Libros, libros, libros

Huérfanas de una historia que ha borrado los logros de nuestras antepasadas



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Claudia Casanova (Barcelona, 1974) es autora de la reciente Historia de una flor (Ediciones B), novela inspirada en la primera botánica española Blanca Catalán de Ocón. En el siguiente artículo, la novelista y editora de Ático de Libros hace un llamamiento para recuperar la memoria de las grandes mujeres de la historia.




Como sabrán los lectores de mis anteriores novelas, suelo mezclar los personajes históricos y sus circunstancias reales con historias inventadas, que podrían ser verdad o no. Me acojo siempre al privilegio que una vez enunció el sabio historiador Jacques Le Goff: “La historia tolera múltiples verdades”. Confieso que la lectura de Alejandro Dumas, el mago que convertía la historia de Francia en su particular terreno literario, ejerció mucha influencia en mí. Lo digo como preámbulo a una reflexión sobre la historia de las mujeres, un espacio que creía conocer muy bien, desde la lectura de la obra imprescindible de Georges Duby, Historia de las mujeres, que ahora acaba de reeditarse. En Historia de una flor, quise contar algo muy sencillo: la historia de una muchacha y su pasión por la botánica, y cómo a pesar de los impedimentos de la época que le ha tocado vivir, las postrimerías del siglo XIX, logra conseguirlo. La novela está inspirada en algunos elementos de la vida de Blanca Catalán de Ocón, botánica que vivió en Teruel en el siglo XIX, y especialmente en sus descubrimientos sobre botánica.

Me fascinó, leyendo los diarios de viaje del botánico alemán Heinrich Moritz Willkomm, que una mujer en el siglo XIX se hubiera ganado una mención de honor en la historia de la botánica, descubriendo la flor Saxífraga blanca, que de hecho está bautizada en su honor: blanca por Blanca. También he querido contar más historias de amor en esa misma novela: el amor de una madre por sus hijas, el afecto de una familia y el romance de la joven y un científico alemán. Buena parte de eso es ficción, porque yo no escribo biografías: las leo, las disfruto, pero el gran privilegio de las novelas es que son ficción, y nos permite a los escritores crear y recrear mundos a voluntad. No hay libertad mayor que esa.


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Pero volvamos al tema que motiva este artículo: cuando un escritor se sumerge en el pasado, los personajes que van desfilando por sus manos a través de la documentación suelen recaer en varias categorías: son los monarcas o gobernantes más conocidos, los aristócratas, la jerarquía eclesiástica, los grandes conquistadores o navegantes, los líderes espirituales y demás notables; luego está la masa de nombres menos conocidos que sin embargo quedan, por fortuna, registrados en las crónicas. Por supuesto que, entre los personajes menos conocidos que salen a la luz durante el proceso de documentación, una porción ínfima son mujeres. Indefectiblemente, o al menos esa ha sido mi experiencia, la historia desconocida que aflora cuando aguzamos la vista y miramos al pasado de esas mujeres es deslumbrante. Me había pasado ya con las trovadoras del siglo XII, o con las hijas de Leonor de Aquitania, mucho más desconocidas que su famosa madre pero que fueron mecenas y protectoras de grandes poetas; y me sucedió también mientras me documentaba sobre esta novela.

¿Cómo es posible que conozcamos al dedillo nombres de segunda, tercera y cuarta fila en no importa qué disciplina, y sin embargo se ignore casi con terquedad los nombres de mujeres cuyas aportaciones a la historia han sido importantísimas? Algunas aparecen citadas al inicio de mi novela, porque quería rendirles homenaje, pero sus nombres llenarían páginas y páginas de los libros no escritos de la historia de la ciencia: si todos sabemos quiénes fueron Descartes, Rousseau o Newton, ¿por qué no conocemos a Mary Anning, paleontóloga y descubridora de importantes fósiles en el siglo XVIII? ¿O a la naturalista Maria Sibylla Merian, cuyos exquisitos dibujos de la flora y la fauna en Surinam siguen cautivándonos, y que contrajo la malaria durante sus viajes y siguió trabajando denodadamente a pesar de ello, hasta la muerte? ¿O a Émilie de Châtelet, física, matemática y filósofa que tradujo al francés a Isaac Newton en el siglo XVIII? ¿O en nuestro país, a la médica y genetista Jimena Fernández de la Vega, una de las primeras mujeres en estudiar en una universidad gallega?

Ángeles Caso y Clara Janés, por citar solamente dos autoras, han llevado a cabo una notable labor de recopilación de la obra de pintoras y escritoras respectivamente, que permite visibilizar figuras que de otro modo quedan dispersadas entre siglos. Son solo dos ejemplos, y hay muchos más; pero debería haber miles. Pensaba en eso a raíz de descubrir a Blanca Catalán de Ocón, que tuvo el gran mérito de convertirse en botánica sin más ayuda que su afán, el apoyo de su madre y un entorno que comprendió y alentó sus inclinaciones científicas. Que no es poco. ¿Podemos decir lo mismo de nuestro tiempo, cuando las vocaciones científicas de las mujeres están en mínimos preocupantes? Cuando no hay pioneras en las que mirarse, no es de extrañar que las mujeres nos sintamos huérfanas de una historia que ha borrado los logros de nuestras antepasadas. No lo digo como recriminación: es una constatación, y requiere poner manos a la obra para remediarlo.

De hecho, si imaginamos una línea que uniera a una de las primeras filósofas como Hipatia de Alejandría; a Trótula di Ruggero, profesora en la escuela de medicina de Salerno; a Margaret Cavendish, aristócrata y científica del siglo XVII (que por supuesto, jamás fue admitida en la Royal Society); la astrónoma alemana Maria Winkelmann, la matemática Maria Gaetana Agnesi o la inglesa Ada Lovelace, por mencionar solo un puñado, probablemente lograríamos trazar un hilo invisible que contaría una historia de la ciencia y del conocimiento tal vez no distinta, pero sí más rica, porque contendría la aportación de todas las mujeres que, por mor de su s*x*, han permanecido ocultas u olvidadas en las crónicas oficiales. Quiero saber más sobre las mujeres que trabajaban en la industria del cine a principios del siglo XX; quiero saber más sobre las vikingas que luchaban como un guerrero más; quiero conocer el nombre y las obras de la escriba con los dientes manchados de lapislázuli en el siglo XII. ¿Vosotros no?

Para comprender el pasado es necesario y deseable conocerlo desde todos los ángulos posibles, y es dudosa la historia que solo se escribe con una voz. Propongámonos contar mejor la historia, no reescribirla; hacerla más rica y dotarla de más miradas. Tal vez sea una tarea titánica, pero las mujeres estamos hechas al trabajo. Descubramos otra historia, otra ciencia y otra cultura: al fin y al cabo, es la nuestra y será la de todos.

*Las negritas son del bloguero, no de la autora del texto.

https://blogs.20minutos.es/xx-siglo...a-borrado-los-logros-de-nuestras-antepasadas/

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10 libros que hay que tener muy en cuenta de cara a esta primavera



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MIGUEL POLO

09.03.2019




Con la primavera a la vuelta de la esquina, le proponemos que disfrute de uno de los planes más sencillos y que nunca pasan de moda: leer.

Novelas, memorias, poesía, historia, música, ensayo... Presentamos una selección de 10 libros que abarcan obras ligadas a la máxima creatividad, como las del genio John Berger, hasta historias personales en torno a la mafia, tan de moda hoy en día, tanto en las series de televisión como en la propia literatura.



GALERIA : https://www.gentleman.elconfidencia...19-03-09/libros-primavera-novedades_1865482#0
 
La novela de Karina Sainz 'La hija de la española' sale a la venta
Desde este jueves, 'La hija de la española' (Lumen) se puede leer tanto en formato físico como digital

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El libro 'La hija de la española', de Karina Sainz Tere García
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PUBLICADO 07.03.2019 - 11:11ACTUALIZADO7.3.2019 - 13:04

Este jueves 7 de marzo se publica una conmovedora novela que retrata los últimos días del chavismo en Venzuela. La hija de la española (Lumen), escrito por la periodista de VozpópuliKarina Sainz Borgo (Caracas, Venezuela, 1982), ya ha sido vendida a 22 países para narrar la violencia, la corrupción y la escasez y el hambre en un país que se encuentra inmerso en una gran crisis.

