El pastel de bodas nació en la antigua Roma. Se partía un pan por encima de la cabeza de la novia y los invitados recogían y comían las migas como emblema de fertilidad. En Inglaterra surgió la costumbre de las tortas superpuestas con mucha fruta seca, brandy, bien oscuras, enriquecidas con especias y de larga duración, para poder conservar un piso, bien envuelto, hasta el primer aniversario de casados. En la actualidad se continúa con esta práctica a pedido especial de los novios, aunque la gente joven prefiere tortas con frutas frescas, mousses, dulce de leche, chocolate.

