba en lo alto de «la montaña de Dios» para recibir una nueva alianza de Yahvé (los Diez Mandamientos) destinada a sustituir la alianza de Abrahán con El, los israelitas ya habían vuelto a adorar al dios de Abrahán después de hacerse un ídolo en forma de un becerro de oro, el principal símbolo de El.

El autor de la tradición P, que escribe siglos después de los hechos, intenta reconciliar el conflicto entre estas dos corrientes independientes en los inicios de la religión israelita haciendo que el dios de Moisés declare explícitamente: «Yo soy el Señor [Yahvé]. Me aparecí a Abrahán, Isaac y Jacob como “Dios todopoderoso” [El Shaddai], pero no les di a conocer mi nombre: “El Señor”» (Éxodo 6, 2-3). Sin embargo, esta afirmación solo pone de relieve el hecho de que los patriarcas de Israel, en cuya memoria habla Yahvé, no sabían quién era este.

La reconciliación entre Yahvé y El acabaría produciéndose en Israel, aunque es más accidentada de lo que sugiere la tradición

La reconciliación entre Yahvé y El acabaría produciéndose en Israel, aunque la historia de esa reconciliación es algo más accidentada de lo que sugiere la tradición P. Al parecer, la devoción a Yahvé entró en la tierra de Canaán desde el sur, donde se centró durante gran parte de su existencia. En las regiones del norte, los israelitas que habían estado viviendo en esa tierra durante generaciones adoraban a El como dios supremo, mientras que también reconocían, y en ocasiones rendían culto, a los otros dioses de Canaán. No era tan difícil, por lo tanto, que se limitaran a agregar a Yahvé a la lista; aunque, según demuestra la Biblia, fue un proceso lento y gradual, como podemos vislumbrar en el cántico de Moisés del Deuteronomio:

Cuando el Altísimo [Elyon] daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los dioses,
la porción del Señor [Yahvé] fue su pueblo.

Deuteronomio 32, 8-9

Este pasaje extraordinario no solo confirma que los israelitas reconocían a otros dioses, aunque bajo la égida de El, sino que presenta claramente a Yahvé como uno de esos dioses y afirma que cada divinidad recibió como «porción» su propia nación, y que la que le correspondió a Yahvé fue la de Israel.

Cuando la nación de Israel se convirtió en el reino de Israel alrededor de 1050 a. e. c., la combinación de Yahvé y El se reforzó. Incluso sus nombres se fusionaron a veces como Yahvé-El o Yahvé-Elohim, que en la mayoría de las versiones de la Biblia se traduce por «el Señor Dios»: «Hijo mío, da gloria al Señor, Dios [Yahvé-Elohim] de Israel, y ríndele alabanza; confiésame lo que has hecho, no me lo ocultes» (Josué 7, 19).

La consolidación de Israel como reino fue una respuesta a las amenazas crecientes de las tribus vecinas. Para preservar su independencia y mantener su viabilidad, Israel centralizó el poder, y de una tribu teocrática gobernada por profetas y jueces pasó a ser una monarquía gobernada por reyes. Y como sucedió en Babilonia, Asiria, Egipto y en otros lugares, al cambiar la naturaleza del gobierno de los hombres en la tierra, cambió en consonancia el gobierno de los dioses del cielo; en una palabra, politicomorfismo.

La monarquía incipiente de Israel necesitaba una deidad nacional: un rey divino que reflejara la autoridad del rey terrenal

La monarquía incipiente de Israel necesitaba una deidad nacional: un rey divino que reflejara la autoridad del rey terrenal. Teniendo en cuenta que la capital de este reino, Jerusalén, estaba ubicada en Judá, en el sur, era natural que Yahvé —que a estas alturas ya se había convertido en Yahvé-El— acabara desempeñando ese papel. Así, la divinidad del desierto adorada por los nómadas del Sinaí fue elevada a la cima del panteón israelita como rey del cielo y gobernante de todos los demás dioses. «El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo» (Salmo 103, 19).

En esencia, Yahvé se convirtió en el dios patrono de los reyes de Israel. Se erigió un templo en su honor en Jerusalén, donde se ubicó a la nueva deidad nacional en la forma del Arca de la Alianza; la alianza de Moisés, claro. Con el patrocinio de la monarquía de Israel, el culto a Yahvé se convirtió en un conjunto estructurado de sacrificios rituales, narraciones míticas y plegarias melódicas que seguía el modelo común de culto tribal que se extendía por todo el Oriente Próximo antiguo.

Al igual que Marduk, Ashur, Amón-Ra y todos los demás dioses supremos, cuanto más alto ascendía Yahvé en el panteón de Israel, más cualidades y atributos absorbía de los otros dioses. Así pues, vemos a Yahvé en los Salmos —el principal vehículo de propaganda real de la Biblia— asumiendo el papel de El como rey de los cielos, sentado en su trono y rodeado por una hueste celestial en una asamblea divina, como hacía este.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
Dios es temible en el consejo de los santos,
es grande y terrible para toda su corte.

Salmo 89, 6-8; véanse también los Salmos 82, 97 y 99

Yahvé comenzó a encarnar la imagen del dios de la tormenta Baal, el Jinete de las Nubes: «Las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento» (Salmo 104, 3). «Tú domeñas la soberbia del mar —canta el salmista— y amansas la hinchazón del oleaje» (Salmo 89, 9).

Yahvé incluso asumió los rasgos femeninos de la diosa Asera, en concreto sus características maternales, nutritivas, como cuando Yahvé grita «como parturienta» (Isaías 42, 14). «Escuchadme, casa de Jacob, resto de la casa de Israel —dice Yahvé— con quienes cargué desde el seno materno, a quienes llevé desde las entrañas» (Isaías 46, 3).

El mejor dios
Sin embargo, incluso en este punto de convergencia en la historia de Israel, con Yahvé en pleno auge, los israelitas no negaban la existencia de otras divinidades. Si bien tenemos indicios de la presencia de una secta de adoradores de Yahvé monoteístas en Jerusalén, la monarquía no fomentaba ni desalentaba el culto a otros dioses; se limitaba a centrarse en el culto al dios nacional. Como escribió el famoso biblista Morton Smith, «el atributo del dios de Israel [Yahvé] era el mismo que el del dios principal de cualquier pueblo del Oriente Próximo antiguo […] ser más grande que los dioses de sus vecinos».

«¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas?» (Éxodo 15, 11).

Una vez más, esto no es monoteísmo. En el mejor de los casos, es monolatría, aunque incluso esa etiqueta se queda corta cuando uno piensa en lo bien que estaban integradas las otras divinidades en el culto israelita. Como a la mayoría de los antiguos, a los israelitas les costaba ver a Yahvé como el único dios del universo. Creían que Yahvé era simplemente el mejor dios del universo, «porque tú eres, Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses» (Salmo 97, 9). Lo consideraban el rey y señor de los otros dioses, el dios supremo, el dios más fuerte: el dios de los dioses.

Marduk derrotó a Yahvé y expulsó al dios de Israel de su trono celestial, y con ello preparó el terreno para una nueva forma de pensar

Y un día apareció un dios más fuerte, Marduk, y derrotó a Yahvé y expulsó al dios de Israel de su trono celestial, y con ello preparó el terreno para una nueva forma de pensar, no solo en Yahvé, sino en la naturaleza misma del universo. Porque solo en este punto de la historia de Israel —cuando los israelitas fueron expulsados de la tierra que su dios les había prometido y se diseminaron por el Oriente Próximo— comenzamos a ver las primeras expresiones de un monoteísmo inequívoco en toda la Biblia: «Esto dice el Señor, rey de Israel, su libertador […]: “Yo soy el primero y yo soy el último, fuera de mí no hay dios”» (Isaías 44, 6).

La introducción del monoteísmo entre los judíos fue, en otras palabras, un mecanismo para racionalizar la derrota catastrófica de Israel a manos de los babilonios. La crisis de identidad planteada por el cautiverio de Babilonia obligó a los israelitas a reexaminar su historia sagrada y reinterpretar su ideología religiosa. La disonancia cognitiva creada por el cautiverio exigía la creación de un marco religioso dramático, hasta entonces inmanejable, para dar sentido a la experiencia. Ideas teológicas anteriores que habían sido difíciles de aceptar —¿puede un mismo dios ser responsable del bien y del mal?; ¿puede un mismo dios asumir todos nuestros atributos humanos a la vez?— de pronto se volvieron más tolerables. Si una tribu y su dios eran en verdad una entidad, lo que significa que la derrota de uno marcaba la desaparición del otro, entonces para estos reformadores monoteístas que sufrían el cautiverio en Babilonia era mejor idear un solo dios vengativo y lleno de contradicciones que abandonarlo, y con él, su identidad como pueblo. Y así, todos los argumentos históricos en contra de la creencia en un solo dios desaparecieron barridos por el abrumador afán de supervivencia de esta pequeña e insignificante tribu semítica. «Yo soy el Señor y no hay otro, el que forma la luz y crea las tinieblas; yo construyo la paz y creo la desgracia. Yo, el Señor, realizo todo esto» (Isaías 45, 6-7).

Todos los argumentos en contra de la creencia en un solo dios desaparecieron por el afán de supervivencia de una insignificante tribu semítica

Este es el nacimiento del judaísmo tal como lo conocemos: no en la alianza con Abrahán, ni en el éxodo de Egipto, sino entre las cenizas humeantes de un templo arrasado y la negativa de un pueblo derrotado a aceptar la posibilidad de que su dios hubiera sido también derrotado. La misma profesión de fe del judaísmo, el Shemá («Escucha, Israel, Yahvé es nuestro dios, Yahvé es uno»), fue compuesto después de este momento de transformación en la historia de Israel, al igual que la mayor parte de lo que hoy conocemos como la Biblia hebrea o el Antiguo Testamento. Incluso el material bíblico compuesto antes del cautiverio, es decir, las tradiciones yahvista y elohísta, fue reelaborado y reescrito por los autores de las tradiciones sacerdotal y deuteronomistadespués del cautiverio de Babilonia para reflejar esta visión recién descubierta de un solo Dios.