"En Caracas siempre será de noche""En Caracas siempre será de noche"
Sainz Borgo ya avanzó cómo es el primer capítulo del libro. Unas líneas que relatan con dureza el día que enterraron a su madre. "Lo sepultamos todo, porque después de su muerte ya no nos quedaba nada", cuenta Borgo.

En sus páginas señala la evolución de su país natal y su sociedad. La autora quiere que quien lea su obra se sienta reflejado aunque describe el libro como una síntesis de brutalidad y belleza. Todo lo que narra, afirma, son circunstancias que ocurren en Venezuela, pero es "homologable a cualquier régimen totalitario".

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La hija de la española es un libro político donde la periodista y escritora reflexiona sobre "el uso del poder" y sobre cómo ese poder "puede envilecer a una sociedad".

Desde hace 20 años
Aunque parezca que llega en el momento perfecto, la autora quiere dejar claro que Venezuela se encuentra en perpetuo cataclismo desde hace dos décadas. Aún así reconoce que esta obra no habría levantado el mismo interés en otra época histórica.

Se trata de su biografía y Borgo desea que se trate como "una alegoría". Borgo dejó su país natal hace años, Chávez aún estaba vivo y asegura que "cuando tienes hambre, eres capaz de hacer cualquier cosa".
https://www.vozpopuli.com/altavoz/c...ja-espanola-venezuela-venta_0_1224777758.html
 
EL 1 DE ABRIL CUMPLE 90 AÑOS
Milan Kundera, el escritor que le gastó una broma al comunismo
El legendario disidente checo, autor de 'La insoportable levedad del ser', fue uno de los más leídos en los 80 hasta que dejo de escribir e inició un prolongado silencio que ha durado dos décadas



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Milan Kundera. (EFE)



DANIEL ARJONA
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10/03/2019


En 1985 todo el mundo leía a Milan Kundera. El escritor exiliado en París había publicado un año antes 'La insoportable levedad del ser', una novela de amor y s*x* ahumada con filosofía y ambientada en aquella Primavera de Praga de 1968 en la que los tanques soviéticos aplastaron -literalmente- a los veinteañeros que exigían libertad en vaqueros. El libro despachó millones de ejemplares en todo el mundo, inspiró una película y volvió tremendamente popular a un autor cuya dilatada e interesante trayectoria no era tan conocida hasta entonces. El éxito reconocería también libros posteriores como 'La inmortalidad' (1988), 'La lentitud' (1998) o 'La identidad' (1998) y se apagaría repentinamente tras la publicación en el año 2000 de 'La ignorancia'. Desde entonces transcurrieron casi 20 años de silencio apenas rotos por una obra divertida y menor en 2014 titulada 'La fiesta de la insignificancia'. El próximo 1 de abril Kunderá cumplirá 90 años..

¿Por que no se lee tanto hoy a Kundera? ¿Su prolongado silencio y su carácter huraño y esquivo, enemigo de entrevistas y lucimientos honoríficos abrieron una brecha insalvable con unos lectores cada vez más hiperactivos y sojuzgados por las novedades mediáticas? ¿Y cómo ha tratado el tiempo su obra? "Bien pero sin exagerar", respondía hace unos años en The Guardian el escritor inglés John Banville quien lamentaba lo rápidamente que su cabeza había olvidado 'La insoportable levedad del ser' "No recuerdo ni los nombres de los personajes" "Mal", añadía posteriormente en el mismo periódico el también escritor Jonathan Coe al asegurar que la reputación de Kundera en la actualidad se hallaba "irremediablemente dañada por su retrato de las mujeres" y "su aplastante androcentrismo" donde la primacía de la mirada masculina y la cosificación de la mujer es total, lo que "limita sus logros como novelista y ensayista".



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'La insoportable levedad del ser' (Tusquets)



Pero Kundera ya había 'previsto'en los felices 80 las diatribas que tantas veces, y con especial fervor estos días, se arrojan contra los creadores de ayer a los que se les observa injustamente con la lupa interesada de hoy. Lo hizo a propósito de la impronta de la política en su obra, el otro gran tema de sus libros, junto al amor y el s*x*, pero sirve también como antídoto a las acusaciones de machismo: "No me gusta reducir la literatura y el arte a una lectura política. La palabra disidente significa suponerle a uno una literatura de tesis, y si algo detesto es precisamente la literatura de tesis. Lo que me interesa es el valor estético. Para mí, la literatura procomunista o la anticomunista es, en ese sentido, lo mismo. Por eso no me gusta verme como un disidente".



El disidente que no quería serlo
Y es que el aciago siglo XX convirtió en disidentes y en referencia moral a su costa a demasiados creadores que nunca reclamaron semejante estatus. Milan Kundera nació en Moravia en 1929, hijo del célebre pianista checo Ludvík Kundera y, tras iniciar estudios de Literatura y Estética en la Universidad de Praga, los abandonó por los de Cine que concluiría en 1952 para ejercer como profesor de historia del séptimo arte. Tras las convulsiones de la Segunda Guerra Mundial, la culta y occidental Checoslovaquia había caído tras el Telón de Acero que partía en dos Europa y el futuro escritor, como tantos jóvenes en aquel momento, se afilió al omnipresente Partido Comunista. No duró mucho.

Su primera novela, 'La broma', es un tratado cómico y desolador sobre la incompatibilidad manifiesta entre totalitarismo y sentido del humor


La historia la contó en 'La broma' ('Zert', 1967), su primera novela, un tratado tan cómico como desolador acerca de la incompatibilidad manifiesta entre el totalitarismo y el sentido del humor. Al estudiante Ludvik Jahn, un trasunto del propio Kundera, se le ocurre en los 50 hacer un chiste postal a su novia Marketa, una broma bastante bobalicona y blanca en la que ironiza sobre el optimismo comunista y cita al innombrable disidente Trotski, asesinado por el mismo Stalin cuyos soldados siguen ocupando el país. ¿Resultado? Jahn es expulsado de la universidad, sus compañeros le retiran el saludo, todas sus posibilidades de promoción personal quedan liquidadas y acaba siendo condenado a trabajar en las minas donde conocerá el amor... y el cinismo. Similar experiencia vivió realmente Kundera lo que le convirtió en un renegado temprano del paraíso comunista al que, sin embargo, con este libro, gastó una broma inolvidable.

1968, primavera de Praga, tras la primera revuelta pop contra el imperialismo soviético -machacada de forma sin embargo más tradicional por los ejércitos del Pacto de Varsovia- las autoridades checas prohíben la obra del escritor y Kundera malvive como pianista de jazz, entre otras digresiones, hasta que en 1975 emigra definitivamente a Francia, país en el que sus novelas encontraban aquellos años una recepción cada vez más favorable. Títulos como 'La vida está en otra parte' (1972), 'La despedida' (1973), 'El libro de la risa y del olvido' (1979) y 'La insoportable levedad del ser'' (1984), la novela de título estrafalario que sacudió las librerías y vendió millones de ejemplares en todo el mundo. Cuando todo el mundo leía a Kundera.

'La insoportable levedad del ser' fue un bestseller extraño. Por su título imposible, por sus pretensiones filosóficas -en realidad de baja intensidad-, y por sus extravagantes teorías estéticas que despliegan, por ejemplo, vasos comunicantes entre el arte y los excrementos. Pero allí había también una gran historia de amor torturado a varias bandas, mucho s*x* y la hipnótica amenaza latente de la bota represiva comunista. El éxito de las peripecias de Tomás, Sabina, Teresa o Franz fue descomunal, lo que garantizó una adaptación al cine de la mano del director Philip Kaufman con resultados modestos de crítica y público.

¿Kundera delator?
En 1990 Kundera publicó 'La inmortalidad', la última novela en su checo natal. Como quien cambia de camisa, de champú, de marca de cigarrillos, el escritor se pasó al francés y fue en la lengua de Montaigne en la que escribió sus últimas novelas donde la querencia filosófica parece desplazar definitivamente a la política: 'La lentitud' (1994), 'La identidad' (1998), 'La ignorancia' (2000) y 'La fiesta de la insignificancia' (2014). Y fue en 2008 cuando estalló la bomba.

