🟠 Bernardo Montoya declarado CULPABLE por el asesinato de la profesora Laura Luelmo, en Huelva.

No se si lo habéis colgado ya pero por si acaso por aquí lo dejo
El gravísimo error en el horrendo crimen de la profesora española Laura Luelmo
Publicado: 2 ene 2019 15:20 GMT | Última actualización: 3 ene 2019 12:55 GMT

Laura era una profesora zamorana de tan solo 26 años que se trasladó a El Campillo (Huelva) para trabajar como interina en una localidad cercana (Instituto Vázquez Díaz, Nerva). A la semana de comenzar las clases, el pasado miércoles día 12 de diciembre, Laura desapareció. Un día después, jueves 13 de diciembre, de forma casi simultánea, tanto la profesora que le había alquilado el piso como su familia, denunciaron la desaparición.

Ese mismo jueves los agentes de la Guardia Civil registraron la vivienda y al salir coincidieron con Bernardo Montoya, al que identificaron. Bernardo vivía en la misma calle y a escasos metros de la vivienda de Laura. Al solicitar información, una vez requerida la documentación, los agentes descubrieron que era un hombre de 50 años que había pasado casi la mitad de su vida en prisión (17 años) por el asesinato de una mujer mayor y por el intento de violación a una joven. Hacía solo dos meses que había salido de prisión.

El viernes 14 de diciembre Bernardo Montoya acudió por la mañana a un centro de salud en Cortegana (Huelva), una localidad en la que tiene familia, y estuvo en un vis a vis con una reclusa de la cárcel de Huelva con la que mantiene una relación (episodios que no se conocieron inmediatamente porque no existía un dispositivo de vigilancia sobre él). Al día siguiente, el sábado 15 de diciembre, se le localizó de nuevo en la mencionada localidad pacense gracias a la identificación de su vehículo por las cámaras de seguridad. Ese día ya se le buscaba.

Dos días después, el lunes 17, se encontró el cadáver de Laura Luelmo en una zona de jaras; el martes 18 se detuvo a Bernardo Montoya y el miércoles 19 el detenido confesó su crimen.

La sombra de la duda
Del relato anterior podemos concluir que:
  1. Bernardo Montoya tenía antecedentes penales por robo con violencia y asesinato de una mujer mayor. Peor aún, acababa de salir de prisión y fue reconocido e identificado al día siguiente de la desaparición de la víctima por los agentes que registraron la vivienda.
  2. El asesino confeso vivía en la misma calle y a escasos metros de la joven en una localidad, El Campillo, que censó en 2017 solo 2.043 habitantes.
  3. Hasta el sábado 15 de diciembre Bernardo Montoya se movió con libertad y sin seguimiento, incluso estuvo en un vis a vis en la prisión de Huelva.
Si estos datos los contrastamos con la hipótesis de los forenses, la cual centra la muerte de Laura entre el viernes 14 y el sábado 15 de diciembre (entre dos y tres días después del secuestro y, al menos, 24 horas después de ser denunciada su desaparición), nos encontramos ante lo parece una evidente negligencia por parte de la Guardia Civil. Pues esta versión obliga necesariamente a una retención de varias horas o días de Laura por parte de Bernardo Montoya (después de haber sido identificado en el primer registro).

La hipótesis de los forenses en contra de la versión de la Guardia Civil
Ante las dudas generadas por el informe forense, la Guardia Civil ofreció una conferencia el pasado 26 de diciembre para desmentir y desmontar la hipótesis de los forenses. Según los tenientes coroneles Ezequiel Romero y Jesús García Fuste, la víctima no pasó la noche del 12 al 13 de diciembre retenida en la vivienda del asesino ni en ninguna otra parte, porque estiman que Laura Luelmo fue asesinada la misma tarde en que fue retenida.

Se relato es el siguiente: Laura regresaba de hacer la compra cuando Bernardo Montoya la introdujo por la fuerza en su vivienda, la maniató y la golpeó contra el suelo tras recibir una fuerte patada de la víctima. Según la versión de la Guardia Civil, uno de los golpes que el asesino la propinó resultó mortal. Ello hizo que, quizás asustado, Bernardo llevara a la víctima (ya muerta) al paraje de jaras en el que se la encontró, la violara y la abandonara. Esta versión explicaría los restos de sangre en la vivienda, que la víctima estuviera semidesnuda en el lugar en el que la encontraron y la visita que el asesino realizó (por la fuerte patada recibida) al médico dos días después (el viernes 14).
"Si los forenses tienen razón, necesariamente la Guardia Civil no solo fue negligente en este caso, sino que además ha pretendido engañar a la ciudadanía construyendo, con pleno conocimiento, una versión falaz".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Sin embargo, la Sociedad Española de Medicina Legal respondió el 28 de diciembre a la versión de la Benemérita con un duro comunicado en el que afirmaron que la predicción realizada es concluyente, pues está basada en pruebas científicas, y que los análisis complementarios que quedan por realizar no suelen corregir las conclusiones obtenidas durante el examen del cadáver. Por tanto, para los forenses, Laura falleció entre el viernes 14 y el sábado 15 de diciembre con un margen de error de doce horas.