El Dios que aparece tras el fin del cautiverio de Babilonia no es la divinidad abstracta que había adorado Akenatón. No es el espíritu vital puro que imaginó Zaratustra.
No es la sustancia informe del universo descrita por los filósofos griegos. Era un nuevo tipo de Dios, singular y personal a la vez. Un Dios solitario sin forma humana que
sin embargo creó a los humanos a su imagen. Un Dios eterno e indivisible que exhibía toda la gama de emociones y cualidades humanas, buenas y malas.

Es un acontecimiento extraordinario en la historia de las religiones, fruto de una evolución de cientos de miles de años y que se vería anulado al cabo de apenas quinientos por una secta advenediza de judíos apocalípticos que se autodenominaban cristianos.


https://www.elconfidencial.com/cult...-una-historia-humana-biblia-religion_2206871/


 
UNO DE LOS ENSAYOS DE LA DÉCADA
Amnésicos: quizás eres culpable de lo que le ocurre a Europa y lo has olvidado
La periodista Géraldine Schwarz es sensacional por hilvanar la trayectoria de los miembros de su clan con la Historia con h mayúscula, una historia de oportunismo, horror y desmemoria



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Los amnésicos



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JORDI COROMINAS I JULIÁN
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ENSAYO
SIGLO XX
HOLOCAUSTO
EXTREMA DERECHA
ANGELA MERKEL
TERRORISMO


09/09/2019



El domingo 1 de septiembre de 2019 se cumplieron 80 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Durante la conmemoración del aniversario Frank Walter Steinmeier, presidente de Alemania, pidió perdón a las víctimas del ataque germánico a Wielun mientras calificaba la acción como un acto terrorista a no repetir jamás. Por la tarde los nubarrones se despejaron sólo un poco con los resultados electorales en dos Estados del Este teutón, reunificado al resto de la locomotora europea el 3 de octubre de 1990. En Brandemburgo, el Partido Socialdemócrata obtuvo la victoria con el 26,5% de las papeletas, mientras en Sajonia el triunfo correspondió al CDU con un 33% de respaldo. La suerte del escrutinio sirvió a cierta prensa para titular cómo los partidos tradicionales habían impedido el ascenso de la extrema derecha, pero si se analizan sus porcentajes es fácil desmentirlo. La AfD obtuvo en Brandemburgo el 24% de los sufragios y en Sajonia un nada desdeñable 28,1% de los mismos.

Solemos asociar este ascenso el apogeo de la oleada de inmigrantes provenientes de distintas latitudes orientales. Angela Merkel calificó ese flujo histórico como una gran oportunidad para el país, quizá por ser muy consciente de la Historia pasada, cuando 1945 devino un escalofriante año cero con millones de alemanes medio perdidos por el centro del Viejo Mundo a la espera de ser acogidos para remediar su inmensa tragedia entre expulsiones de sus sitios ancestrales, deambulares de impotencia y caos tras la Rendición incondicional.

La amnesia no os hará libres
La cuestión migratoria ha sido tratada estos últimos años con escasas menciones al pasado compartido europeo en materia de huidas y éxodos, con la primera mitad del siglo XX como colofón para muchas naciones, entre ellas España, donde la cifra de republicanos encaminados a duras penas hacia los Pirineos rebasó el medio millón en el dramático invierno de 1939, aunque en Francia se dieron números similares con la invasión nazi durante la primavera de 1940. Nadie duda de cómo una de las grandes problemáticas de nuestro tiempo ayuda a situar el ascenso de fuerzas ultras en todo el panorama continental. Lo sorprendente es ese olvido sobre hechos pretéritos, como si nunca nuestros territorios hubieran sido lugar de paso para múltiples civilizaciones.

La cuestión migratoria ha sido tratada estos últimos años con escasas menciones al pasado compartido europeo en materia de huidas y éxodos
Dentro de los guardianes del recuerdo suele discutirse cuál es el instante fundacional para reivindicar políticas de memoria histórica para dar a la ciudadanía una visión de los acontecimientos cívica y con un contenido objetivo reacio a la manipulación. Llegados a estas alturas es bien sabido cómo en muchos países de nuestro entorno esta apuesta sigue siendo fallida al ser la clase dirigente quien ha optado por enarbolar el dichoso relato sin considerar ni siquiera una pizca al cuerpo de historiadores, hombres y mujeres preparados para esa misión y desdeñados por no adaptarse a las proclamas de mandamases empeñados en tergiversar lo acaecido desde el populismo más descerebrado, aunque quizá aquí sobre el adjetivo por motivos obvios.

Podrían pensar en Cataluña, Inglaterra, Italia, Rusia, Hungría y muchos otros protagonistas de radical actualidad. No errarían su tiro, aunque estos mecanismos no son contemporáneos, se han empleado desde siempre y conducen a sendas irresueltas por actitudes atribuibles a todos y cada uno de nosotros.

Cuando los funcionarios eran Dios
Hubo un momento no muy lejano donde los funcionarios eran Dios. En ellos reside buena parte de la clave interpretativa de 'Los amnésicos' (Tusquets), sin duda uno de los ensayos de la década. Su autora, Géraldine Schwarz, tiene la fortuna de ser hija de padre alemán y madre francesa, con su núcleo familiar condensando demasiadas tensiones y preguntas como para no buscar respuestas en la edad adulta.



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'Los amnésicos'. (Tusquets)




El libro de la periodista residente en Berlín es sensacional por hilvanar la trayectoria de los miembros de su clan con la Historia con h mayúscula al estar conectadas sin solución de continuidad, de ahí su clarísima condena a todos aquellos que se dejan llevar, los Mitlaüfer, oportunistas de primera escudados bajo un falso apoliticismo para sacar réditos de cualquier situación, y si no tienen el placer de identificarlos, son camaleónicos y se adaptan a las circunstancias con pasmosa facilidad, pueden visionarlos en 'La caída de los Dioses' de Luchino Visconti o leerlos, así a bote pronto, en 'Il conformista' de Alberto Moravia, trasladado a la gran pantalla por Bernardo Bertolucci.

Como empecé con los servidores del Estado proseguiré con las razones de su trascendencia. Al terminar la Segunda Guerra Mundial los aliados quisieron emprender un proceso de desnazificación para educar al pueblo alemán sobre lo sucedido durante el Tercer Reich, con especial hincapié en aspectos ideológicos además de las famosas visitas a los campos de concentración por eso de no sabíamos nada, no podíamos imaginarnos algo tan terrible. No debieron durar mucho esos recorridos infernales, pues hasta mediados de los años setenta, y la culpa fue de una serie televisiva estadounidense, siquiera conocían el significado del vocablo Holocausto.

En otro filme norteamericano, 'El buen alemán', de Steven Soderbergh, contemplamos pasillos infinitos con estanterías repletas de archivos para apuntalar el proceso de librar a la sociedad de la posguerra del virus hitleriano. Al final todo quedó en agua de borrajas ante el nuevo contexto internacional y la voluntad de los aliados occidentales de generar en sus tres sectores de ocupación la República Federal Alemana para integrarla en el hemisferio occidental de la Guerra Fría.

Adenauer no pestañeó en dar cargos a viejos asesinos como Oberlaender, quien mató con sus propias manos a judíos en el Frente Oriental

Y para ello eran imprescindibles aquellos a sueldo del Estado por su experiencia en el funcionamiento de la gran maquinaria. Adenauer quedaba maravilloso en la cúspide por su expediente contrario al nazismo, pero el Canciller no pestañeó en dar cargos a viejos asesinos como Theodor Oberlaender, quien además de matar con sus propias manos a judíos en el Frente Oriental también coordinó ejecuciones atentatorias contra el derecho internacional entre 1941 y 1942, sin que ello fuera impedimento para ser ministro de Expulsados, Fugitivos y Damnificados de Guerra entre 1953 y 1960.

El caso alemán centra un trecho esencial del volumen escrito por Géraldine Schwarz, quien poco a poco desmonta toda la suciedad en esas estanterías. En 1956 SS y Campos de concentración no aparecían en diccionarios de Historia. En los años sesenta debieron ser los jóvenes del baby boom quienes acusaran esa continuidad entre dictadura y democracia tras la designación como Canciller de Kurt Georg Kiesinger, con su currículum manchado al haberse afiliado al NSDAP incluso antes del estallido bélico.

¿Quién escribe la Historia?
Los habitantes de la RFA no se torturaban con los crímenes cometidos por las tropas, sino en torno al por qué no volvieron victoriosas. Esa era la gran duda. En Italia ni siquiera se la plantearon y propusieron un borrón y cuento nueva pertrechado a partir de dos fechas. El 25 de abril y el 2 de junio quedarían como jornadas nacionales. La primera por ilustrar la Liberación del norte desde los partisanos, mientras la segunda remite a la fecha del referéndum de 1946, cuando se dirimió si la Bota sería Monarquía o República. La derrota de los Saboya en el plebiscito se unía a otra imagen redentora, la de Mussolinicolgado como San Pedro en una gasolinera milanesa junto a su amante Clara Pettacci el 28 de abril de 1945, dos días antes del su***dio de Adolf Hitler.