Aquel año la revista checa 'Respekt' acusó al escritor, ahora furibundo anticomunista, de haber delatado en su juventud -cuando profesaba una fe estalinista que Kundera nunca ha negado- a un compañero de la residencia universitaria Kolonka de Praga que estuvo a punto de ser ejecutado por ello y cumplió dos décadas en prisión. Kundera, que no era ni el primer ni el último hombre de letras denunciado por vivir épocas convulsas con una actitud reprobable, negó inmediatamente la acusación -que aportaba sin embargo abundante base documental. ¿Quién tenía razón? El sociólogo Jiri Pehe sentenció entonces en el diario Clarín que daba igual: "La realidad es que un régimen totalitario está construido de tal manera que el 99 por ciento de la gente coopera con el gobierno, de un modo u otro, entonces el caso Kundera ayuda a muchos checos a sentirse moralmente absueltos de sus propias culpas, como si ellos fueran los buenos y Kundera el malo".

A finales del pasado año el actual gobierno checo de Andrej Babis, se ofreció devolverle la nacionalidad que el antiguo régimen comunista le retiró hace cuatro décadas, en 1979. Y Kundera rompió su silencio: "Espero que el proceso no lleve mucho papeleo".


https://www.elconfidencial.com/cult...dera-la-insoportable-levedad-del-ser_1473982/
 
PLANETAS | VULCANO
El planeta que demostró el poder de autoengaño de los humanos
Un libro recuerda el descubrimiento en el siglo XIX de Vulcano, un cuerpo celeste que muchos vieron cerca del Sol pero nunca existió


MARCUS CHOWN
12 MAR 2019


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Un mapa del sistema solar que, en 1846, ya incluía el planeta Vulcano. LOC



Seguramente a más de uno le suena que Vulcano era el hogar ancestral del hiperlógico Spock de Star Trek. Pero Gene Roddenberry, creador de la serie televisiva americana de los años sesenta, no se sacó ese nombre de la manga. El planeta ya existía. O al menos existía en la imaginación de astrónomos del siglo XIX, en particular en la de Urbain Le Verrier.

Tras la predicción triunfal de la existencia de Neptuno, su estrella había ascendido en el firmamento científico y en 1854 había pasado a ser director del Observatorio de París. Pero nada de lo que hizo, ninguno de sus logros, llegaba a ser siquiera una pálida sombra de la euforia arrasadora que había sentido al desvelar como por arte de magia un mundo desconocido en los confines del sistema solar. Esta hazaña le había valido que los reyes se inclinaran ante él y que los científicos lo veneraran como a un dios. La fama y la adulación se le habían subido a la cabeza y ansiaba recuperar esa sensación. Habría dado lo que fuera por repetir su éxito. Habría dado lo que fuera por hacer otro anuncio cuasi divino que dejara anonadado al mundo de los mortales. Así que decidió trasladar su atención de las regiones exteriores a las interiores del sistema solar.


El objetivo de Le Verrier era tan ambicioso como él mismo: conocer al dedillo las órbitas de los planetas interiores, Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Si lo lograba, a lo mejor había una posibilidad, por pequeña que fuera, de que apareciese una anomalía que le llevase a hacer un descubrimiento con el que copar titulares.

Cada planeta recibe la influencia gravitatoria no solo del Sol, sino también del resto de planetas. La consecuencia es que no recorre el mismo camino una y otra vez por toda la eternidad. En vez de eso, su órbita elíptica precesa a lo largo de amplios periodos de tiempo, lo que hace que el planeta describa una silueta similar a una roseta en el espacio. Debido a que la precesión hace que el punto de mayor cercanía de un planeta al Sol, el llamado «perihelio», trace un círculo gradualmente alrededor de este, los astrónomos hablan de la «precesión del perihelio» de un planeta.

Fue en 1843, tres años antes del descubrimiento de Neptuno, cuando Le Verrier centró su atención por primera vez en los cuatro planetas interiores. Para poder predecir la órbita de cada uno de ellos, sumó meticulosamente los tirones gravitatorios de todos los demás planetas del sistema solar. Por desgracia, las órbitas que predijo no se correspondían con las observadas. En aquel momento sospechó que las discrepancias se debían a no conocer con exactitud las distancias y masas de los otros planetas. Así que, en la década posterior a su triunfo neptuniano, se puso manos a la obra con intención de refinar esas indispensables estadísticas planetarias.


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Un retrato decimonónico de Urbain Le Verrier. AUGUSTE BRY



En 1852, la mejor estimación de la distancia media entre la Tierra y el Sol era de unos 153 millones de kilómetros. Para 1858, Le Verrier había reducido esa cifra a casi 150 millones de kilómetros, lo que está a medio punto porcentual del valor actual. Al año siguiente, armado con esta cifra mejorada, se puso una vez más a calcular las órbitas de los planetas interiores.

Fue una larga y tediosa maratón de cálculo, y con la que obtuvo el mismo éxito que dieciséis años atrás. Las órbitas calculadas no coincidían con las observadas por los astrónomos. No obstante, él tenía fe en la ley de la gravedad de Newton y creía en su intuición matemática, así que perseveró con los cálculos. Probablemente, pensó, el problema radicaba en que las cifras que estaba usando para las masas y distancias de los planetas seguían siendo erróneas. Intentó ajustarlas una a una. Le llevó un tiempo hacerlo, pero por fin sus esfuerzos dieron resultado. Lo único que hacía falta era un sencillo cambio. Después de aumentar levemente las masas de la Tierra y Marte, fue capaz de predecir las órbitas exactas de todos los planetas interiores.

De todos... menos de uno.

Mercurio es el planeta más interno; el que orbita más pegado al fuego solar. También es el más diminuto, más pequeño incluso que la luna de Júpiter, Ganímedes.

Según los cálculos de Le Verrier, la atracción del planeta vecino más cercano a Mercurio, Venus, hacía que su perihelio cubriese aproximadamente 1/5.000 de su ruta alrededor del Sol cada siglo. Los astrónomos usan un lenguaje todavía más esotérico y opaco que este. Ellos dicen que Venus hace que el perihelio de Mercurio avance 280,6 segundos de arco por siglo, y establecen que un segundo de arco es 1/60 de un minuto de arco, y que un minuto de arco es 1/60 de un grado. Los cálculos de Le Verrier mostraron que el tirón del planeta gigante, Júpiter, aportaban otros 152,6 segundos de arco por siglo; la Tierra, 83,6 segundos de arco por siglo, y el resto de los planetas juntos tan solo 9,9 segundos de arco por siglo. Sumando estos números obtuvo una cifra para la precesión del perihelio de Mercurio de 526,7 segundos de arco por siglo.


UNA HISTORIA DE LA FUERZA QUE LO EXPLICA TODO
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Este texto es un fragmento de Gravedad (Blackie Books), un nuevo libro en el que el divulgador científico británico Marcus Chown repasa la "historia de la fuerza que lo explica todo". Según Chown, "solo cuando la comprendamos estaremos en condiciones de responder a la pregunta más importante: ¿de dónde salió el universo?".



Pero eso no podía estar bien.
Concienzudas observaciones del planeta interior habían demostrado que el perihelio de Mercurio avanza 565 segundos de arco por siglo. Eso arrojaba una discrepancia de unos 38 segundos de arco por siglo (el valor actual es de 43 segundos de arco por siglo).

La diferencia era ínfima, pero los cálculos de Le Verrier eran suficientemente exactos como para demostrar que era real. El perihelio de Mercurio estaba precesando 38 segundos de arco por siglo más de lo que debería. Dicho en otras palabras: si los demás planetas del sistema solar desapareciesen de repente, eliminando de un plumazo sus efectos gravitatorios de largo alcance, Mercurio seguiría trazando la silueta de una roseta. Una roseta que se repite más o menos cada tres millones de años. Una roseta que es imposible de explicar.

Le Verrier no se podía creer su buena suerte. Era, una vez más, la anomalía de Urano. Una masa oculta, algo dentro de la órbita del planeta interior, estaba tirando de Mercurio. Le Verrier casi no se atrevía a plantear la pregunta. ¿Pero podría ser? ¿Sería posible que se tratase de un nuevo planeta?