¿Se equivoca la Sociedad Española de Medicina Legal o miente la Guardia Civil para encubrir una supuesta negligencia?

La gravísima contradicción de la Guardia Civil
Ante esta disparidad de versiones, podemos concluir que si los forenses tienen razón, necesariamente la Guardia Civil no solo fue negligente en este caso, sino que además ha pretendido engañar a la ciudadanía construyendo, con pleno conocimiento, una versión falaz.

Pero más allá de esta controversia, existe en este desolador caso una circunstancia todavía más inquietante si analizamos la versión de la Guardia Civil, pues en un momento de la rueda de prensa los agentes afirmaron que cualquier acción sobre Bernardo Montoya podría haber desembocado en el asesinato de Laura o en su desaparición definitiva ("De inicio es un sospechoso, algo que nos daba pie a seguir pendientes de él, pero no sabíamos si la podía tener viva en algún sitio. Además no queríamos que él fuera consciente de que estábamos pendientes de él… ¿Y si la hubiera retenido en otro sitio?… Nunca se plantea realizar una gestión que ponga en peligro la vida de alguien retenido").

En su explicación, poco después, catalogaron al asesino confeso, Bernardo Montoya, como un sujeto desorganizado e impulsivo. Este carácter queda corroborado, por ejemplo, en la ausencia de esfuerzos para borrar las pruebas que le incriminaban. Sin embargo, una actuación prudente en el caso de un asesino desorganizado e impulsivo resulta altamente contradictoria, sobre todo, si como es el caso, se le pudo retener, seguir o detener casi de inmediato.

"Cuando la Guardia Civil decidió ser prudente en el caso de Laura Luelmo con el principal sospechoso, Bernardo Montoya, un individuo desorganizado e impulsivo, cometieron un gravísimo error. Deberían haber centrado gran parte de sus esfuerzos en su retención, detención o seguimiento".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Porque la cautela de la Guardia Civil y el carácter desorganizado de Bernardo Montoya entran en una seria contradicción. Si planteamos los escenarios que se producirían en el caso de que la Guardia Civil hubiera optado por detener a Bernardo Montoya de inmediato, tenemos cuatro posibilidades:

  1. Laura seguía viva y Bernardo es detenido.
  2. Laura seguía viva y la detención de Bernardo yerra.
  3. Laura estaba muerta y Bernardo es detenido.
  4. Laura estaba muerta y la detención de Bernardo yerra.
Dado que en los escenarios 3 y 4 la incidencia sobre la vida de Laura ya no tenía valor alguno, analicemos las otras dos posibilidades:

  1. Laura seguía viva y Bernardo es detenido: Puesto que nos encontramos con un asesino desorganizado y no un meticuloso individuo que hubiera planificado el crimen, la posibilidad de desconocer el paradero de Laura una vez detenido Bernardo Montoya era casi inexistente. No era Bernardo un sujeto de los que construirían un sofisticado sótano en el que retener a Laura. Por supuesto, no es tampoco un individuo que callaría sin revelar la ubicación de Laura en caso de ser detenido mientras ella estaba viva, lo que queda constatado en la rápida confesión que obtuvieron los investigadores (al día siguiente de detenerle). Por todo ello, la frase de la Guardia Civil en la rueda de prensa, "¿Y si la hubiera retenido en otro sitio?", se encuentra completamente fuera de lugar.
  2. Laura seguía viva y la detención de Bernardo yerra: Puesto que los asesinos desorganizados son incapaces de mantener el control, un error en su detención o seguimiento podría haber desencadenado la muerte de Laura. Pero, como estos sujetos se caracteriza por cometer actos de gran violencia (mutilaciones, ensañamiento o agresiones postmortem), poseer un nivel medio-bajo de inteligencia, carecer de herramientas sociales, no se mantienen informados de las investigaciones que se realizan y, lo más importante, asesinar de forma rápida, difícilmente mantienen con vida durante mucho tiempo a una persona retenida. No solo eso, sino que los posibles desencadenantes de su muerte son tan numerosos que el tiempo corría en contra de los investigadores.