Todos estos componentes hicieron de Italia un país donde carecía de sentido una pedagogía de la memoria. A diferencia de otros países se mantuvieron los edificios muchos edificios del régimen fascista y, si bien la Constitución se redactó pensando en impedir la resurrección del monstruo, hasta los gobiernos de la Democracia Cristiana reactivaron algunas de sus reformas urbanísticas. Por lo demás en clase nunca se llegaba al fascismo, y lo mismo sucedía en Alemania con el nazismo o en Austria con el Anschluss de 1938, eximente de toda culpabilidad por ser otros los causantes de tanta muerte y destrucción.

En Italia en clase nunca se llegaba al fascismo y lo mismo sucedía en Alemania con el nazismo o en Austria con el Anschluss de 1938

En todos estos países el silencio se rompió mediante la cultura o la presión de la sociedad civil, con el caso alemán como paradigma después de la Reunificación, cuando se han emprendido medidas de altísimo calibre desde el debate sin imposiciones al juzgar que la memoria es una misión que concierne a toda la ciudadanía y no puede ser impuesta desde la jerarquía, y esa es la crítica de Géraldine Schwarz a Francia en este sentido, pues la República emanará una serie de valores muy positivos, pero no deja de ser en su aire una construcción con ciertos rudimentos monárquicos desde lo piramidal de todas sus estructuras, empezando por la Presidencia.

En Francia se hicieron oídos sordos a Marcel Aymé con su 'El camino de los escolares' y no se suscitó una discusión pública hasta la 'Trilogía de la Ocupación' de Patrick Modiano, quien asimismo coescribió el guion del filme 'Lacombe Lucien', de Louis Malle, imprescindible para mover el árbol en consonancia con 'La tristeza y la piedad' de Marcel Öphuls, estrenada en 1981 tras ser vetada por la censura un decenio antes, y no fue hasta 1995 cuando el estado francés admitió el colaboracionismo. Hasta entonces Mitterrand, de quien podríamos escribir muchos artículos, se contentaba con afirmar eso de "La France n’est pas Vichy".

El miedo al olvido
Como no les interesa casi nadie en Italia habrá leído 'Gli uomini di Mussolini', de Davide Conti, donde analiza la impunidad de los fascistas responsables de crímenes de guerra. Como después de la misma el anticomunismo cotizaba al alza ocuparon altos cargos en ministerios, comisarías y cuerpos del ejército.

En ''Mi lucha Adolf Hitler dejó escrito lo siguiente: “La capacidad de absorción de las masas es muy limitada y la comprensión, reducida; pero, en contrapartida, su capacidad de olvidar es muy grande. Sobre la base de estos hechos, una propaganda eficaz debe limitarse a muy pocos puntos, a repetir a la manera de un eslogan hasta que todos estén convencidos de haber querido siempre esto y no otra cosa.”

¿Les suena? Goebbels afinó más el párrafo con sus once puntos de propaganda. Consúltelos. Tienen demasiado tufo a presente. Giulio Andreottiquería los trapos sucios lavados en casa. No lo afirmaba con relación al tema de este artículo, pero si de algo avisa 'Los amnésicos', de Géraldine Schwarz, es de la imperiosa necesidad de formular políticas de memoria ajustadas a la verdad para enhebrar un equilibrio entre el poder y la sociedad civil. De no conseguirlo corremos el riesgo de vernos engullido por la perversión suprema de abrazar el pasado como un juguete manoseado y con sus pilas trucadas.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-09-09/geraldine-schwarz-los-amnesicos-libro_2215727/
 
LIBROS
"¿Querrás ser mi mujer pese a todo": Kafka y Felice, una historia de amor, dolor y escritura
Nórdica publica las fascinantes cartas que el escritor envió a Felice Bauer y el ensayo 'El otro proceso' en el que el Nobel Elias Canetti disecciona tan increíble y sufriente correspondencia




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Franz Kafka y Felice Bauer



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DANIEL ARJONA
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FRANZ KAFKA

10/09/2019




Siento celos de toda la gente que aparece en tu carta, de los que nombras y de los que no, de los hombres y de las chicas, de los negociantes y de los escritores (sobre todo de estos, claro)... Siento celos de Werfer, de Sófocles, de Ricardo Huch, de la Lagerlöf, de Jacobsen. (...) Con todos ellos querría pelearme, no por hacerles daño, sino para apartarles de ti, para librarte de ellos, para leer solamente cartas en las que únicamente se hable de ti, de tu familia... y por supuesto, ¡por supuesto!, de mí". Cuando en 1968 el escritor y Nobel de Literatura Elias Canetti leyó la correspondencia entre Franz Kafka y Felice Bauer que acababa de publicarse en alemán, quedó impactado por aquellas casi 800 páginas que daban cuenta de cinco años de tortura y abrumado por "una emoción que no experimentaba desde hacía muchos años con ninguna obra literaria". Ahora Nórdica Libros edita 'El otro Proceso', el deslumbrante ensayo que Canetti dedicó a este acontecimiento junto a la segunda edición de la magnífica traducción de 2013 de las 'Cartas a Felice' realizada por Pablo Sorozábal.

Cuando ante Canetti se desplegó esta correspondencia febril y deslumbrante, Kafka llevaba ya 43 años muerto y Felice, ocho. Cinco antes de su muerte, la que el escritor llamaba su "más querida mujer de negocios" había vendido al editor de Kafka aquellas más de 500 cartas escritas entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917. Y, aunque la mayoría de quienes accedieron entonces a su contenido mostraron "embarazo y vergüenza" pese al tiempo transcurrido, no fue el caso del autor de 'Masa y Poder'. Porque, lamenta Canetti, "solo hay un consuelo para el horror de la vida, del que por suerte la mayoría solo son conscientes a veces, pero del que algunos, erigidos por potenciales interiores en testigos, lo son constantemente, y es sumarse al horror de los testigos anteriores".



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'Cartas a Felice' (Nórdica)


La lucidez del ensayo de Canetti pasa por ir más allá de las habituales interpretaciones de estas cartas como una ventana siniestra al alma torturada del artista, enferma de indecisión, miedo y desvalimiento, para localizar en ellas el manantial oculto de la escritura de Kafka quien durante los momentos iniciales de su relación en los que enviaba a Felice dos y hasta tres misivas por día, dejaba también para la posteridad algunas de sus más importantes obras como 'La condena', 'América' o 'La metamorfosis'. "Porque la lucha que libra", escribe Canetti, "por esa energía que las cartas de ella le transfieren tiene un sentido, no es una correspondencia vana, no se agota en sí misma, no es una mera satisfacción, sirve a su 'escritura'. Dos noches después de escribirle su primera carta, escribe 'La condena' de un tirón, en una noche, en diez horas. Se podría decir que con esta obra ha establecido su conciencia de sí mismo como autor".

Muy distintas en fondo y forma a la otra gran correspondencia amorosa conservada de Kafka -las también excepcionales cartas a Milena escritas entre 1920 y 1923- también aquí nos falta sin embargo el contrapunto del interlocutor. Kafka quemó las más de 400 cartas recibidas de Felice Bauer en lo que en este periódico Alberto Olmos calificó de "un favor a celebrar" pues no hubo "señora más agotadoramente matrimonial, insulsa y apolillada", a años luz de la fascinante aventurera Milena Jesenská. El propio Canetti describe a Felice como "una naturaleza sencilla" tal y como "las frases de sus cartas que él cita, aunque no son muchas, lo demuestran de sobra". Y así, tras los primeros tres meses de explosión amorosa y fruición literaria, Kafka se da cuenta de que ella no entiende su literatura. Y todo se emponzoña.



Petición
Probablemente aquella fue la petición matrimonial más torpe y lastimosa jamás escrita en un papel. El 16 de junio 1913, Franz Kafka envía una carta a Felice Bauer en la que, tras dar testimonio de su hipocondría y ansiedad le pregunta si "¿querrás reflexionar y llegar a una conclusión respecto a si quieres ser mi mujer?" para inmediatamente después advertirle que, en caso de aceptar, se atenga a las consecuencias: "tú perderías tu vida tal como la has llevado hasta el momento, vida con la que te sientes satisfecha casi por completo" y "en lugar de esa nada despreciable pérdida ganarías un hombre enfermo, débil, insociable, taciturno, triste, rígido, casi desprovisto de toda esperanza, cuya tal vez única virtud consiste en que te quiere". Por si esto fuera poco, Kafka concluye la carta citando sus lamentables ingresos económicos que "no son quizás mayores que los tuyos".



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'El otro proceso'. (Nórdica)



¿Buscaba el escritor una suerte de cortejo por aflicción, una seducción que interpelara más a la pena y al instinto maternal que al pavoneo del cazador triunfante? Así lo parece. En sus cartas Kafka se queja constantemente de sus innumerables enfermedades, de su paupérrimo estado físico, -"soy el más flaco de los hombres"-, de su "débil corazón", de cómo el aire que respira le envenena irremediablemente y de su incurable misantropía: "no puedo vivir con otros seres humanos, odio incondicionalmente a todos mis parientes, no porque sean malas personas..., sino sencillamente porque son las personas que viven más próximas a mí". Al mismo tiempo, y en una evidente relación de causa efecto según Canetti, su escritura ha entrado en vía muerta y todas las novelas que emprende quedan inacabadas.

La historia de amor entre el joven Kafka y Bauer vivida casi por entero a través del servicio postal se extendió a lo largo de cinco años, dos compromisos matrimoniales -ambos rotos por el escritor- y un torrente de cartas que, según ha argumentado el prolijo biógrafo Reiner Stach, demuestran su esencial inautenticidad: "Felice Bauer no era importante para Kafka como un ser vivo, como alguien de carne y hueso e inteligencia, sino tan solo como espejo, como superficie en que proyectar su propio mundo interior".