Para hacer una estimación de su masa, asumió que orbitaba a medio camino entre Mercurio y el Sol. Sus cálculos demostraron que un planeta así podría ser responsable de la precesión anómala de Mercurio siempre y cuando su masa fuera similar a la de su vecino. Pero eso planteaba un problema de inmediato: un planeta de tal tamaño tendría que haber sido avistado ya tiempo atrás por los astrónomos. Sí, el brillo del Sol lo ocultaría, pero se habría visto durante un eclipse total, cuando la Luna tapa el Sol e incluso pueden verse las estrellas más tenues cerca del disco solar.

Si no se trataba de un planeta, ¿qué podría ser? Le Verrier se preguntó si el extraño comportamiento de Mercurio podría deberse en su lugar a un grupo de «asteroides» orbitando entre este y el Sol. Si ese fuera el caso, entonces tal vez algunos de los objetos serían lo suficientemente grandes como para ser vistos cuando cruzaban, o «transitaban», frente al Sol.

Por increíble que parezca, alguien ya había observado el tránsito de un objeto frente al Sol. Edmond Modeste Lescarbault era un médico rural francés apasionado de la astronomía. Había estado pensando sobre los asteroides que se habían descubierto en órbita entre Marte y Júpiter en las primeras décadas del siglo XIX, y eso le hizo preguntarse en qué otros lugares podría haber asteroides escondidos. Ya había observado la diminuta mancha negra de Mercurio transitando el Sol con su telescopio reflector de 10 cm en Orgères-en-Beauce, a unos 110 kilómetros al oeste de París. Por eso no es de extrañar que se planteara que podría haber asteroides más cercanos al Sol que Mercurio, y que tal vez sería capaz de verlos en su paso frente al disco solar.

El sábado 26 de marzo de 1858, Lescarbault estaba pasando consulta, pero le quedó un hueco libre entre paciente y paciente. Así que aprovecho la oportunidad para ir a su telescopio y apuntarlo hacia el Sol. Para evitar cegarse, proyectó la imagen del disco solar sobre una tarjeta. En cuanto lo hizo, vio algo inusual: un pequeño punto negro cerca del borde del Sol. Como es lógico, se moría de ganas de seguir su progreso, pero había llegado otro paciente que reclamaba su atención. Cuando por fin pudo volver a toda prisa al telescopio, comprobó con alivio que el punto seguía ahí. Lescarbault lo siguió sin descanso hasta que desapareció por el otro borde del Sol. Según sus cálculos, el tránsito había llevado un tiempo total de una hora, diecisiete minutos y nueve segundos. Era exactamente lo que cabría esperar de un asteroide en los confines interiores del Sistema Solar.

Curiosamente, Lescarbault no hizo nada con su descubrimiento. Fue solo nueve meses más tarde, cuando leyó un artículo que decía que Le Verrier creía que había uno o varios cuerpos entre Mercurio y el Sol, que se decidió a empuñar la pluma y escribir al Observatorio de París.

Le Verrier no se fiaba un pelo de las palabras del doctor, pero la posibilidad de que él, Le Verrier, pudiera repetir el éxito de Neptuno era demasiado tentadora. Tenía que reunirse con Lescarbault. El 31 de diciembre de 1859 tomó el tren de París a Orgères-en-Beauce. Llegó sin previo aviso a la casa de Lescarbault, esperando encontrarse a un mediocre aficionado rural. En vez de eso, dio con un observador de primera categoría que había construido instrumentos científicos de precisión. Tras fusilarlo a preguntas sobre sus observaciones, el astrónomo parisino quedó convencido de su descubrimiento.

Por increíble que pareciera, Le Verrier había vuelto a hacerlo. Había repetido el éxito de Neptuno. Había predicho la existencia de un planeta entre Mercurio y el Sol. Era un dios entre los hombres.

A su regreso a París, trasladó las observaciones de Lescarbault a números. Si se asumía que el nuevo planeta trazaba una órbita circular alrededor del Sol, debería completar un circuito una vez cada veinte días. Eso significaba que desde la Tierra debería vérselo transitar frente al Sol varias veces al año.

Le Verrier anunció el descubrimiento del nuevo planeta ante un mundo boquiabierto. Para febrero de 1860 ya tenía incluso nombre. Los planetas reciben su nomenclatura de antiguos dioses, y el señor de la forja del monte Olimpo, hogar del panteón griego, era Vulcano. Parecía un nombre de lo más apropiado, ya que este nuevo mundo nunca podría escapar del fuego solar, así que Vulcano se quedó.

Otros astrónomos, sobre todo aquellos que monitorizaban el Sol en busca de manchas solares, se apresuraron en anunciar que ellos también habían visto a Vulcano transitar el Sol, pero no habían reconocido que fuera un planeta. La siguiente oportunidad para observar un tránsito se calculó entre el 29 de marzo y el 7 de abril de 1860. En Madrás (India) y en las ciudades australianas de Sídney y Melbourne, los astrónomos observaron el disco solar sin descanso. Pero no apareció nada.

Los años fueron pasando, y algunos observadores declararon haber visto el nuevo planeta. Otros muchos lo negaron. Y las observaciones de aquellos que habían visto algo nunca contaban con la verificación independiente de alguien más.

El 7 de agosto de 1869 se produjo un eclipse total. Una vez más, algunos observadores dijeron haber visto Vulcano. Pero el hecho crucial fue que este eclipse fue observado por un pionero americano de la astrofotografía procedente de Burlington (Iowa). Benjamin Apthorp Gould sacó cuarenta y dos fotografías de la nebulosa «corona» blanca que rodea al Sol y que solo es visible durante un eclipse total. Ninguna de ellas mostraba el nuevo planeta.

El remate fue el eclipse total del 29 de julio de 1878. Equipos de astrónomos subieron al tren de Union Pacific con destino a Rawlings (Wyoming), en el Medio Oeste norteamericano. Entre ellos se encontraban algunos de los principales observadores de su época. Estos incluían a Simon Newcomb, del Observatorio Naval de Washington DC, destinado por desgracia a pasar a la historia por declarar que era imposible que una máquina más pesada que el aire volara justo antes del vuelo pionero de los hermanos Wright, y Norman Lockyer, que desde su jardín en el barrio londinense de Wimbledon había descubierto el 20 de octubre de 1868 helio en el Sol, el único elemento que se ha descubierto en el espacio antes que en la Tierra. Incluso el archiconocido inventor Thomas Edison se había apuntado.

Desde Rawlings, los observadores cargaron a cuestas con sus equipos hasta puntos de observación adecuados. Tuvieron que vérselas con cielos nublados, amén de polvo y arena sacudidos por el viento incesante que se les metía en los ojos hasta hacerlos lagrimear. Mas, a pesar de todas las dificultades meteorológicas, además del equipo averiado, muchos vieron e incluso fotografiaron el eclipse. Solo uno de ellos detectó un planeta nuevo: James Craig Watson, director del Observatorio Ann Arbor de Michigan, informó sobre un pequeño objeto rojizo que giraba alrededor del Sol dentro de la órbita de Mercurio.

Su descubrimiento fue telegrafiado de inmediato por todo el mundo. Dos décadas después de que Le Verrier propusiera la existencia del nuevo planeta, ¿podría ser que Vulcano se hubiera dignado por fin a aparecer?

El problema era que nadie más lo había visto. O mejor dicho, habían visto la mancha rojiza, pero la habían identificado como Zeta Cancri, una estrella tenue de la constelación de Cáncer. Watson se mantuvo en sus trece, aunque la probabilidad de que estuviera equivocado y los demás tuvieran razón resultaba abrumadora. De hecho, cuando falleció en 1880 a consecuencia de una infección letal con tan solo 42 años, seguía plenamemente convencido de haber descubierto el planeta Vulcano. Pero ahora la balanza se inclinaba hacia el otro lado: el consenso era que Vulcano no existía; que nunca había existido. Era producto de una imaginación delirante, un testimonio del poder de autoengaño de los humanos, castillos en el aire de la ciencia. Ha pervivido solo como una nota histórica semiolvidada y, por supuesto, como el lugar de nacimiento ficticio de Spock en Star Trek.