Así pues, cuando la Guardia Civil decidió ser prudente en el caso de Laura Luelmo con el principal sospechoso, Bernardo Montoya, un individuo desorganizado e impulsivo (algo que deberían haber sabido por sus antecedentes), cometieron un gravísimo error. Deberían haber centrado gran parte de sus esfuerzos en su retención, detención o seguimiento. Este error quedará por anecdótico si el informe forense definitivo confirma que Laura falleció el mismo día en el que fue asaltada por Bernardo Montoya, pero se convertirá en una fatal equivocación si, como afirman los forenses, la víctima fue asesinada entre dos y tres días después de su desaparición.
 
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Un vehículo de la Guardia Civil custodiando la vivienda en la que residía Bernardo Montoya, autor confeso del asesinato de Laura Luelmo.Eduardo del Campo

REPORTAJES
Vecinos de El Campillo asaltan la casa de Montoya para que su gemelo no se instale durante el permiso
  • Temen que la casa pase a ser la residencia de Luciano, su gemelo, que lleva 18 años recluido por asesinar a una mujer.
  • Luciano Montoya ya disfrutó de su primer permiso penitenciario a mediados de diciembre, aunque le restan nueve años de condena.
  • La casa maldita de Laura Luelmo
3 enero, 2019 12:24
  1. BERNARDO MONTOYA
  2. LAURA LUELMO
  3. EL CAMPILLO
  4. GUARDIA CIVIL
Silvia Gil
Vecinos de El Campillo (Huelva) asaltaron la tarde del martes 1 de enero la vivienda en la que residía Bernardo Montoya, autor confeso del asesinato de Laura Luelmo. Según adelantó Voz Pópuli, la puerta de la casa estaba abierta con el precinto roto.

Tal y como cuenta ahora Diario de Huelva, algunos vecinos temen que la casa, situada en la calle Córdoba, pase a ser la residencia de su hermano gemelo, quien lleva 18 años en prisión por asesinar a una mujer en Cortegana, una localidad próxima.






La Guardia Civil se personó en la vivienda después de que otros vecinos alertaran de lo que estaba sucediendo. El propietario de la casa es el padre de Bernardo Montoya, quien mató a la profesora zamorana. Laura Luelmo, de 26 años, se instaló en un inmueble situado justo en frente el 10 de diciembre, dos días antes de desaparecer.

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La casa de El Campillo en la que se instaló Laura Luelmo. EDC

Según informa el citado medio de comunicación onubense, los agentes de la Benemérita que intervinieron colocaron un candado y cadenas en la puerta de la entrada de la vivienda de los Montoya para evitar hipotéticos nuevos ataques.



Julio Iglesias toma medidas legales tras la íntima confesión de Makoke
JALEOS
El cantante ha reaccionado a todo lo que ha contado la exmujer de Kiko Matamoros sobre una supuesta relación sentimental con él hace más de 25 años. Los negocios de Javier Tudela fuera de la tele: ¿cómo mantiene su nivel de vida? Makoke y Tony Spina, muy juntos por Madrid tras la gala final de 'GH V






Numerosos habitantes de El Campillo temen que Luciano Montoya, quien actualmente está cumpliendo su condena en la cárcel de Ocaña II (Toledo) se instale en la casa de su padre cuando salga libre. Todavía le restan nueve años de reclusión.

Luciano Montoya disfrutó de su primer permiso penitenciario desde que ingresó en la cárcel el lunes 17 de diciembre. Coincidió con la posterior detención de su hermano. Ahora algunos habitantes de El Campillo intentan que no se instale en la vivienda donde residía su hermano Bernardo, que abandonó la prisión en octubre de 2018.
Yihadistas que perpetraron el atentado de las Ramblas? Pero a esos no los mataron los mossos o se suicidaron ellos, si no quedó ni uno, no?
 
Cual es la fuente de esta noticia
No se si lo habéis colgado ya pero por si acaso por aquí lo dejo
El gravísimo error en el horrendo crimen de la profesora española Laura Luelmo
Publicado: 2 ene 2019 15:20 GMT | Última actualización: 3 ene 2019 12:55 GMT

Laura era una profesora zamorana de tan solo 26 años que se trasladó a El Campillo (Huelva) para trabajar como interina en una localidad cercana (Instituto Vázquez Díaz, Nerva). A la semana de comenzar las clases, el pasado miércoles día 12 de diciembre, Laura desapareció. Un día después, jueves 13 de diciembre, de forma casi simultánea, tanto la profesora que le había alquilado el piso como su familia, denunciaron la desaparición.

Ese mismo jueves los agentes de la Guardia Civil registraron la vivienda y al salir coincidieron con Bernardo Montoya, al que identificaron. Bernardo vivía en la misma calle y a escasos metros de la vivienda de Laura. Al solicitar información, una vez requerida la documentación, los agentes descubrieron que era un hombre de 50 años que había pasado casi la mitad de su vida en prisión (17 años) por el asesinato de una mujer mayor y por el intento de violación a una joven. Hacía solo dos meses que había salido de prisión.