Felice no era importante para Kafka como un ser vivo, sino tan solo como espejo, como superficie en que proyectar su propio mundo interior

Concluye Canetti: "Hay una medida inimaginable de intimidad en estas cartas:son más íntimas de lo que sería la representación completa de la dicha. No existe un relato comparable de una persona dubitativa, ninguna exposición pública de semejante fidelidad. Una persona primitiva difícilmente podría leer esta correspondencia, tendría que parecerle el espectáculo desvergonzado de una impotencia emocional; porque todo lo que esta supone reaparece una y otra vez: indecisión, miedos, frialdad, falta de amor descrita con todo detalle, un desvalimiento de tales dimensiones que solo la extrema exactitud de la descripción lo hace creíble. Pero todo está hecho de tal modo que se convierte ipso facto en ley y conocimiento. Un poco incrédulo al principio, pero con una seguridad que aumenta con rapidez, uno se da cuenta de que no se va a olvidar de nada, como si lo tuviera tatuado en la piel, como en 'La colonia penitenciaria'. Hay autores, pocos, que son ellos mismos tan por entero que cualquier manifestación a su respecto que uno se tomara la libertad de hacer parecería barbarie. Franz Kafka fue uno de esos autores; así que, aun corriendo el riesgo de parecer carente de libertad, hay que atenerse lo más estrictamente posible a sus propias manifestaciones. Sin duda se siente vergüenza cuando se empieza a penetrar en la intimidad de estas cartas. Pero son ellas mismas las que le quitan la vergüenza a uno. Porque al leerlas se advierte que un relato como 'La metamorfosis' es todavía más íntimo que ellas, y se acaba sabiendo qué es lo que lo hace distinto a cualquier otro relato".

https://www.elconfidencial.com/cult...ice-bauer-elias-canetti-otro-proceso_2216355/
 
Cinco libros de la semana


BABELIA
9 SEP 2019


Títulos de Ian McEwan, Edoardo Albinati, Carla Guelfenbein, Ernesto Castro y Javier Calvo.



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Máquinas como yo


Melodrama de Ian McEwan en el que los protagonistas contemplan sus miserias ante el espejo de un humanoide en una Inglaterra futurista ahogada en problemas sociales.
Crítica de JAVIER APARICIO MAYDEU.



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La escuela católica

Edoardo Albinati evoca un crimen protagonizado por jóvenes de su entorno escolar en Italia en 1975 para iluminar un sistema que fracasa en la construcción de la masculinidad de niños ricos obsesionados por la violencia y el s*x*.
Crítica de JUSTO NAVARRO.


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La estación de las mujeres


La chilena Carla Guelfenbein imagina la vida de cuatro féminas infelices que viven anudando un rosario de anhelos e insatisfacciones. Crítica de ANNA CABALLÉ.


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El trap. Filosofía millennial para la crisis en España

Banda sonora del capitalismo rampante o denuncia del sistema en primera persona, el trap es el nuevo punk. Un ensayo analiza el fenómeno musical que ha cambiado la cultura urbana.
Crítica de ELOY FERNÁNDEZ PORTA


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Piel de plata

‘Piel de plata’, de Javier Calvo, se engloba en la tradición literaria del encuentro epifánico pero se enturbia con otras líneas narrativas. Crítica de J. ERNESTO AYALA-DIP.

https://elpais.com/cultura/2019/09/04/babelia/1567604465_050630.html
 
ENSAYO

Vamos a morir... achicharrados: los libros sobre la alerta climática inundan las librerías
Numerosos títulos de inminente publicación advierten sobre la posibilidad de que un rápido calentamiento asole la vida en la Tierra y destruya la civilización humana


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Greta Thunberg en el barco que le ha llevado a Nueva York en protesta contra la alerta climática. (Reuters)


PAULA CORROTO
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COMBUSTIBLES FÓSILES
EDITORIAL DEBATE
LIBRERÍAS

02/09/2019



La industria editorial tiene una capacidad insuperable para captar tendencias. Puede pasar del feminismo a la maternidad, el animalismo o el procés en tan solo unos meses. Lo que dura una temática en las redes sociales (y en la televisión). En las últimas semanas si ha habido una protagonista mundial es la adolescente sueca Greta Thunberg, que ha llevado su lucha contra el cambio climático por todo el mundo influyendo en un notable número de personas –muchos de ellos jóvenes-, y convirtiéndose a la vez en centro polarizador de los discursos populistas relacionados con la ecología. Sin embargo, pese a los negacionistas, Thunberg lleva razón según defienden numerosos expertos medioambientales que en los últimos tiempos han publicado libros sobre los desastres a los que se está abocando al planeta.

Los ensayos llegarán este trimestre a las librerías españolas. Nada tiene que ver esta avalancha con la de hace no demasiado tiempo, cuando se proponían ensayos y novelas con demasiado tufo a Thoreau – de hecho, se reeditó al escritor norteamericano- y con cierto mantra de considerar el campo y la naturaleza como el último paraíso roussoniano. Ahora es todo lo contrario: el planeta está en peligro y si no se hace algo ya será demasiado tarde. Un debate que no solo se centra en la ecología sino también en la energía –la clave de casi todo- y el uso de los recursos por parte de los gobiernos.


Achicharrados (y sin recursos)

La editorial Debate publica dos títulos relacionados con el tema. El primero es 'El planeta inhóspito', del periodista y experto en cambio climático David Wallace-Wells. En él ofrece datos sobre cómo hemos devastado el planeta y, si no cambiamos, todo va a ir a peor, ya que ha habido una aceleración de fenómenos como el calentamiento global. No es solo por la foto de un glaciar que se extingue en Islandia; es por todo lo que eso conlleva. Y no es fácil habitar en el calor.

Del mismo sello también es 'Crisis', del geógrafo, antropólogo y biólogo Jared Diamond. No está tan explícitamente relacionado con el medio ambiente como el anterior, pero el autor sí se esfuerza en señalar quelas crisis políticas actuales tienen mucho que ver con la cuestión climática y viceversa. Porque también tenemos que contar con la energía y los ya mencionados recursos, cómo los utilizamos y gastamos.



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'El planeta inhóspito' (Debate)


Precisamente, de materias primas y combustibles fósiles sabe mucho el periodista y artífice de varios documentales sobre este asunto, Guillaume Pitron. El francés, autor 'El lado oscuro de la barra de chocolate' sobre qué hay detrás de la explotación del cultivo del cacao y el aceite de palma (para la población y el medio ambiente) publica en español 'La guerra de los metales raros' (Península) en el que cuenta cómo una serie de metales como el grafito, vandamio, germanio o el cromo –los que se utilizan para la industria tecnológica- van a desplazar a los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas); sin embargo, Pitron alerta de que quizá esto no nos salga tan barato puesto que los metales raros también tienen un coste económico, político y climático. Las nuevas tecnologías no pasan por ser las más limpias y quizá, pese a todo, lo del petróleo no estaba tan mal.


No es la primera vez

Entre 1570 y 1700, el mundo se vio abocado a un periodo de cambio climático que se conoce como Pequeña Edad de Hielo. Una emergencia parecida a la actual aunque con unos matices. Según cuenta el historiador Philip Blom en 'El motín de la naturaleza', que publicará Anagrama, los inviernos se alargaron –la primavera también era muy fría y lluviosa- y lo que quedaba de verano era tremendamente caluroso. La consecuencia fue que muchas cosechas resultaron desastrosas en un mundo cuya economía se regía principalmente por la agricultura –aún no había llegado la industria moderna. El descalabro fue tal que hasta Shakespeare incluyó en su obra Ricardo III la frase, “ahora es el invierno de nuestro descontento".



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'El motín de la naturaleza' (Anagrama)



Por supuesto, en aquella época se le echó más culpa a Dios que a los factores medioambientales. Y, por supuesto, Dios no arregló nada, pero este cambio climático provocó grandes modificaciones en la estructura social. Por un lado, fue uno de los factores que acabó con el feudalismo y el proteccionismo, la sociedad dejó de ser esencialmente agraria y se incentivó la exploración y nuevas vías de comercio dando lugar a importantes ciudades como Amsterdam, que de ser un pequeño pueblo portuario se convirtió en unos de los principales centros comerciales de Europa, lo que también dio lugar a una nueva clase media (e ilustrada).

No obstante, no todo el mundo salió bien parado de estos cambios. Muchos pobres se hicieron todavía más pobres, mientras que comerciantes ricos se hicieron mucho más ricos, lo que implementó las desigualdades de las clases sociales. Con este aprendizaje de hace varios siglos, Blom insiste en que hablar de si hace más frío o más calor no es sólo una conversación de ascensor sobre el tiempo, sino que sus consecuencias pueden ser amplio calado social.

Desde un punto de vista más filosófico, el profesor de la Universidad de Rice, en Houston, Timothy Morton, habla del concepto de 'Ecología oscura' en el libro homónimo que publicará Paidós. En él sugiere que, en una especie de bucle como la cinta de Moebius, al ser nosotros mismos parte de la naturaleza nos hemos convertido en enemigos de nosotros mismos. En definitiva, para Morton no puede haber una bifurcación entre civilización y naturaleza, esto es, no hay ecología sin naturaleza. Todo forma parte de la misma malla, una teoría que también defiende la filósofa Donna Haraway en libros como 'Seguir con el problema' (Consonni), donde resalta que sólo entendiéndolo así –y no pensando únicamente en las nuevas tecnologías como tabla de salvación- será posible establecer soluciones.


