¡Oh bendito San Antonio de Lisboa, Padua y de todo el Mundo! Como uno/a de vuestros/as devotos/as me dirijo a vos en este dia. A vos elevo mis debiles oraciones. Vuestra protección imploro y bajo ella espero merecermos del Altisimo el ser socorridos en nuestras necesidades.
Bien ves Santo mio, que llenos de Amor, de respeto y de confianza, claman a ti todos cuantos se ven en alguna necesidad o peligro; a vos clama el enfermo en el lecho de dolor, el encarceldo desde su lóbrego calabozo, el cautivo desde su mazmorra, el sencillo pastor desde su rustica cabaña, el peregrino en sus largas y penosas expediciones, el navegante entre las espumosas olas del mar.
Unos y otros esperan vencer con vuestro amparo los obstaculos que se oponen a su Amor y Harmonia y Protección en los caminos de la Vida; unos y otros esperan ver satisfechos sus necesidades; todos en fin, confian por vuestra mediación verse remediados confiando en tu pan de Caridad.
Seamos nosotros al presente, ¡Oh Milagroso Santo! Alcancemos nosotros por vuestra mediacion el poderoso auxilio del Cielo, que puede en nuestras tribulaciones sacarnos ilesos y triunfantes. Amen.
Padre nuestro. Ave Maria Gloria
Louvado sea nuestro Señor Jesus Cristo y Su Madre Maria Santísima
Louvado sea Santo Antonio de Lisboa, Padua y de todo el Mundo y su Niño Jesus
QUERIDO SAN ANTONIO RUEGA POR TODOS NOSOTROS, POR NUESTRAS FAMILIAS, NUESTROS HIJOS, POR NUESTRA SALUD, NUESTRA CASA CON TU AMOR Y CARIDAD. QUE SEAMOS SIEMPRE BUENAS PERSONAS, LLENAS DE AMOR. AMEN
Exulta, feliz Lusitania, salta de júbilo, Padua feliz, pues engendrasteis para la tierra y para el cielo a un varón, que bien puede compararse con un astro rutilante, ya que brillando, no sólo por la santidad de su vida y gloriosa fama de sus milagros, sino también por el esplendor que por todas partes derrama su celestial doctrina, alumbró, y aún sigue alumbrando, al mundo entero con una luz fulgentísima.
Pio XII
(Imagen del Santo de la concatedral de Cáceres España )
Palabras de S. Antonio a los frailes.
«Disputas en las reuniones, abandono del coro, murmuración en el convento, mesa abundante en el refectorio, comodidades en el dormitorio» Hermanos, procuren que nuestras reuniones sean siempre de paz, la liturgia, expresión de la fe, la convivencia fraterna, don y encuentro gozoso, nuestra mesa, humilde y sencilla, y nuestra vivienda, austera y sin lujos.
(Sermón del Domingo de Sexagésima).
(Imagen del Santo de Fernancaballero CIUDAD REAL ESPAÑA)