El viernes 14 de diciembre Bernardo Montoya acudió por la mañana a un centro de salud en Cortegana (Huelva), una localidad en la que tiene familia, y estuvo en un vis a vis con una reclusa de la cárcel de Huelva con la que mantiene una relación (episodios que no se conocieron inmediatamente porque no existía un dispositivo de vigilancia sobre él). Al día siguiente, el sábado 15 de diciembre, se le localizó de nuevo en la mencionada localidad pacense gracias a la identificación de su vehículo por las cámaras de seguridad. Ese día ya se le buscaba.

Dos días después, el lunes 17, se encontró el cadáver de Laura Luelmo en una zona de jaras; el martes 18 se detuvo a Bernardo Montoya y el miércoles 19 el detenido confesó su crimen.

La sombra de la duda
Del relato anterior podemos concluir que:
  1. Bernardo Montoya tenía antecedentes penales por robo con violencia y asesinato de una mujer mayor. Peor aún, acababa de salir de prisión y fue reconocido e identificado al día siguiente de la desaparición de la víctima por los agentes que registraron la vivienda.
  2. El asesino confeso vivía en la misma calle y a escasos metros de la joven en una localidad, El Campillo, que censó en 2017 solo 2.043 habitantes.
  3. Hasta el sábado 15 de diciembre Bernardo Montoya se movió con libertad y sin seguimiento, incluso estuvo en un vis a vis en la prisión de Huelva.
Si estos datos los contrastamos con la hipótesis de los forenses, la cual centra la muerte de Laura entre el viernes 14 y el sábado 15 de diciembre (entre dos y tres días después del secuestro y, al menos, 24 horas después de ser denunciada su desaparición), nos encontramos ante lo parece una evidente negligencia por parte de la Guardia Civil. Pues esta versión obliga necesariamente a una retención de varias horas o días de Laura por parte de Bernardo Montoya (después de haber sido identificado en el primer registro).

La hipótesis de los forenses en contra de la versión de la Guardia Civil
Ante las dudas generadas por el informe forense, la Guardia Civil ofreció una conferencia el pasado 26 de diciembre para desmentir y desmontar la hipótesis de los forenses. Según los tenientes coroneles Ezequiel Romero y Jesús García Fuste, la víctima no pasó la noche del 12 al 13 de diciembre retenida en la vivienda del asesino ni en ninguna otra parte, porque estiman que Laura Luelmo fue asesinada la misma tarde en que fue retenida.

Se relato es el siguiente: Laura regresaba de hacer la compra cuando Bernardo Montoya la introdujo por la fuerza en su vivienda, la maniató y la golpeó contra el suelo tras recibir una fuerte patada de la víctima. Según la versión de la Guardia Civil, uno de los golpes que el asesino la propinó resultó mortal. Ello hizo que, quizás asustado, Bernardo llevara a la víctima (ya muerta) al paraje de jaras en el que se la encontró, la violara y la abandonara. Esta versión explicaría los restos de sangre en la vivienda, que la víctima estuviera semidesnuda en el lugar en el que la encontraron y la visita que el asesino realizó (por la fuerte patada recibida) al médico dos días después (el viernes 14).
"Si los forenses tienen razón, necesariamente la Guardia Civil no solo fue negligente en este caso, sino que además ha pretendido engañar a la ciudadanía construyendo, con pleno conocimiento, una versión falaz".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Sin embargo, la Sociedad Española de Medicina Legal respondió el 28 de diciembre a la versión de la Benemérita con un duro comunicado en el que afirmaron que la predicción realizada es concluyente, pues está basada en pruebas científicas, y que los análisis complementarios que quedan por realizar no suelen corregir las conclusiones obtenidas durante el examen del cadáver. Por tanto, para los forenses, Laura falleció entre el viernes 14 y el sábado 15 de diciembre con un margen de error de doce horas.

¿Se equivoca la Sociedad Española de Medicina Legal o miente la Guardia Civil para encubrir una supuesta negligencia?

La gravísima contradicción de la Guardia Civil
Ante esta disparidad de versiones, podemos concluir que si los forenses tienen razón, necesariamente la Guardia Civil no solo fue negligente en este caso, sino que además ha pretendido engañar a la ciudadanía construyendo, con pleno conocimiento, una versión falaz.