Varias recetas y… Greta Thunberg

En este próximo trimestre, Seix Barral publicará un nuevo ensayo de Jonathan Safran Foer, que después de contar cómo había dejado de comer carne en 'Comer animales', ahora señala que dejar de comer este producto –o al menos no tanta cantidad- es uno de los métodos más eficaces para paliar las consecuencias del cambio climático y frenar su aceleración. El libro se titula 'Podemos salvar el mundo antes de cenar' y, como dicen desde la editorial, de forma accesible e inmediata cuenta cómo el principal porcentaje de las emisiones globales de CO2 proviene de las granjas industriales. Por tanto, al reducir el consumo, los efectos son enseguida positivos para el medio ambiente. Es la receta de Safran Foer.



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'Nuestra casa está ardiendo'. (Lumen)




Pero si todo esto lo puso en marcha la joven Greta Thunberg, que se ha convertido en icono, referente, adalid(pongan el término laudatorio que deseen) no puede finalizar sin ella. Lumen publicará el libro 'Nuestra casa está ardiendo. Una familia y un planeta en crisis', escrito por esta adolescente, sus padres Malena y Svante y su hermana Beata. El título está tomado de una de las frases de los discursos que ha pronunciado la joven en este año ante las diferentes instituciones. En el libro cuentan cómo la familia se involucró en la lucha contra el cambio climático y el papel que ha jugado también el trastorno de Asperger que sufre Thunberg. Una lucha que ya estaba en casa y que hace doce meses salió a la calle.

Los Thunberg no imaginaban dónde llegarían. El resto del planeta tampoco. Pero hay algo evidente. La temática sobre el cambio climático –o emergencia climática- se lleva arrastrando desde hace un tiempo, pero en los próximos meses va a ser absolutamente central.

https://www.elconfidencial.com/cult...imatica-cambio-libros-greta-thunberg_2202335/


 
La escritora María Elvira Roca Barea gana el premio Espasa con «Fracasología. España y sus élites»

El jurado, que ha otorgado el galardón por unanimidad, ha considerado que la obra es «magnífico ensayo» que aporta «una revisión audaz que cambia la imagen tradicional de la historia de España»



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La escritora María Elvira Roca Barea - GUILLERMO NAVARRO




La obra «Fracasología. España y sus élites: de los afrancesados a nuestros días», de María Elvira Roca Barea, se ha alzado por unanimidad con el premio Espasa 2019 por ser un «magnífico ensayo» que aporta «una revisión audaz que cambia la imagen tradicional de la historia de España».

Según ha informado hoy la editorial, este galardón -dotado con 30.000 euros- ha sido destacado también por tratarse de una obra que cambia además «el concepto que los españoles tenemos de nosotros mismos».

En declaraciones de María Elvira Roca facilitadas por la editorial -ya que la autora no dará entrevistas hasta el 8 de octubre- se trata de un «premio muy prestigioso» que han recibido personas a las que «admira mucho», como Stanley Payne, Antonio Escohotado y Ramón Tamames.


«Y es, por tanto, un gran honor recibirlo. Un honor que compromete», ha añadido Roca, quien en este libro sostiene que la propaganda «es una forma de gestionar la mentira que el españolnunca ha podido aprender» ni «defenderse de ella en los siglos XVI y XVII». «Y no sabe hacerlo en el siglo XXI», agrega.

Según la autora, «los españoles durante los siglos XVI y XVII fueron capaces de hacer la vista gorda o incluso desdeñar los prejuicios hispanófobos de otros europeos, lo que algunos autores llamaron el "menosprecio alegre". Ahora bien, este desdén hacia la opinión ajena se acaba en el siglo XVIII».

Y, según concluye en sus declaraciones, este libro trata del momento a partir del cual «una parte significativa de las élites españolas asumió el discurso de la leyenda negra porque era el discurso ganadordesde el siglo XVIII en toda Europa».

El jurado de este galardón ha estado presidido por Pedro García Barreno, y compuesto por Nativel Preciado, Leopoldo Abadía, Fernando Trías de Bes, y Pilar Cortés en representación de la editorial.

María Elvira Roca Barea es licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica y doctora en Literatura Medieval. Actualmente es profesora en el Instituto Huerta Alta en Alhaurín de la Torre y también es autora de los libros «Imperiofobia y leyenda negra» y « 6 relatos ejemplares 6».

https://www.abc.es/cultura/libros/a...gia-espana-y-elites-201909131423_noticia.html



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Nueva luz en el duelo Unamuno-Millán Astray
El enfrentamiento en Salamanca del 12 de octubre de 1936 entre el intelectual y el fundador de la Legión resucita en libros y películas que aportan datos para esclarecer lo ocurrido




TEREIXA CONSTENLA
Twitter
Madrid 15 SEP 2019



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Portada del periódico 'Ahora' del 14 de abril de 1935 dedicada a Unamuno, ciudadano de honor de la República. CASA-MUSEO UNAMUNOUNIVERSIDAD DE SALAMANCA




La vida de Miguel de Unamuno fue algo más que unos minutos de desafío dialéctico con José Millán Astray en la Universidad de Salamanca. En los últimos años, sin embargo, todo parece arrinconarle ahí: en ese momento de osadía e integridad en un paraninfo donde los jóvenes legionarios y falangistas voceaban más que la treintena de catedráticos presentes aquel 12 de octubre de 1936, Día de la Raza. Lo ocurrido en esos minutos adquirió tal carga simbólica —la inteligencia frente a la sinrazón, el pacifismo frente a la violencia— que, 83 años después, ha inspirado un pequeño boom unamuniano, espoleado por la película de Alejandro Amenábar (Mientras dure la guerra), que se estrena en salas el 27 de septiembre. Amenábar se ciñe a esos meses inciertos y violentos en los que Unamuno transita de la celebración del golpe militar a la condena del mismo. El 12 de octubre es el punto de no retorno. El momento en que los rebeldes se dan cuenta de que aquel escritor decepcionado con la Segunda República es una mente demasiado libre para callar lo que no comparte.

Aparte de las notas escuetas del propio Unamuno para su improvisada intervención, no había apenas testimonios inmediatos de lo ocurrido sin la contaminación de la propaganda o la censura (como las crónicas periodísticas del día siguiente). Hasta ahora. Colette y Jean-Claude Rabaté, biógrafos de Unamuno, desvelan en dos obras de inminente publicación la aparición de un documento redactado por uno de los catedráticos presentes en el acto pocas horas después de los hechos. “Este testimonio da cuenta de que Unamuno recordó que era vasco, que tanto las mujeres rojas como las del bando nacional daban muestras de su falta de compasión, y pronunció también el famoso ‘vencer no es convencer’ al mismo tiempo que rebatió la noción de anti-España; y terminó haciendo el elogio de Rizal”, escriben en su biografía Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte, que publica en los próximos días Galaxia Gutenberg y que es una versión actualizada con nuevas aportaciones de la publicada en 2009 por Taurus.

El testigo, que no identifican, enjuicia a los dos protagonistas del duelo verbal. “Critica ciertos términos pronunciados por Unamuno, tachándolo de antipatriota, pero denuncia también la violencia de Millán Astray, que terminó con vivas y mueras, y añade que le pareció mal excitar a la juventud”. El documento, en opinión de los biógrafos, corrobora “sin lugar a duda, que hubo un enfrentamiento verbal entre dos hombres cuyo carácter, vivencias e ideología eran totalmente dispares”. Los hispanistas han silenciado en esta biografía la identidad del testigo, que será divulgada en un largometraje documental de Manuel Menchón, que se estrenará en salas en diciembre o enero, y que coincidirá con la publicación en Pre-Textos de El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y la guerra civil, el último escrito de Unamuno, en una edición crítica de los Rabaté. En los pasajes sobre el asunto en la biografía, Colette y Jean-Claude Rabaté escriben: “Si bien Millán Astray debió pronunciar un ‘¡Viva la muerte!’, grito habitual entre miembros de la Legión, precedido o coreado por una parte del público, lo más polémico es el ‘¡Muera la inteligencia!’ que los más de los comentaristas le atribuyen. Lo único seguro es que el legionario se alzó en contra de los intelectuales, actitud adoptada por la mayoría de los militares, sobre todo desde la dictadura de Miguel Primo de Rivera”. La elogiosa mención de Unamuno a José Rizal, héroe de la independencia filipina fusilado por los españoles, se considera el detonante que provocó al fundador de la Legión, que había tenido su bautizo bélico en la colonia.

A la vista de dos testimonios presenciales recogidos en el libro Arqueología de un mito (Sílex), que publicará el 25 de septiembre el historiador Severiano Delgado y que recopila las cinco versiones del 12 de octubre conocidas hasta hoy, el grito de Millán Astray es “¡Mueran los intelectuales!”. Esto es lo que afirmaron haber escuchado tanto el catedrático de Medicina José Pérez-López Villamil como el falangista Felipe Ximénez de Sandoval, presentes en el paraninfo. El psiquiatra Pérez-López Villamil lo recordó años después con temor: “Aquel momento fue de un gran miedo, había unos objetos reales que nos lo producían: las metralletas y las pistolas amartilladas de los legionarios y falangistas que estaban presentes en el claustro. Terrible, aquello fue tremendo”.

Su relato, recogido en la revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría en 1985, concuerda con el del testigo anónimo encontrado por los Rabaté y las notas manuscritas del propio Unamuno, que improvisó sus palabras movido por la irritación que le produjeron las alusiones a la anti-España. Lo que él pensaba del asunto quedó recogido con nitidez en esta cita de El resentimiento trágico de la vida: “No son unos españoles contra otros —no hay anti-España—, sino toda España, una, contra sí misma”.


