ORACIÓN A SAN ANTONIO POR TODAS LAS VÍCTIMAS DE NICA
Ampárame en esta hora,
¡oh San Antonio adorado!
Bajo tu acción bienhechora,
halla alivio el desgraciado.
El enfermo y el desvalido
y el que en la cárcel se ve
son por ti favorecidos
cuando te invocan con fe.
Yo, con toda confianza,
te invoco en esta ocasión,
y vivo con la esperanza
de obtener tu protección.
Espanha, na zona de Las Hurdes (Extremadura) Milagro de Sam Antonio :
Una vé se perdió una tía del tío Alonsu, el de El Cerezal, y le echaron el responsu. Estuvu todita la nochi pol el monti, y aluegu contó que San Antoniu Benditu había estau a su lau toda la nochi y que con la cayá que llevaba la detenía cuandu quería il pal ríu, pol mó de que no se cayera en el agua.
Milagro de San Antonio ocorrido entre Oviedo e Lima (Perú):
San Antonio, cartero. – Antonio Dante, comerciante de Oviedo, capital de las Asturias, en España, habíase marchado a la América del Sur. La mayor parte del tiempo residía en Lima, donde le retenían sus negocios. Su mujer, Francisca, habíale escrito varias cartas, sin recibir contestación ninguna, lo que la tenía en la mayor inquietud.
Bajo esta impresión, fuése un día a la iglesia de San Francisco, de Oviedo, en la que se venera una antigua y grande estatua de San Antonio.
En su ingenua confianza, coloca en manos del santo una nueva carta, dirigida a su marido: «Santo mío, le dice, haced, os lo suplico, que ésta le llegue, y que tenga dicha de recibir pronto su contestación.»
Al día siguiente vuelve a hacer la misma súplica; mas al fijarse en la imagen del santo, observa que tiene una carta en su mano.
Creyendo, sin duda, que era la que le había entregado la víspera, pónese a gemir y quejarse en alta voz: «¡Oh San Antonio bendito! ¿Por qué guardaros una carta que escribo a mi marido, en vez de hacer que llegue a su poder, como tanto os lo había suplicado? ¡Ah, no me habéis escuchado, no me habéis consolado en mi tristeza!»
En esto, el Padre sacristán, que había oído sus ayes, acércasele, preguntándole el motivo de su pena.
Cuéntaselo la mujer. Mas el Padre, que, en efecto y no sin sorpresa, había reparado que la estatua tenía una carta en la mano, anímala a que la coja, confesándola que él en vano había tratado de hacerlo. Obedece la atribulada 109
esposa, y sin el menor trabajo despréndese la carta, al tiempo mismo que de las mangas salen trescientas monedas de oro, que vienen a caer a sus pies.
Admirado el sacristán, apresúrase a dar parte del hecho milagroso al convento; tras él acuden los religiosos, que rodean el altar, y en su presencia ábrese y léese la prodigiosa carta, que decía así:
«Mi querida esposa: Tiempo hacía que me encontraba en Lima, muy preocupado por no recibir noticias tuyas, cuando tu carta ha venido a traerme la tranquilidad y alegría; es un Padre de la Orden de San Francisco quien me la ha entregado.
Te quejas de que dejo tus cartas sin contestar, cuando es así que te puedo asegurar que no he recibido desde que estoy aquí ninguna tuya; tanto es así, que ya te daba por muerta; por lo que, al recibir esta última, mi alegría ha sido inmensa.
Te contesto por el mismo religioso que me la ha traído, y por él te envío trescientos duros en oro, que bastarán para tu mantenimiento hasta mi próxima llegada.
En la esperanza, pues, de verme pronto a tu lado, pido al Señor te sea favorable, encomendándome mucho a mi santo Patrón, y deseando ardientemente sigas escribiéndome con frecuencia. Tu entrañable esposo, Antonio Dante. – Lima, 23 de julio de 1729.»
Milagro de San Antonio en Casares de Hurdes, onde se cuenta que:
Dicen que se perdió un niño y lo estaba buscando todo el mundo, y cuando apareció le dijeron: ¿Con quién has estado? Y como su madre le tenía puesto el responso a San Antonio, el muchacho dijo: Pues con San Antonio Bendito, que me estuvo cuidando, y cuando un lobo me fue a morder, San Antonio le pegaba en los dientes y el lobo se iba.