Pero más allá de esta controversia, existe en este desolador caso una circunstancia todavía más inquietante si analizamos la versión de la Guardia Civil, pues en un momento de la rueda de prensa los agentes afirmaron que cualquier acción sobre Bernardo Montoya podría haber desembocado en el asesinato de Laura o en su desaparición definitiva ("De inicio es un sospechoso, algo que nos daba pie a seguir pendientes de él, pero no sabíamos si la podía tener viva en algún sitio. Además no queríamos que él fuera consciente de que estábamos pendientes de él… ¿Y si la hubiera retenido en otro sitio?… Nunca se plantea realizar una gestión que ponga en peligro la vida de alguien retenido").

En su explicación, poco después, catalogaron al asesino confeso, Bernardo Montoya, como un sujeto desorganizado e impulsivo. Este carácter queda corroborado, por ejemplo, en la ausencia de esfuerzos para borrar las pruebas que le incriminaban. Sin embargo, una actuación prudente en el caso de un asesino desorganizado e impulsivo resulta altamente contradictoria, sobre todo, si como es el caso, se le pudo retener, seguir o detener casi de inmediato.

"Cuando la Guardia Civil decidió ser prudente en el caso de Laura Luelmo con el principal sospechoso, Bernardo Montoya, un individuo desorganizado e impulsivo, cometieron un gravísimo error. Deberían haber centrado gran parte de sus esfuerzos en su retención, detención o seguimiento".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
Porque la cautela de la Guardia Civil y el carácter desorganizado de Bernardo Montoya entran en una seria contradicción. Si planteamos los escenarios que se producirían en el caso de que la Guardia Civil hubiera optado por detener a Bernardo Montoya de inmediato, tenemos cuatro posibilidades:

  1. Laura seguía viva y Bernardo es detenido.
  2. Laura seguía viva y la detención de Bernardo yerra.
  3. Laura estaba muerta y Bernardo es detenido.
  4. Laura estaba muerta y la detención de Bernardo yerra.
Dado que en los escenarios 3 y 4 la incidencia sobre la vida de Laura ya no tenía valor alguno, analicemos las otras dos posibilidades:

  1. Laura seguía viva y Bernardo es detenido: Puesto que nos encontramos con un asesino desorganizado y no un meticuloso individuo que hubiera planificado el crimen, la posibilidad de desconocer el paradero de Laura una vez detenido Bernardo Montoya era casi inexistente. No era Bernardo un sujeto de los que construirían un sofisticado sótano en el que retener a Laura. Por supuesto, no es tampoco un individuo que callaría sin revelar la ubicación de Laura en caso de ser detenido mientras ella estaba viva, lo que queda constatado en la rápida confesión que obtuvieron los investigadores (al día siguiente de detenerle). Por todo ello, la frase de la Guardia Civil en la rueda de prensa, "¿Y si la hubiera retenido en otro sitio?", se encuentra completamente fuera de lugar.
  2. Laura seguía viva y la detención de Bernardo yerra: Puesto que los asesinos desorganizados son incapaces de mantener el control, un error en su detención o seguimiento podría haber desencadenado la muerte de Laura. Pero, como estos sujetos se caracteriza por cometer actos de gran violencia (mutilaciones, ensañamiento o agresiones postmortem), poseer un nivel medio-bajo de inteligencia, carecer de herramientas sociales, no se mantienen informados de las investigaciones que se realizan y, lo más importante, asesinar de forma rápida, difícilmente mantienen con vida durante mucho tiempo a una persona retenida. No solo eso, sino que los posibles desencadenantes de su muerte son tan numerosos que el tiempo corría en contra de los investigadores.

Así pues, cuando la Guardia Civil decidió ser prudente en el caso de Laura Luelmo con el principal sospechoso, Bernardo Montoya, un individuo desorganizado e impulsivo (algo que deberían haber sabido por sus antecedentes), cometieron un gravísimo error. Deberían haber centrado gran parte de sus esfuerzos en su retención, detención o seguimiento. Este error quedará por anecdótico si el informe forense definitivo confirma que Laura falleció el mismo día en el que fue asaltada por Bernardo Montoya, pero se convertirá en una fatal equivocación si, como afirman los forenses, la víctima fue asesinada entre dos y tres días después de su desaparición.
 
En la CAV, que es donde vivo, cinco casos de violencia machista el día de nochevieja y ayer, esos los denunciados, no se donde vamos a parar, esto es una lacra, que si no nos unimos todas las mujeres , mala solución veo, es una pasada,no se les castiga lo suficiente y les da igual reincidir en el delito.
que es la CAV
 
Los padres en un hotel
en Sevilla. Hay que reconocer que choca un poco. Me pregunto si se llevaba bien con ellos.
Recuerdo un responsable del IES diciendo que la profesora Fatima le dejo su casa porque “era todo lo que tenia” y Laura “de verdad la necesitaba” ni que andara mendigando por la vida.
Francamente es una siguación muy rara.
Pero esta claro que trataba de ahorrar, igual los padres no estaban de acuerdo en que se fuera allí y no quisieron ayudarla economicamente o ella tenía muy pocos ahorros pero quería vivir con eso.