Un rompecabezas sin resolver
Resulta que la idea de un planeta como Vulcano no es tan absurda después de todo. Hoy en día conocemos miles de planetas en órbita alrededor de otras estrellas en la Vía Láctea, y muchas de ellas cuentan con planetas similares a Vulcano.

Uno de los descubrimientos más inesperados de la astronomía moderna es el de planetas gigantes gaseosos que giran más cerca alrededor de sus estrellas que Mercurio en torno al Sol. Esos «júpiteres calientes» no pueden haberse formado donde los vemos. El gas estaría tan caliente, y los átomos que lo forman habrían volado a tal velocidad, que la gravedad no habría podido retenerlos. Por el contrario, los astrónomos creen que los júpiteres calientes nacen mucho más hacia el exterior. La fricción con el disco de material de desecho a partir del cual se forman los planetas hace que se desplacen en espiral hacia el interior. Hoy se considera que esta «migración» planetaria se produjo también en la prehistoria de nuestro sistema solar, y que planetas como Júpiter y Saturno participaron en un juego de la silla interplanetario antes de ocupar sus ubicaciones actuales.

Los sistemas planetarios que rodean otras estrellas parecen estar diciéndonos que nuestro sistema solar se extiende de forma inusual. Más de la mitad de los planetas de sistemas «exoplanetarios» orbitan más cerca de su estrella progenitora que Mercurio del Sol. Hay Vulcanos por doquier en el resto de la galaxia. Es posible que se trate de una ilusión causada por sesgos observacionales. Los astrónomos detectan exoplanetas por la oscilación que generan en su estrella o porque atenúan la luz que emite. Para ellos es más fácil y rápido detectar planetas cercanos, ya que hay que esperar menos tiempo para que completen una órbita.

Es posible que nuestro sistema planetario no haya sido siempre tan inusual. Según simulaciones informáticas del nacimiento del sistema solar, al principio podría haber habido una serie de planetas orbitando cerca del Sol. Las colisiones entre ellos dejaron a Mercurio como único superviviente. Si esta hipótesis es correcta, entonces Vulcano sí que existió. Por desgracia, el ser humano se lo perdió por 4.550 millones de años.

Le Verrier murió el 23 de septiembre de 1877. Había resuelto el problema del movimiento anómalo de Urano, y con ello había descubierto Neptuno y ampliado el tamaño del sistema solar. Pero al ver que Vulcano se le escurría inexorablemente de entre las manos, supo que el problema del movimiento anómalo de Mercurio había podido con él.

El siglo XX llegó repleto de llamativas maravillas como los rayos X, la radioactividad o el vuelo a motor. El movimiento anómalo de Mercurio era un rompecabezas curioso, pero casi con toda seguridad no importante. Nadie perdió el sueño por él. Es más, nadie pensó en él en absoluto. Y nadie sospechó lo que de verdad nos estaba diciendo: que, contra todo pronóstico y por increíble que pareciera, Newton se había equivocado con la gravedad.

El hombre que se dio cuenta de ello y concibió una mejor teoría de la gravedad para sustituir la de Newton fue Albert Einstein. Pero antes de percatarse de que su predecesor había metido la pata con la gravedad, Einstein ya había advertido que Newton andaba errado sobre algo en apariencia todavía incluso más fundamental que afectaba a la gravedad: la mismísima naturaleza del espacio y el tiempo.

https://elpais.com/elpais/2019/02/25/ciencia/1551098493_269989.html




 
Localizan en Harvard una desconocida recreación teatral del Quijote

EFE 13.03.2019

La obra, titulada "Don Quixote, A Comedy", data de 1774-1776 y nunca había sido impresa ni representada.



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Original del Quijote. AGENCIAS



Emilio Martínez Mata, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Oviedo, ha localizado en la Houghton Library de la Universidad de Harvard el manuscrito de una obra teatral de James Wadham Whitchurch, titulada "Don Quixote, A Comedy" (1774-1776) que nunca ha sido impresa ni representada y de la que hasta ahora no se tenía noticia. La obra de Whitchurch, publicada en el último número del Harvard Library Bulletin con una introducción de Martínez Mata y de Clark Colahan (Whitman College), sigue la línea del "Cardenio", la obra perdida de William Shakespeare y John Fletcher, sobre el personaje del mismo nombre que protagoniza una de las historias intercaladas en la primera parte del Quijote. Según Martínez Mata, a diferencia de esta, el manuscrito hallado ahora ofrece una versión "bastante fiel" al original y otorga a don Quijote y a Sancho Panza "un relieve y una caracterización muy próxima" a la que tienen en la novela de Cervantes.

Sentimentalismo ético sin modificar


Así, señala, si Cervantes utiliza las historias intercaladas en el Quijote para plantear problemas éticos y las consecuencias en los demás del comportamiento inicuo de algunos personajes, Whitchurch mantiene la fidelidad argumental, salvo las necesarias alteraciones para adaptar la historia al ámbito teatral, y consigue reflejar "el sentimentalismo ético característico de la Ilustración inglesa". A la carga ética de las historias intercaladas cervantinas, el autor del manuscrito incorpora "una concepción benevolente de la naturaleza humana basada en la idea de moralidad de Shaftesbury, de enorme influencia en los pensadores británicos del XVIII, en especial, David Hume, Francis Hutcheson y Adam Smith", añade. A su juicio, con muy pocos cambios en los diálogos y en la actitud de los personajes, y sin modificar lo más mínimo la trama de la obra, Whitchurch consigue que su versión del Quijote resulte "un manifiesto de los nuevos valores de la Inglaterra de la Ilustración, la benevolencia y la empatía, popularizados por el Adam Smith de La teoría de los sentimientos morales (1759)".

https://www.20minutos.es/noticia/3586420/0/localizan-harvard-desconocida-recreacion-teatral-quijote/
 
EL PAÍS lanza la colección ‘Mujeres en la historia’
Una treintena de referentes de las ciencias y las letras protagonizan estos libros


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¿Sabías que Hipatia llegó a tener en sus aulas como discípulos a los varones más importantes de su tiempo, los líderes políticos y militares más reconocidos de su época? ¿Y que Victoria Kent fue la primera mujer que ocupó un alto cargo gubernamental como Directora General de Prisiones? Muchos hitos femeninos como estos pasan desapercibidos en el tradicional relato histórico. Conocerlos es rescatar una parte de la historia silenciada, la de las mujeres. EL PAÍS quiere contribuir a su conocimiento y por eso lanza la colección Mujeres en la historia, una serie de 30 libros en los que descubrir la vida de grandes artistas, científicas y académicas. Su primera entrega llega el próximo domingo a los quioscos y a la página web de Colecciones del diario por 9,95 euros.


La antología arranca con Hipatia, el relato de la primera gran filósofa, que era además inventora y científica. Se dedicó enteramente al estudio, siendo maestra de los cargos públicos de su ciudad, Alejandría, como el gobernador o los jefes militares. La obra hace un recorrido a través de la vida y los triunfos de la primera mujer que dirigió una escuela de filosofía antigua, el equivalente entonces a una universidad, y cómo fue asesinada por una turba de cristianos, un hecho que marcó el devenir de la cultura.

Frida Kahlo, Marie Curie, Lillian Hellman, Billie Holiday, María Moliner, Cleopatra, Ana de Pombo, Maya Deren… Mujeres fuertes y valientes, algunas muy populares, pero todavía con mucho por contar; otras, prácticamente anónimas, pero todas hicieron historia por no arredrarse ante las dificultades en épocas poco predispuestas a sus ambiciones. Sus biografías son un ejemplo para las generaciones presentes y venideras que no deben pasar desapercibidas.


Las biografías
Mujeres en la historia, coordinada por Ada del Moral, recoge la vida de la cantante y compositora Patti Smith. La biografía nos abre las puertas a la leyenda del rock, considerada la mujer que más ha influenciado en la historia de este género musical. Fue el primer icono punk femenino, incluso antes de que llegaran los Sex Pistols.

Los lectores podrán descubrir también quién se esconde detrás del seudónimo Fernán Caballero o la biografía de la artista Maruja Mallo. El talento y el amor de esta artista provocó libros tan esenciales de la poesía española como Sobre los ángeles, de Alberti y El rayo que no cesa, de Miguel Hernández. La famosa trilogía formada por Lorca, Buñuel y Dalí fue verdaderamente un cuarteto porque Mallo siempre estuvo presente en la gran revolución de la vanguardia.

