🟠 Bernardo Montoya declarado CULPABLE por el asesinato de la profesora Laura Luelmo, en Huelva.

Que asco de justicia hay gente que nace monstruosa y punto, ni reeducación, algunos ni con educación cuando va aprender la justicia y muchos papanatas de sicólogos que hay gente que no, por mucho que diga si si yo ya estoy bien....si un test de comportamiento lo puede engañar hasta el más tonto, todo por que los sicólogos se han empeñado en llamarse ciencia no no y no ciencia son las leyes de newton
 
En España somos 47 millones de personas mas o menos' un cuarto o mas seremos mujeres adultas y madres de familia, esto hay que pararlo, deberíamos paralizar el país, por que nosotras podemos hacerlo, y no parar hasta que la ley cambie, que se nos proteja a nosotras y nuestros hijos, tanto en femenino como en masculino pero mas femenino, tendríamos que hacer como en Francia, lógicamente sin violencia, paralizar este país para que legisten de una vez en contra del depredador y nninguna familia tenga que pasaror este calvario.Ya se que nadie esta para hacer una huelga de varios diasdias y menos las mujeres pero esto es por nosotras y nuestras hijas, me da igual quien la convoque las feministas , la izquierda, la derecha, pero algo tenemos que hacer por nuestros hijos/hijas
Yo lo dije páginas atrás cuando algunas foreros propusieron hacer llegar algo a cargos de diferentes partidos; que me uno a lo que sea: manifestación ; huelga indefinida; lo que sea! Todo por nosotras; por la libertad y que porque cambie el sistema judicial
 
Es que si la tuvo esos días retenida en su casa mientras inspeccionaban la casa de Laura sería de traca. No me jodan que la tenía en la casa de enfrente, en sus putas narices y nadie se le ocurrió tirar abajo la puerta del cabron este.
No sé se puede tirar una puerta así como así, si no oyen nada ni ven nada estraño no pueden hacer nada.
 
A este hombre lo vieron por la noche en el pueblo muy nervioso, no? Quien responde ahora de esto? A la pobre la dejaría malherida en el campo y fue a rematarla dos días después. O la tendría donde fuera y fue a tirarla allí. Es terrible!
Si lo vieron por la noche en el pueblo muy nervioso,vendría de hacerle la maldad.Prefiero pensar que estuvo solita a pensar que este hijo put* la tuvo dos días y dos noches haciéndole salvajadas.
 
Así es por dentro la 'casa guarida' desde la que Bernardo Montoya controlaba a Laura Luelmo
18 diciembre, 2018 17:45
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Brais Cedeira @BraisCedeira
Una cama desordenada, con las sábanas levantadas, el colchón a la vista, las cosas desperdigadas por doquier, la mesa sin recoger. Como si alguien se hubiera tratado de marchar de forma precipitada del lugar. Es la escena que se encontraron los agentes de la Guardia Civil esta misma mañana, cuando registraron la casa de Bernardo Montoya, 50 años de edad, detenido ya como principal sospechoso del crimen de Laura Luelmo.

EL ESPAÑOL ha tenido acceso a una imagen del interior de la casa del sospechoso. La vivienda, un pequeño edificio encalado, de color blanco, era el hogar de Bernardo desde hace un mes. Fue entonces cuando llegó a El Campillo a vivir, según ha podido saber este periódico a través de distintos vecinos de la zona. Era ya su nuevo domicilio. Un hogar que su padre, el dueño de la vivienda, había remodelado y rehabilitado meses atrás. Pocas semanas después la profesora de 26 años de edad se iba instalar justo enfrente. Desde que llegó, no le quitó el ojo de encima.

No obstante, resulta importante aseverar lo que recalcan a los medios las fuentes de la investigación: que aún no hay pruebas definitivas de que Bernardo sea el autor del crimen de Laura.

Desde la puerta de su casa, en el número 1 de la calle Córdoba, en El Campillo (Huelva), Bernardo Montoya colocaba su silla y se sentaba a observar. A observar, concretamente, a una joven profesora de 26 años que se acababa de mudar justo a la vivienda de enfrente, en el número 13 de la misma calle. A observar los movimientos de Laura Luelmo.


Ambas casas están separadas apenas por un trecho de unos pocos metros. La de Bernardo se encuentra situada en una pequeña plaza. La casa a la que Laura se mudó está situada algo más abajo, descendiendo la misma calle. El 4 de diciembre llegó al pueblo desde su Zamora natal.