Traigo aquí un artículo muy interesante que creo que no habéis colgado de Carmen Rigalt, lo mejor de todo son los comentarios de la gente, !quejándose de que una periodista dé información! Yo flipo, sinceramente. Por fin alguien dice a qué se dedican los padres de la pobre Laura, su padre ingeniero agrónomo, y su madre psicóloga; su hermana es farmacéutica, y su abuelo paterno era psiquiatra, lo que se dice una gente leída y estudiada. Por eso son tan tiquismiquis con que si la intimidad y la privacidad y la protección de datos. Si hubieran sido fontaneros o dependientas de supermercado no andarían con esas finuras. (por cierto, dicho totalmente al margen, qué fea la foto de Laura en el artículo, con los pelos que no se le ve la cara)


https://www.elmundo.es/cronica/2018/12/30/5c2753c421efa0d7438b4586.html


Laura Luelmo, la sonrisa de un ángel

CRÓNICA
La contraOPINIÓN
  • CARMEN RIGALT
30 DIC. 2018 12:47
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Imagen de Laura sonriendo subida a redes sociales por su novio días atrás

Es Laura Luelmo, 26 años, profesora de dibujo. Su cruz fue tener de vecino a un asesino

Cuatro días después de desaparecer en el campillo (Huelva), fue hallada muerta entre unos matorrales

Las huellas de los gemelos asesinos y los cuchillos ensangrentados con los que los Montoya empezaron a matar

El dramático caso de Laura Luelmo, la profesora de dibujo asesinada en El Campillo (Huelva) a los pocos días de tomar posesión de su plaza de interina, ha cubierto la Navidad con un sudario de tristeza.

El Campillo es un frío enclave de la Andalucía occidental donde los arqueólogos todavía buscan el corazón de Tartessos. Das patadas a las piedras y saltan por el aire lascas griegas, fenicias, romanas y árabes. Esta tierra es sabia, pero nadie ha sabido jamás si al otro lado del mar un día estuvo La Atlántida.

En el Campillo estos días se ha llorado un drama de sangre. Todo empezó el 12-D, cuando Laura desapareció. Esa tarde quebró el tiempo y a Laura se la llevó el diablo al salir del supermercado. El país vivía momentos de intensa actualidad, pero la España real no apartaba su mirada de Huelva, donde se libraba una lucha contrarreloj para encontrar a la profesora de 26 años cuya foto iluminaba los periódicos con su sonrisa.

Cinco días no son nada comparados con los años que tardan en resolverse muchas desapariciones. En El Campillo se habían precipitado los acontecimientos. Laura, de la que los medios habían distribuido ya varias fotos de sus redes sociales (por cierto, distaban mucho de las que suelen colgar las veinteañeras tipo MHYV; en el caso de Laura no sólo se notaba que era un ángel sino que tenía buen gusto, por algo había estudiado Bellas Artes), fue encontrada muerta con signos de agresión sexual. Estaba oculta entre unos matorrales y tenía el cuerpo helado como un témpano. El aire frío la ayudó a mantenerse intacta para la autopsia.

(Abro este paréntesis para poner en claro algunos extremos. Mientras escribo, no puedo ignorar la información -o la desinformación- que hemos conocido después. Son ventajas que no eludo, pues para eso están los tiempos verbales. Quiero aprovechar la ocasión para salir al paso de algún comentario familiar a propósito del «daño que ha hecho la prensa» (sic). Entiendo que el sufrimiento causa estragos y que la familia de Laura estaba cegada por el dolor. Pero los familiares deben saber que Laura ha sido tratada con una dulzura y un amor exquisitos.

En este sentido, el caso de Laura es comparable al de Gabriel Cruz, el pescaíto, con quien hasta los presentadores del telediario se mostraron incapaces de contener las lágrimas.

No creo que la prensa haya tenido un comportamiento indeseable, salvo que se considere así a ciertas molestias derivadas de los sucesos. Las filtraciones son inevitables, y lo único que logran es adelantar una información que está llamada a conocerse en diferido. De todas formas, la pasión y muerte de Laura Luelmo sería más dolorosa si hubiera transcurrido en silencio. Ahora los familiares tienen el apoyo de todos los españoles de buena fe).

La pesadilla de Laura se prolongó durante cinco días de agitación y zozobra cuya retransmisión fue seguida por todo el país. Fue en esa densa espera cuando brotaron algunos equívocos conocidos hoy como errores del sistema.

