La vida de los otros.Emilia Landaluce.25/06/2016

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LA VIDA DE LOS OTROS

EMILIA LANDALUCE

25/06/2016

POR DETRÁS Y POR DELANTE, LA JUEZ ALAYA ES DESBORDANTE...

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Este sábado de reflexión, tomaremos la copa de balón como si fuera la calavera de Hamlet y nos diremos shakespereanos: ¡PP, o no PP, ésa es la cuestión! Soraya Sáenz de Santamaría sabía muy bien a lo que dedicaría la jornada de hoy: [además de a leer La Otra crónica], le tocaría montar la comisaría [parece broma pero no lo es ] de Playmobil que le ha comprado a su hijo Iván. Cuenta la vicepresidenta que le hubiera gustado ponerle Mauro pero que finalmente, su marido se “empeñó en llamarle como él”. Padre e hijo se dedican estos días a animar a España y Portugal en la Eurocopa. “Así que sufren dos veces”, se resigna la vice.



Soraya es una saltarina aunque esté sentada en un despacho. Tiene los ojos vivísimos; puro nervio. Incluso cuando parece ausente, está atenta a lo que sucede alrededor. En un mitin en Fuenlabrada con Cristina Cifuentes –¡vaya cervezón se tomaron después!– se hizo más de un centenar de fotos. La vicepresidenta tiene algo que le diferencia de algunas de sus colegas: sabe reírse de sí misma; sobre todo cuando los medios comentamos su peinado, los bailecitos de El Hormiguero o su estatura. Es una pizca. “Hace nada, en un mitin en Barcelona, me tocó hablar después de Albiol. No llegaba al atril. Tuve que coger el micrófono e improvisar”. Estos días, en los aviones lee un ensayo sobre los vikingos y SPQR, el libro de Mary Beard. “La conjura de Catilina –Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?– la conocemos básicamente por Cicerón”, reflexionaba. Así que vete tú a saber de lo que nos enteramos. Durante el bachillerato, devoró las novelas de Colleen McCullough sobre Roma –“una injusticia que se la recuerde más por El Pájaro espino”–. La campaña se le hace larga a la vicepresidenta, que en estas dos semanas ha recorrido 11.000 kilómetros. El jueves estaba en Almería al calor de los plásticos fértiles. Más duro debió resultarle a Rajoy el atracón de torreznos que se dio en Salamanca. “En campaña siempre se engorda”. En las municipales de 2011, a Sáenz de Santamaría le tocó ir a Guijuelo cuando estaba embarazada. Estaba de pocas semanas y nadie lo sabía. Por supuesto, tuvo que decir que no a las fuentes de jamón. “Debieron pensar que vaya cursi estaba hecha. Que seguro que prefería sushi”. Cuando se supo de su embarazo, lo primero que hizo fue llamar a Guijuelo. En el Gobierno no cree en las encuestas ni tampoco en la marcha de Rajoy. Es como si después de él solo quedara el abismo. Puede que el abismo sea él.



Fernández Díaz es el protagonista involuntario de la semana. Hace cinco años, relató su conversión en No es bueno que Dios esté solo. “Me encontraba de viaje oficial en Estados Unidos. Un fin de semana nos llevaron a Las Vegas. Allí, por medio de un gran amigo, que sin duda fue un instrumento de la providencia de Dios, Él salió manifiestamente a mi encuentro. Lo recuerdo y pienso en san Pablo: ‘Donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia’”. Mañana veremos en qué consiste.



La juez Alaya sigue recibiendo poemas de amor de sus admiradores: “Doña Mercedes, por detrás y por delante, su belleza es desbordante. Su cuerpo es una escultura, por su anatomía garbosa, es una belleza pura...”. Esta semana se ha publicado Juez Alaya ¿diosa o demonio?, un libro escrito por Mercedes Benítez. La periodista relata multitud de detalles de la vida de la magistrada. Uno de los más sorprendentes es que preparó su oposición a juez con Antonio Ocaña, que también había ayudado a Baltasar Garzón a presentarse siete años antes. El ex teniente fiscal de la Audiencia Provincial de Sevilla explica que la juez era bastante más inteligente que Querido Emilio. “Él estudiaba más horas, ella no necesitaba tantas”. Otra anécdota del libro. En cierta ocasión, cuando la recusaron porque su marido era auditor de Mercasevilla, añadió en su escrito de contestación. “¿Piensa que tras acabar mi marido y yo nuestras respectivas jornadas a las diez de la noche tenemos el más mínimo interés en resolver cuestiones de índole jurídica y económica?”.



Hace dos semanas, se celebró la fiesta del año. Ramón Pérez Maura celebró su cincuenta cumpleaños en Santander. Todo terminó con Vivas a España y al Rey. Felicidades.