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Laura, la profesora interina desaparecida cuando salió a correr, solo llevaba nueve días en Huelva

El talento que había desplegado como artista era innegable: hubo colas para admirar su obra en la Biblioteca Nacional. Ahora, se había instalado en la pequeña localidad onubense con el cometido de cubrir una baja y de convertirse en maestra en el IES Vázquez Díaz de Navas de aquello que mejor se le daba: el arte. Apenas llevaba 20 días en el lugar. Los vecinos apenas habían llegado a conocerla.

Noche de terror en Cortegana
A los pocos días de instalarse en el pueblo, Laura Luelmo advirtió que había un vecino unas casas más abajo que le resultaba inquietante. Un tipo en el que uno no puede confiar.

Bernardo Montoya fue detenido, según relatan fuentes policiales a EL ESPAÑOL, cuando estaba tratando de huir. Los investigadores llevaban siguiéndole desde el primer momento. Pero fue esta misma mañana cuando detectaron en él "una actitud sospechosa".

El hombre conducía su Alfa Romeo por una de las carreteras locales cuando diversos agentes, en un control policial, le dieron el alto. En ese momento, Montoya bajó del vehículo y echó a correr. Entonces se le detuvo.

Esto se une a las sospechas tanto de distintos vecinos como a lo revelado a los agentes de la investigación por el novio de la víctima. Según han publicado estos días distintos medios, Laura Luelmo tenía miedo del vecino, que la observaba desde la casa de enfrente. Lo hacía constantemente.

En los pocos días que llevaba en el lugar, la mujer había relatado esta situación en diversas ocasiones a su novio: le contó que se sentía vigilada, que el inquilino de una de las viviendas cercanas salía a la puerta de casa y no la dejaba de mirar.

A todo esto se suma ahora el historial delictivo de un hombre de pelo rizado y barba grisácea, de varios días. Dos meses antes del crimen, Bernardo Montoya sale de la cárcel, donde cumplía condena por un robo con violencia.

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Su casa, el último sitio donde se vio a Laura Julián Pérez / EFE

No era la primera vez que este individuo estaba en la trena. Ya había cumplido una condena por un asesinato cometido en el año 1995. Sus otros antecedentes: allanamiento, obstrucción a la Justicia, quebrantamiento de condena, robos con violencia. Su primer ingreso en prisión, año 1994.

EL ESPAÑOL ha tenido acceso a la sentencia con la que la Audiencia Provincial de Huelva condenó a este hombre por asesinar a una mujer de 82 años. El documento data del 5 de noviembre de 1997.

El 13 de diciembre de 1995, dos años antes, Bernardo entró en la casa de una anciana de Cortegana (Huelva), el pueblo en el que vivía con su familia. La mató de varias puñaladas en la espalda. Luego le rajó el cuello con un machete. La mujer era uno de los testigos que iban a declarar en un juicio por robo contra Montoya.

En 2005, Montoya ya estaba fuera de la cárcel. Su familia, procedente de Badajoz, vivía en Cortegana desde los 90. Este y otros crímenes, cometidos por él y por otros miembros de su entorno, propiciaron a viciar el ambiente en este pequeño pueblo. En el 2001, su hermano gemelo Luciano -con el que se ha confundido ahora al sospechoso- fue detenido por el asesinato de una mujer de 36 años. Posteriormente, fue condenado y en la actualidad se encuentra en prisión.

Bernardo, ahora detenido por el crimen de Laura Luelmo, estuvo también implicado, en enero de 2005, en la muerte del joven Mateo Vázquez, un suceso en el que también se vieron involucrados diversos miembros de su entorno. Fue una auténtica tragedia que todavía hoy los locales recuerdan. Aquello desató toda una guerra de familias en el pueblo.

El asesinato de la anciana en 1995 marca el inicio del historial de Montoya. 23 años después de aquello, el lunes 17 de diciembre, fecha también cercana a la Navidad, aparece un cadáver en el kilómetro 166 de la carretera N-435. En el cuerpo sin vida, con evidentes signos de violencia, se advierte un tatuaje. El detalle resulta revelador y confirma la tragedia más amarga y menos deseada: se trata del cuerpo de Laura
 
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