Teofi, el novio de la profesora, dijo que Laura le había escrito un wasap comentándole que un hombre la miraba con insistencia. Ahí quedó. Sin embargo, cuando Laura apareció muerta, todo el mundo pensó en aquel wasap. Cada vez estaba todo más claro. El hombre de las miradas insidiosas era Bernardo Montoya, que ocupaba una vivienda frente a la que había alquilado la profesora Luelmo.

La noticia ha propiciado una intensa polémica sobre los programas de rehabilitación en la cárcel. Programas que Montoya siempre se negó a participar. Él salía, delinquía y volvía a entrar. Condenado por el asesinato de una anciana, cuando empezó a tener beneficios penitenciarios volvió a delinquir. Ahora tenía una orden de alejamiento y no podía regresar a Cortegana, el pueblo de sus padres, así que en octubre buscó casa en El Campillo y allí se quedó, viendo pasar el tiempo, hasta que apareció un ángel llamado Laura y se cruzó ante sus ojos. Fue verla y obcecarse. Dicen que este hombre no puede contener los impulsos. En buena hora nos lo dicen.

Bernardo Montoya, de los Montoya de toda la vida, es de etnia gitana y tiene un hermano gemelo que comparte con él la delincuencia. Sé que no es políticamente correcto llamar gitano a un gitano, pero alguna vez hay que hacerlo, siquiera para no confundir. Estos días he visto a Juan José Cortés participando en algunas tertulias. Él es un gitano de Huelva al que un depredador (payo) le arrebató a una niña de cuatro años. Juan José dedica ahora buena buena parte de su tiempo a hablar de la prisión permanente revisable. Resumiendo: «Hay gente pa tóo».

Estos días he oído preguntar por la familia de Laura. No se les veía, pero eso no significaba que no estuvieran. Aguardaban en un hotel de Sevilla arropados por familia y amigos a la espera de poder llevarse a Laura y darle entierro en Zamora. Ellos ocupan un discreto lugar en la sombra y no tienen nada que decir. Cuántas veces se habrán acordado del día que Laura decidió hacer las oposiciones en Andalucía para obtener plaza allí. Laura era así. Había hecho un curso complementario de año y medio en México,y un master en Valencia. Cuando empezaba a trabajar, Montoya le salió al encuentro.

en mayo a manos de un menor. Pocas manifestaciones se han visto en Zamora tan multitudinarias y sentidas. Ya tiene la ciudad dos angeles nuevos en el retablo de oro de la catedral.
 
Un día después, jueves 13 de diciembre, de forma casi simultánea, tanto la profesora que le había alquilado el piso como su familia, denunciaron la desaparición.

Ese mismo jueves los agentes de la Guardia Civil registraron la vivienda y al salir coincidieron con Bernardo Montoya, al que identificaron.

vaya. yo eso lo tenía entendido distinto.

1) jueves noche cuando aún no hay denuncia: la dueña va con la GC en la casa de Laura (Laura no está). No hay denuncia de dueña.
2) jueves noche: padres laura (o padre a secas) ponen denuncia desaparición en Zamora.
3) viernes mañana (8-9h): GC + padre Laura + Teofi entran de nuevo en casa de Laura. Al salir de este registro la GC se topa con Montoya (está sacado una canasta y una manta); le preguntan, lo identifican.

o sea, el encuentro GC - montoya tuvo lugar el jueves noche..¿?!

q fuerte. pues en la RP lo contó aposta mal o qué. con razón no querría atinar con las fechas..

Si los forenses tienen razón, necesariamente la Guardia Civil no solo fue negligente en este caso, sino que además ha pretendido engañar a la ciudadanía construyendo, con pleno conocimiento, una versión falaz".Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España.
ostras.

ah vale pensaba q iban a decir lo de la RP; pues eso.. que además se podría añadir que en la RP mintieron.. (si es cierto lo que está reflejado en el artículo, es decir, de ser cierto que el encontronazo con montoya fue el jueves y no el viernes..).
 
Última edición:
su padre ingeniero agrónomo, y su madre psicóloga
eso ya se había sabido. lo traje yo aquí pero lo suprimí aposta -bueno, veo q sólo tapé los nombres-..

aquí se explicaba:
Laura amaba el arte y los museos, viajar y la música

23/12/18 | 17.14h | C. Morcillo | Mad.

Laura amaba desde niña los lápices de colores. Cualquiera que habla de ella se refiere a su sonrisa y su dulzura, tanto en Villabuena del Puente (Zamora), el pueblo de 700 habitantes del que procede su familia materna, como en la capital donde nació y se crió.