Tras la entrega de Isabel la Católica, la reina renacentista que hizo de España un Gran Imperio, llegará la biografía de Victoria Kent. La segunda mujer abogada de España, después de Ascensión Chirivella, se convirtió en la primera Directora de Prisiones.

Todas estas protagonistas han inspirado a lo largo de los años a hombres y mujeres, por su talento y su tesón y también por su rebeldía, pues se convirtieron en aquello que anhelaban a pesar de cualquier traba. Como Rosario de Acuña, que a los 33 años fue la primera mujer en ocupar la tribuna del Ateneo Científico Literario y Artístico de Madrid con el nombre masónico de Hipatia. O Mary Wollstonecraft, quien escribió el ensayo más revolucionario acerca de la situación de la mujer, donde reclama sus derechos de forma explícita, en 1792.

Otro ejemplo es Mary Shelley que solo tenía 18 años cuando escribió el primer gran texto de ciencia ficción, Frankenstein, y fue la pionera del género apocalíptico con El último hombre, donde narra la vida del único ser humano sobre el planeta tras sobrevivir a una plaga.

Las cuatro primeras entregas de Mujeres en la historia llegarán con una cadencia quincenal a los quioscos. Después, se podrán conseguir cada semana. Todos los títulos están disponibles en la página web de Colecciones del periódico.


https://elpais.com/sociedad/2019/02/28/actualidad/1551350536_873294.html
 
ASÍ NOS CONTROLAN
Por qué un libro titulado 'La creación de una mosca' vale más de 25 millones de euros
Una obra hasta ahora desconocida ha adquirido un gran valor debido a un problema que será algo muy común. Los roles de la tecnología y los humanos se han revertido


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Foto: iStock.


AUTOR

ADA NUÑO
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18/03/2019



La Inteligencia Artificial no va a llegar, porque ya está aquí. Hablamos continuamente de robots atomatizados que nos quitarán el trabajo dentro unos años y de cómo (según Elon Musk) debemos convertirnos nosotros mismos en cyborgs para detenerlo. También sabemos que, por ejemplo, el software podrá predecir futuros delincuentes. Esto es solo el principio.

¿Qué son los algoritmos realmente? Se trata de un conjunto de prescripto de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permiten llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad (en este caso, las máquinas). Desde un estado inicial, siguiendo los pasos sucesivos se llega a un proceso final y se obtiene una solución.

Quizá cuesta creerlo, pero lo explica el profesor Dionysios Demetis en 'The Conversation': un libro conocido como 'La creación de una mosca' llegó a valer en Amazon un precio de 25 millones de dólares (más gastos de envío) únicamente por el resultado de unos algoritmos combinados de la manera adecuada. "Esto me llevó a una investigación y a una posterior conclusión muy interesantes", explica. "Los roles de la tecnología de la información y los seres humanos se han invertido. En el pasado, los humanos utilizábamos la tecnología como herramienta. Ahora, es ella la que nos usa e incluso nos controla".

El libro generó tantas ventas únicamente por la combinación de algoritmos. La tecnología ha pasado a controlarnos a nosotros


Según Demetis, esto significa que nos hemos convertido en humanos artificiales o artefactos humanos, y que abundan los ejemplos. Hablábamos de la predicción de delincuentes, pero de igual manera los analistas y abogados están siendo reemplazados gradualmente por la inteligencia artificial, lo que significa que una defensa de un caso exitosa podría depender de los algoritmos. En el mercado laboral, muchas compañías han comenzado a filtrar currículums a través del software, por lo que hay muchos candidatos que se perderán para siempre en algún agujero negro de internet y se generarán grandes sesgos en la contratación (no todo puede ser perfecto).


¿Y en las noticias? Tiene un nombre propio: análisis del sentimiento automatizado. Se analizan opiniones positivas y negativas acerca de las compañías, basadas en diferentes fuentes web. A día de hoy, gracias en parte a las redes sociales, es muy fácil conocer la opinión de las personas sobre diversos temas, por lo que tras un estudio de las mismas, las compañías o los medios adquieren un conocimiento muy valioso que les sirve de cara a su propia empresa. Por supuesto, y como explicábamos antes, no es oro todo lo que reluce y también el uso masivo de algoritmos puede traer consigo algunos imprevistos.

El Flash Crash
Los mercados financieros son otros de los entornos donde operan los algoritmos sin intervención humana. Quizá suene terrorífico, pero el 85% de las transacciones en los mercados de divisas se realizan solo mediante algoritmos. "¿Qué quiere decir esto?" señala el profesor Demetis: "Fácil, el dinero se mueve en función de lo que dice una máquina. Debido a que gran parte de la inteligencia artificial involucra software de programación para descubrir cómo completar una tarea por sí misma, a menudo no sabemos exactamente qué hay detrás de la toma de decisiones".

Aunque los algoritmos funcionan, no pueden dejarse completamente solos, debe haber un humano que supervise las máquinas


Durante el Flash Crash (quiebra financiera estadounidense que tuvo lugar el 6 de mayo de 2010) se planteó la eterna pregunta: ¿un error de las máquinas (y los algoritmos, por tanto) o humano? Aquel día, el índice Dow Jones estadounidense se precipitó unos 1.000 puntos, o un 9%, para recuperarse 15 minutos después. Durante ese lapso de tiempo, se llevó consigo miles de millones de algunas de las empresas más poderosas del mundo. Las máquinas en sí no cometieron ningún error, pero aquello sucedió por la interacción de millones de decisiones algorítimicas que se enfrentaron de manera impredecible, siguiendo su propia lógica. ¿Conclusión? Se creó una espiral descendente en el mercado.

"Los algoritmos funcionan, pero no pueden dejarse a solas completamente, sin un control humano para que supervise las máquinas" explica el profesor. Como explicaba el autor Michael Lewis en su libro 'Flash Boys': "Se ha iniciado un proceso con ordenadores que reemplazarán completamente a la gente".

"A medida que se crean nuevos límites entre los seres humanos y la tecnología", indica Demetis, "debemos pensar detenidamente hacia dónde nos está llevando nuestra dependencia extrema en el software. A medida que las decisiones humanas son sustituidas por otras algorítmicas y nos convertimos en herramientas cuyas vidas son moldeadas por máquinas y sus consecuencias no deseadas, nos estamos preparando para la dominación tecnológica. Tenemos que decidir, mientras podamos, qué significa esto para nosotros como individuos y como sociedad".

https://www.elconfidencial.com/alma...libro-titulado-mosca-toma-decisiones_1874554/
 
Última edición por un moderador:
Una novela en la fosa séptica

  • FERNANDO ARAMBURU
Domingo, 24 marzo 2019



El novelista Fernando Aramburu disecciona con entusiasmo lector 'La hija de la española', primera novela publicada de la periodista Karina Sainz Borgo, donde disecciona su experiencia en la Venezuela devastada de Chávez y Maduro




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La periodista y escritora Karina Sáinz Borgo. ÁNGEL DÍAZ/ EFE



Conocíamos a Karina Sainz Borgo, venezolana afincada en España desde hace más de una década, sobre todo en su faceta de periodista cultural. Me ha entrevistado en dos ocasiones. Me complace dar cuenta en público de su profesionalidad. Uno se las ha tenido que ver más de una vez con periodistas desganados que formulan preguntas generales, válidas para cualquier escritor; que no han leído o han leído a medias el libro sobre el cual les han mandado ir a informar. Yo recuerdo a Karina Sainz Borgo con libros míos erizados de papelitos de colores como marcas de pasajes determinados, lo cual, dicho sea de paso, estimula al entrevistado a un mayor esfuerzo, siquiera sea por la cortesía de corresponder a la deferencia ajena. En cambio, yo no conocía la extraordinaria calidad de Sainz Borgo como novelista.

Me ha complacido leer La hija de la española como el relato personal de una mujer que huye del infierno. "Mi obligación era sobrevivir", leemos en la página 171. Adelanto que la protagonista logrará su propósito a cambio de renunciar a su identidad, lo cual parece a todas luces preferible a perder la vida. El siglo XX europeo y asiático abundó en este tipo de construcciones tiránicas de base colectivista y, consecuentemente, en cronistas que las describieron desde el conocimiento inmediato y la disidencia, casi siempre corriendo graves riesgos.