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Notas que tomó Unamuno para la intervención el 12 de octubre de 1936. CASA-MUSEO UNAMUNOUNIVERSIDAD DE SALAMANCA




“ESTE SUPUESTO CAUDILLO QUE NO CIVILIZA A LOS SUYOS”

A Unamuno le costó más desmarcarse de Franco que de su bando. “¡Qué cándido anduve al adherirme al movimiento de Franco, sin contar con los otros, y fiado —como sigo estándolo— en este supuesto caudillo que no consigue civilizar y humanizar a sus colaboradores!”, escribe en una carta citada por Colette y Jean-Claude Rabaté. “Al contrario de otros intelectuales que muy pronto se fueron de España, Unamuno careció de lucidez en ese momento preciso, y sobre todo resulta incomprensible la indulgencia que demostró hacia el dictador, como si hubiera olvidado la guerra de África o la represión de Asturias”, sostienen los biógrafos.

Una observación que comparte el historiador Severiano Delgado: “Incluso hasta el final de la guerra mantuvo mucha fe en Franco, no sé por qué, pero Unamuno creía que el impulsor de la represión era el general Mola”. En diciembre de 1936, sin embargo, su opinión se ha endurecido: “Me temo que bajo la dictadura de Franco lo que menos se permita sea la franqueza. Lo que dominará será la molienda”. Unamuno sabe que han asesinado a sus amigos Salvador Vila, rector en Granada; Atilano Coco, pastor protestante, y Casto Prieto, alcalde de Salamanca. Digerida la ira por estas muertes, acabará insistiendo en sus últimas notas en una idea: “Hay que renunciar a la venganza”.

https://elpais.com/cultura/2019/09/15/actualidad/1568568878_174278.html






 
El cuentista de las favelas
Geovani Martins publica en España ‘El sol en la cabeza’, un libro de relatos inspirado en sus experiencias en uno de los barrios más pobres de Río de Janeiro, donde aún vive




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Geovani Martins, en la favela en la que vive, Vidigal, en Río de Janeiro. FELIPE FITTIPALDI





NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR
Twitter
Río de Janeiro 16 SEP 2019


El brasileño Geovani Martins supo que era pobre a los 11 años, cuando se mudó de una favela de Río de Janeiro a otra. Eran solo 50 kilómetros desde tierra dentro hacia la costa, pero aquello le abrió la puerta a un universo distinto. Su madre, doña Neide, decidió que se mudaban a Vidigal porque desde Bangú ella tardaba más de cinco horas diarias en ir y venir en autobús al hotel de la playa de Ipanema donde trabajaba como limpiadora. “Hasta entonces nunca había pensado que era pobre. Eso de ricos y pobres eran cosas de la televisión. En mi barrio todos vivíamos en condiciones parecidas. Aquí vi que existían los ricos de verdad”, explica este escritor de 28 años en el salón de su casa —ante una vista de Río de Janeiro que corta la respiración— en un piso de Vidigal, donde aún vive aunque ahora emancipado.

Las favelas como esta, encaramadas a las colinas de la ciudad, ofrecen una vista privilegiada a una de las bahías más espectaculares del planeta y a la desigualdad social. Los ultrarricos viven abajo, a pie de playa, a poco más de un kilómetro. Martins traza en su primera obra, El sol en la cabeza, que ha publicado este mes en español Alfaguara, un minucioso retrato de la vida de sus colegas, de sus vecinos, del Brasil de la periferia. Gracias al exitoso debut literario empieza a ser aceptado en lugares donde antes no le querían o, en el mejor de los casos, era invisible: “Es extraño porque soy el mismo, hijo de la misma madre”.

Esta primera obra es un libro corto de 13 cuentos escritos con la pericia y la paciencia de un orfebre que sumerge al lector, también al brasileño, en una galaxia desconocida que a menudo queda a la vuelta de la esquina. Ha logrado vender 50.000 ejemplares en Brasil, además de publicar en un puñado de países como Estados Unidos, Alemania o incluso China. Martins describe lo cotidiano, el placer de ir a la playa a fumar marihuana con los colegas, el acoso policial, el pavor de los ricos o cómo el enésimo enfrentamiento a tiros entre narcos y policías convierte en rehén al barrio entero. Cuando el lector espera angustia, asesinatos, drama, se topa con algo de eso pero envuelto en un relato de dignidad, resistencia y esperanza.

Mudarse a una favela cercana al centro de Río le abrió a Martins las puertas a librerías, bibliotecas, teatros, conciertos… Un mundo cultural vibrante donde adquirió los mimbres de una escritura con un gran dominio de los muchos registros de la lengua. Aunque abandonó la escuela a los 17 años sin la educación básica, su madre le aficionó a leer. En cuanto se corrió la voz, empezaron a llegarle libros regalados por sus vecinos o sus patrones. Se curtió en talleres de escritura en favelas. Una afición que sus colegas veían extraña. “Pero siempre me respetaron. Me traían historias, empecé a ganar muchos olheiros[ojeadores]”, dice, llamándolos como a los críos que alertan a los traficantes de drogas de que viene la policía.

Muchos de sus cuentos están protagonizados por adolescentes favelados, escritos con una jerga del portugués brasileño muy enraizada en Río de Janeiro que distingue si son de esta o de aquella barriada. El autor exhibe un enorme dominio de la lengua. Sin duda, un desafío para el traductor al español Víctor V. Úbeda. Ahí está también el miedo, pero visto desde una perspectiva menos habitual: “De pronto, caí en la cuenta de que yo era el motivo de su sobresalto, yo era la amenaza”, dice el protagonista de un cuento que aborda la brutal desigualdad y el instante en que el favelado deja de ser invisible para los vecinos de los barrios ricos. Retrata el racismo institucional que convierte al vecino de la periferia en sospechosos de oficio en cualquier tienda o en el paseo marítimo. Otro de los personajes, clama: “¿He nacido y me he criado en esta mierda para que ahora venga un policía a pedirme explicaciones?”. A lo largo del libro, dos constantes: la marihuana y esas mujeres que han criado solas a sus hijos.

Ser invitado en 2015 a la Flip, la gran feria literaria internacional de Brasil, le convirtió en un descubrimiento. “Allí me di cuenta de que era negro porque era el único. Todos eran blancos”. No solo eso. “Me deslumbró ser tratado como un igual” por el quién es quién de la cultura brasileña. Porque incluso ahora, que ha triunfado, le recuerdan de dónde viene. Cuenta que recientemente bajó a Ipanema a cobrar parte de los derechos de autor de una película basada en El sol en la cabezacuando se aproximó a un hombre encorbatado a preguntar la hora. “No tengo dinero’, me dijo en cuanto me acerqué a él. Oye, que yo no estaba mal vestido”, insiste el escritor carioca, ataviado con un niki, pantalón corto y chanclas. Deliberadamente, omite la raza de los protagonistas de sus cuentos harto de que a los negros de la literatura lo primero que los defina sea el color. La elección de los actores para la película le ha obligado a revelar la raza de sus personajes (en el libro se intuye que son negros).



Con máquina de escribir
La biografía no es lo único atípico en Martins. Tras un primer esbozo a mano, escribe sus relatos a máquina, en una vieja Remington 22 que su madre le trajo como una salvación cuando el viejo ordenador de este nativo digital murió. Ha abrazado la máquina para escribir ficción. Y explica: “Porque me obliga a repensar cada palabra”. Las columnas del diario O Globo las escribe en el ordenador.

Es consciente de que es un privilegiado; porque vive de escribir, viaja por Brasil y el extranjero, gana dinero. Es esencial para él no estar solo, que cada vez se escuchen más voces de las favelas fuera de ellas, descubiertas entre otras cosas gracias a proyectos culturales. Pero sabe bien que fue clave salir de aquella favela tierra adentro rodeada de otras favelas, acercarse a las oportunidades que le brindó la cultura de Río. Estar acompañado le “da cierta esperanza” porque, recalca, “es una tristeza saber que hay muchos talentosos que no consiguen atravesar ciertas puertas, romper muros, que solo trabajan para sobrevivir, que tienen ya dos tres hijos, que acabaron en el crimen, presos…”. E incide: “Son gente sin perspectiva que conozco desde crío”. Están ahí, a 50 kilómetros de una de las playas más bellas del mundo. O arriba, en las colinas. En las periferias de Brasil.


UN HOGAR PARA 11 MILLONES DE BRASILEÑOS

Favela es una de las palabras del portugués brasileño más conocida fuera de sus fronteras. Tiene su origen en una planta que dio nombre al que se considera el primero de estos asentamientos urbanos que nacen y crecen de manera desordenada y mal comunicados. La favela original, ubicada en el morro de la Providencia de Río de Janeiro, aún existe. Fue fundada a principios del XX por los veteranos de la guerra de Canudos. Los negros liberados tras la abolición de la esclavitud en 1888 están también entre los moradores originales. Hoy son el hogar de 11 millones de brasileños. La favela de la Providencia es el hogar de miles de familias pobres, un conjunto de viviendas precarias con graves problemas de saneamiento arracimadas de tal manera que por muchas calles pasa solo una persona. Tiene muchos templos evangélicos, algún restaurante y una buena vista. Queda cerca de la Estación Central de Brasil, donde transcurre la película de Walter Salles.

