He disfrutado muchos años de la biblioteca pública de mi ciudad que, además, estaba a un paseo de mi casa. Sacar libros, material audiovisual, curiosear por las estanterías...
Y además un espacio donde estudiar siguiendo un horario, como quien va a la oficina. Así no estás todo el día en casa con el pijama. Te arreglas y sales. Sigues una rutina y un orden. Hasta no hace mucho, me resultaba difícil concentrarme en casa, y la biblio era para mí un espacio donde estar a solas con los apuntes, sin internet, tele o demás vainas que me distrajeran. Además en la ventana junto a los jardines. Qué más se puede pedir...
Pero en los últimos años el ambiente ha cambiado un poco. La gente normal solía estar en silencio. De unos años a esta parte se ha llenado de estudiantes de instituto en pandillitas haciendo el monguer: jiji-jaja, a pegarse paseítos, charlar y romperte la concentración si se te sentaban en la misma mesa. Había gente que les chistaba para que se callasen, pero enseguida volvían.
Y luego ya la pandemia ha hecho el resto. Al final he tenido que aprender a estudiar en casa.
Toda la carrera que hice presencial me iba a estudiar también a la biblioteca no sólo de mi facultad, sino de todas las del campus. En mi último año a los de Filología nos remodelaron la biblio y aquello fue un lujazo. El año antes de pandemia también he pasado buenos momentos en la de la UNED, con el grado que estoy haciendo ahora. Las bibliotecas universitarias también son una maravilla.
Y además un espacio donde estudiar siguiendo un horario, como quien va a la oficina. Así no estás todo el día en casa con el pijama. Te arreglas y sales. Sigues una rutina y un orden. Hasta no hace mucho, me resultaba difícil concentrarme en casa, y la biblio era para mí un espacio donde estar a solas con los apuntes, sin internet, tele o demás vainas que me distrajeran. Además en la ventana junto a los jardines. Qué más se puede pedir...
Pero en los últimos años el ambiente ha cambiado un poco. La gente normal solía estar en silencio. De unos años a esta parte se ha llenado de estudiantes de instituto en pandillitas haciendo el monguer: jiji-jaja, a pegarse paseítos, charlar y romperte la concentración si se te sentaban en la misma mesa. Había gente que les chistaba para que se callasen, pero enseguida volvían.
Y luego ya la pandemia ha hecho el resto. Al final he tenido que aprender a estudiar en casa.
Toda la carrera que hice presencial me iba a estudiar también a la biblioteca no sólo de mi facultad, sino de todas las del campus. En mi último año a los de Filología nos remodelaron la biblio y aquello fue un lujazo. El año antes de pandemia también he pasado buenos momentos en la de la UNED, con el grado que estoy haciendo ahora. Las bibliotecas universitarias también son una maravilla.