Yo he pensado a menudo, durante la lectura de esta novela, en la tiranía de Ceaucescu en Rumanía y en Herta Müller, otra mujer valiente que escribió libros apegados a su experiencia personal bajo la dictadura que tanto la hizo sufrir. En tales casos, la descripción y el relato de lo cotidiano se bastan por sí solos para constituir un testimonio de denuncia. La hija de la españolano va a ser un libro de fácil digestión para la izquierda sectaria, aunque a esta siempre le quedará el socorrido recurso de no leer el libro o de aplicarle los tópicos de rigor, ya preparados de antemano en su cocina ideológica: parcialidad, maniqueísmo, propaganda, malos muy malos y feos, buenos muy buenos y guapos... He vivido en mis propias carnes similares tópicos enternecedoramente simples, además de malintencionados, y los tuve a mucha honra.

El referido infierno es la construcción criminal de un tirano, ayer Chávez, hoy su apéndice Maduro. Es la Venezuela actual, un paraíso natural devastado, escenario de la novela de Karina Sainz Borgo. Inflación desbocada, violencia en grado máximo, represión sin tregua propiciada por el Gobierno, carestía, hambre, los Motorizados de la Patria campando por sus respetos, saqueos, derrumbe del pacto social, situación calamitosa en los hospitales y más que pudiéramos enumerar dan la imagen del referido infierno y son parte fundamental de la sustancia narrativa de La hija de la española. Este dibujo social está, en mi opinión y pique a quien pique, bien integrado en la obra. No es un añadido. No está dado en forma teórica ni explicativa. Lo reclama la acción y tiene un alto valor narrativo. Dicho con otras palabras, lo reclaman los movimientos y la reflexión de la protagonista, que es, a la vez, narradora. La hija de la española consiste en la voz de una conciencia. De una mente lúcida, determinada por la nostalgia del pasado, la pérdida de la madre, el miedo actual y el deseo firme de ponerse a salvo. El personaje se completa con otros ingredientes, pero no es mi intención ser aquí prolijo, sino comunicar una impresión de lectura.

No hay otra perspectiva de la narración ni tiene por qué haberla. Una novela no está obligada a ser coral ni a asumir una responsabilidad historiográfica. Una novela es, en todos los casos, por siempre y jamás, una representación de la vida particular de los seres humanos, no un tratado científico ni un reportaje más o menos camuflado de apariencia literaria. Y, por si aún quedara algún despistado, la autora lo consigna al final de su libro mediante una breve nota donde aclara, entre otras cosas y como previendo la acción hostil desde ciertos rincones ideológicos, que "esta es una historia de ficción". Una muy buena historia de ficción, agrego yo con la sencilla autoridad que me confiere haberla leído sin prejuicios.

Destacaré, para terminar, su estupenda escritura. Escritura seca, concisa, directa, de una fuerza expresiva extraordinaria: "Las mujeres permanecieron ahí, catedralicias en su gordura" (pág, 71). "Como mi madre, yo también estaba muerte. Ella bajo tierra. Yo en la superficie" (pág. 181). Ya sólo por su notable densidad literaria merece la pena leer esta novela, bien montada en su alternancia de episodios del pasado, relativos a la infancia y adolescencia de la protagonista, y episodios del presente situados en un país convertido en "fosa séptica". Juzgo una cobardía atribuir a la autora la invención de unas condiciones sociales de extrema crudeza anteriores a su escritura. Pienso que La hija de la española cumple de forma óptima el cometido de la ficción realista: comunicarnos de forma compleja y coherente cómo, repito, cómo se vivió desde una circunstancia individual en un determinado contexto histórico. O si se prefiere: cómo repercutió en los hombres concretos la historia colectiva. Como artefacto literario, la novela de Karina Sainz Borgo, rebosante de virtudes técnicas, con una prosa de categoría, adecuada a la narración, es sencillamente magistral.

https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/03/24/5c8f9a6ffc6c837f148b465c.html


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Jorge Fernández Díaz: "Pérez-Reverte es el mejor novelista de aventuras de la historia"

El escritor y periodista, de la Academia Argentina de Letras, reedita 'Mamá' (Alfaguara), una historia íntima que conmocionó hace 15 años



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Jorge Fernández Díaz. (Foto: Victoria Iglesias)




MIGUEL POLO
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CULTURA

27/03/2019




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Mi madre leía a Corín Tellado y mi padre a Marcial Lafuente Estefanía. Pero me regalaron la Colección Robin Hood (Verne, Wells, Conrad, Stevenson, Salgari, Defoe) y compartían conmigo largas horas frente a un ciclo televisivo donde veíamos películas de Ford, Hawks, Hitchcock, Stevens, Aldrich, los Wilder. Un día me encuentro con un amigo y me cuenta que su maestra invitó a toda la clase a escribir un cuento.

Él había escrito un western, y le había creado una portada que había calcado de la ilustración de Buffalo Bill. Al verlo sentí una corriente eléctrica, regresé corriendo a casa, busqué una libreta y comencé a escribir febrilmente mi primer relato. Tenía once años, y había descubierto que las 'películas' de mi imaginación podían ser trasladadas a los renglones del papel. Unos meses después, en la cocina de mi casa, estaba leyendo 'La señal de los cuatro', de Conan Doyle, y recuerdo otra epifanía. Me dije a mí mismo: “Quiero producir en otros lo que este tipo está produciendo en mí”.



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Había descubierto mi gran vocación, que aunaba la literatura y el cine. Allí comenzó todo. Luego se agregó el periodismo, que considero una de las bellas artes y una rama de la literatura: en los periódicos escribí folletines, novelas, crónicas novelescas, articuentos, ensayos, aguafuertes, retratos. Y todo lo hice con aquel primer impulso y aquel estilo épico y sentimental que mis padres me inculcaron en silencio en nuestra vieja casa del barrio de Palermo Pobre, en Buenos Aires.

LA FAMILIA LITERARIA DEL ESCRITOR


Domingo F. Sarmiento
Porque inventó la literatura argentina desde el periodismo, y por enseñarme el enorme valor de los géneros híbridos.

Jorge Luis Borges
Porque su prosa perfecta nos enseñó a pensar en español, y porque en lugar de escribir novelas se limitó a hacer brillantes sinopsis. También porque su obra relativamente minúscula es sin embargo una milagrosa y vasta biblioteca de rarezas.

Ernest Hemingway
Porque en sus cuentos cortos y en sus malogradas novelas largas nos enseña el dialoguismo excelso y la virtuosa elipsis. Y porque debo leer cada año 'El viejo y el mar', 'Muerte en la tarde y París era una fiesta' si quiero seguir vivo.

Raymond Chandler
Porque elevó la novela negra a la categoría de arte mayor. Y porque lo heredó todo de Shakespeare y de Hammett, y lo legó todo a Ross MacDonald y a James Elroy.

Michel de Montaigne
Porque es el padre del ensayo y el Santo Patrono de todos nosotros, los modestos articulistas de ideas.

Francis Scott Fitzgerald
Porque sus “relatos de revistas baratas” formaron al final un corpus impresionante de obras maestras lujosas y dolientes.

Arturo Pérez-Reverte
Porque es el mayor novelista de aventuras que dio la lengua, porque tradujo al español todos los géneros populares y porque demostró que la épica moderna no era privativa de los anglosajones.

W. Somerset Maugham
Porque siendo escritor popular, fue uno de los grandes narradores del siglo XX. Y un constructor de personajes sin par.

Manuel Chaves Nogales
Por ser un inmenso escritor periodístico, uno de los más grandes. Y porque en ese Olimpo, se sienta cada día junto a Capote, Mailer y Rodolfo Walsh.

Juan José Sebreli
Por ser el ensayista más pródigo y políticamente incorrecto de América Latina. Y porque le rezo cada semana.


https://www.gentleman.elconfidencia...7/jorge-fernandez-diaz-escritor-mama_1901618/
 
Reconversión hotelera a bombazos
Un libro relata cómo durante la Guerra Civil muchos establecimientos se utilizaron como hospitales, cuarteles o refugio de artistas



JUAN JESÚS AZNAREZ
Madrid 28 MAR 2019


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El Hotel Colón de Barcelona, con pancartas e imágenes en su fachada de Lenin y Stalin en julio del 36.