Bernardo Montoya, su gemelo Luciano y sus otros hermanos (siete) nacieron en Badajoz de donde era la madre. M. e I., sus padres, emigraron a Lloret de Mar (Barcelona) hasta que en los años ochenta volvieron a Cortegana, con algunos de sus vástagos, a la casa de la abuela que había vivido siempre integrada con sus vecinos y sin dar que hablar. Sus nietos gemelos acabarían provocando que el pueblo entero pidiera su expulsión.

Cuando Laura era ya una adolescente de 15 años y estudiaba en el colegio zamorano Sagrado Corazón de Jesús, igual que sus dos hermanos, V. y A., Bernardo Montoya llegó a El Campillo, a 47 kilómetros de Cortegana, en uno de sus primeros permisos penitenciarios. En 1997 había sido condenado a 17 años y 9 meses de prisión por asesinar a su vecina C., por obstrucción a la Justicia y allanamiento. La sentencia le prohibía pisar Cortegana durante cinco años. Su padre había comprado una casucha de 50 metros en la calle Córdoba, a las afueras de El Campillo, y allí fue a parar el recluso, a la calle ahora maldita.

El 26 de abril de 2008 siguió a una chica de 27 años de esa localidad que paseaba con su perro. Le colocó un cuchillo en el cuello: «Como grites, te pincho, tira para abajo», la amenazó. El pastor alemán de la mujer lo impidió y fue apuñalado por el preso de permiso. La víctima consiguió escapar. Solo le condenaron a un año y seis meses por amenazas. Era la segunda vez que atacaba a una mujer con un cuchillo.

«Es incapaz de seguir normas, insensible y agresivo. No tiene control de impulsos»,explica a ABC un psicólogo experto en monstruos como Bernardo Montoya al repasar su currículum de depredador.

Los padres de Laura, M.H., funcionaria (..) y A.L., ingeniero agrónomo (..), procuraron para sus hijos una buena educación y criaron a tres chicos libres y aplicados. Los tres la aprovecharon. Los tres han vivido en otros países y han seguido formándose.

Laura amaba el arte y los museos, viajar y la música, pero mantenía intacto el apego a los suyos. «Home sweet home», escribió en su cuenta de twitter tras uno de sus viajes.

Cuando Laura Luelmo empezó a estudiar Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, Bernardo Montoya seguía en prisión. Ya había atacado a un funcionario en Puerto III (Cádiz) porque le denegaron un permiso para ir al entierro de su madre. Hubo un tiempo en que en su módulo le llamaban «el Mataviejas» al saber lo que había hecho a su vecina.

Laura completó su formación con una estancia en la Universidad de las Américas en la localidad de Puebla (México) e hizo un Máster en Valencia. «Work hard», escribió en varias ocasiones. «Necesito tiempo para mí (pintura, ilustración (...) ¿alguien da más?».

A principios de diciembre la llaman para una vacante en el Instituto onubense de Nerva. «Yo creo que estaré unos dos meses como máximo», contó a un compañero un día antes de que se cruzara en su camino Bernardo Montoya.

Otra profesora le cede la casita de la calle Córdoba que había comprado al padre de Bernardo, justo enfrente. Laura pasó tres días en ella. Desde la primera vez que cruzó su mirada con la del depredador tuvo miedo.

«Me encapriché de ella», dijo Montoya, con una pasmosa tranquilidad que tensó a los que lo escuchaban en el cuartel de Valverde del Camino.

«Busca su propio beneficio y placer de forma inmediata», resume el psicólogo experto en asesinos. Y aclara: «La maldad existe. Llevamos al menos tres este año». La juez lo mandó a prisión el viernes de madrugada por detención ilegal, agresión sexual y asesinato.

El «mataviejas» está aislado en la enfermería de la cárcel de Huelva. Un preso de confianza lo vigila a través de un cristal. Como al monstruo que es.

Artículo completo y video:
https://www.abc.es/espana/abci-call...-depredador-montoya-201812230258_noticia.html

su hermana es farmacéutica, y su abuelo paterno era psiquiatra, lo que se dice una gente leída y estudiada.
eso de la hermana y el abuelo.. sí q ya no me suena.

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no acabo de ver la necesidad de saber a que se dedicaba el abuelo paterno de laura, la verdad y menos para sacar conclusión alguna.

si la hermana tiene carrera y laura tbn pues mejor q mejor. señal que han sabido sacar provecho de los estudios y bien rápido.. no entiendo todo el lío en todo eso. igual mejor callar y dejar que hablen lo que quieran pero tpco veo mal pedir lo contrario.. más repulsivo hubiera sido hacer callar para luego lucrarse a costa de exclusivas.
 
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menudo palo para la familia, no van a tener ganas de volver a acercarse.
 
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