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Por detrás y por delante, la juez Ayala es desbordante
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Mercedes Alaya en una imagen de archivo
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25/06/2016 03:08
Este sábado de reflexión, tomaremos la copa de balón como si fuera la calavera de Hamlet y nos diremos shakespereanos: ¡PP, o no PP, ésa es la cuestión! Soraya Sáenz de Santamaría sabía muy bien a lo que dedicaría la jornada de hoy: [además de a leer La Otra crónica], le tocaría montar la comisaría [parece broma pero no lo es ] de Playmobil que le ha comprado a su hijo Iván. Cuenta la vicepresidenta que le hubiera gustado ponerle Mauro pero que finalmente, su marido se "empeñó en llamarle como él". Padre e hijo se dedican estos días a animar a España y Portugal en la Eurocopa. "Así que sufren dos veces", se resigna la vice.

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Soraya es una saltarina aunque esté sentada en un despacho. Tiene los ojos vivísimos; puro nervio. Incluso cuando parece ausente, está atenta a lo que sucede alrededor. En un mitin en Fuenlabrada con Cristina Cifuentes -¡vaya cervezón se tomaron después!- se hizo más de un centenar de fotos. La vicepresidenta tiene algo que le diferencia de algunas de sus colegas: sabe reírse de sí misma; sobre todo cuando los medios comentamos su peinado, los bailecitos de El Hormiguero o su estatura. Es una pizca. "Hace nada, en un mitin en Barcelona, me tocó hablar después de Albiol. No llegaba al atril. Tuve que coger el micrófono e improvisar". Estos días, en los aviones lee un ensayo sobre los vikingos y SPQR, el libro de Mary Beard. "La conjura de Catilina -Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?- la conocemos básicamente por Cicerón", reflexionaba. Así que vete tú a saber de lo que nos enteramos. Durante el bachillerato, devoró las novelas de Colleen McCullough sobre Roma -"una injusticia que se la recuerde más por El Pájaro espino"-. La campaña se le hace larga a la vicepresidenta, que en estas dos semanas ha recorrido 11.000 kilómetros. El jueves estaba en Almería al calor de los plásticos fértiles. Más duro debió resultarle a Rajoy el atracón de torreznos que se dio en Salamanca. "En campaña siempre se engorda". En las municipales de 2011, a Sáenz de Santamaría le tocó ir a Guijuelo cuando estaba embarazada. Estaba de pocas semanas y nadie lo sabía. Por supuesto, tuvo que decir que no a las fuentes de jamón. "Debieron pensar que vaya cursi estaba hecha. Que seguro que prefería sushi". Cuando se supo de su embarazo, lo primero que hizo fue llamar a Guijuelo. En el Gobierno no cree en las encuestas ni tampoco en la marcha de Rajoy. Es como si después de él solo quedara el abismo. Puede que el abismo sea él.

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Fernández Díaz es el protagonista involuntario de la semana. Hace cinco años, relató su conversión en No es bueno que Dios esté solo. "Me encontraba de viaje oficial en Estados Unidos. Un fin de semana nos llevaron a Las Vegas. Allí, por medio de un gran amigo, que sin duda fue un instrumento de la providencia de Dios, Él salió manifiestamente a mi encuentro. Lo recuerdo y pienso en san Pablo: 'Donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia'". Mañana veremos en qué consiste.

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La juez Alaya sigue recibiendo poemas de amor de sus admiradores: "Doña Mercedes, por detrás y por delante, su belleza es desbordante. Su cuerpo es una escultura, por su anatomía garbosa, es una belleza pura...". Esta semana se ha publicado Juez Alaya ¿diosa o demonio?, un libro escrito por Mercedes Benítez. La periodista relata multitud de detalles de la vida de la magistrada. Uno de los más sorprendentes es que preparó su oposición a juez con Antonio Ocaña, que también había ayudado a Baltasar Garzón a presentarse siete años antes. El ex teniente fiscal de la Audiencia Provincial de Sevilla explica que la juez era bastante más inteligente que Querido Emilio. "Él estudiaba más horas, ella no necesitaba tantas". Otra anécdota del libro. En cierta ocasión, cuando la recusaron porque su marido era auditor de Mercasevilla, añadió en su escrito de contestación. "¿Piensa que tras acabar mi marido y yo nuestras respectivas jornadas a las diez de la noche tenemos el más mínimo interés en resolver cuestiones de índole jurídica y económica?".

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Hace dos semanas, se celebró la fiesta del año. Ramón Pérez Maura celebró su cincuenta cumpleaños en Santander. Todo terminó con Vivas a España y al Rey. Felicidades.
http://www.elmundo.es/loc/2016/06/25/576d1add46163f426b8b45af.html
 
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