Durante la Guerra Civil, un escorzo de Hitler y el mandibular retrato de Mussolini decoraban los salones del Gran Hotel de Salamanca, tapizado de banderas rojas y cruces gamadas y atendido por camareros de negro falange que entrechocaban los tacones cuando servían chucrut a los coroneles nazis. El escritor francés Jean Alloucherie, la corresponsal norteamericana Virginia Cowles y otras luminarias de la prensa internacional constataron que desde la terraza de la hostería que alojó a Franco comenzó a emitir EAJ-56, Radio Nacional de España.

La bibliografía sobre la contienda es tan abundante que apenas quedan aspectos desconocidos. Los ha encontrado el escritor Antonio Fernández Casado en su investigación Hospitales de sangre o cuarteles (editorial La Cátedra), que aborda la reconversión del sector hotelero durante el trienio bélico, cuando el hombre de Pravda en Madrid, Mijaíl Koltsov, informaba directamente a Stalin desde su habitación del Palace, mientras Hemingway y la periodista de Collier’s Martha Gellhorn copulaban en la suya del Florida.

La curiosidad histórica del autor y su experiencia de 50 años como director de hotel propulsaron la redacción de un libro que resulta tremendamente ameno al revelar episodios y situaciones inéditas en los principales establecimientos de la España republicana y franquista. Los más lujosos de la capital fueron requisados por los sindicatos y convertidos en hospitales o instalaciones militares. El aristocrático Ritz renunció a la etiqueta a punta de anarquismo: ocupado por la columna Durruti.

Generalizada la destrucción y la muerte, el depósito de cadáveres más céntrico del país quedó instalado en el sótano del Palace, y los quirófanos, en su luminoso vestíbulo, protegidos por sacos terreros, junto a restos orgánicos, guata sucia, agujas hipodérmicas y personal de enfermería que empujaba camillas chorreando sangre y gritos. Durante los bombardeos más intensos, el salto de cama de Antoine de Saint-Exupéry era una elegante bata de satén, y John Dos Passos deambulaba por los pasillos embutido en un albornoz corto de cuadros escoceses.



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Vista de la habitación del Ritz de Madrid donde pernoctó el escritor Antonio Machado.



El 18 de julio de 1936, escribe Fernández Casado, terminó la vida nocturna en España durante tres años, y los sindicatos y partidos colectivizaron bares, restaurantes y grandes albergues, mientras el bar Chicote centrifugaba putas, corresponsales y trotamundos. En Sevilla, moros y jefes rifeños obedecían al general faccioso Queipo de Llano, que emplazó una pieza de artillería frente al hotel Inglaterra para ahuyentar al gobernador, el alcalde y la clientela roja.

Los primeros espadas de la prensa mundial, la intelectualidad militante y una fraternidad de brigadistas, espías y comisarios políticos se alojaron en hostales que debieron adaptarse al periodo de guerra, dependiendo de su situación geográfica. Durante la sublevación contra la Segunda República, el Metropol de Valencia fue tomado por la Embajada de la URSS y los generales soviéticos, y en sus habitaciones pernoctaron la ministra de la CNT Federica Montseny, el expresidente Niceto Alcalá Zamora, además de Rafael Alberti, André Malraux, Alejo Carpentier y otros pensadores afectos.

Meses antes del alzamiento, la conflictividad social arreciaba en todas las ciudades como consecuencia de las rígidas posturas de la patronal hotelera y los sindicatos de clase, señala el documentado autor. En los barrios obreros había tanta hambre que los parados y sus familias ocuparon por la fuerza las mesas de algunos restaurantes sin pagar un céntimo.
Resuelta a tiros la lucha de clases, los hoteles transformados en lazaretos, residencias y cuarteles atestiguaron episodios dramáticos, como el protagonizado por el cargo del Gobierno vasco que entró llorando a uno de los comedores del hotel Torrontegui para comunicar una salvajada histórica: “Han destruido Gernika”


https://elpais.com/cultura/2019/03/27/actualidad/1553713170_876249.html



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Hallado en Copenhague un manuscrito perdido de la biblioteca de Hernando Colón, hijo del descubridor
Se trata del «Libro de los Epítomes», y es uno de los catálogos elaborados por Hernando Colón y sus bibliotecarios a comienzos del siglo XVI
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@abc_cultura
GranadaActualizado:01/04/2019 13:26h0La misteriosa obsesión de Cristóbal Colón por ocultar sus orígenes

Investigadores de las universidades de Granada y Cambridge han confirmado que un volumen de 2000 páginas, depositado desde finales del siglo XVII en una colección en la Universidad de Copenhague, es uno de los catálogos más importantes que el hijo de Cristóbal Colón confeccionó para clasificar su enorme biblioteca

Así lo asegura la Universidad de Granada en un comunicado, en el que se relata «un volumen manuscrito de dos mil páginas, depositado desde finales del siglo XVII en una colección en la Universidad de Copenhague, ha sido identificado como perteneciente a Hernando Colón, hijo del descubridor de América». «El manuscrito -se afirma- es uno de los documentos más importantes entre los catálogos elaborados por Hernando Colón y sus bibliotecarios a comienzos del siglo XVI.

Los profesores José María Pérez Fernández, de la Universidad de Granada, y Edward Wilson-Lee, de la Universidad de Cambridge, se desplazaron a Copenhague la semana pasada para examinar el manuscrito y constatar que el mismo no deja lugar a dudas sobre su naturaleza original.

Una importante biblioteca


Hernando Colón (1488-1539) reunió durante su vida una importantísima biblioteca de más de 15.000 títulos. Aunque la mayoría de los libros que se conservan de la colección original se encuentran ahora depositados en la Biblioteca Colombina de Sevilla, muchos de ellos se han perdido o se han dispersado por todo el mundo.

Los profesores Pérez Fernández y Wilson-Lee, que en la actualidad trabajan en un monográfico sobre la biblioteca que publicará Yale University Press, han identificado volúmenes pertenecientes a la colección de Hernando en lugares tan distantes como la biblioteca John Carter Brown en los Estados Unidos, o la colección de la Fundación Giorgio Cini en Venecia.

El manuscrito en cuestión es el llamado «Libro de los Epítomes», una serie de resúmenes de más de tres mil títulos. Se trata de uno de los más importantes entre todos los catálogos que Hernando Colón confeccionó para clasificar su enorme biblioteca. A pesar de que le faltan algunas páginas al comienzo y al final, el volumen contiene en su estado actual casi dos mil páginas, y se encuentra en buen estado de conservación.

Los profesores Pérez Fernández y Wilson-Lee incorporarán este descubrimiento a su estudio de la biblioteca de Hernando Colón (de inminente publicación durante los próximos meses). El profesor Wilson-Lee es, además, autor de una biografía reciente de Hernando Colón («The Catalogue of Shipwrecked Books») que aparecerá publicada en español por la editorial Ariel en el mes de septiembre.

Arnamagnæa
En colaboración con la colección Arnamagnæa de Copenhague, los profesores Pérez Fernández y Wilson-Lee se han embarcado en un proyecto para digitalizar el manuscrito y hacerlo accesible a la comunidad académica. Igualmente están trabajando ya también en un estudio detallado del documento con un equipo de expertos en la materia.

Todo indica que el manuscrito ha estado depositado desde finales del siglo XVII en la colección de Árni Magnússon (1663–1730), un experto conocedor de la literatura islandesa y el primer catedrático de Antigüedades Danesas de la Universidad de Copenhague, institución a la cual donó su colección tras su muerte.

Su colección se compone sobre todo de manuscritos de origen islandés y en general de textos escandinavos, a la que también incorporó una pequeña colección de manuscritos españoles provenientes de la colección del diplomático Cornelius Lerche, embajador danés en España a finales del siglo XVII. El hecho de que un puñado de manuscritos españoles (una veintena de ellos aproximadamente) se encontraran inmersos entre más de 3000 manuscritos islandeses explica que durante todos estos años pasaran desapercibidos para los estudiosos.
https://www.abc.es/cultura/abci-hal...on-hijo-descubridor-201904011314_noticia.html
 
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