Las autoridades construyeron un teleférico hace unos años que, pasados el Mundial y los Juegos Olímpicos, fue clausurado pese a las protestas de los vecinos, obligados de nuevo a subir a pie o en mototaxi a sus casas. Hasta entre las favelas también hay clases: Vidigal, la más chic, se hizo famosa en el año olímpico entre los turistas.


https://elpais.com/cultura/2019/09/16/actualidad/1568657421_834925.html


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Libros que hablan por fin sobre la experiencia de ser madre, por Laura Freixas


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"Si hay dos experiencias fundamentales para el género humano son la guerra y la maternidad”, explica Laura Freixas. La escritora catalana, una de las voces más relevantes del feminismo desde hace décadas, ha descrito su experiencia vital con la segunda de esas dos vivencias en varias ocasiones, en especial en su reciente A mí me iba a pasar. Como ella misma explica, “una de ellas, la protagonizada por hombres, ha inspirado y sigue inspirando innumerables obras artísticas (desde la Ilíada hasta el cine de Hollywood), mientras que la otra, que pertenece a las mujeres, está casi ausente de la alta cultura”.

Sin embargo, en los últimos tiempos se ha ido rompiendo ese tabú de la maternidad, de todas las posibilidades dentro de ella, y de la relación de las mujeres con el hecho de dar (o no) a luz. «Solo estos últimos años, todavía muy poco a poco, algunas escritoras (así como cineastas, pintoras, fotógrafas, dramaturgas…) están empezando, por fin, a sacar a la luz la vivencia de ser madre».

En esta selección, Freixas nos propone una serie de textos que arrojan luz a través de las vivencias de un buen número de mujeres sobre la maternidad. También sobre el hecho de interrumpirla voluntariamente, o de la relación entre ser madre y la creación artística.



Estantería

Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución
Adrienne Rich
Con este libro de 1976, la gran poeta, pensadora y activista feminista estadounidense Adrienne Rich se mostró pionera en más de un sentido: en abordar... LEER MÁS



El acontecimiento
Annie Ernaux


Un aspecto de la maternidad sobre el que no se ha escrito casi nada: el aborto voluntario. Con la valentía, honestidad y profundidad de todos sus text... LEER MÁS


El nudo materno


Una joven estadounidense, de izquierdas, judía, casada con un afroamericano profesor universitario, va a ser madre. ¿Qué hacer, con el bebé y con su p... LEER MÁS


Maternidad imposible

Guapa, inteligente, de buena familia, la joven puertorriqueña Irene Vilar se fue a estudiar a Estados Unidos y se emparejó con un hombre mucho mayor q... LEER MÁS


El devorador de calabazas
Penelope Mortimer


A mediados del siglo XX, una generación de escritoras anglosajonas (Mortimer, Margaret Drabble, Verity Bargate, Sylvia Plath, Doris Lessing...) descub... LEER MÁS


Maternidad y creación
Moyra Davey


Este libro recopila textos breves de muchas autoras (anglosajonas: Adrienne Rich, Sylvia Plath, Margaret Atwood, Toni Morrison, Ursula LeGuin, Elizabe... LEER MÁS


https://librotea.elpais.com/estanterias/libros-que-hablan-por-fin-sobre-la-experiencia-de-ser-madre-por-laura-freixas/
 

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CRÓNICA NEGRA Y LITERATURA
¿Qué pasó en las 'Bodas de sangre'? Carmen de Burgos contra Federico García Lorca
El 22 de julio de 1928 el crimen de Níjar ocupó también portadas y se hizo universal por 'Las bodas de sangre', del poeta. Pero hay otra versión de los hechos menos conocida


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Detalle de portada de la edición de 'Bodas de sangre', de Federico García Lorca, en Alianza Editorial



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RUBÉN CARAVACA
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FEDERICO GARCÍA LORCA
ALMERÍA
GUERRA CIVIL
JUAN GOYTISOLO

20/09/2019


Estos días los medios de comunicación no dejan de hablar de la muerte del niño Gabriel Cruz en Rodalquilar (Almería), zona bastante conocida por estar encuadrada en el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar. El jurado popular que juzga a la única acusada de la muerte escucha, además de a esta, a testigos, peritos, cuerpos de seguridad. Contradicciones, suposiciones, conjuras, llantos e indignación llenan portadas y titulares de medios e informativos. El drama, la furia y la indignación vuelven a estar presentes en la zona, como si el tiempo se hubiera detenido.

Quizás para contrarrestar todas esas imágenes sea preciso recordar los relatos que describió a finales de los años 50 Juan Goytisolo, tras un viaje en autobús acompañado por un desconocido Vicente Aranda, o los del hispanista Gerald Brenan, que con anterioridad nos acercó a 'Al sur de Granada' y más tarde José Ángel Valente, que ya instalado en la zona nos deleitó con dos publicaciones, una de ellas, 'Campo y Calas', fue fruto de la colaboración con la fotógrafa suiza Jeanne Chevalier, y es una de las referencias literarias relacionadas con este emblemático entorno almeriense.

Los que no han tenido la oportunidad de leer esos relatos ni la fortuna de visitar esos parajes, quizás hayan tenido la posibilidad de reconocerlos y es incluso posible que les resulten familiares, ya que sus calles, parque y acantilados han sido escenario de películas y series populares como 'Lawrence de Arabia' e 'Indiana Jones' o 'El bueno, el feo y el malo' y 'Los hombres de Paco'.



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Vista del Cortijo del Fraile. (Colin C. Wheeler)



La visita de Goytisolo dio lugar a 'Campos de Níjar' (1959) donde con reiteración menciona espacios abandonados, ermitas y cortijos como el de Los Albaricoques, que con toda seguridad tendría bastante similitudes con el Cortijo del Fraile, donde un 22 de julio de 1928 tuvo lugar el crimen de Níjar. Aquel suceso ocupó también portadas y páginas de la época, haciéndose universal por la aproximación que al mismo hizo Federico García Lorca en 'Bodas de sangre', popularidad que aumentó con una saga de películas, espectáculos de danza y óperas basadas en la obra del poeta granadino.

Un cortijo traicionero
Recordemos los hechos. En la mencionada noche de julio de 1928 se va a celebrar la boda entre Francisca Cañada Morales y su novio Casimiro Pérez Morales. Poco antes de la ceremonia ella huye con su primo Francisco Montes Cañada a lomos de una mula, cuando apenas han recorrido ocho kilómetros, Francisco es abatido y ella fingiéndose muerta, logró salvarse. Los asesinos son detenidos y condenados. De estos lances surgen versiones dispares, épicas misteriosas que hoy en día siguen sin desentrañarse; la verdad se la llevaron a la tumba sus protagonistas.



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Una imagen de Carmen de Burgos, también conocida como 'Colombine', una de las principales feministas españolas.




'El Caso' (semanario especializado en noticias de sucesos, para los que no lo conozcan), comentaba en una crónica del 22 de octubre de 2014 que los supervivientes, vecinos durante años, nunca volvieron a hablarse. Recientemente, en 2015, Josefina Góngora Pérez, sobrina nieta de Francisca Cañadas, publicó 'Amor y traición en el Cortijo del Fraile' donde relataba “su verdad” sobre lo sobrevenido.

La mencionada dramaturgia de Lorca es sobradamente conocida y aclamada, pero no fue la única basada en aquellos sucesos. Con anterioridad Carmen de Burgos publicó la novela 'Puñal de claveles', que aún hoy sigue siendo bastante desconocida e ignorada. Entre ambas obras existen algunas coincidencias y singulares diferencias, más allá de las puramente literarias o las estructuras narrativas.

La realidad es del color de quien la pinta
El mayor punto de encuentro es sin duda que las dos están basadas en hechos reales, aunque disten bastante las formas de tratarlos. En aquel verano en el que acontecieron los hechos, los dos autores vivían en Madrid, por lo que es de suponer que debieron de documentarse por la prensa para dar forma a sus relatos, no viviendo lo ocurrido desde la cercanía.

La afirmación anterior no debe impedir aventurar e interpretar que de Burgos se ciñe más a los ambientes y entornos que acompañan las diversas situaciones ya que era natural de Almería, pasando su infancia y juventud en la misma Rodalquilar algo que ya había reflejado en publicaciones como 'Los inadaptados' (1909) o 'El último contrabandista' (1918) dentro de una serie conocida como “Novelas del ciclo de Rodalquilar”, donde también publicaron Joaquín Belda o Concha Espina.

A la edad de dieciséis años la almeriense contrajo matrimonio con el hijo del gobernador de la provincia, catorce años mayor que ella, maridaje que desde el primer día estuvo condenado al fracaso dadas las infidelidades continuas de él –pública era su relación con La Calandria, cantaora y bailaora de flamenco–, su comportamiento violento y la tragedia por la muerte de tres de sus cuatro hijos. Con veintiséis años se traslada a Madrid acompañada de su hija. Todas estas vivencias van a estar muy presentes en su vida y trayectoria, posicionándose continuamente en defensa de la libertad y de la igualdad.



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En pleno parque natural Cabo de Gata-Níjar se ubica 'El Playazo' de Rodalquilar. (Efe)



Lo anterior hay que tenerlo presente para comprender algunos de los desencuentros entre 'Puñal de claveles' y 'Bodas de sangre,' singularmente en lo referente al centro y desarrollo de las tramas. De Burgos se ciñe más a lo ocurrido, la huida de la novia antes de la boda, mientras que el poeta granadino los sitúa después de una ceremonia que nunca llegó a producirse.

Casarse: puro negocio
Muchas de aquellas bodas entre personas de clases sociales diferentes eran un acontecimiento, ya que podría suponer un progreso real y económico para algunas de las familias, habitualmente las de ellas. Esta circunstancia que hacía que los matrimonios entre “señores de cierta edad” y “señoritas mucho más jóvenes” fueran reiterados. En la mayoría de las ocasiones había un sentimiento de cariño –más que de amor– entre personas que se prometían ante el altar amor eterno. En las dos obras esto parece evidente. En 'Puñal de claveles' es explícito: la novia huye precipitando los acontecimientos, mientras que en el segundo acto de la obra lorquiana la protagonista no muestra especial interés en abrir los regalos que el novio y la madre han traído tras la petición de mano correspondiente, la aceptación de ella y la bendición del padre; en un momento dado la criada afirma “parece como si no tuvieras ganas de casarte”. No es la única muestra de duda, el día antes de la boda cuando la criada está peinando a la novia y conversando sobre el matrimonio, la prometida no puede evitar su disgusto arrojando al suelo la corona que porta.

La prometida no puede evitar su disgusto arrojando al suelo la corona que porta.

En ambas narraciones las tradiciones y la presión social son innegables, siendo abordadas de manera diferente. Mientras de Burgos plantea una salida social y emancipadora, nadie debe casarse por obligación o interés, pasar de la cárcel del padre a la del marido, de cariz indudablemente feminista, Lorca se acerca más a la honra y la compostura, el novio –ya marido– se siente engañado, clama venganza, universos diferentes que tienen que ver con la realidad y experiencias particulares de los autores.

Cinco años de nada
Es conveniente recordar algunas fechas para evitar algunas controversias. Los acontecimientos ocurrieron en 1928, la novela de Carmen de Burgos fue publicada a finales de 1931, poco antes de la muerte de la escritora (1932), la tragedia lorquiana ve la luz en papel en 1935, dos años después de su estreno en el madrileño Teatro Beatriz, cronología que evidencia que ella no pudo conocer la obra del granadino, ni por la tanto verse influenciada por la misma, mientras que él podría haber leído la novela, algo de lo que tampoco existen evidencias.



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Ramón Gómez de la Serna, presidiendo la tertulia del Café del Pombo, 1932



Mientras que la vida y obra de Federico García Lorca es de enseñanza obligatoria, la de Carmen de Burgos sigue estando bastante oculta. Su infancia, el frustrado matrimonio, la llegada a Madrid sola con su hija o la relación con un jovencísimo Ramón Gómez de la Serna, diecinueve años más joven que ella, son parte de una vida personal proyectada en sus obras y en sus actividades públicas.

Primera periodista española
Estudió magisterio por las noches, a escondidas de su marido. Colombine, como también era conocida, fue la primera mujer en trabajar como periodista en la redacción de un periódico de nuestro país, 'Diario Universal.' Cubrió como primera corresponsal de guerra la guerra de Marruecos desde el frente de batalla para El Heraldo de Madrid. Escribió cientos de artículos de prensa, biografías, novelas cortas y largas, impartió conferencias y viajó por diferentes países. Montó su propia tertulia, El salón de Colombine, editando también su propia publicación: La revista crítica. Luchadora y defensora del divorcio y del derecho al voto de las mujeres, ingresó en el PSOE en 1910 encabezando la Agrupación Femenina Socialista de Madrid, organización que abandonó por las discrepancias sobre el sufragio femenino.

En 1915 funda y preside la Cruzada de Mujeres Españolas

En 1915 funda y preside la Cruzada de Mujeres Españolas, organizadoras de la primera manifestación feminista de nuestro país, que concluyó en el Congreso. Presidió también la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Iberoamericanas, fue fundadora y Gran Maestre de La Logia del Amor. Con la llegada de la República ingresa en el Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, donde militó brevemente, ya que el 8 de octubre de 1932 y tras participar en un acto en el Círculo Radical Socialista, sufrió una parada cardiaca que le ocasionó la muerte.

Muchas de esas vivencias y experiencias se reflejan en 'Puñal de claveles', donde el ansia de libertad e igualdad y la ruptura de moldes y tradiciones triunfan sin castigo, acercándonos a la didáctica, la pedagogía y al realismo naturalista de la Generación del 98 con la que de Burgos tuvo singular relación, mientras la obra de Lorca se centra más en lo poético y lo simbólico, relegando el realismo a un papel secundario, algo habitual entre algunos de los integrantes de la Generación del 27.

El crimen de Níjar sirvió para reflejar los universos de dos de los más grandes creadores andaluces, uno sobradamente conocido, la otra aún por conocer.

Triste liderazgo
Para acabar, un último dato sobre Colombine. Al finalizar la Guerra Civil formó parte de la primera lista de autores prohibidos por la dictadura franquista. Concepción Núñez Rey, responsable de la edición de 'Puñal de claveles' (Junta de Andalucía, 2010), señala que la misma la encabezaban Zola, Voltaire, Rousseau, Gorka y Sinclair Lewis; de Burgos tiene el triste privilegio de ocupar el primer puesto de mujeres prohibidas, el noveno del cómputo general.

https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-09-20/carmen-de-burgos-lorca-rodalquilar_2239391/
 
El falso ‘true crime’ escocés en el que nada es verdad, tampoco mentira
Graeme Macrae cuenta cómo construyó 'Un plan sangriento', una novela sobre un crimen brutal contada desde una perspectiva inquietante y con la que ha estirado las costuras del género



JUAN CARLOS GALINDO
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Madrid 23 SEP 2019 -


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El escritor Graeme Macrae. C.J. MONK




En plena fiebre de publicaciones de true crime, de algunos cutres a otros sublimes (ya hablaremos, por ejemplo, del soberbio Devoradores de sombras) Graeme Macrae (Kilmarnock, Escocia, 1967) apuesta por una historia muy particular que fue finalista del Booker, ha vendido más 180.000 ejemplares, se ha traducido a 22 idiomas y, de paso, ha estirado al máximo las costuras del género. Porque Macrae ha elaborado en Un plan sangriento (Impedimenta, traducción de Alicia Frieyro) un falso true crime ambientado en las Tierras Altas escocesas en 1869, un híbrido entre la confesión en primera persona, el ensayo y las actas judiciales o los informes médicos que funciona como un Drácula moderno y criminal, una pieza literaria de primer orden que deja al lector con la cabeza del revés.

omo en todo buen true crime, aquí no importa el quién (los lectores pueden saber la verdad antes de empezar a leer el libro) sino todo lo demás. El joven aparcero Roderick Macrae confiesa desde prisión cómo asesinó de manera brutal a tres miembros de una familia del pueblo. Con este presupuesto, Macrae, el autor, va desgranando la historia y jugando con el lector, al que proporciona solo la información necesaria en cada momento. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Quiénes eran las víctimas? ¿Quién es en realidad este joven? ¿Un maquiavélico bastardo? ¿Un inocente solitario? ¿Un loco? Depende quién lo cuente. “Buscaba una historia sobre mi abuelo y fui al lugar donde vivió, pero me encontré con esta otra historia de un antepasado”, cuenta a EL PAÍS en un tranquilo mediodía de septiembre para explicar la coincidencia de apellidos con el protagonista. “Traté de que el libro se quedara en la cabeza del lector después de que lo leyera. Para ello luché por dar la información justa a través de visiones contradictorias sobre lo que ha pasado. El lector es un detective y llega un momento en que algo cambia y todo lo que ha leído se ve con otra luz”, explica sobre la estructura del relato.


¿Cuál es la respuesta del caso? ¿Por qué hizo esa barbaridad el protagonista? “Mis sentimientos son ambivalentes”, responde lacónico Macrae, que asegura que mucha gente le preguntaba por los documentos que aparecen en el libro como si de verdad los hubiera encontrado, que se prometió no volver a escribir en primera persona y que no ha podido mantener la promesa.

El tono del protagonista es uno de los grandes hallazgos del libro. “El gran reto era hacerlo convincente”, asegura el autor escocés, que cuenta lo difícil que fue el proceso ante la ausencia de testimonios de la época: hay pocos y, asegura, los que existen están escritos por historiadores en un tono más propio del inglés victoriano de la clase alta que de los aparceros de un pueblo del norte de Escocia.

El ambiente del pequeño pueblo y la descripción del fatalismo de sus gentes resultan sobrecogedores. “Perviven dos cosas de aquella época en la Escocia actual. Por un lado, sigue siendo una zona deshabitada, un poco como la España vacía. Por otro, hay una psicología escocesa muy enraizada que cree que contra la providencia es mejor no discutir ni pelear. Es una ideología represiva, de total fatalismo con lo que venga dado, un mundo en el que incluso placer es visto como algo malo por lo que se pagará después”, cuenta Macrae.

No oculta este escritor escocés que la inspiración lejana le viene de Yo Pierre Riviere, un libro escrito por Michel Foucault que leyó de joven y le dejó sobrecogido. Lleno de bohonomía y ganas de saber, Macrae comparte anécdotas como esa sobre la cerveza más cara que se ha bebido (“es muy escocés eso de acordarse del precio de la cerveza”, admite divertido) y comentarios apasionados sobre sus lecturas. “Cuando leí Los años de Annie Ernaux supe que nunca más iba a escribir igual”, asegura. “No puedo desconectar mi mirada de escritor cuando leo”, añade antes de repasar otras influencias como George Orwell o Simenon, de los que admira la claridad y la aparente sencillez, algo que también refleja en su escritura. “Parce fácil lo que hacen, pero ese es el verdadero arte”, cuenta.

La observación, en un mundo en el que, reflexiona, la gente ya no se sienta cinco minutos a mirar, es su herramienta preferida de trabajo. Así preparó, por ejemplo, la segunda parte de la segunda parte de The Disappearence of Adèle Bedeu, su primera novela, escrita cuando no era el finalista del Booker, cuando se ganaba la vida como decorador y pintor, cuando el éxito literario todavía no había llamado por sorpresa a su puerta.

https://elpais.com/cultura/2019/09/23/elemental/1569222513_693125.html



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